Parecería
que nos acercamos a una de esas casas portuguesas tan llenas de decoración y de
imágenes representadas a través de baldosas. Pero vamos a visitar una de las
torres que embellecen Espinosa de los Monteros. Nos encontramos ante un torreón
desmochado del siglo XVI, de planta cuadrada y tejado a cuatro aguas. Su fachada
principal está realizada en muro de sillería y recoge los elementos artísticos
más importantes del inmueble. También son de sillería los vanos y las esquinas,
siendo de mampostería el resto. La torre es BIC desde 1949. La fachada
principal está orientada al sur y la puerta, de arco de medio punto, está adornada
con diversas molduras y la clave -la piedra del centro del arco- tiene una
escultura de un animal de largo cuello vuelto y dos patas con ¿cola? Quizá es
algo parecido a una salamandra. Hay en esta misma fachada, dos pequeños vanos
de la época de la obra principal situados anárquicamente y un óculo bajo la
cornisa del tejado. Sin contar con la ventana adintelada, claro.
José Antonio San Millán Cobo
La
ventana principal -esa adintelada- de la fachada noble es una pequeña con
alféizar que descansa sobre dos alargadas ménsulas y desplazada hacia la
derecha. Sobre la primera plataforma así creada, dos columnas estriadas
desembocan en un friso de gran tamaño con leyenda y remate en frontón de lados
curvos que aloja un escudo y se adorna con varios pináculos a modo de
entorchados. Dos sobre las columnas y tres sobre el escudo, en la zona truncada
del frontón. Bajo este se encuentra encuadrado un texto:
“Do
se alcança tal victoria deve osar morir el onbre mvera el i biba el nombre”.
Fotografía cortesía de José Antonio San Millán
Sobre
el friso con el texto se sitúa el escudo con cuatro cuarteles cuyos bordes
están quebrados con adornos de bureletes:
- Una
mano empuñando una espada introducida en el hueco de un casco.
- Grifo
rampante. Animal mitológico que representa la fuerza y el coraje militar.
- Cinco
manojos de brezo en sotuer: Aceptando que fuesen en campo de oro, armas de
Angulo.
- Un
animal, quizás un cánido sacando la lengua contornado y pasante al tronco de un
árbol. Podría ser un zorro que es el animal representante de la astucia y la
ocultación.
Fotografía cortesía de José Antonio San Millán
Si
avanzamos en sentido contrario a las agujas de un reloj damos con un paño de
mampostería que contiene en piedra de buena labra -tres- una ventana. Estas
piedras tienen cinco modelos de azulejos dispuestos en filas que recuerdan a
motivos florales. Bajo el alfeizar de la ventana de tipo renacentista existen
cuatro azulejos rectangulares que forman un cuadrado.
El óculo está decorado
con el mismo azulejo rectangular. Centrada más abajo tenemos otra ventana del
tiempo de la construcción de la torre y, en el piso bajo, se sacó una enrejada en épocas recientes. También tiene este paño una saetera esquinada viable
para armas de fuego y, salteados, algunas piezas de mosaico.
La
siguiente fachada, la norte, carecía de ventanas en su origen, aunque hoy
observamos tres ventanucos del mismo tamaño y de factura reciente. También un
par de peculiares saeteras. El óculo, con forma trilobulada como los demás,
está decorado con mosaicos y escoltado por dos piedras salientes que recuerdan
a la entrada de un palomar. La cuarta pared tiene dos ventanas, una enrejada en
la planta baja y otra enmarcada en piedra en la planta noble. La existencia de todos
esos mosaicos nos lleva a asumir una influencia mudéjar renacentista de
ascendencia árabe.
Fotografía cortesía de José Antonio San Millán
El
tejado es a cuatro aguas y bajo el alero se reconoce una cornisa con varias
molduras lineales que cambian de fachada mediante formas circulares alrededor
de unas torrecitas apoyadas en modillones que, en su tiempo, se prolongaban en
el tejado a través de cuatro remates en forma de templetes. Aguantaron hasta el
primer tercio del siglo XX. Estos remates de pequeños cubos eran, también, propios
de las construcciones del Renacimiento.
Responde
a la imagen de una casa fortificada, como hay otras por la población, y que
pueden ser una razón de que esta población no tuviese murallas. Otra causa de
la ausencia de muralla podría ser la fuente económica principal del lugar que
fue la ganadería o que, simplemente, no había peligro externo. Quizá por eso la
vemos recogida en el interior de una finca cerrada con un alto tapial por lo
que perdemos la oportunidad de verlo de cerca. Podemos observarla en la
distancia porque la puerta metálica de acceso, flanqueada por dos pilares
cuadrados con remates, permite ver más allá a través de la filigrana del
hierro.
Sobre
las personas, familias o apellidos, que habitaron la torre de los azulejos
diremos que su seguimiento es difícil. Emparentadas repetidas veces las
familias Angulo, Porras, Ortiz, Vivanco y otras, es muy complicada seguir su genealogía,
dificultad que se agrava al no residir de forma continuada en la villa. En el
año 1804 esta torre pertenecía a los Abades de Vivanco.
"Juan
Manuel de Vivanco Angulo y Ortiz, Abad de Vibanco y Arceo, Señor las casas
primitivas infanzonas de sus apellidos, de la villa de
Santachristina, de Balmadriza y las Quintanillas, regidor perpetuo de la
Imperial ciudad de Toledo: Dijo, que don Joseph Ruiz de Santayana, comisario de
guerra y vecino de la villa y corte de Madrid, y actualmente residente en la
villa de Espinosa de los Monteros, donde es originario, ha pretendido y
pretende levantar una ornexa en la rinconada de la huerta de la torre de los
Azulejos, a espaldas de su casa, perteneciente a uno de los mayorazgos que
posee el referente, prometiendo dar en recompensa y por vía de permuta terreno
bentajoso de más producto y utilidad que el de aquel corto terreno y rinconada,
en que va a experimentar el mayorazgo maiores bentajas..."
Pero
centrándonos en el único cuartel del escudo identificado por varios autores -Angulo-
el veterano Rufino Pereda Merino nos decía que este apellido era originario de
los descendientes de un hijo del Rey de Escocia que vino a servir al Rey Alfonso
I con trescientos caballeros de su séquito en las guerras que tenía con los
moros. Fueron premiados, por este rey y sus sucesores, con tierras y acabaron
por establecerse en las montañas de Castilla la Vieja. En lugares como Espinosa
de los Monteros, Oteo y Angulo, de donde tomaron su apellido.
También
las páginas de la internet nos dan el nombre de este infante que se llamaba Ludovico
Angulo y era hijo de Angulo, rey de Escocia. Empezaría su tarea de matador de
moros al servicio de un rey de Navarra sin identificar y luego pasaría al
servicio del de León, sin identificar.
José Antonio San Millán
Hay,
incluso, una biografía de este personaje que procede de las brumas del pasado
donde se confundía mito y realidad. Nació en un lugar desconocido -presuponemos
Escocia- en el siglo XII y murió en el valle de Angulo del Valle de Mena, Las
Merindades, a principios del siglo XIII. Procedería del linaje de los reyes de
Escocia y, enemistado con su padre por razones que se ignoran, se convirtió en
soldado de fortuna y viajó a Castilla para participar en la cruzada contra el
islam. Aquí no hay relación con navarra ni con Alfonso I. Se le documenta al
servicio de Alfonso VIII de Castilla. Tras la conquista de lo que actualmente
es el País Vasco, en reconocimiento a su valía militar y hazañas bélicas, el
rey le entregó el Valle del Río San Miguel, que, desde entonces, pasó a
llamarse Valle de Angulo, situado entre Álava y Burgos, y le reconoció con el
título de infante de Escocia. En el privilegio de donación se le impone que ha
de fundar allí su señorío asentándose en este territorio junto a sus vasallos
(lo que parece indicar que eran mercenarios al servicio del Monarca).
En
algunas genealogías antiguas se dice que también había estado al servicio del
rey de Navarra y que había llegado a ser su camarero mayor. Recientes
investigaciones señalan que, en realidad, Ludovico Angulo no era hijo del rey
de Escocia, dado que, en la genealogía de reyes conocidos de aquel país, desde
el año 600 de nuestra era, no se tiene noticia de ningún monarca citado como
Angul o de linaje Angul. López García de Salazar le considera de origen
normando y estima su citada sangre escocesa como inventada para lograr un
prestigio inexistente. Ciertamente, Angul, en francés primitivo, significa
Ángel. Salazar afirma que desembarcó en Santoña (Cantabria), en el transcurso
del siglo XII, y pasó a ser parte de las tropas auxiliares al servicio de
Alfonso VIII. Duda de sus servicios al rey de Navarra, pues consta que el
emblema heráldico de los Angulo (en campo de oro con cinco roeles besantes
partidos de sinople y plata, puestos en sotuer y perfilados en sable), fue
concedido por Fernando III el Santo antes de 1230, fecha histórica en que se
consolida la unificación de Castilla y León. Y, antes de que digan nada, el
escudo que nos sirve de pie para hablar del clan Angulo no es el mismo.
Según
Gracia Dei, cronista de los Reyes Católicos, comentaba que Alfonso I “encomendó
a un caballero del linaje de Angulo la guardia y defensa del Real suyo, que
estaba muy cerca del Real de los moros y una noche en que estaban estos
descuidados, habiendo tenido aviso de ello el caballero de Angulo, resolvió
caerles encima de improviso antes de amanecer; disponiendo que los suyos
llevasen todos matas de brezos verdes sobre las celadas, para que
diferenciándose de los moros y conociéndose entre sí en las tinieblas de la
noche, no se destruyeran unos a otros. Así prevenidos, atacaron denodadamente a
los moros, haciendo en ellos gran destrozo, y en memoria de esta memorable
acción, entre otros premios y mercedes que hizo el Rey a aquellos valientes
guerreros, fue su voluntad que el animoso y entendido capitán de Angulo, añadiese
a sus armas cinco manojos de brezos atados con cintas de gules”.
Sobre
las armas de este apellido nos encontraremos con varias versiones. El que vemos
en la torre de los azulejos no coincide al ciento por ciento con lo que
presenta Rufino en su obra. La obra sobre los Monteros de Espinosa comenta: “Escudo
partido en dos con un virol de gules; en el cantón diestro cinco róeles de
sinople puestos en santor y en el cantón siniestro cinco manojos de brezos de
sinople atados con cintas de gules y puestos de igual modo; los dos cantones o
cuarteles tienen el campo de oro. Los róeles significan que fueron escogidos
entre otros en igualdad de nobleza; el campo de oro significa virilidad y
nobleza, y los cinco brezos el ataque singular a los moros hecho por el capitán
Angulo”.
Cortesía de José Antonio
San Millán
Las
casas solariegas de los distintos miembros del linaje fundado por Ludovico
Angulo se encuentran repartidas por el valle del río al que da nombre, por el
valle de Mena y en el solar de San Juan de Bárcena.
Las
noticias documentadas sobre los Angulo, verdaderamente rigurosas y
contrastadas, proceden del siglo XIV, época en que las banderías castellanas llevan
a los Angulo a luchar contra los Salazar por el control del valle de Mena.
Según el nobiliario del País Vasco, Ludovico Angulo fundó un linaje en el siglo
XII con nobleza de sangre que, en el siglo XIV, tuvo como cabeza a Martín
Alonso de Angulo, establecido en Oteo (Álava), padre de Martín Alonso y Lope
Alonso de Angulo, ambos condenados a destierro a Córdoba.
Por
supuesto, Rufino Pereda, nos vende una relación de Monteros de Espinosa
pertenecientes al linaje de los Angulo: Hernán Ortiz de Angulo, despensero mayor
de la Reina Isabel I; Juan Ortiz de Angulo, Sumiller del Rey Felipe III; Gabriel
de Angulo, caballero de la Orden de San Juan; Sancho de Angulo, Pedro de Angulo
y Francisco Ortiz de Angulo, caballeros de la Orden de Santiago; Juan de Angulo,
Sumiller de la casa del Rey Felipe IV; Juan Merino de Angulo y Porras, Juan de Angulo
Marañón, caballero de la Orden de Calatrava; Fernando Ortiz de Angulo; Diego
Ortiz de Angulo; Pedro Ortiz de Angulo; Juan Zorrilla de Angulo; José de
Vivanco y Angulo, Vizconde de Santa Olalla; Servando Ortiz de Angulo; Pedro de
Angulo Vivanco, gentil-hombre de casa y boca de S. M.; José Angulo Vivanco de
1716 a 1772; Juan de Merino Angulo, de 1740 a 1780; Agustín Vivanco y Angulo de
1730 a 1743; Pedro Angulo Vivanco y Rozas de 1774 a 1796; Francisco de Vivanco y
Angulo, de 1776 a 1792; Juan de Angulo de 1742 a 1780; Sebastián Zorrilla Angulo,
de 1753 a 1767; Felipe Angulo, de 1790 a 1814; Ulpiano de Angulo de 1818 a
1827; Pascual Angulo y Peña y Anastasio María de Angulo, hijo del anterior.
Bibliografía:
“Arquitectura
fortificada de la provincia de Burgos”. Inocencio Cadiñanos Bardecí.
“Los
Monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
“La
ruta heráldica de Espinosa de los Monteros”. Proyecto Aldaba.
Periódico
“Diario de Burgos”.
Revista
“Hidalgos”.
www.asturnatura.com
www.castillosdelolvido.com
Tripadvisor
Edujoser.
Heráldicas
y apellidos de Udias.
Real
Academia de la Historia.
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