Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 26 de enero de 2025

Pedro fue más rápido que Hermenegildo.

 
¿Qué nos lleva a cometer un asesinato? ¿El sufrimiento propio? ¿El desprecio por la vida de los demás? ¿Proteger a los nuestros? ¿El orgullo?
 
En esta entrada nos acercamos a Ciella de Mena que, aún hoy, es una pequeña pedanía del Valle de Mena. Y, también, lo era en 1952. En ese año vivían allí nueve familias. A poco más de un kilómetro de la población existía un molino vecinal. Todos estos elementos son importantes para disponer las piezas de esta tragedia del día de los Reyes Magos.

Ciella de Mena
 
Esa noche dormía Hernemegildo Roqueñí Tercilla, junto a su hijo Julián de 18 años, en el molino al estar moliendo grano. Gente ruda, sufrida, poseedora de un apellido de origen flamenco -de Flandes, no gitano- que, originariamente, se escribía Roquegny y que en el siglo XVII ya lo encontramos en Cantabria en su transcripción fonética. ¡Qué cosas! Hacia los doce de la noche el muchacho, que dormía en la parte izquierda del edificio, se despertó sobresaltado por disparos de escopeta. Llegó a tiempo de ver a su padre herido. Asustado, escapó hacia Ciella avisando a su madre, Cándida Pinedo Velasco, y al resto de los vecinos. Cuando llegaron al molino Hermenegildo estaba muerto.
 
Tras la Guardia Civil llegaron el médico y el Juez de guardia. Se analizó el cadáver y el escenario llegando a las siguientes conclusiones: la víctima recibió dos disparos de escopeta (en el vientre y en la cara) hechos casi a quemarropa puesto que había restos del cartucho dentro de las cavidades. La muerte debió ser en el acto. Sin agonía. ¿Sospechosos? En ese punto tanto vecinos como los guardias civiles miraron al hijo. ¿Por qué? Porque la escopeta, entendían los expertos, se tuvo que disparar dentro del molino y ni Julián ni su padre se despertaron al abrirse la puerta. Además, había rencillas graves entre el Hermenegildo y su hijo. Pero no fue el único familiar detenido: dos cuñados y un hermano de Hermenegildo, Pedro, fueron posteriormente reclamados por el juzgado. Todos residentes en Ciella.

 
La Guardia Civil buscó el arma comprobando que en el pueblo poseía escopeta el alcalde… ¡y el difunto Hermenegildo! Pero la escopeta de Roqueñí, de 16 milímetros, había sido escondida por su madre y, al parecer, una hermana de Julián. Pudo recuperarse esa arma y varios cartuchos. Los técnicos llegaron a la conclusión de que no fue disparada. ¿Entonces? La Guardia Civil estaba en un callejón sin salida. Sin arma homicida.
 
El 25 de enero se envió a la Jefatura Superior de Policía de Vizcaya un oficio del Juzgado de instrucción de Valmaseda solicitando la presencia de funcionarios del Cuerpo General de Policía porque en el Valle de Mena no lograban avanzar el caso y debieron liberar a los detenidos.
 
Llegaron a Las Merindades el comisario jefe del Servicio de Información de la Jefatura, Alejandro Berenguer Guerrero, y los agentes Alejandro del Carmen Ruiz, Vicente Varillas Pérez y Abilio Cuadrado Benito. Tras ponerse al día reconstruyeron los hechos inspeccionando el molino y haciendo disparos con la escopeta del calibre 16mm. a través de los espacios rotos de la puerta “comprobando la posibilidad de que los disparos de autos pudieran haber sido hechos desde el exterior” en contra de la opinión de los técnicos locales. El siguiente paso fue interrogar a los cuatro familiares que fueron detenidos: los cuñados y Julián probaron su coartada.
 
Las sospechas se centraron en Pedro. Era una persona con un pasado oscuro que llevaba cinco años en Ciella. Antes había vivido en Salmantón (Álava) y allí se fueron los policías para confirmar la peligrosidad de ese sujeto. ¿Era él el asesino? Tal vez. En la pizarra de la policía había una serie de puntos contra Pedro Roqueñí:
 
  • Ser persona de mal vivir.
  • De soltero fue acusado por su hermano Salustiano de intentar envenenarle. Y eso que ambos estuvieron encuadrados en el mismo batallón de trabajadores de la compañía Elizalde del bando republicano.
  • Pudo comprobarse que, por mediación de su mujer, entonces novia, quiso envenenar a su futuro suegro.
  • En marzo de 1945 fue condenado a un año, ocho meses y veintiún días de prisión menor y a una indemnización de 1.300 pesetas por causar lesiones graves a su suegro.
  • Había tenido broncas y peleas con Hermenegildo. Con denuncias.
  • Tiene pasión por su madre, para la cual es su hijo predilecto. En la declaración de la madre, Alejandra Tercilla, no se alude a la ocultación de la escopeta a pesar de que declara el día once de enero y el arma se había escondido el siete de dicho mes. Esta fecha parece errónea.
  • La esposa de Pedro escapó del domicilio conyugal hacia Bilbao en el mes de diciembre y, Pedro, dijo que “si no regresaba, alguno de su familia lo pagaría” al parecer por creer que Hermenegildo trataba de sembrar cizaña en ese matrimonio.
  • En la mañana del crimen la esposa de Pedro habló junto al molino con su cuñado Hermenegildo. No se sabe de qué hablaron.
  • Pedro se presentó demasiado rápido en el molino. Llegó el primero a pesar de haber sido avisado el último.
  • La forma histriónica en que actuó ante el cadáver de su hermano. Esas exageradas muestras de dolor serían se supone serían para alejar sospechas.
  • La madre de Hermenegildo abandonó el domicilio de este -¿vivía con él?- en la misma mañana del suceso, trasladándose al de Pedro, para abandonar más tarde el pueblo de Ciella e instalarse en Salmatón (Álava), a unos 15 km, donde falleció el 25 de enero, circunstancia que los investigadores no encontraron clara ni normal. Según otro periódico falleció el 8 de enero de 1952. Pero, entonces, no podría haber declarado el día once de enero.
  • Alejandra acusaba a los dos cuñados asegurando Hermenegildo siempre la había tratado muy bien, lo cual no era cierto.
 
Visto lo visto los policías se llevaron a Pedro Roqueñí a Bilbao y en la Brigada de Información, tras interrogarlo, confesó.

 
Al anochecer del 5 de enero la madre, Alejandra Tercilla, dio la escopeta de Hermenegildo a Pedro para que la guardara. Temía que cualquier día Hermenegildo disparase a Julián. Pedro la escondió en una cabaña cerca de su casa. Pedro odiaba a su hermano, que le había amenazado en varias ocasiones, no pagaba una deuda de 12.500 pesetas que tenía con su madre, y le había robado un “mallo” y 2.500 pesetas. Además, Pedro asumía que Hermenegildo pretendía crear desavenencias en su matrimonio. El mismo día de Reyes le dijo su esposa que “Gildo” (Hermenegildo) quería verle a solas o ante quien quisiera, lo que pedro interpretó como una amenaza. Durante toda la tarde del 6 de enero, reconoce Pedro que, estuvo pensando cómo matar a su hermano. Hacia las doce de la noche, cogió la escopeta de su hermano y fue al molino. Miró a través de las tablas rotas de la puerta y localizó a Hermenegildo junto a la tolva y a su sobrino dormido a la izquierda. Introdujo los cañones de la escopeta por la parte baja de las tablas y, agachándose, disparó. No sabe si le dio primero en la cabeza o en el vientre. Salió corriendo hacia el pueblo abandonando la escopeta junto a la llamada "Casa Vieja", propiedad de su hermano. Entró en su casa, se acostó y simuló dormir. Un cuarto de hora más tarde fingió despertarse por los gritos de Julián y fue el primero en acudir al molino mostrando mucha ira y pena.
 
Dos horas después, aprovechando la confusión, Pedro trasladaba la escopeta a un carro junto a otra cabaña de Hermenegildo en Ciella. ¡Y se lo contó a su madre! Alejandra, que estaba convencida de que Pedro había matado a su hermano, decidió encubrirlo. ¿Estaría esta decisión relacionada con la muerte de la madre del fratricida? (independientemente de la fecha del óbito).
 
Durante el interrogatorio, uno de los agentes preguntó a Pedro si sentía remordimientos y contestó: “No, no los siento, porque estoy convencido de que, si Hermenegildo hubiera podido matarme a mi sin que se supiese, lo hubiera hecho”.

 
Tenemos claro, por tanto, que este sujeto vio entrar el verano en la cárcel de Bilbao. La vieja cárcel de Larrinaga… donde Pedro buscaba librarse de la condena. El siguiente episodio de la tragedia se produce en septiembre de ese 1952 cuando llega a Ciella el secretario del Juzgado de Instrucción número 1 de Bilbao, para conseguir de Cándida Pinedo y de Julián Roqueñí una declaración firmada favorable a Pedro. ¡¿Qué?! Eso mismo pensó la Guardia Civil del puesto de Artieta que detuvo al “secretario”. Resultó llamarse Manuel Sánchez Souto, de 24 años, soltero y domiciliado en Bilbao. Fue acusado por delito de coacción. Había sido enviado por Pedro para exigir a la madre e hijo de la víctima que declarasen a favor del asesino.
 
Porque Pedro estaba fastidiado. Su delito tenía varios posibles agravantes: nocturnidad, premeditación, alevosía, parentesco... Yo, que no soy abogado, creo que se le aplicaría el artículo 406 del código penal de 1944 condenándole a prisión mayor (un mínimo de veinte años) o muerte. Ya les anticipo que no le aplicaron garrote vil, pero, inicialmente fue condenado a muerte, aunque no se le ejecutó. Aunque piensen que veinte años por matar a un hermano es una condena aceptable. Y, seguro que como el franquismo era una dictadura la condena fue dura. Pues… no lo sé, pero en la Orden de 12 de junio de 1964 se le otorgaba la libertad condicional a Pedro Roqueñí Tercilla que cumplía condena en el penal del Dueso de Santoña (Cantabria). Doce años por matar a su hermano. ¿Dónde fue? ¿Volvió a Ciella de Mena?
 
 
  
Bibliografía:
 
Periódico “Pueblo”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “Pensamiento Alavés”.
www.bisabuelos.com
Código Penal de 1944.
Boletín Oficial del Estado de España.
Periódico “La Vanguardia española”.
Google.
 

domingo, 19 de enero de 2025

Casares, Peña Arena u otra "Cueva de los Moros".

  
Nos trasladamos cerca de la pedanía de Bocos en el municipio de Villarcayo de MCV. Digo cerca porque este yacimiento -nunca mejor dicho dado lo que nos encontraremos allí- se encuentra a medio camino entre Villacomparada de Rueda y Bocos.

Foto cortesía de 
"Necrópolis medievales excavadas en la roca".
 
El lugar era conocido como Casares en el siglo XVIII. En 1707 se registra un expediente de justicia contra varios vecinos de Bocos que con una zahorí buscaban tesoros en las ruinas de Casares lo que llevó a abrir las tumbas y dejar al aire los huesos. Supongo que ellos, como ahora nosotros, fuimos atraídos por lo que destaca del lugar: los enterramientos. Se hallan en un montículo desde el que se domina un amplio horizonte y en cuyas inmediaciones hay tierra de cultivo, monte para el ganado y una corriente de agua.
 
En la parte trasera de la necrópolis, labrados en la pared vertical de la roca, se observan más trabajos rupestres, entre los que destaca, un nicho o plataforma de excavación lateral, y una serie de entalladuras artificiales que podrían ser parte de la estructura de algunas edificaciones. Esto parece repetirse a la izquierda de la necrópolis, en una superficie muy irregular con ondulaciones, resaltes, ranuras y algunos agujeros que pudieron servir de encaje a los postes de una construcción. Entenderíamos que todos estos restos serían señales de la existencia de poblado que dio origen al topónimo Casares y que luego ha sido conocido como Peña Arena. O, Tumbas de los Moros. Con respecto a este último nombre, María del Carmen Arribas Magro es partidaria de asociar lo lugares así llamados con flujos de inmigrantes del sur de la Península Ibérica entre la segunda mitad del siglo IX y el X.

Foto cortesía de "Condado de Castilla".
 
Se sabe que este enclave presenta dos fases de ocupación. La primera, situada al sur, en una inicial prospección se identificó como prehistórica y que se caracteriza por la aparición, de modo disperso y muy fragmentado, de cerámica elaborada a mano e industria lítica sobre sílex. En una covacha se descubrieron un hacha pulimentada, hecha con un material esquistoso muy blando y de 13 cm., y una cuenta de collar de piedra, de forma más o menos ovalada, con una perforación cónica muy pulida. Su longitud es de unos 3 cm. y su anchura de 2`5 cm.
 
El segundo núcleo está formado por un complejo compuesto por la necrópolis excavada en la roca y una plataforma rocosa con elementos de cierre, ranuras y agujeros que indican la existencia de habitáculos semi rupestres. En los años ochenta del siglo XX se observaban hasta sesenta y siete tumbas, la mayor parte de las sepulturas son antropomorfas, aunque también aparecen las de bañera e incluso tumbas biformes: con el interior antropomorfo y el exterior de bañera, tanto de adultos como de infantiles, con orientación de las cabeceras hacia el Oeste. Algunas de las tumbas presentan ranuras de encaje para la losa de cubierta, evidentemente desaparecida, y también aparecen acanaladuras para desalojar el agua de lluvia, evitando que ésta penetre en el interior de los sepulcros.

Foto cortesía de "Condado de Castilla".
 
Unos 100 metros en dirección noreste encontramos varias cavidades con arquerías ciegas que podrían corresponder a una iglesia. Las tumbas y su evolución, de ovaladas a antropoides, nos indican una larga ocupación del poblado. También aparecen en superficie algunos fragmentos de cerámica a torno. La necrópolis proporciona una datación altomedieval, que podría situarse entre los siglos VII y X. Su grado de conservación es variable estando algunas tumbas ocultas por la vegetación o por los sedimentos.
 
La posible advocación de Peña Arena pudo ser San Andrés al tenerle documentado en 1515, en el apeo diocesano, como titular parroquial de Bocos de manera equivocada. Recordemos que San Andrés es una advocación ligada a elementos defensivos en Las Merindades.
 
Actualmente la necrópolis está bastante deteriorada fruto del abandono en el que se halla, de la erosión de la roca arenisca y del saqueo de las sepulturas con la inevitable destrucción de las losas que cubrían los enterramientos. No nos olvidemos de los estúpidos grabados contemporáneos a los que les falta varias decenas de años para adquirir valor.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Castilla Vieja, Sotoscueva, Valdeporres y Montija”. María del Carmen Arribas Magro.
“Eremitorios rupestres en la comarca de Las Merindades (Burgos)”. Judith Trueba Longo.
“Carta arqueológica de la provincia de Burgos. Partidos judiciales de Sedano y Villarcayo”. Ramón Bohigas Roldán.
Web “Condado de Castilla”.
Blog “Necrópolis medievales excavadas en la roca”.
 
 

domingo, 12 de enero de 2025

Rozas: Casa de La Revilla, su iglesia y su palacio.

  
El poblado de Rozas surge del monasterio de San Juan de Porres. Este centro religioso aparece por primera vez el 2 de enero de 1133 cuando el rey Alfonso VII lo dona al monasterio de Oña. Esa donación identifica el lugar al hacerlo limítrofe con el río Engaña, e incluso hacer referencia al barrio de Río, conocido después como Río Arriba. En 1209 se cita entre las iglesias monasteriales propiedad de Oña y hacía las veces de parroquia en el lugar de Rozas, consecuencia de la organización del sistema parroquial en el obispado de Burgos a finales del siglo XII. Escribían: “in loco, que dicitur las Rogas”. En 1271 el monasterio de San Juan de Porres se arrienda a Juan, hijo de Juan del Campo, como explotación agropecuaria.
 
El monasterio de San Juan tuvo que ser una productiva explotación en la Edad Media, puesto que vemos, en 1317, a Lope Diaz de Haro -alférez del rey y señor de Vizcaya- interceder para que Oña cediese la renta a su repostero Juan Pérez de Tudela. La renta ascendía a 50 almudes de pan mediado puestos en Medina de Pomar, Durante treinta años. Oña cedía la renta, y lo indica en el documento, por los muchos favores que López de Haro les había hecho y les hacía, y por guardar y amparar Cigüenza y al propio monasterio de San Juan de Porres. En los meses de abril y mayo de ese mismo 1317, Lope García hijo de Pero Gómez de Porres, recibe de Oña una tierra en San Juan de Porres alrededor de la iglesia de San Juan, a excepción de la era de delante de la iglesia y un prado sobre ella, a cambio de cuatro parcelas y un prado. Aparece como testigo del acto “Garçia, fi de Garçi Aluarez de la uilla de Sant Yuannez”.

 
Este monasterio y todo lo que tenía anejo, como su antigua torre, fue entregado por Oña en 1339 a la mujer de Sancho Sánchez de Velasco, Sancha, a cambio de la casa fuerte de Cascajo, Cigüenza, Bárcina, La Aldea del Portillo del Busto y Zangández. Consta un poder en Medina de Pomar a favor de Fenán Sanchez de Velasco fechado en 1345 que, con autorización del rey Alfonso XI, se certificaba ese trueque. Así es cómo los Velasco se hacen con sus primeras posesiones en Valdeporres. En el Becerro de Behetrías, en 1350, el lugar todavía se llamaba Sant Yuannez de Porres. Era de behetría y de un monasterio (el monasterio del mismo nombre), a los que se añadían los solares que tenían Pedro Fernández de Velasco y Pedro González de Porres. Pagaban al rey moneda, servicios y martiniega que llevaba el prestamero de los Velasco. Los solares de behetría pagaban por la protección un almud de pan mediado los que tenían dos bueyes y el resto nada. El monasterio llevaba los diezmos del lugar y dos almudes de pan del solar que había poblado y seis maravedís. Los solares de señorío pagaban infurción. Vemos, por tanto, que este Monasterio se incorporó a la Casa solariega de los Velasco, con su iglesia parroquial. Los ya Señores de La Revilla cobraban los diezmos, y nombraban a los párrocos y curas beneficiados.
 
Los fundadores de la Casa de La Revilla fueron Sancho Sánchez de Velasco, nieto de Fernán, y su esposa María Estíbaliz de Butrón, Señora de los Palacios de Valmaseda. Este Sancho fue hijo de Pedro Fernández de Velasco, camarero mayor de los Reyes Enrique II (1334-1379) y Juan I (1358-1390), Caballero de Santiago y Merino Mayor de Castilla que falleció en el cerco de Lisboa. Sancho recibió de su padre Pedro, y con la cesión de su hermano mayor Juan, Señor de Medina de Pomar, la Casa de La Revilla en Valdeporres. Con esto tenemos al primer señor de La Revilla desde el 14 de septiembre de 1401. Estará titulado como Señor de San Julián, del Monasterio de San Juan de Porres, y Casas de San Llorente. Caballero de Santiago. Sancho, construye el palacio y la iglesia de La Revilla, y se establece junto con su mujer en Valdeporres. Fue enterrado en la iglesia de Rozas con el siguiente epitafio:
 
“Aquí yace Sancho Sánchez de Velasco, hijo del famoso caballero Pedro Fernández de Velasco, que acabó sobre el cerco de Lisboa, siendo Camarero mayor del Rey D. Juan I. Fue casado con doña María Estíbaliz de Butrón, hija de Gonzalo Gómez de Butrón. Murió el año 1433, siendo de la Orden de Santiago”.

Iglesia de la Casa de La Revilla (1973-1980)
 
A continuación, les damos la relación de señores de La Revilla existentes:
 
  • Fernán Sánchez de Velasco: II Señor de La Revilla, Señor de los Palacios de Valmaseda, primer heredero del Mayorazgo de La Revilla, según escritura firmada en Valmaseda, en 1449, y confirmado por el Rey Juan II en Palencia, el 21 de febrero de 1452. Caballero de Santiago. Desposó a Teresa de Guzmán. Falleció en 1481. Estuvo a punto de ser conde porque el Título de “Conde de La Revilla”, fue creado por los Reyes Católicos en octubre de 1481 en Fernán pero falleció antes de que se le expidiese el privilegio. Una penita. Fue enterrado en la iglesia del palacio con el siguiente epitafio: “Aquí yace Fernán Sánchez de Velasco, hijo de Sancho Sánchez de Velasco, y su mujer doña Teresa de Guzmán, hija de D. Luis de Guzmán, Maestre de Calatrava. Murió el año 1481, siendo de la Orden de Santiago”. Fernán construye el cercado de piedra de sillería que delimitará el recinto de la Casa. Por otro lado, establece la iglesia de La Revilla como lugar de enterramiento de los Señores. En total se llegarán a enterrar seis de ellos, desde el I Señor hasta el VIII, ya que los Señores VI y VII se enterraron en diferente lugar.
  • Gonzalo de Velasco: III Señor de La Revilla. Caballero de Santiago (1474). Casó con Leonor de Bustamante y, muerta esta, con Catalina de Cartagena. Falleció en 1507. Además, gozó de dos amantes, Elvira de Pedriza y Juana de la Puente, y la segunda le dio un hijo póstumo llamado Juan de Velasco, Capitán General de la Armada y Flota de Indias del Rey Felipe II. Su epitafio en la iglesia de Rozas fue: “Aquí yace Gonzalo de Velasco, hijo de Fernán Sánchez de Velasco, y su mujer, doña Leonor de Bustamante, hija de Alonso Fernández de Bustamante, Señor de este Solar. Murió el año 1502, siendo de la Orden de Santiago”.
  • Pedro de Velasco: IV Señor de La Revilla, de San Julián, de los Palacios de Valmaseda, y I Señor de Rozas. Continuo de la Casa de los Reyes Católicos, Juana I, y Carlos I, entre otros cargos. Era hijo de Leonor y casó con Isabel de la Costana. En su tumba de la iglesia de Rozas decía: “Aquí yace Pedro de Velasco, hijo de Gonzalo de Velasco, y su mujer, doña Isabel de la Costana, hija de Francisco de la Costana, Señor de este Solar y apellido. Murió el año 1548, siendo de la Orden de Santiago y Comendador de Biedma”. Juan, el bastardo que era el hermano del IV Señor de La Revilla, aportará su patrimonio en la comarca de La Bureba para el engrandecimiento de la Casa de La Revilla. ¿Por qué? La nieta de Juan y su heredera, Ana de Velasco, se casaría, en 1609, con Pedro de Velasco, II Conde de La Revilla. Como parte de este patrimonio se integraría el Barrio de Díaz Ruiz, dónde está el panteón de los Condes de La Revilla.
  • Alonso de Velasco: V Señor de La Revilla. Continuo de la Casa del Emperador Carlos V, Corregidor de Trujillo y Gobernador en Badajoz. Comendador de Montánchez en la Orden de Santiago (1535). Casó con Francisca Hurtado de Mendoza, hija de Lope Hurtado de Mendoza, Señor de la Bujada, del Consejo de Carlos V, y su Embajador en Roma y Portugal. Lo decimos para dejar constancia de lo bien relacionada que estaba la Casa de La Revilla. Su epitafio en Rozas decía: “Aquí yace D. Alonso de Velasco, hijo de Pedro de Velasco, y su mujer, doña Francisca Hurtado de Mendoza, hija de Lope Hurtado de Mendoza. Murió el año 1542, siendo Caballero de la Orden Militar de Santiago”.
  • Fernando de Velasco: VI Señor de La Revilla. Caballero de Santiago. Maestre de Campo General. Capitán de las Guardias Españolas en Flandes, dónde murió en 1567. Casado con María de Porres. Su hijo, Juan de Velasco, VII Señor de La Revilla, Caballero de Santiago, murió en Flandes en 1585 sin sucesión masculina.
  • Pedro de Velasco y Hurtado de Mendoza: VIII Señor de La Revilla y hermano del VI señor. Se casó con Juana Salinas y, después, con Isabel de Landa. Falleció en 1598. Y en su tumba de la iglesia de Rozas constaba: “Aquí yace el muy ilustre caballero llamado D. Pedro de Velasco, hijo de D. Alonso de Velasco y de doña Francisca Hurtado de Mendoza, patrón de esta Iglesia y Señor de la Casa de La Revilla y palacios de Valmaseda, Comendador de Extremera de la Orden del Apóstol Santiago, del Consejo de Guerra y Capitán de las Guardias españolas”. Será el último Señor de La Revilla en ser enterrado en la Iglesia de Rozas.
  • Alonso de Velasco y Salinas: IX Señor de La Revilla. Nació en las Casas de San Llorente de Losa del mayorazgo de La Revilla, donde residían sus padres en 1558. Murió en Madrid en Julio de 1620 y fue enterrado definitivamente en la iglesia de San Salvador del Barrio de Díaz Ruiz, panteón de los Condes de La Revilla. Entró al servicio del Rey Felipe II en 1572 como paje siendo después gentilhombre de Cámara y miembro del Consejo Real. Alcanzó el grado de General de Galeras y Felipe II le nombró Veedor General del Reino de Portugal (1586) y de los Ejércitos y Armadas Españolas (1589). Desposó, en 1576, a su prima Casilda -señora de Ungo- siendo padres de Pedro (el heredero), Alonso Baltasar y Juana. En 1602, el Rey le nombró Capitán General del Mar Océano. Durante los últimos años del siglo XVI tuvo mucha relación con Francisco de Sandoval y Rojas, quién sería Duque de Lerma y gran valido caído del Rey Felipe III. Alonso fue enviado junto a su primo el Condestable a la firma del Tratado de Londres de agosto de 1604 por el que se lograba la paz con Inglaterra. Alonso fue nombrado Embajador ante laCorte de Jaime I Estuardo y Jacobo VI de Escocia, en 1608, permaneció en Inglaterra hasta octubre de 1613. De regreso a España, con 55 años y un delicado estado de salud, hizo cesión de sus mayorazgos y posesiones a su hijo Pedro, que había casado con su prima Ana María de Velasco y Velasco, hija de su hermana Ana. A partir de entonces su vida pública consistió en llevar la Casa del Duque Filiberto de Saboya, sobrino carnal de Felipe III. Fue el primer Conde de La Revilla, concedido por Felipe III, el 29 de enero de 1619. Y, Alonso, estableció la divisa familiar: “Ave María veritas vincit”. A partir de 1620, los Condes de La Revilla no vivirán en Valdeporres, dejando la Casa de La Revilla en manos de su Administrador.
 
La relación de los Condes hasta la actualidad es la siguiente:
 
  • Pedro Fernández de Velasco y Velasco: II conde de La Revilla. Corregidor y Justicia Mayor de Toledo. Comendador en la Orden de Santiago. Capitán de la Guardia Española del Rey y de sus Consejos de Estado y Guerra. Casado con su prima Ana María de Velasco y Velasco en el año 1609, hija de Rodrigo de Velasco y Rada, Tesorero del Nuevo Reino de Galicia entre otros cargos. Pedro falleció en 1636. Tuvieron los siguientes hijos: Alonso, Juan Antonio, José, Jerónimo, Teresa y Clara Jacinta.
  • Alonso Fernández de Velasco y Velasco. III Conde de La Revilla. Alcalde y Justicia Mayor de la Villa de Madrid. Comendador en la Orden de Santiago y en la Orden de Alcántara. Mayordomo Mayor del Infante Cardenal Fernando de Austria, Gentilhombre de Cámara del Rey Felipe IV. Capitán principal de la compañía de hombres y armas de las Guardas viejas de Castilla. Casó, sucesivamente, con Nicolasa de Mendoza y Manrique de Cárdenas, en 1632, fallecida en el año 1649 y con María Enríquez Sarmiento, viuda del Condestable de Castilla, Bernardino Fernández de Velasco. Falleció en 1672. Hijos: Antonio y Alonso Manuel.
  • Antonio Fernández de Velasco Mendoza: IV Conde de La Revilla. Duque de Nájera y de Maqueda. Marqués de Cañete, de Elche, de Belmonte. Conde de Treviño y de Valencia de Don Juan. Casó dos veces la primera con Isabel de Carvajal, Marquesa viuda de Jódar y la segunda, en 1668, con Micaela de Tejada y Borja, de quien sigue la línea. Falleció en 1676. Hijos: Francisco Miguel que fallecido soltero en 1678; Manuel Fernández de Velasco, otro solterón; Teresa, sin hijos; y Nicolasa.
  • Nicolasa Fernández de Velasco Tejada: VI Condesa de La Revilla y demás. Casada con Beltrán de Guevara, hijo de los Condes de Oñate, Grandes de España. Falleció en 1709.
  • Ana Manrique de Guevara y Velasco: Hija de la anterior y VII Condesa de La Revilla, etc. Se casó tres veces: en 1713 con Pedro de Zúñiga, Marqués de Aguilafuente; en 1721 con José Osorio de Moscoso; y en 1726 con Gaspar de Portocarrero, Conde de Palma del Río, Marqués de Almenara, y de Montes Claros, Grande de España. Con este último tuvo a Joaquín de Portocarrero.
  • Joaquín de Portocarrero y Manrique de Guevara: VIII Conde de La Revilla. Falleció niño en 1731. Con esto se agotaba la línea que hemos estado siguiendo y debemos retroceder para buscar al nuevo ganador de los títulos.
Iglesia de San Salvador en Barrio de Diaz Ruiz 
(Foto de Pedro Lozano Huerta) 
 
Pero no fue sencillo. Con la muerte de Joaquín los parientes interesados pleitearon por el dominio de los estados de la Casa de La Revilla. Al final, fueron repartidos: los estados de Nájera fueron a la Casa del Duque de Arcos y de Maqueda, por los apellidos Ponce de León y Cárdenas. Los de Cañete fueron a la Casa de Los Marqueses de Fuente el Sol, por el apellido Bracamonte. El estado de Palma del Río, a la Casa del Duque de Híjar por el apellido Portocarrero, hoy en la Casa de Alba, y los Estados de La Revilla, continuaron por el apellido Velasco en la misma Casa, uniéndose al marquesado de Serdañola. El conde de Murillo, pleiteó por ciertos estados del Condado de La Revilla en Valmaseda, provenientes del mayorazgo de María Estibaliz de Butrón. El pleito duró cuarenta y cuatro años y terminó con un reparto de los bienes. A pesar de ello, Valmaseda continuó siendo un gran feudo de la Casa de La Revilla.

 
La rama que seguirá será la de Juan Antonio Fernández de Velasco, el segundo hijo del II Conde de La Revilla y, por ello, hermano del III Conde. Exactamente en Juan Antonio -casado con María Reguer y Margarit-, padre de María Fernández de Velasco y Reguer:
 
  • María Fernández de Velasco y Reguer: IX Condesa de La Revilla. Se casó en 1686 con José de Marimón y Corbera, II Marqués de Serdañola. Falleció en 1732. Fue madre de Juan Antonio.
  • Juan Antonio de Marimón Fernández de Velasco: X Conde de La Revilla. III Marqués de Serdañola. Superintendente de la Real Fábrica de Galeras de Barcelona. Protector Presidente del Real Cuerpo de la Nobleza de Cataluña. Casó en 1733 con Josefa Boil de Arenós Figuerola, Marquesa de Boil, Baronesa de Náquera y de Borriol, G. de E. Falleció en 1756. Tuvieron a José Antonio, Félix, María, Raimunda, Antonia, Juan, Felipe, Cayetano, Miguel y Pedro.
  • José Antonio de Marimón Boil de Arenos: XI Conde de La Revilla, IV Marqués de Serdañola y demás. Se casó en 1771, con Josefa Rabasa de Perellós y Lanuza. Falleció en 1793. Hijos: José que falleció sin descendencia, Juan María, María Josefa, Cayetano y Francisco de Paula.
  • Juan María de Marimón Rabasa de Perellos: XIII Conde de La Revilla. Casó en 1818 con María Dolores Queri y Peñafiel. Falleció en 1838. Tuvieron dos hijas: Dolores y Carmen. Juan María introdujo en las armas familiares el manto de armiño concedido por la Reina María Cristina, ratificado a su viuda en 1860 y a todos sus descendientes.
  • Dolores de Marimón y Queri: XIV Condesa de La Revilla. Grande de España. Casó en 1841 con José Francisco de Arróspide y Chascó, coronel de Caballería del Regimiento de Borbón, nieto del Síndico General del Señorío de Vizcaya y alcalde por el Estado Noble en Guernica, Ventura de Arróspide y Zamacona. Falleció en 1865. Dejaron en este mundo a José María Francisco de Paula y Francisco de Paula José María -son dos- al cual su hermano le cederá algunos títulos nobiliarios.
  • José María de Arrospide Marimón: XV Conde de La Revilla. Gentilhombre de Cámara de Isabel II y de Alfonso XII. Gran Cruz de Carlos III. Caballero de la Orden de Santiago. Maestrante de Zaragoza. Doctor en Derecho. Diputado a Cortes. Casó en 1867 con Isabel Álvarez de Villamañán y Montes, Duquesa de Castro-Enríquez, Marquesa de Valderas, Grande de España. Falleció en 1893.
  • El título lo recoge su hijo José María de Arróspide y Álvarez de Villamañán, Caballero de la orden de Santiago, Maestrante de Zaragoza. Gentilhombre de Cámara con ejercicio y servidumbre de Alfonso XIII. Senador por derecho propio. Casado en 1900, con su prima Dolores de Arróspide y Ruiz del Burgo, hija de los Marqueses de Boil, Condes de Albatera. Falleció en 1936. Tuvieron a José María de Arróspide (fallecido niño), Francisco de Paula, Luis Gonzaga, Dolores, Carmen, María y Pilar.
  • Francisco de Paula de Arróspide Álvarez de Villamañán: XVI Conde de La Revilla. Casado en 1919 con María de los Desamparados Zubiaurre e Iturzaeta. Falleció en 1938. Fueron padres de: María de los Desamparados, María de la Piedad, María Josefa, Francisco de Paula, Carmen y Alfonso Juan.
  • Francisco de Paula de Arróspide Zubiaurre: XVII Conde de La Revilla. XIV Barón de Náquera. Maestrante de Zaragoza. Caballero del Real Cuerpo de la Nobleza Valenciana. Caballero de la Real Cofradía de Nuestra Señora del Portillo. Casado en 1953 con Carmen Ruiz de Arana y Montalvo, hija de los Marqueses de Castromonte y de Brenes, Grandes de España. Falleció en 2002. Hijos: María, Francisco de Paula, Almudena, Carmen, Javier María e Iñigo.
  • Francisco de Paula de Arróspide y Ruiz de Arana: XVIII Conde de La Revilla. Casado en 1988 con Isabel Baselga y Cantal. Hijos: Carmen y Francisco de Paula.
 
Cómo hemos ido viendo la Casa de La Revilla se extendió por Castilla la Vieja, desde el límite Cantábrico, en Rozas y Balmaseda, hasta el centro de la comarca burgalesa en Briviesca y Barrio de Diaz Ruiz. Con el paso de las distintas generaciones fundaron y poblaron casas en Las Merindades castellanas, como Ungo, Ciella, Nava, Villasana, Espinosa de los Monteros, Santelices, Berberana, San Llórente, Trespaderne, etc. También entroncaron con otras Casas Nobles. Una ilustre familia que, a través de sus múltiples alianzas, se fue alejando de Rozas y de Las Merindades. Así, actualmente, de su palacio sólo tenemos hiedra, maleza y piedras aisladas. Ya ni la iglesia se salva.
 
¿Cómo era el palacio de La Revilla? Lo desconocemos, pero en uno de los expedientes de Ordenes Militares de la familia Velasco, se declaraba: “Que era un palacio muy honorífico, con la Iglesia parroquial incorporada, en medio de la cual están sus enterramientos, que nadie que no sea de esta Casa puede enterrarse en su capilla mayor”. Toda la Casa era almenada, con una torre muy fuerte “por de fuera”. La Iglesia linda con la Casa solariega, “de forma que los cuartos de ella tienen dos tribunas a la dicha Parroquia”. En las puertas principales y dentro de la casa había diferentes escudos de armas, los mismos que los de la capilla mayor. Del palacio nos queda parte de los muros de la torre, y restos de lo que fue el patio de armas. La Iglesia, de la que fueron y siguen siendo patronos los Condes de La Revilla, conserva en mal estado enterramientos de algunos de los primeros miembros del del linaje. En el siglo XVII, cuenta Argaiz que, el monasterio de Oña tuvo un pleito con los condes de La Revilla, que poseían un palacio adyacente a la ya simple iglesia parroquial, servida por un monje dependiente de Oña.

 
Puede que la tenencia de la iglesia del monasterio por parte de la Casa de La Revilla no fuese muy ajustada a derecho. Lo decimos porque en 1816 el monasterio de Oña solicitó a un abogado que sopesase la propiedad de la iglesia de San Juan de Porres.
 
Si se acercan a visitarlos no encontrarán mucho. Parece que el alejamiento de la Casa de La Revilla de Las Merindades acentuó la despreocupación por estas posesiones y su cuidado. Aun así, este caserón estuvo habitado de forma continuada desde 1481 a 1529. La iglesia aún conserva los muros de piedra en su totalidad, pero la cubierta está prácticamente derruida. Producto de unos cuarenta años de abandono. Antes se cuidaba porque era empleada como iglesia parroquial a pesar de estar bajo el patronazgo de los Condes de La Revilla.
 
El caserón y la iglesia adyacente estaban dentro de un bosque de robles, castaños, membrillares, ciruelos, guindos, cerezos, manzanos y perales. Un documento de mediados del siglo XVI, cifraba en el bosque 636 robles. Esta madera era utilizada para las mejoras de la Iglesia y del Palacio.

 
La iglesia está dedicada a San Juan Bautista. Es renacentista, de una nave con escudos de los Velasco y alianzas en presbiterio. Su ábside es poligonal. La portada tiene arco de medio punto sobre impostas decoradas y friso bajo la torre cuadrada, con pilastrones hasta el alero moldurados, toda ella cubierta ahora por la hiedra, también los huecos que contaban con dos campanas. Está en ruinas. Eso sí, llama la atención su grandiosidad comparada con el humilde entorno rural donde está. Quizá porque esta iglesia no era la iglesia del pueblo, sino la Iglesia de la Casa de La Revilla. Por ello, tanto la iglesia como el palacio estaban delimitados, y protegidos, por un cercado de sillería de piedra.
 
La Iglesia estaba construida en sillería. El templo está formado por dos cuerpos rectangulares: la alta torre del campanario y la nave principal de la Iglesia. Se entraba a través de un arco románico cuya puerta todavía se conserva. Es de madera con herrajes de hierro forjado y, al parecer, pintada de verde.

Armas de Velasco, Butrón y Guzmán.
 
Una vez dentro de la nave vemos que la pila de agua bendita se conserva porque fue tallada en el muro de la Iglesia. En cambio, la pila bautismal, de piedra, ha sido derribada y rota en varios fragmentos. Toda esta zona está cubierta mediante una bóveda de sillería, sobre la cual se encuentra el inaccesible coro de madera. Aquí se ve cómo las paredes de la iglesia estaban pintadas en blanco y decoradas con motivos azules. Contaba con luz natural gracias a un gran óculo situado sobre la puerta principal. Desde la nave se accedía a cuatro capillas laterales decoradas con arcos de medio punto. La capilla mayor se encuentra en el ábside del templo, siendo de planta semicircular y acabada en un arco románico. Los escudos de armas de los señores de La Revilla se ubican en el altar mayor. Son los escudos de la Casa de Velasco, Casa de Butrón y Casa de Guzmán.

 
En 1587, residía en el palacio de La Revilla Casilda de Velasco junto a sus hijos. Era la esposa del I Conde de La Revilla. Cuando se desplazó a Ungo durante unos días, dejando el Palacio bajo la custodia de los sirvientes, se produjo el robo de muebles, tapices, alhajas, etc. Pedro de Velasco y Hurtado de Mendoza, VIII Señor de La Revilla, en el año 1595 cedió el Señorío a su hijo Alonso (I Conde de La Revilla) y, a su vez, reedificó la Iglesia y el caserón. Encargó a Juan de Albiz, escultor de Burgos, una talla de San Juan, otra de San Francisco con sus llagas, y otra de San Jerónimo en actitud de meditación. La nueva iglesia -los restos que tenemos- debería tener 75 pies de largo, por 34 de ancho. El retablo para la Capilla Mayor, lo harían en 1591, entre otros, Juan de Zea, escultor, y Bartolomé de Lesmes, platero, así como dos retablos más pequeños. A partir de ese año se encarga de las obras Alonso, el hijo de Pedro. El retablo mayor debería tener 21 pies de alto, por 13 de ancho. Las vidrieras las hizo Diego Rosales, y llevaban un hábito de Santiago y una corona de Conde. La rehabilitación y mejora de la Iglesia y del Palacio, fueron encargadas a Sebastián de Alvear, cantero y escultor arquitecto de San Pantaleón de Aras y fueron tasadas en cinco mil ducados. Una cantidad importante porque las rentas anuales del Estado de La Revilla ascendían por aquel entonces a unos doce mil ducados.
 
La Iglesia tenía Sacristía y, por el inventario de bienes hecho a finales del siglo XVII, sabemos que entre sus riquezas había dos custodias y dos cálices de plata sobredorada y atriles, misales, infinidad de candelabros, casullas y dalmáticas de seda y oro. Pedro de Velasco y Hurtado de Mendoza, el reconstructor, parece que tuvo en la iglesia de Rozas una estatua arrodillada y en actitud orante, sobre una almohada. Era de mármol, el tiempo la mutiló la punta de la nariz y las dos manos por la segunda falange de los dedos. Sobre otra pieza de mármol estaba colocado el casco y a sus lados los guantes. Debajo de la estatua se notaba un perro de la misma materia.

 
El Palacio de La Revilla era almenado y contaba con una fuerte Torre. ¡Vale! Hoy es difícil verlo porque quedan en pie escasos restos de los muros de sillería. El Palacio tenía una sala principal con quince lienzos de Reyes, la sala de la chimenea estaba encima de la escalera principal, con trece lienzos de señores de la Casa. La sala de columnas tenía siete lienzos de escenas romanas, y había dos salas más cada una con una tribuna a la Iglesia. En ellos había seis lienzos que fueron enviados a Madrid, al Palacio del VI Conde de La Revilla, Duque de Nájera, en 1687. También tenía el caserón: Comedor, Zaguán, caballerizas, sala de armas con diecinueve mosquetes, cocina, y al menos cuatro habitaciones principales. También hubo nueve reposteros con las Armas de los Velasco, y dos inmensos cañones de bronce en el patio de armas, junto a la entrada principal, cuya puerta en piedra de sillería medía trece pies de altura, por ocho de anchura. En cuanto al mobiliario, cada sala tenía dos bufetes o sofás, y seis sillas de madera de roble. Vanos bargueños y tapices etc.
 
El Patio de Armas se encontraba en frente del Palacio, era cuadrado y de 130 pies de lado menor, con capacidad para unos mil hombres. En este punto, el muro de sillería tenía dos torres redondas en las esquinas; torres que todavía se distinguen a la perfección. Fue encargada a Francisco Montesinos. Las rejas a Domingo de Palacios y Pedro Saravia, si bien las terminaría Juan Sainz de Zarauz, herrero de Bilbao.

 
El cercado de piedra de sillería, de unos 850 metros, lo hizo Francisco Alonso de Cajigal, cantero del valle de Ruesga y la campana de la Iglesia Mateo Ahumada y Castañeda. Las puertas y ventanas de madera las hicieron Juan del Campo y Pedro González. La fuente del Palacio y el sistema de canalización para el riego de los Frutales, las hizo Juan del Carre, fontanero de Santander.
 
Mucho trabajo para un edificio en el que los señores, condes, ya no residían allí. Quizá por ello en 1679 una nevada en el Valle de Valdeporres destrozó una pared del Palacio y parte del muro de la Iglesia. Aunque el administrador lo arreglaría inmediatamente.
 
Para 1893, el palacio de La Revilla se encuentra en estado de ruina y para 1972, la iglesia de La Revilla queda en desuso.
  
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“La casa de la Revilla. Siete siglos al servicio de la monarquía española”. Francisco de Arróspide y Ruiz de Arana.
Web “Arquitectura sin memoria”.
“Las siete Merindades de Castilla Vieja. Castilla Vieja, Sotoscueva, Valdeporres y Montija”. María del Carmen Arribas Magro.
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V. Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
Tierras de Burgos.
Fototeca Digital de España.
Memoriasde Burgos.
 
 
 

domingo, 5 de enero de 2025

San Julián de Mena.

  
Hoy toca una de esas cosas tan queridas en Las Merindades: arqueología e historia de lo que ya no tenemos. Este es el caso del monasterio de San Julián de Mena cuya mención más antigua es del 18 de agosto de 1174, durante el reinado de Alfonso VIII, y que desapareció al sufrir graves daños en la última guerra civil al estallar los explosivos que almacenaban en ella porque, cuentan, había una unidad artillera republicana allí acuartelada. Por eso, si quieren verlo rebajen sus expectativas. Sus restos son irreconocibles, apenas un paño al borde del camino hacia el norte.

Fotografía cortesía de "Tierras de Burgos". 
 
Son unas piedras asociadas al nombre de un mártir, máximo exponente de la fe en Cristo. No es un templo que señale el lugar de martirio del homenajeado (únicos templos inicialmente con nombre) sino de una etapa posterior al siglo VI donde se produce un incremento del culto a los santos (y con ello de las iglesias con nombre). Julián fue martirizado el año 304 D.C. y nació en Antioquía. Junto a su novia hicieron voto de castidad y se fueron, cada uno, a un desierto diferente a orar. Luego, cada cual, fundó un monasterio. Su vida fue ayuno, abstinencia y oración. Hasta el pogromo anticristiano que estalló en Antioquía cuando el gobernador Marciano ordenó apresar a Julián y a todos sus monjes. Fue torturado, pero obró un milagro “médico” en su verdugo. Le cortaron la cabeza y Celso, hijo del gobernador Marciano, al ver la valentía de Julián ante la muerte, se declara él también cristiano. Esta conversión fue considerada como un milagro obtenido por el martirio de Julián.
 
Al derrumbarse el mundo clásico, de la antigüedad, la institución monástica por su adaptabilidad a los cambios estructurales que se estaban produciendo o por la posibilidad de crear monasterios familiares por quien dispusiera de la voluntad y los bienes requeridos, será un pilar en la sociedad de la Alta Edad Media.

Restos de la Iglesia de San Julián en 1946
 
En Las Merindades, a finales del siglo VI o comienzos del VII, tenemos una Iglesia Secular y abundantes eremitorios rupestres muchos de los cuales forman laudas monacales. La invasión musulmana no alteró esta situación tanto por su precario dominio en el norte realizado mediante pequeñas guarniciones beréberes en lugares estratégicos como por su brevedad en el tiempo.
 
La advocación de San Julián, para Ángel Fábrega, es de origen visigodo (siglo VII) añadiendo que San Leandro de Sevilla, en sus viajes en el siglo VI, incorpora al santoral a Julián y Basilisa. García Rodríguez considera que el culto a San Julián se habría extendido al norte de la Península en el siglo VIII y Lecanda también lo considera del siglo VIII. Lo que sabemos claro es que Alfonso VIII entregó, a la catedral de Burgos, el monasterio de San Julián de Mena. Este documento figura en la Colección Salazar y Castro de la Real Academia de la Historia.

Restos de la iglesia entre 1973-1986
 
Y decimos que sabemos claro la donación porque el anónimo autor de “Noticia del Noble y Real Valle de Mena, provincia de Cantabria” ya dejó escrito “En el sitio donde hoy se extiende el pueblo de Sopeñano existió en la Edad Media otro más importante, el más importante seguramente entre todos los del valle de Mena. Todavía se descubren restos de la villa de San Julián (así se llamaba el destruido pueblo) en las que son heredades de pan sembrar de la parte arriba de Sopeñano. Era la villa de San Julián del Obispo y del Cabildo de la Iglesia de Burgos, á los que por todos sus derechos pagaban los moradores 1.600 maravedises. D. Alonso VIII otorgó un privilegio en favor de los moradores de San Julián de Mena eximiéndoles de pagar fonsadera; y San Fernando confirmó el privilegio de exención en el año 1219 (Burgos, 20 de Febrero). D. Diego López de Haro, Señor de Vizcaya, tenía en préstamo del Obispo y Cabildo de Burgos, en atención á su calidad de canónigo de la iglesia de Santa María {en la cual tenía asiento preeminente en el coro), la villa de San Julián de Mena; y para recibirla en su poder otorgó una escritura declarando que “dicha villa era del Obispo y del Cabildo, y que volviese á ellos (año 1252)” (P. M. Enrique Flórez. Esp. Sag., Trat. de Burgos)”. El dato de Flórez es recogido por Julián de San Pelayo que ubica equivocadamente San Julián en Sopeñano. Error originado por localizarse allí otra iglesia advocada a este santo.

Zona de San Julián en 2023
 
El 7 de enero de 1182 el papa Lucio III confirma a la iglesia de Burgos la posesión de los bienes de San Julián: el monasterio con todas sus pertenencias. El papa Inocencio III amonestó a Alfonso VIII, en mayo de 1205, por agobiar a la Iglesia con contribuciones y exacciones, en contra de acuerdos anteriores; por favorecer a judíos y moros, obligando a que sus esclavos convertidos fueran rescatados con sumas desproporcionadas; por impedir que le fueran exigidos diezmos; por haber forzado al obispo de Burgos a ceder la iglesia más prospera a una abadesa cisterciense (Las Huelgas); y por haberse incautado del monasterio de San Julián de Mena. Por cierto, monasterio al que otorgó el fuero de Logroño.
 
Al fallecer el rey Alfonso VIII, sus testamentarios (el arzobispo de Toledo, el obispo de Palencia, G. Rodrigo, mayordomo del rey, y la condesa Mencía) mandaron restituir, el 8 de noviembre de 1214, al obispo de Burgos los monasterios de San Juan de Ordejón y de San Juan de Mena, ocupados por el monarca, siguiendo las indicaciones de su testamento.

 
San Julián de Mena fue la sede del arciprestazgo de Mena. Los arciprestazgos se establecían, siempre que podían, en lugares de señorío del obispado. El rey Fernando III, en 1219 confirmó a la catedral de Burgos la donación que había realizado su abuelo Alfonso VIII en 1174. Sabemos que Diego López de Haro, señor de Vizcaya y canónigo de Santa María de Burgos, declaraba en 1252 que la “villa de San Illán de Mena”, que tenía en préstamo, era del Obispo y del Cabildo, y establecía que volviese a ellos, libre, después de sus días (de su muerte). En 1350 San Julián de Mena se declaraba lugar de señorío del obispo de Burgos. Pagaban al rey moneda, servicios y martiniega. No pagaban fonsadera porque estaban privilegiados. Pagaban de martiniega 63 maravedís y medio. Pagaban al obispo de Burgos por el señorío 1.700 maravedís. Además, entregaban al prestamero del rey un cuartero de pan mediado (mitad trigo y mitad cebada).
 
Juan Sánchez de Velasco se apropió del lugar contra las leyes establecidas el monasterio de San Julián y lo devolvió al obispo de Burgos el 25 de octubre para unos, noviembre para otros, de 1394. La catalogación del Archivo documental de la Catedral lo denomina eufemísticamente “deja el arriendo”, y Salazar y Castro utiliza un “se desapropia”. En 1443 el monasterio de San Julián tenía propiedades en Retes (Álava) que fueron arrendadas por el obispo a cambio de un florín de oro del cuño de Aragón y cuatro capones de Balmaseda.
 
El apeo de 1515 cita un solar denominado de Santa Cruz que pertenecía al monasterio de San Julián. San Julián de Mena era un coto redondo (conjunto de fincas rurales unidas o próximas que pertenecen a un mismo dueño) y sede del arciprestazgo de Mena dentro del cual se localizaba el monasterio de San Julián, una torre, el palacio y las viviendas de los sirvientes del monasterio. En 1515 parte del palacio y las viviendas ya estaban caídas. La iglesia recibía el nombre de iglesuela por su pequeño tamaño. El palacio estaba situado junto a la iglesia, tenía muchas paredes de cal y canto con saeteras. La torre era cuadrada, construida con cal y canto; junto a la torre había otras dependencias, que entonces ya estaban caídas. La torre era rectangular, media casi 10 m en el lado corto y más de 16`5 m en el lado largo. Indicaba el apeador que la torre contenía grandes antiguallas (en 1515) de gran valor. La torre estaba situada en una esquina de un conjunto de edificios que formaban un conjunto cerrado por una puerta en arco de unos cuatro metros de anchura. Junto a la casa había un edificio de caballerizas con un piso superior para dependencias, caídas la mayor parte de las paredes. Había un quintanal con siete arcos de cal y canto. Tenía una serna alrededor de los edificios y junto al camino que iba al huerto; contaba con un huerto de manzanas. El coto redondo contenía también varias sernas (Valdestaño, Valtezillo, Val de las yeguas, Manzanal, Redonda, Valcueba), viña y parral. El patio estaba cercado y con almenas viejas. La iglesia contaba con dos campanas.

 
El coto redondo comenzaba en Val de Estaño, desde allí el apeo continuaba al campo de Ontanillas, y por la linde al Pontoncillo de San Julián, después al camino de Carrasquedo y de allí a Valdequintana. Incluía la mayor parte del término de Santa Cruz de Mena, toda la parte a la izquierda de la carretera de acceso a Santa Cruz hasta el término de Llano y todo el Oeste de Llano, donde se localizan dos topónimos (Valcueva, Ontanilla) que indica el apeo de 1515.
 
El monasterio de San Julián tenía, además, propiedades en:
 
  • Heredades en Retes (Alava)
  • La iglesia de San Miguel de Opéllora con su cementerio. Más todos los diezmos granados y menudos del concejo que se diezman en esa iglesia, y los de las casas de Nocigra y Echávarri, Mendico y las defunteras.
  • Doce fanegas de trigo que entregaba la iglesia de Sojo (Álava).
  • El monasterio de San Martín de Dávala y todas sus propiedades, que se pueden consultar en el epígrafe Dávala.
  • El monasterio de San Pedro del Valle de Tudela y sus propiedades.
  • En Montiano le pertenecían todos los diezmos que correspondían a los vecinos del pueblo que labraban en la Llana. Además de un solar en su término.
  • Seis solares en Ventades.
  • Un solar en Nava.
  • Siete solares en La Presilla y Maltrana.
  • La ermita de San Andrés de El Berrón (Santecilla) que rentaba sin el monte cuatro fanegas de pan anuales; además del monte que había alrededor de la ermita.
 
La iglesia de San Julián era en 1515 la parroquial de los lugares de Santa Cruz, Mena Mayor y Carrasquedo. Y recogía todos los diezmos.

 
En el siglo XVII se construyó una nueva iglesia y en 1761 el párroco trasladó los elementos a la nueva iglesia llamada San Julián de Santa Cruz situada en alto, algo separada de la población, sucesora de la iglesuela del mismo nombre. En la nueva construcción se utilizaron elementos románicos de la primitiva: capiteles, canecillos y un tímpano de la antigua iglesia que se colocó en la puerta de entrada a la torre de la iglesia. Las ruinas que hoy se ven corresponden a la iglesia realizada en el siglo XVII. La iglesuela anterior era el monasterio original que quedó convertida en cementerio, como suele ser habitual con el terreno consagrado que deja de utilizarse como centro de culto en Las Merindades. Cementerio que aún se utilizaba como tal, a comienzos del siglo XX, como consta por la cartografía del IGN.
 
El término, de más de nueve hectáreas, que correspondía al monasterio de San Julián de Mena se desamortizó en 1870, el lugar era conocido como Pilas; su propiedad era ya entonces del obispado de Santander al que se había sido traspasado al crearse el mismo, desgajándose del de Burgos. El monasterio altomedieval y su iglesia estuvieron situados en el borde del espigón que se localiza al Oeste de las ruinas de la iglesia del siglo XVII. En esa zona se excavaron tumbas de lajas, restos óseos y restos de teja que nos indican la posición de la iglesia y del cementerio adosado a ella. Los dos espacios, el Pleno medieval y el Moderno, cuentan con la protección de yacimiento arqueológico.
 
El pueblo de Santa Cruz tenía, al menos desde 1707, una ermita dedicada a Santa Teresa, que pasó a ser parroquia tras la destrucción de la iglesia de San Julián, a partir de los años cuarenta del siglo XX. El término cuenta también con el despoblado de Villaverde, Novales y el barrio de Ro o Casa Ro. Además, consideramos que el monasterio de Santa Cruz dio nombre al lugar y a un solar, y el lugar de Huerto probablemente.

 
Si han estado leyendo esta entrada habrán visto fotos en blanco y negro que mostraban la iglesia que no sobrevivió la guerra de 1936-1939. Tenemos la suerte de conservar esas imágenes que acompañaron un artículo de 1933 escrito por Luciano Huidobro en el Boletín de la Institución Fernán González. Vemos un templo de estilo barroco con restos románicos reutilizados, tímpano aparte, y desubicados en la torre. El tímpano fue colocado en la puerta que daba acceso al campanario. En él se representa la lucha de un caballero con una bestia.
 
Cuenta el blog “Tierras de Burgos” que “las ruinas de la iglesia quedaron desparramadas por el lugar e inicialmente ignoradas. Poco a poco las piedras acabarían siendo recolectadas por los lugareños y con el tiempo cayeron en la cuenta del valor de las piedras talladas. Vecinos y cura van vendiendo los capiteles a tratantes sin demasiados escrúpulos, hasta que ya sólo queda el tímpano, usado como asiento a la vera del camino”. Una desgarradora forma de describirnos la realidad tan común en nuestra comarca. Seguimos: “Alcanzamos el año 1975 cuando comienza el desenlace que esta historia. Un santanderino convence al cura para la venta del tímpano (cántabro es también el cura; no olvidemos que el valle de Mena pertenece a la diócesis de Santander) y se lo lleva para la ciudad costera. Poco más de sesenta mil pesetas tienen la culpa (que por supuesto no acaban en las arcas de la parroquia)”.

 
El tímpano románico se encuentra hoy en la Colección Fontaneda en el castillo de Ampudia (Palencia) creada por Eugenio Fontaneda, empresario aficionado a la recolección de piezas de valor histórico y artístico. Del resto de piezas románicas, nada se sabe.
 
 
 
 
Bibliografía.
 
“El Valle de Manzanedo. El Valle de Mena”. (Colección historia de Las Merindades). María del Carmen Arribas Magro.
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las Merindades de Burgos: un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la
Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Advocaciones religiosas y culto a los Santos en el núcleo primigenio del Condado de Castilla. Siglos IX-XI y su perduración hasta nuestros días”. José Ángel Lecanda.
“Noticias del noble y leal Valle de Mena (provincia de Cantabria)”. Anónimo.
“La casa de la vega. Comentarios a las behetrias montañesas y el pleito de los valles”. Mateo Escagedo Salmón.
Blog “Tierras de Burgos”.
“Burgos. Todo románico”. Fundación Santa María La Real.
Instituto Geográfico Nacional de España.