Pues,
sí. El truco está en que cuando decimos “Pelayo” muchos pensamos en el primer
rey de Asturias, pero el Pelayo coprotagonista de esta entrada es otro. El
nuestro, también conocido como Paio o Pelagio, nació en Albeos en 911 y murió
en Córdoba el 26 de junio de 925. Día en que se celebra su fiesta en el
santoral católico.
"Martirio de San Pelayo" (Juan Soreda)
Este
muchacho fue educado en Tuy por su tío Hermoigio, obispo de esa población. En
920 acompañaba a Hermoigio y a la corte del rey de León en apoyo del reino de
Pamplona, que estaba siendo atacado por el califa Abderramán III. Derrotados en
la batalla de Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados. Después de tres
años de cautiverio el obispo fue liberado, pero Pelayo permaneció cuatro años
como rehén en Córdoba porque su tío no pagó su rescate y, Paio, dedicó ese
tiempo al proselitismo (actividad muy peligrosa cuando gobierna el islam) lo
que provocó -según su hagiografía- que fuera tentado por Abderramán III para
hacerse mahometano. Lo rechazó: "Si, oh rey, soy cristiano. Lo he sido
y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses
que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo,
aunque no lo quieras".
Cuenta
el santoral que Abd al-Rahmán III quería sodomizarlo (No sé yo…), a lo que Paio
se negó, por lo que fue torturado y martirizado. Después despedazado mediante
tenazas de hierro y tirado al Guadalquivir. Sus restos pudieron ser recogidos por
los cristianos de Córdoba y enterrados en el cementerio de San Ginés y -supongo
que aprovechando que ya estaba desmembrado- su cabeza en el de San Cipriano. Siendo
considerado mártir, enseguida pasó a recibir culto. A partir del siglo XI, en
que los reinos cristianos intervenían en la política interior de los reinos de
taifas, muchos restos de santos cristianos fueron trasladados al norte como
reliquias. Esto fue lo que ocurrió con los de San Pelayo: primero a León y
luego al monasterio benedictino de Oviedo que lleva su nombre.
Y,
además, su nombre lo lleva la iglesia parroquial de Puentedey. Un templo, que,
como muchos, disfruta de un alegre eclecticismo estilístico con estructura gótica,
restos románicos y otros añadidos posteriores. Tiene una privilegiada ubicación
en lo alto del pueblo, junto a la llamada Comunal. Incluso tenemos un precioso
reloj de sol con forma de lira invertida que se apoya en la cornisa de la
esquina sureste del tejado del pórtico. Es un modelo de reloj poco habitual, se
conoce otro igual en una casa de Meano (Navarra). Las horas van inscritas en
números romanos, de VI de la mañana a VI de la tarde, en una banda rebajada que
recorre todo el borde de la placa de piedra. La varilla es de un apoyo y
terminada en punta de flecha.
El
templo data de principios el siglo XII y es la edificación más antigua de
Puentedey. Dentro nos encontramos con una iglesia sencilla. Consta de planta
basilical de una nave con la Capilla de la Virgen y la bautismal divididas en
el interior por un pilar y un pórtico con campanario.
Del
periodo románico disponemos el alzado y la cubierta. Hay en pie tres tramos con
cubierta de bóveda de cañón apuntado separados por los correspondientes arcos
fajones apeados sobre pilastras. Los muros se levantaron de piedra caliza
mientras que la cubierta se hizo con toba. En la base de la bóveda vemos una
imposta decorada con ajedrezado, rombos y un tallo ondulante cobijando hojas.
Quizá de origen románico. Tenemos la capilla de la Virgen con bóveda de
crucería de finales del Siglo XIV o principios del siglo XV.
La
imagen de la Virgen con el niño de su capilla sigue el modelo bizantino de la
Kiriotissa, es decir, sentada en el trono, rígida, coronada y el niño sentado
sobre sus rodillas dándola la espalda. Mantiene parte de su policromía
original.
En
el altar vemos un retablo renacentista del Siglo XVI con unas interesantes
tablas. El sagrario sería posterior (de mediados del siglo XVII). Destacan en
él, unas tallas en relieve un tanto toscas. El ábside es rectangular con pilastrones en esquinas.
Un
cuadro del Beato Adrián Saiz preside la capilla bautismal sobre la pila del
siglo XII en la zona reservada para los niños en los momentos de culto. La pila
es de copa, lisa, con simple moldura en borde y pie cilíndrico.
Como
en la antigüedad no tiraban las cosas, y menos las que procedían de los
templos, sabemos que a la vieja fábrica corresponde el muro sur, en el que se
conserva una ventana con la misma forma tanto en el interior como en el
exterior. Es un arco de medio punto que apoya sobre dos columnillas con sus
capiteles, los de fuera tapados por una viga del pórtico y los de dentro
decorados con aves afrontadas y máscaras antropomorfas. Los bordes de los
huecos aparecen recorridos por una moldura sogueada.
La
portada es románica popular, con un tímpano donde se presenta la figura de un luchador
contra una serpiente, bajo pórtico cerrado, con amplio arco de medio punto. Los
rasgos desproporcionados podrían querer destacar los elementos más simbólicos y
expresivos.
Por
último, hay que señalar en el exterior la reutilización de algunas partes de la
cornisa románica decorada con ajedrezado, así como varios canecillos con
figuras humanas y elementos geométricos.
La
torre es cuadrada con aleros moldurados, seis huecos y cuatro campanas. Desde ella
se domina todo el pueblo.
Al
estudiar los enterramientos sólo pudo observarse restos óseos manipulados y
otros documentos religiosos sin valor histórico referentes a tratamientos de la
peste, y capítulos bíblicos. La losa situada frente a la puerta principal
parece transportada de algún sepulcro cercano.
Sus
libros parroquiales dan comienzo en el año 1659.
Bibliografía:
“Amo
a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Puentedey.
Historias de los días de antaño”. Miguel Ángel Alonso Saiz.
“Puentedey.
Iglesia de San Pelayo”. Texto: MIG - Planos: IRA - Fotos: AGG.
“Relojes
de sol de la diócesis de Burgos”. Pedro J. Novella.
“Burgos.
Todo románico”.