Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 21 de abril de 2024

Los turcos al amparo de Baró.

 
 
Permítanme el juego de palabras del título con el nombre de una actriz española llamada Amparo Baró y que falleció en 2015. Para la gente de mediana edad la recordaremos en la serie “Siete Vidas”. Fuera aparte de esto resulta curioso un pueblecito -ahora ya solo es una granja- con un nombre que la gente común catalogaría como “catalán”. Y lo de los turcos… ya lo verán.

Elenco de "7 vidas"
 
Baró ha desaparecido como del Nomenclátor provincial de Burgos, aunque sigue en las estribaciones de la Sierra Salvada, al fondo de un valluco y cercano al curso del arroyo de la Llosa. La encontrarán en un cruce de tierra con la carretera BU-550. Inaccesible. Está adscrito a Teza de Losa. Baró es uno de los cinco pueblos del Ayuntamiento de la Junta de Oteo, con 1.889 habitantes en 1940, que han quedado despoblados desde entonces. Los otros fueron Vescolides, Quincoces de Suso, Gobantes y Cabañes de Oteo.
 
En sus cercanías hay algunos yacimientos arqueológicos pertenecientes a las edades del Bronce (Cueva del Rebollar) y del Hierro (castros de Robredo de Losa y Villota). El origen del asentamiento estaría relacionado con la repoblación del obispo Juan y el abad Paulo del siglo IX. La primera vez que aparece Baró en la documentación es hacia el año 872 en que se cita como referencia geográfica en un par de ocasiones en la fundación del monasterio de San Martín de Losa (después convertido en la iglesia parroquial de Yaña o Llana) y cuando un tal Rodrigo dona al monasterio de San Martín de Losa su iglesia de San Justo y San Pedro.
 
Cortesía de Raúl G. Coto

Será en el año 1189, cuando Alfonso VIII donó al monasterio de Obarenes la villa de Baró con su iglesia y monasterio, el barrio e iglesia de San Miguel cerca de Baró, y la iglesia y el lugar de San Miguel que llaman Sobrepeña (recordemos que en Baró también tenía San Millán propiedades: San Justo y San Pedro). Son varias fundaciones que aún se identifican en la toponimia de Baró. El documento de donación refiere la exención de todo pecho, posta, fonsado y fonsadera, pedido, subsidio y portazgo y de todo tributo y gravamen a perpetuidad. Exenciones a los collazos y vecindario poblado y por poblar, es decir, se transfiere el privilegio de inmunidad, prohibiendo la entrada de oficiales regios. Literalmente, según se dice en el documento, se concede al abad la jurisdicción regia o la de los tenentes del rey en la villa de Baró y en el lugar de San Miguel. El documento recoge, asimismo un auténtico apeo del término de Baró donado, al estilo del documento del fuero otorgado a Medina unos antes. Ignacio Álvarez Borge, catedrático de historia medieval, considera que el documento es una falsificación. Gonzalo Martínez Diez, medievalista y sacerdote jesuita, no establece sospecha alguna sobre el documento dado que en el mismo reinado existen otras cartas de inmunidad similares:
 
“Dono et concedo monasterio Sancte Marie de Ovarenes, et vobis domno Munioni eiusdem instanti abatí, vestrisque subscessoribus, et universis monachis ibiden degentibus et futuris, illam villam que dicitur Baro, que este in patria de Losa, cum ecclesia et monasterio ibiden constitutis et cum vico et ecclesia Sancti Michaelis prope Baro, et cum ecclesia et loco Sancti Michaelis qui dicitur Supra rupem, cum collatiis et vicinis populatis et populandis, et cum terris et defesis, cum nemoribus, montibus, fontibus et pascuis, lomendinis, cum egretiis suis, et quanto ibi habeo et habere debeo, ita quod illi qui ibi sunt populati vel populandi de cetero sint excussati ab omni pecto, posta et ab omni prorsus tributo et regio grabamine in perpetuum...
 
Item concedo vobis abati et monachis necnon eidem monasterio omnem meam iurisditionem, vel ipsorum nostrum tenentibus, in illa villa Baro et loci Sancti Michaelis, itaque quod nullus iudex nec maiorinus aussus sit ibidem potestatem exercendi iustitie et iurisdictionis, nec ab ipsa villa et locis et terminis suis extrahere hominen vel mulierem propter homicidium nec propter reditum aliquo modo per premiam vel per violentiam. Item concedo dicto monasterio et vobis sepe dictis abatí et monachis illam villam de Baro et loca supra dicta cum terminis et selis, pascuis et rivis, et nemoribus et montibus, et fontibus et pratis, et silvis, et molendinis quae incipiunt nominari in Spinis manciopiorum espergens sicut scindit rupis usque ad soutum de fonte Baro, et de fonte Baro sicut currit aqua usque ad ripam quae dicitur Capiella et inde dilantantur termini usque ad fimbrias planorum, et usque ad fontem calidam et de isto fonte calido vadunt per totum panum de valle de Baro usque ad sumum itinerario de valle de Baro, et veniunt ad crucijadas, et inde exeunt ad iter regale usque ad puteum de Dauala, ete inde pergunt ad puteum de Spinis manipiorum. Item do vobis et populatoribus de Baro et locis supradictis concedo ut iure hereditario habeatis omnia supradicta in perpetuum, et cum vestris gregibus et pecoribus et armentia infra supradictos terminos acculoare et pacere et adaquare veleatis (sic) nocte ac die.
 
Etiam concedo vobis ut in omnibus et seliis et terris de Saluata que sunt de Mandagoes usque Cobatam et usque ad Sanctum Victorem sicut scindit rupis usque ad summum de Lobate et sicut scindit rupis ad summum de Manata et per iter regale usque ad infima de Manata positis die ac nocte in perpetuum greges et pecora vestra adaquare in fonte de Cobata, et intrare in campo qui dicitur de Vallobar et cum spelunca sua, et habeatis et posideatis illos solos de Cotornal et de Campo rotundo et cum gregibus et armentiis vestris uti et posidere et eis in perpetuum gaudere”.
 
Este documento recoge tres realidades: por un lado, la existencia de los poblados denominados Baró, barrio de San Miguel -que se correspondería con Villanares- y San Miguel de Sobrepeña. A finales del siglo XII, permanecería habitado Baró, y de ahí la denominación de villa, mientras que los otros lugares serían despoblados, o casi. Pero no eran una única entidad porque el documento describe el término jurisdiccional de la villa de Baró que no incluye ni Villanares-San Miguel, ni San Miguel de Sobrepeña. Tercero, relatan el derecho de pastos de día y de noche, y de hacer seles y tierras en Sierra Salvada en un espacio comprendido por Lobera, Mandagoa y Cobata, topónimos identificables en los mapas actuales. Vemos aquí la reordenación del sector de Las Merindades fronterizo con el valle de Angulo, Orduña y Ayala.

Cortesía de "Tierras de Burgos".
 
A finales de la Edad Media nos consta que el monasterio de Santa María dio paso a la parroquia del mismo nombre cuya titularidad era ejercida por un monje benito con el título de prior. La iglesia del barrio de San Miguel funcionó durante un tiempo como parroquia eludiendo el concejo la obligación de cumplir en la monasterial de Santa María.
 
A mediados del siglo XVIII debía existir algo de aquella fundación monástica, si nos atenemos a lo expresado en el Catastro de Ensenada, en cuyas respuestas generales se menciona a un tal Joseph López "prior en este lugar de Baró". La toponimia del lugar, con nombres de términos tan sugerentes como "El Convento", "Barrera de los Frailes" o "Finca de los Frailes", recuerda la presencia de aquel antiguo monasterio. ¡Y eso que a los lugareños les llamaba “turcos”! Se cantaba un dicho popular sobre ellos: "A la i, a la o, los turcos de Baró ".

 
Baró tenía hospital de leprosos que fue creado en tiempos de Alfonso VII (1127-1157). Entendemos que bajo la advocación a San Lázaro fundado por la orden del mismo nombre. Estos hospitales únicamente se levantaban en las afueras de las ciudades o centros urbanos donde solía surgir un barrio. Pudo ser un intento de reorganizar la zona con este centro urbano de Baró al estar cercan del eje de comunicaciones Mena-Angulo-Ayala y la calzada que atravesaba Losa. En 1259-1260 había en Baró dos conventos ligados a la orden de San Lázaro, dedicados al cuidado de leprosos que pidieron incorporarse al monasterio de Obarenes y adoptar su regla.
 
Hay nuevas referencias a Baró cuando D. Martínez, mancebo de Baró, y P. Sanz, el fraile de Baró, hacen de testigos en la venta de una era de sal en Salinas de Añana al monasterio de Bujedo en 1207.
 
El fuero de Baró fue confirmado, posteriormente, por Fernando IV (1295-1312) y Alfonso XI (1312-1350). El desarrollo de Orduña hizo que los caminos de comunicación con el señorío de Vizcaya y con Guipúzcoa, que se incorporó a la Corona de Castilla en el año 1200, se trasladasen a la zona de Villalba de Losa, situada al Este de esa misma jurisdicción.
 
A los pocos años de la fundación del hospital por Alfonso VII, su nieto Alfonso VIII deshizo el intento de crear un núcleo urbano con la ya comentada donación a Obarenes, como consecuencia del impulso como villa real de Villalba de Losa, que estaba incluida en la misma jurisdicción, y que continuará siendo realenga hasta 1350. Debió tener fuero, pero lo desconocemos. Nos lo confirma el hecho de que Villalba es una de las tres villas de las Merindades que acudía a las Cortes de Burgos en 1313 junto a Medina y Frías. Baró no se recoge en el Libro del Becerro de Behetrías quizá por su total exención fiscal.

Baró 1980-1986

Baró se integró en la Junta de Oteo en 1591 cuando tenía 13 vecinos, 12 de los cuales eran hidalgos, ningún pechero y un clérigo. En 1707 Baró tenía la iglesia dedicada a Santa María que pertenecía al monasterio de Obarenes que también llevaba los diezmos. Además, tenía una ermita de la Magdalena. Para aquellos momentos, en Baró, estaban los despoblados de Cubilla, Villanares, Villazar, San Miguel de Sobrepeña, el monasterio de Santa María, el hospital de San Lázaro y la ermita de la Magdalena. San Miguel, San Justo y San Pedro serían los centros de culto de Villanares, Cubilla y Villazar.
 
En el año de 1753 llegó a Baró Felipe López, juez subdelegado de la Real Junta Contributiva para realizar el catastro que se conoce como el Catastro del Marqués de la Ensenada. Ante él se presentaron Antonio del Barrio y Esteban de Perea vecinos del pueblo y peritos designados por José de Guinea para contestar al interrogatorio. También estuvo José López, prior y vicario cura de Baró. Informaron, lo primero, de que era lugar de realengo integrado en la Merindad de Losa y, dentro de ésta, en la Junta de Oteo. Contaba entonces con una población de doce vecinos, cuya actividad se repartía entre la labranza (trigo, cebada, avena, yeros y legumbres) y la ganadería (vacas, novillos de huelgo, yeguas de recría, potros, caballos para el gobierno, ovejas, carneros, borros, cabras, castrones, chivos y cerdos para el consumo y recría). Entendemos que la tierra era de secano y no se producían hortalizas. También había algunos manzanos y olmos en los márgenes de las tierras. Esta docena de vecinos y sus parientes ocupaban las once casas que entonces había en el pueblo, contándose entre ellas la taberna, que la tenía arrendada Juan Quintana, "con la obligación de tenerla proveída de vino para las urgencias a viandantes que pasasen". Había también un molino harinero de una sola rueda que molía "por lo común un mes al año, en las avenidas o gruesas nieves" y que se arrendaba en media fanega de trigo al año. Había treinta y seis colmenas.

Iglesia de Baró
 
Su iglesia, dedicada a Santa María Magdalena, es pequeña, de una nave y grandes contrafuertes en su hastial de la izquierda, con ábside rectangular y portada de medio punto bajo pórtico cerrado con puerta adintelada alta y espadaña con dos huecos y dos campanillos, rematada en frontón, pináculos y cruz. Ha sido restaurada por los propietarios de la granja. El único libro parroquial que ha llegado data de 1897.
 
El diccionario de Sebastián Miñano, realizado entre el año 1826 y 1829, nos dijo que había cuarenta y seis habitantes y un párroco. Que producían trigo, cebada, legumbres, avena y yeros (planta herbácea para alimentar el ganado). En el diccionario de Madoz, unos treinta años después, nos dicen que:
 
“(…) Situado en un valle cercado de cuestas aisladas, con libre ventilación y clima saludable; tiene 26 casas de 15 a 25 pies de elevación, con solo piso bajo las más, formando un cuerpo de población y calles sin empedrar; igl, parr. titulada de la Magdalena, y servida por un cura exclaustrado, cuya provisión era antes de los monjes benedictinos; cementerio en paraje ventilado, y una fuente y un arroyo que solo corre en el invierno, de cuyas aguas se surten los vecinos para su consumo doméstico y otros usos; confina, N. Añes, E. Villota, S. Teza y O. Quincoces. (…) El terreno es delgado, pedregoso y lastroso; se divide en tres suertes, contándose 60 fanegas de sembradura de la primera, 80 de la segunda y 180 de la tercera, que producirán de 5 a 7 por 1. Como queda dicho, pasa por el pueblo un arroyo de curso periódico, el que sirve para fertilizar algunos trozos de tierra en las épocas que no carece de agua. Los caminos son locales y se hallan en regular estado. Producción: trigo, cebada, yeros, avena y legumbres, pudiendo calcularse la cosecha en un año común en 850 fanegas de la primera especie, 200 de la segunda, 230 de la tercera, 200 de la cuarta, y 560 de la última; la principal cosecha es la de trigo, y sin embargo faltan granos para el consumo; cría ganado lanar y cabrío en número de 446 cabezas, de las que se sacarán sobre 24 a. de lana; vacuno, yeguar y caballar; y caza de liebres, perdices, zorros y lobos. Su comercio consiste en compra de granos, vino, aceite y ropa, y venta de ganados, Población: 8 vec., 30 almas; cap. productiva: 111.610 rs.; IMP.: 10.108”.
 
En 1860 el sacerdote de esta población era Mateo Oribe Torre, de 30 años. Era una iglesia de tipo rural de segunda categoría y cuarenta y dos residentes. Lo mismo seguía en 1872.
 
EL diccionario Riera de 1881 nos dice que había “sobre 84 habitantes” y 21 edificios de poca altura con una iglesia consagrada a Santa Magdalena. Me parece una población demasiado numerosa. Su industria era agrícola, pero nos dice que había “algunos mecánicos” lo que no aclara mucho. Incluso puedo llegar a pensar que fuese una frase vacía. Baró gozaba de buena ventilación y clima saludable. En 1894 nos contaban que continuaba teniendo 21 edificios habitables.

Baró 2020
 
Hacia 1950 llegó la luz eléctrica procedente de la central de Puentelarrá pero los 33 habitantes de Baró siguieron sin tener agua en las casas; sin escuela (los 11 niños que vivían en el pueblo a mediados de siglo iban andando a la de Villota); sin carretera (siempre por caminos carreteros en mal estado, y solo a Quincoces de Yuso y a Villota); o sin medios para salir del pueblo cuando las nevadas. Tenían siete casas destinadas a vivienda y quince a otros usos. Normal que escapasen hacia Quincoces de Yuso, Arceniega o Bilbao. En la década de 1960 ya estaba despoblado.
 
Algunos vecinos de Baró, desde su particular diáspora, recordaban a Santiago Ungo, el último turco que tuvo el pueblo y que, también, se marchó. Señalemos que Vicente Cabañes fue el último enterrado en el cementerio y la última boda fue la de Crisanta Abechuco con un pastor de Villabasil. La fiesta patronal de Baró se celebraba el 22 de julio -La Magdalena- cuando los “turcos” tomaban un puchero de garbanzos y un guiso de oveja. De dicho puchero era costumbre servir también una ración a los pobres de solemnidad que desde otros lugares próximos se acercaban a la fiesta. Los bailes eran amenizados primero por gaita y tamboril y en los últimos años con acordeón.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo. La provincia de Burgos: sus pueblos, su historia, sus personajes, sus iglesias…” Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las siete merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas Magro.
“Burgos. Los pueblos del silencio”. Elías Rubio Marcos.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián Miñano.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar”. Publicado bajo la dirección de Pablo Riera y Sans con la colaboración de varios distinguidos escritores.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850)”. Pascual Madoz.
Estadística del Arzobispado de Burgos.
“Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950”.
“Anuario de comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Indicador general de la industria y el comercio de Burgos”. M. Velasco.
Instituto Geográfico Nacional de España.
Pinterest de Raúl G. Soto.
Genealogía de Baró.

domingo, 14 de abril de 2024

Pero, ¿Pelayo es un santo? ¿Y tiene iglesia?

 
 
Pues, sí. El truco está en que cuando decimos “Pelayo” muchos pensamos en el primer rey de Asturias, pero el Pelayo coprotagonista de esta entrada es otro. El nuestro, también conocido como Paio o Pelagio, nació en Albeos en 911 y murió en Córdoba el 26 de junio de 925. Día en que se celebra su fiesta en el santoral católico.

"Martirio de San Pelayo" (Juan Soreda)
 
Este muchacho fue educado en Tuy por su tío Hermoigio, obispo de esa población. En 920 acompañaba a Hermoigio y a la corte del rey de León en apoyo del reino de Pamplona, que estaba siendo atacado por el califa Abderramán III. Derrotados en la batalla de Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados. Después de tres años de cautiverio el obispo fue liberado, pero Pelayo permaneció cuatro años como rehén en Córdoba porque su tío no pagó su rescate y, Paio, dedicó ese tiempo al proselitismo (actividad muy peligrosa cuando gobierna el islam) lo que provocó -según su hagiografía- que fuera tentado por Abderramán III para hacerse mahometano. Lo rechazó: "Si, oh rey, soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo, aunque no lo quieras".

 
Cuenta el santoral que Abd al-Rahmán III quería sodomizarlo (No sé yo…), a lo que Paio se negó, por lo que fue torturado y martirizado. Después despedazado mediante tenazas de hierro y tirado al Guadalquivir. Sus restos pudieron ser recogidos por los cristianos de Córdoba y enterrados en el cementerio de San Ginés y -supongo que aprovechando que ya estaba desmembrado- su cabeza en el de San Cipriano. Siendo considerado mártir, enseguida pasó a recibir culto. A partir del siglo XI, en que los reinos cristianos intervenían en la política interior de los reinos de taifas, muchos restos de santos cristianos fueron trasladados al norte como reliquias. Esto fue lo que ocurrió con los de San Pelayo: primero a León y luego al monasterio benedictino de Oviedo que lleva su nombre.

 
Y, además, su nombre lo lleva la iglesia parroquial de Puentedey. Un templo, que, como muchos, disfruta de un alegre eclecticismo estilístico con estructura gótica, restos románicos y otros añadidos posteriores. Tiene una privilegiada ubicación en lo alto del pueblo, junto a la llamada Comunal. Incluso tenemos un precioso reloj de sol con forma de lira invertida que se apoya en la cornisa de la esquina sureste del tejado del pórtico. Es un modelo de reloj poco habitual, se conoce otro igual en una casa de Meano (Navarra). Las horas van inscritas en números romanos, de VI de la mañana a VI de la tarde, en una banda rebajada que recorre todo el borde de la placa de piedra. La varilla es de un apoyo y terminada en punta de flecha.



 
El templo data de principios el siglo XII y es la edificación más antigua de Puentedey. Dentro nos encontramos con una iglesia sencilla. Consta de planta basilical de una nave con la Capilla de la Virgen y la bautismal divididas en el interior por un pilar y un pórtico con campanario.

 
Del periodo románico disponemos el alzado y la cubierta. Hay en pie tres tramos con cubierta de bóveda de cañón apuntado separados por los correspondientes arcos fajones apeados sobre pilastras. Los muros se levantaron de piedra caliza mientras que la cubierta se hizo con toba. En la base de la bóveda vemos una imposta decorada con ajedrezado, rombos y un tallo ondulante cobijando hojas. Quizá de origen románico. Tenemos la capilla de la Virgen con bóveda de crucería de finales del Siglo XIV o principios del siglo XV.

 
La imagen de la Virgen con el niño de su capilla sigue el modelo bizantino de la Kiriotissa, es decir, sentada en el trono, rígida, coronada y el niño sentado sobre sus rodillas dándola la espalda. Mantiene parte de su policromía original.

 
En el altar vemos un retablo renacentista del Siglo XVI con unas interesantes tablas. El sagrario sería posterior (de mediados del siglo XVII). Destacan en él, unas tallas en relieve un tanto toscas. El ábside es rectangular con pilastrones en esquinas.

 
Un cuadro del Beato Adrián Saiz preside la capilla bautismal sobre la pila del siglo XII en la zona reservada para los niños en los momentos de culto. La pila es de copa, lisa, con simple moldura en borde y pie cilíndrico.

 
Como en la antigüedad no tiraban las cosas, y menos las que procedían de los templos, sabemos que a la vieja fábrica corresponde el muro sur, en el que se conserva una ventana con la misma forma tanto en el interior como en el exterior. 

Es un arco de medio punto que apoya sobre dos columnillas con sus capiteles, los de fuera tapados por una viga del pórtico y los de dentro decorados con aves afrontadas y máscaras antropomorfas. Los bordes de los huecos aparecen recorridos por una moldura sogueada.

 
La portada es románica popular, con un tímpano donde se presenta la figura de un luchador contra una serpiente, bajo pórtico cerrado, con amplio arco de medio punto. Los rasgos desproporcionados podrían querer destacar los elementos más simbólicos y expresivos.


Por último, hay que señalar en el exterior la reutilización de algunas partes de la cornisa románica decorada con ajedrezado, así como varios canecillos con figuras humanas y elementos geométricos.

 
La torre es cuadrada con aleros moldurados, seis huecos y cuatro campanas. Desde ella se domina todo el pueblo.
 
Al estudiar los enterramientos sólo pudo observarse restos óseos manipulados y otros documentos religiosos sin valor histórico referentes a tratamientos de la peste, y capítulos bíblicos. La losa situada frente a la puerta principal parece transportada de algún sepulcro cercano.

 
Sus libros parroquiales dan comienzo en el año 1659.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Puentedey. Historias de los días de antaño”. Miguel Ángel Alonso Saiz.
“Puentedey. Iglesia de San Pelayo”. Texto: MIG - Planos: IRA - Fotos: AGG.
“Relojes de sol de la diócesis de Burgos”. Pedro J. Novella.
“Burgos. Todo románico”.

domingo, 7 de abril de 2024

Gregorio, el desconocido laureado menés.

 
 
Hoy intentaremos conocer algo de la vida de Gregorio Conde y Ortiz de Taranco que nació en Villasana de Mena en 1792. Nada hay publicado sobre su infancia ni su familia, pero debieron tener “posibles” porque el muchacho seguía estudiando con dieciséis años. Es entonces, diciembre de 1808, cuando abandona sus estudios de tercer año de Filosofía para ingresar como soldado distinguido en el Batallón de Estudiantes de la Real Universidad de Toledo. Por tanto, debemos suponer que estaba estudiando en esa ciudad. ¿No les decía que era una familia con posibles económicos?

Villasana de Mena
 
El Batallón fue creado por profesores de esa universidad en agosto de 1808. Inicialmente fueron seiscientos hombres distribuidos en cuatro compañías con oficiales y suboficiales profesionales extraídos del ejército. Al batallón podían incorporarse alumnos y profesores. Los alumnos gozarían de beneficios académicos que incluían ser aprobados por el tiempo que debieran destinar a la Milicia Nacional junto al Batallón. En la retirada a Sevilla de la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino, el batallón de voluntarios les escoltó llegando a esa ciudad hacia el 17 de diciembre. Dicha junta se formó en septiembre de 1808 en Aranjuez y fue un órgano que ejerció los poderes ejecutivo y legislativo durante la ocupación napoleónica de España. Lo componían representantes de las juntas que se habían formado en las provincias españolas. De Sevilla partiría a la Real Isla de León en enero de 1810.
 
Este batallón de Toledo fue el embrión de la Academia Militar de Sevilla. Para que comprendamos la calidad de los integrantes de la unidad de Gregorio estaba el futuro Regente de España durante la minoría de edad de Isabel II y líder del Partido Progresista Baldomero Espartero.


Conde y Ortiz de Taranco fue ascendido a sargento segundo en 1809. El avance francés empujó al Ejército de Extremadura -donde estaba integrado el Batallón de Estudiantes de la Real Universidad de Toledo- a la isla de León. Será el momento en que nuestro menés fuese transferido al Regimiento de África. En 1810 asciende a subteniente. El 5 de marzo de 1811 tomó parte en la batalla de Chiclana y, a continuación, en la defensa de la isla de León, en la expedición y desembarco en Almería, en el ataque a la Venta del Baúl (Granada) y, en el mes de diciembre, en el sitio y fractura de la línea de Valencia formando su unidad parte del segundo ejército de la derecha español. Su suerte se terminará en enero de 1812 cuando capituló la ciudad ante el mariscal francés Suchet y a Gregorio lo trasladaron a un campo de prisioneros en Francia.
 
El avance de los reinos coaligados hacia Francia y el derrumbe del estado napoleónico permitió a Gregorio fugarse en febrero de 1814 y unirse al ejército aliado ruso. A su regreso a España se reincorporó al ejército con el empleo de subteniente de su antiguo Regimiento de África. Entre octubre de 1816 y junio de 1820 defendió la plaza de Ceuta. De ahí pasó a la Península al Regimiento Provisional de la Princesa. En 1823, a las órdenes del mariscal de campo Juan Downie Forrester -un escocés que vino con Wellington y que fue ascendido por Fernando VII- Gregorio defendió, en Sevilla, las vidas de la Familia Real frente al gobierno del “Trienio Liberal”. Fue apresado en el Real Alcázar; se fugó; y participó, el 13 de junio, en el levantamiento de Sevilla en apoyo del Rey y contra el régimen constitucional. Formó parte de la turba del día 16 en el ataque del puente de Triana contra las tropas del liberal general López Baños.

 
Y tras analizar estos años de la vida de Gregorio y rastrear la prensa nos encontramos a un Gregorio Conde que, en 1821, firma un documento a favor del gobierno como miembro del Regimiento de África. Tras las firmas de muchos militares el texto terminaba: “Lagrimas de ternura derramamos al ver el puro y desinteresado patriotismo de todos los ciudadanos militares; ¡facción liberticida confúndete en el polvo, ó huye de un suelo en donde no se oye más grito que el de constitución ó muerte!” ¿Seguía en el regimiento de África y no en el de la Princesa? ¿Mutó de constitucionalista a absolutista en tres años? ¿Era un militar acomodaticio? ¿Había varios Gregorios Conde?
 
Lo digo porque en Jimena de la Frontera (Cádiz) hubo un levantamiento liberal el uno de agosto de 1824. Conde y Ortiz de Taranco, al mando de seis hombres, arrolló a los antifernandinos y los dispersó. ¿Fue recompensado? ¡Claro! Obtuvo la Cruz de San Fernando de primera clase. Un año más tarde le sería permutada por la Cruz de segunda clase laureada. En diciembre de ese año ingresó en el tercer Regimiento de Granaderos de la Guardia Real de Infantería con el empleo de capitán. Una carrera meteórica a la sombra del poder de la década ominosa.
 
Tras la muerte de Fernando VII, y a pesar de su perfil absolutista, como otros muchos militares se mantuvo fiel a la reina regente y luchó contra los carlistas en la guerra de 1833 a 1840. No sé si se mantendría en el último regimiento mencionado por tres razones: no parece probable que la Guardia Real fuese al frente de guerra; la regente y sus cortesanos mantendrían alejado de ciertos puestos a un “persa”; y le situamos en la retirada de Hernani a San Sebastián, el 13 de mayo de 1835, cuando se le concedió el empleo de primer comandante y la Cruz de segunda clase, laureada, que le sería concedida por Real Orden de 30 de diciembre de 1844, una vez superado el obligado juicio contradictorio. Vemos un Gregorio Conde combatiendo en territorio foral contra los carlistas en la zona de Arroyabe el 31 de agosto de 1836. El texto da a entender que estaría encuadrado en una de las siguientes unidades: regimiento de infantería de San Fernando, el tercero ligero y el de la Reina.

 
Siendo primer comandante graduado de coronel y estando en situación de retirado en Madrid, por Real Orden de 17 de marzo de 1845, se le concedió una pensión de 10.000 reales anuales por estar en posesión de dos Cruces laureadas. Tendría, entonces, unos 53 años. Siguiendo el rastro de la prensa nos encontramos un militar homónimo que cobra del Tesoro Público de Madrid por los servicios prestados en la fecha de 1856. En este caso, de ser nuestro hombre, tendría 64 años de edad que no resultaría extraña.
 
No hemos encontrado la fecha de su muerte ni su estado civil ni si tuvo descendencia.
 
 
 
 
 
Bibliografía:
 
Real academia de la Historia.
Diario Oficial de Avisos de Madrid.
Periódico “El español”.
Periódico “El eco del comercio”.
Periódico “El espectador”.
Gaceta de Madrid.
 
 
 

domingo, 31 de marzo de 2024

Indultando a un espinosiego.

  
No. No estamos inmersos en los últimos casos conocidos de indultos por parte del poder. Ni el delito era de Lesa Majestad como los que se indultaron hace pocos años en España. Todos hemos escuchado que el indulto procede de la Novísima Recopilación de Carlos IV en 1805 o que viene del año 1759, bajo el reinado de Carlos III, fruto de la peste que diezmaba a la población malagueña y a que los presos se ofrecieron para llevar a hombros la imagen de Jesús “el Rico” durante el Viernes Santo. Quizá algunos digan que el indulto procede del Decreto de Cámara de Fernando VI del 30 de marzo de 1757 que recogía que todos los años se pidiera a la cancillería dos reos condenados a muerte por cada Audiencia. De ellos, se elegía uno para indultarle en Viernes Santo pero el reo, aunque debía serlo de un delito grave, no lo podía ser por asesinato o robo porque tales infracciones no merecían el perdón.

 
Pero la cosa viene de muy atrás… por parar en otro punto: Alfonso X mantuvo una disposición, procedente del fuero juzgo (la figura de la “merced”) y el derecho visigodo (el Canon octavo del Concilio VI de Toledo del año 636), en sus Siete partidas. Incluso creó un problema porque se daba también a nobles y eclesiásticos la potestad de conceder “gracias” lo que derivó en un sindiós que Juan I, en el Ordenamiento de las Cortes de Briviesca de 1387, laminó reduciendo el derecho de gracia al rey.
 
Lo de proponer indultos en Semana Santa aparece en una ley de 1447 sancionada por Juan II de Castilla. Hay autores que sitúan esa ley en Burgos en 1444. De todos modos, en ella se trasladaban todos los “perdones” del año al Viernes Santo y es conocida como “Ley del perdón del Viernes Santo de la Cruz”. Eso sí, con el límite de veinte indultos al año como máximo. Si el rey quería cumplirla, claro. En este sentido, el Condestable de Castilla Íñigo Fernández de Velasco consiguió del emperador Carlos V - Carlos I de Castilla- el indulto de su sobrino, el capitán general de los Comuneros Pedro Girón y Velasco. ¡Para que vean!

 
Y, como si estuviésemos en esa visión circular del mundo donde una serpiente se muerde la cola, conocemos la ley de 1447 por la Novísima Recopilación de las Leyes de España de 1805. En esta compilación tenemos once leyes limitativas de la gracia y el indulto. La segunda de ellas es la Ley del Perdón del Viernes Santo de la Cruz. Atentos: limitativa.
 
Con todo lo dicho, tras llegar al año de 2021… perdón, que nos hemos pasado de frenada. Quise decir tras llegar al año 1805, pues, nos retrotraemos al ocho de abril de 1478, en Sevilla, cuando García Zorrilla, vecino de Espinosa de los Monteros, es perdonado por la reina Isabel I de Castilla de su delito “e remito toda la mi justiçia çeuil e creminal que yo he o podría aver contra vos en qualquier manera e por qualquier rasón por la muerte de Juan de Çorrilla, veçino de Soua, -Juan Zorrilla, vecino de Soba- en que dis que fuystes culpante e avnque en ella ayades seydo dado por fechor e condenado a pena de muerte, la qual dicha merçed e perdón vos fago saluo sy en la dicha muerte ynteruino aleue o trayçión o muerte segura e sy fue fecha con fuego o con saeta o dentro en la mi Corte o sy después del dicho delito entrastes en la dicha mi Corte, la qual declaro con çinco leguas en derredor; o sy soys o fuerdes perdonado de vuestros enemigos, parientes del dicho muerto, Juan de Çorrilla, e por esta mi carta o por su traslado sygnado de escriuano público mando al mi justiçia mayor e a su logarteniente e a los alcaldes e otras justiçias de la mi Casa e Corte e Chançellería e a los alcaldes e aIguasiles, merinos, prevostes, asysientes e corregidores e otras justiçias qualesquier de Espinosa de los Monteros como de todas las otras çibdades e villas e logares de los mis reynos e señoríos e de todas las otras çibdades e villas e logares de los mis rey nos e señoríos que agora son o puedan ser de aquí adelante e a cada vno e qualquier de ellos que vos guarden e conplan e fagan guardar e conplir esta dicha mi carta de perdón e la merçed en ella contenida, que yo de lo que dicho es vos fago, e por cabsa e rasón de ello vos non fieran nin maten nin lisyen nin prendan nin enbarguen nin fagan ferir nin matar nin enbargar nin prendar nin enbargar vuestra persona nin vuestros bienes nin proçedan contra vos de su ofiçio nin a pedimiento de partes nin del mi procurador fiscal e promotor de la mi justiçia nin en otra qualquier manera non enbargante qualquier abto e progeso o pregones o encartamientos que por la dicha cabsa ante vos se ayan fecho o qualquier sentençia o sentençias que contra vos sean dadas, ca yo por esta presente carta lo reuoco todo e cada cosa e parle de ello, e quiero e mando e mando e es mi merçed e voluntad que non vala nin aya nin pueda aver efeto nin valor, e por la presente los ynivo e fago ynibidos de todo el conbençimiento de ello, e vos restituyo "in yntegrun” en toda vuestra buena fama e en el primero estado en que fuéredes e estávades antes que lo susodicho fuese por vos fecho e cometydo, e algo e quito de vos toda mácula e ynfamia que por esta rasón vos pusiese o pueda ser puesta, e sy algunos de vuestos bienes por esta rasón vos están entrados e tomados, vos los den e tornen e restituyan libre e desenbargadamente en todo bien e conplidamente en guisa que vos non mengüe ende cosa alguna, non enbargante las leyes que el rey don Juan, mi visagüelo, que Dios perdone, fiso e hordenó en las Cortes de Bríuiesca, en que se contiene que las cartas de perdón non valan saluo sy fueren escriptas de mano de mi escriuano de Cámara e refrendadas en las espaldas de dos del mi Consejo o de letrados, e las leys que disen que las cartas dadas contra ley o fuero o derecho deuen ser obedesçidas e non conplidas, e que las leyes e fueros e derechos valederos non puedan ser derogadas nin reuocadas saluo por Cortes, nin otrosy en las Cortes que el rey don Juan, mi señor e padre, fiso e hordenó en que se contiene la horden e forma en que las cartas de perdón se deven dar e los casos que en ellas se deue reseruar avnque los dichos casos ay non vayan declarados como quier que en ellos o en qualquier de ellos ayáys yncurrido, nin otrosy enbargante otras qualesquier leys e fueros e derechos e hordenamientos que en contrario de esto sean o ser puedan, con las quales yo dispenso e las abrogo e derogo en quanto a esto atañe; e los vnos nin los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera sopeña de la mi merçed e de perdiçión de los ofiçios e de confiscaçión de los bienes de los que los contrario fisyeren para la mi Cámara e fisco; e demás mando al ome que vos esta mi carta mostrare que vos enplase que parescades ante mí en la mi Corte doquier que yo sea del día que vos enplasare a quinse días primeros seguientes, so la dicha pena so la qual mando a qualquier escriuano púbico que para esto fuer llamado que dé ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno porque yo sepa en cómo se cunple mi mandado.

 
El texto no está escrito -¡evidentemente!- por la reina. Se encargó de ello Diego de Santander, secretario de Isabel I y aparecen junto a él otros prohombres de la Corte.
 
La cuestión que nos compete ahora es conocer quién fue García Zorrilla. Poco podemos saber dado los datos que tenemos. Sabemos que fue juzgado y condenado por lo dice la carta de gracia y que tuvo la fortuna de ser indultado de un asesinato. Recuerden que hemos dicho que los asesinos no podían ser indultados, ¿o sí? Hay algunas formas de asesinato u homicidio -no nos vamos a poner puristas- que el texto del indulto impide agraciar: la muerte segura (homicidio que era cometido por una persona que había pactado amistad – seguro- con otra o su familia, o en lugares sobre los que el rey ejercía una protección especial (caminos, mercados, etc.); un disparo a distancia; o un flechazo. Las dos últimas porque demostraban que había sido mediante emboscada y la primera porque ofendía el poder regio. Con esto podemos pensar en una pelea o en un poético duelo entre Zorrillas, de apellido, en una casa o en una taberna o lugar así.

 
El texto nos informa que este será completo, restituyendo al reo sus bienes y su honor. Y desgrana una serie de formalismos legales menos interesantes. Lo que no nos dice es cuál era su situación en el momento del indulto, es decir, ¿estaba en la cárcel? ¿bajo arresto domiciliario? ¿o dónde? No lo sabemos.
 
Más aún, ¿por qué indultar a García Zorrilla? Entiéndanme, hemos hablado que nuestro matador fue uno de los veinte indultados anuales y no creemos que en esa Castilla el número de muertes violentas fuese igual o inferior a las dos decenas. Por tanto, ¿por qué García Zorrilla? Yo creo que, porque era espinosiego, de Espinosa de los Monteros. ¡¡¡Del mismo lugar que los guardianes del sueño real!!! ¿Está claro? Seguramente algún familiar -¿un Zorrilla?- que fuera montero de cámara de la reina susurró este nombre en sus oídos. Pensemos que en la relación de monteros reales de 1518 aparecen Juan Zorrilla “el Mayor” y Juan Zorrilla “el Menor”. Y, además, los lazos familiares entre los linajes que poseían la posibilidad de obtener un puesto de montero eran más que abundantes. La casa Zorrilla estaba vinculada a las casas de Velasco, Madrazo, Ángulo y varias más en la villa. Con lo cual es fácil pensar que García tenía buenos valedores en la Corte. Mientras que el otro, el difunto, el muerto, era del Valle de Soba. Por cierto, posible lugar de origen de todos los “zorrilla”. No solo eso, sino que el lema de esta familia era: “Velar se debe la vida de tal suerte que vida quede en la muerte”. 


Una gran ironía.
 
 
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “El Debate”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Burgospedia.
Abogados Gómez-Caminero.
Periódico “Tribuna”.
“El perdón cristiano en el Derecho español: los indultos a las Cofradías de penitencia”. Juan Ramón Rodríguez Llamosí.
“Las Merindades: documentos para su historia”. Ricardo San Martín Vadillo.
Diccionario panhispánico del español jurídico.
“Los Monteros de Espinosa. Mil años de historia”. Adriano Gutiérrez Alonso y cuatro más.
“Los monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
“Novísima recopilación de las leyes de España, mandada formar por el señor don Carlos IV”.
 
 
 

domingo, 24 de marzo de 2024

Fortuna Férrea.

  
Nos vamos a colocar a pocos metros del puente que une el Señorío de Vizcaya con Las Merindades, en un desvío de la carretera general Burgos Bilbao donde languidece un vetusto caserón y su iglesia adyacente. Es el lugar llamado El Berrón que junto con Antuñano y Bárcena constituyen el concejo de Bortedo.

 
Esta casa palacio fue construida en el emplazamiento de una antigua torre. El caserón parece construido en dos fases que mantuvieron la unidad estética porque su amplia fachada tiene dos portadas prácticamente iguales. Y sobre ellas sendos balcones protegidos por esmerada forja. ¡Que para eso eran gentes que trabajaban, y vivían, del hierro! Sobre el balcón situado a la derecha, según miramos, hay un escudo deteriorado y ennegrecido por los elementos. Está timbrado con un casco y lleva cuatro amorcitos como tenantes, dos a cada lado, uno sobre el otro. Completan el adorno penachos, lambrequines y una venera debajo de la punta.
 
El campo del escudo está cuartelado y contiene:
 
1. Un árbol verde (sinople) y dos perros empinados al tronco. En la bordura de gules ocho castillos de oro y en cada uno un estandarte.
2. Seis flores de lis de azur, puestas tres y tres con fondo de oro. Estos puntos conforman las armas de Ortiz de la Riva.
3. De plata, un sauce, de sinople, y dos lobos pasantes a su pie: Armas de Martínez.
4. De oro, un roble, de sinople y dos lobos, de sable, empinados al tronco. Bordura cargada de armiños (desconocemos los esmaltes): Armas de Basterra.

 
Al pie del escudo figura el siguiente testimonio:
 
“SE ME EDIFICO POR DON DOMINGO ORTIZ DE LA RIVA
EN EL SITIO EN DONDE DE INMEMORIAL TIEMPO
A ESTA PARTE ESTAVA LA CASA SOLAR DE SV APELLIDO
AÑO DE 1740”
 
Vicente de Cadenas y Vicent describe el escudo de la familia Ortiz de la Riva de esta manera: Partido.
 
1. En oro, un árbol de sinople, con un lobo de sable, empinado al tronco y bordura de gules, con ocho castillos de oro, y en cada castillo, un estandarte del mismo metal.
2. En oro, seis flores de lis de azur.
 
Vemos que hay una variación en el número de cánidos. No es nada raro.
 
Domingo Ortiz de la Riva, el que pagó las casonas, construyó pegada a estas, formando ángulo recto con ellas y comunicada interiormente una ermita de piedra sillar bajo la advocación de Nuestra Señora de Montserrat. Se pensó como última morada de los Ortiz de la Riva. Y algunos descansan allí. En esta ermita se administraban los sacramentos sin perjuicio de los derechos parroquiales. Hacia 1752 el capellán de dicho templo era Manuel Gómez y, por su situación geográfica, debería pertenecer al Arciprestazgo de La Bien Aparecida (Jurisdicción de la Diócesis de Santander).
 
En lo alto de la fachada de la ermita destaca un escudo de armas enmarcado por dos semicírculos de piedra. Está sobre cartela de rollos sumada de dos amores, surmontados por un busto de guerrero luciendo un bello casco y con visión parcial de su rostro. A ambos lados del busto dos figuras femeninas tocan la cuerna. Dos gigantes guerreros, armados de espada, hacen de tenantes, vencedores de sendos sarracenos caídos a sus pies, y debajo de la punta una enorme máscara. Las armas que figuran es este escudo son las que lleva el de la casa solar salvo las de la bordura de la cuarta partición que son cruces en lugar de armiños.


Contrasta el esmerado trabajo de la capilla frente a la fachada de la casona doble que, salvo para las ventanas, puertas y escudo, es de canto y no de piedra tallada. Podríamos hablar de que es una más de las típicas, y abundantes en Las Merindades, casonas de hidalgos de los siglos XVII y XVIII. La pena es que no tiene fachada de sillería pero sí un vistoso escudo.

Cortesía de "Relojes de sol con 
escudete distribuidor"
 
El conjunto a estudio tiene un reloj solar exento en una esquina de la capilla que… ¡todavía funciona! La pieza es rectangular con las esquinas inferiores cortadas a bisel. Cuando lo miramos nos percatamos de los atributos de San Pedro que decoran el escudete distribuidor: tiara, dos báculos en aspa y dos llaves. Este motivo lo vemos también reproducido en los escudetes de los relojes de sol de las iglesias de Brizuela (fechado en 1783) y de Escaño (del año 1784). Este reloj se ha colocado sobre dos hierros horizontales clavados en las juntas de los sillares de la esquina y reforzados con cartelas. Esta particularidad sólo podría deberse a que el reloj es de fecha posterior a la construcción de la capilla (1775). Y eso ha dado problemas entre los estudiosos porque entre las cifras de las unidades aparece un cinco falciforme (con forma de hoz) invertido que está casi borrada debido a la erosión superficial. Esto ha llevado a algunos a fechar el reloj en 1777, quizá porque el trazo recto inferior del 5 falciforme es la parte mejor conservada.

 
La plazuela que forman estos elementos está cerrada por la parte opuesta de la iglesia por las ruinas –más arruinadas aún- de un edificio que tiene un escudo en la esquina exterior. Está muy deteriorado pero se llegan a reconocer dos de los cuarteles que se repiten en los escudos ya comentados. Lo cual quiere decir que este edificio formó parte del conjunto. ¿Lo construyó Domingo Ortiz de la Riva junto a los demás? Podría ser dada la configuración del lugar y las técnicas constructivas empleadas.
 
Este tercer escudo tiene dos niños o angelotes haciendo de tenantes y debajo de la punta se ven los restos de una máscara. De la parte superior de la pieza esculpida poco se puede identificar.

 
Y el exterior lo cierra una recortada verja de hierro que podría resaltar el poder de esta familia y la fuente de su riqueza.
 
El conjunto de los inmuebles están catalogados como B.I.C. y ya en 2009 se cursó el expediente municipal 932/09 “sobre el estado de los edificios en el palacio Ortiz de la Riva, capilla y edificio anexo”. Eso sí los escudos estaba protegidos desde la publicación de la ley 571/1963 del 14 de abril. El Arquitecto Asesor Municipal, Restituto Ortiz Ruiz, de fecha 29 de abril de 2010 decía que “los tres edificios, al poseer escudos, están afectados directamente por la Ley 12/2002 de Patrimonio Cultural de Castilla y León”. Y le instaban al propietario a hacer las obras necesarias para preservar el conjunto.
 
Hace unos cuantos años estuvo todo a la venta, unos 1.400 metros cuadrados construidos en sus tres plantas o 1.300 metros cuadrados útiles, por 350.000 Euros. Nos puntualizaba el anuncio que tenía nueve dormitorios y dos baños. Bueno es saberlo, ciertamente. El anuncio incorporaba el siguiente texto: "casa palacio Ortiz de la Riva año 1740 con escudos blasonados a 20 minutos de Bilbao y 2 min de Balmaseda. Casa doble que consta de 3 plantas y casa anexa con un total de 1.400 m2 construidos. Terreno trasero de 2000 m2. con txoko y 300 m2 en la delantera de la casa. Ideal para viviendas, hotel, restaurante etc. la casa dispone de: portero automático". La oferta se dio de baja el diez de abril de 2016.
 
En alguna página web del tema heráldico se conjetura –repito: conjetura- que esta familia participó en la repoblación del siglo XII siendo una de las cien familias que repoblaron la zona de Segovia. Lo que sí nos cuentan autores como Rufino Pereda en su libro sobre los Monteros de Espinosa es que el apellido de Riva o de la Riva tiene solera. Es citado en el Becerro de Juan Baños de Velasco; en “Los Blasones” de Diego de Urbina; y por Juan de Mendoza en su “Nobiliario de Casas nobles antiguas e Infanzonadas, de las Montañas”. También que una de las ramas de la casa de la Riva arraigó en la Villa de Espinosa de los Monteros figurando en los Padrones de Nobleza y distinción de estados de los hidalgos de dicha Villa en el año de 1613. Que no quiere decir que tuviesen relación con los de El Berrón porque, de entrada, el escudo de armas es diferente. Y, para qué negarlo, lo que no conocían de heráldica lo llenaban con especulaciones. O conjeturas.
 
Por el testamento de Tomás Ortiz de la Riva y de su mujer Teresa del Corte, junto con otros documentos, obtenemos algunos datos sobre esta familia. El citado ya Domingo Ortiz de la Riva fue hijo de Francisco Ortiz de la Riva y de María Pérez de Carrasquedo que, además fueron padres de Tomás y José Francisco, este último figura en el Catastro del Marques de la Ensenada como demente y bajo la tutela de su madre María. Rufino Pereda, por su parte, nos habla de una hija, Feliciana, que matrimonió con Domingo Arnaiz de las Revillas, natural de Ornes.

 
Domingo Ortiz de la Riva continuó con el negocio del hierro –ferrerías como la de Sanchico- alcanzando una gran fortuna. También le sitúan como propietario del caserío de Estradilla en el barrio de Irauregui de Baracaldo. De este dinero proviene la obra arruinada que podemos observar todavía. Llegó a dotar a su ermita de luminaria, ornato y capellanía de misas. Debido, posiblemente, a este acto piadoso su hacienda, casa palacio, huerta y demás estaban libres de diezmos. El señor Ortiz de la Riva era un hombre poderoso en Bortedo y Santecilla de Mena. Domingo matrimonió con Manuela Martínez de Basterra y residieron en Madrid aunque algún investigador lo sitúa en Valmaseda. No tuvieron hijos con lo cual, a la muerte de Domingo, y tras enterrarlo en su ermita de Nuestra Señora de Montserrat, heredó sus bienes su sobrino Pedro Manuel Ortiz de la Riva, hijo mayor de su hermano Tomás Ortiz de la Riva.
 
La primera esposa de Tomás Ortiz de la Riva fue María Ventura García de Samaniego, hija de Pedro García de Samaniego, con ferrería en Las Cuevas, y de su mujer María de la Puente, vecinos de Gijano de Mena. Tomás y María Ventura tuvieron a Valentín, que murió joven; a Pedro Manuel Ortiz de la Riva, heredero de su tío, y tesorero de rentas generales y provinciales, residente en Madrid y que fue miembro del Consejo de Hacienda y distinguido por la Real Orden de Carlos III; y a José Ortiz de la Riva, profesor jurista de la Universidad de Valladolid. Fallecida María Ventura, Tomás se casó con María Teresa del Corte, hija de Pedro del Corte y de Antonia de las Bárcenas, también vecinos de Gijano de mena. De este segundo matrimonio de Tomás nacieron: María Francisca, que casó con el licenciado Francisco Antonio de Murga, vecino del Valle de Gordejuela; Eusebio; Margarita; fray Tomás (bautizado Domingo) religioso capuchino y predicador; María Montserrat, que casó con el licenciado Bonifacio de la Torre, abogado en la ciudad de Toledo; Celestino, agente en la Real Aduana de Cádiz y del que podría conservarse una relación de bienes en el Valle de Mena; María Teresa; y Valentín, estudiante de filosofía en Toledo bajo la tutela de su hermano Pedro Manuel Ortiz de la Riva. Una muestra de la capacidad económica, y la piedad de Tomás Ortiz de la Riva fue que, junto a Pedro Angulo, proporcionó todo el hierro que se necesitó para la construcción de la ermita de Santa María Egipciaca de Mercadillo.
 
Pedro Manuel Ortiz de la Riva –el que heredó casa y ermita- había casado con Jenara de Balparda y la Quintana. Tanto su padre como él y su hermano Celestino fueron diputados regidores del valle de Mena.

 
Dentro del mundo de la política parece que el Ortiz de la Riva más destacado fue Celestino Ortiz de la Riva Allendesalazar (Bilbao, 25/04/1844) que fue alcalde de su ciudad natal desde el primer día de julio de 1887 hasta el día de San Silvestre de 1889. Era hijo de José María Ortiz de la Riva Aranguren y de Bernardina Allendesalazar y Loyzaga. Les describiré su entronque con El Berrón partiendo de Celestino Ortiz de la Riba y Corte, el agente en la Real Aduana de Cádiz que casó con María Gertrudis Gaspara Aranguren y Murga. Estos fueron padres de José María Ortiz de la Riva Aranguren y abuelos de Celestino Ortiz de la Riva Allendesalazar.
 
En ese momento el grueso de las propiedades familiares estaban en la zona de la calle de San Francisco (Bilbao). José María Ortiz de la Riva fue Regidor de la Diputación en los bienios de 1864 a 1866 y de 1872 a 1874.
 
Celestino Ortiz de la Riva empezó ejerciendo el cargo de Teniente de Alcalde de Bilbao entre 1885 a 1887 y, de ahí, al de alcalde. Serán sus preocupaciones las necesidades hospitalarias de la villa y la falta de espacio en el cementerio de Mallona, hoy en día un campo de fútbol. Finalizó las obras de la nueva Escuela de Albia y de la alhóndiga municipal adjunta (Barroeta Aldamar). También comenzó la electrificación de las calles de la ciudad, amplió la red del tranvía, continuó los trabajos en el nuevo ensanche y terminó algunas obras en los muelles de la ría.
 


Celestino Ortiz de la Riva falleció en Bilbao el 7 de octubre de 1897 a causa de la tuberculosis. Tomaron el testigo político sus hijos José María Ortiz de la Riva, Teniente de Alcalde de Bilbao en 1924, y Julián Ortiz de la Riva, Regidor en 1930-1931.
 
A comienzos del siglo XX un descendiente de esta familia donó a la Diputación foral de Vizcaya el miliario de Santecilla (que en Bilbao se conoce como miliario de El Berrón). Para los del pueblo de Santecilla, al parecer, es una situación ofensiva porque relatan que este Ortiz de la Riva, por su cuenta y sin consentimiento del pueblo, regaló el miliario a la citada Diputación foral de Vizcaya. Apuntaremos que no es un miliario sino una pieza conmemorativa en honor del Emperador Julio Maximino. Es del año 238 d.C.
 
Mucho más recientemente, alrededor del 2017, los hermanos Adolfo, María Rosario y Francisco Javier Castillo Ortiz de la Riva donaron al Archivo Histórico Provincial de Vizcaya diecisiete cajas de archivo con documentos comprendidos entre los siglos XVI a XIX para su conservación y difusión. Principalmente era documentación notarial, judicial y contable relativa a sucesiones, transmisiones y administración de bienes. El núcleo esencial está formado por la documentación generada por la familia Ortiz de la Riva, aunque también incluye documentos de otras ramas familiares como Arangueren, Coscojales, Recalde y Largacha.


Esa colección “vizcaína” conservaba documentos de Bortedo y Gijano fechados entre los siglos XVI y XVII. Pero será a partir del siglo XVIII cuando vio la familia Ortiz de la Riva notablemente incrementado su patrimonio con la posesión de determinados vínculos y mayorazgos, unos por entronque familiar (Aranguren y Sobrado) y otros por compra, principalmente dentro del Señorío de Vizcaya.
 
  
Bibliografía:
 
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V. Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
“Número quince. Acta de la sesión ordinaria de la junta de gobierno local celebrada el día trece de mayo de dos mil diez”. Ayuntamiento del Valle de Mena.
Heraldrys Institute of Rome.
Wikiburgos.
www.idealista.com
Ministerio de Cultura y Deporte del reino de España.
Blog “Tierras de Burgos”.
Bilbaopedia.
“Relojes de Sol con escudete distribuidor”. Pedro J. Novella.
“Historia del Colegio Viejo de San Bartolomé, mayor de la ciudad de Salamanca”. José de Rojas y Contreras.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián Miñano y Bedoya.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Los Monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
 
 
Anexos:
 
En la página “Historias de Mena” publican la siguiente relación que nos permite entender la riqueza de la familia:
 
“Dn Celestino Ortiz de la Riva, presenta ál perito ápeador, la razon que se pide de las propiedades qe tiene ási de casas, trras y ferra en este su concejo de Bortedo, el de Santecilla y Gijano, en cada qual con la devida reparación expresando las heriales, las que cultiba por su quenta y las árrendadas.
 
Bortedo tierras de Don Celestino.
 
1ª calidd.
 
Una huerta contigua á su casa de cavida (los 3 cs sembrados de maiz) de veinte celems castellanos qe trabaja por si.
 
2ª calidd.
 
Encabezado de manuscritoÓtra en el cadalso de cavida de siete celemines castellanos, sembrada de trigo por su qta.
Ótra en la Tiradera de cavida de seis cs castellanos sembrada de trigo.
Ótra en el trancon ó cinta de plata, de tres celems los dos eriales y uno sembrado de trigo.
Ótra de barbecho sobre el ribero que llaman la de Andrés de tres celems sembrada de trigo.
 
Eriales.
 
Una campa herial sobre el ribero de la tiradera inútil de dos celems.
Ótra en la Coronilla de nueve cs campa.
Ótra en Sotoballe de siete celems campa herl.
Ótra parte ábajo de la tegera del Argomal con algunos carrascos de seis celems de cavida.
Otra en la calleja de sotovalle de (ilegible)os celems.
Otra en el Barranco de ocho cs qe trabaja Marcos sin renta pr. el cierzo.
Ótra campa en Dobaño, qe se quedó por falta de inclino de cavida de quatro cs castellanos.
Ótra de dos celemin y mo encima del Ribero de entre caños campa herial y inutil.
Ótra de dos celemines y mo en sobarcena.
Ótra en Pastrina de cinco celems herial.
Ótra en la Poza de medio celemin herial.
Ótra en las Majadas de cavida dos cs y mo castnos.
Ótra en las Arechas de celemin y medio.
Ótra de un celemin en San Pedro.
Otra de celemin y medio en la fragua.
 
Tierras del mismo en renta.
 
Un pedazo en el Prao de tres qqllos de cavida. Son 2 ½ c.
Ótra en la Loma de (nuebe) dos celemin y mo qqllos cavida.
Ótra en la calleja del pozo de catorce y mo celemins de cavida.
Ótra en el rebollar ó trancon de tres y mo cs.
Ótra en Colpigeras de cinco celemines parte herial.
 
En Santecilla el dho. Trabajado pr su cuenta
 
Una heredad en el Macorrillo de cavida veinte y seis celems castellanos, los catorce sembrados de maiz y los doce de barbecho.
Ótra en las cortinas contigua á la ánterior de veinte y dos celems de cavida los diez y seis (   ) de maiz lo demás sembrada de trigo, herial y barbecho y lo demas herial é inutil.
Ótro pedazo de monte en San Ándres, qe con eria de carrascos, sin ótro producto de cavida ócho celems.
Ótra campa inutil en las cortinas de cavida de quatro celems.
 
Detalle manuscrito
 
Una casa y fragua en Sanchico….
 
Tierras árrendadas en Santecilla
 
2ªcalidd.
 
Una heredad en las huertas de cavida un celemin.
Ótra en dho sitio de cavida seis qqllos.
Ótra mas ábajo de un celemin de cavida.
Ótra en el juncal de quatro celems de cavida.
Ótra  en Sobarcena que la divide un terrazo de la anterior de quatro celems de cavida.
Ótra en dho paramo de cavida cinco cs escasos.
Ótra álli cerca de cavida celemin y mo.
Ótra en el juncal de cavida tres quartillos.
Ótra álli mismo de cavida medio celemin.
Ótra en la carrera de cavida quatro celemines.
Ótra en carrasco de cavida seis qqllos.
Ótra á la pasada de senderuelo y hera de concejo de cavida cinco celems.
Ótra en dha pasada que la átraviesa la senda del portillo de sostrada de cavida quatro y mo celems.
Ótra mas árriba de cavida celemin y mo.
Ótra en el Barreron de cavida seis qqllos.
Ótra en la Loma de cavida de seis qqllos.
Ótra en dho sitio de cavida seis quartillos.
 
3ª calidd.
 
Ótra en senderuelo campa inutil de un celemin.
Ótra en la hera del villar inutil de dos cs campa.
Ótra en las nocedillas inutil de mo celemin.
Ótra en val de teja de seis cs campa inutil.
Ótra encima de secadura qe no produce renta y que la trabaja Eusebio (¿Ásunsolo?) por la pension de (¿cierro?).
 
2ª calidd.
 
Ótra en la cruz de ánimas de dos celemins el uno herial y e inutil.
 
Manuscrito detalle
Este tipo de documentos constituyen una fuente de topónimos y lugares. Sobre estas líneas detalle del texto donde se nombra la cruz de ánimas de Santecilla.
 
Ótra en Manzano de cavida diez celems los cinco labrantios, y los restantes eriales e inutiles.
Ótra en la Arenilla de un quartillo.
Y ótra en la Lamosna de cavida tres quartillos.
 
1ª calidad.
 
Ótra en so la iga de Santecilla de cavida dos y mo cs.
Ótra al portillo de la fuente de cavida mo celemin.
Ótra mas ábajo de cavida tres celems y mo.
Ótra mas ábajo hacia la Lamosna de un qqllo escaso.
 
En Gijano el mismo Dn Celestino en renta
 
Una casa pegante ál fuente de Juan Cortezo.
 
Tierras
 
2ª calidd.
 
Una huerta de cavida quatro celemines.
Una heredad en Ugachas de cavida veinte y cinco celemines castellanos.
Ótra en la Serna de cavida medio celemin.
Ótra ál portillo del cubo de cavida medio celemin.
 
 
Ótra en el Moro campa inutil.
Ótra en Pobo de cavida dos celems y mo.
Ótra en dho sitio de cavida un celemin.
Ótra álli cerca de cavida celemin y medio.
 
Una casa y fragua en Sanchico que renta doce cs.
 
Una ferreria que maneja el mismo y tubo sin uso desde abl de 1817 hasta julio de 1818.
 
Sembró (¿53?) cs de trigo y cogio en el año de 1817 –  (¿36?) f.
 
De maiz sembro de maiz 14 cs de maiz y cogio cuarta fanes de lo mismo en dho año y una y ma fans de álubias entre dha maiz haviendo sembrado ócho cs de estas.
 
El Berron 30 de setre de 1818”.