Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 28 de abril de 2024

Un acto quijotesco: celebrar y no completar el túnel de La Engaña.

 
 
El túnel de La Engaña era el principal obstáculo técnico y económico para que el ferrocarril llegara desde Las Merindades hasta Santander. La empresa “Portolés y Compañía” llevaba horadando el lugar desde 1951. “El Diario Montañés” describió el proyecto como “una obra de titanes en lo que respecta a la técnica y maravilla de la voluntad de las dos provincias hermanas”. “Diario de Burgos” se refería al calado del túnel como magna obra”, “memorable acontecimiento” e “ingente obra clave de la terminación del ferrocarril Santander-Mediterráneo, una de las más legítimas aspiraciones acariciadas por Burgos y la capital de La Montaña desde hace más de medio siglo”.

Diario de Burgos 29/04/1959
 
Sitúense, ahora, dentro de la montaña. Un ambiente asfixiante por el calor y el polvo, con obreros empapados por las filtraciones y que buscan, en las profundidades, encontrase con sus compañeros que escarban desde Yera, en Vega de Pas. Desde hacía varias jornadas ya se intuía que el encuentro era inminente. En el lado cántabro está el capataz Pedro González Millán, alias “el Torcido”, de 29 años y nacido en Palomares del Campo presionando para avanzar. Son las ocho de la mañana y están desescombrando los restos de la última barrenación de las seis y media de la madrugada. La cuadrilla que se desloma en el avance ha entrado a las ocho de la tarde del sábado. Ahora van a dar las ocho de la mañana del domingo y finaliza su turno. Los que empezarán a deslomarse será la cuadrilla del capataz Juan Lorenzo González Frías, cacereño de 37 años.
 
La cuadrilla de Juan estaba formada por José Dios Vidal, Pedro Martín Cáceres, Eloy Rocamonde, Julián Martínez Villalba, Victorio Fernández Montalvo, Arturo Pereira Domínguez, Francisco Martín Olmos y Juan Álvaro Capellán “el Chispa”. Serán estos los que a las 08:10 horas derriben la última barrera y rocíen a sus compañeros que avanzaban desde el lado de Las Merindades. El agujerito es de unos centímetros de ancho y de gran profundidad. Pueden oírse, pero apenas verse. Desde el lado burgalés pasaron un alambre por el orificio para saber los metros que faltaban: eran seis metros de roca. Unas horas después las cuadrillas lograrán estrecharse las manos.

Hoja del Lunes 
29/04/1959
 
Lo sorprendente es, según detalla el periódico “Alerta”, que en la parte de Las Merindades las obras llevaban suspendidas ocho días por las dificultades del terreno. Pero antes de paralizarlas se hizo una perforación. La barrena introducida desde la parte santanderina del túnel coincidió con el hueco taladrado en la parte sur. La punta de esa barrena será bañada en plata y enviada después al Ministerio de Obras Públicas como recuerdo de la gesta, según anuncia la empresa.
 
“El Diario Montañés” publicó el 26 de abril que la excavación de los 6.976 metros de cordillera se había completado esa madrugada. De ellos, 3.496 metros en la provincia de Burgos. Se escuchó hasta el volteo de campanas… y los dueños de algunos comercios dispararon cohetes. Radio Nacional de España en Santander leyó la noticia para toda la nación. Como el lunes solo se publicaba la “Hoja del Lunes” el resto de periódicos esperó hasta el martes para difundir el logro. El “Diario de Burgos” del martes 28 de abril de 1959 nos daba cifras para asumir la grandiosidad de la obra: 10.000 metros cúbicos de revestimiento; 600.000 metros cúbicos de escombros; 575.000 kilos de explosivos; 70 toneladas de acero; 20.000.000 de kilovatios hora; 300 millones de pesetas; y unos 650 trabajadores.

Diario de Burgos 
01/05/1959
 
El presidente de la Cámara de Comercio burgalesa, Mariano Pérez López, hizo pública su satisfacción por el remate de una obra “colosal y trascendente” dada la “indiscutible realidad de que Santander es el gran puerto de Castilla”. Incluso el general Díaz de Villegas, director general de Plazas y Provincias Africanas, envió un telegrama al gobernador civil de Santander alegrándose del enlace.
 
El redactor de “El Diario Montañés”, Julio Poo San Román recogió de los obreros, en Vega de Pas, que “creíamos que nos desmayábamos cuando la perforadora se hundió hasta el mismo martillo. Comenzamos a dar gritos de alegría y, ya ve usted, a pesar de la longitud del túnel, a los dos minutos ya se sabía en la boca”. ¡Como para mantener un secreto! “La que se organizó no es para dicho. A través del boquete abierto pudimos establecer comunicación con los de la zona de Burgos”. Otro periodista se acercó a Yera, Alfonso Prieto, de “Alerta” y entrevistó al capataz González Frías que aseguró que estaban dispuestos a alargar su turno más allá de las doce horas hasta lograr el objetivo, “pues habíamos hecho cuestión de honor con la otra brigada, la del Torcido, el conseguirlo”. El barrenero Martín explicó cómo se dio cuenta de que el túnel estaba calado: “Al no encontrar resistencia, metí la barrena entera. Después, desde la otra parte vieron salir el agua de nuestro martillo y nos llamaron entusiasmados”.

Diario de Burgos
08/05/1959
 
El domingo 27 de abril de 1959, el ingeniero del Estado de la Jefatura de Ferrocarriles Joaquín Bellido y Alonso y el ingeniero de la empresa “Portolés y Cía”, Manuel Sainz de la Mora, visitan el enlace del túnel desde el lado de Valdeporres. Junto al encargado general en este lado, Pedro Escoda, se reúnen con el encargado en Vega de Pas, Antonio García.
 
La compañía “Portolés y Cía.” premió a todos los obreros con una fiesta el Primero de Mayo y a la brigada de González Frías, además, con “una gratificación que estará de acuerdo con los meses de trabajo en el túnel de cada uno de ellos” y con tres días libres pagados, el 29 y 30 de abril y el 1 de mayo. Los trabajadores que enlazaron ambas partes, extraoficialmente, celebraron su hazaña mediante seis botellas de coñac regalo de la empresa. Lo más difícil estaba hecho y ya solo faltaban las vías y el tren. Poco podían sospechar que nunca llegaría y que habían hecho cumbre en una sima.
 
Diario de Burgos 07/05/1959

Lo que acabamos de decir no importó el 8 de mayo de 1959 cuando llega una comitiva de autoridades hasta la boca de Vega de Pas, y después hasta la boca sur, en Valdeporres (Burgos). En ambos lados felicitan a trabajadores y responsables del proyecto. En la caravana oficial hay de todo: gobernadores civiles y militares, alcaldes, concejales, presidentes de diputaciones, diputados provinciales, presidentes y responsables de cámaras de comercio, ingenieros jefes de Obras Públicas y de Industria, jefes y subjefes de departamentos ministeriales, delegados provinciales de Trabajo, delegados provinciales de Sindicatos, mandos de la Renfe y jefes de las comandancias de la Guardia Civil. Nada que envidiar a los cobradores de dietas que participan hoy de estos saraos. Los vips fueron organizados en un pequeño tren, desde la entrada sur del túnel, para  recorrer dos kilómetros y medio, y continuar después unos cien metros a pie hasta el punto en el que el 26 de abril coincidieron las brigadas enfrentadas.
 
El lugar estaba retocado para que políticos y periodistas estuviesen cómodos y saliesen guapos en las fotos. Los políticos de hoy no han inventado eso. Para ello, durante la semana previa a la inauguración oficial se ensanchó la galería a ambos lados del agujero. También taparon el boquete para que lo abriese el político de la dictadura de turno. Como hoy. El honor le correspondió a Pascual Lorenzo Ochando a las dos menos veinte de la tarde del 8 de mayo. Apretó el botón que disparó la voladura y el túnel de La Engaña quedó, oficialmente, perforado. Dejó un claro boquete de unos dos metros de diámetro.


Diario de Burgos 09/05/1959
 
Luego se desplazaron a Villarcayo para el ágape en el restaurante “La rubia”. Pagaba la constructora “Portolés y Compañía”. La empresa comentó que emplearía otros dos años en rematar la obra. De hecho, en esa comida, el director general de Ferrocarriles, Pascual Lorenzo Ochando, se comprometió a la terminación del Santander-Mediterráneo. Es una promesa de presidente de gobierno: mentirosa y traicionera. A los postres habló el director gerente de “Portolés y Cía”. Julio Poo San Román, periodista, resumió sus palabras: “dedica un recuerdo emocionado y piadoso a las dieciséis víctimas que han caído durante la perforación en el cumplimiento del deber, y solicita del director general de Ferrocarriles autorización para colocar una placa de mármol con sus nombres en un lugar adecuado del túnel”. Añadió que “este ferrocarril se reanudó en 1941, bajo el mando de Franco y siendo ministro de Obras Públicas don Alfonso Peña. Por tanto, al caudillo corresponde la satisfacción y el honor de haberse iniciado y terminado, bajo su mandato, el mayor túnel de España, construcción que se ha logrado gracias a esta paz y justicia social que hoy disfrutamos”. No se le ocurre mencionar a los presos republicanos forzados a trabajar en la obra durante los primeros años bajo “Ferrocarriles y Construcciones ABC”. Anuncia que el túnel acabará “antes de un año”. Lo terminaron en abril de 1961, cuando ya se sabía que no circularían trenes bajo la bóveda, aunque nadie daba definitiva la decisión. Cosas de políticos que te mienten mediante varias píldoras. Ventana de Overton dicen llamarlo.
 
José de Aguinaga, coautor junto con su padre Ramón del proyecto del Santander-Mediterráneo que se ejecutó en sus seis primeras secciones, está en la comida como director adjunto de la Renfe. Es un gran defensor de esta obra y de su finalización. El gobernador civil y jefe provincial del Movimiento de Burgos, Servando Fernández-Victorio, que habló en su nombre y en el de su homólogo de Santander, Jacobo Roldán Losada, insistió en su certidumbre en la finalización de la obra. Y, “la obra”, se finalizó. Exactamente eso: pusieron fin a la obra y no hubo tren.
 
Lorenzo Ochando, que habla en último lugar en los postres, dijo que sí a la finalización de las obras. Afirmó que ese ferrocarril es “de indiscutible importancia” y que se acabaría, pero al ritmo que permitiesen los presupuestos. Traducido del politiqués: tarde, mal y -ciertamente- nunca.

 
En ese salón estaba, también, Julio Danvila, consejero de la Renfe y del Banco de España, entre otras cosas. Comentó a “El Diario Montañés” que el Santander-Mediterráneo “no solo es rentable, sino que, financieramente, es ultrarrentable, no solo para el Estado, sino también para todas estas provincias”. Sabemos, a su vez, que Danvila propuso que las diputaciones adelantasen al Estado el coste restante de las obras y que estas se acometiesen de inmediato para aprovechar el despliegue organizativo y de medios que ha requerido el túnel. Acabada la galería, “máximo obstáculo que se oponía, lo que resta es lo de menos. Por ello creo que las posibilidades de terminación no solo son insospechadamente rápidas, sino que así se llevarían a cabo en unas condiciones formidables si se aprovecha este momento crucial”.
 
No fue así. No es que los políticos mintieron, sino que cambiaron de opinión. Como los de hoy. No se invirtió más en el ferrocarril. El túnel de la divisoria se completó, pero el gobierno franquista había renunciado poco después a completar el trazado, a la terminación. Era 1959.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Túnel de La Engaña. La hazaña estéril”. Teresa Cobo.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El adelantado de Segovia”.
Periódico “Imperio”.
Periódico “El diario de Ávila”.
 
 

domingo, 21 de abril de 2024

Los turcos al amparo de Baró.

 
 
Permítanme el juego de palabras del título con el nombre de una actriz española llamada Amparo Baró y que falleció en 2015. Para la gente de mediana edad la recordaremos en la serie “Siete Vidas”. Fuera aparte de esto resulta curioso un pueblecito -ahora ya solo es una granja- con un nombre que la gente común catalogaría como “catalán”. Y lo de los turcos… ya lo verán.

Elenco de "7 vidas"
 
Baró ha desaparecido como del Nomenclátor provincial de Burgos, aunque sigue en las estribaciones de la Sierra Salvada, al fondo de un valluco y cercano al curso del arroyo de la Llosa. La encontrarán en un cruce de tierra con la carretera BU-550. Inaccesible. Está adscrito a Teza de Losa. Baró es uno de los cinco pueblos del Ayuntamiento de la Junta de Oteo, con 1.889 habitantes en 1940, que han quedado despoblados desde entonces. Los otros fueron Vescolides, Quincoces de Suso, Gobantes y Cabañes de Oteo.
 
En sus cercanías hay algunos yacimientos arqueológicos pertenecientes a las edades del Bronce (Cueva del Rebollar) y del Hierro (castros de Robredo de Losa y Villota). El origen del asentamiento estaría relacionado con la repoblación del obispo Juan y el abad Paulo del siglo IX. La primera vez que aparece Baró en la documentación es hacia el año 872 en que se cita como referencia geográfica en un par de ocasiones en la fundación del monasterio de San Martín de Losa (después convertido en la iglesia parroquial de Yaña o Llana) y cuando un tal Rodrigo dona al monasterio de San Martín de Losa su iglesia de San Justo y San Pedro.
 
Cortesía de Raúl G. Coto

Será en el año 1189, cuando Alfonso VIII donó al monasterio de Obarenes la villa de Baró con su iglesia y monasterio, el barrio e iglesia de San Miguel cerca de Baró, y la iglesia y el lugar de San Miguel que llaman Sobrepeña (recordemos que en Baró también tenía San Millán propiedades: San Justo y San Pedro). Son varias fundaciones que aún se identifican en la toponimia de Baró. El documento de donación refiere la exención de todo pecho, posta, fonsado y fonsadera, pedido, subsidio y portazgo y de todo tributo y gravamen a perpetuidad. Exenciones a los collazos y vecindario poblado y por poblar, es decir, se transfiere el privilegio de inmunidad, prohibiendo la entrada de oficiales regios. Literalmente, según se dice en el documento, se concede al abad la jurisdicción regia o la de los tenentes del rey en la villa de Baró y en el lugar de San Miguel. El documento recoge, asimismo un auténtico apeo del término de Baró donado, al estilo del documento del fuero otorgado a Medina unos antes. Ignacio Álvarez Borge, catedrático de historia medieval, considera que el documento es una falsificación. Gonzalo Martínez Diez, medievalista y sacerdote jesuita, no establece sospecha alguna sobre el documento dado que en el mismo reinado existen otras cartas de inmunidad similares:
 
“Dono et concedo monasterio Sancte Marie de Ovarenes, et vobis domno Munioni eiusdem instanti abatí, vestrisque subscessoribus, et universis monachis ibiden degentibus et futuris, illam villam que dicitur Baro, que este in patria de Losa, cum ecclesia et monasterio ibiden constitutis et cum vico et ecclesia Sancti Michaelis prope Baro, et cum ecclesia et loco Sancti Michaelis qui dicitur Supra rupem, cum collatiis et vicinis populatis et populandis, et cum terris et defesis, cum nemoribus, montibus, fontibus et pascuis, lomendinis, cum egretiis suis, et quanto ibi habeo et habere debeo, ita quod illi qui ibi sunt populati vel populandi de cetero sint excussati ab omni pecto, posta et ab omni prorsus tributo et regio grabamine in perpetuum...
 
Item concedo vobis abati et monachis necnon eidem monasterio omnem meam iurisditionem, vel ipsorum nostrum tenentibus, in illa villa Baro et loci Sancti Michaelis, itaque quod nullus iudex nec maiorinus aussus sit ibidem potestatem exercendi iustitie et iurisdictionis, nec ab ipsa villa et locis et terminis suis extrahere hominen vel mulierem propter homicidium nec propter reditum aliquo modo per premiam vel per violentiam. Item concedo dicto monasterio et vobis sepe dictis abatí et monachis illam villam de Baro et loca supra dicta cum terminis et selis, pascuis et rivis, et nemoribus et montibus, et fontibus et pratis, et silvis, et molendinis quae incipiunt nominari in Spinis manciopiorum espergens sicut scindit rupis usque ad soutum de fonte Baro, et de fonte Baro sicut currit aqua usque ad ripam quae dicitur Capiella et inde dilantantur termini usque ad fimbrias planorum, et usque ad fontem calidam et de isto fonte calido vadunt per totum panum de valle de Baro usque ad sumum itinerario de valle de Baro, et veniunt ad crucijadas, et inde exeunt ad iter regale usque ad puteum de Dauala, ete inde pergunt ad puteum de Spinis manipiorum. Item do vobis et populatoribus de Baro et locis supradictis concedo ut iure hereditario habeatis omnia supradicta in perpetuum, et cum vestris gregibus et pecoribus et armentia infra supradictos terminos acculoare et pacere et adaquare veleatis (sic) nocte ac die.
 
Etiam concedo vobis ut in omnibus et seliis et terris de Saluata que sunt de Mandagoes usque Cobatam et usque ad Sanctum Victorem sicut scindit rupis usque ad summum de Lobate et sicut scindit rupis ad summum de Manata et per iter regale usque ad infima de Manata positis die ac nocte in perpetuum greges et pecora vestra adaquare in fonte de Cobata, et intrare in campo qui dicitur de Vallobar et cum spelunca sua, et habeatis et posideatis illos solos de Cotornal et de Campo rotundo et cum gregibus et armentiis vestris uti et posidere et eis in perpetuum gaudere”.
 
Este documento recoge tres realidades: por un lado, la existencia de los poblados denominados Baró, barrio de San Miguel -que se correspondería con Villanares- y San Miguel de Sobrepeña. A finales del siglo XII, permanecería habitado Baró, y de ahí la denominación de villa, mientras que los otros lugares serían despoblados, o casi. Pero no eran una única entidad porque el documento describe el término jurisdiccional de la villa de Baró que no incluye ni Villanares-San Miguel, ni San Miguel de Sobrepeña. Tercero, relatan el derecho de pastos de día y de noche, y de hacer seles y tierras en Sierra Salvada en un espacio comprendido por Lobera, Mandagoa y Cobata, topónimos identificables en los mapas actuales. Vemos aquí la reordenación del sector de Las Merindades fronterizo con el valle de Angulo, Orduña y Ayala.

Cortesía de "Tierras de Burgos".
 
A finales de la Edad Media nos consta que el monasterio de Santa María dio paso a la parroquia del mismo nombre cuya titularidad era ejercida por un monje benito con el título de prior. La iglesia del barrio de San Miguel funcionó durante un tiempo como parroquia eludiendo el concejo la obligación de cumplir en la monasterial de Santa María.
 
A mediados del siglo XVIII debía existir algo de aquella fundación monástica, si nos atenemos a lo expresado en el Catastro de Ensenada, en cuyas respuestas generales se menciona a un tal Joseph López "prior en este lugar de Baró". La toponimia del lugar, con nombres de términos tan sugerentes como "El Convento", "Barrera de los Frailes" o "Finca de los Frailes", recuerda la presencia de aquel antiguo monasterio. ¡Y eso que a los lugareños les llamaba “turcos”! Se cantaba un dicho popular sobre ellos: "A la i, a la o, los turcos de Baró ".

 
Baró tenía hospital de leprosos que fue creado en tiempos de Alfonso VII (1127-1157). Entendemos que bajo la advocación a San Lázaro fundado por la orden del mismo nombre. Estos hospitales únicamente se levantaban en las afueras de las ciudades o centros urbanos donde solía surgir un barrio. Pudo ser un intento de reorganizar la zona con este centro urbano de Baró al estar cercan del eje de comunicaciones Mena-Angulo-Ayala y la calzada que atravesaba Losa. En 1259-1260 había en Baró dos conventos ligados a la orden de San Lázaro, dedicados al cuidado de leprosos que pidieron incorporarse al monasterio de Obarenes y adoptar su regla.
 
Hay nuevas referencias a Baró cuando D. Martínez, mancebo de Baró, y P. Sanz, el fraile de Baró, hacen de testigos en la venta de una era de sal en Salinas de Añana al monasterio de Bujedo en 1207.
 
El fuero de Baró fue confirmado, posteriormente, por Fernando IV (1295-1312) y Alfonso XI (1312-1350). El desarrollo de Orduña hizo que los caminos de comunicación con el señorío de Vizcaya y con Guipúzcoa, que se incorporó a la Corona de Castilla en el año 1200, se trasladasen a la zona de Villalba de Losa, situada al Este de esa misma jurisdicción.
 
A los pocos años de la fundación del hospital por Alfonso VII, su nieto Alfonso VIII deshizo el intento de crear un núcleo urbano con la ya comentada donación a Obarenes, como consecuencia del impulso como villa real de Villalba de Losa, que estaba incluida en la misma jurisdicción, y que continuará siendo realenga hasta 1350. Debió tener fuero, pero lo desconocemos. Nos lo confirma el hecho de que Villalba es una de las tres villas de las Merindades que acudía a las Cortes de Burgos en 1313 junto a Medina y Frías. Baró no se recoge en el Libro del Becerro de Behetrías quizá por su total exención fiscal.

Baró 1980-1986

Baró se integró en la Junta de Oteo en 1591 cuando tenía 13 vecinos, 12 de los cuales eran hidalgos, ningún pechero y un clérigo. En 1707 Baró tenía la iglesia dedicada a Santa María que pertenecía al monasterio de Obarenes que también llevaba los diezmos. Además, tenía una ermita de la Magdalena. Para aquellos momentos, en Baró, estaban los despoblados de Cubilla, Villanares, Villazar, San Miguel de Sobrepeña, el monasterio de Santa María, el hospital de San Lázaro y la ermita de la Magdalena. San Miguel, San Justo y San Pedro serían los centros de culto de Villanares, Cubilla y Villazar.
 
En el año de 1753 llegó a Baró Felipe López, juez subdelegado de la Real Junta Contributiva para realizar el catastro que se conoce como el Catastro del Marqués de la Ensenada. Ante él se presentaron Antonio del Barrio y Esteban de Perea vecinos del pueblo y peritos designados por José de Guinea para contestar al interrogatorio. También estuvo José López, prior y vicario cura de Baró. Informaron, lo primero, de que era lugar de realengo integrado en la Merindad de Losa y, dentro de ésta, en la Junta de Oteo. Contaba entonces con una población de doce vecinos, cuya actividad se repartía entre la labranza (trigo, cebada, avena, yeros y legumbres) y la ganadería (vacas, novillos de huelgo, yeguas de recría, potros, caballos para el gobierno, ovejas, carneros, borros, cabras, castrones, chivos y cerdos para el consumo y recría). Entendemos que la tierra era de secano y no se producían hortalizas. También había algunos manzanos y olmos en los márgenes de las tierras. Esta docena de vecinos y sus parientes ocupaban las once casas que entonces había en el pueblo, contándose entre ellas la taberna, que la tenía arrendada Juan Quintana, "con la obligación de tenerla proveída de vino para las urgencias a viandantes que pasasen". Había también un molino harinero de una sola rueda que molía "por lo común un mes al año, en las avenidas o gruesas nieves" y que se arrendaba en media fanega de trigo al año. Había treinta y seis colmenas.

Iglesia de Baró
 
Su iglesia, dedicada a Santa María Magdalena, es pequeña, de una nave y grandes contrafuertes en su hastial de la izquierda, con ábside rectangular y portada de medio punto bajo pórtico cerrado con puerta adintelada alta y espadaña con dos huecos y dos campanillos, rematada en frontón, pináculos y cruz. Ha sido restaurada por los propietarios de la granja. El único libro parroquial que ha llegado data de 1897.
 
El diccionario de Sebastián Miñano, realizado entre el año 1826 y 1829, nos dijo que había cuarenta y seis habitantes y un párroco. Que producían trigo, cebada, legumbres, avena y yeros (planta herbácea para alimentar el ganado). En el diccionario de Madoz, unos treinta años después, nos dicen que:
 
“(…) Situado en un valle cercado de cuestas aisladas, con libre ventilación y clima saludable; tiene 26 casas de 15 a 25 pies de elevación, con solo piso bajo las más, formando un cuerpo de población y calles sin empedrar; igl, parr. titulada de la Magdalena, y servida por un cura exclaustrado, cuya provisión era antes de los monjes benedictinos; cementerio en paraje ventilado, y una fuente y un arroyo que solo corre en el invierno, de cuyas aguas se surten los vecinos para su consumo doméstico y otros usos; confina, N. Añes, E. Villota, S. Teza y O. Quincoces. (…) El terreno es delgado, pedregoso y lastroso; se divide en tres suertes, contándose 60 fanegas de sembradura de la primera, 80 de la segunda y 180 de la tercera, que producirán de 5 a 7 por 1. Como queda dicho, pasa por el pueblo un arroyo de curso periódico, el que sirve para fertilizar algunos trozos de tierra en las épocas que no carece de agua. Los caminos son locales y se hallan en regular estado. Producción: trigo, cebada, yeros, avena y legumbres, pudiendo calcularse la cosecha en un año común en 850 fanegas de la primera especie, 200 de la segunda, 230 de la tercera, 200 de la cuarta, y 560 de la última; la principal cosecha es la de trigo, y sin embargo faltan granos para el consumo; cría ganado lanar y cabrío en número de 446 cabezas, de las que se sacarán sobre 24 a. de lana; vacuno, yeguar y caballar; y caza de liebres, perdices, zorros y lobos. Su comercio consiste en compra de granos, vino, aceite y ropa, y venta de ganados, Población: 8 vec., 30 almas; cap. productiva: 111.610 rs.; IMP.: 10.108”.
 
En 1860 el sacerdote de esta población era Mateo Oribe Torre, de 30 años. Era una iglesia de tipo rural de segunda categoría y cuarenta y dos residentes. Lo mismo seguía en 1872.
 
EL diccionario Riera de 1881 nos dice que había “sobre 84 habitantes” y 21 edificios de poca altura con una iglesia consagrada a Santa Magdalena. Me parece una población demasiado numerosa. Su industria era agrícola, pero nos dice que había “algunos mecánicos” lo que no aclara mucho. Incluso puedo llegar a pensar que fuese una frase vacía. Baró gozaba de buena ventilación y clima saludable. En 1894 nos contaban que continuaba teniendo 21 edificios habitables.

Baró 2020
 
Hacia 1950 llegó la luz eléctrica procedente de la central de Puentelarrá pero los 33 habitantes de Baró siguieron sin tener agua en las casas; sin escuela (los 11 niños que vivían en el pueblo a mediados de siglo iban andando a la de Villota); sin carretera (siempre por caminos carreteros en mal estado, y solo a Quincoces de Yuso y a Villota); o sin medios para salir del pueblo cuando las nevadas. Tenían siete casas destinadas a vivienda y quince a otros usos. Normal que escapasen hacia Quincoces de Yuso, Arceniega o Bilbao. En la década de 1960 ya estaba despoblado.
 
Algunos vecinos de Baró, desde su particular diáspora, recordaban a Santiago Ungo, el último turco que tuvo el pueblo y que, también, se marchó. Señalemos que Vicente Cabañes fue el último enterrado en el cementerio y la última boda fue la de Crisanta Abechuco con un pastor de Villabasil. La fiesta patronal de Baró se celebraba el 22 de julio -La Magdalena- cuando los “turcos” tomaban un puchero de garbanzos y un guiso de oveja. De dicho puchero era costumbre servir también una ración a los pobres de solemnidad que desde otros lugares próximos se acercaban a la fiesta. Los bailes eran amenizados primero por gaita y tamboril y en los últimos años con acordeón.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo. La provincia de Burgos: sus pueblos, su historia, sus personajes, sus iglesias…” Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las siete merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas Magro.
“Burgos. Los pueblos del silencio”. Elías Rubio Marcos.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Diccionario Geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián Miñano.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar”. Publicado bajo la dirección de Pablo Riera y Sans con la colaboración de varios distinguidos escritores.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1846-1850)”. Pascual Madoz.
Estadística del Arzobispado de Burgos.
“Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950”.
“Anuario de comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Indicador general de la industria y el comercio de Burgos”. M. Velasco.
Instituto Geográfico Nacional de España.
Pinterest de Raúl G. Soto.
Genealogía de Baró.

domingo, 14 de abril de 2024

Pero, ¿Pelayo es un santo? ¿Y tiene iglesia?

 
 
Pues, sí. El truco está en que cuando decimos “Pelayo” muchos pensamos en el primer rey de Asturias, pero el Pelayo coprotagonista de esta entrada es otro. El nuestro, también conocido como Paio o Pelagio, nació en Albeos en 911 y murió en Córdoba el 26 de junio de 925. Día en que se celebra su fiesta en el santoral católico.

"Martirio de San Pelayo" (Juan Soreda)
 
Este muchacho fue educado en Tuy por su tío Hermoigio, obispo de esa población. En 920 acompañaba a Hermoigio y a la corte del rey de León en apoyo del reino de Pamplona, que estaba siendo atacado por el califa Abderramán III. Derrotados en la batalla de Valdejunquera, tío y sobrino fueron apresados. Después de tres años de cautiverio el obispo fue liberado, pero Pelayo permaneció cuatro años como rehén en Córdoba porque su tío no pagó su rescate y, Paio, dedicó ese tiempo al proselitismo (actividad muy peligrosa cuando gobierna el islam) lo que provocó -según su hagiografía- que fuera tentado por Abderramán III para hacerse mahometano. Lo rechazó: "Si, oh rey, soy cristiano. Lo he sido y lo seré por la gracia de Dios. Todas tus riquezas no valen nada. No pienses que por cosas tan pasajeras voy a renegar de Cristo, que es mi Señor y tuyo, aunque no lo quieras".

 
Cuenta el santoral que Abd al-Rahmán III quería sodomizarlo (No sé yo…), a lo que Paio se negó, por lo que fue torturado y martirizado. Después despedazado mediante tenazas de hierro y tirado al Guadalquivir. Sus restos pudieron ser recogidos por los cristianos de Córdoba y enterrados en el cementerio de San Ginés y -supongo que aprovechando que ya estaba desmembrado- su cabeza en el de San Cipriano. Siendo considerado mártir, enseguida pasó a recibir culto. A partir del siglo XI, en que los reinos cristianos intervenían en la política interior de los reinos de taifas, muchos restos de santos cristianos fueron trasladados al norte como reliquias. Esto fue lo que ocurrió con los de San Pelayo: primero a León y luego al monasterio benedictino de Oviedo que lleva su nombre.

 
Y, además, su nombre lo lleva la iglesia parroquial de Puentedey. Un templo, que, como muchos, disfruta de un alegre eclecticismo estilístico con estructura gótica, restos románicos y otros añadidos posteriores. Tiene una privilegiada ubicación en lo alto del pueblo, junto a la llamada Comunal. Incluso tenemos un precioso reloj de sol con forma de lira invertida que se apoya en la cornisa de la esquina sureste del tejado del pórtico. Es un modelo de reloj poco habitual, se conoce otro igual en una casa de Meano (Navarra). Las horas van inscritas en números romanos, de VI de la mañana a VI de la tarde, en una banda rebajada que recorre todo el borde de la placa de piedra. La varilla es de un apoyo y terminada en punta de flecha.



 
El templo data de principios el siglo XII y es la edificación más antigua de Puentedey. Dentro nos encontramos con una iglesia sencilla. Consta de planta basilical de una nave con la Capilla de la Virgen y la bautismal divididas en el interior por un pilar y un pórtico con campanario.

 
Del periodo románico disponemos el alzado y la cubierta. Hay en pie tres tramos con cubierta de bóveda de cañón apuntado separados por los correspondientes arcos fajones apeados sobre pilastras. Los muros se levantaron de piedra caliza mientras que la cubierta se hizo con toba. En la base de la bóveda vemos una imposta decorada con ajedrezado, rombos y un tallo ondulante cobijando hojas. Quizá de origen románico. Tenemos la capilla de la Virgen con bóveda de crucería de finales del Siglo XIV o principios del siglo XV.

 
La imagen de la Virgen con el niño de su capilla sigue el modelo bizantino de la Kiriotissa, es decir, sentada en el trono, rígida, coronada y el niño sentado sobre sus rodillas dándola la espalda. Mantiene parte de su policromía original.

 
En el altar vemos un retablo renacentista del Siglo XVI con unas interesantes tablas. El sagrario sería posterior (de mediados del siglo XVII). Destacan en él, unas tallas en relieve un tanto toscas. El ábside es rectangular con pilastrones en esquinas.

 
Un cuadro del Beato Adrián Saiz preside la capilla bautismal sobre la pila del siglo XII en la zona reservada para los niños en los momentos de culto. La pila es de copa, lisa, con simple moldura en borde y pie cilíndrico.

 
Como en la antigüedad no tiraban las cosas, y menos las que procedían de los templos, sabemos que a la vieja fábrica corresponde el muro sur, en el que se conserva una ventana con la misma forma tanto en el interior como en el exterior. 

Es un arco de medio punto que apoya sobre dos columnillas con sus capiteles, los de fuera tapados por una viga del pórtico y los de dentro decorados con aves afrontadas y máscaras antropomorfas. Los bordes de los huecos aparecen recorridos por una moldura sogueada.

 
La portada es románica popular, con un tímpano donde se presenta la figura de un luchador contra una serpiente, bajo pórtico cerrado, con amplio arco de medio punto. Los rasgos desproporcionados podrían querer destacar los elementos más simbólicos y expresivos.


Por último, hay que señalar en el exterior la reutilización de algunas partes de la cornisa románica decorada con ajedrezado, así como varios canecillos con figuras humanas y elementos geométricos.

 
La torre es cuadrada con aleros moldurados, seis huecos y cuatro campanas. Desde ella se domina todo el pueblo.
 
Al estudiar los enterramientos sólo pudo observarse restos óseos manipulados y otros documentos religiosos sin valor histórico referentes a tratamientos de la peste, y capítulos bíblicos. La losa situada frente a la puerta principal parece transportada de algún sepulcro cercano.

 
Sus libros parroquiales dan comienzo en el año 1659.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Puentedey. Historias de los días de antaño”. Miguel Ángel Alonso Saiz.
“Puentedey. Iglesia de San Pelayo”. Texto: MIG - Planos: IRA - Fotos: AGG.
“Relojes de sol de la diócesis de Burgos”. Pedro J. Novella.
“Burgos. Todo románico”.

domingo, 7 de abril de 2024

Gregorio, el desconocido laureado menés.

 
 
Hoy intentaremos conocer algo de la vida de Gregorio Conde y Ortiz de Taranco que nació en Villasana de Mena en 1792. Nada hay publicado sobre su infancia ni su familia, pero debieron tener “posibles” porque el muchacho seguía estudiando con dieciséis años. Es entonces, diciembre de 1808, cuando abandona sus estudios de tercer año de Filosofía para ingresar como soldado distinguido en el Batallón de Estudiantes de la Real Universidad de Toledo. Por tanto, debemos suponer que estaba estudiando en esa ciudad. ¿No les decía que era una familia con posibles económicos?

Villasana de Mena
 
El Batallón fue creado por profesores de esa universidad en agosto de 1808. Inicialmente fueron seiscientos hombres distribuidos en cuatro compañías con oficiales y suboficiales profesionales extraídos del ejército. Al batallón podían incorporarse alumnos y profesores. Los alumnos gozarían de beneficios académicos que incluían ser aprobados por el tiempo que debieran destinar a la Milicia Nacional junto al Batallón. En la retirada a Sevilla de la Junta Suprema Central y Gubernativa del Reino, el batallón de voluntarios les escoltó llegando a esa ciudad hacia el 17 de diciembre. Dicha junta se formó en septiembre de 1808 en Aranjuez y fue un órgano que ejerció los poderes ejecutivo y legislativo durante la ocupación napoleónica de España. Lo componían representantes de las juntas que se habían formado en las provincias españolas. De Sevilla partiría a la Real Isla de León en enero de 1810.
 
Este batallón de Toledo fue el embrión de la Academia Militar de Sevilla. Para que comprendamos la calidad de los integrantes de la unidad de Gregorio estaba el futuro Regente de España durante la minoría de edad de Isabel II y líder del Partido Progresista Baldomero Espartero.


Conde y Ortiz de Taranco fue ascendido a sargento segundo en 1809. El avance francés empujó al Ejército de Extremadura -donde estaba integrado el Batallón de Estudiantes de la Real Universidad de Toledo- a la isla de León. Será el momento en que nuestro menés fuese transferido al Regimiento de África. En 1810 asciende a subteniente. El 5 de marzo de 1811 tomó parte en la batalla de Chiclana y, a continuación, en la defensa de la isla de León, en la expedición y desembarco en Almería, en el ataque a la Venta del Baúl (Granada) y, en el mes de diciembre, en el sitio y fractura de la línea de Valencia formando su unidad parte del segundo ejército de la derecha español. Su suerte se terminará en enero de 1812 cuando capituló la ciudad ante el mariscal francés Suchet y a Gregorio lo trasladaron a un campo de prisioneros en Francia.
 
El avance de los reinos coaligados hacia Francia y el derrumbe del estado napoleónico permitió a Gregorio fugarse en febrero de 1814 y unirse al ejército aliado ruso. A su regreso a España se reincorporó al ejército con el empleo de subteniente de su antiguo Regimiento de África. Entre octubre de 1816 y junio de 1820 defendió la plaza de Ceuta. De ahí pasó a la Península al Regimiento Provisional de la Princesa. En 1823, a las órdenes del mariscal de campo Juan Downie Forrester -un escocés que vino con Wellington y que fue ascendido por Fernando VII- Gregorio defendió, en Sevilla, las vidas de la Familia Real frente al gobierno del “Trienio Liberal”. Fue apresado en el Real Alcázar; se fugó; y participó, el 13 de junio, en el levantamiento de Sevilla en apoyo del Rey y contra el régimen constitucional. Formó parte de la turba del día 16 en el ataque del puente de Triana contra las tropas del liberal general López Baños.

 
Y tras analizar estos años de la vida de Gregorio y rastrear la prensa nos encontramos a un Gregorio Conde que, en 1821, firma un documento a favor del gobierno como miembro del Regimiento de África. Tras las firmas de muchos militares el texto terminaba: “Lagrimas de ternura derramamos al ver el puro y desinteresado patriotismo de todos los ciudadanos militares; ¡facción liberticida confúndete en el polvo, ó huye de un suelo en donde no se oye más grito que el de constitución ó muerte!” ¿Seguía en el regimiento de África y no en el de la Princesa? ¿Mutó de constitucionalista a absolutista en tres años? ¿Era un militar acomodaticio? ¿Había varios Gregorios Conde?
 
Lo digo porque en Jimena de la Frontera (Cádiz) hubo un levantamiento liberal el uno de agosto de 1824. Conde y Ortiz de Taranco, al mando de seis hombres, arrolló a los antifernandinos y los dispersó. ¿Fue recompensado? ¡Claro! Obtuvo la Cruz de San Fernando de primera clase. Un año más tarde le sería permutada por la Cruz de segunda clase laureada. En diciembre de ese año ingresó en el tercer Regimiento de Granaderos de la Guardia Real de Infantería con el empleo de capitán. Una carrera meteórica a la sombra del poder de la década ominosa.
 
Tras la muerte de Fernando VII, y a pesar de su perfil absolutista, como otros muchos militares se mantuvo fiel a la reina regente y luchó contra los carlistas en la guerra de 1833 a 1840. No sé si se mantendría en el último regimiento mencionado por tres razones: no parece probable que la Guardia Real fuese al frente de guerra; la regente y sus cortesanos mantendrían alejado de ciertos puestos a un “persa”; y le situamos en la retirada de Hernani a San Sebastián, el 13 de mayo de 1835, cuando se le concedió el empleo de primer comandante y la Cruz de segunda clase, laureada, que le sería concedida por Real Orden de 30 de diciembre de 1844, una vez superado el obligado juicio contradictorio. Vemos un Gregorio Conde combatiendo en territorio foral contra los carlistas en la zona de Arroyabe el 31 de agosto de 1836. El texto da a entender que estaría encuadrado en una de las siguientes unidades: regimiento de infantería de San Fernando, el tercero ligero y el de la Reina.

 
Siendo primer comandante graduado de coronel y estando en situación de retirado en Madrid, por Real Orden de 17 de marzo de 1845, se le concedió una pensión de 10.000 reales anuales por estar en posesión de dos Cruces laureadas. Tendría, entonces, unos 53 años. Siguiendo el rastro de la prensa nos encontramos un militar homónimo que cobra del Tesoro Público de Madrid por los servicios prestados en la fecha de 1856. En este caso, de ser nuestro hombre, tendría 64 años de edad que no resultaría extraña.
 
No hemos encontrado la fecha de su muerte ni su estado civil ni si tuvo descendencia.
 
 
 
 
 
Bibliografía:
 
Real academia de la Historia.
Diario Oficial de Avisos de Madrid.
Periódico “El español”.
Periódico “El eco del comercio”.
Periódico “El espectador”.
Gaceta de Madrid.