Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 27 de febrero de 2022

Un hombre del siglo XVIII vio un largo tobogán.

 
 
¿Quién no ha visto en el cine esas películas del oeste en donde se talaban árboles que fluían río abajo? O más cerca, ¿Alfredo Landa en “El río que nos lleva”? Por no hablar de un joven Josep Borrell apareciendo en los telediarios del felipismo disfrazado de recio montañés leridano montado en su almadía. ¿Qué tienen en común? Troncos y ríos como transportistas.

 
Pero, ¿Cuándo no hay ríos cerca cómo llevamos cómodamente los troncos? Claro que la pregunta puede ser otra: ¿Debemos talar árboles alejados de los cursos fluviales? A veces, sí. Y el terreno habrá que prepararlo para que las yuntas de bueyes logren trasladar los troncos hasta el molino. Un jaleo. Pero hubo otro método que no era trasladarlo por helicóptero –más que nada porque no estaban inventados-. Se trataba de los canales de troncos. ¿”Lo cualo”? Hablamos de un canal para arrastrar madera desde las montañas donde fueron talados hasta los lugares de transformación utilizando agua corriente… o la ley de la gravedad. ¿Problema? Aunque era una alternativa barata al transporte animal tenía limitaciones de mantenimiento. Los primeros canales eran rampas cuadradas propensas a atascos que podían causar daños y requerían un mantenimiento constante.

 
La necesidad del resbaladero de Lunada surge lejos, tanto en el tiempo como en el espacio. Desde el siglo XVI se buscaba hacer buenos cañones en España. A inicios del siglo XVII la escasez de artillería y de cobre para fundir el bronce era tal que la Junta de Fábricas de Navíos sugiere a Felipe III traer de Flandes dos casas de fundidores de bronce para a Lisboa y La Coruña y otras tantas de hierro que podrían establecerse en Vizcaya, Guipúzcoa o "Las Montañas". Al final las fundiciones de hierro se instalaron en la zona de Liérganes ante el rechazo vizcaíno y el abundante y regular curso del río Miera.
 
Además era fácil obtener allí la energía al estar rodeado de extensos y frondosos bosques y que la mano de obra auxiliar sería abundante y barata dada la pobreza local. Pese a los nuevos intentos del Señorío de Vizcaya para abortar el proyecto, Felipe IV aprueba el dictamen del Consejo el 3 de mayo de 1622. A partir de este momento da comienzo una explotación sin control del arbolado de la comarca. Ante la creciente dificultad en el acopio de carbón vegetal, se dicta en 1718 la Real Cédula por la que se creaba la Dotación de Montes. Esta fijaba un término de cinco leguas a la redonda de las fábricas en el que solamente se autorizaba a éstas a cortar leña gruesa para hacer el carbón necesario para las fundiciones.

Resbaladero de Lunada
Foto Cortesía de José Antonio San Millán Cobo
 
La Dotación trajo la paulatina desaparición de las pequeñas ferrerías y de la mano de obra que en ellas se empleaba, no compensada por los empleos creados por las fundiciones. En el último tercio del siglo XVIII el problema del abastecimiento de carbón empeora y la Dotación de cinco leguas de 1718 se hace insuficiente. En 1783 ha de ampliarse con las zonas de Soncillo, Cilleruelo, Sotoscueva, Valdeporres, Espinosa de los Monteros y las merindades de Castilla la Vieja, Montija y Valle de Losa. Estas zonas crean el problema del transporte de la madera a través de la cordillera ante la baja calidad de los caminos carreteros del lugar.
 
Por ello se construirá el resbaladero de Lunada, una estructura del estilo de las descritas al inicio de la entrada. La pena es que no está en Las Merindades porque cae del lado de Cantabria de Lunada. Fue diseñado por el ingeniero austriaco Wolfgango de Mucha o Wolfgang Mücha: una estructura de madera, en forma de canalón, sobre una base de piedra de la que quedan unos pocos restos al final de la carrera. Su longitud era de 1.700 metros (otros autores estiman hasta 2.400 metros) terminando en la finca de la Pila. Para su creación se emplearon cientos de hayas. Este ingeniero tenía conocimientos de las Dotaciones de Montes y del propio río Miera, donde extraerían las maderas para el carbón de la fundición.

Wolfgang Müncha
 
El propio Wolfgango lo había diagnosticado: “Facilitar desde las Merindades de Castilla la Vieja la conducción de leñas por Agua hasta las Reales Fabricas de la Cavada, con el fin de reducirla a carbón al pie de los mismos hornos de las fabricas: con cuyo motivo se le encargó la dirección de las obras Hidráulicas del rio Miera, Canales, Diques, e Ynclusas”. Así el arrastre por acarreo de las maderas hasta el portillo de Lunada, en la misma divisoria, y su deslizamiento por un “escurridero” hasta el nacimiento del río.
 
Ese de Mucha había llegado a la Cavada el 30 de noviembre de 1790 y el 30 de Marzo de 1791 elaboró un informe donde propuso seguir fundiendo con carbón de leña, fabricar el carbón junto a las fábricas, racionalizar la explotación de los montes, seguir empleando los minerales de Somorrostro… El Informe fue aprobado y la primera consecuencia fue la creación de la Empresa del Miera con la que se trataba de resolver el problema del transporte de la leña desde Las Merindades.

Cortesía de José Antonio San Millán
 
Para ese transporte Müncha aumentó el caudal del río Miera mediante esclusas en diversos tramos y construyó el resbaladero. El proyecto estimaba el transporte de 100.000 carros a la Fábrica de la Cavada por 600.000 reales, añadiendo 150.000 reales en las obras del canal con exclusas, rotura de rocas y demás estructuras. Dicho presupuesto se aprobó el 4 de julio de 1791. El inicio de construcción fue el 8 de agosto de 1791 y para el 26 de ese mismo mes ya comenzaron las pruebas.
 
En la empresa del Miera trabajaban habitantes de las zonas colindantes -“por propia voluntad o por obligación” según palabras de Mucha al ministro Antonio Valdés- o por cuadrillas pagadas a un mayor salario. Preferían el empleo forzoso de vecinos.
 
Según Fernando González Camino, el resbaladero principiaba en lo alto del Portillo, en una gran explanada cerrada de cal y canto donde se preparaban las leñas para ser resbaladas. La primera versión del resbaladero se ejecutó apoyado sobre maderas de haya en tijera con una longitud de 2.112 metros. En algunos puntos las maderas que resbalaban “saltaban” del cauce. ¡Llegaron a golpear a dos operarios! Calculan que pudo haber permitido el transporte de unos 1.200 carros de leña. Tristemente, no hay rastros de este primer resbaladero. El definitivo estuvo asentado sobre piedra que minimizase el deterioro climatológico. El ingeniero encargado por el ministro Pedro de Varela Ulloa, Müller, dijo que mediría unos 6.100 pies (1.696 metros) con una pendiente media de veinte grados. Esta inclinación buscaba que el descenso fuese a velocidad moderada y que los troncos pudiesen avanzar sobre la superficie de rozamiento. El ancho oscilaba entre los tres metros y los cinco metros. La obra salvaba un desnivel de 400 metros en dos minutos.

Cortesía de José Antonio San Millán
 
El tramo superior era de 500 metros de longitud. Tuvo dos secciones: una casi rectilínea, con una escasa pendiente y empedrada, que terminaba en un muro de contención que rompía esa pendiente con un aplanamiento y ensanchamiento; otro tramo con una pendiente de treinta grados y trazado en zigzag que reducía el factor de inclinación del terreno. Se construyó con una base de piedra caliza de cuatro metros y medio en las zonas más anchas, con cierta inclinación hacia el interior, en cuyas curvas podían girar los troncos.
 
Los otros dos tramos discurrían rectos, separados por una curva. Los diseñadores tuvieron problemas para salvar el cauce de un regato que da a la parte norte de la estructura. La curva era de difícil drenaje y sufría la acumulación de nieves e, incluso, de desprendimientos de rocas. Ante este problema, Wolfgango de Mucha creó un “desnevadero”.

Cortesía de José Antonio San Millán
 
Para fortalecer la estructura se usaban clavos de nueve pulgadas y se regaba con agua el tobogán para que disminuyera la fricción y pudieran descender los troncos en diferentes épocas del año. Para conseguir al agua, se construyó un arca con forma cuadrada y un vano canalizado hasta el resbaladero. Además para la supervisión del descenso se encontraban algunas atalayas, desde donde se daban señales para que dejasen resbalar las maderas o no bajasen más.
 
Al final del último tramo se encuentra la estación de cambio de pendiente que junto con la aún existente rampa servían para la ralentización de los troncos, hasta llegar a la finca de la Pila donde eran recogidos, registrados y agrupados para su posterior transporte a un estanque represado situado en la parte inferior del muro. Esta finca de la Pila tuvo que ser allanada para poder almacenar las maderas y echarlas al agua. Fue comprada en 1793 por unos 150.000 reales. El agua que se usaba en el descenso por el resbaladero era canalizada para que no crease un cauce natural por mitad de la finca y para aumentar el caudal del río Miera. La cabaña que hay en la finca de Pila se llama Casa del Rey por el escudo real de Carlos III. Es de estilo neoclásico y servía como almacén de maderas y como servicio de quienes trabajaban en el resbaladero. Tiene cierto parecido con las típicas cabañas pasiegas. Se desconoce cómo era su distribución interior originaria.

Carlos III de España
 
Una vez con la madera en esta finca era lanzada a un estanque, inicialmente construido en madera. Pero comprobaron que en verano el cauce del Miera estaba seco. Por ello, se rehízo en mampostería y se construyeron otras presas: Valbuena, Vernayán… Este problema persistiría por lo que se tuvieron que plantear la creación de presas río abajo como es el caso en el arroyo de Vernaya en las Corcadillas, obra mucho mayor que las anteriores. También se modificó el cauce del río Miera en varias ocasiones. Cuando consideraban que había suficientes troncos en la represa junto a la finca de la Pila, abrían las compuertas y agua y troncos bajaban hasta la primera presa situada en La Concha. Allí, un enrejado retenía los leños. Cuando el caudal del Miera era suficiente, se levantaba el enrejado y los maderos seguían el cauce del río hasta otro retén situado en La Cavada.

Cortesía de José Antonio San Millán Cobo
 
Los primeros troncos llegaron a la Cavada el 5 de septiembre de 1792. Sin embargo las obras, que ya se habían iniciado en 1791, continuaban en 1795, especialmente las de acondicionamiento del lecho del río.
 
El proceso de tala se hacía de junio a finales de noviembre. Talaban por el pie del árbol, dejando solo las hayas que tuviesen menos de cuatro pulgadas de grueso para aprovechar al máximo el monte. Aunque, dada la exigencia maderera, de Mucha esquilmó el entorno. Una vez cortados, los árboles debían ser pelados, hendidos, troceados y apilados en los lugares de tala. Se apilaban en 16 pies de largo y 5,5 de alto. En estos apiladeros se retocaban los troncos para que adquirieran las características adecuadas para deslizarles por el resbaladero: debían de medir unos 7 pies (2`1 metros) de longitud, y 1 pie (0`30 metros) de anchura, y poseer un extremo más grueso que el otro para que no se trabara tanto en su descenso por el tobogán o por el río. Estos pesados tocones se subían en carros tirados por dos bueyes o, cuando escaseaban por vacas. Los caminos hacia Lunada eran de diversas calidades siendo el mejor el de la Real Hacienda y el camino real de Espinosa. Durante la ascensión existían apiladeros de tránsito.

Cortesía de José Antonio San Millán Cobo
 
A pesar de ser una de las grandes obras de la época y lugar, esta denominada “Empresa del Miera” no tuvo el éxito que se esperaba, pues si en el primer año de funcionamiento debían escurrir 100.000 carros de leña no se consiguieron ni tan solo 50.000, y en los años sucesivos solo reducían el número esperado de troncos que debían bajar por este. Estos desajustes se debían en parte a los frecuentes inconvenientes que se encontraba su ingeniero, tales como el caprichoso río Miera, que requerían obras aparte (represas, encauzamientos…), o las frecuentes reparaciones que este ingenio precisaba. Y que no eran acompañadas de éxitos funcionales suficientes. Añadamos el error estratégico del ministerio de Marina de optar por una costosa obra en una tecnología obsoleta como eran las ferrerías con carbón vegetal. Sumemos los conflictos con los lugareños por el aprovechamiento forestal y las autoridades locales que llegaron hasta el Consejo de Castilla.
 
Por todo ello, a mediados de 1796, una real orden paralizaba las cortas de maderas. De nada valió el informe favorable emitido al respecto por el ingeniero Müller en octubre de ese año. En noviembre, el valedor de Müncha era cesado en favor de Casado de Torres con poder para cerrar las obras del Miera. Y éste parece haberlo considerado así en carta a de Mucha de 4 de mayo de 1797, cuando le comunicaba que “ya ha llegado el caso” y llevó a la cárcel al austríaco.

Final del Resbaladero de Lunada
 
En este ambiente aterrizó Jovellanos en Espinosa de los Monteros para ver el Resbaladero de Lunada. Era el jueves siete de septiembre de 1797. Al ir acercándose a los montes de Espinosa de los Monteros “que corren por la derecha, muy apurados; cercados por el rey; sembrados, sin ninguna producción al parecer; grandes montes de haya, apurados; dejadas algunas, pero pocas, distantes y no bien repartidas para la repoblación (Muestra del esquilme sufrido a manos de Wolfgang). Muchas pilas de madera (los citados apiladeros). Hallamos en un llano antes de subir, no tiradas, ya muy deterioradas, casi todas sin corteza. Pasiegos que se ocupan en conducir carbón en sus cuévanos: les pagan a doce reales la carga o diez y medio, según los sitios en que está, hecho de cuenta del rey en Bustalejo y Azana; mujeres y hombres al porte, y aun niños; los cuévanos, de carga y de media carga, y aun los hay de un cuarto de carga. Un hombre que lleva en el suyo carga y cuarto; en un monte cercano cuesta el porte a diez reales la carga. Las altas peñas se presentan en forma circular; sus crestas, escarpadas y como rotas por alguna reventazón, se descomponen; grandes masas se vienen sobre el camino; dos de ellas pasarían de seiscientos quintales; varios cráteres de diferentes tamaños se ven en el centro; uno harto grande al lado del camino, ya cerca del portillo; esta voz equivale a la de puerto.
 
Gaspar Melchor de Jovellanos

Vista del resbaladero: pie a tierra; a su lado, o por el mismo, bajamos hasta el pie, cosa de media legua escasa: el primer tercio, obra antigua, débil y muy derrotada; el resto, obra nueva sobre fuertes paredones; grandes trabes de trecho en trecho le sostienen; sobre ellos dos maderas curvas empotradas; de trabe a trabe un gran pontón empalmado en ellas; arriba fuertes troncos, cuya unión se empalma en las cabezas de los costados con cortes; otros debajo para formar el costado y lecho del escurridero, en forma curva; su extensión, a mi juicio, como de tres mil varas, con más o menos, pero siempre mucha pendiente y tomando la dirección espiral cuando lo pide la montaña; al extremo había una horrible caída para las maderas; destrozábanse; se continuó sobre altos paredones otro trozo de escurridero; llega hasta el río Miera, que viene por una cañada de la izquierda; gran plazuela delante para recoger las maderas; muchas casi perdidas en lo alto del portillo; muchas más abajo esperando la primera avenida; cuatro empleados con seis reales para guardarlas, y D. N. Miranda, que ahora corre con los carbones; fuera de la vista, y como a un tiro de fusil, está empezada la primera esclusa o presa, que es un pantano para retener las aguas del río y laderas y proveer el cauce; empieza luego éste con paredones de piedra seca bien fuertes; luego se halla la primera antigua presa provisional, pequeña, de madera; sigue un trozo de cauce como el primero, con la diferencia de ser un lecho de troncos planos por la superficie; ya aquí se ve agua en el río; la poca pasa por bajo del todo; este cauce desemboca en el nuevo de sillería, formando un medio circulo; su diámetro como de nueve a diez pies; su fondo diferente, según las exigencias del sitio; piedras labradas sin escoda; faltan betunes; se filtran aguas, pero como debe servir sólo en tiempo de avenidas, nada importa si ya labran por bajo el cimiento; la línea espiral; fuertes paredones de retén a los costados, y sobre ellos anchas y cómodas banquetas; plantío de hayas en ellos; pocas presas; las más secas por falta de aguas en este verano; su longitud como mil varas; sigue luego el cauce en la misma forma, pero de piedra seca en costados y fondo; por consiguiente, la curva no tan perfecta; las filtraciones mayores; mide éste como doscientas varas; me mostraron el sitio en que acaba, y me parece que distaría mil varas. Para proveer este cauce se empezó otra presa o pantano con nombre de esclusa: obra magnifica, sólida, bien ejecutada; está a medio hacer; recogerá gran copia de agua do otro brazo del Miera que viene del valle de Vega; debe entrar al canal de que hablé poco ha; estas esclusas y el cauce de sillería son las obras en que llegó la suspensión.

Dibujos de Jovellanos describiendo el Resbaladero
 
Está ya acabada la casa, para nosotros cerrada; sólo estaba franca la cocina; la llave Miranda, a la malicia; bien construida, sin magnificencia; tiene su capillita, sin espadaña ni campana; aquí comimos nuestro fiambre de muy buena gana.
 
Observaciones:
 
  • Primera, es inmensa la madera gastada en las obras provisionales, y más en el escurridero nuevo; cortóse para el monte de Baluera.
  • Segunda, creció este mal por el desperdicio del ramaje, inútil para estas obras, que pedían piezas gruesas y no hubieran dado mucho carbón.
  • Tercera, que el resbaladero de haya es expuesto a la inclemencia de soles, aguas, hielos y nieves; debe ser de poca duración, y exige reparaciones y aun reconstrucción de tiempo en tiempo, lo que amenaza los mismos inconvenientes.
  • Cuarta, que siendo flojo el terreno del fondo, por ser un compuesto de piedras sueltas y tierra arenosa desprendidas de la montaña lateral, acaso sucederá lo misino con los paredones.
  • Quinta, que esta montaña está en descomposición, y siempre amenaza con escombros y a veces ruinas.
  • Sexta, que el cauce se hizo de piedra caliar (caliza), que aunque está tan a la mano como la de asperón, es de mucho costo su saca y labra.
  • Séptima, lo dicho antes acerca de la falta de betunes.
  • Octava, que aunque sé ha cuidado de evacuar las aguas vertientes de las altas montañas laterales del cauce, todavía algunas amenazan sus defensas por haberse dispuesto buenos contrafosos, fortificados para conducirlas.
  • Novena, que las maderas para carbones, demorando primero en el monte, segundo en el portillo, porque se hace a la vez, tercero en la plazuela, por ídem y porque van primero frotadas por el escurridero y luego mojadas por el cauce y en el dique, deben quedar menos aptas para el carbón, dar menos cantidad, y ésta de calidad más floja, singularmente por ser de haya; así se confiesa, aunque parece que este carbón hace mejor hierro.
  • Décima, que este sistema es dispendioso, porque pide empleados en el monte, apiladero, escurridero, encauzadero y dique, reparaciones útiles, etc. Enormes pilas de madera en el llano de la Maza del Moro; ¿por qué se reducen a carbón en vez de cortar en los montes, y lo mismo las que están en el portillo?”
 
Como estamos viendo las impresiones de Jovellanos no eran muy positivas. Incluso entendía que el transporte por agua era negativo para la calidad del carbón vegetal. Habrán visto que criticó, también, la cantidad y coste de los trabajadores.

Cortesía de José Antonio San Millán
 
“Comido que hubimos, emprendimos a caballo la subida por ladera que está a la izquierda del escurridero (bajando); es ponderable su aspereza, altura y fragosidad; a pie; perdimos el aliento; hacia mucho sol, pero un Nordeste refrigerante nos sostuvo; después de tres descansos y una buena hora de tiempo, doblamos el portillo (esta falta del camino es del caso), y despedidos para siempre de él, deshicimos nuestro camino”.
 
Este ingenio se encuentra en el municipio de Soba, en el margen derecho del río Miera. Desde el 9 de marzo de 2004 está inventariado por el Gobierno de Cantabria como Bien de Interés Cultural considerarse una obra de gran magnitud, cuyo propósito era el transporte de maderas por las escarpadas pendientes de Lunada para finalizar en la Real Fábrica de Cañones de La Cavada y Liérganes, a las cuales se las debe en gran parte la escasa presencia de arbolado en las partes altas del valle del Miera y del norte de la provincia de Burgos.

Cortesía de José Antonio San Millán
 
En 1800 un gran temporal de nieve causó daños en los retenes y en el tablao del resbaladero y aun así se decidió repararlos "por si se vuelve a hacer uso de la Empresa de Miera". En la actualidad se nota, en cierto modo, el recorrido que seguía y algunas de las estructuras sobre la que se situaba, como las tajeas para salvar las vaguadas y el final del resbaladero, que denota una inclinación diferente que servía para aminorar la velocidad del descenso.
 
Esta obra, que costó alrededor de 3 millones de reales, marcó de manera singular el paisaje que hoy se puede vislumbrar en el alto valle del Miera y Las Merindades, el cual se ve escaso de arbolado, debido a las grandes talas que se hacían y al modo de pastoreo de los pasiegos.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Diarios (memorias íntimas) 1790-1801”. Gaspar Melchor de Jovellanos.
“De Idria a Cantabria: Arqueología de dos presas para flotación de maderas en la cabecera del río Miera a finales del siglo XVIII”. José Sierra Álvarez.
“Boletín del museo de las villas pasiegas nº 10 (1993). El resbaladero de Lunada”. J. Ignacio López”.
Boletín Oficial de Cantabria.
Periódico “Crónica de Las Merindades”.
Lugares con historia: resbaladero de Lunada.
 
Para saber más:
 
 
 
Anejos:
 
Wolfgang Mücha (1758-1826): Nacido como primogénito de una casa distinguida de Carniola (hoy, Eslovenia). De joven destacó en matemáticas, y química metalúrgica lo que le hizo ser el protegido del príncipe de Likeinstein. Tras varios trabajos para este, le ofrecieron ser oficial del Cuerpo de Artillería. En esta posición adquirió fama al mejorar el rendimiento de las minas de hierro y en las fábricas de cañones de Mariazell (Austria). En 1787 fue nombrado profesor en el Colegio de Bombarderos de Mariahöf (Austria). No le agradaba el puesto y así se lo dijo al ingeniero de Marina y director de la Real Fábrica de la Cavada, Fernando Casado de Torres e Irola, ante el ofrecimiento de trabajar para España. Este aceptó si le pagaban “[…] un sueldo de 4000 florines y una superior graduación militar”. Tras mucha inquietud ante su posible encarcelamiento, y de un largo viaje, llega a La Cavada el 30 de octubre de 1790. Su cometido general era “reconocer y examinar el estado de las fábricas de la Cavada, método de aquellas fundiciones y lo demás que pertenezca a este ramo”. En dicho contexto se le encarga la mejora de la fundición y el ensayo de la fundición al coque. Pero a pesar de las buenas sensaciones del comienzo, para de Mucha no sería si no un quebradero de cabeza al encontrarse, no sin parte de culpa, un sin fin de problemas con la población local, con las características del medio y problemas de financiación que le llevarían a perder el apoyo de sus defensores como Valdés, su cargo y su asignación y rango.
 
 
 

domingo, 20 de febrero de 2022

A hombres generosos de Noceco se les va la mano con la iglesia.

 
Hoy nos acercamos al pueblo de Noceco pero no hablaremos de su historia sino de un elemento sorprendente allí. Noceco es una población sin un centro urbano definido, poblamiento semidisperso dicen, lo que lleva a que cuando circulamos por la carretera -¿la calle?- nos encontremos su iglesia aislada y, por ello, destacada.

 
El templo está dedicado a Nuestra Señora del Rosario. Emiliano Nebreda Perdiguero nos dice en su libro “Amo a mi pueblo” que fueron costeadas por Manuel y Mariano López y Timoteo Bustillo, sacerdotes e hijos del pueblo. Si sumo esta última frase a lo que dice la página “Las Merindades. Sensaciones por descubrir” que nos dice que “Se levantó a expensas de varios hijos del pueblo que hicieron fortuna en otras tierras”, pues… ¡Vaya lío!
 

Esta iglesia tiene un aire medieval pero, me apena romper el encantamiento, es de estilo historicista neogótico. Este estilo llegó a España a finales del siglo XIX y a Noceco en 1906. El templo presenta una sola nave con crucero y ábside poligonal con contrafuertes y torre a los pies con un pórtico adosado. La torre, cuadrada, está rematada en chapitel, con tres huecos y dos campanas. Dentro hay dos pequeñas capillas laterales con arcadas de piedra y bóvedas de medio cañón de ladrillo. La pila es tipo renacentista, pero seguramente sea moderna, y el retablo mayor tiene todas las imágenes modernas. 




(Cortesía de la familia López) 
fotos del interior de la iglesia de Noceco 
previas a la guerra de 1936 -1939

Si entran a verla encontrarán un púlpito de piedra con arcadas para la subida y decoración en relieve. Su ábside es semicircular con columnas y capiteles sencillos.

Cortesía de José Antonio San Millán

Durante la guerra civil de 1936-1939 el pueblo quedó en el lado republicano y, por ello, estuvo convertida en cuartel y depósito de municiones. Quedaron destruidos tres retablos y diez imágenes de talla (una de ellas el Stmo. Cristo y otra la Virgen del Rosario) que se emplearon como leña. Desaparecieron sus cálices, (uno de oro y dos de plata), la custodia, dos copones y crismeras de plata y caja para el Santo Viático, dos lámparas, todas del mismo metal, y los ornamentos. El cementerio fue convertido en polvorín y quemado el retablo de su capilla. Desapareció el archivo parroquial. Por ello decíamos que su decoración interior era moderna.


Ya está. Ahora iremos a analizar a esos orgullosos limosneros intentando saber algo de sus vidas y de su generosidad.

Cortesía de José Antonio San Millán

Del primero que hablaremos es de Timoteo Bustillo López que figura en el centro y todos sabemos que esta posición destacada debe significar que fue el principal donante ¿no? Este caballero nació en Noceco en 1844. Marchó a Madrid con once años para trabajar en el comercio de paños de su tío Gaspar de la Peña situado en la Plaza Mayor, 4. La tienda había sido fundada a principios del siglo XIX. En 1869 a la muerte de su tío creará una sociedad con sus primos Enrique de la Peña Huerta y Pedro de la Torre bajo la razón social “Hijo y Sobrinos de G. de la Peña”, que aguantará hasta 1876 cuando se retira Enrique. Timoteo y Pedro crearán “Sobrinos de Peña” que se liquidará en 1880 cuando Pedro deja el negocio. Todo esto según la biografía de Juan Valero de Tornos.
 
Este comerciante de Madrid fue diputado durante cuatro legislaturas, de 1893 a 1903. Representó los intereses de una parte considerable de los fabricantes laneros del distrito de Sabadell que estaban enfrentados a los que lideraba Joan Sallarés Pla. Como nota curiosa les diremos que entró en el congreso sustituyendo a Francisco Pi y Margall quién fue uno de los cuatro presidentes de la efímera Primera República Española.

Artículo de "El Globo"
 
Era un cacique, como Gumersindo Gil y Gil en Las Merindades, en una zona alejada de su lugar de residencia y de su tierra natal: en Cataluña. No nos meteremos en el sistema electoral de la época, carente de garantías, pero sí en cómo llegó un escaño tan lejano a Burgos o a Madrid a manos de Timoteo. En Sabadell la muerte del diputado conservador Pau Turull (1891) provocó cierta crisis en el sistema agravada por la movilización de los republicanos federales. Así, en las elecciones al Congreso de 1893, Francisco Pi y Margall consiguió el acta de diputado frente al candidato dinástico Josep Griera Dolcet, del Partido Liberal. Por el hecho de que Pi obtuvo acta tanto por Madrid como por Sabadell se organizó una elección complementaria en 1894. Esa doble elección era legal entonces y Pi y Margall renunció al escaño catalán. Para evitar una nueva victoria de los republicanos, los liberales y los conservadores, ahora dirigidos por Joan Sallarés Pla, procuraron reunir fuerzas en torno a una candidatura monárquica unitaria. Así presentaron al comerciante de tejidos madrileño, que tenía tienda en la plaza Mayor número 4, Timoteo Bustillo López, del Partido Liberal –también maurista, conservador o Gamacista según el momento-, quien desde hacía años mantenía amplias relaciones con los fabricantes sabadellenses.

¡Un puro diputado cunero! No residía en el distrito del que era candidato. Su oponente fue otro cunero: el escritor y periodista valenciano, Vicente Blasco Ibáñez. Bustillo obtuvo el apoyo de los principales industriales de la ciudad, en el marco del comité electoral presidido por Sallarés Pla y fue presentado como el único representante del proteccionismo en el Congreso. Bustillo, que ganó, sólo tenía que calentarle el asiento al que fuese a ser el nuevo cacique acordado por la oligarquía de Sabadell. En las legislativas de 1896 ya se presentó la candidatura del fabricante y líder local del Partido Conservador Joan Sallarés Pla apoyado por Fomento del Trabajo Nacional y que desde un año antes estuvo haciendo labor de zapa contra Bustillo. Ya no eran ni aliados ni amigos políticos. El burgalés denunció las presiones de Sallarés Pla para que retirara su candidatura en connivencia con el gobierno de Madrid. En 1893 ganó, de nuevo, Bustillo. Y en 1899. Y en 1901.


En 1903, perdió frente a Pi y Arsuaga –el hijo de Pi y Margall-. Supongo que Timoteo Bustillo López se encogería de hombros y retornaría a su trabajo en la empresa de paños que parece llamarse “Bustillo, Peña y Compañía” que 1902 se publica que fue disuelta para asumir todos sus haberes Timoteo. Pero sigue existiendo en 1923 en la dirección donde empezó Bustillo y estaba su tío. En ese sentido tampoco me puedo fiar de mis fuentes sobre la trayectoria empresarial Bustillo. Timoteo fallecerá a los 62 años en Noceco el 28 de julio de 1907. Un año después de la construcción de la iglesia sobre la que inicialmente hablábamos en esta entrada. Pero en conversaciones con descendientes de esta familia me dijeron que no estaba enterrado en la iglesia por él patrocinada porque no se había completado a su muerte. Por cierto, no fue sacerdote.
 
El segundo nombre a destacar en esa portada es Manuel López Angulo quien es conocido –es un decir- por la fundación escolar en este mismo pueblo en 1889 y que se reflejó en el edificio construido en 1914 y que hoy está dedicado a tareas agrícolas. Y tampoco era sacerdote.
 
Cortesía de la familia López.

El tercero, Mariano López Angulo, también fue comerciante en Madrid. Falleció el 16 de febrero de 1912. Era hermano de Manuel y de Sinforosa, la cual no financió la iglesia. 

Mariano López. 
Cortesía de la familia López

Mariano no solo pagó parte de esa iglesia sino que he hallado –les aseguro que no fue el único donativo- un legado de 20.000 pesetas a favor de la Asociación Matritense de Caridad. Y tampoco era cura.


 
Bibliografía:
 
“Burgos edificado”. José Luis García Grinda.
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
Wikiburgos.
“El poder de la influencia: geografía del caciquismo español (1875-1923)”. José Varela Ortega y Josep Armengol y Segú.
“Historia de Sabadell: Timoteo Bustillo, el diputado madrileño por Sabadell (1893-1903)”. Antonio Santamaria.
Revista “El progreso industrial y mercantil”.
“Les eleccions generáis a Catalunya de 1901 a 1923. Relació deis resultats electorals de 1869 a 1899”. Albert Balcells, Joan B. Culla y Conxita Mir.
Boletín Oficial de la provincia de Madrid.
“España en el fin de siglo”. Juan Valero de Tornos.
Revista Montserratina.
Periódico “La Correspondencia de España”.
Revista “La unión católica”.
Periódico “El Globo”.
Congreso de los Diputados del Reino de España.
 
 
Para saber más:
 
 
 
 

domingo, 13 de febrero de 2022

Endrino y Endrinillo: “en ocasiones veo muertos… desde el carril bici”.


 
Hoy nos vamos a la granja. Mejor dicho acudiremos al lugar en donde estuvieron dos granjas. El asunto que me ha decidido a hablar de ellos ha sido el tren. Me explico: la conversión en vía verde del trayecto del desaparecido Santander Mediterráneo que pasa junto a los restos de estas localidades.
 
Dicho esto pasaremos a hablar de Andinillo. Empezamos por este lugar por mero orden alfabético. Increíblemente es un lugar muy documentado si lo comparamos con la media de Las Merindades. Tenemos constancia de este actual despoblado dentro del término de Andino durante casi mil años, de monasterio altomedieval con iglesia y dotación agropecuaria a granja en el siglo XIX y siglo XX. Y a nada en el siglo XXI.

 
Leemos Andinillo desde el año 1011, cuando aparece como “celia sancti Iacobi de Andino” (“celia” sería un monasterio altomedieval). Esta Celia es donada, en su integridad, por el conde Sancho García al refundado monasterio de Oña. Esas cinco palabras nos dicen mucho porque el culto a Santiago surge en el siglo IX cuando se descubre su tumba y comienza el peregrinaje a la misma. Además la voz lacobi nos traslada a un mundo franco.
 
Vuelve a los papeles San Jacobo de Andino en 1082, cuando el cinco de septiembre el conde Gonzalo Salvadores, antes de marchar a la guerra con el rey Alfonso VI, lo dona de nuevo al monasterio de Oña. ¿Dos veces? ¿A los “curas”? ¡Si esos no sueltan nada! ¡Si hubo que quitarles todo en el siglo XIX! El tema es que el conde Sancho García entregó a su hija Tigridia una gran parte de sus propiedades y derechos en el Norte del condado de Castilla –a ella, a su hija- y no al monasterio. El conde buscaba con este subterfugio, garantizar la herencia del infante García Sánchez, un niño de pocos años entonces. Por esta razón San Jacobo de Andino vuelve a la Corona que lo donaría posteriormente.

 
Este Gonzalo Salvadores disponía no solo el monasterio de Santiago sino que atesoraba: Santa Cruz de Andino, la iglesia de San Andrés y Palazuelos, Villapanillo, Quintana María, Villavedeo, y los lugares de Hermosilla y Busto, entre otras posesiones.
 
En una investigación realizada en 1187 por orden de Alfonso VIII para conocer los lugares y villas que eran de su propiedad nos indica que Andinillo era una villa del rey situada en el Alfoz de Cigüenza. ¡¿Pero no habíamos dicho que se había donado a los benedictinos de Oña?! Puede ser que solo tierras allí o que no se refiera al conjunto Andino más Andinillo o… El 17 de junio de 1279 el infante don Sancho, hijo de Alfonso X, confirma a Oña la donación de Gonzalo Salvadores, realizada en 1082, por la que se conceden a Oña los monasterios de Santiago y de Santa Cruz de Andino. En 1290 vuelve a aparecer en la documentación como Andinillo. Sabemos que Domingo Pérez de Andinillo se menciona en la venta de un huerto al monasterio de Rioseco. “Andiniello” estaba despoblado en 1350, al confeccionarse el Libro Becerro de las Behetrías.

 
En 1404, en un apeo del monasterio de Oña aparece Andinillo por el nombre del centro de culto. El monasterio de Rioseco siguió comprando tierras en Andinillo, las que estaban situadas junto a las de Juan Sánchez de Velasco, como se documenta en 1406. A finales del siglo XVI el lugar ya se había convertido en granja, señal de su despoblamiento, en la que habitaba un solo vecino hidalgo.
 
Ya en la Edad Moderna, Andino también es una granja. Las propiedades del monasterio de Oña se habían perdido hasta el extremo -cosa rara entre los ensotanados- de no saber donde estuvieron situadas debido a que se despobló en la Baja Edad Media, volviéndose a poblar en el siglo XVII y XVIII con vecinos venidos de fuera que cambiaron los nombres de las tierras como incluso aclara el propio apeo. No solo eso sino que Andinillo lindaba con propiedades de la abadía de Rueda lo que provocó un conflicto dirimido en los tribunales en el siglo XVII ya que los abades seglares de Rueda impedían la restauración de los monasterios de Santiago y de Santa Cruz, especialmente el primero, habiendo sido condenados, al menos en primera instancia.

Andino año 1973
 
A mediados del siglo XVIII el Catastro de Ensenada registró dos granjas: la granja de Andinillo que se correspondía con la propiedad de los abades de Rueda, y el solar de Santiago y su ermita que dependían del priorato que el monasterio de Oña tenía en Campo. Cada uno de los propietarios recogía los diezmos de sus terrenos. Finalmente el monasterio de Oña debió averiguar cuáles eran sus tierras, porque entre 1807 y 1809 dejaron constancia en apeos de que tenían un solar junto a la ermita de Santiago de 69 fanegas de sembradura. Por ese apeo sabemos que la ermita de Santiago tenía a la parte de poniente su torre tejada y enmaderada, pero arruinada en su parte inferior, y unas eras junto a ella; todo ello se localizaba dentro del término de la entonces granja de Andino. Además, como propiedad que era, recogían el diezmo de ambas granjas.
 
Villa Andino (según copia del siglo XIV) -o Villa Handino que también figura así- aparece en el documento de refundación de Oña, ese del 12 de febrero de 1011. En 1175 descubrimos que su iglesia estaba bajo la advocación de San Vicente, que tenía carácter de monasterio y que pertenecía íntegramente al rey. Como el culto a San Vicente se generalizó entre los siglos V y VIII correspondería a este periodo un sarcófago que hacía las veces de pila para el ganado hasta hace pocos años delante de una de las casas de Andino.

Andino 2009
 
En 1237 el monasterio de Rioseco disponía de algunas heredades en Andino, y como hemos visto también en Andinillo, según la confirmación del rey Fernando III. En 1246 don Gil de Andino hace de testigo en una venta de tierras al monasterio de Rioseco en Tobalina. La documentación de Rioseco contiene un documento, de 1273, referido a Andino y Villalaín sin más datos. Tres años más tarde sabemos que una serna del monasterio de Oña en Andino había sido usurpada por lo que el monasterio concertó con Sancho Núñez Carro su recuperación a cambio de gratificarle de por vida con los rendimientos de la explotación; ese mismo año Sancho la recupera, pero la devuelve de inmediato a Oña a cambio de la cantidad de dinero que necesitaba para acompañar a su señor, el infante Fadrique.
 
En 1342 el monasterio de Rioseco cambiaba con Sancho Gómez de Cueva sus propiedades en Andino por otras en el Valle de Manzanedo. Estas últimas eran de la mujer de Sancho, de nombre Elvira López, descendiente de Lope de Porras, a la que habían llegado a través del testamento de Sancha González, tía carnal casada con el que fue comendador de la Orden de San Juan de Jerusalén (Gómez Pérez de Porras).

 
Andino era behetría en 1350, pertenecía a los escuderos hidalgos, salvo la heredad que continuaba siendo del monasterio de Oña. Nos vamos aclarando en relación con eso de ser de Oña y a la vez regio. Pagaban al rey moneda y servicios. Pagaban a los hidalgos a cada uno en los suyo. Este documento lo denomina “Andrino” que sería una corrupción del término “Endrino” que es un ciruelo silvestre con espinas en las ramas, hojas lanceadas y lampiñas, y fruto pequeño, negro azulado y áspero al gusto. Por supuesto, Andinillo sería “Endrinillo”.
 
La descendiente de Sancho Gómez, de nombre Juana Sánchez de Andino, hija de Sancho Gómez de Arreba y nieta de Mencía González dona, en 1404, el solar que sus antepasados habían comprado y que se había quedado con el nombre de solar de Rioseco, al mismo monasterio, a cambio de tumba al lado de su abuela. Ese mismo año de 1404 nos ha dejado la noticia de que Pedro Gómez de Andino era camarero del rey Enrique III y tenía propiedades en Andino. Pedro, probablemente hijo de Ferrán Sánchez, tenía una torre enyesada en Andino. Parece ser que Pedro formó mayorazgo y que alguien homónimo fue armado caballero en 1307 por el infante Fernando. El nieto de Pedro casará con María Sarmiento de torres y, por ello, obtendrá el mayorazgo de esa familia en Torme.

Solar del caserón (año 2020)
 
De toda esa memoria representada en el caserón familiar, hoy en día, sólo queda el solar en el que estuvo situada la torre junto a una de las pocas casas de Andino. Cadiñanos aún llego a tiempo de conocerla y estudiarla: “ocupa un rectángulo de casi el doble de largo que de ancho 10`50 m por 6`50 m y poco más de un metro de grosor en los muros. Posee pocos vanos, entre ellos uno geminado a la altura del primer piso. La cubierta del tejado es a cuatro aguas con alero apoyado en ligera comisa. Constó de sótano y cuatro pisos. Pueden verse aun numerosas puertas y ventanas de arco apuntado, así como abundantes saeteras repartidas por los diversos lienzos. Al conjunto lo protegió una tapia dentro de la que también existían diversos patios y aún queda el pozo. Todo es de mampostería con algo de sillarejo en las esquinas”. Inocencio Cadiñanos recoge, en su libro sobre la arquitectura fortificada, una mención a un texto incluido en el Catastro de la Ensenada que no aparece en los documentos que he consultado referidos a estas dos granjas lo que no quiere decir que no figure en otra población o que haya una errata y lo afirmado por Cadiñanos proceda de otro documento. Sigamos con lo que comenta Inocencio: “El catastro de la Ensenada describe el conjunto por ser del conde de Murillo: primeramente una casa fuerte con su torre barbacana que tiene la fachada al oriente de largo 44 varas que las 22 del centro de ella tienen de alto 8 y 22 de largo que están a los extremos tiene altos 6 y las 34 de largo se compone su ancho de 16 y las dos restantes sólo tienen 8 de ancho y hacia la parte del mediodía se halla una tome que su alto es de 17 varas y de fondo 8 se compone el suelo terreno de tres portales pequeños una cocina, un martillo pequeño 3 caballerizas y en el primer suelo alto dos cocinas y un cuarto y en el segundo suelo se halla en tres cuartos y dos Pajares y dicha tome se compone de un cuarto pajar para gobierno del rentero y tiene a la pared del Norte un tejado a teja vana. (…) Pertenece al siglo XV aunque se aprecian reformas o añadidos de al menos un siglo después”.
 
Como les he comentado, hoy no hay nada. Pero nada de nada en ese lugar.
 

Dicho lo anterior, una vez recuperadas por el monasterio de Rioseco sus propiedades originales se dedicaron entre 1416 y 1417a seguir incrementándolas en el lugar de Andino. En 1515 la iglesia de San Vicente de Andino estaba unida a la de Santa Cruz de Andino por tener escasa población, aunque conservó su pila parroquial sin uso. En 1591 ya tenía la consideración de granja en la que habitaban dos vecinos hidalgos.
 
Jurídicamente la merindad de Castilla Vieja estuvo dividida en tres partidos a partir del siglo XVI que se llamaban de Horna, Cabo del Agua y Valle de Valdelugaña. Las dos poblaciones de nuestro trabajo estaban dentro del partido de Horna, o el de “esta parte del agua”, que incluía el lugar homónimo, Villarcayo, Santa Cruz, La Granja de Andino, la de Andinillo, Bisjueces, La Granja de Villautre, Villalaín, Cigüenza, Quintanilla Socigüenza, Villacomparada de Rueda, Tubilla, Escaño de Yuso y Escaño de Suso.

Portada de la iglesia de 
San Vicente de Andino
 
Un documento sobre apeos –deslindes de fincas- entre Villarcayo y Andino fechado el 16 de febrero de 1636 nos da algunos nombres. Por Villarcayo fueron los apeadores Juan de la Peña y Pedro de Pereda y por la Granja y Casa de Andino, Pedro Ruiz. El aquel lejano acto se fijaron los términos en que los ganados de Villarcayo podían pastar en tiempo de derrota (después de que se recogiesen los frutos de una finca). Dos días antes los mismos individuos realizaron una operación similar en Andinillo.
 
El catastro del marqués de la Ensenada visitó el siete de marzo de 1752 los lugares de Andino y Andinillo. Ambos simultáneamente. Acudió Bernardo Ramírez de Arellano, abogado, para hacer la investigación. Se reunió con Felipe Fernández, cura del lugar pero que residía en Horna, Isidro González y Francisco Sainz que eran los vecinos más antiguos de Andino. También nos dan razón de Francisco González, Bernardo García y Andrés Sainz González que eran agricultores de estas dos granjas llamados para responder a las preguntas que se plantearían. Nos dice el catastro que era lugar de realengo y que pagaba por los diversos impuestos 1.123 reales.

 
Nos ratifica que las tierras son de secano. Algunas de ellas trabajadas en ciclos de tres años (trigo, cebada y barbecho); algunas en dos años (Trigo y cebada); tierras que se cultivan un año y otro no; hay tierras abandonadas; y, finalmente, tierras que no se pueden cultivar por diversas razones. Cosechándose trigo, cebada, centeno, maíz y habas. Los árboles de que se disponen son nogales, ciruelos, olmos y sauces.
 
Por su parte no había ganado lanar ni cabrío pero sí vacas, bueyes de labranza, potros y cerdos. Un molino copropiedad de Tomás González, Antonio Pérez, María Martínez y Antonia González, que eran vecinos de Santa Cruz de Andino. Hubo seis colmenas de las cuales cuatro eran de Francisco González y las otras dos eran de Isidro González y Andrés Sainz González de sesenta años y con un hijo adulto y que trabajaba con él. Ya que hablamos de personas habitaban en Andino tres vecinos y una viuda y viven en la única casa que tiene la población. Lo cual resulta curioso por lo que hemos ido leyendo y leeremos. En Andinillo vivían dos vecinos en una casa.


Por supuesto no había ningún trabajador ajeno a la agricultura y a la ganadería pero no hay jornaleros, ojo, siempre y cuando no contemos como tal al hijo adulto de Andrés que cobra dos reales al día. Y eso incluía la ausencia de taberneros, panaderos y demás oficios. Y, por tanto, la ausencia de tabernas, panaderías, etc. el cura se acerca los días festivos y cuando tenía que dar los sacramentos. En 1787 Sabemos que en la granja de Andinillo había dos personas viviendo y que en la de Andino había cinco.
 
Pascual Madoz en su Diccionario geográfico le atribuye 26 habitantes en el año 1848, entre otras cosas que aquí les presentaré. Pero empezaremos, como antes, por Andinillo –del que no dice mucho-: “granja en la prov. de Burgos (12 1/2 leg.), part. jud. de Villarcayo (1/2), ayunt. de la Merindad de Castilla la Vieja, y término de la granja de Andino”. De Andino nos cuenta que es una granja y tras los datos administrativos nos comenta que está situada en una extensa llanura, “con buena ventilación y clima saludable. Consta de 15 casas de dos pisos y de 20 á 25 pies de altura; las 10 forman un cuerpo de población denominado Andino, y las 5 restantes otro llamado Andinillo á 4 minutos de distancia al suroeste del primero; tiene una fuente cuyo origen, viene de un terreno lagunoso durante el invierno, el cual se seca en la estación calurosa, quedando sin embargo viva la mencionada fuente; una iglesia bajo la advocación de San Vicente, anejo de la de Sta. Cruz y servida por el párroco de este último pueblo y un cementerio bien ventilado. El término confina por Norte con el de Orna, por Este con el de Sta. Cruz de Andino, por Sur con el de Visjueces, y por Oeste con el de Villalaín, dist. 20 minutos el que más de estos límites. Abraza 2.777,777 varas cuadradas superficiales de tierra con el nombre de comunes ó ejidos, y se cultivan 100 fanegas de propiedad particular, divididas en primera, segunda y tercera suertes, de las cuales la primera contiene 40 fanegas, la segunda 30 fanegas, y la tercera otras 30 que producen de 8 á 10 por una. El terreno es todo llano, fuerte y tenaz, á excepción de una pequeña loma en que es cascajoso, teniendo 2.300 pies sobre el nivel del mar; le baña un arroyo que corre de Norte á Sur, cuyas aguas dan movimiento á una rueda de molino harinero en tiempo de invierno, y riegan en verano algunos huertos que hay prójimos á las casas, que es el único uso que de ellas se hace. Produce trigo, cebada, yeros y pocas legumbres, ganado lanar y vacuno en corta cantidad. Comercio: extracción de algunos granos é importación de vino y legumbres. Población: 7 vecinos, 26 almas. Capacidad de producción: 265.100 reales; Imp. 26.683. El presupuesto municipal asciende á 40 ó 50 rs. y se cubre por reparto entre los vecinos”. Vamos, que no era para tirar cohetes.

 
Hemos encontrado el nombre del párroco que atendía Andino y Andinillo en 1876, se llamaba Juan González que tenía 62 años y llevaba en el lugar desde –al menos- 1863.
 
El diccionario Riera de 1881 nos da unas cifras de población también bastante elevadas. Podemos asumir que los valores dados en el Madoz estuviesen mermados pero… Les presento el texto: “L . agreg. al ayunt. de Merindad de Castilla la Vieja, del que dista 2 km. Cuenta sobre unos 60 hab. y 15 edif. - Or. civ. Corresponde á la prov. de Burgos, y pertenece al primer dist. de su part. jud. para la elección de diputados provinciales y al dist. de Villarcayo para la de Córtes. - Org. mil. C. G. y G. M. de Burgos. - Org. ecle. Pertenece á la dióc. de Búrgos y tiene una parroquia aneja de la de Santa Cruz y bajo la advocación de San Vicente, servida convenientemente. - Org. jud. Forma parte del part. jud. de Villarcayo, distante 3 km., y está bajo la jurisdicción de la aud. territ. de Búrgos, que dista 74 km.,.-Org. econ. Depende, con su ayunt., de la admon. econ. de su prov. – S. Pub. Recibe y emite su corr. por cn. de Bribiesca á Ramales y esf. de Villarcayo. - Ob. púb. y med. de com. Se aprovecha de los mismos caminos de que dispone el ayunt. á que está agreg. - Art., of. ind. Forma su mayor ind. la agricultura.- Pob. Consta de unas pocas casas de dos pisos en su mayor parte, de construcción mezquina y aspecto poco agradable. -Sit. geog. y top. En una gran llanura, á los 14° y 22' de longitud y á los 43° y 24' de latitud N., se encuentra situado; goza de buena temperatura y su clima es saludable; su tér. confina por N. con el de Ornes (sic), por E. con el de Santa Cruz de Andino, por S. con el de Visjueces y por O. con el de Villalaín; el más largo de estos límites dista como 1`5 km.; el terreno es llano y fuerte, exceptuando una lomita en que es cascajoso; un arroyo que corre de N. á S. le cruza, y sus aguas, en la estación veraniega, riegan algunos huertos cercanos á las casas; coséchase trigo, hieros, cebada y algunas legumbres; cría ganado lanar y vacuno en escasa cantidad”.

 
El hecho de estar esta grana englobada en la Merindad de Castilla la Vieja ha hecho imposible que conozcamos el número de pobladores del lugar en los años 1900 y 1950. En el censo de este último año figuraban cuarenta y nueve vecinos de hecho en Andino con doce casas y cinco inmuebles de otro tipo. Pero en los últimos años del siglo ha estado desierto y la guía diocesana le atribuye un habitante en el año 2000.
 
Su pequeña iglesia, dedicada a San Vicente, mártir, quizá procedente de un antiguo monasterio, es románica de transición, con canes en los aleros, rudos y sencillos. En el interior la cabecera se ha desarrollado en gótico avanzado, en lo demás de modo simple y sencillo. La espadaña es también románica, rematada en cruz, con dos campanillos y escalera exterior al aire. Y la portada también románica, sencilla, tiene arco de medio punto con dos capiteles y fustes. Sus libros parroquiales comienzan en 1639.

 
Como curiosidad les indicaremos que existe un título de nobleza, creado en 1902 por el rey Alfonso XIII, con el título de Conde de Andino.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
Becerro de Behetrías.
Carta arqueológica de la provincia de burgos. Partidos judiciales de sedano Y Villarcayo. Resumen”. Ramón Bohigas Roldán, Jacinto Campillo Cueva, José Ángel Churruca García.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. Pascual Madoz.
“Villarcayo y la Merindad de Castilla la Vieja”. Julián García Sainz de Baranda.
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Castilla Vieja, Sotoscueva, Valdeporres y Montija”. María del Carmen Arribas Magro.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar”. Pablo Riera y Sans.
“Arquitectura fortificada de la provincia de Burgos”. Inocencio Cadiñanos Bardecí.
“Villarcayo. Capital de la comarca Merindades”. Manuel López Rojo.
“Estadística del arzobispado de Burgos”.
“Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950”.
Fototeca digital de España.