Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 28 de marzo de 2021

Miñón, y Villamezán, un rato independientes.

 
 
La unificación de Villarcayo y de la Merindad de Castilla la Vieja se produjo el 7 de junio 1975, sábado, con la rúbrica de sus alcaldes: Severiano Villanueva Báscones, alcalde de Villarcayo, y Agustín Varona Martínez, alcalde de la Merindad.
 
Pero este nuevo municipio pronto sufrirá una reducción de su territorio al segregarse Miñón y Villamezán. Es irónico que el lugar donde se reunía la Junta General de las Siete Merindades de Castilla la Vieja frente al poder de los Velasco, que estaban en Medina de Pomar, terminase incluido en el municipio de sus “enemigos históricos”.

 
Pero venía de antes porque ambos pueblos, con fecha de 1940, expusieron las dificultades que tenían para acudir a Villarcayo, "caminos de herradura intransitables", la gran distancia, vida comercial y de relación con Medina… Lo de falta de camino para carros resulta extraño pero, ¡¿Qué quieren que les diga?! Lo evidente es que con el inicio del cambio social y la mayor capacidad de movimiento la cercana Medina de Pomar resultaba más próxima aún. Con fecha 27 de junio del mismo año la Merindad y su Alcalde José Churruca no lo admitieron. Medina, en cambio, les apoyaba. Fin del primer asalto.
 
Villanueva la Lastra intentó cambiar de municipio hacia 1974 pero hubo un defecto de forma al firmar el escrito individuos que no estaban avecindados en la población. Era alcalde José María López Pereda y, se entendió que, en el fondo, lo que pedían era la traída de aguas al pueblo.  Vamos, como si fuese un amago para sacar algo.

Diario de Burgos 24/07/1976
 
Finalmente, el hecho se consumó en la Sesión Ordinaria 15 de julio de 1976, a las 19 horas, "El Sr. Presidente dio a conocer el contenido de la reunión tenida con en el Gobierno Civil, previa citación del Excmo. Sr. Gobernador Civil de la provincia a los alcaldes y Secretarios de los dos Ayuntamientos de Villarcayo y Medina de Pomar, para tratar del expediente de segregación de las Juntas Vecinales de Miñón, Villamezán y Villanueva la Lastra para su posterior incorporación al Ayuntamiento de Medina de Pomar, celebrándose dicha reunión en presencia del Delegado del Gobernador D. José María Ortiz, el Jefe del Servicio de Inspección D. Francisco Ribas y del Secretario de la Diputación D. Julián Agut Fernández Villa. Y se llegó a un acuerdo de que se comunicaría a las respectivas Corporaciones de mantener para Miñón y Villamezán las circunstancias que ya se encuentran planteadas y renunciando Medina a la segregación e incorporación posterior de la Junta de Villanueva la Lastra.
 
Pero tomando la palabra el Concejal D. Luis Carlos Gutiérrez de la Torre manifiesta su disconformidad con el desarrollo del Expediente por considerar requisito imprescindible el pronunciamiento del nuevo Ayuntamiento resultante de la fusión y que el Ayuntamiento de Villarcayo antes de la fusión no tenía conocimiento del acuerdo tomado por el de Castilla la Vieja sobre la segregación de las juntas Administrativas de Miñón, y Villamezán y que por tanto no procede dichas segregaciones.
 
Seguidamente el Sr. Presidente concede la palabra al Primer Teniente de Alcalde D. Hipólito Uriarte quien manifiesta: "Que antes de producirse la fusión del Ayuntamiento de Villarcayo con la Merindad de Castilla la Vieja, ésta tenía tomada el acuerdo de la segregación de las dos Juntas citadas, Miñón y Villamezán, y que se creyó oportuno hacer caso a la petición de dichas Juntas en el momento que se trata de la Fusión. En este sentido y que tanto el Gobernador Civil como uno de los impulsores D. Federico Trillo anunciaron que se iniciase el expediente de segregación en cuanto se realizase la Fusión. El Sr. Uriarte siguió matizando sus afirmaciones pero añadió que sobre este tema no se pronunciaba." Viendo que no hay unanimidad de criterios sobre el asunto determinan los miembros de la Corporación exponer al Sr. Gobernador Civil esta situación”.

Localización de los tres pueblos (Fuente Google)
 
El 7 de setiembre de 1979 siendo alcalde de Villarcayo de la Merindad de Castilla la Vieja Eugenio Sainz se remite al Ministerio de Administración Territorial un escrito de recurso de reposición contra el Real Decreto de 8 de junio por el que se aprueba la segregación de las entidades Locales Menores de Miñón y Villamezán, pertenecientes a este municipio, y su agregación al de Medina de Pomar. Pero, una vez hecha la fusión tiene que ser el Nuevo Ayuntamiento el que tenga la palabra. El asunto siguió coleando hasta 1983. ¿Total? “Pa´ná”. 

Hoy que Miñón aparece plenamente integrado en el extendido casco urbano de Medina de Pomar podemos asumir que pudo ser una correcta decisión.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Villarcayo. Capital de la comarca Merindades”. Manuel López Rojo.
Periódico “Diario de Burgos”.
 
 

domingo, 21 de marzo de 2021

Receta de falsario.

  
Rebuscando en la prensa de la los años treinta del pasado siglo nos encontramos con un breve –de hecho la mayoría de las noticias lo eran- en que se hablaba de un falso capitán de la Guardia Civil. La notita hablaba de un timador y ladrón oportunista pero de mucho ingenio. Siguiendo el rastro vimos que había sido detenido en Alcázar de San Juan y que tenía un carrerón delictivo. El nombre que presentaba en esa última ocasión fue el de Luis Marín Rodríguez, que vamos a suponer fuese el suyo, pero tuvo otros…

Hotel de Francia.

En 1925 se movía por Cádiz. Decía ser médico. En abril se hospedó en un hotel de primera categoría como el “médico don Alberto Caro”, quien por irregularidades en el pago de la habitación fue expulsado del hotel. Ni corto ni perezoso el falso médico Luis Marín se hospedó en el “Hotel de Francia” bajo el nombre de José Semprún. ¿Por qué este nombre? Porque así se llamaba el sobrino del gobernador civil de Madrid. ¿Qué hizo? ¿También pensaba marcharse sin pagar? Pues no. Bueno, no solo eso. Aquí, aprovechando el que el huésped de una habitación próxima estaba en el baño, entró allí –en la habitación no en el baño- y se llevó un reloj de oro esmaltado con cadena de platino, más una cartera conteniendo mil quinientas pesetas. Escapó del hotel y fue capturado en Algeciras por la policía que había salido en su busca.
 
Por completar la información les diremos que si recurrimos al Código Penal español de 1870 veremos que Luis había infringido el artículo 346 que decía que El que usare públicamente un nombre supuesto incurrirá en las penas de arresto mayor en sus grados mínimo y medio y multa de 125 a 1.250 pesetas. Pero tenía el agravante de usarlo para cometer un delito por lo cual las penas variaban imponiéndose las penas de arresto mayor en sus grados medio y máximo y multa de 150 a 1.500 pesetas. En cristiano: de uno a seis meses de cárcel.
 
Por su parte, por lo del hurto le aplicarían lo contenido en el artículo 531 apartado primero que indicaba que la pena sería de presidio correccional en sus grados medio y máximo si el valor de la cosa hurtada excediere de 2.500 pesetas. Traducido: de dos años hasta seis años.
 
¿Fin de la trayectoria criminal?


No. Ni por asomo. Hacia 1927 o 1928, un par de años o tres después de ser pillado aparece en Villarcayo -Aquí su relación con Las Merindades- declarándose médico y ¡ejerciendo la medicina! Suponemos, porque no lo dice el breve de prensa, que cobraría por ello. Sabemos que le pillaron en 1928 y, elucubramos que, le aplicarían el artículo 343 de ese código penal de 1870 que decía: “El que atribuyéndose la cualidad de Profesor ejerciere públicamente actos propios de una facultad que no pueda ejercerse sin título oficial incurrirá en la pena de arresto mayor en su grado máximo a prisión correccional en su grado mínimo”. Es decir, de cuatro meses y un día hasta dos años y cuatro meses. Sin olvidarnos de lo del nombre falso que seguro que emplearía. ¿Fin?
 
En la cárcel observó buena conducta y, supongo que por su “formación”, fue nombrado ayudante de la escuela. En la cárcel se fingió loco –al fin y al cabo era un experto en engañar- y firmaba todos sus escritos como Infante de España. ¿Colaría?
 
La Audiencia le declaró demente y lo trasladó a Cáceres y, poco después, por orden de la Dirección General de Prisiones lo llevaron a Ciempozuelos, donde había un centro psiquiátrico.

Dibujo de Delfín Salas. 

Y con esto le encontramos libre a primeros de 1931 montando el caso del falso capitán de la Guardia Civil. Llegó a Aranjuez el veinte de enero en el tren correo de Cuenca y se encaminó al cuartel de la Guardia civil. Allí habló con el sargento y le dijo que estaba destinado en un Tercio de La Coruña y que tuvo que ir a Aranjuez a sacar unas partidas de defunción para cobrar una herencia.
 
Pasó a la oficina y, tras hablar con el cabo que había allí, se entrevistó con el capitán ante el que se presentó como capitán Peralta. No sé si se había estudiado el asunto o, dentro de su experiencia como timador –hijo de la improvisación-, que cuando el capitán del puesto le dijo que con él habían estado los Peralta en un colegio. Marín le dijo que él era un tercer hermano, cambiando la conversación en seguida, y pidió ser acompañado por el capitán para ir a ver al párroco. Le acompañó un guardia, y después de entrevistarse con el cura, que no pudo complacerle por no darle Marín los datos precisos, tomó un coche y regresó a Madrid. Me dejan con la duda por saber qué quería hacer con las partidas de defunción.
 
En el trayecto disfrutó del uniforme: "Denunció" a cuatro carreteros por no llevar su derecha y, pletórico de autoridad, sostuvo diálogos que recreaba el diario “Ahora”:
 
-¿No sabe usted el reglamento de carreteras?
-No, no, señor- Contestaba el interpelado.
-Pues debía saberlo. Por eso, por eso es por lo que ocurren las desgracias.
-Sí, señor, sí.
-¡Queda usted multado!
 
Y con la mayor seriedad anotaba el nombre del amedrentado carretero. El chófer que conducía al enérgico e inflexible "capitán" no salía de su asombro. Ya en Madrid se apeó cerca de la calle de Larra.
 
Pero como la Guardia Civil no es tonta el capitán y el sargento de Aranjuez encontraron sospechosa la actitud del falso capitán Peralta y se trasladaron a Madrid para comunicar sus sospechas. Fue en ese momento cuando saltó la alarma para capturar a Marín en Alcázar de San Juan.

Fotografía cortesía de A. Martínez. 
Casa Cuartel de Aranjuez.
 
Aquí cumplió los requisitos para incumplir los artículos 342 (“El que sin título o causa legítima ejerciere actos propios de una Autoridad o funcionario público, atribuyéndose carácter oficial, será castigado con la pena de prisión correccional en sus grados mínimo y medio”), el 348 (“El que usare pública e indebidamente uniforme o traje propios de un cargo que no ejerciera, o de una clase a que no perteneciera, o de un estado que no tuviera, o insignias o condecoraciones que no estuviera autorizado para llevar, será castigado con la pena de multa de 125 á 1.250 pesetas”) y el ya habitual 346. Lo que le permitiría residir en la cárcel de seis meses y un día a cuatro años y dos meses más multa de 125 a 1.250 pesetas y lo que le venía por el 346.
 
¿Fin?
 
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “Ahora”.
Periódico “El heraldo de Madrid”.
Periódico “El Sol”.
Periódico “El diario de Palencia”.
Código penal español de 1870. 
 
 
 

domingo, 14 de marzo de 2021

Ael: de poco a nada.

 

 
“¡Qué solos se quedan los muertos!”
 

La Rima LXXIII de Gustavo Adolfo Bécquer define muy bien esa sensación helada que sentimos no sólo ante la muerte, sino ante los muertos. Mirar una tumba, las cenizas del que fue y no retornará… de nosotros. Pero ¿qué sensación nos produce un pueblo muerto? Sólo, perdido, ahogadas sus llamadas por la maleza… Ael, convertido en granja de propiedad particular desde 1998, porque desde 1986 está despoblado…


No es extraño su abandono porque sus posibilidades agrícolas eran muy pequeñas, dado lo dificultoso de un terreno más apropiado para la ganadería. Ael está a cinco kilómetros hacia el norte de Nofuentes. Si lo encuentran lo tendrán en la falda oriental de un valle rodeado de elevados cerros y al borde del portillo de “Cuesta de la Llana”. Realmente no abulta mucho el pueblo, la lectura de esta entrada puede durar más que el recorrido por las calles –es un decir- de Ael. Triste. Destacable en este pueblito son el ábside cuadrangular de tradición mozárabe y la lápida con caracteres visigóticos que se encontraba embutida sobre una diminuta ventana. Esta lápida, trasladada a Burgos, ayuda a comprender el origen de Ael. Su inscripción, con cruz potenzada incluida, nos traslada a los primeros tiempos de la repoblación alto-medieval. Para Elías Rubio Marcos, el nombre de “Ael, con claras resonancias mozárabes, señala a algún grupo venido del sur peninsular como protagonista de la primera ocupación seria habida en este lugar”. Pero en el entorno ya hubo poblaciones –un castro- y Ael se sitúa a unos 300 m del vértice del cerro. El término tiene los despoblados de Santa Isabel y San Martín.

 
Ael se documenta en el “Becerro de Behetrías” (1350) como un lugar de señorío de Fernán Pérez de Ayala. Todo el lugar. Indicaba que se le pagaba monedas y servicios al rey cuando los diese la tierra y al “señor sus infurciones y de cada solar pan y dineros según se avienen con el señor”. Claro que hay cierta disputa académica sobre si esta referencia del Becerro se refiere a Ael. Inocencio Cadiñanos afirma que Ael es la inscripción “Hayl” en contra de la opinión de Martínez Diez que lo hace con “Baillo”. María del Carmen Arribas se postula a favor de Cadiñanos dado que parece clara la similitud fonética y porque existe información de que Fernán Pérez de Ayala tenía el señorío de varios lugares, entre otros de Ael. Consta escrito, en la forma actualmente reconocida, por primera vez el 25 de mayo de 1433 en el catálogo del Convento de Santa Clara de Medina de Pomar.
 
Las propiedades de Fernán Pérez debieron acabar en manos de los Velasco que donaron algunas al monasterio de Santa Clara de Medina, puesto que veremos a ambos cobrar censo que llevaban en arriendo el concejo de Ael. En 1590 Ael tenía 10 vecinos y ningún clérigo.


Cuando el Catastro del Marqués de la Ensenada (1752) se desplazó hasta el pueblo el subdelegado Nicolás Fernández de la Peña. Allí se juntó con el cura beneficiado –poco- Nicolás Vélez Frías, con José Ortiz de Sodupe, que actuaba como regidor, con Tomás Ortiz de Sodupe y con José Sainz Pérez de Villapanillo. El texto lo califica de lugar de realengo aunque también dice que pertenecía al Duque de Frías. Y, nos dice, que solo tiene tres vecinos que pagaba 39 fanegas de trigo y cebada, mitad y mitad. De ellas 36 al Velasco y tres al convento de Santa Clara de Medina de Pomar. Todo sacado de unas tierras de Secano con mitad en barbecho. Tenían Nogales, manzanos y olmos.

Cortesía de María del Carmen Arribas Magro
 
Carecían de molinos, minas o salinas. Había veinte colmenas de las cuales dieciocho eran propiedad de José Ortiz y las otras dos se las repartían entre el cura beneficiado y Tomás. Había seis bueyes de labranza de los cuales dos eran propiedad de Domingo Ortega que era el cura beneficiado de Pantaleón de Losa y los tenía en renta Esteban López de Renedo, el tercer y último vecino del pueblo que figuraba como pobre de solemnidad. Fuese lo que fuese eso en esos años. Por lo dicho en el párrafo, digo. Añadamos "dos muletos de recría y venta", dos caballos de labranza, un potro de recría y venta, cuarenta y dos cabezas de ganado lanar y un cerdo para el consumo. La población solo tenía tres casas además de la iglesia. Por cierto, el cura no vivía en el lugar. Aunque se beneficiaba de ella.


Transitando la tercera década del siglo XIX nos cuenta el diccionario de Sebastián Miñano y Bedoya que Ael tenía ya seis vecinos, que reflejaba 36 habitantes, y que su parroquia estaba unida a la de Villarán. El “Madoz” (1845-1850) es un poco más concreto, sin llegar al nivel del catastro de la Ensenada:
 
“AEL: v. en la prov., aud. terr., c. g. , dióc. y adm. de rent. de Burgos (13 leg,), part. jud. De Villarcayo (3), ayunt. de Nofuentes y merindad de Cuesta Urria. Sit. al E. en la falda de una colina de poca elevación, bien ventilada y de clima saludable, si bien ninguno do sus hab. llega á 80 años de edad. Se compone de 10 casas de 20 á 25 pies de altura, la mayor parte de 2 pisos, y de una iglesia sin uso por lo que los vecinos van á oir misa á la de Villarán y otros pueblos. Confina el término por N. con los de Yerro y Críales, por E. con el de las Quintanillas, por S. con los de Villarán y Villapanillo, y por O. con el de S. Martin, extendiéndose 1/4 de legua por cada uno de los cuatro puntos cardinales. El Terreno es montuoso, débil y de secano, á excepción de algunos vallecitos, destinados á la siembra de granos, en que es fuerte; se divide en primera, segunda y tercera suertes, cultivándose 8 fan. de la primera, 15 de la segunda y 30 de la tercera; todo este terreno es de dominio particular, cuyas 3/4 partes pertenecen al Sr. duque de Frías, á quien pagan la renta los vecinos; tiene algo de monte, muchos arbustos y buenos pastos; por el O. y á poca distancia de la población corre un arroyo perenne de buenas aguas, de las cuales y de las de una fuente natural se surten los vecinos para sus usos y para el de los ganados; los caminos son de servidumbre. Prod.: trigo, cebada, centeno y legumbres; ganado lanar, vacuno, cabrío y alguna caza. El comercio consiste en la exportación de lana y parte de los ganados. Población 5 vecinos y 16 almas; cap. prod. con Villanueva y las Quintanillas 283,710 rs., imp. 28,040”.

 
Si nos fijamos, el número de habitantes de la población se ha reducido en treinta años desde los 36 habitantes a los 16 habitantes. Es un gran bajón incluso para las cifras algo disminuidas que se remitieron para el diccionario de Pascual Madoz. Lo que me sorprende es el alto número de casa del lugar –diez- que en el siglo y medio siguiente se reducirán a... nada. ¿Podrían ser datos equivocados? Miremos en otro diccionario de 1881, el Riera-Sans:
 
“AEL. — V. agreg. al ayunt. Merindad de Cuesta-Urría, de donde dista 6 kilómetros, y cuya casa consistorial se encuentra en Nofuentes. Cuenta 94 hab. y 19 edif. Organización Judicial.--Depende del part. jud. de Villarcayo, distante 15 kilómetros, y aud. territorial de Burgos, de donde dista 68 km. Organización civil.—Corresponde al gobierno civil de Burgos. Organización militar.—Pertenece á la c. g. de Burgos y gobierno militar de la prov. Organización económica.—Está sujeta á la admón. de la prov. y contribuye con su ayuntamiento. Organización eclesiástica.—Depende de la diócesis de Burgos. Servicio público. —Recibe la correspondencia por la admón. subalterna de Villarcayo. Obras públicas y medios de comunicación.—Los caminos son de herradura. Población.—Las casas de que se compone son en lo general de mala construcción y de un solo piso. Situación geográfica y topográfica.—Está situada al E. en la falda de una colina de poca elevación, bien ventilada y de clima saludable, si bien se observa que ninguno de sus habitantes llega a ochenta años de edad. Confina por el N. con el término de Hierro y Críales; por el E. con el de Quintanillas; por el S. con los de Villarán y Villapanillo, y por el O. con el de San Martin, extendiéndose como unos dos kilómetros por cada uno de los cuatro puntos cardinales; el terreno es montuoso, á excepción de algunos valles destinados á la siembra de granos, cuya mayor parte son de la propiedad del duque de Frías, Por el O. y á poca distancia de la población, corre un arroyo perenne de buenas aguas, de las cuales y de una fuente natural, se surten los vecinos para sí y sus ganados”.

 
Volvamos a las cifras de los pobladores de Ael, verán que hacia 1881 la cifra de residentes se dispara hasta los 94 y hay 19 edificios. Personalmente creo que es mucho incremento de la población para unos treinta años. Podríamos suponer que son cifras mal registradas. Tal vez. Las casas, además, pierden un piso porque le Madoz las describe mayoritariamente de dos pisos. Para 1894 había 19 habitantes en un listado y 58 en otro. En fin. No las crean mucho. Sobre todo las cifras más altas. Quédense con el registro de que los caminos siempre fueron mulateros.
 
Un dato curioso más, sobre todo si pensamos que el templo estaba agregado a Villarán, es que el sacerdote del lugar fue Pedro Martínez desde, al menos, 1898 hasta 1911. La misa la daba, cuando la daba, en su iglesia de Santiago, de pequeñas proporciones. En algunos lugares se dice que estaba dedicada a Santa Isabel. Era de una nave rectangular, muy reformada, con un ábside cuadrado románico más bajo, con probables connotaciones mozárabes y canes toscos en los aleros, una portada románica sencilla de arco apuntado, impostas y decoración geométrica y unas pequeñas cabezas en los salmeres y en la clave. Y una mala espadaña, retocada con ladrillo y sin remates, con dos huecos y sin campanas. La pila era de estilo indefinido.


Sus libros parroquiales, unidos a los de Villarán, dan comienzo en el año 1612. Pero en Ael se ha conservado en el hastial del ábside de su iglesia una piedra con una inscripción sobre el culto de la Santa Cruz, de clara influencia asturiana visigótica, que se remonta a la Alta Edad Madia, siglos IX al X: “Hoc signo tuetur pius. Hoc signo vincitur inimicus”. Esta unión con Villarán también se produjo con sus escolares que se desplazaban desde Ael para ir a la escuela.

 
En torno a 1950 vivían en Ael seis vecinos, a saber: José Ordoño, Anastasio Mardones, Ricardo López, Paulino López, José Presa y Emilio Presa. Cada uno de ellos vivía con la misma precariedad de siempre, aunque habían dejado ya de iluminarse con los candiles; en 1948 la empresa Aduriz, de Medina de Pomar, suministró luz eléctrica a este pueblo y sus vecinos pudieron instalar con esta energía su propio molino, dejando así de ir a moler a Nofuentes, como era habitual.
 
Julio Presa, su último vecino oficial, se bajó a residir a Nofuentes acompañado de sus dos hermanas, con las que vivía, hacia 1998. Como algo anecdótico y paradójico, merece consignarse que la carretera actual hasta las ruinas de este pueblo fuera hecha cuando ya no quedaba nadie en él y solo existía una casa en pie.

 
El tres de julio de 1998 el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número uno, de Villarcayo, tramitaba procedimiento judicial por el cual se sacaban los bienes de Ael a subasta.
 
La última persona enterrada en el pequeñísimo cementerio de este pueblo fue una vecina de Las Quintanillas que subió el día de la fiesta y murió allí en el transcurso de la misma. La fiesta mayor de Ael era el 21 de septiembre (San Mateo). Aquel día acudían a la pequeña villa gentes de todos los pueblos de alrededor a bailar en una era situada encima de la iglesia. Para este día grande era tradicional en todas las casas sacrificar una oveja machorra, de la cual se daba cuenta tras los tradicionales platos de sopa de fideos y garbanzos.
 
Singular fue una fiesta celebrada en Ael en 1992, cuando se encontraba ya totalmente deshabitado y con la presencia de más de 300 personas, se homenajeó a Julio Presa, también presente. De esta forma se explica contemplar en la única casa que queda en pie una placa con esta leyenda: “Avenida de Julio Presa”. La broma parece un tanto insólita, si se tiene en cuenta que en vida de Ael ninguna calle tuvo nombre.
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las Merindades de Burgos: un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Arribas Magro.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850)”. Pascual Madoz.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar publicado bajo la dirección de Pablo Riera y Sans”.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal” (1826-1828). Sebastián Miñano y Bedoya.
Estadística del arzobispado de Burgos. 1872.
Censo de población de las provincias y partidos de la Corona de Castilla en el siglo XVI.
“Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Indicador general de la industria y el comercio de Burgos”. Marciano Velasco.
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urría.” María del Carmen Arribas Magro.
“Burgos. Los pueblos del silencio”. Elías Rubio Marcos.
Becerro de Behetrías.

Las fotografías no identificadas en esta entrada son cortesía de Pasiegos y Merindades.com
 
 
 
 

domingo, 7 de marzo de 2021

Dolmen o no dolmen de Busnela.

  
Dolmen es un término bretón que significa “mesa de piedra” y, a pesar de ser bastante ajustado está en desuso en los círculos académicos donde aplican más el de "sepulcros megalíticos". ¿Y eso? Bueno, este sintagma fue acuñado por el reverendo Algemon Herbert y engloba tanto a aquellos monumentos con techumbres planas como a los que adoptan para cubierta otras soluciones como una cúpula.
 
Dolmen de Busnela

Cuando lleguemos ante estos dol… sepulcros encontraremos poco más que ruinas aunque originariamente fueron construcciones formidables y bien ajustadas cuyas paredes eran grandes lajas clavadas verticalmente en el suelo llamadas “ortostatos”. Sobre ellas, que delimitan una cámara, descansaba la cubierta. Toda la edificación era ocultada bajo un montículo de tierra, el túmulo, que podía adoptar en planta diferentes formas (circular, oval, cuadrada...) y que conseguía proteger y señalizar la construcción. Su ausencia, como en el caso de Busnela, sería un marcador de falso dolmen. Por último, el recinto megalítico, convertido bajo el túmulo en una cripta subterránea, desempeñaba el papel de panteón.
 
Simplificando, tendremos tres tipos de dólmenes: los simples, con sólo cámaras poligonales; los sepulcros de corredor, que añadían a la cámara un angosto pasillo de acceso que discurría desde la periferia del túmulo; y las galerías cubiertas, en las que las cámaras, alargadas y de paredes paralelas, cumplían a la vez el papel de espacio funerario y de acceso.

Cortesía de ZaLeZ
 
Con lo que vemos cuando los visitamos difícilmente nos damos cuenta del esfuerzo que constó construirlos y de la grandiosidad que representaba para aquellos individuos. Para que se hagan una idea: hay dólmenes con cubiertas que pesan decenas de toneladas. Sin descartar los pequeños que cumplen las mismas funciones, ojo. Es como si –salvando las distancias- solo fueran pirámides las grandes y no incluyéramos en la clasificación las pirámides de Nubia. Vere Gordon Childe, el gran teorizador de la Prehistoria, considera que las grandes obras públicas sólo pudieron fructificar en sociedades complejas y bien organizadas con capacidad para generar importantes excedentes.
 
Hubo un tiempo en que se creyó que estas construcciones europeas eran fruto de la torpeza de unos habitantes que querían imitar a los egipcios. Sin embargo, desde mediados del siglo XX, gracias al Carbono 14, quedó claro que la antigüedad de los dólmenes occidentales superaba en casi dos milenios a la de las pirámides egipcias o a la de los zigurats mesopotámicos. Nuestros dólmenes son monumentos erigidos durante el Neolítico, casi todos a lo largo del IV milenio antes de Cristo. Hombres que trabajaron sin la ayuda de bestias ni de herramientas sofisticadas con las que desbastar las losas. Las sacaban de las canteras y las desplazaban hasta las tumbas que podían estar a varios kilómetros de distancia.

Cortesía de ZaLeZ
 
Para que se hagan una idea: trasladar una losa de unas 35 toneladas necesitaba del esfuerzo de más de 300 hombres adultos y estos necesitan cubrir sus necesidades por lo cual se añadiría más personas a la empresa. Claro que, también, a menos peso menos gente. Aun así, los arqueólogos no suelen encontrar aldeas, en el entorno de los dólmenes, con el tamaño suficiente para albergar contingentes de población suficientes, circunstancia que convenció a Colin Renfrew de que la construcción hubo de ser fruto de un trabajo cooperativo en el que, además de los titulares de las tumbas, participaron las comunidades vecinas.
 
Y, entonces, ¿quién tenía el honor de ser enterrado ahí? ¿Los que lo construían? Bueno, la excavación de las cámaras descubre abigarrados osarios con restos de numerosos individuos. Sin embargo, la irregular conservación de los esqueletos presentes y la diferente cronología de los elementos de ajuar personal o de las ofrendas que los acompañan revelan que no todos los residentes entraron a la vez, sino que, al igual que sucede en los panteones familiares actuales, lo que tenemos es la suma de inhumaciones individuales a lo largo del tiempo. Los dólmenes fueron, pues, pese a su carácter subterráneo, sepulcros accesibles. La construcción de pasillos que desde el exterior y atravesando el túmulo llegaban a la cámara cumplió la función de facilitar la entrada en los monumentos para dejar nuevos restos.
 
Y, en ese “panteón”, ¿Metían el cadáver a pudrirse o sólo los huesos? El caos de huesos haría pensar que eran osarios pero el análisis de los mismos muestra que, en origen, se depositó el cadáver. ¿Esto es seguro? Pocas cosas son seguras pero nos respalda la presencia de huesos muy pequeños que en un traslado se hubiesen perdido.

Cortesía de ZaLeZ
 
¿Entonces por qué los encontramos revueltos si fueron enterrados completos, recostados sobre uno de los flancos y las piernas plegadas bajo el abdomen? A ese resultado contribuiría la exposición aérea de los muertos; los desplazamientos de huesos ocasionados por la desaparición de los tejidos blandos que los recubren; seguramente, las afecciones producidas por animales; hacer hueco para más enterramientos; o reubicación cuidadosa en otro lugar del dolmen. Se sopesa, incluso, que se retirasen huesos para convertirlos en reliquias como sí se ha comprobado en dólmenes británicos. Estos factores, evidentemente, creaban nuevo espacio en el interior. Podemos decir que en los dólmenes burgaleses nunca han pasado del medio centenar los enterramientos. Con ello romperíamos la idea de que eran tumbas para todos – respondiendo a una pregunta anterior- y durante generaciones. Es ilustrativo, para todas estas preguntas, la preeminencia de varones en estos enterramientos (10 a 3 en la cista de Villaescusa). No han aparecido niños menores de 4 años, lo que obliga a pensar en la existencia de ritos funerarios alternativos para ellos, tal vez en el espacio doméstico. Concluyendo: en los sepelios neolíticos los difuntos se segregaban. Como hoy, si lo piensan.
 
La genética ha confirmado la vieja tesis de que los enterrados eran miembros de un clan o grupo familiar unido por lazos de sangre. ¿Confirmamos que es una tumba familiar? Sí. Nos hallamos ante una comunidad homogénea y consanguínea que, gracias a los estudios de esmalte dental, no conoció aportes foráneos importantes ni experimentó cambios de residencia llamativos.
 
Pero sorprenden cosas como que en ningún caso en las inmediaciones de los sepulcros parecen haber existido aldeas de tamaño suficiente para albergar a veinticinco adultos de ambos sexos (doce hogares, con los niños correspondientes), que es la cifra que, aplicando una tasa de mortalidad anual de cuatro por mil, propia de poblaciones prehistóricas, sería necesaria para generar en medio siglo los 47 cadáveres presentes, por ejemplo, en Reinoso. De ahí que cada vez se acepte más la idea de que esta población se organizaba en células más pequeñas, casi solo familiares, las cuales, obligadas por el agotamiento periódico de los campos de cultivo que trabajaban, variarían cada pocos años la posición de sus poblados pero sin alejarse de las tumbas. Eso entendería la irrelevancia de los asentamientos y su dificultad para reconocerlos.
 
Pero el interior de los dólmenes investigados nos han dicho mucho sobre sus constructores – o al menos sobre sus “inquilinos”-. Esos agricultores de hace 6.000 años “disfrutaban” de una alta tasa de mortalidad infantil; pocos superaban los 40 años; eran comunes las afecciones óseas y articulares; las caries y los abscesos dentales estaban a la orden del día fruto del excesivo consumo de carbohidratos (cereales). Por cierto, medían unos 1`60 metros.

Cortesía de ZaLeZ
 
Su sistema médico parecía haber perfeccionado las trepanaciones con herramientas de piedra con una más que aceptable tasa de supervivencia, salvo que los que no superaban la operación no fuesen enterrados en el megalito. Los investigadores han llegado a sopesar la idea de que los enterrados sufriesen esta operación como un rito iniciático religioso.
 
Hacia el último tercio del IV milenio los dólmenes decayeron en la función de panteones colectivos que justificó su construcción. Aunque en la Edad de los Metales recuperan cierto protagonismo funerario es fruto de un reaprovechamiento de las estructuras.
 
Intuimos, por tanto, la existencia en el neolítico de un ritual funerario al servicio de unas creencias religiosas y, estas, supeditadas a un orden social. También tenemos en cuenta otra razón para estas tumbas monumentales: ser símbolos de reivindicación territorial. Esto nos explicaría la causa de que los dólmenes no estuviesen junto a las canteras y sí en lugares fáciles de ver desde el entorno y desde los que se controlan visualmente recursos críticos y espacios productivos.
 
Y con toda esta información llegamos y decimos: el dolmen de Busnela puede no ser un dolmen. Vamos, casi seguros que no lo es.

Cortesía de ZaLeZ
 
Para llegar a este posible megalito debemos coger la carretera que parte de Santelices a Cidad de Valdeporres para continuar hacia Busnela. El paisaje que dominaremos a esos 769 metros de altura es de media montaña, con pastos en las partes altas, y salpicado de bosquetes de robles centenarios y hayas. Cuando nos encontremos frente a un conjunto de bloques pétreos que se encuentran rematados en su parte oriental por una pared de siete enormes lastras habremos llegado. Supongo que esto sería lo que vio José Luis Uríbarri (“El fenómeno megalítico burgalés”). La longitud de su eje mayor es de unos siete metros y su altura alcanza los doscientos treinta centímetros. La cámara tiene 3`75 metros de largo por 2 metros de ancho. No se han encontrado evidencias de su uso funerario, al no estar cubierto por un túmulo que protegiera los restos, pero se ha considerado tradicionalmente un dolmen, porque lo parece.
 
Lo que tendríamos delante se trataría, en realidad, de un afloramiento natural de caliza ubicado en el extremo de un altozano. Su peculiaridad consistiría en presentar en su cara sur una amplia concavidad, a modo de abrigo. Los pobladores, en algún momento del pasado que el cartel indicativo señala hace unos 5.000 años, mejoraron y completaron el cierre del cubículo colocando grandes losas –esos ortostatos que mencionábamos- y una cubierta plana al este de la entrada, con lo cual no es desatinado hablar de un megalito. Sin embargo, la ausencia de túmulo, de restos humanos o de ajuar y la falta de cualquier otro documento arqueológico asociado nos reducen el de Busnela a una rareza. Eso sí, una rareza aprovechada por pastores y sus ganados desde hace cientos de años.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Tumbas de Gigantes. Dólmenes y Túmulos en la provincia de Burgos”. Miguel A. Moreno Gallo, Germán Delibes de Castro, Rodrigo Villalobos García y Javier Basconcillos Arce.

Dedicado a David, Amanda, Pello y Jon.