Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 29 de octubre de 2023

Las “Brujas” de Salazar y Frías.

 
Asumo que los temas que tratamos en esta bitácora durante las celebraciones de los días de Difuntos y de Todos los Santos -hoy asociados a una distorsionada idea del Halloween o Samain- suelen ser más abiertos en cuanto al área sobre el que pongo el ojo. Y, por ello, reconozco que el título es tramposo. Las dos localidades que creemos no son tales sino los apellidos de un inquisidor. ¡Hostia! ¡¿Un inquisidor de la sanguinaria, genocida y brutal Inquisición Española?! Pues sí. Y ya sé que alguno pedirá que me cancelen, como si esto fuese Twitter. Pues no.

Casa del pueblo de Salazar
 
Sabemos que la palabra "inquisidor" evoca intolerancia, tortura y crueldad y no modernidad, racionalismo o compasión. Y, por supuesto, está asociado a “La Inquisición” y a ríos de sangre. Pero en el mundo de hoy, lo que no se cuenta no existe, aunque sea la verdad. Y, desgraciadamente, en temas relacionados con esta institución de la Iglesia Católica hay mucha desinformación o, por decirlo llanamente, mentiras. Irónicamente, el Imperio Español tenía “diarrea procesal”, como diría Ángela Rodríguez Martínez, alias “Pam”, y una vocación de conservación de sus archivos. Así sabemos mucho de muchas personas y casos como el de las brujas de Zugarramurdi y el inquisidor Alonso de Salazar y Frías. No sabemos todo de este episodio brujeril, porque una parte de la documentación, la del lado francés, se quemó en Burdeos en 1710. En palabras de Emilia Roca Barea: “con ese arte que han demostrado a lo largo de los siglos los incendios franceses para achicharrar, con puntería milagrosa, aquello de lo que no conviene dejar rastro”.

Frías (Burgos)
 
Este brote de brujería navarra procedía de Francia donde hubo una terrible persecución bajo la dirección de Pierre de Lancre. A primeros de julio de 1609, hace su aparición en el Labort, territorio del País Vasco francés, en calidad de juez comisionado por el rey, el mentado Pierre. Entre el 1 de julio y el 1 de noviembre de ese año la justicia francesa quema 80 brujos. Lancre asegura que ha visto la marca del demonio en más de 3.000 niños. Por el contrario, al foco de brujería navarro, que en reinos al norte de los Pirineos se solventaba con olor a carne quemada, fue enviado Salazar y Frías por el inquisidor general Bernardo de Sandoval y Rojas para solucionar de histeria colectiva surgida, con grave riesgo para el orden público.
 
Alonso de Salazar y Frías gozaba de una merecida reputación de abogado brillante y honrado. En un año desactivó aquella espiral de delaciones y acusaciones. Recorrió el territorio aldea por aldea, ofreció perdón y comprensión, pero exigió respeto a las vidas y las haciendas ajenas. A Lancre le hubiera dado un patatús, convencido como estaba de que la cúspide de la perfección brujeril era el disimulo y de que por tanto el trabajo más difícil era detectar al brujo. Por ello, el francés se explayó en su tratado sobre brujería en la descripción pormenorizada de las formas, marcas y actividades preferidas por los brujos, sin desdeñar un minucioso análisis de los síntomas de la licantropía. Puro racionalismo francés (es una ironía). Alonso de Salazar y Frías solía hacer un estudio previo de las cuestiones que se le proponían. Valoraba las pruebas documentales considerando que sin ellas no se podía seguir adelante en ningún proceso.
 
No se recordaba a Alonso -cosa normal entre nuestros purgadores de la historia- hasta que en 1907 el historiador estadounidense Charles Lea habló de él en su “Historia de la Inquisición de España” al tratar el proceso de Zugarramurdi celebrado en Logroño entre 1610 y 1614. Luego lo estudiaría Julio Caro Baroja en 1933, Luis Coronas Tejada y el danés Gustav Henningsen en “The Papers of Alonso de Salazar Frías. A Spanish Witchcraft Polemic 1610-1614” y en “El Abogado de las Brujas (1983)”.

 
No nos olvidemos del que será Inquisidor General Bernardo de Sandoval, erudito y mecenas, que fue protector de Cervantes, el cual le menciona en el Quijote. Sandoval encargó a Alonso trabajo tan problemático y lo apoyó en todo. Excepcionales debieron de ser también el resto de los inquisidores de la Suprema, órgano rector de la institución, que recibieron los memoriales y documentos escritos por Alonso y mantuvieron sus criterios inalterados en el tiempo. Estos principios legales adoptados ante la brujería hicieron que España fuese el país de Europa donde menos brujas condenaron. Según Henningsen, unas 50.000 personas murieron en la caza de brujas en Europa. La mitad en los territorios germánicos. Apenas una veintena en España.
 
Llevamos un rato leyendo sobre este hombre, recibiendo información de lo que hizo o creemos que hizo y parece el momento para conocerlo. Lo que nos atrae del personaje a los miembros de esta bitácora son sus apellidos que le asocian con familias y poblaciones de Las Merindades. No llegaremos al nivel de la Auñamendi que, directamente dice: “Miembro de la Inquisición, de gran importancia para el País Vasco y originario del mismo, nacido en Burgos en 1564”, palabras firmadas por Ainhoa Arozamena Ayala, pero sí nos sorprendemos del origen de sus apellidos y la presencia de los mismos en nuestra comarca. Sabemos que nació en Burgos, en 1564, en una familia hidalga con capilla y enterramiento en la parroquia de San Esteban de Burgos. Su padre, Bernardino de Salazar, su tío Antonio (familiar del Santo Oficio) y su abuelo paterno, Tomás Ortiz de frías Salazar, fueron letrados, con antecedentes familiares de mercaderes de lana en el Consulado de la ciudad. Tomás Ortiz había servido a Condestable de Castilla Pedro Fernández de Velasco como regidor, gobernador y administrador de sus estados. (¿Vale esto como vínculo con Las Merindades? Buff, no nos volvamos locos, por favor). Dicho esto, con este ejemplo familiar dejamos constancia de que la mayoría de los inquisidores de los siglos XVI y XVII, procedía del mundo universitario.

Eugene Grasset, "Brujas".
 
Los niños con parientes en la clerecía, en la magistratura o bien protegidos por alguna dignidad, solían perfeccionar sus estudios de latinidad sin salir del ámbito familiar, aprendiendo a leer y escribir, y a estudiar algo de gramática y latín. A los catorce años, quienes valían para el estudio emprendían estudios superiores en la universidad. Después de perfeccionar los latines oían los “Derechos” por un tiempo de cuatro a cinco años, tras los cuales obtenían el grado de bachiller. Aquellos con vocación y con medios económicos continuaban sus estudios como colegiales hasta hacerse licenciados en leyes, y si tenían la oportunidad, en doctores. Alonso de Salazar comienza sus estudios universitarios en Salamanca con quince años de edad y se gradúa en 1584. Las relaciones familiares fueron las que le llevaron a Jaén en el séquito de clérigos del obispo Francisco Sarmiento de Mendoza
 
En 1588 se consagró sacerdote y ese mismo año el obispo Francisco Sarmiento de Mendoza lo nombró racionero del Cabildo de la Catedral de Jaén y se graduó de licenciado en Cánones en la económica, y rápida en otorgar títulos, Universidad de Sigüenza. Fue también visitador y vicario de las ciudades de Baeza y Úbeda para implantar en ellas la reforma tridentina. Sus estudios le abrirían una puerta para ascender en las altas esferas eclesiásticas, pero, también, harían de él un gran humanista y un hombre muy instruido para su época con una vasta formación en derecho, historia o teología. Muestra de ello fueron los 1.161 volúmenes de su biblioteca personal y la variada colección de obras pictóricas incluidas en su inventario post mortem. Trescientos sesenta y cinco de esos libros eran de humanidad, teología moral e historia.

Recreación de Alonso Salazar Frías.
 
De 1588 a 1595 maduró jurídicamente al lado del obispo Sarmiento, que había sido catedrático en la Universidad de Salamanca y oidor en la Chancillería de Valladolid. La confianza del obispo es tal que, al morir en 1595, deja nombrado a Alonso como albacea. Tras cumplir con el testamento, Salazar y Frías es enviado a la Corte como jurista del cabildo para defender los negocios del obispado. Allí conoce a Bernardo Sandoval y Rojas, a quien comienza a servir cuando le nombran obispo de Jaén, y más tarde cardenal y arzobispo de Toledo, el Primado de las Españas.
 
El obispo Sarmiento encargó a Alonso, junto con el racionero Gil Dávalos Zambrana, escribir un episcopologio que se inició con el primer obispo de la diócesis Jaén-Baeza en tiempos de Fernando III hasta el año 1595. Fue un trabajo que eliminó leyendas y tradiciones para dejar solo los nombres que consideraron ciertos.
 
En julio de 1600 le designaron procurador de la Iglesia de Jaén en la Congregación del Estado Eclesiástico de la Corona de Castilla (1602-1603); participó en las deliberaciones con tal éxito que, en 1602, por unanimidad, esta institución lo nombró procurador general ante la Corte; en 1607, una nueva Congregación lo mantiene en tal puesto, que le permite entrar en contacto con el duque de Lerma y consejeros de distintos Consejos.

"Vuelo de Brujas" (Francisco de Goya)
 
Cuando Bernardo de Sandoval y Rojas, arzobispo de Toledo, accede al cargo de inquisidor general en 1608, nombró inquisidor para el Tribunal de Logroño a Alonso Salazar y Frías (23 de marzo de 1609), sin que este perdiese la canonjía de Jaén. Señalemos que este nombramiento solo fue posible tras la muerte del anterior Inquisidor General Juan Bautista Acevedo. Tenía tanto poder el inquisidor general que a pesar de contar Alonso con el apoyo del arzobispo de Toledo y de las cartas de recomendación de los papas Clemente VIII y Pablo V no se le concedió el cargo.
 
Alonso de Salazar y Frías era un hombre trabajador, retraído, hogareño, puntual en sus obligaciones y lector incansable. También lo tacharon de tozudo, de carácter áspero e individualista, reservado para sus asuntos, descreído y con pocos amigos.
 
Al llegar a Logroño, encontró iniciado el que se conoce como “proceso de las brujas” donde habían descubierto 31 brujos sentenciados a salir en un auto de fe que se celebraría los días 7 y 8 de noviembre de 1610, en los que 11 morirían en la hoguera. No se pudieron quejar porque el espectáculo registró un lleno total: hubo unos 30.000 espectadores. Salazar no estuvo conforme con la sentencia ni con el modo de llevar los otros inquisidores el proceso, y consiguió del inquisidor general, su patrono, ser comisionado para estudiar in situ el fenómeno de la brujería navarra. No había pasado mucho tiempo cuando Alonso Becerra Holguín y Juan Valle Alvarado (los otros dos inquisidores logroñeses) insinuaron que su colega debía de estar compinchado con el demonio. Aseguraban que solamente Satanás podía haber arreglado las cosas de modo que Salazar fuese enviado a Logroño y lo acusaron de defender a las brujas cegado por Satanás.

Obra de Francisco de Goya.
 
El 22 de mayo de 1611 Alonso de Salazar parte hacia Zugarramurdi para propagar el edicto de gracia entre sus habitantes y recoger cuanto testimonio fuera posible sobre la aparición de brujas. Durante ocho meses reúne pruebas basadas en testimonios de encausados y testigos del proceso, con el fin de deshacerse de simples conjeturas y sospechas sin fundamento y formarse un juicio sobre el problema. El resultado fue más de 11.000 folios de intenso trabajo y la creencia firme de que no habían existido brujas hasta que no se había empezado a hablar de ellas.
 
Como si fuese el terror de Salem (Massachusetts), Salazar se encontró con un pozo de hostilidad, de personas aterradas, venganzas, rencillas, odios, delaciones y falsos testimonios familiares, vecinales, acusaciones forzadas, sobornos, cárceles, ensoñaciones y alteraciones psicológicas individuales y colectivas. Pero no creyó que el demonio estaba corriendo entre las faldas de las vecinas y que hubiese que jugar con las teas. Aplicando el humanismo de la Escuela de Salamanca, para el que la persona es un ser racional y libre, procedió a estudiar el asunto de forma, diríamos, científica. En marzo de 1612 redactó un primer informe y luego un segundo, que remitió a la Suprema en octubre de 1613. Cosa que, reitero, no gustaba a sus compañeros Becerra y Valle. Incluso dejó constancia de su arrepentimiento por la sentencia que él también había firmado en 1610.
 
“No he hallado… ni aun indicios de qué colegir algún acto de brujería que real y corporalmente haya pasado… Se comprobó… haber sido todo irrisorio, fingido y falso… Y así todo es demencia que pone horror imaginarlo”.
 
Salazar concluyó que los fenómenos de brujería investigados eran historias inverosímiles y ridículas y “todo lo que la relación de Logroño da como cierto, cayó como embuste y patraña” ante el método experimental de Alonso de Salazar. En cuanto a la forma de ir y volver a los aquelarres de los brujos y brujas -mediante ungüentos y polvos que les permitían acudir volando-, Salazar anotó que “se verificó por sus mesmas declaraciones o por otras comprobaciones y algunas también por declaraciones de médicos y experiencias palpables, haver sido todas y cada una de ellas echas con embuste y ficción, por medios y modos irrisorios”. ¿Cómo poder documentar que una persona, en cualquier momento, vuele por el aire y recorra 700 km en una hora; que una mujer pueda salir por un agujero por el que no cabe una mosca; que otra persona pueda hacerse invisible a los ojos de los presentes o sumergirse en el río o en el mar y no mojarse; o que pueda a la vez estar durmiendo en la cama y asistiendo al aquelarre... o que una bruja sea capaz de metamorfosearse en tal o cual animal que se le antoje, ya sea cuervo o mosca? Estas cosas son tan contrarias a toda sana razón que, incluso, muchas de ellas sobrepasan los límites puestos al poder del demonio”.

(Francisco de Goya)
 
El inquisidor relató con detalle cada una de las “experiencias palpables”, como recoger veintidós ollas que contenían los “potajes, ungüentos o polvos” con los que se frotaban las brujas para volar y que utilizaban para sus maleficios, y pidió a varios médicos que comprobaran su eficacia sobre animales, a los que no les pasó nada. Los supuestos ungüentos preparados con entrañas de recién nacido, sangre de sapo y semen de ahorcado fueron certificados por galenos y boticarios como simples cocciones de hierbas. Él mismo probó, en su perro primero y luego en su persona, venenos que se decían matarían a 1.000 personas con un solo frasco, y dejó anotado que ni siquiera había sufrido dolor de tripas. También pudo comprobar que, en bastantes ocasiones, había sido el miedo y las amenazas de clérigos y comisarios lo que había obligado a las supuestas brujas a inventarse sobre la marcha los brebajes.
 
Había lugareños que se acercaban a Alonso para retractarse de la confesión previa. Argüían que confesaron bajo tortura a manos de sus vecinos. Muchos más acudían para ser reconciliados y perdonados, mientras otros se inculpaban para de inmediato pedir confesión y retractarse y así protegerse de futuras denuncias, en muchos casos hechas para arrebatarles sus tierras o por simple venganza. Creo que en esto último sí había un demonio detrás: el de la avaricia.
 
Así que Alonso de Salazar escribió -con mucha retranca- que “si las brujas existieran la ley debería reclutarlas para el Rey en lugar de perseguirlas” dadas las capacidades que tenían. Algo así como los experimentos de los EEUU y URSS con psíquicos y gente de esa ralea. Tampoco hubo jóvenes que acostadas con el demonio. Las matronas contratadas por el inquisidor examinaron a las mujeres y comprobaron que seguían siendo vírgenes.

 
Los inquisidores dejados en Logroño no quedaban bien en los informes de Alonso. La disputa pasará por la guerra psicológica o la difamación. Alonso de Salazar estuvo implicado en un proceso por moneda falsa… resumiendo la lucha entre salazarístas y los otros no paró hasta la marcha de Alonso de Salazar y Frías fuera de Logroño.
 
Gracias a los memoriales enviados durante cuatro años, con 1.802 declaraciones, el Consejo dio unas Nuevas Instrucciones en 1614 sobre el modo de entender el Santo Oficio el delito de brujería. Alonso consiguió así un éxito profesional que, en cierta forma, compensaba lo que dejaba en Logroño. A partir de entonces, gozó Salazar de prestigio entre los miembros del Consejo, que le encomendó varias visitas de inspección a tribunales entre 1617 y 1622.
 
En 1627, tras regresar al Tribunal de Logroño, la Suprema vuelve a requerir de sus servicios. No sabemos si para no abrir viejas heridas o para aprovechar su gran capacidad. Se le envió al tribunal inquisitorial de Toledo. Uno de primer orden. Tras visitar ese tribunal, abandona el cargo de inquisidor de distrito para convertirse en promotor y abogado fiscal del Consejo de la Inquisición, y en 1631 en miembro de la Suprema.
 
En lo personal, su vida giraría en torno a pleitos y enfrentamientos motivados, en líneas generales, por el impago de los alquileres de sus viviendas. En el verano de 1634 Alonso vivía como inquilino en una de las casas principales del mayorazgo de Pedro de la Barreda, alcalde de los caballeros hijosdalgo de la Corte. Salazar utilizó sus conocimientos en leyes para evadirse de pagar los alquileres de la casa durante seis meses por parecerle el precio de 500 ducados anuales un alquiler abusivo. ¡Todo un okupa contemporáneo! Solicitó una retasa del precio del alquiler, que se realizaría en septiembre de ese año, tras la que se confirmaría el precio del arrendamiento. El 19 de junio de 1635 finalmente se ordena a Alonso de Salazar pagar los atrasos del arrendamiento de la casa.
 
Ese mismo año, Alonso, torpedeará la vida del licenciado Agustín Gilimón de la Mota, miembro del Consejo y Contaduría Mayor de Hacienda, propietario de unas casas principales en la Calle Mayor de Madrid. Les cuento, a comienzos de 1635, al fallecer el marqués de Maenza, inquilino de una de las casas propiedad del licenciado y tras la que andaba Alonso de Salazar seguramente por estar frente al edificio de los Consejos, Gilimón decide meter a Salazar en ella. Siguiendo el protocolo de rigor, el alguacil Pedro de Olave procede a hacer la división de la casa, sin ningún tipo de equidad. Asigna el cuarto principal y de mayor valor del inmueble a Alonso, dejando a Agustín un cuarto bajo y otro por edificar, a pesar de ser él el legítimo propietario, aceptando el repartimiento por no dar pie a pleitos con Salazar.

"El Aquelarre" Fco. de Goya.
 
Dadas las circunstancias, Gilimón hace obras de ampliación en su estancia. Alonso de Salazar, a quien no competía ningún derecho por no ser el legítimo propietario de la casa y gracias a su favorable situación en la Administración y en la Corte, logra paralizar las obras de ampliación de Gilimón, iniciándose un pleito entre ambos. Pues, al final, Gilimón se enfangó en pleitos con el “colmillo retorcido” de Salazar. A Alonso la obra le estorba el uso y paseo por el patio, espacio común a todos los inquilinos del inmueble, amén de las molestias durante la reforma. Pero el verdadero motivo era que Salazar veía que le arrebataban la luz que le entraba todas las mañanas por la ventana.
 
Falleció a las ocho de la tarde del miércoles 9 de enero de 1636 en Madrid y dejaba como albaceas y testamentarios a Jerónimo de Villanueva, caballero de la Orden de Calatrava y protonotario de Aragón, y a Miguel Tafalla. Empezaron a elaborar el inventario, tasación y almoneda de sus bienes el 11 de enero del mismo año ante la gran cantidad de efectos personales que dejaba a su muerte el inquisidor. Su heredero fue su sobrino Francisco de Salazar Manrique de Ayala, vecino de Nogales, quien subastó los bienes heredados por la cantidad de acreedores de su tío. Y, supongo, dejaría descansar al licenciado Gilimón al cerrar los pleitos.
 
 
 
Bibliografía:
 
Real Academia de la Historia.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El Mundo”.
Alumni CEF-UDIMA.
Revista “XLSemanal”.
Confilegal.
Periódico “La tribuna de Ciudad Real”.
“El Mayor proceso de la historia”. Gustav Henningsen, director de Danish Folklore Archivs, Copenhague.
Auñamendi Eusko Entziklopedia.
Periódico “Diario de Navarra”.
“Los documentos de Alonso de Salazar Frías. Una polémica sobre la brujería en España,1610-1614”. Gustav HENNINGSEN.
“¿Brujas satánicas o príncipes pecadores? Fundamentos “políticos” del escepticismo demonológico en la temprana Modernidad”. Constanza Cavallero.
“El sentido moral y entorno social en la construcción de la personalidad de un inquisidor: Alonso de Salazar y Frías”. Laura Lavado Suárez.
 

domingo, 22 de octubre de 2023

Las cartas de guerra del Coronel Frazier.

 
Estamos en una trepidante persecución por parte del duque de Wellington, nombrado por la regencia, el 22 de septiembre de 1812, como Generalísimo de los Ejércitos Españoles. Para que vean que no solo con Fernando VII fueron miopes históricos los de Cádiz. Casi todos los generales patrios lo aceptaron salvo Ballesteros, comandante en jefe del cuarto ejército -el de Andalucía-, que fue depuesto por la regencia y deportado a Ceuta. Arturo Wellesley -duque de Ciudad Rodrigo, Grande de España, portador de la Gran Cruz de San Fernando y de la Orden del Toisón de Oro- al mando de un heterogéneo ejército de ingleses, portugueses, alemanes y españoles fue limpiando de franceses las tierras de Portugal y de la España peninsular. Algunos dirán que también limpiaron otras muchas cosas.

Augustus Simon Frazer
 
Uno de los oficiales de este conglomerado sometido a los ingleses era Augusto Simón Frazer quien era coronel de la Royal Horse Artillery o Artillería real montada. Inglés, por supuesto. Este caballero nació el 5 de septiembre de 1776 en Dunkerke, su padre era Andrew Fraser, coronel del cuerpo de Ingenieros y su madre Charlotte Darnfold. Con 14 años entró en la Royal Military Academy de Woolwich, donde el 18 de septiembre de 1793 alcanzó el grado de teniente en el Real Regimiento de Artillería.
 
En enero de 1794, como teniente del tercer Regimiento de guardias, participó en la campaña contra los franceses en Flandes bajo el mando del duque de York. En mayo de 1795, regresó a Inglaterra y fue destinado a la Royal Horse Artillery. Participó en la expedición al norte de Holanda, capitán en 1806 y comandó la Royal Horse Artillery en la invasión de Buenos Aires. En 1811, con la misma competencia con que él y los demás ingleses habían atacado los Virreinatos españoles atravesaron a sangre y fuego la península Ibérica en su lucha contra los franceses. En ese momento ya era comandante de la artillería a caballo del ejército británico, participando en las batallas de Salamanca, Burgo de Osma y Vitoria. Un inglés más centrado en el bien de su Corona. Nada memorable para nosotros si no fuese porque dejó escritas unas memorias sobre la “Peninsular War” -nuestra “Guerra de la Independencia”- publicadas por su esposa en 1859 Emma Lynn. Y por ellas sabemos que su unidad pasó por Las Merindades.

Real artillería montada
 
Describamos la situación del avance inglés y español en esos momentos. El día 11 el general Álava envió desde el cuartel general de Melgar de Fernamental un pequeño destacamento a Longa, que se encontraba en el valle del Nela, más allá del Ebro. Recalquemos que este río debía ser atravesado por las columnas de Wellington. Nada fácil en un ejército tan voluminoso y por un terreno tan escabroso. Se trataba, pues, de alcanzar el centro de Las Merindades antes que los franceses bloqueasen los accesos a través del Ebro. Tras el combate del río Hormaza, los ejércitos del rey José iniciaron su repliegue hacia La Bureba la noche del 12 de junio. Al objeto de poder reunir víveres se dispersaron delante del desfiladero de Pancorbo, con la intención de volverse a concentrar tan pronto como atacara Wellington.
 
Las cuatro columnas aliadas principales marcharon hacia el noreste para cruzar el Ebro por tres pasos diferentes. Alcanzaron el río el 14 de junio; al día siguiente, cuando la mayor parte de la fuerza lo había cruzado o estaba a punto de hacerlo, la caballería francesa envió unas patrullas de reconocimiento y descubrió la maniobra de Wellington. El alto mando imperial supuso, por ello, que las columnas aliadas se dirigían hacia Bilbao para seguir desbordando las posiciones francesas.

Infantería española
 
Recojamos en este punto las experiencias de Augusto Simón Frazer tras la voladura del castillo de Burgos y el abandono de esta ciudad por José Bonaparte -José I- el 13 de junio de 1813. En concreto partimos desde los párrafos escritos el 15 de junio a las 14:00 horas.
 
“Reanudo mi relato inacabado. Escribo ahora desde Valdenvieda (¿Valdenoceda?), un pueblecito situado junto al Ebro, en un valle rebosante de frutales y maíz. Marchamos esta mañana poco después del amanecer, y hemos pasado por un país muy abierto y salvaje. El camino desciende hacia el Ebro a través de un abismo rocoso entre dos montañas; al principio parecía tembloroso, y me pareció peor que ninguno de los que había visto: pero nunca podré contar nada parecido a una historia conectada si no vuelvo a nuestra visita a Burgos el día 13”. Que nosotros nos la saltamos. Anotemos también que los nombres de las poblaciones son un problema porque este coronel no se preocupó de anotarlos correctamente y los refleja, literalmente, como le suenan. Eso sí, el valle rebosante de frutales y maíz es, evidentemente, el Valle de Valdivielso. No lo cuenta, pero entendemos que quizá conociese Puente Arenas y El Almiñé al descender por el camino del Pescado, ruta de la Sal o calzada de El Almiñé.

Puente Arenas
 
Sigamos: “Salimos de Burgos a eso de las tres y nos dirigimos lo más aprisa que pudimos a Villadiego, adonde llegamos a eso de las siete, muy contentos de haber visto la roca en la que, como dijo Bonaparte, se habían estrellado las fortunas de la última campaña. Ayer pasé un día muy agradable en casa del mariscal Beresford. Tuvimos una excelente cena, servida en una soberbia vajilla. La mesa del mariscal es considerada la mejor del ejército; según nos han dicho, está provista por la Regencia de Portugal. Nuestro grupo era de ocho personas, y nada podía ser más agradable.
 
Todavía no he cruzado el Ebro, pero me he contentado con mirarlo. Las tropas se agolpan ahora en el desfiladero; un caballo cayó por el precipicio y murió (Debemos entender que habla del cañón de Los Hocinos). Hubo tal alboroto de cañones, dragones, infantería y equipajes que parecía que había vuelto el caos. En medio de la confusión nos entretuvimos viendo a los hombres subirse a los cerezos, de los cuales encontramos todo a la vez con un gran número. Nunca hubo transición más rápida; todo sobre rocas y estéril, todo en el valle exuberancia y abundancia. Si se dan cuenta hoy en día el cambio entre el páramo de Masa y el valle de Valdivielso produce la misma sensación.

Iglesia de Valdenoceda
 
Cuando veníamos anoche de casa del mariscal (entiendo que se refiere a Beresford de Villadiego), nos encontramos con el mayor Buckner, de la artillería, que acababa de llegar al ejército. Una persona recién llegada es como un hombre caído de las nubes, así que le di a Buckner una cama, y le puse en camino esta mañana hacia San Martín, en cuyo puente la tercera división de infantería cruzará hoy el Ebro. Estamos cerca del Puente Arenas; mañana veremos a todo el ejército en la orilla izquierda del Ebro”. San Martín de Humada podría ser un lugar donde envió a Buckner si no fuese porque está algo alejado del cauce del Ebro. Tampoco San Martín de Porres. ¿Quizá es la advocación de un pueblo? Puente Arenas tiene la de Santa María hoy. O ¿quizá San Martín de Elines en Valderredible? ¡Ni loco! También podría referirse a San Martín de Hoz de Valdivielso, o de Panizares, o de Quecedo o de Quintana de Valdivielso que están en este valle. Aunque, seguramente, se refiere al barrio de Valdenoceda tal y como apuesta Ricardo San Martín Vadillo y señala María del Carmen Arribas Magro. Además, es la población aledaña a Los Hocinos, cerca de Puente Arenas y parece un destino lógico.

Los Hocinos
 
La carta LIV la escribió desde Medina de Pomar el 16 de junio de 1813. Empieza declarando que “nunca hubo un valle tan romántico como en el que estuvimos ayer (Valdivielso); nuestra marcha de hoy acaba de sacarnos de él. Después de escribir ayer di un largo paseo con Dickson. No puedo imaginar nada más hermoso; lo habría llamado el valle feliz si mi esposa, mis hijos y otros amigos hubieran estado allí. Vemos que el paso del Ebro se hizo sin problemas y que las cartas no parecían estar destinadas a su esposa. Éstos no estuvieron, pero rosas, madreselvas y mirtos perfumaron nuestros pasos; habas, guisantes y legumbres de todas clases, en profusión. El valle tiene una legua y media de longitud, y contiene catorce aldeas. Está limitado a ambos lados, y casi en ambos extremos, por escarpadas montañas. Salimos de Valdenoreda -Valdenoceda, evidentemente- esta mañana poco después de las cuatro. Enviamos el equipaje antes, para pasar por el puente antes de que se llenara de tropas, y vadeamos el río en una parte donde es muy rápido. A lo largo de una legua, nuestro camino discurrió junto al río, que atraviesa un barranco formado por los más audaces riscos, cubierto en muchos lugares de árboles y arbustos tan exuberantes que uno no puede menos de preguntarse cómo pueden crecer allí. Los Hocinos.
 
En este momento he ido a ver pasar a la primera división. Es parte del cuerpo de Graham, y no la había visto últimamente. Los hombres tenían buen aspecto. Las curiosas figuras de la dama y otros seguidores, de todas las divisiones, son indescriptibles. No pude evitar observar que la única cara sonriente que pasaba era la de una niña de tres o cuatro años; la niña estaba atada a un asno con una cuerda, y se divertía jugando con el extremo de la misma.

Medina de Pomar
 
Por primera vez en la Península he oído hablar bien de los franceses; 4.000 de ellos estuvieron aquí (Medina de Pomar) la semana antepasada; un hombre de aspecto respetable me acaba de decir que el general francés al mando (D'Aroux le llamaba) era un hombre excelente, y que había puesto centinelas en todas las casas de vino, y mantenía a las tropas en orden. Aquí había tres generales y una división. La mayoría de las casas estaban cerradas cuando entramos, y todos los rostros parecían tristes. Mi alojamiento es en una casa deshabitada; estaba cerrada, pero la mujer de la casa me trajo la llave, y fue muy cortés. Poco sabemos del enemigo en este momento, por extraño que parezca, no estamos seguros de quién comanda su ejército: si el mariscal Jourdan o el General Cazan; José Bonaparte es, por supuesto, el comandante nominal, pero meramente nominal.
 
El enemigo está indeciso, sus planes parecen desconcertados por nuestro repentino avance. Sabemos que está angustiado por las provisiones. Todo el maíz seco del pequeño valle que dejamos hoy (Valdivielso) ha sido llevado a Breveisca (Lease “Briviesca”). El país adyacente probablemente ha sido igualmente drenado. Creemos que Miranda y Vitoria serán abandonadas por falta de provisiones, y es posible, si podemos avanzar rápidamente, que Pampeluna (Pamplona) no reciba una guarnición por falta de suministros. Sabemos, por una carta interceptada, que el enemigo tiene grandes temores a causa de Pampeluna (Pamplona), y que sus dificultades con respecto a los suministros son muy graves; nuestros propios suministros pueden ser limitados, aunque esperamos que se pueda establecer una comunicación abierta con Santander, a sólo catorce leguas de aquí (El cálculo de esta distancia es errónea si, como supongo, emplea la legua imperial de 4`8 km.). La Guerrilla de Longa, con 4.000 hombres, está cerca; Mendizabel también lo está. Espoz y el Empecinado están en Aragón; los dos últimos se han visto obligados a retirarse rápidamente. Se dice que una de las columnas de O'Donnel (de 15.000) viene del lado de Madrid; tal es nuestra situación actual. Parte de nuestro ejército ha sufrido privaciones parciales, pero nunca ha carecido de pan más de uno o dos días, y estos casos han sido raros, y posiblemente han ocurrido más por falta de previsión que de medios de transporte. La calle (de Medina de Pomar) bajo mi ventana está atestada de mulas, y hay ruido y bullicio suficientes para trastornar la cabeza más sensata... Adieu”.

 
No terminó ahí sus referencias a Las Merindades, sino que su carta LV estuvo también fechada en nuestra comarca. Casi a la salida de la misma porque fue en Berberana el 18 de junio de 1813 y a las 21:00 horas. Procedamos:
 
“Hemos estado completamente ocupados desde el mediodía hasta las 7 p.m., y una tarde más fría rara vez se produce en noviembre en Inglaterra; viento del norte, con lluvia ocasional. Marchamos esta mañana desde San León (¿San Pantaleón? Vemos que no nos cuenta al detalle sus movimientos como si de un diario se hubiese tratado. Lo cual resulta una pena porque nos deja sin contar su desplazamiento desde Medina de Pomar hacia San Pantaleón de Losa. ¿Visitó Medina? ¿Subió a ver el Atlante de San Pantaleón? ¿Por qué caminos pasó?), y pensamos en poco más que tomar nuestros cuarteles tranquilamente aquí, pero el enemigo debe necesariamente disputar el punto, y mostrando cerca de 16.000 hombres, nos obligó a tomarnos la molestia de hacerle retroceder. Los franceses son compañeros galantes y realmente hacen bien su parte (¡Anda que no es engreído en inglesito!). El asunto de hoy fue cerca de Osma (una población de Álava junto a Berberana), a una milla y media. Hubo muchos disparos, pero pocas pérdidas por ambas partes. La primera vez que vimos al enemigo, cerca de Osma, volvió a la carga, mostrando seis escuadrones y otros tantos batallones, pero de repente regresó con extrema vivacidad y se convirtió en atacante a su vez. Esto fue probablemente para descubrir nuestra fuerza; sin embargo, no nos encontró de ninguna manera dispuestos a girar, y se retiró de nuevo. Nuestra división ligera fue destacada esta mañana temprano para tratar de cortar el paso a algunos batallones enemigos que regresaban a través de las montañas hacia Espejo. 

Tumba de Augustus Frazier

La división se encontró con tres batallones cerca de Villa Neuva (¿?), a media legua de Espejo: cargó contra un batallón, tomó unos 200 prisioneros y el equipaje de los otros dos batallones. Ni los detalles de este asunto, ni los del nuestro de hoy, se conocen claramente en este momento, pero escribo por si no tengo otra oportunidad. En efecto, sospechamos que el marqués enviará una relación de su paso por el Ebro. Orduña es nuestra por las operaciones de hoy; nuestro movimiento para mañana no se conoce todavía”.
 
 
Bibliografía:
 
“Cartas de Sir Augustus Simon Frazer, KCB, comandante de la artillería real a caballo durante la Campaña Peninsular y Waterloo”. Publicadas por su esposa.
Historia militar de San Sebastián.
Real Academia de la Historia.
“En vísperas de la Batalla: estrategias y planes operativos”. José Pardo de Santayana. Sobre la batalla de Vitoria.
“Viajeros por Las Merindades”. Ricardo San Martín Vadillo.
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urría”. María del Carmen Arribas Magro.
 
 

domingo, 15 de octubre de 2023

Moon Walk en La Cerca

 
 
Nuestra máquina del tiempo, cual Dr. Who en su Tardis, nos lleva hoy hasta el 25 de marzo de 1981 cuando Benito y su yerno Fernando Peña trabajaban la tierra, de noche, cerca de la carretera BU-551. Fernando recuerda la fecha porque fue el día en que liberaron al futbolista “Quini”, una gran estrella del futbol patrio de los setenta y ochenta. Bueno, pues el misterio se les enfrentó a la altura de la curva de la Maza a unos 15 km. de Medina de Pomar, entre Villamor y La Cerca. Empecemos por el principio, serán las dos de la mañana cuando, cansados en esa noche fría, decidan irse a casa. Cada uno a la suya. Fernando arrancó su SIMCA 1200 y salió primero bajando por la carretera que lleva desde las fincas de labor hasta La Cerca. Benito con el Tractor más lento, se queda atrás.

 
Pero todo cambiará cuando Fernando, a la altura de esa curva de la Maza, al lado del Molino del mismo nombre, en la zona donde fluye el arroyo de Pichiruela, vea una luz en una campa situada en la otra orilla del río, a su izquierda. Contará que la luz iluminaba una zona amplia de la ladera; que era de color naranja; que medía unos cuatro metros de largo por unos tres de alto; y que tenía la forma de cono sin punta (lo que los puristas llaman forma troncocónica); que era intensa, pero no cegadora; y que era opaca.
 
A diferencia de algunos casos de “Cuarto Milenio” el coche de Fernando no sufrió una rara avería ni se paró, sino que lo paró él intrigado. Desde su asiento, tras bajar la ventanilla para verlo más claro, observó la luz situada a cerca de cien metros. ¿Qué la causaba? ¿Un coche? No. ¿Un Tractor? Menos aún. ¡¿Qué era?! ¡¿Qué?!

 
No sabía que era, pero sí sabía que no es hora de un “encuentro en la tercera fase” y Fernando arranca el SIMCA 1200 para largarse, pero con un ojo en la luz de la otra orilla del río. Esta le sigue a la misma velocidad manteniendo esos cien metros de distancia. Muchos años después reduciría ese espacio hasta unos terribles treinta metros. De hecho, Fernando cada vez iba más despacio deseando que le alcanzase su suegro con el lento tractor. Para cerciorarse de que no se engaña decide parar al llegar a la iglesia de La Cerca. ¡Cielos! cuando el coche se detiene la luz también lo hace. No hay duda: lo persigue. Fernando arranca y avanza hasta decidir detenerse entre dos chalés de cara a la luz. Se bajó del coche o no porque a Fran Renedo le dijo: “Y no sé por qué, pero comencé a mover los brazos por la ventanilla y llegué, incluso, a abrir la puerta del automóvil con medio pie abajo y a darle a las largas y a las cortas de las luces del coche, para comprobar si me respondía o se marchaba”. Se bajó, o no, para enfrentarse a la luz que seguía guardando las distancias y permanecía a unos pocos metros de altura. Agita brazos y da las luces, como hemos dicho, a modo de precario morse. Parece que este era ya el momento de un “encuentro en la tercera fase” cercano. Es decir, relativo a “La Cerca”. La pena es que con los haces de luz no se puede “tocar” las notas RE-MI-DO-DO-SOL de la película de Spielberg.

La Cerca.
 
Y, quizá porque no tocó esas famosas notas (búsquenlas en la red de redes) la respuesta no llegó. Fernando pensó en despertar a algún vecino del pueblo para pedirle ayuda o, cerciorarse de que no alucinaba. Pero dada la hora se puso en marcha y la luz mantuvo la distancia. Para cuando llega al puente que cruza el río y que le obligaría a dirigirse hacia la luz sus nervios le traicionan. Se dio la vuelta en busca de Benito que venía a paso tranquilo con el tractor. ¿Qué hizo la luz? Desanduvo el camino tras Fernando y su SIMCA 1200. Pero solo hasta la curva de la Maza que, si se fijan, fue el lugar donde apareció por primera vez.
 
A estas alturas a Fernando eso le da igual. No parará hasta alcanzar a Benito unos pocos kilómetros más adelante. O más atrás. Para en el camino y se acerca a su suegro para contarle lo sucedido. Montan en sus vehículos y llegan hasta la curva de la Maza… ¡Dónde sigue la luz!
 
Cuando pasan frente a esta les vuelve a perseguir. El OVNI sobrevoló unos árboles y una nave agrícola que estaba en su camino. Benito y Fernando están muy asustados y apuran la distancia hasta el siguiente pueblo. Dos kilómetros muy largos. Pero, al llegar cerca de un prado llamado Las Encimeras, donde hay unas curvas en zigzag y ya se vislumbra Villatomil, la luz se detendrá y emitirá unos potentes destellos que iluminaron todo el monte, "parecía de día", comentará Fernando. Al poco tiempo, a gran velocidad y sin emitir ruido alguno desaparecerá por encima del monte de Los Rosales. En otra ocasión dijo: “nosotros nos paramos y la luz continuó unos metros más allá. Entonces comenzó a cambiar de color y rápidamente ascendió hasta el cielo, perdiéndose de vista en un suspiro. Se fue hacía el monte Los Rosales, hacia el sur. La luz tenía un tono anaranjado, hasta ese último momento en que se elevó y desapareció, donde fue tomando un color más claro, intenso, que hacía ver todos los montes y prados por donde pasó como si fuera de día”.

 
Cuando Fernando y Benito contaron lo sucedido a su familia y, en los días siguientes, tras charlar con amigos descubrieron que no eran los únicos que habían visto la extraña luminaria. Hubo tres casos más esos días: uno en el Páramo de San Román (pueblo abandonado a pocos kilómetros), uno en Bustillo y otro cerca de Villatomil.
 
Una persona que gustaba de pasear por el Páramo de San Román estaba descansando sentado en unas raíces a la orilla de un camino, cuando, según contó él mismo, una luz se le echó encima, le cegó completamente y desapareció. En este caso esta persona dijo que el objeto desprendía olor a azufre. Por cierto, era de día. Un dato importante.
 
El de Bustillo aseguró que la misma madrugada que Fernando y Benito vieron el OVNI, sobre la misma hora, se encontraba trabajando en una finca de su propiedad metiendo tubos en la tierra. De repente, él y sus trabajadores, vieron bajar una luz que pasó sobre sus cabezas alumbrándolo todo. Lo interesante es que esta población, Bustillo, está hacia el sur de Villatomil.
 
El protagonista del tercer caso, el de cerca de Villatomil, estaba pescando cangrejos por la noche se sorprendió al encontrarse con esa luz troncocónica misteriosa que iluminaba el río. Creyó que el ente le hizo señales. Asustado escapó de allí.

Blog "Misterios del Aire"
 
La opinión de Juan Carlos Victorio en su interesante blog “Misterios del Aire” es que lo que vieron Benito y Fernando agricultores fue la Luna. Nos explica que todo comenzó al pasar la curva de La Maza alrededor de las dos de la madrugada. Fernando, que iba en dirección a La Cerca, vio el OVNI al otro lado del río, es decir, a su izquierda. Y, ese día, a esa hora y en esa dirección estaba a poca altura… ¡la Luna! Fernando y Benito insistieron en que su perseguidor mantuvo la distancia y que avanzaba a la velocidad de ellos. Podría achacarse a la burda ilusión de paralaje donde un objeto lejano parece copiar nuestra velocidad.
 
¿Cómo no pudieron identificar la Luna? Esa noche el cielo estaba parcialmente nuboso lo que acentuó la ilusión de ver un objeto silencioso, anaranjado, que iluminaba los campos y situado a unos cien metros de distancia. La cosa empeora si el testigo necesita gafas, tiene la vista cansada u otras afecciones oculares. Además, nuestro entorno cultural nos empuja a pensar en OVNIs como antes hubiéramos pensado en apariciones marianas. ¿Y cómo explica Juan Carlos la rápida marcha del OVNI hacia el Monte Rosales? Mirando desde Villatomil, la Luna estaba en esa dirección. Y desaparece porque la ocultan las nubes.
 
No sé yo si esto aclarará las declaraciones de los demás testigos del avistamiento en otras localizaciones…

Villamor.
 
Si no fue la Luna, ¿qué vieron? La existencia de otros testigos aparte de Fernando y Benito o el denunciar el encuentro en diferentes lugares y momentos -día y noche- nos obligaría a descartar que sea una alucinación o la Luna. En una reciente entrevista Fernando opinaba: “Hoy tengo que pensar que al menos no era normal. En la actualidad, con la cantidad de aparatos y tecnología que existe, como los drones y otras máquinas semejantes, podría tener mis dudas. Además, tenemos cercana la base aérea de Las Navas y estamos familiarizados con los helicópteros y otros aviones que aterrizan por allí. Sin embargo, aquello no tenía que ver nada con esto. Ni en el tamaño, ni en el comportamiento, ni en nada. Lo que pensaba en aquellos años lo sigo pensando hoy y hasta la actualidad nadie me ha podido dar una explicación. Qué sería o de dónde vendría, no lo sé. Pero que era una cosa rara y desconocida en aquel tiempo y en este, se lo aseguro”.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Misterios y enigmas del norte de Burgos”. Fran Renedo Carrandi.
“Crímenes y misterios en Las Merindades”. Varios autores coordinados por Roberto Palencia.
Periódico “Crónica de Las Merindades” (2011).
Blog “Misterios del aire”.
“Análisis clínico de casos de malentendidos OVNI con la Luna”. Eric MAILLOT. (en francés, accesible mediante el traductor de Google).
 

domingo, 8 de octubre de 2023

Abades de Vivanco de Mena.

 
 
Volvemos sobre el tema de las abadías seglares que sobrevivieron en Las Merindades. En nuestro territorio teníamos las de Rueda, Vivanco, Siones, Tabliega, Rosales y Ribamartín. Se suele asegurar que el origen de estas se sitúa en expropiaciones monásticas efectuadas por diversos reyes para premiar los servicios de algunos de sus nobles. Por ello tenemos abades laicos, masculinos y femeninos, solteros y casados. El III Concilio de Letrán, en 1179, por aprobación del Papa Inocencio II prohibió que los diezmos los percibieran seglares. Las comunidades y la Iglesia siempre destacaron los abusos de esto abades laicos hasta que las cortes de Guadalajara de 1390, ordenaron que los ricos hombres, hijosdalgos o infanzones legos, no pudieren tener encomienda en los abadengos y que aquellos que las tuvieren las dejasen, sin poder acogerse a fuero, uso, costumbre, privilegio, carta ni merced ninguna. Así acabaron la mayoría de la abadías seglares de Castilla porque resultaron indultadas las vizcaínas por su fueros y, en Las Merindades, las seis citadas que por su proximidad al Señorío estuvieron a veces dentro de su jurisdicción y, acaso, en ello se ampararon para sobrevivir hasta la abolición de los Señoríos y las leyes de desvinculación y desamortización de la primera mitad del siglo XIX.

 
Como cualquier otra abadía del antiguo régimen cobraba sus diezmos y primicias, nombraban y pagaban al capellán de la iglesia, poseían el título de “guarda del rediezmo” o pago por cada cabalgadura que pasara por el Valle de Mena, con la obligación de la limpieza y retirada de la nieve en invierno y nombraban a uno de los cuatro Diputados del Valle de Mena. Disfrutaban de la administración del cercano santuario de Nuestra Señora de Cantonad, así como de las rentas de las iglesias de Arceo e Irús. El Monasterio hubo de tener sustanciosos beneficios en tributos, incluida la llamada “contribución de huelgas”, por tránsitos del ganado en los puertos del Cabrio y La Magdalena.
 
Los abades de los que hablaremos poseyeron dos torres en Vivanco. Una ya la hemos tratado en esta bitácora. respecto a la otra, en 1653 quedaban algunos restos de la primitiva: “esta casa no es la antigua sino las paredes que están pegadas a la iglesia a la parte de levante la qual de puro antigua y por el poco cuidado de sus dueños se caió a lo que an oído decir a sus padres y abuelos y más ancianos desde que tienen uso de razón (…) de aquí pasamos a la iglesia y reconocimos las paredes y cimientos que citan los testigos antecedentes y parece haver quedado solamente algunos çimientos y una media pared donde se conoce haver havido casa y así mismo que dicho edifiçio y Yglesia era todo una obra respecto de tener la Yglesia una puerta baxa en forma de arco de piedra labrada que confina con los çimientos dichos…”.

 
La abadía seglar fue reedificada en 1771 sobre el anterior templo románico. Según la Visita del Arcedianato de Briviesca, de 1706, la abadía tenía “un rico templo bien aderezado” con “noble claustro fuerte”. Claro que, Luciano Huidobro Serna nos dice que “amenazaba ruina, según consta en documento del archivo del adjunto palacio de los abades”. En cuanto estamos junto a la iglesia de San Juan Bautista distinguimos en su fachada tres escudos dispuestos en faja. De mayor tamaño, y enmarcado con un reborde de piedra y una decoración repetitiva de hojas, el central. Sobre este escudo central, bastante pequeño tras retirar la hojarasca que lo adorna, tenemos una cartela que dice "ERA DE CCXXIIIIII". También distinguiremos un carro, o cañón, árboles y un diseño esculpido que podría aparentar un ataúd. En el campo azul de esta piedra armera figura un castillo de oro con un guerrero de plata armado con una espada en su mano diestra y una rodela en la siniestra, situado entre sus dos torres. La bordura sería de plata. Lo que no aparece en estas Armas de Vivanco es el lema: “Son las armas del vencido”. Aunque, quizá mejor, porque en otros polvorientos textos aparece como lema de esta familia “Las obras con las ofertas, sin ningunas encubiertas”.

 
Bajo este escudo hay una cartela sogueada en la que consta el nombre del abad que reedificó esta abadía: "DN PEDRO ANTONIO VIVANCO/ ANGVLO Y ORTIZ, ABAD DE VIVANCO/ Y ARCEO, ES DVEÑO VNICO DE ESTA/ YGLESIA PARROQUIAL Y DE LA CASA DE ENFREN/ TE, CVIAS ARMAS DE SVS APELLIDOS SON/ LAS QUE SE DEMVESTRAN AQVT”.
 
El escudo de la izquierda está protegido por un guardapolvo y lleva acolada una cruz de Calatrava. El campo del escudo es cuartelado con las armas de Vivanco en su primer cuartel; un grifo rampante empuñando una espada en el superior derecha; una estrella de seis rayos, las Armas de Ortiz, en el cuartel inferior izquierdo; y cinco haces de brezos, puestos en sotuer, en el último. El grifo y los brezos corresponden al apellido Angulo según Francisco Oñate Gómez.

 
En el escudo de la derecha, igualmente protegido por un guardapolvo, se repiten las anteriores armas, con variaciones en su diseño, al igual que la cruz que lleva acolada. Los guardapolvos que los protegerían fueron aprovechados para tallar los siguientes mensajes: “ERA DE CCXXIIIIII” en el caso del primero, y “SE TRAS-LADARON AQVI/ AÑO DE 1771” sobre el segundo. Este último se repite bajo el encuadre del escudo principal de una forma tosca y, podríamos decir, oculta.
 
Aunque lo más destacado del interior es la tapa de un sepulcro románico del siglo XII de piedra caliza datada en la citada era de MCCXXVI, o sea en 1188. Sobrevivió a los desmanes producidos en las iglesias del Valle de Mena durante la guerra de 1936-1939. Tienen esta lauda en el centro de la nave sobre dos basas románicas. Es una pieza de planta trapezoidal y remate a dos aguas, con unas dimensiones de 225 x 46 x 65 cm, ornamentada en sus cuatro lados y en las dos vertientes. La parte superior está completamente decorada con motivos vegetales y queda dividida mediante un sogueado en dos partes que se subdividen en tres. Es en ella donde figura la fecha indicada. En su cabecera destaca un cristo Pantocrator en su majestad que nos bendice. En el lateral derecho mirando desde los pies figuran lo que entendemos sean los doce apóstoles salvo porque el último es un pájaro. ¿El Espíritu Santo por no poner a Judas? El otro lado largo debió tener decoración vegetal de la que solo quedan tres flores y una hoja. Desconocemos si hubo alguna otra figura porque el abad Pedro Antonio de Vivanco ordenó colocar en ese lado la siguiente inscripción: “D(o)N PEDRO ANTO(nio) D(e) VIVANCO ABAD DE VIVANCO TRASLADO ESTA TUMBA DE SU YG(lesia) ANTIGUA A ESTA QUE ERIGIO. AÑO 1771.

 
Como ya hemos señalado, existen abundantes restos de la primitiva iglesia románica diseminados por el interior y exterior del edificio, e incluso en alguna casa del pueblo próxima. En el pórtico hay un canecillo totalmente perdido y en la parte más oriental del muro sur, hay otros dos, ambos de cabezas humanas. En uno sólo se adivina la testa, con el relieve tan desgastado que ha perdido todos los rasgos del rostro; en el otro, por el contrario, se observa completamente una cara humana, con ojos abultados y labios gruesos. Junto a la torre hay otros dos restos románicos, uno del que no se puede identificar lo representado, y otro de un canecillo con otra cabeza humana, en este caso un hombre barbado con ojos redondos muy marcados y labios gruesos. También en el interior hay un canecillo muy bien conservado que representa a un hombre de similares características fisionómicas a los anteriores, pero en este caso con unas enormes manos que se lleva hasta la barbilla. Todas estas piezas, aunque evidencian una mano diferente al autor del sepulcro, no se muestran muy lejos de él.

 
Cuando se realizó el pórtico se reaprovechó una basa que fue colocada en posición inversa como capitel. También se conserva en el interior un capitel de portada que representa a dos aves, cada una de ellas en un lado de la cesta, que vuelven sus cabezas hacia sus respectivos cuerpos. Hay que señalar la existencia de varios relieves semicirculares: uno empotrado en el lado interior del muro norte; y otros dos en una casa junto a la iglesia. En todos se desarrollan motivos de semicírculos concéntricos a base de sogueados, puntos de taladro y círculos con cruces en su interior. Finalmente reseñaremos un relieve situado en el exterior del muro sur que es un círculo completo con una flor completa. Estas piezas podrían ser pequeños tímpanos de ventana, o no.
 
Antes de la última guerra civil se veían cuatro grandes cuadros pintados al óleo, del siglo XVII, que representaban el combate de David y Goliat en sus tres fases: preparación, ataque y triunfo. Y al rey David danzando delante del Arca de la Alianza. El palacio conservaba algunos cuadros estimables, destacando una tabla sevillana de la Sagrada Familia. Fueron robados, junto con muebles, algunos de arte japonés. También sufrió destrozos el archivo documental de los abades de Vivanco.

 
Los falsos Cronicones divagan sobre el Monasterio de Santa María de Vivanco, afirmando ser fundación del año 963 cuando los foramontanos inician su avance repoblador hacia el sur. Aunque se suele comentar en los diferentes foros que, gracias a un documento del archivo del palacio de los Abades de Vivanco, se afirma que el cenobio fue fundado por Andrequina o Enriquena de Mena, a mediados del siglo XII. Claro que, a renglón seguido, se informa de que se carece de una relación fidedigna de los abades fruto de la pérdida de documentos. El primer abad del que parece tenerse noticias fue Martín Pérez de Vivanco, en el año 1150.
 
Lo cierto es que en el sepulcro románico, allí conservado, figura la fecha de 1188 como la del enterramiento de un noble personaje, posiblemente abad, por tanto en dicho año debía hacer ya algún tiempo que existía el cenobio. La siguiente referencia es de 1244, consiste en un documento por el que Alonso Pérez de Arenillas cede al obispo de Burgos una serie de propiedades, con el fin de que se provea el Monasterio de Vivanco con un altar. Otra noticia procede de 1370, cuando Fernán Sánchez de Velasco donó el Monasterio de Vivanco al hijo de Perejón de Lezana, quien adoptó el apellido Vivanco y lo pasó a sus descendientes. Los cuales continuaron con el señorío de la Abadía seglar de Vivanco, ostentando sus miembros el tradicional cargo de “abad” y “abadesa”, aún sin tener el estado religioso.

 
Lo que sí sabemos ciertamente es que esta familia -Vivanco o Vibanco- era de Espinosa de los Monteros y dispuso de numerosos Monteros de Cámara. Citaremos a Antonio Ruiz de la Escalera Vibanco, Abad de Vibanco, en 1624; o Francisco de Vibanco Ángulo, señor de las casas de este apellido, en 1631. Como vemos, los Vivanco eran algo más que abades.
  
Antes de Antonio Ruiz de la Escalera Vibanco parece que nos remontamos al abad Pedro López de Vivanco que casa con Paula de Velasco. Le sucede su hija María López de Vivanco, Abadesa de Vivanco que casó con Hernán Sánchez de Angulo. Figura que estos “murieron en el lugar de Bivanco en la torre de las Heras, por estos fundado para su morada”. Lo que llevará a pensar que el primer palacio debió ser construido a caballo de los siglos XV al XVI y que, posteriormente, fue sustituido.

 
Su sucesor sería Pedro Fernández de Angulo que le hacen montero de guarda del Rey. Quizá Hijo de Pedro fue Hernando Ortiz de Vivanco, abad de Vivanco, al servicio del emperador Carlos V, Veedor de la Casa Real y Cuatralbo de las Galeras de España. Le sucedió Hernán (o Hernando) Vivanco Angulo, Cerero mayor del emperador Carlos V.
 
Y, aquí, nos surge el problema con Antonio Ruiz de la Escalera Vivanco porque, en la relación colgada en la red, no aparece y debería figurar en esos años de 1624. Aunque puede ser esta la fecha en que se incorporó a los Monteros de Espinosa y no el momento en que se convirtió en Abad de Vivanco. Sin hablar de los años de reinado de Felipe II (1556-1598) y Felipe III (1598-1621) en los que tendríamos un vacío. Llegará un tiempo en que podamos disponer de manera sencilla de una lista definitiva.
 
Nos situaríamos, así, en José de Vivanco y Angulo. Hijodalgo en Mena en 1664 que testó en Vivanco el 30 marzo de 1666. Casado con Isabel Loriga. Su hijo sería Cristóbal Vivanco Angulo Loriga que nació en Espinosa de los Monteros y fue bautizado el 31 agosto de 1621. Fue Caballero de Calatrava, diputado y Regidor del valle de Mena en 1663. Estuvo casado con María Sainz del Prado.

Fotografía cortesía de "Laberinto románico"
 
El siguiente que figura en la lista de abades de Vivanco y Arceo es José de Vivanco Angulo Sainz que matrimonió con Teresa Jacinta de Luyando que sería abad de Vivanco en el salto entre los siglos XVII y XVIII. Le sucederá Lorenzo de Vivanco Angulo Luyando Sainz del Prado y Montillano. Quien es mejor conocido. Nació en Vivanco en 1676 y falleció en Madrid con 63 años. Fue Diputado y regidor de Mena; caballero de Calatrava desde 1707; secretario de Cámara de Su Majestad y secretario de Justicia de la cámara de Castilla desde febrero de 1705 hasta la desaparición de esta cámara. Lo compaginó con la Oficialía Mayor de la Secretaría del Despacho de todo lo no relacionado con Hacienda y Guerra, cuyo secretario era Pedro Cayetano Fernández del Campo Angulo, marqués de la Mejorada, desde el 11 de mayo de 1705 hasta el 30 de noviembre de 1714. El Abad de Vivanco, tras tres años sabáticos, se incorporará a la administración central el 3 de diciembre de 1720 como secretario de Gracia y Justicia y Real Patronato de Aragón de la Cámara de Castilla, cargo que abandonó por el de secretario del Real Patronato de Castilla de la Cámara de Castilla concedido el 20 de enero de 1728 y en el que permaneció hasta su muerte el 16 de junio de 1739. En el periodo que fue desde 1728 hasta 1739 rastreó multitud de beneficios que habían sido “usurpados” a la Corona. El memorial presentado el 4 de agosto de 1735, por Lorenzo de Vivanco, documentaba los beneficios eclesiásticos usurpados por la Iglesia a la Corona. Lo que no deja de tener un punto irónico tratándose Lorenzo de un noble con título de abad. Con este documento, su jefe Gaspar de Molina, pudo presionar a Roma. La consecuencia inmediata del memorial sobre el Patronato fue crearse un nuevo organismo en la Cámara de Castilla, la Fiscalía del Real Patronato e instaurarse una nueva Junta, llamada del Real Patronato, para revisar las denuncias del Abad Vivanco.
 
Otros títulos que tuvo fueron el de señor de Santa Cristina de Valmadrigal; señor de la Torre de Cantinflor y sus apellidos; y regidor perpetuo en el Banco de Caballeros de la Imperial ciudad de Toledo. Se casó en 1724 con Bernarda Francisca de Vega Meléndez y Velázquez del Puerco Contreras, nacida en Tordesillas.

Cortesía de verpueblos.com 

Josefa Ortiz de Vivanco Angulo y Ortiz nacida en Madrid en 1732 heredó el título de Abadesa de Vivanco y Arceo de Lorenzo y se casó con su tío Pedro Antonio de Vivanco y Angulo, nacido en Vivanco en 1734. Este muchacho nacido en Herran (Valle de Tobalina) era hijo de Agustín Cristóbal de Vivanco Angulo Oteo (hermanastro del padre de Josefa) y será el constructor de la actual iglesia de San Juan de Vivanco en 1771 y cuyo nombre aparece en la leyenda allí tallada. Es más conocido que el secretario del rey porque es el que inscribió su nombre en piedra. Podríamos llegar a pensar que esa voluntad de registro procedería de no ser el heredero del título.
 
A Josefa le sucedió Juan Manuel de Vivanco Angulo y Ortiz, Abad de Vivanco y Arceo, Señor de la villa de Santa Cristina de Valmadrigal y la Quintanillas, Regidor Perpetuo en Banco de Caballeros de la imperial ciudad de Toledo. Su esposa fue María Josefa Vicenta del Barco y Rentería. El siguiente abad de Vivanco y Arceo fue Nicolás María de Vivanco Barco Angulo y Rentería, natural de Bilbao. Le debió suceder Juan Manuel de Vivanco Ángulo Villagómez Ortiz, coronel del Regimiento de Laredo e intendente del Ejército mandado por Blake en Espinosa de los Monteros donde falleció durante la batalla homónima el 11 de noviembre de 1808. Sus restos mortales desaparecieron al incendiar los franceses el mesón donde yacía su cuerpo. Una pena porque allí se perdió una gran pluma que escribía sobre el Valle de Mena: descripciones geográficas; prosa fluida y elegante; el conocimiento de las gentes; y hasta con una tenue ironía.

Espinosa de los Monteros 

También tenemos picotazos sobre alguno de los siguientes poseedores de la abadía seglar. Así podemos suponer sucesor - ¿con otro intercalado? - a José Ignacio de Vivanco y Barco que falleció sin testar y soltero -sin hijos legítimos, por tanto- el 19 de septiembre de 1854 en su palacio de Vivanco de Mena. La señora Gregoria Ubon de Vivanco, viuda del licenciado Nicolás de Vivanco y Barco, postulaba a sus hijos Gregorio y Leandro como posibles herederos de… ¿su tío?  Da igual, en 1860 dispone, orgullosamente, del título de Abad de Vivanco Gregorio Vivanco.

Es probable que entre los fotografiados 
se encuentre Sergio Novales.
 
Francisco Oñate nos informa de que “El último abad de Vivanco fue don Sergio Morales (sic), diputado a Cortes por la provincia de Toledo, quien tomó posesión canónica de la Abadía en septiembre de 1919”. Falleció Sergio Novales Sainz en el accidente ferroviario de Villaverde, donde chocaron el expreso de Andalucía y el de Toledo, en 1921 con cincuenta y cinco años. Había nacido en Vivanco el 7 de octubre de 1864. Disponía de una vivienda en la capital, en la calle Arrieta número 12, y por eso se trasladaba a horas tardías a Madrid. En esos días estaba inmerso en apoyar la candidatura de su sobrino Leonardo Sainz de Baranda (que sacó el puesto). Contaba la prensa que falleció por una fatalidad dado que él viajaba de pie en el pasillo del coche y un amigo, que ocupaba un alto cargo en Madrid, le ofreció su asiento y se trasladó a otro coche.
 
En su tiempo había cursado estudios de ingeniero agrónomo -hacia 1888- y fue director y propietario de la revista “El progreso agrícola y pecuario”. Dejaba mujer e hija. José Bustamante Bricio nos dijo que el título se ha perpetuado vinculado a la familia Novales. Esta familia enajenó el palacio de los abades de Vivanco y trasladó su archivo a su centenaria posesión toledano de “La Alberquilla”.
 
 
Bibliografía:
 
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V. Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
“Manuscritos sobre el Valle de Mena en el siglo XVIII”. José Bustamante Bricio.
Blog “Nuestros Escudos”
Blog “Laberinto románico”
“Los Monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
Blog “Tierras de Burgos”.
Página de FACEBOOK “Me gusta Lezana de Mena”.
Web “Románico en ruta”.
Web de la “Fundación Santa María la Real. Románico digital”.
“Actas y memorias de la Real Sociedad Económica de los amigos del país de la provincia de Segovia”.
“Informe sobre las pérdidas y daños sufridos por el tesoro artístico de la provincia de Burgos desde el advenimiento de la República, y principalmente durante los años de 1936 y 1937 en que parte de su territorio del Norte fue ocupado por los rojos y separatistas vascos”. Luciano Huidobro Serna.
Boletín Oficial de la Provincia de Burgos.
“La cámara de Castilla y el Real Patronato (1733-1759): de la prepotencia a la impotencia”. Manuel Amador González Fuertes.
“Noticia del noble y lean Valle de Mena”. Autor anónimo.
“Escritores burgaleses”. Julián García Sainz de Baranda y Licinio Ruiz.
Periódico “La correspondencia de España”.
Periódico “El debate”.
Periódico “La correspondencia de España”.
Periódico “La campana Gorda”.
Congreso de los Diputados del Reino de España.
 
 
Anejos:
 
Descripción de la lauda de Vivanco. En una de sus caras se lee: D(o)N PEDRO ANTO(nio) D(e) VIVANCO ABAD DE VIVANCO TRASLADO ESTA TUMBA DE SU YG(lesia) ANTIGUA A ESTA QUE ERIGIO. AÑO 1771. Efectivamente, la actual iglesia es del siglo XVIII y de nuevo otra lápida en los mismos muros del templo reitera que el promotor fue don Pedro Antonio de Vivanco Angulo y Ortiz, abad de Vivanco y Arceo y dueño único de la iglesia parroquial. Pero en la nueva fábrica se empleó buena parte de la sillería románica, lo que ha hecho que en sucesivas obras hayan ido aflorando diversos materiales: basas, fustes, canecillos, capiteles, dovelas y otros relieves, aunque si por algo es conocida esta iglesia es por conservar uno de los mejores sepulcros románicos burgaleses. La última intervención en el edificio se llevó a cabo en mayo de 2000 y su estado de conservación es bueno. En el centro de la nave se encuentra el mentado sepulcro, apoyado sobre dos basas románicas, si bien lo que nos ha llegado en realidad es sólo la lauda o cubierta del sarcófago, una pieza de planta trapezoidal y remate a dos aguas, con unas dimensiones de 225 x 46 x 65 cm, ornamentada en sus cuatro lados y en las dos vertientes. La parte superior está completamente decorada con motivos vegetales y queda dividida en seis partes. En el centro, de lado a lado y dividiéndola transversalmente en dos, se lee la inscripción ERA DE CCXXVI, sobreentendiéndose la letra M precediendo al numeral y por tanto correspondiente al año 1188. El vértice superior queda partido así en dos partes, y cada agua tiene otras dos, todo esto rodeado de una decoración de sogueado que recorre completamente el perímetro. Comenzando por la parte superior tenemos en la cumbre, a modo de cenefa, una fila de cinco flores en cuyo centro existe un fuerte taladro, que se repite entre flor y flor, decorándose la otra mitad de este vértice con un tallo ondulante del que parten hojas palmeadas. Contiguo a éste, en uno de los lados inclinados, aparece un tupido y geométrico entrelazo, a cuyo costado, en el extremo que coincidiría con la cabecera de la tumba, se halla un animal híbrido con cuerpo de ave y cola de pez que gira su cuello hacia una gran flor de pétalos muy marcados, cáliz y corola. La otra mitad de esta vertiente, la correspondiente a los pies, presenta un roleo de seis hojas enmarcadas por sus tallos. Ya en el otro agua, la mitad correspondiente a los pies tiene diez pequeñas flores, seis de ellas con punto de taladro, enmarcadas por un entrelazo que tiene puntas de diamante en todo su recorrido, mientras que la última sección de las vertientes está decorada con cinco palmetas. Las dos aguas se elevan sobre caras verticales a modo de frisos, apareciendo en una de las largas una arquería formada por doce arcos que encerraban en su interior una decoración de hojas -de las que sólo queda una- y flores, de las que quedan tres. Pero en el resto de los arcos se eliminó la decoración para insertar la inscripción del siglo XVIII en la que se reseña el momento del traslado del sepulcro a la nueva iglesia. El otro de los lados largos se decora con otros doce arcos, que cobijan a once apóstoles y un ave que enlaza con uno de los frentes. Los apóstoles no están identificados ni por sus atributos ni por inscripción alguna: unos se hallan en actitud de bendecir, otros elevan el Libro Sagrado y uno de ellos sostiene un rollo en una mano, donde se leen la Alfa y la Omega. El escultor no se mostró muy detallista, caracterizándose por marcarles unos ojos almendrados, en algunos un peinado con grandes mechones y en otros sólo marcando una raya al medio; obvia los detalle en la vestimenta, aunque mantiene como característica el presentarles con ampulosos trajes talares y en algunos casos decorando los cuellos. Menos preciso se muestra aún con los pies, minúsculos hasta prácticamente pasar inadvertidos. El frente que se corresponde con los pies de la tumba se decoraba con dos arcos que posiblemente cobijaban a sendas aves, de las que sólo queda una y que enlaza con el ave que se ve junto a uno de los apóstoles en el lado anteriormente citado. El otro frente, el de la cabecera, se ornamenta con una Maiestas Domini dentro de mandorla, con nimbo crucífero y corona, con la mano derecha está en actitud de bendecir y sosteniendo en la izquierda el Libro de la Vida. Sus rasgos, con ojos almendrados, pómulos marcados, pequeña boca y vestimenta con amplios pliegues acartonados, demuestran claramente que el escultor es el mismo de los apóstoles. Flanqueándole se encuentra un parcial Tetramorfos formado por el águila de San Juan y el león de San Marcos, que vuelven sus cabezas hacia la Maiestas.