Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 28 de febrero de 2021

Las Marzas en Las Merindades

 
 
¿Y si les digo que hubo un tiempo en que en Las Merindades se cantaban “Las Marzas”? Cierto, yo tampoco me lo creía. Si recorremos el mapa de pueblos donde se cantan las Marzas vemos que, en la provincia de Burgos, están en la Ribera del Duero y de Lerma. Algunos, incluso, lo han convertido en una atracción turística. Pero… Todos estos pueblos se encuentran en la mitad sur de la provincia. El norte, Las Merindades, parecen ajenas a esta celebración. Pero no siempre fue cierto.


 
Antes de eso, ¿qué son Las Marzas? Debemos remontarnos -o eso nos dicen los especialistas- a tiempos anteriores a la conquista romana. La mayoría de los pueblos ibéricos se regían por el calendario lunar cuyo año nuevo estaba hacia el uno de marzo. ¡Y celebraban esa “nochevieja”! Las Marzas surgieron como cantos propiciatorios dedicados a los dioses de la fecundidad que han pasado a anunciar la feracidad primaveral de la naturaleza y la del ser humano. El tiempo ha añadido elementos del cristianismo que empapaban el ser de las poblaciones rurales. Así, en nuestra cultura, todos los años, la última noche del mes de febrero, los mozos salían a la calle a cantar anunciando el inicio del mes de marzo. En realidad, cantaban por la llegada de la primavera y exaltar la feminidad juvenil. Es decir, también se cortejaba a las muchachas del lugar con cantos de amor. Las Marzas nos han llegado porque sintonizaban con los intereses, deseos, inquietudes y aspiraciones del mundo rural buscando el favor de alguna divinidad para lograr la fecundidad de las cosechas y de los ganados. Y por eso mismo se han ido perdiendo.
 
Así lo decía investigador Julio Caro Baroja “los mozos son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del comienzo del año o “Kalendae Martiae” cantando las llamadas “martiae”, que anunciaban la venida del primer mes del año dedicado a un dios de la agricultura, después de los meses purificatorios”.


 
Se ha estudiado la estructura de las cuadrillas de marzantes, lo que no quiere decir que lo aquí expuesto sea lo que hubo en todos y cada uno de los pueblos del norte de España. El grupo estaba compuesto por el presidente, mozo viejo o amo (mozo soltero de más edad); los quintos del año; varios mozos de edades similares; y aquellos jóvenes que ese año marceaban por vez primera, cumplidos los quince o dieciséis años y una vez pagada la cuota (en metálico o en vino). Cuentan que debían pasar una serie de pruebas rituales que la ronda les exigía y que servían para asignarles un papel en la cuadrilla: cargar con la cesta de pedir las marzas, llevar el farol, realizar los hurtos rituales de verduras y hortalizas en las huertas del vecindario, limpiar la mesa de la comida de marzas, etc.
 
El mozo viejo era el encargado de coordinar y distribuir las funciones de los miembros de la cuadrilla de marzantes, armonizar sus voces durante los ensayos, pedir las marzas delante de las puertas de las casas del vecindario y, una vez formados los corros de ronda, solicitar la licencia o el permiso para cantarlas o, en su caso, para rezar a las ánimas.


 
La primera acción ritual de las cuadrillas era solicitar permiso: comunicar oralmente a las autoridades del lugar la celebración de las marzas. Una vez obtenida la licencia el grupo recorría al anochecer las calles del pueblo, visitando todas las casas del vecindario. Los marzantes abrían la ronda mediante voces y relinchos o por medio del rezo de un Padre Nuestro o la Salve cuando se partía de la iglesia.
 
Al llegar el grupo a la puerta o al corral de un vecino, se detenía y el mozo viejo les anunciaba con el saludo "a la paz de Dios, señores" o invocando el nombre de la persona principal de la casa: quien, a su vez, desde el interior del hogar, preguntaba: "¿quién va?", a lo que el caporal respondía: “¡Los marzantes!" Cuando el dueño abría la puerta, el responsable de la cuadrilla preguntaba: "¿Cantamos, rezamos o nos vamos?” Según la situación particular de la familia, que por regla general conocían los mozos, se cantaba, se rezaba o se iban.


 
Y si había una moza casadera o un especial sentido de la hospitalidad, se cantaban las marzas largas, añadiendo al final los Sacramentos de Amor o los Mandamientos, a fin de prolongar la estancia con la moza. A cambio de sus cantos, los marzantes recibían la limosna (en especie o en metálico) que la familia de la casa les daba. Se revisaban las viandas recogidas por si estaban en mal estado y, tras ello, la cuadrilla se despedía: "que con salud nos den las marzas muchos años y saben dónde nos tienen cuando nos necesiten”. Pero, si la dádiva era escasa, en mal estado y no había los mozos respondían cantando las marzas rutonas, a través de las cuales se parodiaba y se escarnecía a los de esa casa. En algunas zonas, una parte del dinero (los seis cuartos) se reservaba para la compra de las velas del Santísimo, que eran llevadas por los mozos, previamente sorteados entre los de la cuadrilla de marzantes, en la procesión del jueves de Semana Santa en honor al Santísimo.
 
Las sobremarzas -comida, merienda o cena festiva- se celebraban al domingo siguiente al día en que se pedían. Estaban invitados los niños del pueblo y las mozas en cuyas casas había habido donativo. Se comía lo entregado y lo comprado con el dinero recaudado. Finalmente se cuadraban las cuentas.

Fijémonos en este aspecto: esos regalos. Esta situación enlazaría las Marzas con otras costumbres de demanda de alimentos durante el invierno. Un, llamémosle, ciclo del aguinaldo del invierno en los que mozos y quintos recorrían las casas del pueblo pidiendo por el gasto de cera para alumbrar el Monumento de Jueves Santo o por las misas para sufragio de las Benditas Animas... Se iniciaba con el día de San Silvestre; seguían las peticiones de "los Años Nuevos" el primer día del año y "los Reyes" acabando con los aguinaldos del último día de este mes víspera del día de Santa Brígida y San Ignacio. Seguidamente el último de febrero se pedía las marzas. En todos estos aguinaldos se cantaban una serie de coplas alusivas al momento: la Cuaresma, la primavera…


 
Quizá por esta vinculación con el pasado remoto del terruño se cantaban con respeto como si los versos estuviesen impregnados del espíritu de lo sagrado:
 
Esta es una “cirimonia”
que nuestros tatarabuelos
nos dejaron “prevenío”
se observase con respeto
 
Hay constancia de que, en Las Merindades, se cantaron las Marzas en lugares como Medina de Pomar o Las Machorras. Pero desde el inicio del siglo XX fue desapareciendo la costumbre quizá por la despoblación o por el cambio de costumbres. Con el paso del tiempo fueron quedando reducidas, antes de desaparecer, a un pretexto para salir a rondar y pedir. A los críos de este 2021 les parecería un Halloween sin disfraces y en primavera.

Soncillo
 
Vayamos ahora Bezana, que da nombre al Valle de Valdebezana al que pertenece y cuya capitalidad ejerce Soncillo. Muy próximo está el pantano del Ebro y el puerto del Escudo, que hace de límite con la Comunidad Autónoma de Cantabria. Jaime L. Valdivielso Arce investigó las Marzas de este pueblo en el año 1964. Por esa proximidad a Cantabria, Bezana participaba en gran manera de las costumbres típicas de la montaña, estando su vida comercial y social polarizada entre Soncillo y Reinosa (Cantabria). Hasta tal punto que Manuel García Matos, quien recoge las Marzas de Viérnoles (Cantabria), nos permite apreciar numerosas semejanzas con las Marzas de Bezana. Lo mismo sucede con un tipo de Marzas recogido por Joaquín Díaz en el norte de la provincia de Palencia. Esta similitudes son mayores que las que se obtienen de comparar las de Bezana con las del sur de Burgos.
 
Todas las características que hemos apuntado se ven reflejadas en las canciones tanto de las Marzas como en las otras que ofrecemos. Los mozos de Bezana, formando un solo grupo, recorrían todas las casas de la localidad cantando las Marzas. Llegados a la casa de turno y, tras el protocolo arriba descrito, comenzaban a cantar:
 
Santas, buenas noches
gentes de esta casa,
nobles y caballeros,
galanes y damas.
 
Si nos dan licencia
para que cantemos
con mucha prudencia
las marzas diremos.
Oh, dichoso Marzo,
que mañana llegas,
regando los campos
con tus flores bellas.
 
Y los pajaritos
en las arboledas
con el sol brillante
buscarán la ausencia
 
Y los ganadillos
irán a la sierra
a pacer las flores
y las frescas hierbas
 
Oh, dichoso Marzo,
que mañana llegas,
con una nevada
que tiembla la tierra
 
Traemos un burro
cargado de arvejas,
lleno de gorgojos
hasta las orejas.
 
Traemos un burro
cargado de nada,
que no come trigo,
paja ni cebada,
que come chorizos
que le dan las damas.
 
Vísperas de Marzo,
traemos por escrito
que guarden la fiesta
del Angel bendito.
 
Con mucha prudencia
las Marzas cantemos
y que un día todos
en el cielo estemos.
 
Esta versión de las Marzas de Bezana fue recogida la noche del 28 de febrero del año 1964, última vez que se cantaron en dicha localidad. El texto que hemos leído se realizó agregando lo cantado por los mozos con lo dicho por algún anciano. Las letras de las Marzas están escritas en versos hexasílabos y octosílabos, formando estrofas de cuatro versos. Se repiten siempre los versos segundo y cuarto de cada estrofa acentuando la sensación de monotonía del canto. Además carecían de acompañamiento musical.


 
Durante el canto de las Marzas hemos visto que se aprovechaba para rondar a las mozas, y solían utilizar en esta ocasión los dos cantares de ronda tradicionales citados en los que se glosan los Mandamientos y los Sacramentos, pero dándolos una orientación amorosa. A continuación presentamos las versiones de Bezana:
 
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
 
Los diez mandamientos santos
voy a cantarte, paloma,
para que me des el "Sí"
ellos ten en la memoria.
 
En el primer mandamiento
lo que se manda es amar,
te llevo en el pensamiento
y no te puedo olvidar.
 
El segundo es no jurar;
yo tengo hecho juramento
de seguir siempre a tu lado
y de seguirte queriendo.
 
El tercero es oir misa
y nunca con devoción,
sólo por pensar en tí,
prenda de mi corazón.
 
El cuarto honrar padre y madre;
El respeto lo perdí;
el respeto .y el cariño
sólo te lo tengo a ti.
 
Es el quinto no matar;
A nadie he dado la muerte
y tú me matas a mí
el día en que vengo a verte.
 
Niñas que al balcón salís,
meted las faldas para adentro,
que hacéis pecar a los hombres
contra el sexto mandamiento.
 
El séptimo es no robar;
a nadie he robado yo,
sólo he robado a una niña
que llevo en el corazón.
 
Octavo no levantar
falso testimonio a nadie
como a mí me lo levanta
una niña de esta calle .
 
Noveno no desear
la mujer de tu vecino
como yo lo deseaba,
niña, casarme contigo.
 
Décimo es no codiciar
de los vecinos los bienes.
No hay bienes en este mundo,
niña, como tus quereres.
 
Los diez mandamientos santos,
niña, se encierran en dos:
que me quieras y te quiera
y nos casemos los dos.
 
 
 
LOS SACRAMENTOS SANTOS
 
Si quieren oir, señores,
los Sacramentos cantar,
incorpórense en la cama
que los vamos a empezar.
 
El primero es el Bautismo,
ya sé que estás bautizada;
te bautizó el señor cura
para ser buena cristiana.
 
El segundo es Confirmación,
ya sé que estás confirmada,
te confirmó el Arzobispo
para ser mi enamorada.
 
El tercero es Penitencia
y ésa me la echan a mí,
que el andar contigo a solas
no lo puedo conseguir.
 
El cuarto es la Comunión,
recíbela con anhelo,
que si la recibes bien,
derechita irás al cielo.
 
El quinto es Extremaunción,
de extremo a extremo te quiero
 
El sexto es el Orden,
yo cura no lo he de ser,
que los libros de latín
yo nunca los estudié.
 
El séptimo es Matrimonio
y es lo que vengo a buscar;
aunque tus padres no quieran
contigo me he de casar.
 
 
Finalmente les dejo el texto contenido en la publicación “Aula activa de la naturaleza. Soncillo” (1995) donde dicen sobre las Marzas: “Es la festividad que con más arraigo nos ha quedado, aunque desde hace unos años se ha suprimido como hábito común y sólo se repite en Soncillo, si bien cada año que transcurre tiene menor seguimiento. No obstante la creación hace recientes fechas de la asociación cultural Entre valles y montañas, contribuye de alguna manera a mantener viva la tradición e incluso a enriquecerla en la medida de lo posible”.
 
 
 
Bibliografía:
 
Revista “Folklore”.
Revista “Cuadernos de Campoo”.
Periódico “La tribuna de Castilla”.
“Cancionero popular de Burgos”. Federico Olmeda.
“Introducción a la música popular castellana y leonesa”. Miguel A. Palacios Garoz.
“CASTILLA Y LEÓN. Geografía, Historia, Arte, Lengua, Literatura, Cultura, Tradiciones”.
“Aula activa de la naturaleza. Soncillo (Burgos)”. Pedro J. Mediavilla Pereda y Joaquín García Andrés.
“Las Marzas: identidad, sociabilidad y androcentrismo en el ritual marcero”. Antonio Montesino González
Revista “Estampa”.
Revista “Ahora”.
Periódico "El diario montañés".
 
 
 
Para saber más:
 
 

domingo, 21 de febrero de 2021

Hoy no habla él. Hablamos, un poquito, de él: Julián García.



El protagonista de esta entrada será Julián García Sainz de Baranda. Ciertamente, es una persona conocida por todo aquel que indaga en la historia de Las Merindades y muchos medinenses de edad avanzada seguro guardan recuerdo de su presencia.


Julián García Sainz de Baranda, nació en Medina de Pomar el 4 de Septiembre de 1888. Sus padres eran miembros de la sociedad acomodada de la ciudad y respondían a los nombres de Félix García, natural de Perex de Losa y Atanasia Sáinz de Baranda, de Torres. Sus abuelos paternos fueron Carlos García, natural de Perex, y Cleta Villate, natural de Río de Losa. Y los abuelos maternos fueron Cirilo Sainz de Baranda, natural de Torres, y Manuela Marañón, natural de Medina.

Cursó los estudios primarios en Medina de Pomar y marchó a cursar el Bachillerato al Colegio de los Jesuitas de Orduña (Vizcaya) graduándose en el Instituto de Bilbao, en 1905. Cursó la carrera de Derecho en la Universidad de Deusto (también de los Jesuitas) y la licenciatura la obtuvo en la universidad de Salamanca en 1910. Se doctoró en derecho en la Universidad Central de Madrid. A partir de ahí compartió la docencia con la preparación de oposiciones a la Judicatura logrando ingresar en el Cuerpo de Aspirantes en 1913.

Casa de Julián en Medina de Pomar

En 1915 es nombrado, mientras continúa como aspirante a la judicatura, para ejercer como registrador de la propiedad interino en Albarracín. Para finales de ese año obtiene el destino del Juzgado de Primera Instancia de Riaza (Segovia). En 1918 le tenemos asentado en Marquina (Vizcaya). Permanecerá allí hasta 1923 cuando es nombrado Juez en Ceuta. Claro que, en 1924, figura ya como juez de primera instancia en Baena (Córdoba) y en 1925 le es concedida una excedencia voluntaria. Aprovechará para trasladarse, con su esposa, a Medina de Pomar.

En 1926 marcha a Guadalajara al ser nombrado Juez de primera instancia en esa ciudad cubriendo la vacante de López Soro nombrado magistrado de la Audiencia de Soria. Julián se integró en la vida social de esa ciudad participando en bodas de postín y otros actos sociales y culturales. En 1930 es aceptado como académico de la Real Academia de la Historia correspondiente a Guadalajara. A finales de 1930 es promovido a magistrado de la audiencia de Tenerife (Santa Cruz de Tenerife) de cuya plaza solicita la excedencia y se la conceden para el 18 de diciembre de 1930.

Julián García Sainz de Baranda

También debió trabajar en los juzgados de Alcañiz (Teruel) y Arévalo (Ávila). Ejercerá, posteriormente, como magistrado de la Audiencia de Madrid. En 1959 es destinado a Bilbao. Antes de alcanzar la edad legal de jubilación forzosa, que le correspondía en 1960 con 72 años, solicita una excedencia para retornar a su domicilio y dedicarse plenamente a la Historia.

Estuvo casado con Emilia Ortega Pereda, natural de Torme. No tuvieron hijos. Muestra de su fervorosa religiosidad, el matrimonio apadrinó a dos monjas agustinas del Monasterio de San Pedro en su profesión religiosa, donándole la dote a una de ellas. Julián tenía afinidad con esta comunidad religiosa dándole, con frecuencia, regalos y donativos. Tanto él como su esposa estaban integrados en el mundo católico medinense y se pueden leer notas de prensa en las que participan en ceremonias del sacramento de Confirmación de los jóvenes de la ciudad o de madrinazgo de banderas femeninas de Acción Católica.

Calle Esparteros de Madrid (Google)

Fue una persona afable que se caracterizó por su sencillez y nobles sentimientos. Siempre estuvo muy unido a la vida de su pueblo a pesar de residir en Madrid y no dudó en formar parte de la junta de Patronos del Asilo de Ancianos de Medina de Pomar llegando a ser su presidente, como consta en el ejercicio de 1956. También era conferenciante como, por citar una y no extendernos, la impartida en burgos en junio de 1957 con el título “La resistencia a la invasión árabe en la provincia de Burgos”. También era persona a la que acudir en busca de consejo dada su formación y conocimientos.


Su esposa falleció el 23 de noviembre de 1962 dejándole solo, cuidado por Joaquina Martínez, en su residencia habitual de Madrid, en el número 13 de la calle Esparteros, hasta que falleció el día 14 de Enero de 1970. Siempre que podía escapaba a Medina de Pomar. Su casa solariega, sita en la que hoy es biblioteca y casa de cultura, ha mantenido ese aroma trasnochado gracias, sobre todo, al magnífico escudo con las armas del apellido Céspedes. Este inmueble fue donado por Julián García a la ciudad de medina. Este edificio y su trabajo literario fueron los hijos que legó a su población natal.


Hemos visto que el derecho fue su oficio pero que la Historia era su vocación y esto se ve en la relación de publicaciones sobre las que trabajó. Entre ellas: “Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” (Burgos, 1917), “Remembranzas burgalesas” (Alcalá de Henares 1927), “Guía arqueológica de la provincia de Guadalajara” (Guadalajara, 1929) –en colaboración con Luis Cordavías-, “Apuntes descriptivos históricos arqueológicos de la Merindad de Valdivielso” (Burgos, 1930) con Luciano Huidobro Serna, “Villarcayo y la Merindad de Castilla Vieja”, “Valpuesta”, “Apuntes sobre, la historia de las antiguas Merindades de Castilla” (Burgos, 1930), “Los Monteros de Espinosa”, “La ideología mahometana y su influencia revolucionaria en la invasión y conquista de España”, “El Monasterio de Monjes Bernardos de Santa María de Rioseco y su Cartulario”, “El Valle de Losa”, “La Ciudad de Burgos y su Concejo en la Edad Media” (Burgos, 1967), “La Hidalguía en las antiguas Merindades de Castilla: Genealogía y heráldica de las familias más importantes de ellas”(1969), obra póstuma publicada en 1972.

Mencionaremos también la obra “Escritores burgaleses. Continuación al Intento de un "Diccionario biobibliográfico de autores de la provincia de Burgos de Martínez Añíbarro y Rives” (1930), compartida con Licinio Ruiz. La curiosidad reside en que ambos emprendieron la continuación de ese diccionario por su cuenta y, cuando se dieron cuenta de que estaban en lo mismo colaboraron.

Constan, además, más de un centenar de artículos sobre, arte, prehistoria, geografía, arqueología, monumentos, pinturas y escultura, principalmente de la Comarca de Las Merindades publicados en diversos periódicos y revistas.


Aparte de ser miembro de la Real Academia de la Historia lo fue de la Institución Fernán González y, en otro orden, se le nombró hijo predilecto de la Ciudad de Medina de Pomar. Pensemos que sobre dicha ciudad escribió numerosos artículos en el Boletín de la Comisión Provincial de Monumentos de Burgos, los periódicos el Castellano y Diario de Burgos, como “Medina de Pomar como lugar arqueológico y centro de turismo de las Merindades de Castilla la Vieja”. En 1965 se le entregó la medalla de plata al Mérito Turístico.


En 1988 se celebró un homenaje a su memoria, aunque no en septiembre –mes en que nació- sino en diciembre.



Bibliografía:

“Medina de Pomar. Cuna de Castilla”. Inocencio Cadiñanos Bardecí y otros autores.
“La familia Baranda y Sainz de Baranda”. Ángel Villasante Ortega.
Periódico “Diario de Burgos”.
Boletín de la Academia de la Historia.
Boletín Oficial del Estado (B.O.E.)
Revista Notarial “La Reforma”.
Periódico “La época”.
Revista Jurídico-Administrativa “El foro español”.
“Guía Oficial de España”.
Periódico “El Globo”.
Revista “Nuevo Mundo”.
Revista “La Esfera”.
Revista “La Montaña”.
Boletín Oficial de la provincia de Segovia.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El defensor de Córdoba”.
Periódico literario y de noticias “Flores y abejas”.
Semanario “Renovación”.
Semanario “La Palanca”.
Periódico “El Pueblo”.
Periódico “La Prensa”.
Periódico “Imperio”.
Periódico “ABC”.
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. Partido judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.

domingo, 14 de febrero de 2021

Fiestas de Guardar en Villarcayo allá por el siglo XV

 
 
Cierto. Pero que muy cierto que nos fijamos al inicio del año en el calendario laboral que pactan los sindicatos y las diversas administraciones o empresas. ¡Qué tiempos aquellos en que eso –eso- era una decisión de la Iglesia (Católica, por supuesto)! Y no fue hace mucho tiempo pero nosotros nos remontaremos hasta el año 1636. La relación de fiestas de ese año fue fruto del trabajo de los licenciados Francisco López y Fernando de Mena, curas de la parroquia de Villarcayo.
 
Decidieron esta relación de fiestas:
 

Enero:

17

San Antonio Abad

 

20

Santos Fabián y Sebastián

 

22

San Vicente

 

28

San Tirso

Febrero:

3

San Blas

 

5

Santa Águeda

 

14

San Valentín

Marzo:

1

El Ángel de la Guarda

 

19

San José

Abril:

16

Santo Toribio

Mayo:

6

San Juan de Porta Latina

 

8

La aparición de San Miguel

 

15

San Isidro Labrador

 

31

Santa Petronila

Junio:

2

San Juan de Ortega

 

13

San Antonio de Padua

 

30

San Marcial

Julio:

2

La Visitación de Ntra. Señora

 

26

Santa Ana

 

29

Santa Marta

Agosto:

1

Las Cadenas de San Pedro

 

5

Nuestra Sra. de las Nieves

 

16

San Roque

 

29

La Degollación de San Juan

Noviembre:

11

San Martín

 

21

La Presentación de Nuestra Sra.

Diciembre:

8

Nuestra Sra. de la Concepción

 

13

Santa Lucía

 

18

Nuestra Sra. de la O

 

29

Santo Tomás Cantónense

 
Como gente de Iglesia, previsores y pensando a largo plazo, determinaron que se guardasen “perpetuamente todo el día como sy fuesse depreceto, y habersse guardado asta aquí, porque nadie se escusse ni trabaxe en semexantes días”. Traducido: en esos días se debía guardar el correspondiente descanso laboral y la obligatoria asistencia a los oficios religiosos. Son un total de 30 días –como unas vacaciones- que no nos resultan del todo conocidos porque algunos corresponden a fiestas que ya no figuran como de guardar en el calendario general de la Iglesia.


¿Les he dicho que eran como unas vacaciones? ¿Sí? Analicémoslo: el año tipo tiene 52 semanas con sus correspondientes domingos a los que añadiremos las festividades del ciclo del señor, más las del ciclo de la Virgen, San Juan Bautista, los apóstoles Pedro y Pablo, Todos los Santos, Fieles Difuntos… más la treintena propuesta por Francisco y Fernando son unas cien fechas festivas. Si quitamos un diez por ciento de coincidencias nos quedan noventa días que son una cuarta parte del año. Bien ¿No? ¡Hombre! Si lo comparamos con el calendario romano donde, en el bajo imperio, uno de cada dos días es festivo…
 
Claro que no eran unos juerguistas impenitentes y durante los meses de fuerte trabajo en el campo por la recolección no hay fiestas. En cambio en los meses de trabajo más tranquilo –enero, febrero, mayo y agosto- hay más días de fiesta.

San Antonio Abad
 
Las fiestas escogidas no tienen una especial vinculación con Villarcayo y son bastante generales en el mundo castellano. Empiezan con San Antón –San Antonio Abad-, santo copto (m. 356), hoy conocido por ser la noticia de cierre de telediarios donde aparecen personas que llevan a las iglesias homónimas a su mascota para ser bendecida. En Puente Arenas de Valdivielso tiene altarcito propio y cuando le sacan en procesión le ponen trapo blanco a guisa de capa, para que nieve. ¡Algo que en su país jamás hizo! Primero fue monje, luego ermitaño, y en el desierto tuvo tentaciones como nos recoge la “Leyenda Dorada” de Santiago de la Vorágine. Él las vencía con una cruz muy egipcia: empleaba el signo egipcio de la vida. Fue muy mortificado, y según nos cuenta su biógrafo Atanasio, profesó un santo horror al agua, que jamás profanó su cuerpo si no en caso de enfermedad. Supongo que espantaba a las tentaciones con el olor.

San Sebastián
 
El 20 de enero es el día de los santos Fabián y Sebastián, que no tienen nada que ver el uno con el otro y que son amontonados en días aleatorios, aunque aparecen juntos en la invocación de las letanías generales. San Fabián fue un Papa de Roma, que trató de ordenar las confusas actas de los mártires logrando formar parte de sus obras de la forma más siniestra: fue decapitado y ascendido al martirologio. ¡Vamos, como para que Stephen King piense algo similar!... Si vamos a Tartalés de los Montes (Valle de Valdivielso, Las Merindades) pueden llegar a ver una buena tabla del taller de Oña donde el cuerpo de San Fabián, con sus atributos pontificales, se sostiene de rodillas pero su cabeza ya ha rodado en una muestra del gusto “gore” que anidaba en las manos de los artistas de antaño. Un remedo serían las películas de casquería que ven los jóvenes mientras comen palomitas. El otro mártir del día, San Sebastián de Milán, no necesita presentación. ¡¿Quién no ha visto un sansebastián atravesado como un acerico?! Incluso hay páginas en internet que lo presentan como un santo gay.
 
El aragonés san Vicente fue diácono del obispo de Zaragoza, San Valero, a quien sustituía –y superaba- en la predicación. Ambos fueron detenidos y llevados a Valencia a declarar. Vicente provocó su martirio en el potro aunque se ha llegado a difundir que se le torturó en la parrilla como san Lorenzo.

San Vicente
 
San Tirso fue uno de los santos que buscaron el martirio en una especie de suicidio asistido al provocar al prefecto Cumbricio. Su “victoria” fue un combate dialéctico con su torturador a quien fue reduciendo literalmente a pedazos; hasta que, asustado de su resistencia física (que achacaba a trucos mágicos) le devolvió a prisión. A aquel primer asalto sigue un segundo, esta vez a cargo del nuevo prefecto Silvano, y un tercero, a cargo de Baudo. Este último prefecto manda que lo partan con un par de sierras, pero en una larga jornada laboral de nueve horas nada se consigue. Al contrario, el propio verdugo sufre de golpe en su carne todos los tormentos. De pronto, Tirso es “llamado al cielo”, y el clero cristiano se hace cargo del cadáver del mártir. Si van a San Bernabé (Sotoscueva) verán una imagen de este mártir siendo torturado.

San Tirso (en Sotoscueva)
 
Febrero lo empezamos con San Blas de Sebaste que tiene mucha tradición en Bilbao donde se llevan sus cordones como prevención de los males de garganta. Este obispo armenio, cual laboratorio moderno, ensayó sus virtudes sanadoras con animales. Entre sus éxitos se cuenta la extracción de una espina de pescado del gaznate de un niño, pero se supone que también cura las toses y catarros de temporada. Realmente, era un pequeño precio para conseguir la santidad.
 
Dos días después era la festividad de Santa Gadea –Santa Águeda-, la virgen mártir de Catania (Sicilia), cuya pasión se centró en atacar su virginidad y sus senos, cuya iconografía nos los presenta en una bandeja. No hay que ser un doctor de la iglesia para ver en ella un ejemplo contra los placeres de la carne y su advocación como defensora contra la actividad sísmica resulta una muestra de humor negro.

Santa Águeda o Gadea
 
El 14 de febrero se celebrará San Valentín. Hoy en día es un santo muy comercial y deseado por vendedores de perfumes, lencería y bombones. No hay uno solo sino dos apretujados el mismo día: un obispo del que nada se sabe, y un presbítero que nunca existió. Este es, precisamente, el patrono de los enamorados. Sin embargo, nada en su leyenda da pie a ese patronato. Más bien se le presenta como sesudo razonador que casi convierte al cristianismo con sus discursos y argumentos al emperador Claudio II el Gótico (siglo III).
 
Marzo y abril no necesitaban de muchas fiestas votivas, porque ya la liturgia cuaresmal y pascual iba bastante recargada. Así, en abril sólo tenemos a Santo Toribio de Liébana, aunque lo correcto es decir de Astorga, pues de esta ciudad fue obispo. Su mérito principal fue haber sido uno de nuestros inquisidores más antiguos, si no el primero, dedicado a perseguir a los herejes priscilianistas que pululaban por Galicia y el Bierzo.

Santo Toribio
 
La fiesta de San Juan ante Portam Latinam recuerda un episodio tradicional de la vida del apóstol y evangelista, discípulo amado del Señor, para mostrar que padeció martirio, como los demás apóstoles, aunque no murió de ello. Por orden imperial se le introdujo en aceite -dicen que hirviendo-, delante de la Puerta llamada Latina, de Roma. De aquel baño salió no sólo vivo e ileso, sino rejuvenecida la piel, como si de un cosmético se tratara. Luego le desterraron a la isla de Patmos, en el mar Egeo, donde tuvo las visiones del Apocalipsis. Y las escribió.
 
En el mismo mes de mayo, el día 8, se conmemora una aparición de San Miguel Arcángel. Este espíritu puro se ha hecho visible repetidas veces, hasta cuatro, según la Leyenda dorada que hemos citado antes. La fiesta que nos ocupa corresponde a la tercera aparición, vista en Roma durante unas rogativas organizadas por el Papa San Gregorio con motivo de una peste. Al pasar la procesión por delante del mausoleo de Adriano levantó el Papa los ojos y vio en lo alto al ángel exterminador que limpiaba y envainaba su espada, dando por concluida su faena. De ahí el nombre de castillo del Santo Ángel que lleva desde entonces el edificio.

San Miguel Arcángel
 
San Isidro Labrador procede de un oscuro relato tardío de autor desconocido que parece haber vivido en los siglos XI-XII en Torrelaguna y Madrid. Era siervo labriego, aunque le tiraba más lo contemplativo, hasta el punto de tener que echarle una mano el ángel de la guarda con los bueyes, alguna vez que Isidro se arrobó. Sus restos fueron “identificados” con una momia que desde Carlos III está en la iglesia homónima de Madrid. En 1619 Felipe III consiguió, de la Santa Sede, la beatificación de Isidro. Tres años después fue canonizado junto con Teresa de Jesús, Ignacio de Loyola y Francisco Javier. Destacamos esto porque era santo nuevo cuando se compuso este catálogo (1636).
 
De Santa Petronila, supuesta hija del apóstol San Pedro, sabemos que su madre y suegra del apóstol estuvo mala de calentura, y fue curada por Jesucristo. Relatos apócrifos informan de que también Petronila lo estuvo. Quizá su culto en la zona de Villarcayo se deba a ser una enfermedad muy común esta.

Santa Petronila
 
San Juan de Ortega pudo ser incluido en esta relación por el origen burgalés de este santo agustino, natural de Quintana Ortuño. Su maestro fue Domingo de la Calzada que le enseñó a construir caminos en la ruta jacobea. En el siglo XV se lo apropian los frailes jerónimos, promotores de su culto en la provincia.

San Juan de Ortega
 
San Antonio de Padua fue franciscano de los de la primera hornada. Y un santo de rápido ascenso porque, muerto en la flor de la edad, resultó canonizado al año siguiente de morir (1233). Sus dotes se han mezclado con las de San Antonio abad (San Antón) llegando a confundirse en funciones tan personales y delicadas como son la protección de los animales, o la de las personas contra el “fuego de San Antón”. Fuego de San Antón, o de San Marcial - siguiente santo de la lista- que protegía frente a un mal que recorrió Europa entre los siglos XI y XVI. Se lo ha identificado con formas graves de erisipela, o bien con el ergotismo: intoxicación por harina contaminada de cornezuelo. San Marcial tiene una hagiografía cambiante que tanto nos dice que fue enviado a Limoges por el Papa Fabián como por el mismo San Pedro. Tampoco nos tomemos muy en serio esas biografías.
 
Metidos en julio tenemos la fiesta de la Visitación de María a Santa Isabel. Hay ermita y romería famosa en lo alto de la cuesta de La Hoz, en El Almiñé. La siguiente, al final del mes, era la de Santa Ana que fue la madre de la Virgen María, junto a San Joaquín. De Ana solo tenemos noticias por los escritos apócrifos. Pero su leyenda no paró de enriquecerse y todavía en el s. XIII la Leyenda Dorada explica su triple matrimonio y maternidad de las Tres Marías. En efecto, viuda de su primer marido, San Joaquín, se habría casado primero con Cleofás por quien fue abuela del apóstol Santiago el Menor, y finalmente con Solas con el que tuvo a Salomé que la hizo abuela de los apóstoles Santiago el Mayor y San Juan Evangelista. El Concilio de Trento repudió tanto dislate, sin mucho éxito, a decir verdad.
 
El culto de Santa Marta (29 de julio) se importó del mediodía francés. Marta era hermana de María y de Lázaro. Los relatos apócrifos nos cuentan que, con otros refugiados, arribaron a Marsella. La proeza más conocida de Santa Marta fue capturar el último dinosaurio -¡milagro!-: la gran Tarasca, terror y gloria de la ciudad de Tarascón (todavía no localizada, je, je). Este monstruo fue muy popular en la fiesta del Corpus como símbolo del diablo vencido. Ahora que vivimos la lucha por la igualdad de los sexos podríamos reubicarla frente a San Jorge en la faceta de mata dragones.


El mes de agosto lo abría la fiesta de las Cadenas de San Pedro. Tiene la basílica de San Pedro “ad vincula”, muy visitada por causa del Moisés de Miguel Ángel. El título se refiere a la prisión del apóstol y su milagrosa libertad, según se narra en los Hechos de los Apóstoles. Un capitel de la iglesia de San Pedro de Tejada ofrece una recreación románica del suceso.
 
Como una ironía tenemos la celebración de la Virgen de la Nieves en el cinco de agosto. Patrona de Vitoria y celebrada en Las Machorras. Como ya se ha comentado en otra entrada su festividad se debe a la basílica romana de Santa María la Mayor, erigida sobre un solar que apareció nevado en tiempos del papa San Liberio (siglo IV).
 
Roque es otro santo venido de Francia por la ruta jacobea. En su juventud pasó a una Italia asolada por la peste. Pronto se le conoció por su capacidad sanadora. Se le figura en traje de peregrino, remangada la túnica para mostrar una llaga que padeció en su pierna, dicen que de un flechazo. A su lado aparece un perro que, según la leyenda, le lamía la herida, tal vez por asimilación con el pobre Lázaro del Evangelio según San Lucas. Desde el siglo XV en muchos lugares sustituyó a San Sebastián como abogado contra la peste.

San Roque
 
La Degollación del Bautista, que cierra el ciclo de este santo, es uno de los episodios más dramáticos de los evangelios. La cabeza de Juan, puesta en un plato para satisfacción de la impúdica Herodías, ha sido objeto de representaciones realistas en el arte cristiano.
 
De importación francesa fue también San Martín, obispo de Tours. Su discípulo y diácono Sulpicio Severo escribió de él una Vida colmada de episodios sobrenaturales. A falta de noticias en los Evangelios auténticos, el calendario recurrió mucho a los apócrifos como en el caso de la presentación de María en el Templo, que relata el Protoevangelio de Santiago. Sería cono una duplicación del episodio de la Presentación de Jesús, recordado en la fiesta de la Candelaria.

San Martín y el pobre
 
Llegamos ya a diciembre y lo inauguramos con la fiesta de la Concepción de María que fue colocada el 8 de diciembre. La fiesta dobla la de la Anunciación, o concepción de Jesucristo. La fiesta llevó a que en el siglo XIX (1854) la concepción inmaculada de la Virgen, esto es, sin pecado original se convirtiese en dogma de fe.
 
La virgen Santa Lucía, perteneciente como San Águeda al panteón siciliano, padeció martirio a comienzos del siglo IV, poco más de medio siglo después que su paisana, cuando esta ya gozaba de un culto bien acreditado. Incluso llegó a verla en uno de sus sueños, que todavía se hacían en los santuarios, a la manera de las incubaciones paganas, para conseguir la salud propia o ajena. Águeda y Lucía entraron en el canon de la misa de la mano de San Gregorio Magno, y Lucía en el folclore religioso como abogada de la vista y patrona de los ciegos. El porqué de esto se ignora, aunque la leyenda dice que ella misma se los sacó por no seguir viendo a un pesadísimo pretendiente. Radical, excesivo y en nada ejemplar en nuestra sociedad. Es un rasgo de automutilación insoportable.

Santa Lucía con sus ojos 
en una bandeja
 
El último de los santos votivos de Villarcayo fue Santo Tomás Becket, arzobispo de Canterbury, primero amigo y protegido del rey Enrique II, que le nombró canciller y primado de Inglaterra; mas luego, cuando el santo se le enfrentó, le hizo matar. Un clásico inglés. En 1173, a los tres años de su muerte Becket ya era canonizado con rango de mártir, siendo su sepulcro atracción de peregrinos, como los que pinta Chaucer en sus Cuentos de Canterbury. De él se contaban milagros bastante curiosos como el de un pájaro de esos que hablan, perseguido por un ave de presa, exclamó: “¡Santo Tomás, ayúdame!” y, al punto, la rapaz cayó a tierra fulminada.

Santo Tomás Becket
 
Quizá este somero recorrido por los santos que se resaltaban en aquel Villarcayo nos haga reflexionar sobre las preocupaciones de esta pequeña comunidad hace tres siglos y medio. Tocante a fiestas y santos, salta a la vista el predominio de la leyenda. Aún no se había producido la irrupción avasalladora de los nuevos santos “históricos” y tridentinos. Lo que aquí vemos es un santoral utilitario. Son figuras elegidas por su poder milagrero contra los problemas de su vida cotidiana: la enfermedad de hombres y animales, los efectos del rayo, el pedrisco o la sequía, y toda la maraña de peligros oscuros proyectada en los espíritus del mal.


 
 
Bibliografía:
 
“Papeles Viejos de Castilla-Vieja”. Crónicas de Ayer en el archivo de Villarcayo”. Jesús Moya.
Periódico "La Vanguardia".

A Jesús Moya.