Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


sábado, 31 de julio de 2021

Molidos en el Ebro.

 
 
Vamos a recorrer los primeros tramos del Ebro en Las Merindades visitando los molinos –o sus restos, o su rastro- que salpicaron la zona. Empezaremos por el pueblo de Bascones de Zamanzas del que sabemos que, a mediados del siglo XVIII, no tenía molinos. Y no los hubo después. Una pena. Pero eso no ocurría en el vecino pueblo de Gallejones donde el catastro de la Ensenada nos deja claro que había un molino harinero sobre el arroyo que venía de ¡Bascones! Era propiedad de Francisco de Valdivielso. Por cierto, ¿Sería el arroyo Zouble? Era de una rueda y lo gestionaba él directamente los cuatro meses al año que lo trabajaba. Para el año del diccionario de Madoz ya no hay constancia del mismo. Más pena.


Pasemos al pueblo ya visitado por esta bitácora de Villanueva-Rampalay que tenía un molino en el arroyo que llegaba de Gallejones y que era, quizá, el arroyo de la Quintana. Era propiedad de Miguel Díez que lo explotaba durante tres meses. Miñano, en su diccionario (1826), nos dice que Villanueva “de Rampalaez” producía “semillas y frutas aunque con escasez”. Ni rastro de que hubiese un molino. Y Madoz tampoco nos lo dice.
 
¿Y en Robredo de Zamanzas? ¿Nos encontraremos un molino en Robredo? Porque hasta ahora no hemos encontrado más que rastros en la tinta… En este pueblo ni eso. Al menos en el catastro del marqués de la Ensenada. Pues… ni en el de Miñano ni en el de Madoz. Inciso: esto está alcanzando unas cotas bastante decepcionantes.

Molino de Tubilleja 
(Cortesía de Emiliano)
 
Pasemos a mirar si en el pueblo de Tubilleja hay algo. Fíjense que nos salimos del valle de Zamanzas -que no de Las Merindades- para ver si arañamos algo interesante. ¡Bingo! Hubo un molino de tres ruedas sobre el Ebro en 1752 propiedad de Jacinto Díaz de Tudanca que podía moler durante todo el año. No contentos con lo que nos relata hasta ahora el catastro de Zenón de Somodevilla y Bengoechea tenemos un segundo molino de una rueda que muele un mes al año. Tomaba la fuerza de la fuente de la Torrecilla y era propiedad de Valentín Ruiz. Cuando Madoz publicó su diccionario, unos cien años después, tenemos la referencia de que hay varios molinos.
 
El molino del Ebro se sitúa en la orilla derecha del río en el lugar denominado “Las Eras”. Junto a la carretera, pasando el casco de Tubilleja, en el camino de Tudanca, como a cincuenta metros de distancia. El agua se captaba directamente del Ebro. La salida era a través de tres arcos de medio punto. El caudal de agua para el trabajo sufría variaciones debido a las crecidas. El edificio es rectangular con un espacio añadido auxiliar, donde se abre la entrada. Hay tres vanos en una de las paredes y dos en la parte posterior. Para fortalecer los muros, en relación con la potencia del río, se levantaron dos contrafuertes. La maquinaria, que contaba con tres piedras, está desmontada y parada. Era un molino muy utilizado por los pueblos de Los Altos.

Molino de El Canto
 
Nos acercamos a Barrio La Cuesta donde Madoz nos da a conocer el molino del Canto. Le pueden ver todavía. Está situado en la margen izquierda del Ebro, a la misma altura del de Tubilleja, pero lejos del centro de Barro La Cuesta, un par de kilómetros, porque el Ebro lo está. Lógico. A él se llega por un camino que sale desde la carretera que conduce a Gallejones.
 
Es de mampostería con una planta rectangular irregular, dos pisos y cubierta a dos aguas. Su estructura cuenta con unos pequeños vanos. Hay dos entradas, una para la sala de molienda, que mantiene dos piedras y las tolvas, más un pequeño espacio añadido. De ahí, parte la escalera que sube a la planta superior donde se encontraba la limpia. A la muela del ganado, que se ubicaba en otra zona, se entraba por otra puerta. El agua pasaba aprovechando la presa del lugar. Tiene rejas en las entradas hacia el rodete, para que no entre porquería del río. El edificio está reforzado con dos contrafuertes para compensar la fuerza de la corriente. Hay tres arcos por donde el agua vuelve al cauce. El edificio aparte que era empleado como vivienda de los molineros. Un defecto del molino, vinculado a su toma directa desde el Ebro, era que cuando había crecidas no se podía moler porque el agua tapaba las piedras. Para que se hagan una idea: en el 2001 el agua llegó a un metro por encima de la puerta de entrada. Cuentan que en un tiempo perteneció a unos señores de Gallejones que lo vendieron a principios del siglo XXI. En aquel momento el tejado estaba hundido y la maquinaria inundada. En el 2002 María Jesús Temiño lo vio funcionar con dos muelas francesas. La gran potencia d este molino atraía clientes de todo el valle de Zamanzas. Un efecto similar al de tubillejas.

Al fondo el molino de el Canto 
y, a la izquierda, el de Tubilleja.
(Cortesía del Blog Ebro)
 
En Tudanca, en 1752, se tenía un molino de tres ruedas sobre el Ebro propiedad de tres socios que eran Alonso Ruiz, Alonso Rodríguez y José Rodríguez. Había otro modelo que molía todo el año en el que participaba el citado Alonso Ruiz.
 
Dejamos a un lado Vallejo de Manzanedo y nos acercamos a Cidad de Ebro que el Catastro de 1752 dijo que tenía dos molinos sobre el Ebro. Uno era llamado “de la Hazeña” que gestionaba Pedro López Gallo y el otro el llamado “del Rivero” que dirigía Matías Martínez.

 
Los viejos del lugar comentaron a María Jesús Temiño sobre un molino que recordaban constaba de tres piedras, una blanca y dos negras. Si lo van a ver encontrarán sus ruinas formadas por las paredes y los arcos de la parte inferior. Para llegar a él deben ir por un camino a la derecha de la carretera que conduce a Cidad. A la izquierda de la corriente, una presa regula el cauce del Ebro, que después se distribuye mediante varias compuertas. Molía tanto en invierno como en verano, lo mismo de noche que de día. Tenía agua abundante, incluso pasaba hacia las orillas. Era un molino maquilero que funcionaba con el sistema de pago tradicional, correspondiente a un kilo o dos, denominado maquila.
 
Ahora nos desviaremos un poco del cauce de un gran río español para ver lo que tiene San Miguel de Cornezuelo. Este pueblo tenía en 1752 un molino sobre el río Trifón. Molía la mitad del año y era propiedad, a partes iguales, de Tomás de Rosales, Lucas González y, el tercio restante, de Dionisio y Pedro de Rosales. Hoy en día podemos ver el molino construido a un kilómetro del centro del pueblo. Está en el lugar llamado "Loleo", por un antiguo molino de linaza. Una presa, como a 100 metros y una compuerta a 50 metros, regulaban el agua que, luego, se recogía en un estanque. Funcionaba con poca agua y mucha presión. En invierno sobraba, porque había crecidas, en cambio los veranos obligaban a las "represadas". En el estío se limpiaba el cauce y se revisaba la presa.

 
El edificio es rectangular, de un solo piso, en mampostería de piedra. Hay dos ventanas que dan al cauce. En el dintel de la casa existe una inscripción pintada en azul: 1883 Luis Gómez. ¿La fecha de una reconstrucción? ¿La fecha de su construcción? Esto último implicaría que el molino conocido en la época del catastro de la Ensenada estuvo en otro lugar y que ya no existía a finales del siglo XIX. Interiormente, mantiene una habitación sin tabicar con el suelo de madera y el techo de vigas vistas. La maquinaria lleva muchos años parada.
 
Este molino, todavía a mediados del siglo XX, funcionaba todo el año. Cierto que, más en invierno ya que estaba todo el ganado en casa y se necesitaba más harina. Los clientes procedían de los pueblos del entorno, no solo del valle de Manzanedo.

Cueva de Manzanedo
 
En Cueva de Manzanedo hubo, para solad del encuestador del catastro de la Ensenada, un molino de una sola rueda que molía “la tercera parte del año” y que debía ubicarse sobre el río Landravejos –si entiendo bien la letra del escribano- aunque bien podría estar en el Trifón. Sebastián Miñano subraya también la existencia de un pequeño molino harinero que trabaja con las aguas de “un pequeño río”. A mediados de ese siglo XIX continuaba en activo. Hoy, si nos acercamos al lugar denominado "Sotillo", a quinientos metros del centro de la población, veremos las ruinas de un molino. Se aprecian las paredes, pero no la estructura que conformaba la corriente de agua.
 
Avanzando por el curso del Ebro llegamos a la central eléctrica que está a la altura de Manzanedo. Debió ser antes el molino llamado “Bocarredo” que cubría las necesidades de los residentes cerca de Manzanedo. En 1752 esta población tenía cuatro molinos harineros: Uno sobre el Ebro con tres ruedas que molía todo el año y el concejo lo tenía arrendado a Felipe Fernández –quizá en dicho “Bocarredo”-; otro sobre el arroyo de Valdequintana que es de una rueda y muele un mes al año y que, como el anterior, pertenecía al concejo que se lo alquilaba a José Fernández; Un tercero sobre el arroyo de “Santillán (¿?)” que era propiedad de Francisco Sánchez y que lo empleaba para el consumo de su casa; y un último molino de una piedra que estaba en otro arroyo no identificado. El Miñano no es tan concreto y dice que “pasa por medio del pueblo un arroyo, sobre el que hay algunos molinos harineros que solo muelen dos meses del año”. Madoz es más genérico y sí deja constancia de la existencia de molinos pero los coloca en el Ebro.

Manzanedo
 
Cerca del pueblo de remolino estaba el molino de Congosto – al menos eso dicen algunos- que tuvo central de luz y perteneció al Monasterio de Rioseco.
 
Terminamos este paseo en Incinillas donde también había ingenios hidráulicos. Estaba el molino del monasterio de Rioseco que, nos dice el catastro de 1752, estaba pegado al caserío, molía dos meses al año y recibía la fuerza del agua procedente de Villalaín.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. Pascual Madoz.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826-1828)”. Sebastián Miñano y Bedoya.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Los molinos en Las Merindades de Burgos”. María Jesús Temiño.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar”. Bajo la dirección de Pablo Riera y Sans.
 
 
 

jueves, 15 de julio de 2021

La hoya de cobre

 
Vamos al Páramo de Masa para sumergirnos –literalmente- en Huidobro. En la conocida como Hoya de Huidobro. Encontramos su nombre escrito por primera vez en marzo de 1181, como “Foio de Obro”, en la documentación del Obispado de Burgos. El lugar es una curiosidad geológica, un hundimiento del páramo que ha creado un valle de tres kilómetros de longitud y dos de anchura protegido del viento de “arriba” por elevaciones como la Peña Otero (1.205 m). Aunque si queréis una explicación pedante aquí va: “Depresión abierta en la parte superior de un anticlinal de la unidad estructural conocida como Plataforma estructural de los Páramos. El levantamiento, a favor de una zona de debilidad, de los terrenos plásticos inferiores que dieron origen a la formación del anticlinal originó una intumescencia salina, un diapiro abortado, que ha dejado así una hoya por efecto de la denudación y vaciado erosivo posterior”. Sinceramente, yo no he entendido nada ¿Ustedes? ¿Algún geólogo entre los lectores? La hoya de Huidobro se sitúa en la parte suroccidental de la cuenca Vasco-Cantábrica. Específicamente, en la Plataforma Estructural de los Páramos del dominio de la Plataforma Burgalesa, que pertenecería al Bloque Alavés.

 
En el núcleo de la hoya encontramos tierras de tipo Weald (inicios del Cretácico) y en las laderas las tiene de tipo Utrillas (Cretácico final, de 113 a 100 millones de años) circundado por los crestones de calizas del Turoniense-Coniaciense (de 94 a 90 millones de años). Seguimos sin aclararnos pero estas explicaciones dan una pátina “cultureta” a la entrada de hoy. Remato: La depresión se abre en su flanco Norte por el arroyo de la Tejera que desagua en el Ebro. Este ha sido el camino por el que han salido los materiales del interior de la Hoya. Que también nos lo dice el farragoso párrafo en cursiva anterior.
 
En la hoya de Huidobro hubo minas de cobre, que es el tema principal de esta entrada. Aunque estas nunca fueron consideradas como un yacimiento atractivo desde el punto de vista económico, dada la dispersión de sus menas en las areniscas y conglomerados del Aptiense-Albiense. Otra particularidad de Huidobro es la presencia de petróleo, pero ese no es el tema de esta entrada.

Dolmen de El Moreco
 
Si nos fijamos en la superficie, algo para lo que no hay que ser geólogo, vemos que gracias a las condiciones climáticas -más de 900 litros por metro cuadrado de precipitación media-, a la composición del suelo, la orientación y la altitud, hay frondosos bosques de hoja caduca. Las laderas de la hoya están cubiertas de hayas y robles, acebos y tejos y de una abundante fauna: lobos, zorros, tejones, jabalíes... ¿Aves? También: azores, gavilanes, ratoneros, búho chico y real, pito negro, arrendajo, zorzales, pinzones, chochines o carboneros. Es por todo esto que desde 2007 la Hoya de Huidobro es parte del Parque Natural de las Hoces del Alto Ebro y Rudrón.
 
Aquí también hubo poblamiento humano y, si se acercan ustedes, verán los pueblos fantasma de Huidobro y Villaescusa del Butrón que culminan la presencia humana desde, al menos, la Edad del Bronce. Y en este punto los estudiosos han tenido cierta controversia. Entiendo que a las alturas del año en que se publica esta entrada nos puede resultar indiferente esta disputa pero resulta fundamental para comprender el orden cronológico de ciertos restos históricos. Si recordamos lo estudiado en los cálidos años escolares sabremos que el foco megalítico de los valles de Gredilla y Villaescusa de Butrón había surgido por el cobre de Huidobro. Autores como L. Huidobro (1956), J.L. Uríbarri (1975), G. Delibes (1975) o J. Campillo (1980) aplican al páramo de Masa el esquema de la mina prehistórica de cobre de Chinflón (Huelva). Claro que se descubrió que esa mina databa del bronce final y no era contemporáneo a los dólmenes. Quizá no sabemos tanto.

 
En la Lora, gracias al carbono 14, tenemos que los más viejos megalitos preceden ¡en más de un milenio! a la aparición de la metalurgia con lo cual el cobre no pudo ser el señuelo para las poblaciones neolíticas locales. Pero se ha descubierto a dos kilómetros del sepulcro de corredor de El Moreco y a dos y medio de las minas cupríferas de Huidobro, el yacimiento de época dolménica de Rehoyo/La Nava Alta, en Nocedo (Burgos) donde se ha recogido unos pocos centímetros cúbicos de material con abundante cuarzo y pequeñas cantidades de feldespato potásico, mezclados con azurita y con una porción residual de cuprita, lo que les confiere una tonalidad azul añil sobre un fondo pardo. Y este material procedía de Huidobro. Es decir, las comunidades megalíticas locales frecuentaron aquella zona para aprovisionarse de azurita. Pudieron emplear estos materiales para cosméticos, para molinos o morteros o adornos. Tendríamos así en Huidobro una minería neolítica que, en la Edad del Cobre, explotaría azuritas y malaquitas con fines metalúrgicos. Aun así, algunas fuentes dejan entrever que el bajo contenido de cobre y las dificultades de su aprovechamiento llevarían a desestimar el uso de estas minas durante la edad del bronce. Entonces, ¿Es cierto que primero fueron las minas de cobre y luego los túmulos? Ni idea.

 
Lo que sí podemos afirmar es la disposición de las antiguas explotaciones de mineral de cobre: Tenemos la mina “Los Altos” o “Minas de Lagarto”, bajo la Peña Otero; el pequeño complejo de galerías de mina “Expectativa”, junto a la carretera que desciende a la hoya desde el Alto de las Rozas, inundadas en su mayoría; mina “Borrega” o “Dos Amigos”, conocida por los lugareños como “El Pozanco”, bajo Peña Redonda; y mina “San Juan” (después mina “Enriqueta”), bajo la Peña de San Pedro.
 
Siguiendo el curso de la historia nos encontramos que podemos rastrear las minas de cobre de Huidobro a través de los documentos históricos que nos han llegado, al menos desde el siglo XVIII. Eugenio Larruga Boneta que fue un escritor ilustrado comenta en sus “Memorias Políticas y Económicas” (1793) que "en Cervera y Huydobro hay minas de cobre. Don Francisco de la Garza dio en el año de 1767 noticia del estado de estas minas que estaba beneficiando; remitió a Madrid las venas, coloridos y cobre que producían, a costa de muchos desvelos y desembolsos, y al cabo de un año de continuos trabajos, no pudo sacar más jugo que el de cincuenta y seis arrobas de cobre, y alguna vena que había en la villa de Cervera... Luego que profundizó como quatro estados la peña de quijos y arena en Huydobro a fuerza de roza y barrenos de pólvora, halló la faja o filón, pero sin estar quajada la vena, porque son tan repetidas las fuentes que empezaron a arrojar agua, que le dieron mucho que trabajar. No obstante se siguió con tesón, y se le hizo una cortadura al cerro, de ocho estados, y profundizó como sesenta varas, en que descubrió los criaderos de casquillos verdes y azules, en venas sumamente delgadas y finas, del grueso de un dedo hasta de un real por cuyo motivo se malogró lo más”. Por la descripción de las labores que pormenoriza más adelante en su comunicación, podría tratarse de la que, más de medio siglo después, se llamaría mina Borrega.

 
En 1808, Don Francisco Gallardo Fernández, oficial de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Hacienda de España, incorpora nuevamente la comunicación de Don Francisco de Garza en parecidos términos que Larruga.
 
En 1841 el ingeniero de minas Felipe Naranjo y Garza habla del criadero de Huidobro en una referencia publicada en el tomo II de “Anales de Minas”. Allí indica que las labores fueron abandonadas a finales del siglo XVIII “pero según el fallo del minero por excelencia, del inmortal Werner, a cuyas manos llegaron en la escuela de Freiberg hacia el año de 1793 muestras de dicho mineral, podrá ser de utilidad para una compañía pequeña si se tuesta y lava perfectamente la mena..." Werner estaba considerado como uno de los fundadores de la Mineralogía. En julio de 1842 el criadero de Huidobro vuelve a ser denunciado, en esta ocasión por la sociedad “La Iberia”, que con el nombre de mina Borrega lo mantuvo en actividad hasta 1862 extrayendo cobre estratoligado.

"Eco del Comercio" 6 de mayo de 1842
 
Hay fuentes que nos cuentan que alguna mina fue explotada en pequeña escala por un inglés llamado Mr. Masson, quien se hizo inmensamente rico en el negocio, pero que tuvo que abandonarlo por la persecución de que era objeto por las partidas “Carlistas” y por las tituladas de los “Hierros”. Masson prendió fuego al interior y al exterior de su mina. Destruyó el exterior pero no el interior, dejando gran cantidad de mineral dentro de las galerías. Se ha llegado a presuponer que no llevaba explotando mucho tiempo la mina y que, incluso, extraían de 20 a 30 toneladas diarias supongo que de zafras (unidad de medida).

Mina "Los Altos".
 
En el tomo IV (1846) de “Anales de Minas”, José Grande señala que en la mina Borrega los únicos minerales de cobre presentes son carbonatos diseminados en arenisca, sin presencia de cobres grises. "La composición del mineral no es otra que la que acabo de indicar, arenisca impregnada de carbonato de cobre, que a veces se presenta más reunido formando en la misma capa venillas de hermosa malaquita, pero que ofrecen muy poco interés porque, sobre ser en corto número, no pasa su espesor de un cuarto de pulgada". Señaló que el bajo contenido en cobre del mineral unido a la cantidad de sílice con que se presenta, hacen impracticable el tratamiento por la vía seca, siendo posible por cementación. Concluyó diciendo que "...pero lo que es grandes resultados no me parece que se han de obtener de la Borrega."

Mina "Expectativa"
 
Incluso en una relación de 1855 de propietarios de acciones de minas aparece Francisco Arquiaga, de Villarcayo, como uno de la mina “Expectativa”. Por ese tiempo, el diccionario de Madoz no informa que “(…) en el expresado monte un criadero de cobre, que fue trabajado en el siglo anterior, y volvió á denunciarse en 1841 por la sociedad denominada la Iberia, la cual dio á la mina el nombre de la Borrega, se halla en estado de decadencia, y esto por falta de medios y acertada dirección; sin embargo se han beneficiado algunos quintales de cobre de buena ley, piedra lápiz y caparrosa (…)”.

B.O. de Santander del 23 de febrero de 1849
Referencia a la mina "Poderosa" de Huidobro
 
W.J. Henwood, en 1871, describe las labores de mina Borrega y algunas indicaciones sobre las minas Expectativa y San Juan. También señalaba la presencia ocasional de petróleo. En el año 1891 el Ingeniero Jefe de Minas, Pedro Fernández Soba redactó una memoria describiendo los recursos mineros de Petróleo y Cobre existentes en esta zona de los Altos. Nos decía que se hallaba un manantial del que todo el agua que fluía se encontraba llena de sedimento de carbonato de cobre, que lo iba dejando por el arroyo a una distancia de 100 metros y todos los objetos que bañaba dicha agua les dejaba cubiertos de aquel mineral, de donde dedujo que el agua, en su corriente subterránea, pasaba tocando una bolsa de cobre. Que de estas aguas podía obtenerse el cobre por cementación, puesto que hay agua en abundancia, “siendo este procedimiento muy ventajoso”. Este procedimiento de obtención de cobre recurre a una reacción química que lo precipita gracias a un “reductor” que puede ser el hierro, más barato que el cobre. La reacción se hace en medio acuoso y con ácido sulfúrico.
 
El “Diario de Burgos” del trece de diciembre de 1897 incluía un corto donde informaba que unos ingleses habían estado recogiendo muestras de petróleo y cobre de las minas de Huidobro. Sin más datos.
 
La obra de Calderón y Arana “Los minerales de España” (1910) se hace eco del trabajo de Naranjo de 1861 en el que "se designa con el nombre de malaquita-cemento una variedad amorfa que sirve de cemento a las pudingas y conglomerados cretácicos de Huidobro y Hortigüela".

BOE del 30 de mayo 1957
 
El B.O.E. de 30 de mayo de 1957 –cuyo párrafo interesante adjuntamos- informa de la solicitud que la empresa Cobres de Huidobro, S.A., realiza para el establecimiento de una planta experimental para tratamiento por vía húmeda de minerales de cobre de baja ley en la zona de El Pozanco, junto a la antiguamente denominada mina Borrega. La administración publicó la resolución con fecha del 30 de noviembre de 1957. La estadística minera de 1958 señaló que se había terminado el montaje de esa planta experimental. En menos de 10 años, tanto la mina como las instalaciones de procesado quedaron totalmente abandonadas.

 
En 1968 la empresa Explosivos Riotinto realizó sondeos en el sector de El Pozanco con maquinaria pesada, retirando espesos depósitos de ladera, descubrieron galerías labradas con esmero y pulcra regularidad en la mayoría de los casos, que penetran resueltamente hacia el filón, pero también una bocamina mucho más torpemente excavada, siguiendo puntualmente las vetas de mineral y con las paredes recubiertas de hollín, que podría reflejar mayor antigüedad, quizá de la época dolménica. O no.


 
 
 
Bibliografía:
 
Artículo de la revista Ibérica de Mineralogía “Acopios”. “Las minas de cobre de Huidobro”. J. Alonso, J. Lazcano y E, Ortiz de Zárate.
Periódico “El Correo”.
Rutas y Trucks.com
Blog “Veni, vidi y “Click”
Grupo espeleológico Edelweiss.
Wikiloc
Los Saltapraos
Periódico “Crónica de Las Merindades”.
ZaLeZ
Periódico “Burgosconecta.es”.
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Indicios de explotación en época megalítica del criadero cuprífero de Huidobro (Burgos)”. Javier Basconcillos Arce, Germán Delibes de Castro, Julio Fernández Manzano, José Ignacio Herrán Martínez y Miguel A. Moreno Gallo.
Puntos de interés geológico de Burgos. Tríptico de la Diputación Provincial de Burgos.
Boletín Oficial de Santander.
Periódico “Diario de Burgos”.
Revista “Noticiario Arqueológico Hispánico”.
Boletín Oficial del Estado de España.
Periódico “El eco del comercio”.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850)”. Pascual Madoz.
“Anuario del comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.

Anexos:

Restos de las instalaciones realizadas en la mina Dos Amigos para la trasformación del cobre.