Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 31 de julio de 2022

Un breve: El arca del Torrejón.

 
 
La primera vez que vi el “arca del Torrejón” pensé que era los restos de una fábrica porque, en la lejanía, me pareció una chimenea. ¡Emulación bilbaíno-infantil! Años después retorné al tema fabril de esta ciudad -quizá fruto del tiempo libre de que dispongo- para descubrir que las industrias medinesas estuvieron cerca pero no allí, en el antiguo barrio de El Sirgo, hoy El Olvido, en el camino que conduce a Villamar.

 
Una vez escuché que, este obelisco, era el marcador del lugar hasta donde llegó el pretendiente Carlos V en la primera carlistada. La “pirámide” no tiene mérito constructivo alguno (sillería en las esquinas y relleno de cantería) y es atractiva porque ha sobrevivido hasta hoy, pues no quedan apenas esta clase de construcciones. ¡Y esta tiene, hoy, un uso cigüeñal! 

(Año 1934)

Lo cierto es que ese prisma de base cuadrada -de unos tres metros de altura- con un obelisco de unos doce metros encima servía, según Julián García Sainz de Baranda, como una construcción dedicada a probar la presión del agua en la tubería para, sin hacer caso de la teoría de los vasos comunicantes, ver sí podían subir las aguas a la parte alta de la ciudad de Medina de Pomar. Quizá apoyaría esta visión el vierteaguas que hay en lo alto, pero debería tener tuberías en su interior.

 
Reconozco que me resulta una justificación peculiar porque los romanos ya conocían el principio de los vasos comunicantes. En este caso debemos aceptar que la altura de esta estructura es la misma que la de la plaza del ayuntamiento. En otros papeles indican que este obelisco es uno de los registros de la antigua conducción de agua desde el arroyo Ceñares. Porque, en Medina de Pomar, esta fue la primera traída de aguas, antes de la toma del manantial Vadillo, en La Tesla.

Diario de Burgos del 19 de octubre de 1931
 
Desde el manantial de Ceñares -entre Villatomil y Rosales- se llevaba el agua a Medina de Pomar para alimentar la fuente situada en la plaza mayor. Una fuente dibujada y proyectada por el arquitecto de la Academia de San Fernando Alfonso Regalado Rodríguez, en 1780. 


Hoy esta obra, que está formada por un prisma de base rectangular labrado en almohadillado con el surtidor y el pilón saliendo de su frente, pasa algo desapercibida en la tranquila plaza del ayuntamiento. Sobre esta forma aparece la figura de una leona -muy desgastada- descansando y a ambos lados dos adornos en forma de piña. La fuente de la plaza no sólo fue la principal, sino la única del siglo XIX nos ha llegado.

 
Pero volvamos al arca del Torreón, como decíamos quizá uno de los registros de la antigua conducción de agua de Ceñares. En este caso su misión sería extraer el aire contenido en la tubería. Esto es importante porque la presencia de bolsas de aire atrapadas en conductos a presión puede reducir el volumen de agua transportada.

 
La cuestión es, ¿Por qué tendría que medir quince metros? Y ¿Porqué no vemos una arqueta o similar para permitir el flujo de aire?
 


  
Bibliografía:
 
“Medina de Pomar. Arqueológico y centro de turismo”. Julián García Sainz de Baranda.
Periódico “Diario de Burgos”.
Boletín Oficial de la provincia de Logroño.
“Medina de Pomar. Cuna de Castilla”. Inocencio Cadiñanos Bardecí, Emilio González Terán y Antonio Gallardo Laureda.
Revista Internacional de Métodos Numéricos para cálculo y Diseño en Ingeniería.
Periódico “El País”.
Instituto Geográfico Nacional.
 
 
 

viernes, 15 de julio de 2022

Nobleza Berberana.

 
 
Berberana es una de esas poblaciones tocadas con la varita de apellidar a una casa nobiliaria: Los condes de Berberana. Pero antes existieron los señores de Berberana que, debemos verlo así, serían los antecesores de la casa condal.
 
Todo empezó con Fernán Sánchez de Velasco, primer señor de Berberana, casado con Mayor Gutiérrez de Olea, natural de Medina de Pomar. Era Señor de Herramélluri (en La Rioja), Río Tirón, Obilia y Villaescusa. Consiguió del rey Juan II de Castilla la permuta de Herramélluri por Berberana -¡¿a saber por qué!?-. En esta nueva población fundó un mayorazgo a favor de su hijo Día Sánchez de Velasco. Este, el segundo Señor de Berberana, se casó dos veces. La primera con Sancha de Rojas con la que tuvo cinco hijos: Pedro, Sancha, María, Mayor y Catalina. Después desposó a su prima Leonor de Alvarado que dio a luz a Hernán.
 
Torre de Berberana

El tercer señor de Berberana fue Pedro Sánchez de Velasco que se casó con Constanza de Porres Guevara (Hija de Lope de Porres. Señor de Agoncillo y Alcaide de Arcos y de su primera mujer Inés de Guevara, hija de los Condes de Oñate). Tuvieron por hijos a Diego, Pedro, Lope, Gonzalo, María, Inés y Sancha. El primogénito, Diego, que casó con Luisa de Uzquiano, falleció antes que su padre, dejando como fruto único de su matrimonio una hija, llamada María, por quien siguió la línea. ¡Toma “empoderamiento”!
 
María de Velasco y Uzquiano -IV señora de Berberana- matrimonió con Francisco de Mendoza y Cisneros, Caballero de Santiago, Comendador de Fuente de Maestre y mayordomo mayor del señor Juan de Austria. Este era el segundo hijo de Alonso Suárez de Mendoza, Conde de Coruña y de Juana Ximénez de Cisneros, sobrina del Cardenal Fray Francisco de Cisneros. Lo que era estar muy bien relacionado. María fue madre de Juana, que heredó el señorío. ¿Cómo decíamos? ¡Toma “empoderamiento”!

Berberana
 
Juana de Velasco se casó con su primo Alonso Ramírez de Mendoza. Fue un matrimonio sin hijos lo que nos obligará a revisar las líneas laterales para determinar quién se llevará el premio señorial. Le tocó a Constanza de Velasco, hija de Pedro y nieta de Pedro Sánchez de Velasco, tercer Señor de Berberana. Casó dos veces, la primera con Fernando de Velasco, que se decía “del Barrio”, y no tuvieron hijos. Su segundo esposo fue Francisco de Gaona González del Castillo, Gentilhombre y Mayordomo del Emperador Fernando de Alemania. Tuvieron dos hijos, María y Juan. Aquí no habrá “empoderamiento” y seguiremos la línea masculina. Fundó este matrimonio, y ostentó, el patronazgo de la capilla de San Juan, en la ya desaparecida parroquial de Vejarrúa, en donde se mandaron enterrar.
 
El séptimo señor de Berberana será Juan de Velasco Castillo. Casó con María Gallo Bocanegra que era hija de Garci Gallo de Salamanca, de la casa “bien” de los Gallo Matanza de Burgos. Señores primero, y Marqueses después de Fuentepelayo por concesión del Rey Felipe V en la persona de Fernando Matanza Corcuera y Gallo, Corregidor de Madrid, alcalde Mayor de Burgos. Caballero de Alcántara con fecha de abril de 1704. Fueron padres de Francisco y María. Juan murió el 23 de noviembre de 1668.

Castildelgado
 
Francisco de Velasco y Gallo, octavo señor de Berberana, murió sin contraer matrimonio, aunque prometido con su prima Isabel de Valladolid Hurtado de Mendoza. Podríamos decir que los hados de la corrección social contemporánea -rama retroactiva- corrigieron la decisión “heteropatriarcal” y otorgó el título a su hermana María.
 
María de Velasco y Gallo Castillo se casó con Juan Rodríguez de Salamanca Varillas y Pardo, Señor y Mayor de las familias de burgaleses de este apellido. No solo eso: era caballero de Santiago; Gentilhombre de Boca del Rey Felipe IV; y señor de las villas y de las Torres de Arroyal y Olmos Albos. El mayorazgo de Torres del Arroyal, fue fundado, en el año 1527, por el bisabuelo paterno de Juan Rodríguez de Salamanca Barillas, señor de esta Casa en Burgos, el licenciado Francisco Rodríguez de Salamanca Barillas, con Cédula Real de Carlos I, y el de Olmos Albos por el tío abuelo materno, Diego de Gamarra, tesorero de Carlos I, para su hija Casilda en 1551.
 
Por no perdernos, la familia Salamanca tuvo una torre, ya desaparecida, en el término del Arroyal (Burgos). María y Juan tuvieron dos hijos: el primogénito Alejo, alférez de Infantería, muerto en el asalto de Vercelli (Italia), y Juan, que no fue tan arrojado como su hermano y lo sobrevivió.

Ribafrecha
 
Juan Rodríguez de Salamanca Varillas y Velasco fue el décimo Señor de Berberana y desposó a Inés Jerónima Vélez de Guevara y Salamanca. Ella era la única hija de Francisco Vélez Guevara Salamanca, Caballero de Santiago, y de Francisca Margarita Girón. Inés era señora de la Casa fuerte de Villaverde del Monte. Tuvieron a Benito; Francisco (teniente coronel de infantería, muerto en Flandes); Manuel, clérigo; María, monja; y Francisca.
 
El título lo heredó Benito Rodríguez de Salamanca Varillas, Velasco, Gamarra, Gaona, Varona, Alonso, Contreras y Vélez Guevara que casó con Magdalena de Riaño en Burgos el 30 de agosto de 1676. Ella, nacida el 4 de mayo de 1661, era hermana del tercer Conde de Villariezo, Antonio José de Riaño. Por testamento otorgado, en 18 de octubre de 1709 ante Lázaro de Santa María, escribano, consta que tuvieron los siguientes hijos: Antonio, por quien siguió la línea; Manuel, Teresa, Antonia, María Teresa, Manuel y María Jacinta.

Castillo de Burgos
 
Antonio Rodríguez de Salamanca Riaño, el decimosegundo señor de Berberana nació el 23 de enero de 1671 y falleció el 17 de marzo de 1721. Mantuvo los apellidos de su antecesor que aguantaron así hasta su hija. Antonio tuvo dos esposas. Consecutivamente, claro. La primera fue Clara Isunza Quintanadueñas. Matrimonio sin hijos. La segunda fue Francisca Paula de Salamanca y Largacha fallecida el 17 de abril de 1724. Sus padres, los de Paca Paula, eran Francisco de Salamanca, Caballero de Santiago y Francisca de Largacha, señora de esa casa vizcaína -Paco y Paca, curioso-. Por testamento otorgado en 17 de marzo de 1721, ante José Martínez de Huidobro, escribano, consta dejaron por única heredera a su hija Francisca Antonia -Paca Toña-, por quien siguió la línea. ¡Derrota del patriarcado!
 
Francisca Antonia Rodríguez de Salamanca (XIII señora de Berberana) había nacido en Iratzagorria (Vizcaya) el 10 de mayo de 1718. Se casó en Quintanadueñas (Burgos) el 28 de junio de 1733 con Rafael Antonio Gil Delgado y Ruiz del Castillo, natural de Castildelgado (Burgos) –aunque vecino de Burgos ciudad- y bautizado el 4 de noviembre de 1713, séptimo señor de Rivafrecha (La Rioja), caballero calatravo desde el 17 de noviembre de 1755, alcalde de la Hermandad por los Hijosdalgos y regidor perpetuo de Burgos. Será el primer Gil Delgado asociado al señorío de Berberana. Fueron poseedores del vínculo y mayorazgo que, en San Lesmes, fundara García de Salamanca sobre la Capilla de la Sta. Cruz.

Iratzagorria
 
Nos vamos a detener un poco en el árbol genealógico de Rafael Antonio. ¿Por qué? Porque es el causante de que llamemos “palacio de los Berberana” al palacio de los Berberana de Miranda de Ebro. Vamos a ello. Este muchacho era hijo de Antonio Manuel Gil Delgado, Señor de Castildelgado, y de Manuela Ruiz del Castillo Vergara. Nieto, de Antonio Felipe Gil Delgado, Señor y Mayor de Rivafrecha y Castildelgado, y de Elena Ventura de Rivaguda. El primer Señor de Rivafrecha, por concesión de Felipe II, fue Sancho González de Heredia, que casó con Elena de Gante.
 
Y dicho esto comentamos un poco ese caserón conocido como palacio de los Condes de Berberana, o casa de las Cadenas. Lo que tenemos es un palacete construido el año 1580 o 1600. Y, como hemos dicho, no era original de los señores de Berberana sino de los Gil Delgado que más tarde ostentarían el título de Condes de Berberana. En ella se hospedó Napoleón Bonaparte y el rey Fernando VII de España, que en 1828 colocó unas cadenas como recuerdo de su estancia. El 16 de agosto de 1837, durante la guerra carlista, fue asesinado en su interior el General en jefe del ejército liberal Rafael de Ceballos-Escalera por soldados amotinados. La casona se asienta sobre una planta rectangular y tiene un tejado a dos aguas. La planta baja eran las caballerizas y las dos superiores la vivienda.

Palacio de los condes de Berberana
 
Francisca Antonia Rodríguez de Salamanca Varillas y Rafael Antonio tuvieron a Manuel Francisco en 1735 por quien siguió la línea, y a María Antonia, quien casó el 17 de noviembre de 1756 con Miguel Catalá, Grande de España. Otros autores dicen que Francisca y Rafael fueron padres de teresa que casó con José María Martínez de Pisón. A saber… Aunque el título de conde de Berberana lo obtuvo Manolo, a María Antonia Gil-Delgado la dejaron Rivafrecha, Villalba y todo el mayorazgo de Ruiz del Castillo y de su madre, Olmos-Alvos con el mayorazgo de Gamarra y el fundado por Bernardino Alonso y Contreras.
 
El siguiente poseedor del señorío de Berberana fue Manuel Francisco Gil Delgado Rodríguez de Salamanca. No solo fue el decimocuarto señor de Berberana, sino que, por Real Carta del Rey Carlos IV fechada en 12 de noviembre de 1789, fue el primer conde de Berberana. Se otorgó este título con motivo de la jura como Príncipe de Asturias de su hijo Fernando, y se apellidó, por estos títulos y mayorazgos: Gil-Delgado, Ruiz de Castillo Bergara, Salazar y Delgadillo, Heredia, Rivaguda y Luyando. Nació Manuel Francisco en Quintanadueñas el 24 de noviembre de 1735, y se casó en Palencia, el 24 de noviembre de 1761 con María de Arriaga Salamanca y Rivera. Ella era su prima en segundo grado, natural de Burgos, bautizada en la pila de su iglesia familiar de San Zotes el 20 de septiembre de 1734. Falleció en Burgos el 28 de febrero de 1800. Las capitulaciones matrimoniales; tuvieron lugar en dicha ciudad ante el escribano Andrés Martín García fechada el 20 de octubre de 1761. Con este matrimonio entraron en poder y disfrute de los Gil-Delgado Rodríguez de Salamanca Varillas, las heredades de los Sanzoles, Santa Cruz, Riaño, Salamanca, Arriaga, Rivera y Forcallo, con lo que pasó a ser, la familia más acaudalada del Burgos de los siglos XVIII y XIX.

 
Tuvo este matrimonio por hijo y sucesor a Antonio Mariano Gil Delgado Arriaga y Salamanca, segundo Conde de Berberana. Nació en Burgos el 27 de agosto de 1762, siendo bautizado en San Lorenzo el Viejo. Matrimonió en Burgos, el 11 de febrero de 1786, con María Manuela Demetria Zapata y Lerma, hija de los Marqueses de Vilueña, vecinos de Soria. Tuvieron a Antonio (premiado con ser el sucesor), Juan, María Luisa y Mariano. Accederá al título en plena lucha contra Napoleón y José Bonaparte el 11 de febrero de 1810, cuando murió su padre. Antonio Mariano falleció en Madrid el 17 de mayo de 1851.
 
Antonio Gil Delgado y Zapata fue el tercer Conde de Berberana. Nació el ocho de abril de 1803. Su esposa fue Concepción Senoiaín y Guizaburua, natural de Lequeitio (Vizcaya). Los hijos de ambos fueron: Juan y Emilia.
 
Juan Gil Delgado y Senosiaín nació en Burdeos (Francia) el 22 de junio de 1824 y disfrutó del título de cuarto Conde de Berberana. Matrimonió con María Francisca Pineda de Álvarez de Sotomayor y Apezteguía (6 de abril de 1834-13 octubre de 1891), hija de los Marqueses de Campo Santo el 31 de enero de 1852. Fueron padres de Manuel, Ramiro, Carmen, Enrique, Gonzalo, Concepción, Rosa (casada con el rico bilbaíno Juan Jauregui en 1893 y, tras enviudar con José Vicente Ebro) e Isabel. Falleció Juan el 23 de junio de 1874. Y su mujer se volvió a casar en Burgos el 15 de noviembre de 1875 con Juan Álvarez de Sotomayor y Domenech, Ramírez y Aranda, Magistrado y Fiscal que fue del Tribunal Metropolitano de las Ordenes Militares.

V Conde de Berberana
 
El quinto Conde de Berberana –y décimo octavo señor de Berberana- fue Manuel Gil Delgado y Pineda. Nació el 10 de agosto de 1861 y falleció en Barcelona el 2 de junio de 1932. A los 19 años Alfonso XII le nombró Mayordomo, y se dio la coincidencia que al fallecer dicho Monarca el Conde de Berberana estaba de servicio en el Pardo. Se casó el 4 de octubre de 1883 con Josefa Soto y Armesto, hija del conde de Encinas. Ella destacó por ser la presidenta del comité de la Cruz Roja de Miranda de Ebro durante la tercera carlistada.
 
Manolo fue un hombre muy conocido en Burgos involucrándose en la vida de la ciudad. Y, por supuesto, el conde participó en la política local y provincial. Podemos citar su apoyo al rescate de las víctimas del accidente ferroviario de 1891 en Burgos. De hecho, en ese tren viajaba José Canalejas que, caballerosamente, también se volcó en el rescate de heridos. En 1897 Manuel Gil Delgado participó, escopeta en ristre, en la batida para liquidar dos toros bravos escapados cuando se llevaban a los corrales de la plaza de Burgos. Esta aventura tiene mucho de farsa porque, tras abatir al primero de los toros, el segundo llegó a Basconcillos del Tozo donde fue rodeado. Entonces el conde de Berberana avanzó en su yegua buscando ser quien matase al animal. Disparó su rifle americano fallando el tiro a cortísima distancia. ¿Resultado? Una yegua destripada (propiedad de Levisson en cuya casa de Bilbao se conservó un tiempo la piel) y un conde volteado cuatro veces con tres costillas del lado izquierdo fracturadas y herida por asta de toro en la parte interior del muslo izquierdo. El resto de tiradores hacían continuos disparos en un intento por salvar la vida de Manuel (a riesgo de rematar al conde). Por cierto, el toro fue liquidado por un cabo de la guardia civil, Benigno [Remigio] Herrero. Aunque otras fuentes dicen que fue el Cura de Santa María del Tozo quien demostró su afición a la caza en este acto.


 
Apuntaba María Cruz Ebro: “Era una tarde de ferias, San Pedro y San Pablo. Los ánimos andaban muy alterados comentando los episodios a que dio lugar la escapatoria de los toros. En la plaza del Carbón, hoy Santocildes, se congregaba numeroso público. De pronto de una de aquellas casas -no recuerdo el número- salió corriendo un hombre perseguido por un joven, revólver en mano. Una turba de chicos se lanzó en post del fugitivo y a punto de darle caza entró en la plaza el Conde de Berberana, que regresaba de su asombrosa hazaña. Nuestro buen Conde, traído en hombros y rodeado de admiradores, apareció maltrecho y victorioso. Ante el tumulto bullió su sangre pendenciera y desafiando con el gesto al del revólver, amparó al fugitivo infundiéndole ánimos con las siguientes y textuales palabras: -Si conmigo no han podido los cuernos ¿cómo van a poder contigo las balas?”
 
Entre otras curiosidades diremos que este conde de Berberana, y otros aristócratas burgaleses, mientras estaban de tertulia fundaron un club ciclista. En el siglo XIX el ciclismo era un deporte practicado por la alta sociedad debido a su novedad y a lo elevado del precio de la bicicleta. Sin embargo, hasta 1912 no se formaliza la creación del Club. Fue el tercer club ciclista de España constituido formalmente tras la Sociedad Bilbaína y la Sociedad Catalana.

 
Pero esta familia no solo estuvo comprometida con el ciclismo, sino que la prensa de 1909 –“El heraldo de Madrid”- nos señala el compromiso patriótico de esta nobleza de provincias diciéndonos que el hijo del conde de Berberana había marchado voluntario con el regimiento de León a la Guerra de África. En la despedida su padre dijo: “El nombre que llevas, y tu condición de voluntario, te obliga más que a los otros soldados. Prefiero recibir tu cadáver que recibirte con el honor en entredicho”. Y, mientras, Álvaro Gil Delgado Soto en uniforme de ralladito y alpargatas solo estaba protegido por su nombramiento de cabo interino.
 
María Cruz Ebro, en su obra “Memorias de una burgalesa”, hablaba de Manuel Gil-Delgado y Pineda, Conde de Berberana, en estos términos: “fue un descentrado. De haber nacido en la época de los Amadises y Esplandianes su nombre hubiera figurado en los romances. Con imaginación a lo Tartarín de Tarascón, creía en las aventuras que inventaba. Y tal era la veracidad de sus relatos que sus oyentes lo creían también. De gran simpatía, generoso hasta la prodigalidad, en el sentir y en el obrar fué un caballero, un caballero andante nacido con retraso”.

 
Al advenimiento de la República era decano de los Mayordomos de palacio. Manolo murió en Barcelona, en casa de su hermana Rosa. Su mujer ya había fallecido y su hijo, al parecer, estaba en América.
 
Con el fallecimiento de quinto conde de Berberana nos sumergimos en un momento difícil. La legislación del nuevo régimen republicano anulaba los títulos nobiliarios junto a la monarquía porque aquellos, los títulos de nobleza, eran diferenciadores de clase social y por ello no se concederían títulos nobiliarios en la república española. Los existentes no llevarían aparejados derechos o cargos o privilegios. Tampoco se dejaba a los nobles ser identificados por su título teniendo que serlo por su nombre y apellidos, “como un ciudadano más”. El siguiente conde de Berberana debería haber sido el ya citado Álvaro Gil delgado. Pero no llegó a tenerlo.


 
Será la Ley de 4 de mayo de 1948 la que restablecerá los títulos de nobleza, pero el de conde de Berberana no será solicitado hasta 1973. Los solicitantes serán Carlos Gil-Delgado y Armada (IV Marqués de Berna), Luis Fernando Gil-Delgado y Ferrer y Daniel Gil-Delgado y Casado. Se repite la solicitud en 1989 aunque solo por Luis Fernando Gil-Delgado y Ferrer. Lo consigue.
 
Le sucederá su hijo Luis Fernando Gil-Delgado y García en 1999.
 
 
Bibliografía:
 
 “El valle de Losa notas para su historia” Julián García Sainz de Baranda.
 “Historia del Condado de Castilla” Fray Justo Pérez de Urbel.
 “Del Burgos de Antaño”. Ismael García Rámila.
“Burgos: Catedral, Cartuja, Huelgas. Monumentos religiosos, artísticos e históricos, curiosidades, casas notables de Burgos y sus cercanías”. Augusto Llacayo.
Casa de las cadenas.es
www.todocoleccion.es
Periódico “Diario de Burgos”.
Boletín Oficial del Estado español.
“Memorias de una burgalesa”. María Cruz Ebro.
Periódico “La época”.
“Burgos. Monumentos religiosos e históricos”. Augusto Llacayo.
Revista “Nuevo Mundo”.
“La institución monárquica en la legislación de la Segunda república”. Andrés Javier Gutiérrez Gil.
Blog “Tierras de Burgos”.
“Labras heráldicas harenses Ruiz del Castillo”. José María Oria de Rueda García.
http://huermeces.blogspot.com/
“Revista de historia y de genealogía española”.
Títulos nobiliarios de España. Ministerio de Justicia.
www.castillos.net
 
 

domingo, 3 de julio de 2022

Crímenes y misterios en Las Merindades.

 
No se lo voy a negar: estoy feliz con la publicación de esta obra. Tenemos ante nosotros una recopilación de asesinatos e historias de misterio netamente locales. En sus páginas pródigas de imágenes y dibujos nos encontraremos con curas asesinos, parricidas e, incluso, extraterrestres. Hay de todo en el casi medio centenar de historias recogidas. Horas de esfuerzo de los colaboradores del periódico “Crónica de Las Merindades” que bucearon en archivos, bibliotecas y la Internet rescatando antiguos crímenes de Las Merindades, y alrededores.
 
Pues se les dará más. El prólogo está escrito por el reportero del programa “Cuarto Milenio” Francisco Pérez Caballero. Este periodista, hijo de Francisco Pérez Abellán, siguió la pista del crimen de Muga y filmó un reportaje para ese veterano programa. Como él dice: “En Las Merindades, todo es auténtico. Sus habitantes son poco dados al artificio y a las fábulas. En sus pueblos se recogen historias duras y descarnadas y, cuando se afronta un misterio, se hace con la absoluta honestidad del testigo objetivo, que cuenta lo que le ha sucedido, sin alterar ni una coma”.
 
El director de “Cuarto Milenio”, el vitoriano Iker Jiménez, también se ha paseado por nuestra comarca -y por las páginas de “Crímenes y misterios en Las Merindades”- investigando historias y sucesos sorprendentes. De hecho, varios de estos han aparecido en su programa. El propio Iker, en la presentación que hace de esta obra, recordaba la aventura OVNI vivida por Bruno Lurachi -Bruno- y Pablo Casado. Y rememora su visita, acompañado de Javier Sierra, al Monasterio de Rioseco.
 
Y un tercer prólogo redactado por Pablo Villarubia Mauso. También de 2Cuarto Milenio”.

 
No son los únicos nombres que reconocerán. Encabezando los relatos estarán los chicos de “Crónicas de Las Merindades” y los acompañan Jesús Fernández "Susi", José Ibarrola Ibarrola, Felipe González López y Juan Ramón Seco de Fontecha.
 
Por terminar, ante ustedes presentamos relatos increíbles de casas encantadas, ovnis o apariciones. También historias curiosas como los misterios de Ojo Guareña, la enferma de Montecillo o la Virgen de Covadonga. ¡No se puede pedirmás por 15 euros!
 
Les despido con las palabras de Francisco Pérez Caballero: “Así que, al recorrer los capítulos que tiene entre sus manos, le acompañarán los misterios de una tierra maravillosa. Descubrirá asuntos sorprendentes, que trazan con precisión la naturaleza humana, y estoy seguro de que terminará este libro con ganas de desplazarse hasta algunas de las localidades que se mencionan. No se contenga. Le aseguro que valdrá la pena. Porque algo hay en Las Merindades que sacude y emociona”.