Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 25 de abril de 2021

Resurrección… del Priorato de Oña en Trespaderne.

 
 
Estamos frente a un edificio que ha tenido la suerte de resucitar. Bueno, su suerte fue sobrevivir al desarrollismo turístico tardofranquista que convirtió en cantera o en solares para edificar muchas joyas de nuestra comarca.
 
La historia de este priorato está unida indefectiblemente a la del propio Trespaderne. En un documento –probablemente falso- de mayo de 1052 el rey de León Fernando I y la reina Sancha dan al monasterio de Oña el señorío jurisdiccional de la mitad de Trespaderne, el barrio dependiente de la parroquia de San Vicente. Pero, como les he dicho, el documento debe ser falso porque hasta 1183 este barrio no entró en la órbita de ese monasterio benedictino. Otro documento de 1052, este de diciembre, cuenta que el rey García de Nájera, y su mujer Estefanía, dotaban al monasterio benedictino de Santa María de Nájera, en La Rioja. Una de esas donaciones era Trespaderne de Castilla Vieja con todo lo que le pertenecía. Se referiría al barrio cuya parroquia era San Millán. Recordemos que esto era posible porque entre 1035 y 1054 casi todas Las Merindades estuvieron bajo el dominio del rey de Navarra. García lo hizo para atraer a esta zona hacia Navarra.

Priorato de Oña en 1979 (Diario de Burgos)
 
Resumiendo: el vecindario quedó dividido fiscal y eclesiásticamente. ¡Y en esta situación permanecerá durante siglos! En 1170 eran fijados los mojones que separaban las propiedades de ambos monasterios benedictinos. Algunos autores resaltan que los vecinos siempre estuvieron a disgusto bajo el señorío y jurisdicción de Oña.
 
El rey Alfonso VIII confirmó en 1175 al monasterio de Cluny la iglesia de Santa María de Nájera con todo lo que le pertenecía, y entre ellas localizamos la de Trespaderne. El mismo rey Alfonso VIII donó en 1183 al monasterio de Oña la villa de Trespaderne en Castilla Vieja, con sus collazos, solares poblados y yermos, con ríos, molinos y pesquerías, prados montes y fuentes. El rey remachaba la separación entre esos dos monasterios.
 
El monasterio de Oña, con el tiempo, acumuló un importante patrimonio, pero muy disperso. Para recabar las rentas de los muchos lugares de Castilla la Vieja y el Valle de Tobalina, los monjes construyeron unos edificios para ese propósito: los prioratos. Así están, entre otros lugares, Tejada, Villavés, San Pedro del Romeral, Noceda-Berrueza, Cillaperlata o Trespaderne. En el siglo XIV Oña disponía de once prioratos llegando a ser tenido por el monasterio de más monjes y más rentas (81.908 maravedís). Era la abadía española más rica, llegando a recoger 25.000 fanegas de renta.


Antes de la creación del priorato de Trespaderne la recaudación de la zona se hacía en Medina. El señorío sobre esta población y su cercanía a Oña motivarían su traslado a Trespaderne. En las afueras del pueblo, en el barrio de San Vicente, en medio de una extensa finca y en una fuerte pendiente, los monjes levantaron un amplio caserón. Disponía horno, huerta, palomar y cueva de vino pues en el pasado el viñedo era muy numeroso; un molino de dos ruedas en Tedeja; y un cañal para pescar en los ríos Ebro y Nela al lado de Cillaperlata.
 
El mayordomo que tenían en Trespaderne los de Oña el año de 1338 percibía del pueblo doscientas treinta y tres fanegas de cereal, frente a la mayoría de los pueblos circunvecinos que solían aportar un centenar y, aún, bastante menos. En 1350, Trespaderne seguía siendo un lugar de señorío del abad de Oña y del prior de Nájera. Al abad de Oña le pagaban las infurciones en un monto de cien fanegas de pan mediado; y al prior de Nájera diez almudes de pan mediado y yantar una vez al año cuando visitaba el lugar dado que su priorato estaba en Azo (La Molina del Portillo del Busto).
 
El monasterio de Oña tenía, además, de la parroquia de San Vicente, la propiedad y jurisdicción de varios despoblados y solares: San Zadornil y los solares de La Losa, La Penilla, Arroyo, La Oyuela o solar de don Alonso, Reoyo y Asperilla. Es decir, la mayor parte del territorio de Trespaderne era del monasterio de Oña, lo que hizo que San Vicente se convirtiese en la parroquia del pueblo, al menos, desde 1515 en que aparece como única en el apeo episcopal, a pesar de que sabemos que la de San Millán continuó como parroquia, con pila y sacramentos, al menos hasta el siglo XVIII. A mediados de este siglo las tierras de San Millán no pagaban diezmo, prueba de que el priorato de Azo había dejado de cobrarlo, porque exentos no estaban –menudos eran los curas-. En el año 1544 Trespaderne aportaba 28.429 maravedíes de renta anuales al monasterio de Oña.

 
En el Priorato vivía un monje que disponía de capilla y vivienda. El resto de la construcción estaba destinada al almacenamiento de las rentas. En la religión de San Benito, priorato era la casa en que habitaban algunos monjes, pertenecientes a un monasterio principal, cuyo abad nombraba el superior inmediato llamado prior, para que los gobernara.
 
La construcción del actual edificio es tardía. Su análisis y la documentación constatan que se trata de un trabajo del siglo XVII. Efectivamente, en el año 1665 fue levantado bajo las siguientes condiciones: en la planta baja se harían tres trojes, un cuarto y una escalera. En la segunda una sala de recibimiento y una celda, cocina y chimenea. El tejado iría a cuatro aguas. Los materiales los pondría el monasterio. Debía estar terminado para 1666. Fue rematada la obra por Martín de Monachia, vecino de Briviesca, por 2.600 reales. En 1670 consta que la habitaba el prior y administrador de las rentas, padre Francisco de Argáiz que, también, hacía de párroco de San Vicente.
 
En el siglo XVIII la actual calle Mayor se denominaba calle de San Millán por la iglesia que estuvo construida en el lugar donde se alza el inmueble que estudiamos. Dispone de un buen pórtico, con ingreso de arco de medio punto que parece un añadido posterior al resto. El interior y entrada al edificio principal se hace a través de una puerta adintelada, surmontada con un escudo que parece el de la corona de Castilla y León. Cadiñanos Barcecí dice que los monjes colocaron las armas reales como muestra de la protección oficial. Para Francisco Oñate Gómez este escudo de armas, de pobre diseño, timbrado por una obsesivamente mutilada corona, dicen que en tiempos de la Segunda república Española, y ornado por dos hileras de lambrequines era usual en el monasterio de San Salvador de Oña como testimonio de que en su iglesia monacal están enterrados reyes y condes vinculados con los cuatro Reinos. En un campo cuartelado tenemos las Armas de Castilla; las Armas de León; las de Navarra; y las Armas de Aragón. Como vemos se omiten las de Granada. En otros escudos, con las mismas armas, se incluye un escusón con la figura del Arcángel San Miguel, patrono del cenobio, con el demonio derrotado y encadenado a sus pies.

 
El frente con el escudo mira hacia Trespaderne. Dicha fachada principal luce amplias ventanas encuadradas por buena sillería. Las demás son escasas y reducidas, sin duda con el fin de evitar robos, humedades y otros males a los cereales allí custodiados. Los paramentos son de pobre mampostería.
 
Cuando a principios del siglo XIX se le concede a Trespaderne un mercado, los de Oña aprovecharían la ocasión para comercializar allí los excedentes que acumulaban en el priorato. Lo mismo venían haciendo los canónigos de Vadillo en Frías y los cistercienses de Rioseco en Medina.
 
Con las desamortizaciones del siglo XIX, tanto el monasterio de Oña como sus propiedades e inmuebles fueron enajenados o quedaron abandonados. Con diferentes destinos, el inmueble del Priorato, como otros edificios monasteriales de Las Merindades (parroquias, ermitas, viviendas…), terminaría en ruinas. En septiembre de 2011 un incendio acabó con su interior y la techumbre.

Cortesía de "Diario de Burgos"

Actualmente Juan Atienza Serna, tras conseguir comprar las partes a veinticuatro propietarios dispersos por el mundo, está decidido a reconstruirlo para convertirlo en un hotel de ocho habitaciones y su vivienda particular.  
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “Crónica de Las Merindades”. Artículo de Inocencio Cadiñanos Bardecí.
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas Magro.
“Blasones y Linajes de la provincia de Burgos. V Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
Periódico "Diario de Burgos".
 
 

domingo, 18 de abril de 2021

Tu nombre, ¡Ah! Tu nombre…

 
 
Hablaremos de Las Machorras. Eso es: Las Machorras ¿Lo repito? Las Machorras. L-A-S   M–A-C-H-O-R-R-A-S. ¿Suficiente? Una última vez: ¡Las Machorras!


¿Cómo les suena el nombrecito? ¿Mal? Pues a mucha gente que vivía en la zona prefería que no se conociese tanto su enclave y que se le llamase Las Nieves por el santuario de Nuestra Señora de Las Nieves, ubicado en dicho núcleo. Este fue un claro ejemplo de “retoponimización”. Que no es nada raro. Y no solo por razones políticas –que de esos ha habido cientos en los últimos cuarenta años- sino también por motivos sentimentales o cacofónicos. Entiendan que los topónimos, aunque parecen fijos en el tiempo están sujetos a modificaciones y alteraciones de manera continua. Por tanto, no son pocos ni extraños los casos en que se reformulan, se renuevan o son sustituidos por otros.
 
En nuestro caso sería la búsqueda de un nombre favorecedor que desplace el estigma que soportan los vecinos de una población. Si recurrimos al Diccionario de la R.A.E. nos da cuatro definiciones sobre Machorra. A saber:
 
1. adj. Estéril, infructífero.
2. f. despect. Mujer hombruna, marimacho.
3. f. Hembra estéril.
4. f. Sal. Oveja que en festividades o bodas se mata en los pueblos para celebrar la fiesta.
 
Nada positivo. Lo mismo ocurrió con “Peñaranda de la Perra” que ahora lo conocemos por “Peñaranda de Duero” (Burgos) y en León estaba “Vega de Perros” que cambió para llamarse “Vega de Caballeros”. ¡Ni punto de comparación! ¡Donde va a ir a parar! Pero los tres sitios tienen en común su actual carácter peyorativo. Claro que, en el caso de Las Machorras el cambio era total y no solo de parte del nombre.


La pregunta sería, ¿cómo se les ocurrió llamar al pueblo “Las Machorras”? La respuesta no es esa sino que los fonemas tenían otra significación que hoy está, prácticamente, perdida. En realidad, el nombre es un orotopónimo, un nombre referido a un accidente geográfico. De hecho, suelen llamarse topónimos primarios a las palabras que se refieren a los accidentes geográficos porque estos se perciben inmediatamente consiguiendo una rápida identificación del lugar. Además son duraderos porque es complicado que la orografía cambie.
 
Un grupo de topónimos surgidos por referencias geográficas son nombrados mediante referencias metafóricas como cabeza, cerro, cogollo, loma, morro, peña, pico…, buena parte de ellos, por similitud con partes del cuerpo humano o animal. Reseñaremos aquí los topónimos Mamblas, Mamoles, o derivados como Mambrillas, cuya referencia son dos montes paralelos que recuerdan las mamas o pechos de mujer (lat. Mammulas).


Si relacionamos lo dicho con las palabras de Mauricio de Grado Molinero, autor de “Pasiegos de las machorras, ritual festivo de la romería de las Nieves”: “Las Machorras, que es un topónimo, es el centro neurálgico de los Cuatro Ríos Pasiegos. Allí se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de las Nieves, la escuela que en la actualidad se utiliza de Casa Concejo, la Casa del Médico, dos bares con sus viviendas, la casa del cura y dos viviendas más. Por extensión, muchas veces se denomina también a todo el territorio de los cuatro valles, Rioseco, La Sía, Trueba y Lunada, aunque otras veces hay quien omitiendo el llamativo y sonoro nombre de Las Machorras, lo cambia por Las Nieves, nombre del Santuario, ya que la iglesia de Las Machorras tiene esa categoría por ser sitio de reunión comarcal de mucha gente en día señalado. Su denominación viene sin duda de las dos peñas que se encuentran a ambos lados de la carretera, que luciendo sus llamativas y redondeadas calvas libres de vegetación, confirman el adjetivo de estériles, como bien se define en el diccionario a la palabra Machorra. También hay quien sostiene que viene de maza o mazorra, nombre utilizado para designar algunas fincas del contorno (“Maza del Toro”…) y que aparece también como apellido”.
 
Aquí nos dejan constancia de que el orotopónimo del lugar –Las Machorras- es orillado por un hagiotopónimo –Las Nieves, el nombre del santuario- más virtuoso y menos sujeto a burlas. Que es lo que decíamos.

 
Lo destacable es la referencia a las dos peñascos calizos libres de vegetación, estériles, que podríamos enlazarlo con la tercera definición de “machorra”. Una está bajo el cementerio y la otra detrás de la que fue escuela, cercana al río.
 
Otra visión del origen del nombre de esta población lo difundió la revista de corte popular y sensacionalista “Pronto” hacia el año 1982 y que molestó durante muchos años y donde parece que se decía que las mujeres de la población eran poco femeninas y que para comprobar su capacidad reproductora debían tener algún hijo antes de casarse.
 
Así dejaron constancia del enfado en las fiestas de Nuestra Señora de Las Nieves de 1992:
 
Si diciendo la verdad
se ganaría dinero,
con este verso que traigo
ganaba más que un torero.
Les voy a contar un caso
con mucha serenidad,
¡qué tranquilo uno se encuentra
cuando dice la verdad!.
El día 15 de diciembre
en revista de semana,
escribieron de este pueblo
lo que les daba la gana.
En la primera portada
para que España lo viera,
publicaron groserías
aquellos hijos de perra.
Y eran dos “mierdos” maricas
los que a este pueblo llegaron,
con una pinta muy rara
por el cura preguntaron.
El cura estaba en su casa
dándoles clase a unos niños,
pronto se puso nervioso
al ver los desconocidos.
El nombre de las Machorras
les traía intrigados,
D. Víctor ni pronunciaba
al ver dos tipos tan raros.
Más tarde le preguntaron
si es cierto que en este pueblo,
para casarte te exigen
el tener hijos primero.
El cura les dijo entonces:
esto no lo publiquéis,
todos los que yo he casado
les han tenido después.
Insistían con preguntas
para que el cura picara,
y el hombre con buena fe
sin malicia contestaba.
Y les decía D. Víctor:
este pueblo es muy honrado,
y Machorras con la gente
no hay nada relacionado.
Le llamaban las Machorras
a este mismo lugar
antes de existir el pueblo
y se puede comprobar.
Todas las demás cabañas
que es donde viven las gentes,
tienen nombres muy distintos
de unos a otros diferentes.
De esta manera D. Víctor
muchas dudas aclaraba,
y más tarde en la revista
todas las culpas pagaba.
Por la noche en Espinosa
hubo cita y reunión,
dos señores de aquel pueblo
cambiaron la información.
El hablar de dos señores
es algo que no comparto,
yo más bien les llamaría
dos cerdos con pelo blanco.
Por los bares de Espinosa
hablaban de estos asuntos,
¡qué harían aquella noche!
durmieron los cuatro juntos.
 
Esta solo fue una de las últimas muestras de falta de respeto y de muestra de ignorancia extrema por parte de personas a las que se les presuponía cultura pero ya en los años finales de la monarquía de Alfonso XIII (1886-1931) se buscó el cambio de nombre por el de Las Nieves. El Presidente de la Junta Vecinal de Cuatro Ríos Pasiegos, con 1329 habitantes, envió una carta en 1929 al Alcalde de Espinosa de los Monteros, en la que se pidió el cambio de nombre. Se indicaba que este nombre era “de mal efecto y objeto de burlas y bromas de mal gusto” a los que se hace referencia en la citada carta. Por lo arriba citado suponemos el tipo de bromas. Se pidieron informes del Juez, el Párroco, los Maestros y el Comandante del puesto de la Guardia Civil, informando favorablemente los dos primeros y último, absteniéndose de hacerlo los Maestros.


El ministerio de la Gobernación pidió al a Real Sociedad Geográfica un informe sobre este cambio de nombre cuyos ponentes fueron Vicente Vera y Luis de Hoyos:
 
“Del examen del expediente incoado solicitando el cambio de nombre arriba indicado, resulta:
 
Que la Junta vecinal de la entidad local menor de Cuatro-Ríos-Pasiegos, perteneciente al Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros (Burgos), acordó en 26 de Agosto de 1929 solicitar del citado Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros que gestionase de la Autoridad competente la variación de nombre de “Las Machorras”, con que es conocido el sitio donde está situada la parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, perteneciente a dicha entidad menor, substituyendo dicho nombre de “Las Machorras” por el de “Las Nieves”, que es decoroso y guarda completa relación con la advocación de la parroquia.
 
Que la Comisión permanente del Ayuntamiento de Espinosa de los Monteros acordó en la misma fecha acceder a lo solicitado, disponiendo se incoara el oportuno expediente y procediéndose a solicitar el informe de los señores Juez municipal, Cura párroco, Maestros nacionales de la entidad local menor correspondiente y del comandante del puesto de la Guardia Civil, anunciándose además al público por dicha Alcaldía y en el Boletín Oficial de la provincia la solicitud del cambio de nombre mencionado, para que dentro del plazo reglamentario se presenten las reclamaciones a que hubiera lugar.
 

Que los informes por el Juez municipal, Cura párroco y comandante del puesto de la Guardia Civil han sido favorables al solicitado cambio de nombre, absteniéndose de informar la Maestra, y no habiéndose presentado reclamación alguna en contrario.
 
Y que la Corporación municipal de Espinosa de los Monteros, en vista de los resultados anteriormente expuestos, acordó por unanimidad apoyar la petición del cambio de nombre poco decoroso de “Las Machorras” por el de “Las Nieves”, que guarda armonía y relación con el de la parroquia situada en dicho punto.
 
Considerando, pues, que el lugar a que se hace referencia y que viene hasta ahora designado con el nombre de “Las Machorras”, representa el centro o punto de reunión de la población diseminada por todo el término de la entidad local menor denominada Cuatro-Ríos-Pasiegos (1.596 habitantes distribuidos en una extensión de unos 140 kilómetros cuadrados); considerando que en dicho lugar se hallan el templo de Nuestra Señora de las Nieves, la Casa-Concejo de la entidad, una de las Escuelas nacionales del término, la residencia del Párroco y de su Coadjutor, las de la Maestra y Médico titular y algunas otras viviendas, todo lo cual constituye un núcleo de población de relativa importancia, al cual se hace ya obligada referencia en determinados Centros oficiales, como son la Administración de Correos de Burgos, la Sección administrativa de Primera enseñanza, la Jefatura provincial de Obras Públicas, etc., etc.; procede manifestar que, aunque dicho lugar no figura como Ayuntamiento sino como una porción de la entidad local menor llamada Cuatro-Ríos-Pasiegos, está perfectamente justificado que se procure designarle con un nombre decoroso, siendo por consiguiente muy razonable y atendible el cambio solicitado por el de “Las Nieves”, adecuado y oportuno en este caso.—Madrid 8 de Junio de 1931,—Julián Díaz Valdez pares.—Vicente Vera”.
 
El informe fue favorable pero el intento no salió a delante –por lo cual he tenido material para este artículo- debido a que, según contestó el Gobierno Civil, había en España otros cuatro municipios con ese nombre en La Coruña, Oviedo, Pontevedra y Tenerife. Recomendaba que buscasen, si lo deseaban, un tercer nombre.
 
No lo hicieron. Para bien.
 
 
 
Bibliografía:
 
Boletín de la Real Sociedad Geográfica.
“Los pasiegos de este lado”. María Yolanda Carballera Cotillas en la revista “Folklore”.
“Pasiegos de Las Machorras”. Mauricio de Grado.
Fotografías cortesía de José Antonio San Millán Cobo (Pasiegos y Merindades)
 
 

domingo, 11 de abril de 2021

Viajeros por Las Merindades

 
 
Hoy recibimos la visita de uno de esos hijos de Las Merindades que han desarrollado su vida lejos –al menos físicamente- de nuestra comarca. Ricardo San Martín Vadillo nació en Villarcayo y en esa población pasó su infancia y parte de su juventud. Allí estudió el bachillerato. Luego, magisterio en Burgos.
 
Será en 1969 cuando su padre se traslada, por motivos laborales, a Alcalá la Real (Jaén) y Ricardo con él. No obstante, ha seguido viniendo por Villarcayo de forma regular cada año.
 
Estudió Filología Inglesa en la Universidad de Granada. Acabada la carrera ejerció la docencia en Liverpool, Soria y Alcalá la Real. En 1997 logró el título de Doctor en Filología Inglesa con su Tesis Doctoral “Análisis de los errores cometidos en inglés escrito”. Ha publicado artículos y libros sobre la Didáctica del Inglés y otras publicaciones cubren los campos de su interés: viajes, dibujos, poesía, relatos…
 
No insistiré más en la presentación porque no es la primera vez que nos visita y, espero, no sea la última. ¡Todavía tiene mucho que descubrirnos sobre Las Merindades!


 
Le pido a Lebato de Mena que me permita presentar mi nuevo libro. El título es “Viajeros por Las Merindades”. El tema de los libros de viajes ya lo he trabajado con anterioridad: en 2004 publiqué “Alcaudete citado en los libros de viaje” y en 2012 “Viajeros por Alcalá la Real”. Durante aquellas dos investigaciones fui encontrando material que guardé en cuadernos y archivos de mi ordenador. En 2020, acabados otros libros de investigación histórica y de creación literaria (novela y relatos cortos), decidí que era el momento de utilizar todos los datos que había ido encontrando sobre viajeros por el norte de Burgos y otros nuevos que he encontrado y me puse a redactar el contenido del libro “Viajeros por Las Merindades”.
 
He acabado la investigación, el libro ha sido publicado y está ya en las librerías. He cumplido con un objetivo que tenía en mente desde hacía 17 años: contribuir a la amplia bibliografía existente de estudios sobre diversos aspectos de Las Merindades. Mi libro comienza por hacer un estudio de los caminos y medios de transporte a lo largo del tiempo. Paso luego a hacer un recorrido por el hospedaje para los viajeros en nuestra comarca: la serie de ventas y albergues que existieron a lo largo de los caminos y en diferentes puntos estratégicos.
 
He dedicado un apartado específico a estudiar los diferentes caminos a Santiago y las rutas de peregrinación por el norte de Burgos. Hago una recopilación de las razones que demuestran la existencia de varias posibles vías de peregrinación antes de que el rey Sancho III, el Mayor, potenciase el Camino Francés por Navarra.

Ricardo San Martín Vadillo
 
Un nuevo apartado recoge datos sobre la importancia de las ferias y mercados en localidades de Las Merindades como razones para el viaje, como fechas para acudir a realizar transacciones de compra venta de productos y ganado. Asimismo, estudio la existencia de una serie de trajineros, arrieros y mulateros que realizaban viajes entre Las Merindades y los puertos cantábricos y con importantes pueblos y ciudades del interior de Castilla.
 
El grueso de la investigación, y del trabajo, está constituido por los viajes y los nombres de los viajeros cuyo tránsito está fehacientemente recogido en libros y documentos. Viajes y desplazamientos realizados por motivos diversos: embajadas a la corte castellana, recorridos de nobles, arquitectos, pintores, geólogos, constructores de puentes, etc. Hay viajes curiosos e inusuales (¿viajaría usted para circuncidarse?), viajes malhadados (de rapiña y violaciones), desplazamientos por guerras (Independencia, Carlistas, Guerra Civil), viajes “forzados” (obligados por duras circunstancias), viajes para esconderse (“aquí creo que no me localizarán”)… Y todo tipo de viajeros: reyes, vagabundos, religiosos, investigadores, peregrinos, aventureros, ilustrados, románticos del siglo XIX, comerciantes, soldados, fotógrafos, periodistas, turistas…
 
También he dedicado un apartado a “los viajes por los caminos de papel”, aquellos viajes hechos a través de los libros, en los cuales los escritores que han pasado por las Merindades han escrito sobre la comarca: novela, poesía o historia. Acabo el libro con tres secciones: viajeros por Las Merindades en Internet; artistas (pintores y escultores) en Las Merindades y mapas y planos antiguos de las Merindades.


 
El libro se completa con un índice de topónimos con objeto de facilitar al lector la localización de forma fácil de pueblos y accidentes geográficos de Las Merindades.
 
Quizá todo resulte más fácil si les adelanto la relación de capítulos:
  
Caminos y medios de transporte en las Merindades
El hospedaje de viajeros en siglos pasados
El Camino de Santiago en las Merindades
Mercados y ferias en el norte de Burgos
Las Merindades y los reyes
Cuando Lebato y Muniadonna llegaron al Valle de Mena (año 800)
Razias musulmanas por las Merindades (s. IX)
Estancias del rey Alfonso VIII en Medina de Pomar (1175)
Francos y vascos en las Merindades (1191)
¿Cazó Alfonso XI en las Merindades? (1311-1354)
Edward de Woodstock: un viaje malhadado (1367)
Llegan los moriscos a Bustillo (1368)
Viaje a Medina para circuncidarse (1427)
El Padre Lope de Salinas muere en Medina (1463)
Un increíble peregrinaje: el barón de Rosmithal (1466)
Una embajada inglesa pasa por Medina de Pomar (1489)
La reina Isabel y su hija Juana de camino a Laredo (1496)
Margarita de Austria pasó por Medina (1497)
El arquitecto Juan de Rasines en Medina (1513)
El pintor León Picardo en Valpuesta, Medina y Bocos (1514-1529)
Las Merindades y el levantamiento de los Comuneros (1521)
Andrea Navagero en Poza de la Sal y Oña (1527-1528)
El Itinerario de Juan Arce Otálora (1544)
Medina recibe al emperador Carlos V (1556)
Dos visitas reales a Oña: Carlos V (1556) y Felipe II (1559)
Felipe II viaja de Laredo a Valladolid (1559)
Corto viaje “para le ferir e matar”: los Rueda, Medinilla y Sarabia (1567)
La reina Ana de Austria llega a Medina de Pomar (1570)
Lope de Salinas, viaje a las raíces (1574-1575)
Pueblos de las Merindades en una obra de Lope de Vega (1609)
Juan de Naveda, constructor, viene a Medina (1616)
Visitas milagrosas a San Tirso y San Bernabé (1621-1767)
Antonio de Hoces Sarmiento en Villarcayo (1622)
La detallada descripción del viaje de Lord Wynn (1623)
Llegan Abades vascos a Oña (1629-1721)
Méndez Silva y su Población General de España (1645)
Un noble holandés recorre las Merindades (1660)
El mapa de Pellegrino Zuyer: Medina, Espinosa, Pesquera (1660)
La nobleza viaja, el pueblo paga (1748)
“Fray Pontones” viene a las Merindades (1756)
El padre Henrique Flórez y su España Sagrada (1771)
Cuando en Villarcayo se fabricaban paños (1794)
Jovellanos, un viaje detallado (1797)
Charles Oman escribe sobre las Merindades durante la Invasión Francesa (1807-1809)
Otros desplazamientos por las Merindades (1807-1814)
William Surtees: Puente Arenas, Medina y Losa (1813)
George Woodberry y las bellas mujeres de Medina (1813)
La peripecia de conseguir pan en Medina: Edward Costello (1813)
Al coronel Frazer le encantó el valle de Valdivielso (1813)
Bory de Saint-Vincent y Puentedey (1823)
Richard Ford, un gran viajero por Burgos (1832)
Charles Shaw, marchas durante la Guerra Carlista (1835)
Un viajero entusiasta: Herbert Bying Hall (1836)
Guerras Carlistas, más desplazamientos (1833-1876)
Un escritor y unos dibujantes en Oña (1836)
El obispo que no pasó por Villarcayo  (1836)
Una detallada visita a Oña (1840)
Las Merindades en la Guía de Mellado (1842)
De Bisjueces a Alcalá, regreso a Medina y nuevo viaje a Andalucía (1843)
“Don Jorgito” llega a Oña por la Horadada (1843)
Scenes and Adventures in Spain, de John Moore (1845)
Guide Classique du Voyageur en Europe (1854)
Viajar para escribir: Galdós por las Merindades (1872-1912)
Llegan los jesuitas a Oña (1880)
Un cura, una copa de oro, un engaño y varios viajes (1885)
El viaje geográfico, artístico y pintoresco de Emilio Valverde (1886)
Excursiones desde el balneario de Gayangos (1886)
El marqués de Mendigorria llega a Medina (1886)
Un académico de viaje en Oña: Víctor de la Fuente (1887)
Rodrigo Amador de los Ríos recorre la comarca (1888)
Isidro Gil  visita Medina de Pomar y Frías (1913)
Fotógrafos que recorrieron el norte de Burgos (1913-1929)
Manuel Azaña en las Merindades (1917-1935)
Un parco viajero: Luis de Pablo Ibáñez (1921)
Damián viaja a por vino a la Rioja (1928)
Carandel y Obermaier, geólogos, estudian las Merindades (1929)
Huidobro Serna y García Sainz de Baranda, grandes conocedores de las Merindades (1930)


Las Merindades en la Guía Ilustrada (1930)
Llegan las Misiones Pedagógicas a los pueblos (1931-1936)
Un geólogo estudioso de la cuenca del Nela (1934)
Lorca en Villarcayo y Medina (1934)
Pío Baroja, escritor y viajero (1934-1935)
Amilcare Batini, anarquista italiano, llega a Medina (1935)
Eduardo de Ontañón, el viajero activo (1935)
Desplazamientos y extranjeros durante la Guerra Civil (1936-1939)
Francisco Franco en Villarcayo (1937)
Puente-Dei y Frías en aguafuertes de Castro Gil (1940)
Viajeros forzados: Robledano Torres y otros (1941)
El viajero incómodo: Friedhelm Burbach (1945-1959)
Los viajeros que nunca llegaron (1942-1959)
Los veranos en La Rubia, Margarita y El Plati, hoteles de Villarcayo (s. XX)
Pintando las Merindades: Marceliano Santa María (1894-1949)
Walter Schriel, geólogo, por las montañas de Burgos (1945)
Los viajeros de mi niñez (1949-1958)
Vinieron para crear un pueblo: San Juan de Lechedo (1955)
Viaje a las profundidades de Ojo Guareña (1958 y 1968)
Víctor de la Serna visita las Merindades (1959)
Carmen Polo de Franco llega a Villarcayo (1963)
El pintor Juan Ferrer Carbonell en Puentedey (1964)
Complicado viaje de Bilbao a Garoña (1968)
Viaje de los ríos de las Merindades (1968)
El testimonio viajero de Ramón Carnicer (1978)
Serafín Villarán, el viajero tenaz (1978-1998)
Ignacio Sanz a pie por las Merindades (1979)
Fray Valentín de la Cruz, incansable viajero y escritor (1979)
Elías Rubio Marcos: el conocimiento profundo (1980)
 Juan Pedro Aparicio viaja en el tren de la Robla (1980)
El libro Burgos de Dionisio Ridruejo (1981)
La magia de las Merindades descubierta por Juan García Atienza (1983)
Recorrido por las torres y casas-fuerte: Javier Bernard (1992)
Rita Schimmel (Almendres) y Hugo  Ceuters (Valmayor) (1996)
Enrique del Rivero, el viajero creativo (1997)
Pedaleando por las Merindades (1999)
“Bienvenido Mr. Berlanga” a Villarcayo (2002)
Muñoyerro y Pérez por las montañas (2002)
Dos escritores-viajeros: Torbado y Sánchez Dragó (2002)
Arona Gassama, un viaje hacia el amor (2004)
Los viajes obligados de las monjas de Vileña (1222-2008)
El escritor J. Eslava Galán elogia la morcilla y el chorizo de Villarcayo (2009)
Viajeros y escritores de Guías sobre el norte de Burgos (2009)
Gallardo Laureda, viajero y gran conocedor de las Merindades (2012)
Paco Nadal, experto en viajes, escribe sobre las Merindades (2012 y 2017)
Arribas Magro: viajes y libros (2012-2019)
Andar y escribir: el sueño de Teresa Cobo (2013)
Llegaron a Hedeso con una sonrisa: Arnoud y Desiree (2013)
Veranos en Oña: Antonio Jiménez Rico (2014)
Andando por el GR-1 en las Merindades: John Hayes (2015)
Emiliano Nebreda, el viajero constante (2016)
En busca de los árboles-Concejo de las Merindades (2016)
¿El Santo Grial en las Merindades? Javier Ramos (2020)
Los nuevos viajeros (2021)
Nicola y Richard: viajar para quedarse en Nela (2021)
Breves textos de largos viajes (1840-1964)
Miscelánea de viajes y viajeros
Las Merindades en los caminos de papel. Literatura
Artistas en las Merindades
Viajeros por las Merindades en Internet (2021)
Las Merindades en mapas y planos antiguos
Las Merindades un territorio que enamora, de Elías Rubio Marcos
Bibliografía
Índice de topónimos
Adenda


 
El libro está a la venta en la Librería Rojo, c/ Santander, nº 4 de Villarcayo y en Librería Garabatos, Plaza de Somovilla, en Medina de Pomar. También por correo en Librería Estrella, libreriaestrella@hotmail.com;  Teléfono: 953-580687
 
 
 
 
 

domingo, 4 de abril de 2021

Urraca I de león: Reina peleona, acosada, humillada y con un nombrecito...

 
Cerrábamos la anterior visita a la historia de Castilla con la asunción de la Corona leonesa por Urraca. Una mujer viuda. Viuda. Sin hombre. Y con su emparejamiento con el rey de Aragón, Alfonso I conocido por el sobrenombre de “El batallador”. Urraca era la primogénita de Alfonso VI y había nacido hacia 1080. En la anterior entrada sobre este tema les referíamos toda la política y tensión que contenía el tema. Y reventó la pústula por Galicia…

Imagen del Tebeo "Urraca de Castilla" de 1964 
trufado de catolicismo y, acéptenme la palabra, castillicismo.
 
…fastidiando la idílica imagen de unidad –en ese 1110- de casi todos los territorios cristianos peninsulares bajo el cetro de Alfonso I de Aragón y Urraca I de león. Sólo quedan fuera los condados catalanes, pero incluso ellos están vinculados a la corte leonesa por lazos de parentesco. Entonces, ¿Qué estaba pasando en Galicia? Que el conde de Traba y sus partidarios se oponían al matrimonio de Urraca y Alfonso. Argüían defender los derechos del pequeño Alfonso Raimúndez, el hijo de ella en su anterior matrimonio con Raimundo de Borgoña.
 
El conde de Traba, Pedro Froilaz, disponía de grandes posesiones en la actual provincia de La Coruña. Era cercano a Urraca y Raimundo de Borgoña. Llegaba, incluso, a firmar en nombre de Raimundo y Urraca y era el ayo de Alfonso Raimúndez. Muerto Raimundo, Pedro Froilaz se convirtió en el hombre más poderoso de Galicia. Y, cuando Urraca se casó de nuevo, Pedro proclamó a Alfonso, de cinco años, como rey de Galicia. Le secundarán bastantes nobles gallegos que buscarán defender sus intereses frente a leoneses, castellanos, aragoneses y navarros de la corte.
 
Como en las aventuras políticas contemporáneas, el conde de Traba buscó aliados de relumbrón y tanteó al obispo de Santiago de Compostela Diego Gelmírez. Este, zorro viejo, no se significó a pesar de rechazar la boda de Urraca. Y, deben saber que tenía devoción personal y legal por la reina. Reina también de Galicia, entendemos. Además se opusieron a esta coronación los nobles pequeños que no se fiaban un pelo del poder que acumularían los grandes terratenientes gallegos con un rey menor de edad. ¿Resultado? Crearon una hermandad para defender los derechos de doña Urraca. Los de ellos, vamos.

Alfonso I, el Batallador.
 
Urraca y el Batallador acudieron a Galicia con sus ejércitos y aplastaron a los rebeldes en Monterroso. A Alfonso el Batallador se le fue la mano en la represión. Estaba irritado por haberle desviado de su objetivo: guerrear contra el moro. Esta represión marcó un primer conflicto con Urraca. Para más inri los almorávides se habían cobrado la taifa de Zaragoza.
 
¿Suficiente para el batallador? No. Acomódense:
 
  • Tenemos la eventual nulidad del matrimonio entre Urraca y Alfonso el Batallador por parentesco pero en grado lejano que, bien manejado por sus enemigos, podía conseguirse. El arzobispo de Toledo, Bernardo de Sauvetat, acude a ver a la reina Urraca y le informa de que el Papa Pascual II se propone excomulgarlos. ¿Por qué había promovido Bernardo la declaración de nulidad? Por politiquería borgoñona (Clero con mucho poder secular frente a la idea del nuevo rey de sembrar el reino de villas con fueros, derechos y franquicias). Las villas pagaban al rey y no a los señores eclesiásticos borgoñones.
  • Revuelta de nobles de León y Castilla porque Alfonso ha querido reconstruir la estructura política y militar del reino colocando muchos aragoneses y navarros y orillando a Urraca.
  • Urraca no está embarazada. ¿Qué tiene Alfonso entre las piernas? Sin hijos no hay unificación de los reinos. Complementa este factor un terrible ataque de cuernos del rey porque ella, al parecer, frecuenta alguno de sus viejos amigos, o al menos eso dicen las malas lenguas.
  • Urraca y Alfonso no entienden de “juego político”. Para eliminar suspicacias en sus respectivas cortes, Alfonso fue a Toledo a gobernar el Reino de León como si fuera suyo y Urraca marchaba a Huesca para lo mismo. Teóricamente bueno pero Urraca metió la pata ese año 1110 en Olite al liberar a unos rehenes moros. Alfonso el Batallador, cuando se enteró y montó en cólera. ¿Pero no se habían intercambiado los reinos? Parece que solo Urraca. Alfonso la apresó y golpeó. ¡Hombre! Así no se trata a una dama…
 
Tras cuatro días sus nobles (Pedro Ansúrez, Gómez González Salvadórez y Pedro González de Lara) la deslizaron desde lo alto de una torre dentro de un cesto y escaparon a Burgos. Allí se enfrentaron tropas de León y de Aragón. En Galicia sigue la violencia entre la pequeña nobleza, partidaria de Alfonso y Urraca, y los magnates de Pedro Froilaz. Éste, que ha visto que necesita aliados, ha buscado -y encontrado- el apoyo de los condes de Portugal, Enrique de Borgoña y Teresa, la hermanastra de Urraca. Al mismo tiempo, en León y en Castilla los partidarios de Alfonso el Batallador han empezado a hacerse notar: son los caballeros llamados “pardos”, es decir, la pequeña nobleza de las ciudades y también los burgueses, que aprecian la costumbre de Alfonso de dotar a las villas de fueros y franquicias, con la consiguiente reducción del poder de los grandes señores.


El Batallador exige que sean depuestos algunos de sus opositores más notorios: el abad de Sahagún, llamado Domingo, y el arzobispo de Toledo, Bernardo de Sauvetat. Urraca reaccionará con furia. Cuando el rey llega a Sahagún, sus opositores organizan una algarada contra él. Alfonso, les amenaza: cortará “los colgajos de varón a los hombres y las tetas a las mujeres” y se lo enviará todo a Urraca. Además saquea el monasterio de la ciudad. ¡Esto es la guerra! Urraca moviliza a su desavenida gente, incluido el señor de Vizcaya, Diego López de Haro, ganado para su causa a cambio de importantes privilegios. La lealtad, ayer como hoy, hay que pagarla aunque no sepas cuánto durará.
 
Subrayo lo de desavenida porque será en Candespina donde caiga el antiguo amante de la reina, Gómez González Salvadórez, conde de La Bureba. Fue porque se quitó de en medio Pedro González de Lara que comandaba la vanguardia. Alfonso, por su parte, obtuvo la ayuda de los portugueses. Urraca estaba en Burgos cuando recibió el cadáver de su amante. La reina mandó encerrar a Pedro González de Lara. Sencillo y directo, pero el caballero logrará salir a flote. Lo verán más abajo.
 
Y, tras la derrota tocó reconciliación. ¡Qué remedio! Pero, suponemos solo reconciliación política. Y ya que estamos en la política debemos recordar a Froilaz, el gallego que cuidaba a Alfonso Raimúndez. Dado el nivel de embrollo agravado por la nulidad matrimonial dictada por la Santa Sede todo era posible. Así, nos encontramos a la pequeña nobleza gallega –los hermandiños- sitiando al pequeño Alfonso Raimúndez y a la condesa de Traba en el castillo del propio Froilaz, en Santa María de Castrelo. ¿Cómo solucionarlo? Mediante un intermediario que será el obispo Gelmírez que acudió a Castrelo. Se entrevistó con la condesa y el infante y arregló la capitulación. Claro que los sitiadores decidieron saquear el campamento del obispo y, a partir de ahí, Gelmírez vio claro que la solución viable era proclamar al pequeño Alfonso Raimúndez como rey de Galicia. ¡Toma! ¿Para constituir un reino independiente, como habría deseado el de Traba? No, al revés: para regenerar el Reino de León proponiendo una alternativa institucional al caos político del matrimonio de Urraca y el Batallador.

Miniatura con Diego Gelmírez
 
Lo que hizo Gelmírez fue poner sobre la mesa una carta ganadora: un nuevo candidato al trono de León que aunase a las facciones del reino. Tras un secuestro del niño rey por los hermandiños Gelmírez y el conde de Traba acordaron la coronación de Alfonsito. Enviaron un mensaje a la reina solicitándole su consentimiento. Ahora bien, ¿en qué pensaba la reina? Tendremos que esperar a que resuelva el sitio contra su marido en Peñafiel (Esta pareja seguía con esa relación “amor-odio”). También esperó respuesta su cuñado Enrique de Portugal que, jugando cartas con todos los contendientes, le ofrecía una alianza a Urraca.
 
Para Urraca era más importante reconciliarse con el Batallador porque era el rey (su marido), él estaría en deuda con ella y, además, poseía más fuerzas que Enrique quién, por cierto, tenía una relación complicada con la verdad y la palabra dada –como algunos gobernantes españoles de hoy-. Si Urraca hubiera pedido ayuda al de Portugal estaría en deuda con él y sabía que la pasaría al cobro. Pero había que hacer creer al conde portugués que tenía expectativas. Y para eso la comunicación con Alfonso debía ser secreta.
 
Ese pacto político frenaría la ambición de los portugueses y obligaría al batallador a aceptar que los señores de las principales plazas y los castillos más importantes de Castilla y León fueran castellanos y leoneses. Para dejar intacto su orgullo podría nombrarlos él pero a propuesta de la reina. Triunfo de la reina.


¿Se enteraron los portugueses? No. Incluso la propia Teresa a punto estuvo de caer presa en Sahagún. Los condes de Portugal reaccionaron pasando a la ofensiva: mandaron tropas contra los reyes, que estaban en Carrión, y los cercaron. Pero hacía falta mucho ejército para derrotar a Alfonso y Urraca. Pocos días después llegaron refuerzos castellanos y los portugueses se replegaron.
 
¡Genial! Pero… poco tardaron en volver a pelearse. ¿Por qué esta vez? Porque no se aguantaban, por los hombres al frente de las villas y diócesis y porque Urraca debía conciliar tres objetivos: los intereses de su hijo Alfonso Raimúndez, sus propios intereses como reina de León y Castilla y ser esposa del Batallador. Visto lo visto, el 17 de septiembre de 1111, Diego Gelmírez, arzobispo de Santiago de Compostela, coronó al pequeño Alfonso Raimúndez, de seis años de edad, como rey de Galicia… con consentimiento de Urraca.
 
¿Malo? ¿Bueno? Por un lado Pedro Froilaz se convierte en el hombre fuerte de Galicia, pero Gelmírez ha colocado un heredero de la corona de León ¡con título de rey! Lo que encabrona al otro Alfonso. Y a sus partidarios urbanos. Y estalla una guerra civil e ideológica entre un mundo burgués y de villas frente al de grandes señoríos. Aplastados los focos gallegos el partido de Raimúndez marcha hacia León para proclamar al pequeño hijo de Urraca rey de León y Castilla. ¿Lo lograron? ¡Ni por asomo! Los derrotó el aragonés en Viadangos, entre Astorga y León. Gelmírez y el niño escaparon y Pedro Froilaz cayó preso. Alfonso Raimúndez huye a Monzón de Campos y Urraca atacó a su esposo. Alfonso, el Batallador, presiona en las villas del Camino de Santiago, incluso con ataques armados; ocupa guarniciones en La Rioja y La Bureba y además remplaza a los abades de varios monasterios: a su hermano Ramiro, por ejemplo -Ramiro el Monje-, le hace abad de Sahagún. Urraca marcha a Galicia y gana adeptos. Incluso une a las facciones enfrentadas y obtiene el apoyo masivo de los nobles castellanos.
 
En la Pascua de 1112, Urraca, que ya se ha hecho con el liderazgo indiscutido de toda la nobleza leonesa, castellana y gallega, forma un ejército contra su marido; se le suma Enrique de Portugal con una tropa de refuerzo. Marchan a Astorga que era donde estaba Alfonso sitiando la ciudad. Enrique de Portugal moriría de sus heridas de esta refriega. Un “daño colateral” a favor de Urraca. Alfonso se retirar y se hace fuerte en Carrión. Mientras, la pequeña nobleza se levanta en Galicia a favor de Alfonso el Batallador. ¿Casualidad? No suelen ocurrir pero…

Urraca de Castilla según "Mugeres célebres de España"
 
Y, sorprendentemente, las cosas dan un giro al aparecer en el campamento de Urraca el legado del papa, Hermengaud, abad de La Chiusa. Viene para separar al matrimonio y para declarar una tregua porque el Papa ha convocado concilio y los obispos españoles tienen que acudir a Roma. El Batallador se retira de Carrión. Urraca entra en la ciudad. El legado Hermengaud marcha a Santiago para entrevistarse con Gelmírez y deshacer el matrimonio regio a cualquier precio. La reina decide convocar una junta de “hombres buenos” -burgueses de la villa y nobles de su confianza-, que le aconsejan… ¿¡Reconciliarse!? Lógico: los burgueses, en general, estaban con el Batallador, que les ofrecía franquicias y libertades muy apetitosas. Fue la cuarta reconciliación ese verano de 1112… que para Navidad ya estaba rota.
 
Sobre el paisaje de guerra “regia” que enfrenta a los nobles de León y Castilla contra los de Aragón y Navarra, se añade el conflicto social -burgueses partidarios de Alfonso contra magnates partidarios de Urraca-, más los problemas internos gallegos -grandes nobles contra la pequeña nobleza-, más las disputas puramente locales que, ahora, al calor del caos general, vuelven a aflorar con fuerza. Y a eso hay que sumar las esporádicas acometidas de los musulmanes, que aquí y allá, en las zonas fronterizas, exploran el terreno con expediciones de saqueo.
 
Alfonso se apresura a poner guarniciones aragonesas en plazas castellanas, y especialmente en las de la Extremadura, es decir, la frontera que lleva desde Toledo hasta Salamanca. Urraca, por su parte, se siente acosada y pide auxilio al obispo de Santiago, Gelmírez. Urraca firma como Totius Hispaniac Regina, o sea, reina de toda España.Y Alfonso el Batallador, conforme a la tradición leonesa, exhibirá el título imperial: Alfonsus Gratia Dei Imperator Leone et Rex Totius Hispaniac. La propia Urraca le reconocerá este título mientras sean marido y mujer, y al margen de que se hallen en guerra o estén reconciliados.

 
¿Qué pasó para esa nueva pelea? Veamos, Urraca marchó a Aragón mientras Alfonso seguía poniendo guarniciones en el Reino de Toledo, que ya controlaba casi completamente. En un determinado momento Alfonso trató de encerrar a Urraca. Esta, aterrada, escribe una carta al obispo Gelmírez y le pide ayuda. El obispo de Santiago y Pedro Froilaz, organizan un ejército que marcha sobre Burgos ese verano de 1113. Toman la ciudad y expulsan a la guarnición aragonesa. Llegan dos mensajes: una carta del Santo Padre que pide a los obispos españoles que trabajen por la paz en el reino –es decir por separar a Urraca y Alfonso- y otro de Alfonso el Batallador pidiendo una nueva reconciliación. Gelmírez se opuso por tres razones:
 
  • Era un hecho que el matrimonio estaba causando perjuicios sin cuento al reino.
  • Era un hecho que el matrimonio había sido declarado nulo por Roma.
  • Era un hecho que Urraca vivía “en pecado” con Pedro González de Lara, aquel que dejó solo a Gómez González Salvadórez en Candespina para que fuese asesinado.
 
Urraca, que parece que le gustaba la “caña”, volvió con Alfonso. ¿Influencia de los burgueses? No sé. Lo cierto es que Gelmírez sufrió un atentado en Carrión. A su vez, Teresa de Portugal, ya viuda, manda mensajes a Alfonso el Batallador y le persuade de que Urraca intenta envenenarle. Simultáneamente, la irregular situación de la reina, casada con uno -Alfonso-, pero liada con otro -Pedro González-, vuela ya en todas las bocas.


 
La Iglesia interviene y en octubre de 1113 el concilio de Palencia busca una vía de arreglo. Nada. El concilio de León, octubre de 1114, determina que los cónyuges se separaran bajo pena de excomunión. ¡Por fin! Alfonso repudió a Urraca bajo el argumento de consanguinidad. Alfonso formó una comitiva y se dirigió a Soria donde entregó a Urraca a sus súbditos con una lapidaria explicación: “No quiero vivir con ella en pecado”. Así los reinos volvieron a separarse.
 
¿Qué pasaba con los castellanos o leoneses que habían tomado partido por Alfonso el Batallador? ¿Y con el Portugal de su hermanastra que actuaba como un reino independiente? ¿Y Castilla? Jurídicamente el Reino de Castilla quedaba vinculado al Reino de León y, por tanto, bajo mando de Urraca. Pero también Alfonso estaba interesado en retener Castilla porque se había encargado de colocar guarniciones en la cabecera del Tajo y porque a Castilla le correspondían las parias de Zaragoza y, por tanto, el derecho de conquistarla.
 
Desde su forzada separación, en 1114, la situación de Urraca como reina había empeorado. ¿Qué estaba pasando? Que nadie le hacía caso. Ni en Galicia, donde el obispo Gelmírez y el conde de Traba gobernaban a su aire, ni en el Portugal de Teresa, ni en parte de Castilla, donde quien gobernaba de verdad era Alfonso I de Aragón y Navarra, ni en su corte porque una parte importante de los nobles había apostado decididamente por coronar a su hijo, Alfonso Raimúndez de 10 años, que ya era rey de Galicia... Numerosas ciudades y villas se encontraban en estado de abierta rebeldía… En la frontera de Toledo, donde la guerra contra los almorávides seguía viva, se sucedían las operaciones militares pero los señores movían sus huestes en nombre del pequeño Alfonso.
 
¿Qué hará Urraca? Buscará mantener sus derechos sin menoscabar los de su hijo. ¿Y cómo hacer eso? Lo primero acercarse al anciano obispo Diego Gelmírez. Fue a principios de 1115. Por alguna razón los hermandiños de la pequeña nobleza trataron de secuestrar al obispo Gelmírez que escapó por los pelos, pero achacaron el intento de secuestro a la reina Urraca. No la creyeron cuando lo negó y se fue con las manos vacías. Tocaba replanteamiento: dejó al pequeño Alfonso en la fiel Segovia; reunió a sus tropas y marchó a Sahagún que pacificó y donde colocó un abad de su confianza: Domingo. Eso arrinconaba a los aragoneses de su ex marido en Carrión.

 

Con estas bazas retornó a Galicia con su ejército para recuperar la autoridad perdida. Ante este ejército Gelmírez y el conde deciden pactar con la reina para enfrentarse al populacho. Es el pacto de Sahagún. Pero una facción de burgueses y clérigos se encerró en la iglesia de Santiago y atacaron a los parlamentarios regios enviados. A partir de ahí, se extendió por la ciudad la especie de que las tropas del obispo y las de la reina estaban atacando a los compostelanos. En pocas horas estalla una auténtica guerra urbana. Una multitud entra en la iglesia de Santiago y se declara un incendio.
 
La reina y el obispo, con su séquito, huyen primero al Palacio Episcopal y después a la Torre de las Campanas. Todo alrededor es violencia y saqueo. La turbamulta resuelve entonces incendiar la torre para asar vivos a la reina, al obispo y a los caballeros que defienden a ambos. La muchedumbre grita que salga la reina y le garantizan su seguridad porque al que tienen ganas es al obispo. Ella sale. La turba le ataca. La cogieron y la echaron en tierra en un lodazal y desgarraron sus vestidos. Humillada, desnuda y en riesgo de ser lapidada. En serio: una vieja la hirió gravemente con una piedra en la mejilla perdiendo varias muelas. Gelmírez, ladinamente, supo escabullirse cuando peor estaban las cosas.
 
Cuando la reina pudo escapar fue visitada por una embajada de los ciudadanos compostelanos, que se ofrecieron a defenderla. ¡¡¿¿De quién?!! Urraca fingió aceptar el acuerdo con los rebeldes y huyó de Santiago hacia su ejército. Las tropas de la reina sitiaron Santiago de Compostela. Los compostelanos, viendo la que se les venía encima, mandaron emisarios a la reina implorando su perdón. Al final, todo quedó en un multazo de 1.100 marcos de plata, la entrega de cincuenta jóvenes de las familias más acomodadas a modo de rehenes y cien vecinos desterrados como pena por haber promovido los alborotos. Por supuesto, la “hermandad” de los rebeldes compostelanos, en la que había un número importante de clérigos, quedó disuelta. Y Gelmírez, como Urraca, recuperó todas sus posesiones.
 
Pero Urraca sabía que el verdadero vencedor era su hijo y quienes le apoyaban Se nota en que paró los pies al arzobispo de Braga, Mauricio, en beneficio del compostelano, Gelmírez, cuyo apoyo necesitaba. Así neutralizaba la expansión de la condesa de Portugal, Teresa. Luego convocó curia regia en Astorga y convirtió a su hijo Alfonso en rey asociado, con lo cual neutralizaba a quienes pretendían levantar bandera por el hijo contra la madre, pero reconocía ya a Alfonso a un paso del trono. Pocos meses después pactaba formalmente con los partidarios de su hijo y reconocía la legitimidad del infante para sucederla en la corona.

Moneda de Urraca I
 
Urraca, que convivía con el conde Pedro González de Lara y del que tendría dos hijos -Elvira y Fernando- tenía problemas con todo el mundo incluido su hijo Alfonso de once años en ese 1116 del despelote santiagueño. ¿No se han preguntado cómo el reino no se ha desmoronado o ha sido invadido por alguno de sus múltiples enemigos? Porque hay Estado, por decirlo así. Los grandes señores en unos lugares, los concejos en otros, aseguran la continuidad del orden. Y por eso, los caballeros de la frontera en el Tajo pueden enfrentarse a las expediciones almorávides por su propia cuenta, sin intervención del poder real. Sencillamente, el reino ya va solo.
 
En 1117 murió el conde Pedro Ansúrez, último caballero de Alfonso VI, lo que permitirá a Pedro González de Lara, el amante de la reina Urraca, ser el nuevo hombre fuerte del reino. Esto hará que el peso de la facción castellana sea mayor que la molesta gallega. Para completar el cuadro, Teresa de Portugal sigue intentando ampliar sus dominios –su actuación es algo parecido a las CC.AA. nacionalistas- y los almorávides atacan Coímbra. ¡Genial! Bueno, genial para Urraca que aprovecha para reafirmarse en la zona. Entra en Zamora como reina y señora de la ciudad dando un aviso a los nobles gallegos.
 
En 1118 Urraca está en Toledo, donde Alfonso es coronado. Será Alfonso VII. Y el interés de la reina desde este instante será seguir siendo reina a pesar de su hijo. Gelmírez cada vez presiona más para subrayar el papel del pequeño Alfonso VII porque sabe que es la única manera de conciliar todos los intereses del reino, y también porque la garantía de ese equilibrio es precisamente él, Gelmírez.


 
Como si fuesen políticos españoles de este 2021, para mantenerse en el poder –o cerca del mismo- Urraca se dedicará a estimula las rencillas internas entre los gallegos, atacar a Gelmírez y, ¡pásmense! Se acercará a su ex marido, Alfonso el Batallador, con el objetivo de acentuar su presencia en tierras de Segovia y Burgos.
 
La portuguesa Teresa, en esta tesitura, pactará con los grandes nobles gallegos –el conde de Traba- e invadirá Galicia. Urraca envía a sus tropas, cruza el Miño y sitia a Teresa en el castillo de Lanhoso. De aquel conflicto nació un acuerdo: Teresa reconoció a Urraca como soberana. Urraca reconoció a Teresa el condado de Portugal. Problema cerrado... de momento.
 
A Urraca no le importaba tanto la cuestión portuguesa como sujetar a los magnates gallegos. ¿Por qué? Porque eran los apoyos de su hijo Alfonso VII. Todas estas luchas o el agotamiento de los contendientes desembocará en un acuerdo donde Urraca se reserva la plena soberanía sobre León y Castilla; el dominio de hecho sobre Galicia corresponde a Gelmírez; a Teresa se le reconocen sus posesiones portucalenses; y el heredero, Alfonso Raimúndez, manda ya en el viejo Reino de Toledo y en la Extremadura, es decir, en toda la frontera sur.
 
El problema que se le plantea ahora a la corona leonesa es la expansión castellana de Alfonso I, rey de Aragón y Navarra. Después de la victoria frente a los almorávides de Cutanda, Alfonso ve muy fortalecidas sus posiciones en La Rioja, Soria y el camino hacia el Tajo por Guadalajara. Y, como además es titular de la corona navarra, le corresponde el dominio sobre extensas zonas de Burgos y Álava que se proyectan peligrosamente hacia el núcleo de poder castellano, para inquietud de Urraca y, sobre todo, de su hijo, Alfonso Raimúndez. Estos deben marcar una frontera estable con Aragón lo más al este posible. El Batallador tiene en ese momento un problema: Lérida. Los leoneses aprovecharán este momento y se meterán en un círculo de asedios y demostraciones de fuerza, pero no de guerra. El 20 de abril de 1124, un concilio presidido por el obispo Gelmírez declara en España la paz y tregua de Dios, que ante todo significa que los reinos cristianos no pelearán entre sí. Apenas un mes más tarde Alfonso Raimúndez, es armado caballero. Tiene dieciocho años. El rey de Aragón y Navarra conserva importantes plazas occidentales: Castrojeriz, Carrión, buena parte de La Rioja, también Soria...
 
La reina Urraca murió el 8 de marzo de 1126, mientras su ex marido Alfonso se batía el cobre en aventuras místico-políticas por Granada. Urraca tenía cuarenta y nueve años y murió de parto. También murió el niño. El padre de la criatura era Pedro González de Lara, su veterano amante, que ya le había hecho antes dos hijos. Terminaban así diecisiete años de convulso reinado. El cuerpo de Urraca fue sepultado en el monasterio de San Isidoro de León, como ella deseaba. Después será trasladado a la catedral de Palencia.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Moros y cristianos”. José Javier Esparza.
“Urraca de Castilla”. Tebeo de la serie “Mujeres Célebres”.
“Historia de Castilla. De Atapuerca a Fuensaldaña.” Juan José García González.
“Atlas de historia de España” Fernando García de Cortázar.
“Doña Urraca de Castilla”. Francisco Navarro Villoslada.
“Alabando a Dios con piedras terrenales La construcción de la catedral románica de Santiago y su tiempo”. Miguel García-Fernández.
 
Para saber más:
 
Periódico “El español”.
Elige Soria.