Todos
tenemos idealizada la vida en el campo, en los pueblitos pequeños de Las
Merindades. O, ¿no? Evidentemente la respuesta es “no” porque, de lo contrario,
se acaba en este punto la entrada. Nos centraremos en un pueblo que su nombre
contiene la palabra juez. Más por jugar con la ironía que porque en este pueblo
fuese una norma habitual la acción de la justicia.
Nos
vamos a trasladar a primeros de noviembre de 1924, el día cinco o seis, cuando el
Diario de Burgos nos dice que “esta, mañana se vio sorprendido el público de
esta villa (se entiende Villarcayo) con la desagradable noticia de que
en el inmediato pueblo de Bisjueces se había realizado un hecho sangriento y
qué el autor había sido detenido por los individuos del somaten del expresado
pueblo.
Vimos
marchar al juzgado, compuesto por el digno juez D. Alberto Gil, secretario
judicial D. Emiliano Corral y alguacil D. Pablo López, en dirección a dicho
pueblo, regresando a las tres horas y al poco rato al vecino del citado
Bisjueces Ulpiano Peña Zorrilla, que esposado y conducido por cinco somatenistas
armados ingresó en la prisión del partido, pues debido a que la guardia civil había
sido reconcentrada en Burgos por el paso del Rey, no existía ningún número en
el puesto de esta villa.
Por
las noticias que hasta nosotros llegan, podemos relatar el hecho en la forma
siguiente: Ezequiel Díez Andino, vecino de Bisjueces, a eso de las ocho y media
de la noche del día de ayer, salió de su casa y se dirigió a una finca de su
propiedad, próxima al pueblo, sembrada de patatas y plantada de berzas, con el
fin de ver si en ella había algún ganado para espantarle, y observó que había
un bulto tumbado, como si sería una borrica, encaminándose hacia él, y estando
como a cuatro o cinco metros de distancia, vio con sorpresa que un hombre se
levantó y sin mediar palabra le disparó el desconocido un tiro de escopeta cargada
de perdigón, que le hirió en la parte superior del vientre, dándose aquél a la
fuga, llevando consigo un cuévano que allí a su lado tenía; parece ser que el
agresor fue conocido en el habla por el agredido, e inmediatamente los del
Somatén cercaron la casa de aquél, que resultó ser el vecino Ulpiano Peña
Zorrilla, y lo detuvieron y apresaron, haciéndose entrega por la mujer de una
escopeta, que contenía aún el cartucho descargado y con la que se supone se
hizo el disparo.
El
hecho es objeto de duras recriminaciones, máxime no habiendo ninguna clase de
resentimientos entre ambos, y de veras celebraremos que la lesión producida no
se agrave y prive de la vida a un hombre honrado y trabajador. Felicitamos a
los somatenistas de Bisjueces, por sus servicios en pro de la administración de
justicia, y muy especialmente al cabo del repetido pueblo, y maestro nacional
D. Cayo Torres García, quien hizo entrega de un atestado al Juzgado. Nos consta
también, que el cabo del distrito, D. Juan de Pereda, ha quedado congratulado y
altamente satisfecho de tales actos”.
La noticia la repetía el “Heraldo alavés” del siete de noviembre de 1924.
Claro
que, Ezequiel, era un tipo con mala suerte porque el 20 de enero de 1910, a las
14:00 h, se le incendia la chimenea y, para apagarla, se necesitaron varias
horas de esfuerzos de los vecinos y las autoridades. Se le quemó parte del
tejado generándole unas pérdidas de unas 400 pesetas de ese momento. ¿Y
Ulpiano? Vean la sentencia en este recorte:
Bien.
Se hizo justicia. El siguiente hecho noticiable de Bisjueces es una pelea entre
dos personajillos: “En el pueblo de Bisjueces fue agredido David Pardo Fernández,
de 25 años, natural de Becerra (Lugo), por un compañero de trabajo, Justiniano Antolín,
de 28, de la provincia de Palencia, que le causó con una navaja una herida de pronóstico
reservado en el costado izquierdo. El agresor se dio a la fuga”. El breve fue
publicado el 20 de julio de 1931 en el “Diario de Burgos”. No hay más
menciones, o por lo menos no las hemos encontrado. Esperamos que David se recuperase
con bien. Por su parte, la prensa de esos años nos habla de un hombre violento
nacido en Tabanera de Cerrato (Palencia) que estaba en paradero desconocido y
que respondía al nombre de Justiniano Antolín Bueno. Este tipejo, en 1924,
había dado una paliza a su novia, que le denunció. No digo que fuese el mismo,
ojo. Pero…
Quizá
para mostrar que estas cosas no van solo de hombres violentos contra mujeres pacíficas
les mostramos esta noticia del “Diario de Burgos” del 19 de enero de 1986:
“Reyerta
en Bisjueces: A las dos de la tarde de ayer se produjo una reyerta en Bisjueces
entre F.P. de 51 años de edad y C.F.B. de la misma edad, marido y mujer
respectivamente en la que resultó herido grave el primero por arma de fuego.
Trasladado urgentemente a la Residencia “General Yagüe” hubo de amputársele el
brazo derecho”.
Una
pena lo de la protección de datos que no nos permite conocer más del lesionado
o de su mujer y de como pudo ser su vida posterior. Probablemente, de seguir
juntos, la relación estaría “tocada”.
Terminamos
esta retahíla de desgracias en Bisjueces con un accidente: “HOMBRE MUERTO. —
A las ocho y media de la mañana de ayer fue encontrado muerto en un pajar de
Bisjueces Fortunato Ruiz Trechedo Galio, de 53 años, soltero, vecino de la
citada localidad y natural de la Merindad de Castilla la Vieja. Al parecer la
víctima tropezó con una máquina segadora dándose un fuerte golpe en la cara,
ocasionándole la muerte. El trágico accidente -se cree- se produjo en la noche
del pasado día 25. Fuerzas de la Guardia Civil practicaron diligencias”. (Diario
de Burgos, 30/05/1974).
Bibliografía:
Periódico
“Diario de Burgos”.
Periódico
“Heraldo Alavés”.
Periódico
“La voz de Castilla”.
Periódico
“El Castellano”.
Periódico
“El diario Palentino”.
Boletín
Oficial de la provincia de Palencia.