Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 17 de noviembre de 2024

Una serie de catastróficas desgracias.

 
¿Quién no ha estado perdiendo el tiempo mirando gatitos haciendo monerías en la internet? ¿A que son una cucada? Y, también, son asesinos de personas. ¿Qué no? El 30 de octubre de 1924, en el pueblo de Montejo de cebas del Valle de Tobalina, hallaron el cadáver de “un niño de dos meses de edad, hijo del vecino de ese pueblo Victoriano Herrán, y al parecer le causó la muerte un gato, mordiéndole en la boca y nariz”. No dudemos de este breve de “Diario de Burgos” porque esas adorables bolas de pelo ocultan un “terriblito asesinín” que espera agazapado a clavarte las uñas.

 
Rastreando por la red encontré la respuesta que daba Quora a esta situación: “Sin embargo, siempre es importante supervisar las interacciones entre gatos y niños, especialmente los bebés que aún no pueden controlar sus movimientos. Los bebés pueden herir accidentalmente al gato, lo que podría desencadenar una respuesta defensiva por parte de éste. Además, los gatos pueden percibir a los bebés como presas debido a su pequeño tamaño y a sus movimientos imprevisibles”. Todo pudo ser. Quizá el gato se acercó a curiosear y reaccionó como un depredador. Una pena. La primera.
 
Siguiendo con nuestras noticias trágicas en Las Merindades debemos pararnos, a causa de la lluvia, en el pueblo de Bocos. Situémonos en el 28 de junio de 1901 cuando sobre la zona de Villarcayo cayó durante hora y media un tormentón que concluyó en un ciclón espantoso: Abundante pedrisco y agua con viento que oscureció el cielo. El texto decía “También hemos tenido la desaparición del vecino, de Bocos llamado Fernando Ayala, que venía del mercado de Medina de Pomar a su casa, en la que se presentó el caballo que montaba muy estropeado, lo que indica que hubo de cogerle la tormenta en el camino, pagando el desgraciado con la vida, esperando sea esta la última que tengamos que lamentar”. La tormenta debió ser terrible.
 
Seguimos con el tema acuático. En Barcina del Barco -¡del Barco!- desapareció en el Ebro el joven Hermógenes Fernández Montejo. El periódico “Diario de Burgos” del 21 de enero de 1905 lo da por ahogado, aunque, continua, deja constancia de que el juzgado de Villarcayo es el encargado de buscar el cadáver.
 
Dejemos estos temas aparte y conozcamos una tragedia de corte regio. No por los protagonistas de Las Merindades sino porque recuerda al caso que afectó a Juan Carlos I cuando era niño. Nuestra noticia se produce el primero de julio de 1907 aunque se juzga a Anastasio Alonso a finales de mayo de 1908 en la Audiencia Provincial y con jurado. ¿Los cargos? Homicidio imprudente. La nota de prensa del día 1 de junio de 1908 nos cuenta:


La pregunta era ¿Cómo tenían un revolver? No una escopeta de caza sino un revólver. Suponemos que alguno de ellos tendría licencia para usar ese arma porque no se comenta ninguna pena asociada a su posesión. Claro que podía ser del difunto Benito que estuviese “limpiando el arma” en busca de un “accidente” y su hermano intentó evitarlo.
 
Y, ahora, nos vamos hasta el pueblo de Huidobro para conocer lo que le ocurrió a Vicente Huidobro, vecino del lugar de su apellido. Bueno, por lo menos hasta el 16 de agosto de 1912 cuando se declaró un incendio en su casa. Al notar el fuego fueron en su auxilio vecinos y “autoridades”. La fortaleza del incendio hizo que este se propagase a otras tres casas y tres pajares. Las perdidas fueron de… ¡10.450 pesetas! (unos 62`80 euros). Y, cierto, no hemos contado la inflación. La causa del siniestro fue la imprudencia de Enrique al colocar en la planta baja de la casa carbón vegetal recién elaborado. No sé si tendría seguro, pero, una vez apagado el incendio, el ambiente seguiría muy caliente.

 
Y, por continuar con los accidentes, nos paramos en Medina de Pomar, plaza del corral, agosto de 1904. Visitaremos el incendio de la casa de Balbina Ortiz. Un incendio que tardaron en extinguir dos horas, pero del que salvaron el ganado de la cuadra y los principales muebles de la señora. Los daños ascendieron a 825 pesetas. Para que comparen: un billete a Montevideo en tercera clase costaba unas 120 pesetas, más o menos. Y un periódico no pasaría de los tres céntimos de peseta.
 
Y, por cerrar el capítulo de los incendios. Lean el siguiente breve del periódico “La Acción” del 21 de agosto de 1918:
  

Nos da a entender que hay una epidemia de incendios entre el trigo y el centeno. Yo pienso que no fue casualidad ¿Ustedes?
 
Cambiemos de tercio: “Un cochero de Medina de Pomar (Burgos) se ha suicidado arrojándose desde el puente de dicha población, llamado de la Oradada, al río, sin que hasta ahora haya sido encontrado”. Es curiosa la referencia, escueta, a un suicidio en un momento -5 de agosto de 1892- en que el peso de la Iglesia era tan fuerte. Claro que no existía el acuerdo que parece tener la prensa actual española con respecto a esta desgracia personal. De todas formas, es un breve demasiado breve que no explica mucho. Más bien nada. Salvo una ubicación. También lo publicó el periódico “La Almudaina”, del 12 de agosto de 1892, de forma más extensa: “Dicen de Burgos que, al regresar á Medina de Pomar una familia que había ido á Oña á las fiestas de San Ignacio que celebran los Padres jesuitas, cayó del carruaje el hermano del diputado señor Arnaiz. Y como el cochero no pudo, ó no quiso, detener las yeguas que tiraban del coche, se arrojaron á tierra dos señoritas y una señora que lo ocupaban, sufriendo algunas heridas. En vista de esto, el cochero, en el puente llamado de la Orada (sic), se tiró al río, sin género de duda atemorizado por el accidente que acababa de ocurrir”. Aquí ya tenemos “el contexto” y vemos que venían de Oña; que el cochero llevaba “gente de orden y posibles”; y podríamos deducir -a partir del miedo insuperable del cochero- que tenían una actitud agresiva ante los errores de los criados. Aunque, quizá, lo que sufrió este hombre fue un brote psicótico. Claro que no tenemos suficiente información. Tal vez fue un anarquista de pueblo.
 
Para poder aclararnos debemos tener más información. La encontramos rebuscando entre amarillentos periódicos encontramos este otro texto:
 
 
La publicación “el Oxomense, un Diario Católico con censura eclesiástica, se extendía, como hemos leído, más en este asunto. Lo cual es sorprendente dada la línea editorial del semanario. Vemos que ya no tenemos a la señora que se tira del carruaje -mala señal- y que el cochero no se suicidó inmediatamente, sino que escapó del lugar y se refugió en la caseta de un caminero. Regresó al día siguiente y ayudando a la Guardia Civil algo le ocurre que le empuja a saltar al río. Sobre que los dos últimos fallan al nombrar el puente sobre el río Ebro mejor ni hablamos: es la Horadada. Si se han fijado, nadie ha dado el nombre del cochero, ni de las señoras. Ciertamente, sólo tiene nombre el teniente de la benemérita porque el señor Arnaiz lo es por ser hermano del Arnaiz diputado.
 
Mucho más lacónico es el breve que referimos sobre un suicidio: “Burgos 8. En el vecino pueblo de Medina de Pomar se ahorcó en un corral de su propiedad Bernardo Zorrilla Martínez, de setenta y cuatro años”. Lo publicó el “Heraldo de Madrid” el 8 de agosto de 1929. En este caso sólo sabemos el nombre y nada de las circunstancias que le llevaron a tomas esa decisión.

 
Y cerramos la jornada con un accidente de tráfico de noviembre de 1905 en Gayangos. Lo pueden leer en el recorte que adjunto del “Diario de Burgos”. La noticia está acompañada de otra relativa a un robo de un tapabocas que era una bufanda de gran tamaño y no una forma de anticiparse en el uso de las mascarillas que nos ocultaron durante demasiados meses.
 
Cosas de la vida.
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El día de Palencia”.
Periódico “La Acción”.
Periódico “El País”.
Semanario “el Oxomense”.
Periódico “La Almudaina”.
Periódico “El Heraldo de Madrid”.