Estamos
en la audiencia de Bilbao. Es diez de noviembre de 1932 y se sigue el proceso
por un delito de robo. Algo leve.
El
reo se llama Mariano Pascual Mansilla, quien ya había sido juzgado en Roa (Burgos)
por pequeños hurtos en 1930 y 1931. Y es el autor de la frase del
encabezamiento pronunciada ante la sección segunda de la audiencia de Bilbao.
Era la respuesta dada al presidente del Tribunal de Derecho, señor Álvarez Miranda.
Curioso punto de partida para un procesado que entró en varias contradicciones.
Esta circunstancia le sirvió al abogado defensor, señor Rugama, para pedir la
suspensión del juicio y que se abriera una información supletoria, pues su defendido
daba síntomas de acusada anormalidad.
El
fiscal estuvo de acuerdo y el juicio se suspendió. ¿Era una estrategia para
librar del delito de robo a su defendido? Podría serlo. Porque se daba la circunstancia
de que este procesado tenía pendiente otro juicio por un delito de mayor
enjundia: homicidio. Crimen para el que, según el periódico “La región”, se le
pedía la pena de cadena perpetua.
Para
conocer de este otro asunto debemos retroceder hasta el cinco de abril de 1932
y situarnos en el Valle de Mena durante las obras de construcción del embalse
de Ordunte. A esta parte de Las Merindades llegaron muchos hombres buscando
trabajo, buscando oportunidades. Uno de ellos fue este Mariano Pascual, alias
“Primo Carnera”, que como hemos conocido ya era un tipo asocial.
Para
explicar la situación lean este artículo publicado en “El adelantado de
Segovia”:
Periódico “Heraldo de Zamora”.
Periódico “El Debate”.
Periódico “La Libertad”.
Periódico “La voz de Aragón”.
Periódico “El Adelantado de Segovia”.
Periódico “Luz”.
Periódico “Diario de Burgos”.
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