Hoy presentamos la primera parte de la entrada referida a la ermita de San Pantaleón de Losa. Veremos quién era él, daremos unas pinceladas sobre el edificio y su historia, anotaremos la restauración y cómo participó de la dieta de los losinos. (En la segunda parte jugaremos a Indiana Jones) Y como remate la leyenda.
¿Quién?
El calendario marca la fecha del 27 de julio como la del martirio de San Pantaleón. La tradición dice que en la iglesia de la Encarnación de Madrid se licua la sangre del santo que tiene en la provincia de Burgos el referente más inmediato y a cuya advocación está erigida una ermita románica. El 27 de julio de 1207 se consagró la ermita a San Pantaleón y del templo burgalés llegaría una ampolla de sangre al monasterio madrileño que es la que, parece ser, se licua.
Demos unas notas bibliográficas de este santo muerto el 27 de julio del año 305:
Demos unas notas bibliográficas de este santo muerto el 27 de julio del año 305:
Pantaleón significa en griego "el que se compadece de todos". Y este médico nacido en Nicomedia (actual Turquía) fue decapitado por cristiano en la época del emperador romano Diocleciano. La información sobre el santo procede de un manuscrito del siglo VI que está en el Museo Británico. Pantaleón era hijo de un pagano llamado Eustorgio y de madre cristiana con el nombre de Ebula. Su maestro fue Euphrosino, el médico más notable del imperio. Fue médico del emperador Galerio Maximiano en Nicomedia.
Conoció la fe pero se dejó llevar por el mundo pagano. Un cristiano llamado Hermolaos le abrió los ojos y exhortándole a que conociera "la curación proveniente de lo más Alto" le llevó al seno de la Iglesia. En el año 303, empezó la persecución de Diocleciano en Nikomedia. Pantaleón fue arrestado junto con Hermolaos y otros dos cristianos. El emperador, que quería salvarlo en secreto, le dijo que apostatara, pero Pantaleón se negó e inmediatamente curó milagrosamente a un paralítico para demostrar la verdad de la fe. Los cuatro fueron condenados a ser decapitados. San Pantaleón murió mártir a la edad de 29 años.
Las actas de su martirio nos relatan los milagros al uso en estos casos (Digamos que los escritos se solían “completar” con flores y metáforas diversas): Trataron de matarle de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole con una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante.
Suele establecerse que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en ellos consta que Pantaleón abrazó la palma del martirio. En Oriente le tienen gran veneración como mártir y como médico que atendía gratuitamente a los pobres.
Una porción de su sangre se reserva en una ampolla en el altar mayor del Real Monasterio de la Encarnación en Madrid. Fue tomada de otra más grande que se guarda en la Catedral italiana de Ravello y donada al monasterio junto con un trozo de hueso del santo por el virrey de Nápoles. En Madrid lo custodian las religiosas Agustinas Recoletas dedicadas a la oración. Hay constancia de que la reliquia ya estaba en la Encarnación desde su fundación en el año 1616. Otra versión, la más querida por nosotros, del origen de esa sangre de Madrid es la de que un peregrino que caminando hacia Compostela aseguró haber encontrado, en el lugar donde se levanta la ermita, la sangre de San Pantaleón. Los fantasiosos creen que esto fue debido a que esa sangre de San Pantaleón se recogió en el Santo Grial, la copa en la que Cristo celebró la Última Cena (¡Toma!)
La sangre, en estado sólido durante todo el año, se licuefacciona, como la sangre de San Jenaro, sin intervención humana. Esto ocurre en la víspera del aniversario de su martirio, o sea, cada 26 de julio.
¿Dónde?
La ermita de San Pantaleón de Losa se encuentra enclavada en uno de los parajes más enigmáticos de la provincia de Burgos. La gran peña que sostiene al templo, Peña Colorada, parece la quilla de una gran embarcación sobre la llanura del Valle de Losa. La peña está horadada por las aguas abruptas del río Jerea.
El templo fue bendecido por el obispo de Burgos don García Martínez de Contreras en el 1206 (como queda reflejado en una inscripción en la propia ermita), y está compuesto por dos naves, una románica y otra gótica. La románica tiene ábside semicircular en dicho estilo, con columnas con contrafuertes con capiteles y bóveda de horno y los capiteles de las columnas están decorados con motivos variados: un reptil devorando a un hombre caído, una tinaja con cabezas, tres hombres sentados y la escena de Jonás y la ballena... Las arquivoltas muestran decoraciones comunes en templos románicos salvo una, que contiene rostros y piernas de personas como si estuviesen encerrados en el arco. Por otras zonas vemos mascarones y motivos vegetales.
¿Dónde?
La ermita de San Pantaleón de Losa se encuentra enclavada en uno de los parajes más enigmáticos de la provincia de Burgos. La gran peña que sostiene al templo, Peña Colorada, parece la quilla de una gran embarcación sobre la llanura del Valle de Losa. La peña está horadada por las aguas abruptas del río Jerea.
El templo fue bendecido por el obispo de Burgos don García Martínez de Contreras en el 1206 (como queda reflejado en una inscripción en la propia ermita), y está compuesto por dos naves, una románica y otra gótica. La románica tiene ábside semicircular en dicho estilo, con columnas con contrafuertes con capiteles y bóveda de horno y los capiteles de las columnas están decorados con motivos variados: un reptil devorando a un hombre caído, una tinaja con cabezas, tres hombres sentados y la escena de Jonás y la ballena... Las arquivoltas muestran decoraciones comunes en templos románicos salvo una, que contiene rostros y piernas de personas como si estuviesen encerrados en el arco. Por otras zonas vemos mascarones y motivos vegetales.
En el pórtico, el conocido pórtico, un enorme atlante saluda al visitante. Su presencia, dicen los expertos, responde a Sansón, héroe hebreo del Antiguo Testamento y duodécimo juez de las tribus de Israel. Aplicó su enorme fuerza para abatir las columnas del templo en el que se habían congregado 3.000 filisteos sepultando a la multitud, y a sí mismo, bajo las ruinas. Para muchos especialistas, parece evidente su carácter legendario e incluso mítico. El significado del nombre Sansón, 'hombre del sol', así como la naturaleza de algunas de sus hazañas, sugieren que Sansón fue originalmente un héroe del culto solar. El aspecto mesopotámico de la figura, parece dejar claro que sí es este personaje. Apoya esta teoría el que sobre el atlante hay una gran losa en la que se aprecia la figura de una loba bajo cuyas patas parece encontrarse un hombre y más atrás otro pequeño animal al que está amamantando. Junto a este motivo, una mujer sujetando a un león. Iconografía asociada a Sansón luchando con el león. Otros defienden que se trata realmente de un atlante, o de Hércules, mientras otras investigaciones reconocen a Noé. (Los investigadores de lo oculto tienen teorías más coloristas).
Al otro lado, una columna en zigzag puede querer representar un rayo del sol o una simbólica serpiente como signo de alguno de los milagros de San Pantaleón.
Si entramos veremos que La planta de la nave es cuadrada. Una cúpula a gran altura se sostiene sobre cuatro arcos apuntados. El presbiterio se encuentra elevado respecto de la nave y está cubierto por una bóveda de medio cañón.
Pero, ninguna descripción le hace justicia por lo que recomiendo que la visiten porque esta ermita, perdida entre montañas y alejada de cualquier influencia exterior, ofrece un conjunto de valores innegables. La falta de hieratismo y simetría en su decoración apuntan hacia un artista flexible, configurando una obra de características excepcionales y únicas en la comarca. Pese a su extraña localización, debieron ser miles los peregrinos que atraídos por el milagro de las reliquias de San Pantaleón, acudían cada año a la iglesia como nos demuestran las ampliaciones efectuadas para dar cabida a una multitud de devotos visitantes.
Durante el proceso de restauración (finalizado 2005), los arqueólogos realizaron 19 sondeos, documentando la existencia de una necrópolis con tumbas fechadas entre los siglos XIII y XVII, así como la presencia de una basílica paleocristiana. Además por los restos hallados tras la última restauración y los trabajos arqueológicos efectuados por el CSIC se deduce que el entorno ya tuvo un pasado celta, romano y medieval en el mismo lugar donde se ubica la ermita.
La intervención acometida por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León empezó por sanear los muros para que no les afecte la humedad. Para esto se hizo una zanja de drenaje, se sustituyó la cubierta de madera que estaba deteriorada, se recuperó la teja de la cubierta románica y el refuerzo de la parte superior de la espadaña. Así mismo, se limpiaron y trataron los muros, tanto del exterior como del interior del templo, y se repuso y restauró el suelo.
Además, han reparado el coro, donde se ha colocado una escalera nueva similar a la original y ventanas de madera en la fachada oeste. Amén de una nueva puerta de acceso.
Los estudios acerca de la iconografía, realizados por investigadores del CSIC desvelan la representación de los seis martirios de San Pataleón: con plomo fundido, ahogamiento en el mar, en la rueda, en el potro, arrojado a las fieras y con una espada hasta que, finalmente, fue decapitado. Estos motivos fueron posteriormente imitados en otros templos románicos de la comarca. Esta interpretación contraviene la historiografía del Románico burgalés de la zona, dado que muchos templos cercanos, construidos con posterioridad, reflejaron imágenes similares que, hasta ahora, se habían relacionado con las órdenes religiosas militares de la época.
¡Buen provecho, petrofagos!
El cronista Eduardo de Ontañón (Que también incluyó reseña en el diario “el Sol”) relataba en la revista Luz de Madrid un viejo rito en torno al sepulcro de San Pantaleón: Con elementos cortantes, los visitantes, rascan la piedra de la lápida y ese residuo se lo llevan a casa. Este ingrediente secreto se usaba de dos maneras. O bien se daba al ganado enfermo o se añadía a un torto casero para las personas.
Gracias a Dios ese año de 1933 el sacerdote se oponía ya a esa práctica y el día de la fiesta cerraba la reja del sepulcro para evitar, en vano, que los parroquianos usasen ese condimento pétreo. El autor de la referencia indica que ya se protegió la losa en el siglo XVIII.
Para colmo, San Pantaleón no está enterrado aquí. Pero si quieren disfrutar de la noticia se adjunta.
Y la leyenda del poblamiento del valle de Losa:
Según José Manuel Soto para El siglo futuro de Noviembre 1935, don Antonio Trueba en sus notas que, Don Alfonso VI y sus gentes entre ellas don Bela, pasaron la banda izquierda del Ebro y llegaron a la gran peña (Sierra Salvada), y se asomaron a contemplar el espacio que mediaba entre la peña y el mar, que era el que llevaba el nombre de Vizcaya. Al pie de la peña descubrieron una comarca como de cuatro leguas de longitud y dos de latitud, que estaba completamente despoblada, a pesar de ser toda ella muy amena y pintoresca y tener vallecitos muy apacibles.
Preguntaron a Don Alfonso de quién era aquella tierra, y por qué no estaba poblada, y el Rey de Castilla les contestó:
—Los vizcaínos pretenden que es suya y yo pretendo que es mía. Y unos y otros, por no regarla de sangre, nos abstenemos de poblarla.
—Señor—exclamó entonces don Bela—, me habéis prometido heredarme con tierras que poblar y ahora tenéis buena ocasión de cumplir vuestra promesa dándome esa tierra desierta. Los vizcaínos son amigos míos, porque les serví antes que serviros, y estoy seguro de que no lo llevarían a mal que pueble en esa tierra.
Vacilaba Don Alfonso en acceder a la petición de don Bela, y muchos de los caballeros que estaban presentes exclamaron:
—¡Hayala! ¡Señor, hayala!
—Pues Hayala, y este nombre lleve en memoria de esta porfía.—contestó el Rey de Castilla
Al otro lado, una columna en zigzag puede querer representar un rayo del sol o una simbólica serpiente como signo de alguno de los milagros de San Pantaleón.
Si entramos veremos que La planta de la nave es cuadrada. Una cúpula a gran altura se sostiene sobre cuatro arcos apuntados. El presbiterio se encuentra elevado respecto de la nave y está cubierto por una bóveda de medio cañón.
Pero, ninguna descripción le hace justicia por lo que recomiendo que la visiten porque esta ermita, perdida entre montañas y alejada de cualquier influencia exterior, ofrece un conjunto de valores innegables. La falta de hieratismo y simetría en su decoración apuntan hacia un artista flexible, configurando una obra de características excepcionales y únicas en la comarca. Pese a su extraña localización, debieron ser miles los peregrinos que atraídos por el milagro de las reliquias de San Pantaleón, acudían cada año a la iglesia como nos demuestran las ampliaciones efectuadas para dar cabida a una multitud de devotos visitantes.
Durante el proceso de restauración (finalizado 2005), los arqueólogos realizaron 19 sondeos, documentando la existencia de una necrópolis con tumbas fechadas entre los siglos XIII y XVII, así como la presencia de una basílica paleocristiana. Además por los restos hallados tras la última restauración y los trabajos arqueológicos efectuados por el CSIC se deduce que el entorno ya tuvo un pasado celta, romano y medieval en el mismo lugar donde se ubica la ermita.
La intervención acometida por la Fundación del Patrimonio Histórico de Castilla y León empezó por sanear los muros para que no les afecte la humedad. Para esto se hizo una zanja de drenaje, se sustituyó la cubierta de madera que estaba deteriorada, se recuperó la teja de la cubierta románica y el refuerzo de la parte superior de la espadaña. Así mismo, se limpiaron y trataron los muros, tanto del exterior como del interior del templo, y se repuso y restauró el suelo.
Además, han reparado el coro, donde se ha colocado una escalera nueva similar a la original y ventanas de madera en la fachada oeste. Amén de una nueva puerta de acceso.
Los estudios acerca de la iconografía, realizados por investigadores del CSIC desvelan la representación de los seis martirios de San Pataleón: con plomo fundido, ahogamiento en el mar, en la rueda, en el potro, arrojado a las fieras y con una espada hasta que, finalmente, fue decapitado. Estos motivos fueron posteriormente imitados en otros templos románicos de la comarca. Esta interpretación contraviene la historiografía del Románico burgalés de la zona, dado que muchos templos cercanos, construidos con posterioridad, reflejaron imágenes similares que, hasta ahora, se habían relacionado con las órdenes religiosas militares de la época.
¡Buen provecho, petrofagos!
El cronista Eduardo de Ontañón (Que también incluyó reseña en el diario “el Sol”) relataba en la revista Luz de Madrid un viejo rito en torno al sepulcro de San Pantaleón: Con elementos cortantes, los visitantes, rascan la piedra de la lápida y ese residuo se lo llevan a casa. Este ingrediente secreto se usaba de dos maneras. O bien se daba al ganado enfermo o se añadía a un torto casero para las personas.
Gracias a Dios ese año de 1933 el sacerdote se oponía ya a esa práctica y el día de la fiesta cerraba la reja del sepulcro para evitar, en vano, que los parroquianos usasen ese condimento pétreo. El autor de la referencia indica que ya se protegió la losa en el siglo XVIII.
Para colmo, San Pantaleón no está enterrado aquí. Pero si quieren disfrutar de la noticia se adjunta.
Y la leyenda del poblamiento del valle de Losa:
Según José Manuel Soto para El siglo futuro de Noviembre 1935, don Antonio Trueba en sus notas que, Don Alfonso VI y sus gentes entre ellas don Bela, pasaron la banda izquierda del Ebro y llegaron a la gran peña (Sierra Salvada), y se asomaron a contemplar el espacio que mediaba entre la peña y el mar, que era el que llevaba el nombre de Vizcaya. Al pie de la peña descubrieron una comarca como de cuatro leguas de longitud y dos de latitud, que estaba completamente despoblada, a pesar de ser toda ella muy amena y pintoresca y tener vallecitos muy apacibles.
Preguntaron a Don Alfonso de quién era aquella tierra, y por qué no estaba poblada, y el Rey de Castilla les contestó:
—Los vizcaínos pretenden que es suya y yo pretendo que es mía. Y unos y otros, por no regarla de sangre, nos abstenemos de poblarla.
—Señor—exclamó entonces don Bela—, me habéis prometido heredarme con tierras que poblar y ahora tenéis buena ocasión de cumplir vuestra promesa dándome esa tierra desierta. Los vizcaínos son amigos míos, porque les serví antes que serviros, y estoy seguro de que no lo llevarían a mal que pueble en esa tierra.
Vacilaba Don Alfonso en acceder a la petición de don Bela, y muchos de los caballeros que estaban presentes exclamaron:
—¡Hayala! ¡Señor, hayala!
—Pues Hayala, y este nombre lleve en memoria de esta porfía.—contestó el Rey de Castilla
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