Megalitos: cuando empezamos a construirnos las cuevas para dormir...eternamente.

El megalitismo –del griego “megas” = "grande" y “lithos” = "piedra"- aparece en la Península Ibérica hacia el 4600 a.C. y alcanzó su esplendor en torno al 2000 a.C. También suelen clasificarse en este grupo a las pirámides pero eso no lo tocamos porque todavía no hemos encontrado ninguna en Las Merindades y, además, porque cuando hablamos de monumentos megalíticos solemos circunscribirnos a Europa occidental en su arco atlántico. Ya saben: Stonehenge, Carnac...

Dolmen de Manzanedo

Entre los monumentos megalíticos típicos destacamos:

• Los menhires que son piedras hincadas en el suelo. Pueden tener desde 15-60 centímetros hasta 20 y 50 metros de altura.
• Los dólmenes, varias piedras hincadas en círculo con una losa encima a modo de mesa (“dol” = "mesa", “men” = "piedra" en celta, bretón).
• Los cromlech (“crom" = “curva” o “círculo", “lech” = "lugar"), una serie de menhires en círculo o semicírculo. Para aclararles: Stonehenge.
• Las “Cistas” que son cuatro piedras planas clavadas verticalmente que forman un pequeño rectángulo en el que se encajaba el difunto en posición fetal. Se cubría con una quinta laja. Suele discutirse si son dólmenes pequeños o cista. Se entiende que es cista si mide menos de un metro cuadrado. Si hay en Las Merindades no se han encontrado.
• Los “trilitos” son dos grandes piedras verticales (postes) que sujetan una tercera como dintel.

Bueno, pues de estas cosas –de alguna de ellas- tenemos en Las Merindades. Exactamente 120 dólmenes localizados hasta ahora: Alfoz de Bricia, 2; Berberana, 8; Espinosa de los Monteros, 2; Frías, 1; Junta de Traslaloma, 1; Junta de Villalba de Losa, 5; Medina de Pomar, 3; Merindad de Cuesta Urria, 1; Merindad de Sotoscueva, 10; Merindad de Valdeporres, 9; Merindad de Valdivielso, 1; Valle de Losa, 23; Valle de Manzanedo, 6; Valle de Mena, 47; Villarcayo, 24. Además de los dólmenes, en la Merindad de Sotoscueva hay un menhir en el Somo que ha sido reutilizado como mojón señalizador entre la zona de Espinosa de los Monteros y la Merindad de Sotoscueva. También hay túmidos, (o sea, dólmenes recubiertos por un montón circular de tierra, piedras, etc.) como en Linares o en Dulla. Algunos trilitos en Las Dolmas (en el Somo, ahora desaparecidos lo mismo que el dolmen de Villamartín de Sotoscueva). El petroglifo –diseño grabado en la roca- de Villamartín (de unos 100 kg. de peso con más de 50 incisiones figurativas de dos reticulados, etc., datado entre el 1.500 y el 12.000 a. C.) se halla ahora en el Museo Arqueológico de Burgos.

Y, con todo lo que hemos dicho, ¿se han fijado que, habiendo ciento veinte entre nosotros, no nos viene casi ninguno a la mente? Piensen, piensen…

Y, mientras piensan, tengan en cuenta que de este periodo no tenemos otros restos que los citados. Lo cual, irónicamente, ha permitido que soñemos residencias principescas, chaletazos con piscina y rascacielos de piedra en series cómicas como la de Pedro y Pablo. Me estoy refiriendo a “Los Picapiedra” o “The Flintstones”. Bromas aparte, no disponemos de templos, palacios, viviendas, murallas u otra construcción. Lo que nos encontramos son sepulturas individuales o colectivas (una familia, clan, aldea). Y, desgraciadamente tampoco hay un lenguaje escrito que nos tradujese el panteón megalítico europeo como es el caso de la cultura egipcia. Las referencias literarias son tardías e indirectas.

Losa de techumbre de Manzanedo (detalle)

Los Dólmenes tienen una configuración comúnmente conocida. Es una cámara formada por piedras clavadas y losas haciendo de techumbre. Esta estructura solemos hallarla rodeada por un montón de tierra o piedras que cubren las losas verticales, formando una colina artificial o túmulo, distinguible como marca funeraria. ¡Como el encontrado en Manzanedo! Se trata de un dolmen con una enorme losa como cubierta –la única que se ha encontrado en la provincia de Burgos- pero que está sin acondicionar para la visita y conserva intacto su túmulo. Está pendiente de una interesante reconstrucción y catalogación. La cubierta está caída y alguna de las losas de sujeción está desplazada. Hay otra curiosidad sobre este resto arqueológico megalítico: se conoce su descubridor. Dio parte de él Juan Ángel de la Torre, de Villarcayo.

Cuando a estas construcciones se le añade un pasillo que lo conecta con el exterior son dólmenes de corredor, como el dolmen de Porquera. No podemos decir si el de Manzanedo era de este tipo ante la falta de trabajos sobre el mismo pero los del páramo de Masa sí lo son.

¿Posible corredor en el dolmen de Manzanedo?

Otrosí, sabemos que los menhires suelen ser indicadores de enterramientos porque bajo ellos o junto a ellos, hallamos restos humanos. Además son soportes de las almas. Así se entiende cuando tienen tallada la figura, estilizada o no, de la serpiente (petroglifo). Una marca de religiosidad telúrica. No solo eso sino que los menhires pueden ser un recuerdo religioso. Piénsese en el betilo ("Betel" = casa de Dios) que Jacob levantó y ungió con aceite tras la visión en sueños de la escala que unía el cielo y la tierra, por la cual bajaban y subían ángeles. Se disponen de numerosos menhires de figuración humana que, si son femeninos, en algunos casos quedan reducidos al triángulo ya conocido en el paleolítico.

Más. ¿Por qué les enterraban en roca? ¿Por qué acumulaban rocas y tierra sobre ellos? Pues, porque se relacionaban con la tierra de la que las extraemos y de la que surgiría el ser humano. Quizá un recuerdo cultural de la vida en las cuevas.

Varios monumentos megalíticos sabemos que estuvieron pintados de rojo (símbolo de la vida) por dentro, total o parcialmente. En algunos los enterramientos estaban en posición fetal, a veces con la sepultura en forma de útero. No es un razonamiento complejo el suponer que representaba un nuevo nacimiento tras la muerte. Los de nuestra comarca se mantienen en la línea tradicional de los monumentos megalíticos.

Lajas clavadas del dolmen de Manzanedo.

En los monumentos megalíticos se han encontrado ofrendas como hachas votivas, ajuar, carne -sobre todo de cerdo o jabalí-, instrumentos usados en la vida ordinaria… (Como los egipcios pero sin su megalomanía). Estas ofrendas son reales o pintadas. Si miramos más cerca en el tiempo vemos que estas prácticas sobrevivieron durante muchos siglos llegando hasta el cristianismo. Así, san Agustín refiere cómo su madre, santa Mónica, seguía esta práctica hasta que supo que la prohibió san Ambrosio. San Agustín dice de esta práctica que es "similar a las Parentales (fiestas romanas destinadas a aplacar las almas de los antepasados) superstición de los paganos".

Esta doble vertiente de unión con Dios y de ayuda a los necesitados, cristianización de la superstición pagana que se remonta a la época megalítica y también a la paleolítica, ha perdurado en Las Merindades hasta mediados del siglo XX. En sus iglesias todavía pueden verse las losas, a veces con epitafios (Villamartín de Sotoscueva), destinadas a cubrir los cadáveres enterrados. Cuando dejó de enterrarse dentro de la iglesia, la sepultura real fue reemplazada por la simbólica, consistente en un mantel negro (blanco si había muerto hacía poco un niño) y varios hachones o cirios gruesos en el sitio de la iglesia, reservado para cada familia. Durante las funciones litúrgicas ardían los cirios y, además, la familia propietaria de la "sepultura" ponía unos panecillos especiales. Acabada la Misa, el sacerdote rezaba sendos responsos por los difuntos de cada familia y cogía el pan que daba a los necesitados de la misma parroquia, si aquel día algún mendigo no visitaba el pueblo.

Bibliografía:

“Las formas religiosas anteriores al cristianismo en Las Merindades” Manuel Guerra Gómez.

Periódico “Crónica de Las Merindades”.