¿Qué
tiene que hacer un ayuntamiento cuando surge la oportunidad de promocionar su
pueblo? Hacerlo. Y, seguramente, pagarlo. Casi es un fin loable del dinero
público frente a todo lo que solemos conocer de “Titos Bernie”, “EREs
andaluces” o “hermanos de Ayuso”. Casos que muestran la falta de límites en el
latrocinio del dinero público español. Por eso, invertir en promocionar una
localidad es otra categoría. El periódico “El Cantábrico” dedicó varias
páginas, en varias ediciones, a Villarcayo y sus fiestas durante la primera
quincena de agosto de 1930. Incluso le dio un tono épico al producto: “Hemos
podido vencer tales dificultades, gracias a la gran nuestro activo corresponsal
en Villarcayo, el prestigioso maestro nacional D. Aurelio Corrales, el cual ha
dado en esta ocasión bien elocuente prueba de su valer y de las simpatías con
que en Villarcayo cuenta; gracias a la excelente voluntad de los operarios de
nuestros talleres que no han reparado en trabajos extraordinarios, y gracias a
las facilidades de todo género que en autoridades, colaboradores, comercio y
pueblo de Villarcayo hemos encontrado y que no encontramos palabras
suficientemente expresivas para agradecer. Todos los trabajos los damos por muy
bien empleados, ya que con ellos nos han consentido rendir a Villarcayo este modesto
pero muy sentido homenaje”.
(13/08/1930)
“El
Cantábrico” buscaba vender ejemplares y el alcalde buscaba promoción y atraer
visitantes desde Burgos a Villarcayo. Para ello se necesitaba más que un
periódico y se necesitaba el nuevo ferrocarril Santander Mediterráneo, que
buscaba darse a conocer. El alcalde Juan Pereda, apoyado por la Asociación Comercial
e Industrial de Villarcayo, pidieron al director de la Compañía del Santander-Mediterráneo
un tren especial Burgos-Villarcayo los días de fiesta local 15, 16 y 17 de
agosto. Querían traer gente de Burgos y de los pueblos de la ruta a las
fiestas. Nada diferente a lo que se hace en este 2023. El día ocho de agosto se
sabía que habría trenes especiales los días festivos 15 y 17 y se circularía
con el tren ordinario el día 16. Con precios reducidos.
(08/08/1930)
El
contenido de la edición especial de “El Cantábrico” dedicada a Villarcayo era
similar a lo que nos encontramos cada año en el programa de fiestas. Con el
matiz de que sólo saludaba a los burgaleses y no “a nuestros vecinos y
veraneantes”. Había una salutación del alcalde; una descripción de Las
Merindades por parte del subdelegado de Veterinaria de Villarcayo, Marcos Sáinz
García del Moral; un artículo del entonces muy conocido arquitecto Emilio
Pereda sobre casas baratas para obreros; una invitación a los franceses
residentes en Burgos a visitar Villarcayo; teníamos a Sixto Melo divagando
sobre los comercios, los comerciantes y mejores carreteras a Villarcayo; y anuncios
de comercios locales entre otras cosas. Es curioso que aparecen fotografías de
autoridades locales como el alcalde, el cura, el médico o el juez y no las de
los articulistas.
(16/08/1930)
Julián
García Sainz de Baranda dejaba unas pinceladas sobre la historia que se
reflejaba en las casonas de la localidad: “(…) tuvo familias importantes
que lo poblaron y que para perpetuar su paso, dejaron en sus muros empotrados los
timbres de sus escudos, ganados algunos en gloriosos hechos de la reconquista y
así se ven en esas casas solariegas los de Varona, Saravia, Salazar, Rozas,
Ruiz de Rebolledo, y Pereda y Escalante y Medinillas, y tantos otros, que de
nobles estaba poblada esta preciosa tierra de Las Merindades de Castilla-Vieja y
de ellas salieron generales, escritores, juristas y pintores insignes, que
elevaron su consideración y su nombre, y hoy, estimulada por el progreso,
aspira a ser modelo de urbanismo y limpieza (…)”.
El
especial de este periódico incluía, como no podía ser, el programa festivo de
esos días. El día 14 de agosto, a las 12:00 h, fue el chupinazo. Es decir, dispararon
cohetes y bombas. Esta era la señal para que la banda municipal le diese a los pasacalles
por el pueblo. La verbena se llamaba “baile público” en la calle San Roque y la
Plaza Mayor desde las nueve a las doce de la noche. El día 15 empezaba a las
siete de la mañana con la banda recorriendo el pueblo tocando dianas y, otra
vez, pasacalles. A las 10:00 h celebraron Misa mayor en la parroquia de Villarcayo.
A las 16:00 h, vísperas en honor de San Roque en su Emita. Asistía la
corporación en pleno. Para los que preferían seguir de fiesta había programada
a las 16:30 h una novillada, cuatro novillos de la ganadería de Germán Pimentel
de Rueda (Valladolid), para los novilleros José Vera (Niño del Barrio) y
Francisco Rodríguez (Niño de la Alhambra). El sobresaliente era Jesús Pascusa y
los banderilleros: Severiano Ramos (Ramitos), Eladio Martínez (Ladín) y Antonio
Valencia. Terminada la corrida, bailes públicos en el Soto Pequeño y la Plaza Mayor.
A las once de la noche se quemó una colección de fuegos artificiales por el pirotécnico
de Miranda de Ebro Félix M. de Lecea. Después, baile en la Plaza Mayor hasta la
una de la madrugada.
El
día 16 empezó con la correspondiente diana. A diez hubo misa en la ermita de
San Roque con asistencia de la corporación municipal y oficiada por el cura de Manzanedo
Gregorio Real Alcalde. De doce a dos de la tarde hubo un concierto público en los
jardines y en la Plaza Mayor. A las 16:00 h hubo otra corrida con cuatro novillos-toros
de la misma ganadería y lidiados por los mismos novilleros y cuadrillas. Tras
los toros hubo bailes públicos y a las 23:00 h más fuegos artificiales de Félix
M. de Lecea y otra verbena que pudo ser, al parecer, organizada por la
aristocrática Sociedad “Salón de Recreo”. Buscaban que allí se reuniese la
buena Sociedad. Lo decimos porque “El Cantábrico” indicaba que se hizo en los jardines
de esta asociación. La amenizó una orquestina Bilbaína y el ambigú estuvo “inmejorablemente
servido”.
El
17 de agosto de 1930 tuvieron misa en la parroquia de la villa a las diez de la
mañana. De 11:00 h a 13:00 h hubo concierto en los Jardines y distracciones
(¿Bombero torero? ¿Toros contra perros?) en la plaza de toros. A las 16:00 h -¡como
hoy!- se hizo una becerrada con jóvenes de Villarcayo. Algo así como “el día de
las peñas”. Lo siguiente fueron bailes públicos en el Soto Pequeño y Plaza Mayor.
A las once de la noche, tercera sesión de fuegos artificiales y a continuación una
verbena organizada por “los jóvenes de la villa y colonia veraniega”, en
la Plaza Mayor, adornada con miles de farolillos y focos eléctricos. En
periódico dijo que era “el digno marco donde las bellas villarcayesas
lucirán su belleza y simpatía”. El baile lo amenizó la banda municipal, organillos
y la orquestina zaragozana “Les Durand”.
Si
lo comparan con los programas de fiestas de casi un siglo después todo lo que
hacían nuestros bisabuelos en 1930 se sigue haciendo. Nosotros hemos añadido los
locales de peñas y una miríada de espectáculos trabajados por las cuadrillas
como el concurso de playback de “El Toni” o la quema de la cabra de “La Caraba”
pero, en el fondo, todo sigue igual. Incluso la llegada de “fiesteros” en autobús
desde otras localidades a divertirse.
Por
último, ¿Tuvo éxito la iniciativa municipal de engrandecimiento de las fiestas
patronales? Leámoslo en un artículo de “El Cantábrico” del día 16 de agosto:
“Villarcayo
y Burgos se dieron ayer el primer abrazo, acudiendo en el nuevo ferrocarril que
Ies ha unido y en coches particulares más de un Centenar de burgaleses. En
todas las estaciones del trayecto fueron subiendo al tren gran número de jóvenes
que acudían a presenciar las fiestas de Villarcayo, llenando los numerosos coches
del tren especial. Gran decepción han sufrido los villarcayeses pues todos esperaban
que la expedición, por ser la primera, hubiese sido más numerosa, pero deben
tener en cuenta que el día de la Asunción es fiesta en otras muchas villas, y
fiesta familiar en Burgos, que es el primer y cazadores que habían de haber
dado gran contingente estaban por las veredas, escopeta al hombro y tirando
tiros. Con un viaje feliz, contemplando bonitos panoramas y grandiosas obras,
llegamos a Horna. En aquella estación distante de Villarcayo más de un kilómetro
nos esperaban las dignas autoridades civiles y eclesiásticas. La banda
municipal ataca alegre pasodoble y las bombas y cohetes cruzan los espacios.
Los vivas a Villarcayo y Burgos se confunden. A los saludos y abrazos mutuos
sigue la decepción por lo escaso del número visitantes, y los que pueden se
acomodan en autos de línea que están a la salida del andén. Generosos sus conductores
y empresas nos llevan a Villarcayo desinteresadamente, lo que agradecemos.
El
hermoso paseo del Soto, donde están los espectáculos de la feria es el que
recibe la primera visita de los burgaleses. Aquel ameno sitio nos recuerda el
paseo de la Quinta. Voces Juveniles pregonan el número extraordinario de “El
Castellano”, dedicado a Villarcayo y es arrebatado de las manos de los
vendedores. Luego cafés y bares se ven invadidos a la hora del vermohut y las
fondas y casas de comidas se disponen a servir el almuerzo. La fama de “La
Rubia” llegó hasta Burgos, por ser burgalesa, y en ella nos acomodamos muchos
viajeros. Justo y merecido nos parece el elogio, pues se come como en la mejor
fonda de una capital. Llega la hora del café y la tertulia y nos sorprende la
banda de música que va hacia la plaza de toros, edificada en el Soto; la que pronto
se ve completamente llena. Los encargados de la lidia son dos Niños, el de “La
Alhambra” y el de “el Barrio”. Este gozaba ya de justa fama en Villarcayo,
porque el año anterior quedó muy bien y fue inmediatamente contratado para
este. Las cuadrillas las forman los banderilleros Ramitos, Barrita, Mella II y
el sobresaliente Pascua, y los novillos son de Pimentel, de Rueda (Valladolid).
¡Lástima de ganado y de cuadrillas en una plaza de madera! Con los mismos
elementos en Burgos, hubiéramos visto una corrida cumbre, porque los muchachos
estuvieron hechos unos colosos y el ganado de una bravura y tan Iguales como
pocas veces se ven. Los Niños de la Alhambra y del Barrio, fueron muchas veces
achuchados, por lo valientes y porque no tenían la defensa de la barrera;
hiriendo estuvieron acertados y breves, recibiendo aplausos. De los peones se
destacó, como siempre, Severiano Ramos (Ramitos), que toda la tarde estuvo
colosal, y Mella II. El mayoral de don Germán Pimentel, salió a los medios a
recibir los aplausos por el excelente ganado que presentó. Si así resulta el de
hoy puede decirse que, en Villarcayo, saben hacer bien las cosas.
Terminada
la corrida fuimos invitados buen número de burgaleses por el director del Banco
Español de Crédito, don Pedro García Cuñado, hijo del conocido sastre burgalés
don José García Diaz, para visitar la Sucursal. A su invitación acudimos al local,
que está primorosamente instalado en la Plaza Mayor, con todo cuanto se
necesita en una villa de la importancia de Villarcayo. A las ocho los andenes
del tren se ven invadidos de villarcayeses que han salido a despedir a los
burgaleses y en las estaciones del trayecto son numerosos los que vitorean a
Burgos, resultando un espectáculo emocionante. Los hijos y la madre se han
unido en un mutuo y apretado abrazo”.
El
artículo/masaje hubiera acabado aquí si no fuese por una anécdota que el
redactor deseó reflejar:
Bibliografía:
Periódico
“El Castellano”.
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