Estamos
en una trepidante persecución por parte del duque de Wellington, nombrado por
la regencia, el 22 de septiembre de 1812, como Generalísimo de los Ejércitos Españoles.
Para que vean que no solo con Fernando VII fueron miopes históricos los de Cádiz. Casi todos los
generales patrios lo aceptaron salvo Ballesteros, comandante en jefe del cuarto
ejército -el de Andalucía-, que fue depuesto por la regencia y deportado a
Ceuta. Arturo Wellesley -duque de Ciudad Rodrigo, Grande de España, portador de
la Gran Cruz de San Fernando y de la Orden del Toisón de Oro- al mando de un
heterogéneo ejército de ingleses, portugueses, alemanes y españoles fue
limpiando de franceses las tierras de Portugal y de la España peninsular.
Algunos dirán que también limpiaron otras muchas cosas.
Augustus Simon Frazer
Uno
de los oficiales de este conglomerado sometido a los ingleses era Augusto Simón
Frazer quien era coronel de la Royal Horse Artillery o Artillería real montada.
Inglés, por supuesto. Este caballero nació el 5 de septiembre de 1776 en
Dunkerke, su padre era Andrew Fraser, coronel del cuerpo de Ingenieros y su
madre Charlotte Darnfold. Con 14 años entró en la Royal Military Academy de
Woolwich, donde el 18 de septiembre de 1793 alcanzó el grado de teniente en el
Real Regimiento de Artillería.
En
enero de 1794, como teniente del tercer Regimiento de guardias, participó en la
campaña contra los franceses en Flandes bajo el mando del duque de York. En
mayo de 1795, regresó a Inglaterra y fue destinado a la Royal Horse Artillery.
Participó en la expedición al norte de Holanda, capitán en 1806 y comandó la
Royal Horse Artillery en la invasión de Buenos Aires. En 1811, con la misma
competencia con que él y los demás ingleses habían atacado los Virreinatos
españoles atravesaron a sangre y fuego la península Ibérica en su lucha contra
los franceses. En ese momento ya era comandante de la artillería a caballo del
ejército británico, participando en las batallas de Salamanca, Burgo de Osma y
Vitoria. Un inglés más centrado en el bien de su Corona. Nada memorable para
nosotros si no fuese porque dejó escritas unas memorias sobre la “Peninsular
War” -nuestra “Guerra de la Independencia”- publicadas por su esposa en 1859
Emma Lynn. Y por ellas sabemos que su unidad pasó por Las Merindades.
Real artillería montada
Describamos
la situación del avance inglés y español en esos momentos. El día 11 el general
Álava envió desde el cuartel general de Melgar de Fernamental un pequeño
destacamento a Longa, que se encontraba en el valle del Nela, más allá del Ebro.
Recalquemos que este río debía ser atravesado por las columnas de Wellington. Nada
fácil en un ejército tan voluminoso y por un terreno tan escabroso. Se trataba,
pues, de alcanzar el centro de Las Merindades antes que los franceses
bloqueasen los accesos a través del Ebro. Tras el combate del río Hormaza, los
ejércitos del rey José iniciaron su repliegue hacia La Bureba la noche del 12
de junio. Al objeto de poder reunir víveres se dispersaron delante del
desfiladero de Pancorbo, con la intención de volverse a concentrar tan pronto
como atacara Wellington.
Las
cuatro columnas aliadas principales marcharon hacia el noreste para cruzar el
Ebro por tres pasos diferentes. Alcanzaron el río el 14 de junio; al día
siguiente, cuando la mayor parte de la fuerza lo había cruzado o estaba a punto
de hacerlo, la caballería francesa envió unas patrullas de reconocimiento y
descubrió la maniobra de Wellington. El alto mando imperial supuso, por ello,
que las columnas aliadas se dirigían hacia Bilbao para seguir desbordando las
posiciones francesas.
Infantería española
Recojamos
en este punto las experiencias de Augusto Simón Frazer tras la voladura del
castillo de Burgos y el abandono de esta ciudad por José Bonaparte -José I- el
13 de junio de 1813. En concreto partimos desde los párrafos escritos el 15 de
junio a las 14:00 horas.
“Reanudo
mi relato inacabado. Escribo ahora desde Valdenvieda (¿Valdenoceda?), un pueblecito situado
junto al Ebro, en un valle rebosante de frutales y maíz. Marchamos esta mañana
poco después del amanecer, y hemos pasado por un país muy abierto y salvaje. El
camino desciende hacia el Ebro a través de un abismo rocoso entre dos montañas;
al principio parecía tembloroso, y me pareció peor que ninguno de los que había
visto: pero nunca podré contar nada parecido a una historia conectada si no
vuelvo a nuestra visita a Burgos el día 13”. Que nosotros nos la saltamos.
Anotemos también que los nombres de las poblaciones son un problema porque este
coronel no se preocupó de anotarlos correctamente y los refleja, literalmente,
como le suenan. Eso sí, el valle rebosante de frutales y maíz es,
evidentemente, el Valle de Valdivielso. No lo cuenta, pero entendemos que quizá
conociese Puente Arenas y El Almiñé al descender por el camino del Pescado,
ruta de la Sal o calzada de El Almiñé.
Puente Arenas
Sigamos:
“Salimos de Burgos a eso de las tres y nos dirigimos lo más aprisa que
pudimos a Villadiego, adonde llegamos a eso de las siete, muy contentos de
haber visto la roca en la que, como dijo Bonaparte, se habían estrellado las
fortunas de la última campaña. Ayer pasé un día muy agradable en casa del
mariscal Beresford. Tuvimos una excelente cena, servida en una soberbia vajilla.
La mesa del mariscal es considerada la mejor del ejército; según nos han dicho,
está provista por la Regencia de Portugal. Nuestro grupo era de ocho personas,
y nada podía ser más agradable.
Todavía
no he cruzado el Ebro, pero me he contentado con mirarlo. Las tropas se agolpan
ahora en el desfiladero; un caballo cayó por el precipicio y murió (Debemos entender que habla del cañón de
Los Hocinos). Hubo tal alboroto de cañones, dragones, infantería y equipajes
que parecía que había vuelto el caos. En medio de la confusión nos entretuvimos
viendo a los hombres subirse a los cerezos, de los cuales encontramos todo a la
vez con un gran número. Nunca hubo transición más rápida; todo sobre rocas y
estéril, todo en el valle exuberancia y abundancia. Si se dan cuenta hoy en
día el cambio entre el páramo de Masa y el valle de Valdivielso produce la
misma sensación.
Iglesia de Valdenoceda
Cuando
veníamos anoche de casa del mariscal (entiendo
que se refiere a Beresford de Villadiego), nos encontramos con el mayor
Buckner, de la artillería, que acababa de llegar al ejército. Una persona
recién llegada es como un hombre caído de las nubes, así que le di a Buckner
una cama, y le puse en camino esta mañana hacia San Martín, en cuyo puente la
tercera división de infantería cruzará hoy el Ebro. Estamos cerca del Puente
Arenas; mañana veremos a todo el ejército en la orilla izquierda del Ebro”.
San Martín de Humada podría ser un lugar donde envió a Buckner si no fuese
porque está algo alejado del cauce del Ebro. Tampoco San Martín de Porres.
¿Quizá es la advocación de un pueblo? Puente Arenas tiene la de Santa María hoy.
O ¿quizá San Martín de Elines en Valderredible? ¡Ni loco! También podría referirse
a San Martín de Hoz de Valdivielso, o de Panizares, o de Quecedo o de Quintana
de Valdivielso que están en este valle. Aunque, seguramente, se refiere al
barrio de Valdenoceda tal y como apuesta Ricardo San Martín Vadillo y señala
María del Carmen Arribas Magro. Además, es la población aledaña a Los Hocinos,
cerca de Puente Arenas y parece un destino lógico.
Los Hocinos
La
carta LIV la escribió desde Medina de Pomar el 16 de junio de 1813. Empieza
declarando que “nunca hubo un valle tan romántico como en el que estuvimos
ayer (Valdivielso); nuestra marcha de hoy acaba de sacarnos de él.
Después de escribir ayer di un largo paseo con Dickson. No puedo imaginar nada
más hermoso; lo habría llamado el valle feliz si mi esposa, mis hijos y otros
amigos hubieran estado allí. Vemos que el paso del Ebro se hizo sin
problemas y que las cartas no parecían estar destinadas a su esposa. Éstos
no estuvieron, pero rosas, madreselvas y mirtos perfumaron nuestros pasos; habas,
guisantes y legumbres de todas clases, en profusión. El valle tiene una legua y
media de longitud, y contiene catorce aldeas. Está limitado a ambos lados, y
casi en ambos extremos, por escarpadas montañas. Salimos de Valdenoreda -Valdenoceda,
evidentemente- esta mañana poco después de las cuatro. Enviamos el equipaje
antes, para pasar por el puente antes de que se llenara de tropas, y vadeamos
el río en una parte donde es muy rápido. A lo largo de una legua, nuestro
camino discurrió junto al río, que atraviesa un barranco formado por los más
audaces riscos, cubierto en muchos lugares de árboles y arbustos tan
exuberantes que uno no puede menos de preguntarse cómo pueden crecer allí. Los
Hocinos.
En
este momento he ido a ver pasar a la primera división. Es parte del cuerpo de
Graham, y no la había visto últimamente. Los hombres tenían buen aspecto. Las
curiosas figuras de la dama y otros seguidores, de todas las divisiones, son
indescriptibles. No pude evitar observar que la única cara sonriente que pasaba
era la de una niña de tres o cuatro años; la niña estaba atada a un asno con
una cuerda, y se divertía jugando con el extremo de la misma.
Medina de Pomar
Por
primera vez en la Península he oído hablar bien de los franceses; 4.000 de
ellos estuvieron aquí (Medina
de Pomar) la semana antepasada; un hombre de aspecto respetable me acaba de
decir que el general francés al mando (D'Aroux le llamaba) era un hombre
excelente, y que había puesto centinelas en todas las casas de vino, y mantenía
a las tropas en orden. Aquí había tres generales y una división. La mayoría de
las casas estaban cerradas cuando entramos, y todos los rostros parecían
tristes. Mi alojamiento es en una casa deshabitada; estaba cerrada, pero la
mujer de la casa me trajo la llave, y fue muy cortés. Poco sabemos del enemigo
en este momento, por extraño que parezca, no estamos seguros de quién comanda
su ejército: si el mariscal Jourdan o el General Cazan; José Bonaparte es, por
supuesto, el comandante nominal, pero meramente nominal.
El
enemigo está indeciso, sus planes parecen desconcertados por nuestro repentino
avance. Sabemos que está angustiado por las provisiones. Todo el maíz seco del
pequeño valle que dejamos hoy (Valdivielso)
ha sido llevado a Breveisca (Lease “Briviesca”). El país adyacente
probablemente ha sido igualmente drenado. Creemos que Miranda y Vitoria serán
abandonadas por falta de provisiones, y es posible, si podemos avanzar
rápidamente, que Pampeluna (Pamplona) no reciba una guarnición por falta
de suministros. Sabemos, por una carta interceptada, que el enemigo tiene
grandes temores a causa de Pampeluna (Pamplona), y que sus dificultades
con respecto a los suministros son muy graves; nuestros propios suministros
pueden ser limitados, aunque esperamos que se pueda establecer una comunicación
abierta con Santander, a sólo catorce leguas de aquí (El cálculo de esta
distancia es errónea si, como supongo, emplea la legua imperial de 4`8 km.).
La Guerrilla de Longa, con 4.000 hombres, está cerca; Mendizabel también lo
está. Espoz y el Empecinado están en Aragón; los dos últimos se han visto
obligados a retirarse rápidamente. Se dice que una de las columnas de O'Donnel
(de 15.000) viene del lado de Madrid; tal es nuestra situación actual. Parte de
nuestro ejército ha sufrido privaciones parciales, pero nunca ha carecido de
pan más de uno o dos días, y estos casos han sido raros, y posiblemente han
ocurrido más por falta de previsión que de medios de transporte. La calle (de
Medina de Pomar) bajo mi ventana está atestada de mulas, y hay ruido y
bullicio suficientes para trastornar la cabeza más sensata... Adieu”.
No
terminó ahí sus referencias a Las Merindades, sino que su carta LV estuvo
también fechada en nuestra comarca. Casi a la salida de la misma porque fue en Berberana
el 18 de junio de 1813 y a las 21:00 horas. Procedamos:
“Hemos
estado completamente ocupados desde el mediodía hasta las 7 p.m., y una tarde
más fría rara vez se produce en noviembre en Inglaterra; viento del norte, con
lluvia ocasional. Marchamos esta mañana desde San León (¿San Pantaleón? Vemos que no nos cuenta
al detalle sus movimientos como si de un diario se hubiese tratado. Lo cual
resulta una pena porque nos deja sin contar su desplazamiento desde Medina de
Pomar hacia San Pantaleón de Losa. ¿Visitó Medina? ¿Subió a ver el Atlante de
San Pantaleón? ¿Por qué caminos pasó?), y pensamos en poco más que tomar
nuestros cuarteles tranquilamente aquí, pero el enemigo debe necesariamente
disputar el punto, y mostrando cerca de 16.000 hombres, nos obligó a tomarnos
la molestia de hacerle retroceder. Los franceses son compañeros galantes y
realmente hacen bien su parte (¡Anda que no es engreído en inglesito!). El
asunto de hoy fue cerca de Osma (una población de Álava junto a Berberana),
a una milla y media. Hubo muchos disparos, pero pocas pérdidas por ambas
partes. La primera vez que vimos al enemigo, cerca de Osma, volvió a la carga,
mostrando seis escuadrones y otros tantos batallones, pero de repente regresó
con extrema vivacidad y se convirtió en atacante a su vez. Esto fue
probablemente para descubrir nuestra fuerza; sin embargo, no nos encontró de
ninguna manera dispuestos a girar, y se retiró de nuevo. Nuestra división
ligera fue destacada esta mañana temprano para tratar de cortar el paso a
algunos batallones enemigos que regresaban a través de las montañas hacia
Espejo.
Tumba de Augustus Frazier
La división se encontró con tres batallones cerca de Villa Neuva (¿?),
a media legua de Espejo: cargó contra un batallón, tomó unos 200 prisioneros y
el equipaje de los otros dos batallones. Ni los detalles de este asunto, ni los
del nuestro de hoy, se conocen claramente en este momento, pero escribo por si
no tengo otra oportunidad. En efecto, sospechamos que el marqués enviará una
relación de su paso por el Ebro. Orduña es nuestra por las operaciones de hoy;
nuestro movimiento para mañana no se conoce todavía”.
Bibliografía:
“Cartas
de Sir Augustus Simon Frazer, KCB, comandante de la artillería real a caballo
durante la Campaña Peninsular y Waterloo”. Publicadas por su esposa.
Historia militar de San Sebastián.
Real
Academia de la Historia.
“En
vísperas de la Batalla: estrategias y planes operativos”. José Pardo de
Santayana. Sobre la batalla de Vitoria.
“Viajeros
por Las Merindades”. Ricardo San Martín Vadillo.
“Las
Siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urría”. María del
Carmen Arribas Magro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.