En
este mundo europeo occidental, al que le obligan a olvidar a Jesucristo y los
fieles al islam no comprenden la impiedad que ellos perciben en sus
conciudadanos, hubo un tiempo en que el catolicismo -no solo el cultural-
empapaba la vida y la política. Esta introducción viene a cuento porque
tendremos lectores que desconocen qué pasaba a mediados de junio de cada año
-en nuestro caso el 18 de junio de 1871-: era el día del Corpus Christi.
Esta
fiesta católica celebra la Eucaristía aumentando la fe de los creyentes en la
presencia real de Jesucristo en el Santísimo Sacramento. Se celebra, o
celebraba, el jueves posterior a la solemnidad de la Santísima Trinidad, que a
su vez tiene lugar el domingo siguiente a Pentecostés. El jueves del Corpus se
celebra 60 días después del Domingo de Resurrección, es decir, es el jueves que
sigue al noveno domingo después de la primera luna llena de primavera del
hemisferio norte. ¿Está claro? No mucho, pero podemos poner una alarma en el
móvil.
Pero
no es el único elemento que tendremos en cuenta hoy. La España de 1871 estaba
sumida en la crisis del Sexenio Democrático. Periodo que va desde el triunfo de
la Revolución de septiembre de 1868 -La Gloriosa- hasta el pronunciamiento de
diciembre de 1874 que corona a Alfonso XII. Resumiendo: se manda a Isabel II al
exilio, Serrano y Prim buscan un nuevo rey y se decantan por Amadeo I de la
casa Saboya. Este cambio de dinastía significó un cambio ideológico hacia una
sociedad más liberal bajo la Constitución de 1869. Los nuevos aires chocaban
con los muros agrietados de una Iglesia Católica golpeada por desamortizaciones
y exclaustraciones y que se defendía apoyándose en los carlistas. De 391
diputados de parlamento de 1871 la Comunión Católico-Monárquica obtuvo 51
diputados. Pero esto no significaba que los demás fuesen irreligiosos ni que
representasen el sentir de la población que les había votado -en eso: cómo hoy
en día-.
Si
esta tensión política tan del siglo XIX no fuese suficiente nuestra nación se
enfrentó al cambio de dinastía. Amadeo I, coronado el 2 de enero de 1871, abdicará
el 11 de febrero de 1873. Y se volvió a las tierras de Italia harto de los
españoles. Y, esto, lo de irse a Italia, también fastidiaba a los católicos
españoles porque era el país que tenía “prisionero” al Papa, al Sumo Pontífice.
Pio IX
El
Santo Padre prisionero era Pio IX que ya en su elección, en 1846, fue polémico.
No solo eso, sino que, a las pocas horas del nombramiento, llegó a Roma el veto
del emperador Fernando I de Austria a la elección de Giovanni María Battista
Pellegrino Isidoro Mastai Ferretti (Pio IX), pero los hechos ya se habían
consumado. Su gobierno de los Estados Pontificios empezó con una amnistía para
los presos con delitos políticos; la creación de una cámara deliberante de
representación popular censitaria; y la abolición del antiguo gueto judío de
Roma. Sus propósitos liberalizadores chocaron con la curia romana. Durante las
revoluciones de 1848, se proclamó la república en Roma y el papa tuvo que huir
a Gaeta, en el Reino de las Dos Sicilias, disfrazado de monje. Desde allí pidió
ayuda a las principales potencias católicas: España, Austria, Francia y las Dos
Sicilias, que acudieron con tropas en su ayuda. Cuando sus territorios le
fueron restituidos por los franceses, volvió animado por propósitos menos
liberales, ejemplo de ello, la restauración del gueto judío. Repito: exigencia
de que los judíos viviesen en un gueto.
Bendición de las tropas españolas por parte de Pio IX
Hacia
1860 el rey Víctor Manuel II había conquistado casi todos los dominios papales.
En 1864 Pío IX promulgó la encíclica “Quanta Cura” que lleva como apéndice el “Syllabus
errorum”, que era un compendio de ochenta proposiciones condenatorias de las
doctrinas del momento. Anatematizó el panteísmo, el naturalismo, el
racionalismo, el indiferentismo, el latitudinarismo, el socialismo, el
comunismo, el liberalismo (al que calificó como “el error del siglo”), las
sociedades secretas, el biblismo, y la autonomía de la sociedad civil. Este “escribidor”, como a ustedes, muchos de esos
movimientos los desconoce y asume que son olas del siglo XIX que ya no rompen
en la orilla. Como eso de que el matrimonio civil entre católicos no era
válido.
El
20 de septiembre de 1870 el ejército piamontés entró en Roma y puso fin a la
soberanía de los papas, que había durado más de mil años. Pio IX se negó a
reconocer el Reino de Italia, a establecer relaciones diplomáticas con él,
rechazó las garantías personales que se le ofrecían y excomulgó a Víctor Manuel
II, convertido ya en rey de la Italia unificada. Mediante la bula “Non Expedit”
prohibió a los católicos, bajo severas penas canónicas, toda participación
activa en la política italiana, incluido el sufragio. Vemos, con lo escrito,
que el catolicismo oficial y el liberalismo no eran precisamente amigos. Esto
es otro punto a tener en cuenta en nuestra historia.
Y,
con todo esto en la coctelera, llegamos al día del Corpus de 1871 en Medina de
Pomar. Para conocer el asunto leemos el periódico “La esperanza” del día 7 de
julio de 1871 en cuya sección titulada “funciones religiosas” nos hablan de
cómo se habían producido las fiestas de Corpus Christi a lo largo y ancho de
España. Incluida Medina de Pomar, claro:
“De
Medina de Pomar también nos escriben dándonos pormenores dé los festejos que
allí hubo. Al amanecer del 18 aparecieron ya colgadas las fachadas de casi todas
las casas, y muchas adornadas con guirnaldas, rosas, flores y mirtos,
ostentando el retrato de Pio IX. La función religiosa se celebró con gran
lucimiento en la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, y en ella predicó el
elocuente joven D. Antolín Sainz Baranda, de cuyo discurso se nos hacen grandes
elogios. Por la tarde hubo una procesión lucidísima, y por la noche una variada
función de fuegos artificiales. A todos los actos religiosos asistió el
ayuntamiento.
Sin
embargo, una media docena de progresistas trató de provocar un conflicto la
noche del 18, saliendo á la calle, y dando los consabidos vivas a D. Amadeo y
mueras á Su Santidad. El pueblo les salió al encuentro, dando nutridos vivas a
Pío IX, al Papa-Rey, y á la Religión, y ellos huyeron cobardemente, amenazando
de lejos que si se repetían tales funciones, como se anunciaba, ya se verla lo
que pasaba”.
El
periódico “La Esperanza”, que se subtitulaba como “periódico monárquico”, era
la principal cabecera de la prensa absolutista española del siglo XIX y órgano
oficioso del carlismo. Nunca dejó de ser un combatiente contra el régimen
liberal y parlamentario hasta su final tras el golpe militar del general Manuel
Pavía y la Restauración Alfonsina un año después.
Quizá
por lo que acabamos de escribir el artículo da a entender que el cristianismo
conservador era predominante en Medina de Pomar -¡ojo! Que puede que fuera así-
y los liberales una chusma muy minoritaria. Sabemos que en las elecciones de
1871 el candidato de la junta católico-monárquica, Demetrio de la Eranueva, ganó
por 1.180 votos al candidato del gobierno, que obtuvo solo 70, en el distrito
de Medina de Pomar. La tensión era mucha y la prensa tradicionalista refleja
incidentes -en su contra- en varios lugares de Las Merindades: “En un
colegio próximo á Medina de Pomar fueron atropellados nuestros amigos D. Felipe
Baranda y D. Pedro Fernández. Otro tanto ha sucedido en el distrito electoral
de Espinosa de los Monteros, á donde ha tenido que trasladarse el juzgado de
este partido por haber habido palos y cuchilladas; también han experimentado violencias,
coacciones y atropellos los electores del distrito de Villarcayo, en donde vive
el diputado Sr. Arquiaga y reina el elemento progresista”. Vemos que la
tensión política llegaba fácilmente a las manos.
Por
su parte, Antolín Sainz Baranda y Marañón era un sacerdote que antes de Medina
de Pomar había servido en Quintana de los Prados (1864) y había salido del
seminario en 1860 con la nota de Meritíssimus. Para 1870 ya era coadjutor en el
Santo Rosario de Medina de Pomar, con 30 años, cómo relataba una carta al
periódico “La Esperanza” en donde se ensalzaba con estas palabras al caballero
en el novenario de la Inmaculada Concepción: “A las diez se celebró la misa
mayor con asistencia de un concurso tan inmenso, que apenas podía contener las
espaciosas naves de dicho templo; llegado al Evangelio, se dirigió á la cátedra
del Espíritu Santo el elocuente é ilustrado joven licenciado D. Antolín Sainz
Baranda, quien por espacio de una hora cautivó la atención de sus oyentes, y
ensalzó las glorias de María de tal manera, que el piadoso auditorio lloraba de
gozo, concluyendo con un llamamiento á todos los católicos españoles á favor
del Romano Pontífice, y enjugar de esta manera las lágrimas que hoy derrama en
su prisión”. Podemos apreciar cómo se subraya la religiosidad de los
medineses y no se olvidan de la “prisión” del Papa que, simplemente era su
encierro voluntario en el vaticano por la conquista de los Estados Pontificios
y la creación de Italia. ¡La Iglesia y sus ministros sangrando por la herida!
No hay que olvidar que Antolín, ese 1870, se negó a jurar la constitución de
1869.
Periódico "La esperanza" (29/12/1870)
Para
que vean de qué pie cojeaba les comento cómo lo presentaban en “La Independencia
española” el 27 de septiembre de 1870: “De Medina de Pomar nos escriben
dándonos cuenta de que próximamente á dicha villa un cierto señor eclesiástico
de grandes dotes carlistas por lo que parece, tuvo á bien como es costumbre
convertir la cátedra del Espíritu Santo en un foco de rebelión y oscurantismo, declamando
contra las instituciones que nos rigen y dando un escándalo desde donde no se deben
proferir más que palabras de paz, humildad y mansedumbre. Actos como este parece
que se repiten con frecuencia, y las autoridades parece que se hallan sin
acción debido á las amenazas de los señores de iglesia, que á no dudarlo en
Medina serán tan insolentes como en todas partes. Las autoridades deben corregir
estos abusos y mostrarse fuertes para quien no respeta ni obedece á nadie sino
á una idea tan abominable como ellos mismos”. No nos dice que fuese Antolín
Sainz de Baranda, pero él responde en “La Esperanza” del 11 de octubre de 1870
mostrando su enfado: “Sírvase, pues rectificar lo que, respecto de nuestras personas
y ministerio, ha insertado V. en el número ya citado de su diario: en ello hará
V. un deber de justicia, y, de no hacerlo así, nos veremos en la precisión de
citar á V. ante los tribunales. Si con sus calumnias pretende V. desacreditar
en nuestras personas al clero católico porque predica la única Religión
verdadera, no importa: vale mas ser despreciados que alabados por los que
intentan introducirnos otra. Si por esta se nos amenaza, venga el castigo; estamos
más dispuestos á sufrirlo que á dejar de predicar por la Religión católica apostólica
romana, y sellada con la sangre de millones de mártires; que es la fuente de
todo bien, el baluarte más impugnable de esta mi querida patria, sumida
en el estado más vergonzoso á la faz de Europa, merced á un puñado de
ambiciosos, y la única tabla á que ha de asirse, si quiere salvarse del abismo
social en que está sumergida”. Digamos que Antolín no era muy partidario del
sistema surgido de la Revolución de 1868. Pero eso no era delito ni podía prohibírsele
hablar. Siendo irónicos, hoy es más fácil hacerlo eliminando de las Redes
Sociales a los que molestan al poderoso.
Antolín
protestó por la carta de “La independencia española” pero en el periódico “La
Iberia” -diario radicalmente liberal-progresista- también se recibían cartas
contra este sacerdote: “De Medina de Pomar escriben á un colega
participándole que existe en dicho pueblo un presbítero de grandes dotes carlistas,
el cual tiene por costumbre convertir la cátedra del Espíritu Santo en tribuna de
rebelión y oscurantismo, declamando contra las instituciones que nos rigen y
contra los hombres que hoy se hallan al frente de los destinos de la patria. Actos
de esta naturaleza, que con tanta frecuencia se repiten con escándalo de las personas
sensatas, dan una verdadera idea de la ilustración que alcanzan los partidarios
del famoso “niño terso”. Llamamos la atención de las autoridades correspondientes
á fin de que cesen estos abusos incalificables”. (28/09/1870) Vemos aquí
que el votante liberal también era intransigente con la libertad política de su
oponente.
Amadeo I, rey de España
Masticando
todos estos datos vamos comprendiendo que Medina de Pomar era una sociedad
conservadora, tradicionalista; que la sociedad española estaba muy polarizada
contraponiendo el trono liberal de Amadeo I al altar de Pio IX; y que había un
joven sacerdote peleón que desbarataba la acción de los liberales. Ante esto
resulta casi, casi normal un enfrentamiento en la festividad del Corpus Christi,
pero, al parecer, en este caso los maleducados fueron los liberales que erraron
en el momento.
Bibliografía:
Hemeroteca
digital de la Biblioteca Nacional de España.
Periódico
“La Esperanza”.
Periódico
“Gaceta de Madrid”.
Estadística
del Arzobispado de Burgos.
Periódico
“La Independencia española”.
Periódico
“La Iberia”.
Para
saber más:
Blog
“Relatos en las Merindades”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.