Roma estuvo aquí. Curiosa afirmación cuando
todos lo tenemos claro. Esta parte de Las Merindades, a escasos metros de
Álava, tiene muestras de la presencia de la ley del imperio. Evidentemente,
esta era un zona de amplios valles cerealistas. ¡Nada que ver con el occidente
montañoso! Septentrión, con suelos no aluviales, malos para la agricultura
extensiva y falto de villas romanas. Dicho.
Además por esta zona pasaron vías romanas que,
desde la cuenca de Miranda, penetraba en Las Merindades por el Valle de Losa. Aquí
se recoge uno de los varios topónimos “Las Calzadas”. Podríamos asumir que la
vía se desdoblaría en el entorno de Berberana con un ramal por Losa y otra
carrera hacia Orduña. Este camino quedó establecido posteriormente como el
principal entre Orduña y Castilla, y posteriormente entre Bilbao y Madrid.
Pero, además, una red de hospitales, alberguerías y ventas nos marcan una
intrincada red de comunicaciones entre el mar por los puertos de La Sía y Los
Tornos y la meseta a través del páramo de Masa y Berberana.
La zona de Berberana estaba, por ello, habitada
durante Roma y, por supuesto, siglos antes. Pero, ¿desde cuándo está habitada
como “Berberana cristiana y castellana”? Para ello tenemos que recurrir al
chivato de la advocación religiosa que en Berberana debió ser San Cipriano. Este
hecho nos situaría en el siglo X aunque bien pudo tener fundaciones de lugares
aledaños de la población en periodos sucesivos.
Abramos el arco y fijémonos en Villalba de Losa,
en su jurisdicción, diferente del Valle del mismo nombre, que nos aparece en 934
en la reja de San Millán. Esta población fue de realengo hasta finales del
siglo XIV, aunque antes, con ocasión de las discusiones por el señorío de Vizcaya,
se acordó que el rey daría a Lope -hijo de Diego López de Haro, el Intruso- las
villas de Miranda y Villalba de Losa. Al intentar tomar posesión de ellas el
año siguiente (1308) se opusieron los vecinos, aunque después tuvieron que
ceder. En 1352 Villalba de Losa tiene jurisdicción real y son aldeas de ella
los lugares de Barriga, Zaballa, Villodas, Mijala, Murita, Llorengoz, Teza,
Villota, Berberana -¡aquí quería llegar!-, Villacián y San Llorente. Ya tenemos
situada nuestra población.
Sobre el lugar de Berberana podemos indicar que
en 1465 –según Ismael García Rámila- “Don
Fernán Sánchez de Velasco, casado con Doña Mayor Gutiérrez de Olea, natural de
Medina de Pomar. Fue Señor de Herramelluri, Río Tirón, Obilla y Villaescusa.
Previa autorización real, de Juan II de Castilla, cambió su villa de
Herramelluri, por la de Berberana, fundando, en ella, mayorazgo con sus
vasallos solariegos, heredades y agregados, a favor y en cabeza de su hijo Día
Sánchez de Velasco”. Aunque ya he comentado en la entrada BerberanaTower que este enmarañamiento familiar es bastante lioso.
Por otra parte, Julián García Sainz de Baranda
nos cuenta que “la villa de Berberana fue
realenga hasta que, por compra, paso a constituir señorío, en la casa de los
Gil Delgado, que se titularon Condes de Berberana. Pagaba la villa a sus
señores alcabala y martiniega y así continuaron hasta principios del siglo XVIII en que los vecinos pusieron pleito sobre ello a los Señores”.
Aparece Berberana, en 1591, como unidad
independiente, si bien es cierto que en el Becerro de Behetrías no se cita como
aldea de Villalba de Losa sino que se incluye en el encabezamiento de Aujala o
Mijala para parte de los tributos, como lo que pudiera ser un agrupamiento
fiscal y no jurisdiccional, hecho raro pero, obviamente, no inexistente.
Detalle del Becerro de Behetrías |
En fin, dejémoslo correr y marchemos hacia temas
más pedestres tales como las cosas de la vida y la hacienda de los humildes de
este pueblo. Empezaremos por el año 1594 donde se sabe que en el pueblo vivían 60
vecinos pecheros y que, ya lo vamos a añadir, en Valpuesta eran 61. Un poco más:
Berberana pertenecía al arciprestado de Losa y contaba con una pila –una
iglesia- y setenta vecinos. Ya sé que no coinciden los datos. Pero no me
pregunten por lo que no puedo llegar a saber. De hecho, Valpuesta tiene una
iglesia y treinta vecinos. Lo dicho.
Tendremos que esperar unos 150 años para conocer
la fotografía que hizo el catastro de la Ensenada de “Verberana”. Exactamente
era el año 1753. Nos cuenta que el lugar es de señorío y que es propiedad de
Rafael Gil Delgado, regidor perpetuo, y vecino de Burgos. Esto choca con lo que
afirmaba arriba Julián García Sainz de Baranda salvo que los vecinos perdiesen
ese citado pleito. ¡Él sabrá que era juez!
Mirando este catastro (al fin y al cabo un
registro tributario) descubrimos la poca conciencia ecológica que tenían –no como
nosotros- al haber una falta de árboles frutales en el pueblo. Gracias al cielo
había veintidós colmenas donde destacamos a los dos mayores propietarios: diez colmenas
pertenecían a Gaspar de Guinea y cuatro a Diego de Guinea.
Ningún vecino tenía yeguada ni ganado que
pastase fuera del término municipal. Otra cosa es dentro. Así Juan de Guinea,
beneficiado en este pueblo, tiene cinco yeguas, una vaca y cinco novillos;
Gaspar de Guinea tenía nueve yeguas, dos potras, veintidós ovejas, diez
corderos y nueve cabras; y un tercer Guinea -¡a saber si son parientes!- dos
potras, treinta y nueve ovejas y más piezas de diferentes ganados. La relación
amplia de vecinos y ganados nos deja constancia de su abundancia.
Y, hablando de vecinos, el número de estos es de
treinta y dos que ocupan treinta y siete casas habitables frente a siete
inhabitables. En una de aquellas estaría la taberna del pueblo que,
seguramente, serviría a lugareños y transeúntes –arrieros, peregrinos, etc.-.
La gestionaba Ana María de Gar(…). Lo que no había eran hospitales, conventos o
cambistas. Sí tenían un cirujano, Esteban (…), un herrero y agricultor llamado
Miguel Palacios, un pastor…y veintisiete labradores. Entre estos últimos
tenemos a Cipriano de Guinea, Pascual de Guinea, José Díaz… y ningún pobre.
Bueno, no nos olvidemos, había cuatro clérigos: Juan de Guinea, Manuel de Montoya,
Juan y Francisco de Guinea. Todos vivían en el pueblo.
Desde el catastro de Ensenada la cosa se acelera
y durante el siglo XIX abundan los estudios nacionales de información local. El
primero en el que nos pararemos es el de Sebastián Miñano que nos dice que Berberana
pertenece al partido y merindad de La Bureba. Nos informa que tiene 32 vecinos
que representan a 145 habitantes. En este segundo lustro de la década de 1820
mantiene una parroquia y produce trigo, poca cebada, legumbres, avena y yeros
(algarrobas). Distaban 17 leguas de la capital de la provincia. Pagaba de
contribución 1.691 reales.
Hacia 1850 se publica el Diccionario geográfico
de Madoz donde nos sorprenden con esto: “Despoblado
en la provincia de Álava. Partido Judicial y jurisdicción de La Guardia (1
legua al oeste). Existía en 1366 y contaba 21 fuegos; en 1571, 10 vecinos y una
parroquia. Hoy día no quedan más que las paredes de esta, y algunas ruinas de
casas, ignorándose el motivo de su desaparición. Tenemos por tanto un
despoblado en Álava”. ¿Sorprendente? Mucho porque no es nuestra Berberana.
Sobre nuestra Berberana dice que es del “partido judicial de Villarcayo (8 leguas).
Situación: en una ladera al S. de la sierra que divide el valle de Ayala y es
la que cruza de Asturias a Vizcaya, siendo su altura respecto al nivel del mar,
de 2.820 pies. La combaten todos los vientos especialmente el Sur. Su CLIMA es
sano, y las enfermedades más comunes (son) las propias al cambio de tiempo. Consta de 100 CASAS de 20 a 30 pies
de elevación con piso alto, y las calles que forman están sin empedrar, sucias
y poco cómodas. Hay casa de ayuntamiento, una torre de la propiedad del conde
de Berberana, la cual sirvió de fuerte en la última guerra civil; escuela de primeras
letras concurrida por 30 a 40 niños; una iglesia parroquial bajo el título de
San Cornelio, servida por un cura párroco que provee el arzobispado de Burgos,
en patrimoniales, y un sirviente; el cementerio en paraje bien ventilado que no
perjudica a la salubridad pública, y dos fuentes de buenas y abundantes aguas
para los usos domésticos.
El TÉRMINO
confina: por N. Murita; por E. Osma (Álava); por S. Astulez, y por O. Hozalla.
El TERRENO es arcilloso á la parte S. y delgado á la del N.; se divide en
primera , segunda y tercera suertes, constando la una de 100 fanegas de
sembradura, 150 otra y la última 250; hay algunos montes poblados de pinos y
encinares: baña el término un riachuelo de curso perenne que se forma inmediato
á la villa, y corre de N. á S. á incorporarse por Bergüenda (ahora
rebautizada Bergonda), al Ebro: hacia el
S. se encuentra un puente de piedra, y debajo á distancia de 200 varas, un molino
harinero.
Los
CAMINOS son de pueblo á pueblo, y pasa por medio de la villa el que de Burgos
conduce á Orduña y Bilbao. La CORRESPONDENCIA la deja el correo que se dirige á
Bilbao, PRODUCCIÓN: trigo, cebada, avena, yeros, titos, garbanzos, habas,
patatas y hortalizas, ganado lanar, cabrío, vacuno, caballar y de cerda. INDUSTRIA:
consiste en la arriería, dos fabricantes de herraduras y un molino harinero, y
el COMERCIO en la exportación de ganados é importación de granos, vino y géneros
de vestir. POBLACIÓN: 26 vecinos de catastro, 190 almas. CAP. PROD.: 340.010 reales.
IMP.: 28.929. CONTR.: 4.338 Reales”.
Bueno, la tendencia del pueblo era acrecentar su
población. Tenemos arrieros y servicios para caballerías y ganados, hosteleros
y tejedores o modistas o similares. ¡Y maestro! El pueblo tiene una línea
ascendente. Llegábamos a casi 200 habitantes que cubrían sus necesidades. El censo
de 1877 nos desglosa la población diciéndonos que hay 203 varones y 245 hembras
en el municipio.
Para 1881 el Anuario del Comercio nos da una
población de 452 habitantes. Se enorgullecía de su maestro, Venancio Gómez
Arranz, y su escuela. ¡No solo eso! Establecidos en la villa estaba un
sofisticado plantel médico: como albéitar o veterinario tuvimos a Miguel
Bernangoa y como cirujano –probablemente cirujano menor- a Agapito Ortega Sáez
quién nos aguantó desde, al menos, 1879 hasta 1886.
En 1882 el anuario Riera nos detallaba, también
de forma enciclopédica, de Berberana: “Villa
con ayuntamiento, á la que se halla agregada la villa de Valpuesta, distante
11'1 km. Cuenta 455 habitantes y 139 edificios, entre habitados é inhabitados”.
El incremento de la población creo que puede ser debida a la suma de los
habitantes de Valpuesta y Berberana porque también nos detalla la distancia a
Burgos de ambos pueblos (43 km y 90 km). No da un curioso dato electoral: “Corresponde á la prov. de Burgos, al segundo
distrito de su partido judicial para las elecciones de diputados provinciales y
al distrito de Miranda de Ebro para las de Cortes”. Nos recuerdan que la
iglesia está bajo la advocación de San Cornelio (¿y San Cipriano?) y que forma
parte del partido judicial de Villarcayo. Los caminos que les comunicaban eran
vecinales y de herradura.
Sostenida por los fondos del municipio, disponen
de una escuela de primeras letras destinada a todos los niños del pueblo. La
mayor parte de los vecinos trabajan en el campo salvo oficios mecánicos y
profesiones “más indispensables”. Nos
dice que había 80 casas distribuidas en calles irregulares y de mal piso. Que
tenía ayuntamiento, cárcel y una fuente abundante y de buena agua con la que se
abastece el vecindario. Mejor porque el riachuelo colindante no daba para
mucho.
El anuario Riere termina: “El terreno está formado por tierras arcillosas en la parte S. y por
tierras delgadas en la del N. Las producciones consisten en granos, algunas
hortalizas, legumbres y tubérculos; cría varias clases de ganado y diversas especies
de caza”. Fin. Desde este año los anuarios nos informarán de que la
estación de ferrocarril más próxima era Briviesca.
En 1887 el bueno del maestro Venancio es
reforzado por la maestra Gregoria Ayala. Y descubrimos que en Orduña abrieron estación
de tren ¡Solo once kilómetros de distancia! Berberana estaba ya en la era de la
comunicación.
Ese año el alcalde era Esteban Garcinea; el
secretario, Pedro Peña; el juez municipal, Valentín Ayala y el párroco Remigio
Ruiz. ¿Y Valpuesta? Pues, su maestro era Juan Barrenengoa.
Para 1888 no hubo cambios pero si saltamos unos
años, hasta 1894, vemos como los pequeños cambios derivan en grandes
variaciones. Ahora el alcalde es Narciso Quincoces y Pedro Peña sigue como
secretario. Pero tenemos a Matías Arbelas como juez municipal y a Bruno Gómez
como fiscal. En el sector de la sanación de almas y en el de la sanación de
bestias continúan el bueno de Remigio y de Bernangoa. Tristemente el Profesor Venancio
Gómez vuelve a estar solo. Y aquí tenemos uno de las tradicionales disparidades
de las publicaciones del siglo XIX. Comparen con la imagen adjunta:
Valpuesta, ese año de 1894, tiene como párroco a
Manuel Peña y como maestro a Ambrosio Castresana. El primer año del siglo XX
(1901) todos seguían en su puesto.
En estos veinte años de fin de siglo XIX la
población del municipio evolucionó desde los conocidos 448 contabilizados a 388
en 1902. Un bajón de 50 individuos. ¿Causas? La primera es pensar en un error
en los datos –nada improbable- y después en el inicio de una paulatina
despoblación dado que tienen el ferrocarril a 11 kilómetros y enseguida se
llegaba a Bilbao.
Sea lo que fuese, y si fuese un problema o no,
quien se enfrentaría a ello como alcalde fue Lucas Montoya aunque para 1905
volvió Matías Arbelas. Le acompañaban como fuerzas vivas del lugar Pascual Ramírez
(Secretario); Agapito Salazar (Juez municipal); Juan Manrique (Fiscal) que en
1904 será sustituido por Félix Santa María y este en 1909 por Pascual Ramírez;
Valentín Badillo (párroco)-en 1904 lo será Braulio Villaluenga-; Celso Ruiz
(maestro); y Raimundo Martínez (Médico –que no cirujano-). Ramón Ramírez era el
veterinario y conocemos dos personas de otras ocupaciones no agrícolas: Manuela
Escudero en el papel de modista y Cayetano Florenciano como platero. En 1903 se
les unirá Clemente Barquín con un negocio de tejidos.
En Valpuesta las fuerzas vivas estaban
representadas por el párroco Pedro Pereda y la maestra Obdulia Martínez.
En 1904 se detalla mejor cuántos y cuáles eran
los comerciantes de la población. Tal vez efecto del desarrollo económico, de
la automoción o de las artes gráficas y la venta de revistas. En todo caso,
aparecen como carpinteros Juan Ramírez y Tiburcio Vadillo; como vendedores de
comestibles constaban la viuda de Gregorio Salazar -que, además, tiene un
mesón-, Tiburcio Vadillo (¿pluriempleo?) y Clemente Varguín que no hay que
confundir con Clemente Barquín y su tienda de tejidos; la herrería y cerrajería
de Ignacio Fernández (en 1905 transmuta en Ignacio Castillo); y el zapatero
Tomás Bustamante. Aparte de los que ya hemos citado como emprendedores en
párrafos anteriores.
En 1905 el negocio de las modistas de Berberana
eclosiona llegando a competir con la conocida Manuela las señoras Eusebia
Quintana y Juana Ramírez pero esta última se cae del cartel en 1906.
Quizá por todo esto la población del municipio de
Berberana asciende en 1906 a 329 almas sin contar las 82 de Valpuesta.
Tendremos a Juan Montoya como juez municipal –sustituido en 1909 por Saturnino
Quintana- y a Antonio Salazar como fiscal –sustituido en 1909 por Felipe
Ramírez. Sigue aumentando la nómina de empleados y oficios diversos con la
incorporación de Norberto Anuncibay como cartero y el estanco de Mariano
Salazar.
En 1908 el cartero fue Alejandro Pérez que o
bien coincide en nombre con el maestro o este redondeaba su sueldo con el
reparto de cartas. Recordemos aquello de “pasar más hambre que un maestro de
escuela”. La viuda de Gregorio Salazar desaparece –esperamos que porque se
jubilase- y los negocios que esta llevaba los administrará Salazar y compañía.
De hecho, los incrementa con una tienda de vinos. Por cierto, este año tiene
consulta en Berberana el doctor en medicina Ángel Garaizabal.
El andar de un lugar a otro no debió gustarle a
Alex Pérez porque en 1909 aparece como cartero Pedro Angulo. Quizá eso mismo le
pasó al médico Ángel que es sustituido por Ignacio Herraiz. Las implacables
leyes del mercado también tocaron el mundo de las modistas dejando solo a
Eusebia Quintana y mostrándonos los principales contribuyentes del lugar:
Matías Arbelas y Lucas Montoya. Nada raro, si se han fijado son quienes han
ostentado los principales cargos públicos.
En Valpuesta tenemos a Pedro Pereda como
sacerdote y a Crescencia Barcenilla como maestra. En 1911 será Valentina Díaz.
Vamos a dejar este avance detallado en 1911 porque
hay suficiente distancia en el tiempo para que resulte atractivo. El alcalde
fue Ciriaco Pérez, Pascual Ramírez como Secretario, Saturnino Quintana como
juez y Felipe Ramírez como fiscal.
Como a muchos otros lugares la paulatina
despoblación del siglo XX acrecentada con la guerra, el hambre y la industria
vizcaína mermó el número de vecinos de Berberana, y de Valpuesta. Pasaron a
tener, en 1950, 294 vecinos y 63 respectivamente con 67 y 11 viviendas en cada
lugar. En 2011 había 72 vecinos en 30 hogares.
Bibliografía:
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de
España y sus posesiones de ultramar (1845-1850)” Pascual Madoz.
“Diccionario Geográfico, estadístico, histórico,
biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus
posesiones de ultramar” de Pablo Riera y Sans.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y
Portugal” por Sebastián de Miñano.
“Anuario Almanaque del comercio, de la industria,
de la magistratura y de la administración”.
“Anuario Riera”.
“Indicador general de la industria y el comercio
de burgos. (Marciano Velasco.)”
“EL VALLE DE LOSA NOTAS PARA SU HISTORIA” Julián
García Sainz de Baranda.
“Censo de la población de España en 1877”
“Censo de la población de España en 1897”
“Censo de población de las provincias y partidos
de la corona de Castilla en el siglo XVI”.
“Nomenclator de las ciudades, villas, lugares,
aldeas y demás entidades de población de España formado por el instituto
nacional de estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950”.
“Historia del Condado de Castilla” Fray Justo
Pérez de Urbel.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional
y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Arribas
Magro.
“Poblados, Monasterios y Castillos desaparecidos
en la provincia de Burgos”. Basilio Osaba y Ruiz de Erenchun.
“Del Burgos de Antaño”. Ismael García Rámila.
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