Empecemos hablando del camino que sale de Burgos
por Peñahorada y Cernégula que llevaba, de forma directa, al puerto de Laredo.
Directo pero accidentado, eso sí. Un camino de mulas adaptado a carros en el
páramo de Masa. Es fácil de reconocer porque, básicamente, es la carretera
actual.
Entraba en Las Merindades por El Cuerno o
Villalta, Pesadas, El Almiñé, Puente-Arenas, desfiladero de Los Hocinos… lo
dejamos aquí porque nos salimos del mapa acotado. Desandemos el camino.
Llegando a El Almiñé nos enteramos que existieron dos caminos de ascenso al
páramo, según un documento de 1499. Cuenta que “fasta ençima el puerto de Santa Maria de la Hoz, el uno que ba a la
yglesia y el otro al lugar de Pesadas, y entramos caminos acuden al lugar del
Cuerno”. Se refiere a la bifurcación que existe a algo más de un kilómetro
de El Almiñé, tras la cual, el camino empedrado de la izquierda llega
directamente a la ermita de la Virgen de la Hoz –antes de la Visitación y de
Santa Isabel-, y el de la derecha, se encuentra con dos puentes de fechas
posteriores de buena fábrica y de un solo ojo que salvan un pequeño arroyo, y
dan acceso a un antiguo camino que sube al páramo haciendo curvas y
contracurvas para superarlo de una manera más suave.
Es ese citado camino empedrado el que se conoce
comúnmente como la “Calzada de El Almiñé” asociándola, solapadamente, con una
vía romana. Que no digo que no la hubiese, ojo. En fin, el tramo entre el
Almiñé y la Hoz, de unos tres kilómetros de longitud, salva un desnivel de unos
350 m, por cuya razón se llamaba “La Cuesta”, temida por carreteros y arrieros
y difícil de mantener en buen estado por la dureza del terreno. Podemos llegar
a ver más tramos empedrados del camino de Laredo, o camino del pescado, pero
nada comparado como el tramo desde El Almiñé al páramo el cual asombra cuando
vemos que, pegada a una ladera, la vía se levanta a una altura de unos 4 metros
sobre el barranco.
Viendo esa parte nos vuelve a venir el adjetivo “romano”
pero no tendríamos razones para asignárselos. ¿Medieval, tal vez? Quizá. O ni
eso. Existen documentos del siglo XVIII referidas a obras en este camino que
llegan a denominarlo “Camino Nuevo” por la enjundia de las mismas. ¿Nuevo porque
se rehace totalmente o porque se asienta sobre un trazado nuevo?
En una Real Orden de Felipe V, del año de 1720,
se indica cómo en 1719 se hizo remate de la obra en el maestro de cantería
Antonio del Castillo, vecino de Secadura (junta de tilo). El presupuesto y
repartimiento de costos se hizo en Villarcayo, el 12 de agosto de 1720, y era
de competencia del licenciado Basco de Parada y Castillo – Corregidor de las
siete merindades de Castilla Vieja-. El presupuesto de la obra (cinco kilómetros)
era de 11.400 ducados de Vellón, más otros 800 ducados prometidos a Domingo Carrera
y Antonio Palacios y una partida de gastos burocráticos. Unos 4.500.000 mr. ¿Y
la “pasta” venía de “Madrid”? Pues no. El dinero se recaudaba entre los vecinos
de los lugares situados a veinte leguas a la redonda. Tocó a cada vecino, que
no alma, a 633 maravedís.
Y, cuando de pagar se hablaba –y se habla- todos
se ponen de uñas. ¿Dónde terminaban esas veinte leguas (5`6 Km) de radio? Pues
en muchos puntos de esos 38.000 km cuadrados… en el fondo del mar. Claro que si
entendemos “a la redonda” como veinte leguas por todos los caminos que salen
del lugar la cosa mejora. Hasta que empezamos a discutir cuanto mide una legua.
La legua jurídica antigua medía 15.000 pies, menos de 4`2 km. Ahí lo dejo.
Otra Real Orden del rey Felipe V, de 1722, dice
que “en la Cuesta de El Almiñé, que al
tiempo que se formaron condiciones se había diseñado camino nuevo que se había
de abrir para uso de todo género de carruajes, por no haberlo antes, sí solo
una senda penosa para los bagajes, se había notado que por donde lo dirigían
aún quedaría más difícil, peligroso e insuficiente, en especial desde la
condición 29 hasta la 32, que mandaba hacer dos puentes y gastar una peña que,
ejecutado, sería precipicio; y sin embargo de que este inconveniente era
subsanable dirigiendo la línea sin el paso del arroyo a que habían de servir
los dos puentes, sustituyendo estos en otra parte no menos esencial, se hallaba
hoy un camino que llamaban de la Hoz que dirigía a la Ermita de Ntra. Señora de
la Visitación, sita en la más superior parte de la Cuesta, que antes era senda,
y hoy, a expensas de la devoción, era camino ancho capaz de (sic) transitar por
él cualquiera género de carruaje, más corto que el acondicionado, aunque no tan
fácil de extender las líneas precisas para cortar cuesta tan agria, que
fortificando los estribos que hoy eran de piedra seca con la obra acondicionada
para el otro camino podría servir sin añadir alguna costa, precediendo
regulación de Maestro así de esta permuta de camino como de las precisas mejoras
de que hacíais representación...
Después
de lo cual, en carta de 30 de abril pasado, Nos representasteis... habíais
nombrado a Pedro del Real y Francisco del Prado, vecinos del lugar de Drobo
(sic), quienes habían acondicionado la obra que necesitaba el citado camino, y
la habían tasado en 32.500 reales de vellón; y el que dirigía al paraje que
llaman El Cepo, incluso en el cuerpo de obra del Puente de Arenas, decían
necesitaba para su perfección de 1.000 ducados de coste, pareciéndoles éste más
conteniente por lo menos oculto, estrechándose como se estrechan las eminencias
en el que dirigía a la Ermita y considerando se inundaba más de nieve...
El
Maestro a cuyo cargo estaba la obra del Puente... había expresado tenía por más
conveniente a los caminantes el camino que dirigía a la Ermita por más breve, y
se allana a ejecutarlo en el precio tasado sin ninguna baja, por no poder
servir a camino real la obra de piedra seca ejecutada por el Ermitaño que hoy
sostenía el que se usaba, en cuya inteligencia parecía había de ser menos
costosa...
La indecisión técnica era causa de grave
detención en las obras pero también los problemas financieros con motivo del repartimiento
de las cargas presupuestadas ante las cuales numerosos lugares adujeron no
estar incluidos en las veinte leguas, como San Asensio, o estar exentos por
privilegios como Madrigal del Monte. La villa de Laredo no quiso remitir el
cupo con el pretexto de tener que reparar sus muelles.
Un año más tarde, en 1723, con fecha de 2 de
octubre, el mismo Felipe V se dirigía al Corregidor de las Siete Merindades.
Recordaba el rey, que con fecha de 18 de marzo de 1723, “José Antonio Díaz Tamayo, en nombre de Antonio del Castillo, maestro
de cantería en quien se remató dicha obra y reparos, presentó ante los de
Nuestro Consejo una relación en que dijo que a cargo de su parte había estado
dicha obra, la cual tenía fenecida y acabada y declarada por Maestros y
Veedores de Puentes... en la cual (postura) hizo de mejora 7.000 reales poco más o menos”.
Alegaba, también, los gastos extra y fianzas que
depositó y las molestias causadas por la oposición por parte de lugareños al
camino elegido. El total de las obras importaba 15.400 reales.
Siguiendo entre los legajos, se hallaron
aquellos en que Agustín Ruiz, maestro de obras encargado de puentes, caminos y
calzadas de Las Merindades desde 1766 solicitaba la comparecencia de varios
testigos en septiembre de 1770. Indicaba, a grandes rasgos, que el presupuesto dispuesto
por Diego de la Riba no era suficiente y, además, achacaba el retraso de las
reparaciones a los duros inviernos anteriores.
En estos autos intervino como defensor de las
obras el Licenciado Antonio Bustillo. Porque, en aquellos años, un proyecto de obras
públicas se planteaba como una causa forense, trayéndose a favor y en contra de
las “partes” (el puente, la calzada, tal vez los usuarios de los caminos...)
testigos aleccionados.
El Maestro recabó el testimonio de varios
trajinantes y usuarios familiarizados con el recorrido. Así, un vecino de Santa
Olalla, Manuel Ruiz de Huidobro, asiduo a las ferias de Villarcayo y otros
trajines informaba que “desde la última
casa donde vive Manuel Fernández, toda la Cuesta arriba hasta lo alto de la
Hoz, además de ser los más tercios (pendientes) de ella muy penosos y agrios,
está intransitable, de modo que... de no componerse con calzada encajonada
sería imposible el que se pueda transitar, por las muchas aguas que de los
Altos caen, y estar muy pendiente... Desde dicha casa última hasta el llano de
la Majada, necesitan precisamente de calzada, y hacer un pedazo de paredón que
se ha caído; y desde dicha Majada arriba, en otros cuatro bien largos, también”.
Felipe Rodríguez, vecino de El Almiñé, comentaba
sobre la cuesta: “(…) el deterioro y
menoscabo de dicha cuesta tanto que hoy se halla intransitable por haberse
llevado las aguas la tierra, cascajo y encascado que tenía debajo, hasta haber
llegado a la peña; y en otras partes haber dejado el encascado suelto, habiendo
en paraje hoyada muy profunda de vara o más, que sin conocido riesgo y mucho
cuidado no pueden bajar carros. Y en un tramo que tiene llano debajo de la
Majada se van las aguas por el camino. Y luego que se sale del pueblo, se ha
arruinado un pedazo de paredón o fuerte, el cual tiene para sostener el camino.
A cuyas causas contempla no es posible mantenerse dicha cuesta con encascado y
cascajo y tierra encima, pues las aguas precisamente lo han de ir llevando”.
Y, visto lo visto, se nombra a los Maestros
Francisco Berrardón, de 50 años, y Matheo Fernández, de 41, para que reconozcan
el estado del tramo entre La Hoz y Villarcayo, con atención especial a la
calzada de La Hoz a El Almiñé. Prestaron su declaración jurada en Villarcayo, el
primero de noviembre de 1770, ante el Corregidor de las Merindades Fulgencio
Antonio de Molina y Salcedo, abogado de los Reales Consejos.
Tras todo esto, ¿Es romana la calzada de El
Almiñé? ¿Qué entendemos por romano? ¿Su trazado es suficiente para llamarla
romana? ¿Es necesario que existan obras de ingeniería del periodo? Debemos
asumir, por los comentarios de los testigos, que podría ser que la ruta del
siglo XVIII transitase sobre otra abandonada mil años antes, parcamente
utilizada en el intervalo y que gracias a la reactivación económica local se
replantea sobre la traza anterior, con ligeras variantes. Eso sí: los romanos
estuvieron aquí y subirían al páramo de Masa por algún lado, digo yo. ¿Cuál?
Ni la tabla peutingeriana ni el itinerario de
Antonino nos aclaran la cuestión. Isaac Moreno Gallo tampoco dice mucho sobre
Valdivielso, además nos indica el camino hacia la meseta a través del cañón de
la Horadada y Briviesca o por Juliobriga y el camino de la actual carretera Santander
Burgos (más o menos). Por su parte, Huidobro Serna prefería situar una vía
romana a lo largo del valle de Valdivielso hacia Oña. Julián García Sainz de
baranda tampoco ve romana la de El Almiñé.
Pensemos que, aún sin saber eso, su estructura
no se adscribe a la típica calzada romana. Otrosí, tampoco podemos hablar de
que lo que vemos es la reforma de una vía existente puesto que ni siquiera el
trazado del Camino Nuevo carreteril de los documentos coincide con el más
antiguo de herradura. Pero la seguimos viendo romana ¿Y eso, por qué? Asumamos,
para comprenderlo, que el ritmo de desarrollo tecnológico que tenemos hoy no es
trasladable al pasado. La técnica caminera varió poco hasta la introducción de
los adoquines, el macádam (piedra machacada y prensada), el hormigón y el
asfalto. Con ello una obra del siglo XVIII puede colar como romana. Podemos
darle este sentido a la afirmación de Gil Abad que dice que “a finales del XVIII, la red caminera era
parecida a la romana”. Aun así, en el caso que nos ocupa hay que tener
cuidado al interpretar los documentos. No perdamos de vista que el trazado y
conservación de las obras públicas era, y es, objeto de fuertes intereses y pugna
entre poblaciones, que defienden sus respectivas “variantes”.
Concluyendo: no es romana porque la cuesta de El
Almiñé es una obra realizada en el siglo XVIII. Aunque desconocemos el
alcance real de las obras de cantería por mucho que digan los papeles –seguro
que entonces se engordaban los trabajos como hoy- y cuyo presupuesto resulta
bajo e igual para todos sus tramos, independientemente de la obra necesaria. Ni
más ni menos, como si se tratara de un simple arreglo, a pesar de lo que se
pondera lo mucho que hay que hacer. Y es que, digamos una vez más, los documentos
no se escribieron para nuestra información, sino para cubrir unos objetivos
concretos e incluso inconfesables. Como hoy.
Bibliografía:
“Papeles viejos de Castilla-Vieja. Crónicas de
ayer en el archivo de Villarcayo” Jesús Moya.
“Caminos burgaleses: los caminos del norte (Siglos
XV y XVI)”. Tesis doctoral de Salvador Domingo Mena.
Anejos:
Extractos del informe de dos maestros sobre
la construcción de las calzadas de la cuesta de la Hoz:
Se nombra a los Maestros Francisco Berrardón, de
50 años, y Matheo Fernández, de 41, para que reconozcan el estado del tramo
entre La Hoz y Villarcayo, con atención especial a la calzada de La Hoz a El
Almiñé. Prestaron su declaración jurada en Villarcayo, a 1 de noviembre de
1770, ante el Corregidor de las Merindades D. Fulgencio Antonio de Molina y
Salcedo, abogado de los Reales Consejos. Aquí una serie de extractos de la
misma.
Así, la descripción parte de lo alto de la
Cuesta de la Hoz “hasta la primera casa
del lugar del Almiñé, en que vive Manuel Fernández, frente del Mesón que llaman
(del) de Quintana, que está de la otra parte del arroyo... y como estaba dicho
camino a terraplén y cascajo encima, se lo ha llevado y desbaratado (el agua),
ni era posible subsistir en aquella forma, a cuya causa... (Don Diego de la Riba)
previene hacer calzada de 3.650 pies, y en lo restante de la Cuesta terraplenar
e igualarla... y hoy necesita más reparos y calzada, y el terraplén que dice en
lo restante de la Cuesta no puede subsistir”.
Pasan a enumerar los reparos y construcciones
precisas, con el pre-supuesto de cada tramo:
“Santuario
y Casa de las Lanas, desde la misma bajada por el Camino Nuevo, a distancia de
780pies de línea hasta encontrar con lo llano que hay enzima de un pontón que
está para pasar de dicho Camino a otro que va por aquella ladera, se ha de
hacer de calzada (de) piedra a cacho, terraplenando e igualando primero todo su
pavimento. Luego sobre ello hacer el empedrado en la forma dicha metido a
cacho, y de 20 en 20 pies una hilada de adoquines boltrados en escarzano,
cariados, y por medio su hilada de adoquines maestra, también cariados, para la
resistencia y firmeza de él; y las aguas, recuas, carros, coches y calesas, de
que es bastante el curso, especial mente de recuas y carros, por ser el camino
más real, público y común para los puertos de Montaña y Vizcaya, tráfico de
lanas a Vil hado, y el de grano y otros comestibles para estas Merindades,
Valle de Soba, Ruesga y otras partes. Y encima de dicho empedrado, una cama de
cascajo menudo para que se introduzca y cierre dicho empedrado. Uno y otro
material de buena calidad, por haberlo inmediato, y de la misma calidad y modo
todas las demás calzadas que se fueren acondicionando en dicha Cuesta y camino
hasta la primera casa de dicho lugar de El Almiñé. Que de la vanguardia que
existe en dicho camino a la parte del solano hacia arriba se ha de hacer otra
enlazada en ella, con 3 pies de planta rematada en 2, y de alto otros 3, sus
cobijas puestas a cacho para seguridad, y de larga 300pies de línea hasta
igualar con el empedrado, y dándola un pie de cimiento en los parajes que lo
permita el tercio...”
(El costo del tramo, lo estiman en 3.420 reales
de vellón.)
“Pasada
dicha calzada delineada por 480 pies de línea hasta poco más abajo del pontón
que va citado, todo el camino se halla bueno y tratable, a excepción de alguna
corta hoyada que se rellenará de buen cascajo, en donde se mantendrá por estar
llano...
Siguiendo
dicho Camino y Cuesta abajo de la distancia referida, y a la vista de la Cueva
que llaman de la Capitana, se fabricará otra calzada en la misma forma que la
anterior en la distancia de 540 pies de línea, y desde dicho pontón abajo, en
la de 180 pies, se abrirá un cimiento para poner cobijas que sostengan por
aquella parte otra calzada que tenga 2 pies de ancha, hasta enlazar con la que
hay vieja”.
(Costo del tramo: 2.300 r.v.)
“Desde
dicha calzada para abajo, en la distancia de 1.020pies de línea, se halla el
camino tratable por estar muy poco pendiente... Desde la salida y revuelta de
dicha Cueva de la Capitana hasta debajo de la Peña que se dice del Gallo, por
estar todo el camino desbaratado e intratable en la distancia de 1.050 pies de
línea, hasta cerca de un pontón o cantarilla por donde atraviesan las aguas el
camino para salir al arroyo de la otra parte, que se halla hundido y
encenagado, se hace forzoso hacer otra calzada del mismo género y en los
propios términos que las anteriores, y hacer un arquito a rafeta con 4 pies de
ancho y otros 4 de alto para el buen recibo y expediente de aguas...”
(Presupuesto del tramo: 4.350 r.v.)
“Desde
esta última calzada, en la distancia de 330pies, no se precisa obra. Siguiendo
dicha Cuesta y Camino hacia abajo en la distancia de 960pies y hasta cerca del
corralón o tinada en donde cierra el ganado el lugar de El Almiñé, por estar
intratable y desbaratado el camino, y con boyadas muy fuertes, se hace preciso
hacer otra calzada y terraplén en la forma que las anteriores... por lo muy
agrio y penosa, y poner las cobijas que le faltan”.
(Presupuesto: 3.840 r.v.)
“Siguiendo
dicho camino y cuesta por dicho corral y llanura que sigue, en la distancia de
1.500 pies de línea, está el camino tratable… Terraplenar su pavimento en
algunas partes con el cascajo que hay inmediato y a que quede igual su piso; y
por las orillas del arroyo o zanja en las partes que parezca necesario... se
pondrán sus cobijas crecidas a cacho para que no rompa y se salga a dicho
camino las aguas del arroyo o zanja, cuyo costo se regulará con el rompimiento
y abertura de la zanja.
Desde
dicho sitio y medida referida, al seguir la bajada, que es al dividirse este
camino del que ahora han tomado para bajar gentes, caballerías y carros en
distancia de 960 pies de línea camino abajo por estar todo desbaratado e
intratable, es preciso hacer otra calzada en la propia forma que la advertida
en las anteriores...”
(Costo presupuestado: 3.840 r.v.)
“Siguiendo
dicho camino, a poca distancia desde donde ha abierto camino para su era y
cueva dicho Manuel Fernández, (se proyecta otra calzada en un recorrido de 210
pies) ...que es hasta llegar frente a la hermita, pasado la casa de dicho
Manuel Fernández, y frente del referido lugar, frente al Mesón del de Quintana”.
(Presupuesto: 840 r.v.)
“Desde
el referido corral del ganado se ha de comenzar a abrir el arroyo o zanja para
el expediente de las aguas y separarlas del camino, con 3 pies de ancho y 2 y
medio de profundidad, siguiendo dicha zanja toda la orilla del camino por la parle
del regañón hasta dar más arriba de dicha Casa Mesón, rompiendo en varios
parajes porciones de peña que atraviesan dicho arroyo..., y hacer todas las
cobijas que le faltan hasta el Mesón.
Asimismo
levantar el paredón que se halla arruinado en 30 pies de línea con 5 de planta
rematándole en 4, y profundizando sus cimientos 3, y su altura a nivelar con el
camino según que está lo demás terraplenado con buen cascajo en diferentes
partes que lo necesita, desde el rompimiento de dicha zanja hasta el Mesón.
En las
calzadas que van acondicionándose se han de hacer también 12 artesonados en
ángulo, en las partes que sean para ello más a propósito, de 10 pies de ancho y
uno de hondo para recibir las aguas”.
(Costo: 2.500 r.v.)
Con esto hemos llegado a El Almiñé.
Excelente trabajo. Queremos que todas las calzadas sean romanas, francamente esta en particular lo parece. Olvidamos que los constructores han de tener un referente y que mejor que la tradición romana en caminos, aguantan los siglos y de qué manera. Mientras tanto seguiremos caminando por ella e imaginando que bajo cualquier trazado siempre hubo un inicio. Un saludo.
ResponderEliminarTiene usted toda la razón.
EliminarUn saludo.
Francamente interesante. Un saludo.
ResponderEliminarMuy buen trabajo, he aprendido mucho y con toda seguridad pues el empleo de referencias hace que el texto sea creíble. Gracias.
ResponderEliminarAgradecido.
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