Permítanme un “concejo”… –si es posible una
broma tan manida- vayan a este rincón del Valle de Mena lleno de vistas pastoriles
que fotografiar. Consta de tres barrios: Allende el río, La Ribera y Concejero.
Cuenta Concejero con dos torres (torre del marqués de San Isidro y torre de
doña María) declaradas Bien de Interés Cultural pero que no están inventariadas
arqueológicamente.
¿Desde cuándo pudo haber una población donde actualmente
se asiente Concejero? Aunque su rastro documental surge en el “Becerro de
Behetrías” se podría llegar a asegurar que este pequeño entorno estuvo habitado
desde tiempo inmemorial… o, si lo prefieren, probablemente desde el siglo VIII.
Por su advocación. Y eso.
Y, ¿Qué nos contaba el Becerro de Concejero?
Bueno, lo primero es que lo llama Honzejero. Nos dice que “Este logar es de muchos e ha y un solar el abbat de Oña Et otro el abbat
de sant johan. Et otro Pedro Fernández de Velasco” además de los
hijosdalgos que vivían en la población. Se pagaba al rey monedas, servicios y
martiniega en conjunto con los de Hoz por un importe de 24 maravedís y tres
cuarterones de pan. Más aún, “dan al
abbat de Oña cinco quartas de pan e a la orden del dicho vallejo (la Orden
de San Juan en la encomienda de Vallejo) que
ha dos quartas de pan medio trigo e medio cebada e a pedro Fernández del dicho
su solar un almud e seys quartas de pan medio trigo e medio cebada e seis mrs
en dineros”. Fernando Pérez de Ayala tenía el solar que perteneció a Garci
Laso de la Vega, solar que pagaba dos almudes de trigo y medio de cebada.
Uno de sus barrios, el de La Ribera, figura en
la descripción del camino que lleva a Hoz y en el que lleva a Taranco de Suso. Era
el año de 1429. Será en 1471 cuando destaque Concejero al ser el lugar del
reconocimiento de obligaciones por parte de vecinos de Vivanco, Ordejón,
Barrasa y Taranco con respecto a solares con infurción (un impuesto) de la casa
de Caniego en varios pueblos de la zona. Esta recaudación pasaba de la familia
de la Vega –la cual había recuperado los bienes al finalizar la Guerra Civil
Castellana de mediados del siglo XIV- a las de los Velasco que se la cedieron al
hospital de la Vera Cruz de Medina de Pomar.
Así, se documenta en 1523 como un lugar en el
apeo de los bienes de ese hospital de la Vera Cruz, que también tenía
propiedades en: Caniego, Covides, Anzo, Villamil de Mena, Nava, Partearroyo,
Ordejón, Taranco, Barrasa, Vivanco, Arceo y Panizares.
El apeo de los bienes de la diócesis de Burgos,
en 1515, nos dice que Santa Eugenia era la titular parroquial y patrimonial y
que el cura tenía que ser del pueblo de Concejero. En 1707 la visita diocesana nos
confirma que esta es la advocación de su templo parroquial. En 1591 Concejero
tenía 24 vecinos, 21 de los cuales eran hidalgos, 2 pecheros y un clérigo.
Y llegamos al 18 de mayo de 1752. ¿Qué ocurrió
ese día? Pues que se reunió Gregorio Marcos Vallejo, como representante regio,
con Marcos de la Torre y Manuel Gil que representaban al ayuntamiento de
Concejero. Además estuvieron Julián del Valle y Juan Ángel Sánchez del Valle, José
de Palacios y Francisco Taranco en función de peritos. Estaban a completar el
catastro del Marqués de la Ensenada. Por supuesto no se perdió el sarao Bartolomé
Ruiz Gómez que era el cura beneficiado de la localidad.
Vistas de la zona de la Torre del Marqués y de doña María. |
Constataron que Concejero era de realengo y que
por diversos impuestos pagaban 202 reales y que de su tramitación se encargaba
el ayuntamiento general del Valle de Mena. Evidentemente había más desembolsos
pero vamos a hablar de otros aspectos que nos trae el catastro más allá de eso,
tributar, que tan bien conocemos nosotros. La tierra, dicen los locales, era de
secano y no había pastizales. Rotaban trigo, maíz, trigo y descanso. Sembraban
legumbres, también. Tenían manzanos, perales, nogales, castaños y cerezos entre
otros.
Ciertamente, el río del lugar, el Hijuela, no
abunda en agua y así lo reconocían en el catastro pero nos puntualizaban que el
concejo tenía un molino de una rueda que molía tres meses al año y producía
cincuenta reales. Eran escasos también en colmenas teniendo solo tres que
pertenecían a Juan Ángel Sánchez del Valle siendo valoradas en dos reales.
En el pueblo había seis bueyes de labranza, cuarenta
ovejas, veinte cerdos, dos mulas de Juan del Valle y otra de José de Palacios.
¿Mucho? ¿Poco? Bueno, el número de vecinos era de trece y tres viudas viviendo todos
en diecinueve casas. Para su ocio y relación solo tenía la iglesia ya que no
constaba taberna ni mesón alguno. Bueno, sí, tenían una panadería para transeúntes.
Ningún servicio más.
Digamos que era una vida austera pero lejos de
ser pobre. A no ser que mintiesen a los recaudadores de impuestos pues no tenía
otra finalidad el catastro. El diccionario Miñano de 1825 nos da más pinceladas
sobre la vida de los habitantes de este pueblo. Indicaba que había veintitrés vecinos
que se traducían en 102 habitantes.
Lo que no nos cuenta Miñano –quizá porque
entonces no era interesante- era que en su testamento, otorgado el 14 de julio
de 1806, Joaquín Sánchez del Valle (¿les suena el apellido?), vecino de
Concejero, y que murió el 8 de abril de 1807 instituyó en el pueblo una
Preceptoría mandando que “...el Preceptor
que fuese elegido y nombrado y posesionado en el Magisterio deberá enseñar con
el mejor método la Gramática y Retórica Latina, Ortografía Latina y Castellana
de balde y sin interés alguno a todos los vecinos, hijos habitantes y moradores
de este Noble Valle de Mena, que quieren concurrir a su aula”.
Y tampoco comentó nada sobre la iniciativa de
Petronila Romillo Sánchez del Valle que pagó para la construcción de una
escuela para niñas. Era sobrina de Joaquín Sánchez del Valle. Ella también lo
dispuso en su testamento otorgado el 17 de mayo de 1819. El deseo de Petronila
era que el capital que donaba fuera para que “...haya una maestra que enseñe a las niñas a leer, escribir y coser y
hacer medias”.
Iglesia y edificio de la escuela de niñas de Petronila |
La escuela de Petronila se encontraba junto a la
iglesia parroquial de Concejero. Este templo tiene un ábside rectangular con
una portada de arco de medio punto con dovelas pequeñas en pórtico abierto.
Tiene otra puerta en desuso bajo la espadaña, también de arco de medio punto,
más noble. La espadaña es de sillería, de dos cuerpos, con tres huecos y dos
campanillos.
Tanto Miñano como Madoz nos recuerdan que el
Valle de Mena corresponde al obispado de Santander. Nos comenta este que está
bien ventilado y que su clima es sano y las enfermedades comunes son constipados
y afecciones de pecho. “Tiene 20 casas y
una pequeña de concejo divididas en 3 barrios llamados Concejero, la Ribera y
Allende el Río. La iglesia estaba bajo la advocación de Sta. Eugenia,
servida por un beneficiado patrimonial, una ermita en el pueblo y otra en el límite
jurisdiccional con Campillo y Burceña, dedicadas a Nuestra Señora del Rosario y
Nuestra Señora de los Prados. Además, Constaba la advocación de Santa Olaya que
podría estar indicando el recuerdo de una población. Ya consta el cementerio y
comenta que hay dos buenas fuentes. Comenta que el terreno es bueno para el
trigo. “Tiene un monte al N. de la pobl.
y otro al O. poblados de encinas, y lo baña el mencionado río Hijuela, sobre el
cual hay 2 puentes, uno de piedra y otro de madera. Los caminos son de pueblo á
pueblo”. Producción: trigo, maíz, patatas, nueces, uvas, peras, cerezas y
manzanas. Había ganado lanar, vacuno y de cerda y los vecinos cazaban perdices
y liebres, y pescaban truchas y anguilas. Finaliza diciendo que vivían solo 38
personas en el pueblo. Una cifra demasiada baja si la comparamos con la centena
de veinticinco años antes. ¿Emigración? ¿Mintieron para proteger a sus quintos?
¡¿Mentir a la administración?! Pues… sí. Porque
el Anuario Riera, en 1881, nos da la cifra de 110 habitantes. La tasa de
crecimiento o de inmigración era multiplicar por tres el número de residentes. Cerca de ser imposible, digo. Se fija en que
los niños asistían a las escuelas municipales y, remata, dejándolo por escrito,
que “ninguna importancia ofrecen los treinta
y tres edificios de que consta”.
Hombre, los editores no se acercaban a los
pueblos para confirmar los datos que imprimían pero en este lugar hay, al
menos, dos casonas dignas de ser vistas.
Una de ellas es el Palacio de Francisco Fernando
de Sojo, un edificio de Crisante y Novales que es un ejemplo característico de
casona norteña muy vinculada, como no podía ser de otra forma, a los edificios cántabros
y vascos de la misma tipología. Su arquitectura dieciochesca (1773) muestra una
fachada principal compuesta de un modo simétrico y en la que el pórtico, con
una triple arcada de medio punto, es un elemento sustancial. Parece que al
edificio principal se le añadió uno secundarlo para el área de cocina y
servicios, quedando en el otro las salas y alcobas de los señores de la casa.
En su planta baja se situaban las cuadras, bajando de modo vertical desde el
desván, donde se almacenaban el cebo para el ganado, el “pajero” conducto que
llegaba a ellos y que servía para enviar el alimento.
Su estructura, de madera, está realizada en
vigas y soportes de madera de haya y roble, destacando las tarimas de tablones
de castaño de más de cuatro metros de largo. Al edificio se agrega una finca
concebida como solaz y explotación agropecuaria.
La otra casona que destaca en la parte principal
del pueblo está próxima a la ermita de Nuestra Señora del Rosario. Francisco
Oñate supone que es la "Casa de los Alemanes" comprada por Heilige
Franz Lotze, catedrático de Geología en la Universidad de Münster (Alemania),
hacia el año 1930. En uno de sus muros se acomoda un escudo de armas, de
sencillo diseño y timbrado por un casco. En su campo: De azur, una torre de
plata, con dos leones, de oro, empinados a sus muros: Armas de “De la Torre”.
En
los protocolos notariales consta Carlos de la Torre, hijo de Juan de la Torre y
de Clara de Mena y nieto de Sebastián de la Torre y de María de Vivanco, y por
la línea materna, de Martín de Mena y de María Romillo. Este Carlos se casó, en
primeras nupcias, con Francisca de Ruigómez y tuvieron a Antonia, Juana y
Eufemia, de las que únicamente sobrevivió Juana. De un segundo matrimonio con
María Gómez, natural de Sopeñano, nacieron Francisco, Manuel, María y Victoria.
Y, ya que estamos entre escudos, avancemos un
poco más hasta la ermita de Nuestra Señora del Rosario. Se levante en el siglo
XVII. Está edificado con sillarejo y piedra sillar. En su muro meridional tiene
la puerta con arco dovelado y sobre ella hay un escudo de armas protegido por
un largo guardapolvo. Su forma es de cartela y está pendiente de una falsa
argolla. En su campo figura una cruz de Santiago, en abismo, surmontada por
ambos lados, de una venera y una flor de lis, en palo, y entre ellas una venera
mayor, en jefe. En la parte inferior, también a ambos lados de la cruz, una
panela y una venera, alternas y en palo, y otra venera en la punta.
El origen
de este escudo podría esclarecerse si nos atenemos al siguiente protocolo: "En el lugar de Entrambasaguas de este
Valle Real de Mena a diez días del mes de Agosto de mil setecientos y tres,
ante mí el escribano público infrascrito, pareció presente don Francisco de
Entrambasaguas y del Valle, vecino de dicho lugar y patrono de las buenas
memorias y obras pías que dotó y fundó en la ermita de Nuestra Señora del
Rosario del lugar de Concejero, de este dicho Valle, don Diego López del Valle,
religioso de la Orden de Santiago, difunto, para estudiar estudiantes y casar huérfanas de su tronco y
linaje, y por serlo en grado conocido con el fundador y haberlo cobrado Ana, y
María de Monasterio, naturales que son del lugar de Irús de este dicho
Valle...". El citado Diego López del Valle dejó, a cada uno de los
patronos, doscientos ducados en censos para atender a las citadas obras pías.
Como vemos, en cuanto dejabas a uno de Concejero testar… te destinaba dinero a
la educación.
Y, por seguir hablando de casas, debemos dar a
conocer las que se llamaron casas de “la prueba” que tenían el privilegio
reconocido en las ordenanzas de poder sacar del monte de Ordunte la madera y
leña que necesitasen. Además, el derecho a llevar allí su ganado, excepto las
yeguas, y de levantar cabaña donde quisieren. Debían cumplir dos condiciones: que
los dueños de las casas viviesen constantemente en ellas y que pagasen a la
hermandad un celemín de la medida vieja cada año. Cuando se escribieron las “Ordenanzas
de la Ordunte” había diez y seis casas de la Prueba y una de ellas estaba en
Concejero.
En esta población –siguiendo en ese año 1892-
había dos “Arcas de Misericordia” que estaban destinadas a entregas a los
vecinos grano en caso de necesidad.
Si lo pensamos bien, solo con los habitantes de
estas casonas sería suficiente para completar los 28 residentes que nos decía
el “Indicador general de la industria y el comercio de Burgos (1894)”. ¿Debo
creerle cuando me dice que Domingo López Pereda me vendía licores y vinos en el
pueblo? ¡¿A quién se los vendía?!
Casa del Alemán |
Más aún, en 1901 sabemos los nombres de los
profesores de la escuela de este pueblo. Había dos, maestro y maestra. De ello
deduzco que el número de niños y de familias debían ser algo más que 28
personas. Se llamaban Jerónimo Ruiz y Emilia Angulo que seguían en 1911. En
1933 estaba como maestro Hermógenes Mardones Robledo que tras la guerra se vio
obligado a pasar por un expediente de depuración. También impartía clases
nocturnas para adultos. En 1902 el cura era Ignacio Alonso y 1904 Luis Riera
Vega. Poco a poco vamos enterándonos de más negocios de la población: en 1906,
Zacarías Presillas tenía una expendeduría de tabacos y una tienda de
alimentación y licores que llevaba años compitiendo con la de Domingo. En 1908
nos dicen que hay 31 habitantes y todos esos negocios. Aún más, Domingo López
se anima a dar comidas en su mesón.
Dejando aparte la cifra de habitantes vemos que
en 1909, y al menos hasta 1911, el párroco es Julio Velasco.
Para 1950 Concejero tenía 113 vecinos de hecho
que se distribuían en 26 viviendas. La guía diocesana de la provincia eclesiástica
de Santander dice que en el año 2000, junto a Hoz y Taranco, tenía 69
empadronados. En 2019 había 20 empadronados.
Bibliografía:
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional
y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen
Sonsoles Arribas Magro
“Becerro de Behetrías”.
“Burgos edificado”. José Luis García Grinda.
“Noticia del noble y Real Valle de Mena”. Anónimo.
“Censo de población de España en 1877 y 1897”
“Censo de población de las provincias y partidos
de la Corona de Castilla en el siglo XVI”
“Nomenclátor de las ciudades, villas, lugares,
aldeas y demás entidades de población de España. (1950).
“Diccionario Geográfico, estadístico e Histórico
de España y sus posesiones e ultramar”. Pascual Madoz.
Diccionario geográfico, estadístico, histórico,
biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus
posesiones de ultramar” por Pablo Riera Sans.
“Diccionario geográfico - estadístico de España
y Portugal”. Sebastián Miñano
“Anuario del comercio, de la industria, de la
magistratura y de la administración”.
“Anuario riera. Guía práctica de industria y
comercio de España”.
“Indicador general de la industria y el comercio
de Burgos (1894)”.
“El Valle de Manzanedo. El Valle de mena” de la
colección “Historia de Las Merindades de Buros”. María del Carmen Arribas
Magro.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V
Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
“La enseñanza en el Valle de Mena. Una
singularidad desde el siglo XVIII hasta nuestros días”. Armando Robredo Cerro.
Instituto Nacional de Estadística.
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