Trasladémonos a un pueblo que es generalmente
conocido por su hermoso puente sobre el río Ebro y su entorno natural.
Un entorno natural que llegó a estar en peligro
hace cien años. Debemos saber que esta zona es rica en areniscas wealdenses,
una formación continental entre el Jurásico medio y el final del Cretácico
inferior, y tienen que ver con el petróleo.
Villanueva Rampalay (Google) |
La fiebre del oro negro –no podía evitar
introducir este sintagma- en Villanueva Rampalay es temprana, llegó al poco de
empezar a degustar el siglo XX. El alma inquieta que revolucionó el ambiente
fue Antonio Ruiz Robledo, cantero y uno de los constructores del balneario de
Corconte. Este caballero observó flotando en el río manchones de lo que creyó
podía ser petróleo. ¿De dónde podía proceder? Dedujo que el origen de las
manchas debía estar en las arenas impregnadas que afloran en una parte del
monte, al occidente del pueblo.
No quiso quedarse con la duda y, recogiendo
muestras de las manchas, las envió, junto a otras de la arenas, a analizar. No
tenemos constancia de quienes las analizaron. Se sospecha que fueron los
técnicos que trabajaban en los sondeos de Robredo Ahedo o Cubillos del Rojo. Los
informes serán positivos: ahí había petróleo. Tras lo cual se anima a denunciar
los terrenos de las arenas asfálticas.
Antonio Ruiz Robledo. |
El siguiente paso será contratar de su bolsillo
a algunos peones del pueblo para extraer más materiales que siempre manda
analizar. Todo este trajín le llevó a ser conocido en Zamanzas, quizá de forma burlona,
como "El Rey del Petróleo". Pero su empeño se vio coronado… ¡con la
ruina!
Contaba Félix Fernández, en 2005, que "Mi abuelo fue el que empezó a hacer
las primeras prospecciones, con gente de aquí, que excavaba y sacaba las
arenas. Las lavaba y las mandaba a analizar; y es el que trajo el primer
geólogo, que era de Rusia. Él vio las manchas por el Ebro, en el río. Salían
manchas, y entonces se conoce que él consultaría con alguien, o eso. Se conoce
que haría los primeros análisis y le dijeron que era petróleo. Y entonces, a
partir de ahí, empezó a hacer excavaciones: no diríamos minas, pero sí
excavaciones, y sacaban arenas y las llevaban a analizar. Él solo, con obreros,
con chicos de aquí; los pagaría, claro: ¡como que se arruinó una o dos veces!".
Esta enojosa situación lo obligó a vender la
mina a un francés que apareció un día por este valle de Zamanzas para comprar
nogales. Cuentan que este maderero emprendedor murió ahogado en el hundimiento
que sufrió el barco en el que regresaba a su patria. ¿Resultado? La mina
continuará siendo propiedad de Antonio Ruiz, quien de nuevo la pone en venta,
esta vez a una sociedad cuyo nombre parece que no nos ha llegado y que, pudiera
ser la del señor Luis Ornilla Larrazabal, de Bilbao que hacía sondeos en los
páramos de Cubillos del Rojo a finales de los treinta.
Diario de Burgos 05/09/1923 |
Y, como se suele decir, a la tercera fue la
vencida. Será esta sociedad la que empiece con el aprovechamiento del petróleo
escondido entre las arenas asfálticas. Para ello, contrató mineros de Barruelo
de Santullán (Palencia), especialistas en explotaciones subterráneas, que
fueron los que excavaron, posiblemente antes y después de la Guerra Civil, un
laberinto de galerías comunicadas en la montaña arenosa. Estas galerías, con
casi tres metros de altura y dos de anchas, estaban perfectamente entibadas y
tenían instalación de raíles para las vagonetas que sacaban al exterior el
producto. Los mineros se iluminaban con carburos, y algunas veces se les apagaba por la
cantidad de gases. Era una explotación relativamente superficial, con
cabrestantes movidos a mano, que extraían las vagonetas por un plano inclinado.
Gente del pueblo que conocieron las minas en su momento recuerdan lo tiznados
que salían quienes allí entraban y que las vagonetas no excedían de veinte.
Una vez fuera, las vagonetas eran arrastradas
por bueyes hasta unas pilas de cemento y ladrillos con varios compartimentos situadas
junto a la carretera que sube hacia Arreba. La arenisca, desmenuzada, se
introducía con agua caliente producida por una caldera de vapor en unas
hormigoneras. La mezcla se removía hasta un punto de masa en el que se llevaba
a unos decantadores donde el petróleo “flotaba”. Allí, mediante cazos o
cucharones, se extraía el petróleo.
La cantidad obtenida era muy poca: según
refieren personas que trabajaron en estas instalaciones, en una jornada de ocho
horas venía a ser de 200 litros. Y, encima, era un petróleo que solo servía
para quemar en fábricas.
El Sol 21/06/1927 |
No sabemos cuánto les duraría el negocio pero sí
conocemos que en la postguerra era la compañía CAMPSA la que poseía las arenas
de Villanueva Rampalay, y que fue esta empresa la que intensificó su
explotación.
Era tal la necesidad de recursos y de motivación
popular de la dictadura que destacamos esta noticia del “Diario de Burgos” de
abril de 1944:
"El
Boletín Oficial del Estado del día 17 publica una orden de la Presidencia del
Gobierno concediendo superpreferencia a los pedidos de materiales, cualquiera
que sea su clase formulados por la Delegación del Gobierno en la CAMPSA con destino
a la intensificación apreciable de las investigaciones petrolíferas y de la
explotación de las arenas impregnadas que la Compañía Arrendataria del
Monopolio de Petróleos está llevando a cabo actualmente con muy buenos
auspicios en el valle de Zamanzas, en esta provincia".
Pero, aunque esta aventura de las arenas
bituminosas no parecía que fuese a descollar, no todo fue malo para el Valle de
Zamanzas de los años cuarenta, los años del racionamiento, los años del hambre
y la emigración. ¿Por qué? Porque CAMPSA convirtió el valle de Zamanzas en el
centro de sus investigaciones petroleras en el norte de Burgos. Entendían que
la existencia de las arenas era un síntoma muy esperanzador –al náufrago
cualquier tablón le vale- , y eso debió animar a esta empresa a continuar con
su explotación, así como a iniciar labor de prospección, con sondeos de profundidad,
en busca de las posibles e importantes bolsas que se suponía existían en el
subsuelo de la zona.
Las arenas se abandonaron a los pocos años,
seguramente en el momento en que hicieron acto de presencia las torres de
perforación y éstas comenzaron a hacerse familiares entre los vecinos de los
pueblos. Uno contaba que "la primera
máquina que se trajo para perforar tardó siete años en alcanzar 400 metros. A
esa profundidad, salió [petróleo] a
tubo lleno, pero fue una [pequeña]
vena que encontraron, pues se agotó enseguida".
Diario de Burgos 10/04/1949 |
Después hubo varias perforaciones próximas a
Villanueva de Rampalay: en Tudanca, en La Ribera y en Peña Ortún. Con ello, muchos
hombres de Villanueva Rampalay y de su entorno, dejaron de ser campesinos para
travestirse en obreros del petróleo mientras sus mujeres asumían la actividad en
tierras y establos. Los mineros de Barruelo construyeron carreteras sobre
caminos infames; los canteros de Zamanzas levantaron dos barriadas de piedra de
sillería, que sirvieron para alojar a ingenieros, maestros sondistas llegados
de Murcia, mineros de Barruelo y oficinistas, y todos ellos con sus respectivas
familias.
Se trajo luz eléctrica de “El Porvenir” de
Burgos, de Quintanilla Escalada, instalándose un transformador. Fueron
construidos también talleres y almacenes; hubo incluso una gasolinera para el
servicio de CAMPSA, situada junto a la carretera, así como un polvorín para los
explosivos empleados en los sondeos. Se trabajaba a tres turnos, y las explosiones
con pólvora para desobstruir tapones en los pozos se sucedían; los jornales
corrían, y los dos establecimientos tienda-bar y una pensión para solteros que
había en Villanueva hacían su particular agosto, vendiendo ultramarinos y dando
alojamiento, al igual que lo hacían también las casas particulares.
No faltaba baile todos los domingos en la plaza
del pueblo, bien animados por una gramola o bien por músicos de la zona. Fueron
unos años de prosperidad y optimismo en los que la población aumentó en
Villanueva en cerca de cien personas, cantidad importante si se tiene en cuenta
que este pueblo contaba por entonces con apenas veinticinco vecinos. Un
esplendor y un nivel de vida que bien podía contrastar con las penurias por las
que debían pasar en otras zonas de Las Merindades en los difíciles años
cuarenta y cincuenta del siglo XX.
Diario de Burgos 30/07/1964 |
Desde Villanueva Rampalay partían las expediciones
petroleras, supervisadas por el ingeniero Ruperto Sanz, a otros lugares de
Zamanzas y el norte de Burgos como Gallejones, Báscones y los páramos de
Cubillos del Rojo (1955) y de Masa (Dobro y Villalta). Cuando salió petróleo en
Villalta, personal del centro de operaciones de Villanueva acudió allí y
algunos guardan todavía, en botellas, muestras del petróleo allí aflorado.
Todo empezará a morir en 1962 cuando se traslade
el cuartel general de CAMPSA a La Lora. En la actualidad, hundidas las cuatro
boca-minas de las arenas y desaparecida la actividad en Zamanzas solo nos
quedan los recuerdos y las edificaciones de la empresa, diferentes a la
arquitectura local.
Bibliografía:
“El petróleo de la Lora. La esperanza que surgió
del páramo”. Varios autores coordinados por Miguel Moreno Gallo.
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El Sol”.
“Características de algunos vecinos del nuevo
Ensanche y de Siete Calles. Bilbao en 1800-1900: mis ocho bisabuelos y sus
familias”. Gonzalo Duo Benito en la revista “Bidebarrieta”.
Mucha ilusión recordar lo vivido
ResponderEliminarY lo que se comenta fue la realidad
Gracias por su participación y un saludo.
EliminarHola buenas
ResponderEliminarExcelente trabajo.
Queria trasladar una cuestión, por si el autor o algún lector del blog me pudiera ayudar.
Participo en una exploración espeleológica en el valle de Valdebezana.
Revisando documentación histórica de los ingleses de LUSS que estuvieron explorando las cuevas de la zona en los años 72-73, se habla de un vertido de aceite en el entorno de Cubillos del Rojo que, meses después afloró por una de las cuevas situadas en el Valle de Valdebezana. Dadas las caracteristicas del entorno, estimo que en aquellos años un derrame de un aceite (mineral, supongo) tendrá probablemente que ver con un accidente de tráfico en la N-232 o bien un vertido derivado de las perforaciones que se realizaron en la zona, puesto que la industria en el páramo era practicamente inexistente, Cubillos es un pueblo pequeño y un vertido de aceite, para aflorar en una cueva tras varios meses y varios kilometros debe de ser un vertido de una cuantía significativa.
El caso es que llevo días revisando hemerotecas y blogs y no he encontrado mención alguna a la historia.
Lo dejo caer por si alguien hubiera escuchado de esta historia o de alguna que pudiese encajar.
Muchas gracias de antemano por cualquier colaboración.
Saludos, Jorge
Se lo publico y espero que alguno de los lectores pueda darle la información que usted necesita.
EliminarUn saludo.