Estamos frente a
un edificio que ha tenido la suerte de resucitar. Bueno, su suerte fue
sobrevivir al desarrollismo turístico tardofranquista que convirtió en cantera
o en solares para edificar muchas joyas de nuestra comarca.
La historia de
este priorato está unida indefectiblemente a la del propio Trespaderne. En un
documento –probablemente falso- de mayo de 1052 el rey de León Fernando I y la
reina Sancha dan al monasterio de Oña el señorío jurisdiccional de la mitad de
Trespaderne, el barrio dependiente de la parroquia de San Vicente. Pero, como les
he dicho, el documento debe ser falso porque hasta 1183 este barrio no entró en
la órbita de ese monasterio benedictino. Otro documento de 1052, este de diciembre,
cuenta que el rey García de Nájera, y su mujer Estefanía, dotaban al monasterio
benedictino de Santa María de Nájera, en La Rioja. Una de esas donaciones era Trespaderne
de Castilla Vieja con todo lo que le pertenecía. Se referiría al barrio cuya
parroquia era San Millán. Recordemos que esto era posible porque entre 1035 y
1054 casi todas Las Merindades estuvieron bajo el dominio del rey de Navarra. García
lo hizo para atraer a esta zona hacia Navarra.
Resumiendo: el
vecindario quedó dividido fiscal y eclesiásticamente. ¡Y en esta situación permanecerá
durante siglos! En 1170 eran fijados los mojones que separaban las propiedades
de ambos monasterios benedictinos. Algunos autores resaltan que los vecinos
siempre estuvieron a disgusto bajo el señorío y jurisdicción de Oña.
El rey Alfonso
VIII confirmó en 1175 al monasterio de Cluny la iglesia de Santa María de Nájera
con todo lo que le pertenecía, y entre ellas localizamos la de Trespaderne. El
mismo rey Alfonso VIII donó en 1183 al monasterio de Oña la villa de
Trespaderne en Castilla Vieja, con sus collazos, solares poblados y yermos, con
ríos, molinos y pesquerías, prados montes y fuentes. El rey remachaba la
separación entre esos dos monasterios.
El monasterio de
Oña, con el tiempo, acumuló un importante patrimonio, pero muy disperso. Para
recabar las rentas de los muchos lugares de Castilla la Vieja y el Valle de
Tobalina, los monjes construyeron unos edificios para ese propósito: los
prioratos. Así están, entre otros lugares, Tejada, Villavés, San Pedro del
Romeral, Noceda-Berrueza, Cillaperlata o Trespaderne. En el siglo XIV Oña disponía
de once prioratos llegando a ser tenido por el monasterio de más monjes y más
rentas (81.908 maravedís). Era la abadía española más rica, llegando a recoger
25.000 fanegas de renta.
Antes de la
creación del priorato de Trespaderne la recaudación de la zona se hacía en
Medina. El señorío sobre esta población y su cercanía a Oña motivarían su
traslado a Trespaderne. En las afueras del pueblo, en el barrio de San Vicente,
en medio de una extensa finca y en una fuerte pendiente, los monjes levantaron
un amplio caserón. Disponía horno, huerta, palomar y cueva de vino pues en el
pasado el viñedo era muy numeroso; un molino de dos ruedas en Tedeja; y un
cañal para pescar en los ríos Ebro y Nela al lado de Cillaperlata.
El mayordomo que
tenían en Trespaderne los de Oña el año de 1338 percibía del pueblo doscientas
treinta y tres fanegas de cereal, frente a la mayoría de los pueblos
circunvecinos que solían aportar un centenar y, aún, bastante menos. En 1350, Trespaderne
seguía siendo un lugar de señorío del abad de Oña y del prior de Nájera. Al
abad de Oña le pagaban las infurciones en un monto de cien fanegas de pan
mediado; y al prior de Nájera diez almudes de pan mediado y yantar una vez al
año cuando visitaba el lugar dado que su priorato estaba en Azo (La Molina del
Portillo del Busto).
El monasterio de
Oña tenía, además, de la parroquia de San Vicente, la propiedad y jurisdicción
de varios despoblados y solares: San Zadornil y los solares de La Losa, La
Penilla, Arroyo, La Oyuela o solar de don Alonso, Reoyo y Asperilla. Es decir, la
mayor parte del territorio de Trespaderne era del monasterio de Oña, lo que
hizo que San Vicente se convirtiese en la parroquia del pueblo, al menos, desde
1515 en que aparece como única en el apeo episcopal, a pesar de que sabemos que
la de San Millán continuó como parroquia, con pila y sacramentos, al menos
hasta el siglo XVIII. A mediados de este siglo las tierras de San Millán no
pagaban diezmo, prueba de que el priorato de Azo había dejado de cobrarlo,
porque exentos no estaban –menudos eran los curas-. En el año 1544 Trespaderne
aportaba 28.429 maravedíes de renta anuales al monasterio de Oña.
En el Priorato
vivía un monje que disponía de capilla y vivienda. El resto de la construcción
estaba destinada al almacenamiento de las rentas. En la religión de San Benito,
priorato era la casa en que habitaban algunos monjes, pertenecientes a un
monasterio principal, cuyo abad nombraba el superior inmediato llamado prior,
para que los gobernara.
La construcción
del actual edificio es tardía. Su análisis y la documentación constatan que se
trata de un trabajo del siglo XVII. Efectivamente, en el año 1665 fue levantado
bajo las siguientes condiciones: en la planta baja se harían tres trojes, un
cuarto y una escalera. En la segunda una sala de recibimiento y una celda,
cocina y chimenea. El tejado iría a cuatro aguas. Los materiales los pondría el
monasterio. Debía estar terminado para 1666. Fue rematada la obra por Martín de
Monachia, vecino de Briviesca, por 2.600 reales. En 1670 consta que la habitaba
el prior y administrador de las rentas, padre Francisco de Argáiz que, también,
hacía de párroco de San Vicente.
En el siglo XVIII la actual calle Mayor se denominaba calle de San Millán por la iglesia que estuvo construida en el lugar donde se alza el inmueble que estudiamos. Dispone de un
buen pórtico, con ingreso de arco de medio punto que parece un añadido
posterior al resto. El interior y entrada al edificio principal se hace a
través de una puerta adintelada, surmontada con un escudo que parece el de la
corona de Castilla y León. Cadiñanos Barcecí dice que los monjes colocaron las
armas reales como muestra de la protección oficial. Para Francisco Oñate Gómez
este escudo de armas, de pobre diseño, timbrado por una obsesivamente mutilada
corona, dicen que en tiempos de la Segunda república Española, y ornado por dos hileras de lambrequines era usual en el monasterio de San
Salvador de Oña como testimonio de que en su iglesia monacal están enterrados
reyes y condes vinculados con los cuatro Reinos. En un campo cuartelado tenemos
las Armas de Castilla; las Armas de León; las de Navarra; y las Armas de Aragón.
Como vemos se omiten las de Granada. En otros escudos, con las mismas armas, se
incluye un escusón con la figura del Arcángel San Miguel, patrono del cenobio,
con el demonio derrotado y encadenado a sus pies.
El frente con el
escudo mira hacia Trespaderne. Dicha fachada principal luce amplias ventanas
encuadradas por buena sillería. Las demás son escasas y reducidas, sin duda con
el fin de evitar robos, humedades y otros males a los cereales allí
custodiados. Los paramentos son de pobre mampostería.
Cuando a
principios del siglo XIX se le concede a Trespaderne un mercado, los de Oña aprovecharían
la ocasión para comercializar allí los excedentes que acumulaban en el priorato.
Lo mismo venían haciendo los canónigos de Vadillo en Frías y los cistercienses
de Rioseco en Medina.
Con las
desamortizaciones del siglo XIX, tanto el monasterio de Oña como sus
propiedades e inmuebles fueron enajenados o quedaron abandonados. Con
diferentes destinos, el inmueble del Priorato, como otros edificios monasteriales
de Las Merindades (parroquias, ermitas, viviendas…), terminaría en ruinas. En septiembre de 2011 un incendio acabó con su interior y la techumbre.
Cortesía de "Diario de Burgos"
Actualmente Juan Atienza Serna, tras conseguir comprar las partes a veinticuatro propietarios dispersos por el mundo, está decidido a reconstruirlo para convertirlo en un hotel de ocho habitaciones y su vivienda particular.
Bibliografía:
Periódico
“Crónica de Las Merindades”. Artículo de Inocencio Cadiñanos Bardecí.
“Las Siete
Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del
Carmen Arribas Magro.
“Blasones y Linajes
de la provincia de Burgos. V Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate
Gómez.
Periódico "Diario de Burgos".
Interesante historia :)
ResponderEliminarY ojalá salga bien el nuevo proyecto para el edificio.
Cada ruina menos es un triunfo más para nuestras queridas Merindades.
Bien mirado, Las Merindades tienen un potencial turístico fantástico... Pero hace falta cariño por lo propio, ilusión, ideas, buena gestión, unidad de la gente y, cómo no, pecunia.
¡Suerte a los emprendedores de Las Merindades! :)
Hola:
EliminarAnte todo gracias por participar y, no hay duda, yo también creo que el potencial de esta comarca es enorme.
Y, a su vez, deseo que el proyecto salga bien.
Gracias por la info para los habitantes de trespaderne, tenemos historia, la tenemos que saber y la debemos de difundir, tenemos potencial turístico y este alojamiento turístico es todo un éxito, no solo por su piscina, por sus vistas a la Tesla, al puente medieval sobre el río Nela o a la fortaleza de Tedeja, si no por el trampolín para hacer rutas por la nueva via verde del antiguo tren Santander Mediterráneo, GR 85, GR 99, ETC... Viva Trespaderne y viva Las Merindades...
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