Dejábamos
a Amalia tumbada en su cama y a su médico de cabecera intentando convencer a la
Academia de Medicina para que se interesase en el caso. Por ello, desde finales
del año 1924 hasta mediados de 1925, el trasiego de misivas entre el Doctor
Manuel Gutiérrez y la Real Academia Nacional de la Medicina fue continuo. El
Dr. Criado y Aguilar, Secretario de la Real Academia de la Medicina, presenta
ante al Comité de la misma, un elaborado estudio de cincuenta y dos páginas a
doble cara en las que expone al Comité Médico de la R.A.N.M. con multitud de
detalles médicos, el caso de Amalia así como sus impresiones al respecto: "(...)
hay que substraerse de la aureola sobrenatural de que la imaginación más
impresionable, perspicaz y ágil que la reflexión razonadora, se ve incitada a
revestir la historia de esta desgraciada enferma, pues nuestra fantasía, antes
de que nuestra razón actúe, ya se ha percatado de que los hechos en cuestión,
no encajan en el marco de la realidad cotidiana, sino, que eluden el
cumplimiento del código biológico."
"Pueblo Cántabro" (09/11/1924)
El
Doctor Criado y Aguilar buscaba tanto conocer la causa del mal de Amalia, y
solucionarlo, como descubrir el motivo de su supervivencia. En su informe
presentó un estudio referente a las necesidades nutritivas de un cuerpo adulto
que es alimentado únicamente a base de leche, emplea ejemplos de supervivencia
sin alimentación que se dan en el reino animal como pueden ser el de los osos
polares y su periodo de hibernación, o cuenta la existencia de un libro del año
1852 en que otro médico recoge un caso "similar", aunque como el
propio académico reconoce, las diferencias entre Amalia y la otra enferma son evidentes:
"la enferma de su historia, sesenta y cinco años de edad, era ciega,
tenía la cabeza inclinada sobre el pecho, las rodillas casi tocando con el
rostro, las pantorrillas como pegadas a la parte posterior de los muslos y la
parte anterior de estos al vientre, sus manos, la una se hallaba recostada
sobre el pecho y la otra bajo sus inmóviles rodillas, permanecía en un estado
de adormecimiento tal, que muchas veces no respondía aunque se la llamase y
parecía como aletargada".
"El pueblo cántabro" (03/12/1924)
Con
todo ello, el Doctor Criado concluye: “(…) Jamás se habrá presentado a esta
Real Academia un problema científico tan digno por sus inmensas dificultades.
Semejante tarea invita a todos los Sres. Académicos a su prestación intelectual
en busca de la necesaria interpretación. (…)¿Cómo sostiene esta enferma, sin
alimentarse y sin beber, su calorificación tan intransigente y apremiante que
es "conditio sine quanon" de la conservación de la vida, el
funcionalismo de todos sus órganos, el ejercicio de su inteligencia, de sus
sentidos y de su afectividad, la integridad en la fundamental de sus
innumerables regiones de elementos celulares y para mayor misterio, ¿cómo
conserva una regular apariencia en su hábito exterior bajo el punto de vista de
la nutrición del color y expresión de su fisionomía y energía de la voz?”
"Pueblo Cántabro" (18/12/1924)
Este
médico explicaba la operación quirúrgica que proponía como remedio: la conocida
gastrectomía que hoy en día reciben enfermos de cáncer u otras patologías de
ese órgano. El Dr. José Codina y Castellví tras alabar el trabajo del Dr.
Criado y Aguilar sospechaba que Amalia era un engaño. Pero el dos de marzo de
1925, la Real Academia en Junta, aprobó que las autoridades sanitarias de la
región dictaminarán sobre la posibilidad de trasladar a la enferma a Madrid,
para examinarla. El médico Manuel Gutiérrez dijo que no creía posible el viaje
a la villa y Corte. Visitó a Amalia Baranda el Inspector Provincial de Sanidad
de Burgos, junto al subdelegado de Medicina del distrito correspondiente al
pueblo de Espinosa de los Monteros, determinando que podía viajar a Madrid y
que la familia estaba de acuerdo siempre y cuando viajase el doctor Gutiérrez.
Pero no visitó Madrid.
"Diario de la Marina"
(05/02/1925)
A
todos los médicos sorprendía la resistencia a la muerte por inanición y deshidratación
de Amalia. Mostraba los ya comentados síntomas habituales de falta de líquidos:
sed intensa; la mucosa de la boca seca y pegajosa -que trataban de ser paliados
mediante colutorios (enjuagues) que escupía al dolerle su ingesta-; hundimiento
de los ojos; la falta de elasticidad en la piel confirmada por fotos y la
dificultad en inyectar el Phosphorrenal; y disminución de lágrimas y de orina.
"Diario de Palencia" (14/05/1925)
Todos
los médicos conocían las señales de dejar de comer que empiezan con la quema de
la glucosa almacenada en el hígado y músculos (glucógeno). Este almacén se
agota a las doce horas y empezamos a producir nueva glucosa a partir de
aminoácidos y ácidos grasos extraídos del músculo y tejido graso subcutáneo. Pasados
unos diez días, el metabolismo va adaptándose para conservar las proteínas y
van disminuyendo las necesidades basales, así como va cambiando el sustrato
energético, que pasa de ser exclusivamente la glucosa a los cuerpos cetónicos
(cetosis), producto éstos del catabolismo de las grasas. Pero entre los veinte
a cuarenta días, si persiste el ayuno, se agotarán las reservas del tejido
adiposo y comenzará la utilización de las proteínas, primero del músculo
esquelético y después también del visceral. Podría decirse que el cuerpo se
consume a sí mismo para transformar estas proteínas en sustancias que puedan
aportar energía (glucosa). La desnutrición afecta entonces a los órganos
(hígado, corazón, riñón...), deteriorando su función, así como una caída de las
defensas. La muerte puede producirse por alteraciones cardiocirculatorias,
hidroelectrolíticas, intoxicación por acumulación de sustancias tóxicas y lo más
frecuente por infecciones. En Amalia los doctores encontraron en sangre y orina
cifras elevadas de urea, nitrógeno, lactato y cetonas, productos derivados del
catabolismo que hemos visto muscular y graso y que pueden ser muy tóxicas
(incluso mortales) cuando se acumulan en el organismo. Quedaría la nutrición
parenteral (intravenosa), con mayor mortalidad por infecciones, que es una vía
de alimentación que se puede mantener a largo plazo. Que no tuvo Amalia. Y la
susodicha vía rectal parece que había sido abandonada tiempo ha.
"Pueblo Cántabro" (23/01/1925)
¿Y
el insomnio o sueño ligero e intermitente? Porque la falta de sueño produce falta
de concentración, somnolencia, torpeza, malhumor, estrés, ansiedad, pérdida de
memoria a corto plazo y de recuerdos, lentitud en el habla, problemas de
comprensión... A partir del tercer día sin dormir pueden provocar la
manifestación de locura temporal y alucinaciones. Fisiológicamente tenemos disminución
en la temperatura corporal basal, arritmias o provocar altos niveles de azúcar
en la sangre. Pero Amalia no parecía tener estos efectos. ¿Seguro que era
insomne? El doctor Gutiérrez reconoció que tal hecho no pudo ser probado más
que en los quince días que duró el seguimiento continuado.
"El Pueblo Cántabro" (02/03/1926)
Todos
estos factores resultaban sorprendentes para la sociedad de principios del
siglo XX y convertía a Amalia en un fenómeno mediático que hoy hubiera salido
en el “Sálvame” si no fuese por su introversión y ánimo reflexivo. El pueblo
llano asumía que Amalia sobrevivía por su fervor religioso. ¡Un milagro! La
ciencia, confundida. ¿Amalia? Con un pie en cada lado, pero rezando mucho. Y su
fe le permite soportar su enfermedad y le fortalece. Algo así como un placebo.
No debemos olvidar que era un tema de cariz humano en plena dictadura de Primo
de Rivera que se libraría de la censura y que llenaba páginas en la prensa.
"El Pueblo Cántabro" (08/01/1925)
Pero
volvamos a eso del morbo popular. La vivienda de la enferma se convirtió en
lugar de peregrinaje religioso, científico y periodístico. Su médico de
cabecera limitó las visitas para evitar deteriorar el estado de salud de Amalia.
Se llegó a verla como una Santa en vida e, incluso, cortaban pequeños trozos de
la sábana de la cama cual reliquia. Y, a pesar de todas estas molestias, los
Baranda abrían la puerta a todos sin reclamarles dinero, aunque algunos
visitantes dejaban algún alimento que aceptaban la señora Agustina y su marido
Pedro. Así lo reflejaba el periodista Antonio de Llanos el 21 de mayo de 1925, en
un artículo en “El Heraldo de Madrid”. Los padres de Amalia llegaron a vender
los aperos de labranza para afrontar los gastos de médicos, pruebas y
hospitales. El médico tampoco obtuvo recompensa alguna e, incluso, desembolsó
dinero de sus propios ahorros para costear tratamientos hospitalarios de
Amalia. De regalo, fruto del caso de Amalia, sufrió el descrédito de diferentes
compañeros de profesión.
En
1926, más concretamente en febrero, empezará la aventura zaragozana cuando los facultativos
de la Clínica de Zaragoza mostraron interés por el caso de Amalia. Los doctores
Manuel Gutiérrez y Sebastián Pinedo, tras hablar con la familia y la propia
Amalia, vieron en ello la posibilidad de obtener un nuevo diagnóstico. Manuel
Gutiérrez advirtió que los médicos zaragozanos eran escépticos sobre la
realidad del caso de Amalia. El 16 de febrero un coche de alquiler conducido
por el Doctor Manuel, al que acompañaba Ciriaco Villaluenga párroco de
Montecillo, llevó a la joven Amalia Baranda hasta Zaragoza.
"La voz de Menorca" (04/03/1926)
Ingresó
el día 18 de febrero, en el área de ginecología del Hospital Universitario y Ciriaco
retornó a Montecillo. Manuel Gutiérrez se quedó un par de días más,
supervisando la adaptación de Amalia, luego marchó a Barcelona. La enferma
quedó en manos del doctor Echeverría Martínez que se encargaría del aparato
circulatorio; el prestigioso doctor Pi y Suñer lo haría del aparato digestivo; mientras
que el Doctor Vallejo Nájera sería el responsable del sistema nervioso. El
segundo día de ingreso ingirió una papilla para realizar una radiografía. Tras
un ataque de nauseas y arcadas la vomitó. Los allí presentes comprobaron que entre
los restos no había rastros de jugos gástricos, solo papilla. A la semana los
resabiados y prestigiosos médicos maños reconocían su desconcierto. En los
dieciséis días de ingreso, a Amalia se la sometió a dos laparotomías más. Con
tantas operaciones su vientre estaría cuajado de cicatrices.
(08/03/1926)
El
diario "El Sol", el uno de marzo de 1926, publicaba: “El médico
Don Ricardo Horno, que está al cuidado de la enferma Amalia Baranda Ruiz, que
lleva sin comer ni beber varios años, ha facilitado sobre tan extraño caso el
siguiente diagnóstico: El caso de Amalia Baranda Ruiz, hospitalizada en la
clínica a mi cargo de esta Facultad de Medicina, es realmente interesante, más
no en el sentido que el vulgo pretende. Trátese de una histérica que
probablemente sufrió un proceso ulceroso de estómago que fue la causa inicial
de su causa alimenticia, intolerancia que en la actualidad es completa,
encontrándose en un estado de ayuno absoluto, al menos desde que está bajo mi
observación. Lo más interesante del caso es que, ante un ayuno total,
persistente durante un largo tiempo, según se dice de cinco años, con un número
escasísimo de calorías (800), con una cantidad reducidísima de nitrógeno (dos
gramos), y con un peso de 33 kilos, habiendo perdido 45 de su peso, la vida se
sostiene. ¿Puede el histerismo llegar hasta aquí? Este es un problema planteado
que hay que resolverlo con mucho estudio y mucho tiempo”.
"Mundo Gráfico" (10/03/1926)
Les
desconcertaron estos indicadores, nitrógeno y orina, que eran normales en una
persona que ayunase largo tiempo y desmontaba la teoría del fraude. Por no
contar con el análisis de sangre que mostraba valores de acetona tan elevados, que,
en un organismo más robusto, serían obligadamente letales. Comprobaron que cada
milímetro cúbico de esa sangre, tenía un aumento de entre medio a un millón de
glóbulos rojos más de lo normal. A mí me sorprende que indicase que ingería 800
calorías al día. Quizá sea una errata. Tras las dos laparotomías declararon que
"la rara disposición en que se hallaba colocado el estómago, en su
parte inferior pegado a la masa intestinal y por la parte delantera a la caja
torácica, lo convertían en un órgano incapaz de desarrollar las funciones
propias de él". Era inservible.
"El Pueblo Cántabro" (26/02/1926)
El
día 6 de marzo Amalia recibió el alta. En casa su estado se agravó acentuándose
un desequilibrio del metabolismo celular y la inyección de Phosphorrenal que
era la única vía receptora, la hipodérmica, también la rechazó durante un
tiempo.
"La Región" (07/03/1926)
A
modo anecdótico, comentar que el doctor encargado del estudio del aparato
digestivo era profesor de Medicina en la Universidad de Valladolid, el cual
quedó tan impresionado por el estado del estómago de Amalia que lo empleó como
ejemplo en sus clases, por ello, muchos de los estudiantes al acabar el curso
fueron visitantes de Amalia en Montecillo. En varios de los periódicos se
indicaba que Amalia comulgaba de forma diaria, siendo eso, la Sagrada Forma, lo
único que su cuerpo admitía. ¡Milagro! O que esos mínimos nutrientes se
deshacían en la boca.
"Nuevo Mundo" (25/11/1927)
Pasaban
los años y la medicina, frustrada, se desenganchaba de una Amalia desencantada.
Las visitas cada vez eran más escasas, lo cual por un lado era un alivio. Para la
prensa el caso no vendía… En el verano de 1935 acudieron a Montecillo los
doctores Bermejillo, Laburu y Vallejo Nájera, este era el de Zaragoza. Querían
investigarla durante un par de días. Amalia respondió: “Adelante, pero no me
hagan sufrir más, por favor”. Los médicos no concluyeron nada, pero
propusieron su traslado a Madrid. Ella dijo no.
"Estampa" (09/10/1928)
En
ese mismo año 1935, a la Clínica Universitaria de Zaragoza llegaba un telegrama
dirigido al Dr. Pi y Suñer: Amalia Baranda Ruiz de 39 años, había fallecido.
Manuel Gutiérrez recibió otro de Pi y Suñer pidiendo el cuerpo para estudiarlo.
Ella seguía viva y con buena memoria pues cuentan que recordaba a todos sus
visitantes. Y a los que, como ocurría con los monstruos de feria, querían su
cadáver.
"Estampa" (23/12/1933)
Iniciado
1936, Amalia, empeoraba: Pasaba el día con los ojos cerrados, abriéndolos
únicamente ante los azotes de dolor que, cada vez con mayor fuerza, la
golpeaban. Aun así, estaba consciente y respondía con cordura, pero con voz muy
débil. Sus cuidadores descubrieron un hematoma en el brazo izquierdo. Varios
doctores examinaron a la paciente y, si bien eran conocedores del estado casi
terminal de Amalia, insistieron de nuevo sobre la posibilidad de su traslado a
Madrid. En esa ocasión, Amalia aceptó la propuesta, aunque el viaje debía demorarse
un poco. No pudo ser al estallar la guerra de 1936 a 1939.
"Caras y caretas" (24/02/1934)
Montecillo
quedó en la línea del frente por lo cual el doctor Gutiérrez propuso a la
familia de Amalia trasladarla a su domicilio en Espinosa de los Monteros. Estaría
más segura y mejor cuidada. Y con el inyectable diario. El siete de agosto,
Amalia era trasladada hasta Espinosa de los Monteros. El viaje fue terrible
para ella y, a su vez, para quienes la acompañaban por una zona abierta a los disparos
republicanos. Manuel Gutiérrez buscó aislarla para su descanso, pero ante las
muchas peticiones, permitió las visitas a Amalia.
Domicilio del doctor Gutiérrez
en Espinosa de los Monteros
Desde
el año 1926 Amalia era miembro de la Asociación Religiosa María del Sagrario
del centro Diocesano de Burgos, motivo por el que podía tener un altar en su
propia habitación, escuchar allí misa y recibir la hostia consagrada. Dicho
retablo, lo tenemos en la sacristía de la iglesia de San Esteban, en Montecillo
de Montija. Habrá aquí un gran momento de mezquindad sacerdotal puesto que el
párroco de Espinosa de los Monteros removió cielo y tierra para librarse de ese
servicio a mediados de agosto. Envió una carta al obispado y en su respuesta, seis
días después, le permitían reclamar el documento donde venían recogidos los
privilegios de Amalia. No apareció y la enferma dejó recibir la comunión
diaria. La recibirá solo jueves y los domingos a primera hora de la mañana.
"La Región" (10/12/1924)
A
finales de agosto los ojos de Amalia habían comenzado a hundirse, los parpados y
labios estaban cianóticos, la respiración pesada, desorientación… La enferma
sabía que llegaba su fin y empezó a organizarlo: Pidió a María, la hija del
médico, que estuviese siempre cerca de ella y a Carmen Astarloa, esposa del
doctor Gutiérrez, que preparara su mortaja.
El
domingo, 20 de septiembre, Amalia había perdido el habla. El lunes, a las diez
y media de la mañana, se la aplica el Sacramento de la Extremaunción. A la una
y media del veintiuno de septiembre de 1936, expiraba. Bueno, “Cuarto Milenio”
dijo que murió en diciembre. En su partida de defunción figura como causa de la
muerte “Uremia cerebral”. La acumulación de productos tóxicos en la sangre,
incluida la urea. El riñón no filtraba ya los tóxicos.
Cortesía de José Antonio San Millán Cobo.
Pero
la aventura de Amalia no se agotó con su muerte. Vestida como deseaba fue
velada hasta la tarde del 22 de septiembre en el comedor de la casa de la
familia Gutiérrez-Astarloa. Ese día, a las once de la mañana, el juez firmó el
acta de defunción, firma que fue acompañada por la de diferentes testigos entre
los que se encontraba un hermano de Amalia, Dionisio Baranda. A las cuatro y
media el cabo del puesto de la Guardia Civil de Oña, Diez Alonso, el guardia
del puesto de Quincoces, Olegario Villanueva, el sastre Dionisio Marañón, Joaquín
Santana, abogado y algunos familiares de Amalia cargaron con la caja. Del ataúd
pendían cuatro cintas blancas, de cuyos extremos iban cogidas las hijas del
doctor Gutiérrez, María y Mercedes y otras dos jóvenes, vecinas de Noceco.
"La Región" (11/12/1924)
En
el camposanto se abrió el féretro para que la multitud lo viese y crease
reliquias por contacto. De esta labor se encargó un capellán voluntario en las
milicias nacionales llamado Pelayo Cantón Armendía. Según el documento se trató
de un enterramiento de quinta clase, es decir, el enterramiento más humilde que
se podía realizar. Más tarde, dicen, se exhumaron los huesos de Amalia y fueron
colocados en el panteón de la familia de la esposa del doctor Gutiérrez, los
Astarloa. Seguro, pero no figura en los documentos diocesanos.
Bibliografía:
“La
pregunta número siete”. Juan José López Núñez.
“Misterios
y enigmas del norte de Burgos”. Fran Renedo Carrandi.
Periódico
“Diario de Burgos”.
Periódico
“El Cantábrico”.
Periódico
“El Progreso”.
Periódico
“La Tierra”.
Periódico
“El Adelantado”.
Periódico
“La Cruz. Diario católico de Tarragona”.
Periódico
“La Región”.
Periódico
“Diario de la Marina”.
Periódico
“El Pueblo Cántabro”.
Periódico
“El Luchador”.
Periódico
“La Atalaya”.
Periódico
“La Prensa”.
Periódico
“El Debate”.
Periódico
“La Voz de Menorca”.
Periódico
“El Pueblo”.
Periódico
“El diario palentino”.
Periódico
“El día de Palencia”.
Periódico
“El Orzán”.
Periódico
“Correo de la Mañana”.
Revista
“Mundo Gráfico”.
Periódico
“El siglo futuro”.
Periódico
“La Libertad”.
Periódico
“El Heraldo de Madrid”.
Periódico
“el Liberal”.
Periódico
“El siglo futuro”.
Revista
“Caras y caretas”.
Revista
“Estampa”.
Revista
“Nuevo Mundo”.
Periódico
“Crónica de Las Merindades”.
Blog
“Tierras de Burgos”.
Web
“Te interesa saber”.
Programa
“Cuarto Milenio”
Podcast
“el prisma de la razón”."Vida de Amalia Baranda". Domiciano Sáez Estefanía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.