Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 11 de febrero de 2024

El enigma de otro mundo.

 
 
Recurrimos al título de una película de serie B del año 1951 que se estrenó en España en 1952 y que fue un éxito de taquilla para hablar de un incidente que ocurrió en Las Merindades. Se produjo en el otoño -o principios del invierno- de 1975 y, ya entonces, el “cazamarcianos” oficioso del momento, Juan José Benítez, entrevistó, sin nombrarlo, a uno de los testigos en su obra “100.000 km tras los OVNIs”. ¿La razón de ocultar su identidad? Estaban cazando en el monte, a las 02:30 horas de la madrugada y sin permisos oficiales. Permiso parecían tener del propietario de la finca donde se solían apostar para ejercer cierto “control cinegético” con la población de jabalíes. Vamos, que eran unos furtivos con “licencia” para cazar. Se apostaban cerca de los campos de trigo del estrecho valle y del camino de paso de los jabalíes. Y a esperar.

 
Tenemos, por tanto, a tres animosos cazadores que desde Villarcayo se van a un monte cercano a San Martín del Rojo en el Valle de Manzanedo a disfrutar de una fría noche invernal, u otoñal. Son Pablo Casado -no confundir con el efímero dirigente político del PP-, Bruno Lurachi y José Luis Laso. Se colocaron en dos puntos diferentes de la vereda. Bruno y José Luís estaban separados en una pequeña elevación y Pablo un centenar de metros más abajo. La ubicación de los tres era cercana a una antigua prospección petrolífera.
 
Por la ladera donde estaban apostados distinguieron a lo lejos una potente luz a pesar de que la luna estaba en cuarto menguante y brillaba. Bruno lo vio el primero y avisó a José Luis, que estaba apostado algo más arriba. Pero se dieron cuenta que Pablo estaba colocado en el camino de la luz.

Finca donde se produjo el avistamiento
 
“¡Nos asustamos mucho! Primero pensamos que eran otros cazadores, pero la luz era tan fuerte que lo descartamos. Entonces José Luís me leyó el pensamiento: ¿y si es la Guardia Civil? ¡Están cerca de Pablo! No es posible. ¡Esa luz es muy fuerte y está muy alta, está en el aire!”. Comentó recientemente Bruno. “Es lo más terrorífico que he vivido nunca” insistió. Les produjo tanto miedo que fueron incapaces de acercarse a Pablo que, desde la perspectiva de Bruno y José Luis, estaba más cerca de aquello. De la cosa. De la luz. Del ovni.
 
“Yo – comentaba Pablo en alguna entrevista- estaba sentado en el borde de la campa con la escopeta sobre las piernas y la cartuchera a mi lado, pero no tenía miedo, no en ese momento. Era todo lo contrario, estaba todo en calma y yo tenía una sensación como de sueño, pero de eso me di cuenta después”. Podemos desconfiar de la historia, pero hay elementos comunes a diferentes testigos y relatos que llevan a reflexionar sobre si, de verdad, vieron algo. Uno de ellos es el llamado “efecto sueño” que describe Pablo.

Pablo Casado explica lo que vio a Iker Jiménez.
 
Y el relajado Pablo disfrutó de una vista directa del objeto sito como a unos doscientos metros: “De pronto veo venir una luz por encima de los árboles y pienso que será otro cazador, pero a mí mismo me decía que era imposible, esa luz iba por encima de los carrascos, nadie podía ser tan alto”. La luz se detuvo a la vista de Pablo y de sus dos compañeros. “El objeto era igual que una pera de cristal”-lo encuadraríamos entre los OVNI de forma campaniformes- con la parte central opaca. El de Manzanedo mediría unos cuatro metros de arriba a abajo y de la parte alta salían como unos brazos que se doblaban y apuntaban hacia abajo y había una barra vertical que iba desde la parte superior hasta la base, y lo más extraordinario de todo, en su interior agarrado a la barra se encontraba un ser muy alto, de unos dos metros y medio de altura, con el tronco y los brazos muy largos. Las piernas, en proporción, más cortas y con una cabeza abultada. Este ser parecía manejar el aparato. 


Pablo cuenta que el aparato aterrizó en el humedal lleno de juncos cerca de él. Permaneció así durante unos cinco minutos para, después, apagarse y, luego, emitir potentes ráfagas de luz blanca –“como de fluorescentes” comentaría Bruno a Iker Jiménez- que procedían de su parte superior. Estas luces iluminaron todo el valle algo que asustó a los tres cazadores.
 
A los pocos segundos de desprender esas potentísimas ráfagas de luz, ascendió a toda velocidad hacia el firmamento, desplazándose en forma de “S” y convirtiéndose en una estrella muy brillante. En sus respuestas al investigador mirandés Juan José López resaltaron lo silencioso que era el aparato.

Javier Sierra y Bruno Lurachi. 
 
Bruno, Pablo y José Luis, ¡al fin!, son conscientes de que podían haber sido abducidos o asesinados -fueron conscientes de su miedo- y corrieron. Pablo llegó al apostadero de sus amigos sin resuello y luego, los tres, escaparon hacía el alejado SIMCA 1200 con el que habían ido a cazar. Atrás dejó Pablo Casado sus cartuchos y “llevó la escopeta porque la tenía en la mano”. Durante el viaje vigilaban el cielo por la ventanilla trasera… “¡Corre, corre, que nos coge, que nos coge!”.
 
En Villarcayo, en casa, Pablo contó lo sucedido a su familia. Más que sus palabras fue su actitud lo que les convenció de lo que contaba el cabeza de familia. Incluso salieron a mirar el cielo y Pablo les señaló el OVNI. En una entrevista reciente la hija de Pablo afirmó que la estrella que su padre le señalaba, ciertamente, era más brillante que los demás astros.

 
Al día siguiente, en los bares de Villarcayo, no se hablaba de otra cosa. Y no era porque los tres cazadores eran objeto de chanzas y bromas ya que mantuvieron sus bocas bien cerradas sino porque otras personas aseguraban haber visto a altas horas de la noche una anormal luminosidad que atravesaba el cielo. Ese mismo día, según recuerda Bruno, fue abordado por la mujer de Pablo: “¿Qué os pasó anoche? Pablo se ha duchado, se ha metido en la cama y no quería saber ni decir nada, ¡hoy me lo ha contado! Pero, ¿qué fue eso?”. Lurachi le respondió que era tal cual le había contado su marido. Si se fijan hay una contradicción entre este recuerdo y lo contado por la hija de Pablo. No digo más.
 
Pablo, Bruno y José Luis tardarían en hablar abiertamente de ello unos treinta y cinco años. ¿Estaban equivocados al afirmar que vieron un platillo volante? ¿Habían visto el reflejo de un coche? Bueno, en su defensa podemos decir que en esos días se produjo el avistamiento de Quintanaortuño, a unos 50 km, donde unos soldados observaron cuatro objetos parecidos en tamaño y forma a lo visto por nuestros cazadores.

 
Bruno Lurachi concluyó una entrevista en 2017 afirmando que me marcharé de este mundo con ello... ¡Que digan lo que quieran! ¿Qué estoy loco? Que lo digan... Si yo hubiera estado solo, pues vale, pero ¡tres, estábamos tres! Volvimos a nuestras casas... (…) Bruno no ha pasado tanto miedo jamás... ¡jamás! Eso era real, y te lo juro por lo más sagrado”.
 
 
Bibliografía:
 
“Burgos Misterioso”. Juan José López.
“Crímenes y misterios en Las Merindades”. Varios autores. Ed. MERPRESS.
Programa “Cuarto Milenio”.
Periódico “Crónica de Las Merindades”.
 

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