Hoy ascenderemos en busca de un Castro, y algo
más. Viajamos hasta Manzanedo donde hay restos de la cultura castreña que
datarían desde el periodo del primer hierro hasta el tardo romano y la alta
edad media.
Debemos poner en su contexto el poblamiento que
presentaremos. Hay tres zonas castreñas en nuestro entorno: las Loras del noroeste,
las Sierras de la Demanda y de Cervera y las Montañas del Norte de Burgos. La
forma, de estos emplazamientos es muy parecida viniendo marcados por la geomorfología:
los hay en espolón, en farallón simple y doble, en cerro amesetado, en colina
aterrazada, en portillo o collado, en vaguada, en ladera, etc.
En estas tres zonas podemos observar algunos tramos
vacíos: alturas superiores a los 1.500 metros como es el caso del centro de la
sierra de la Demanda con las máximas alturas de los picos San Millán (2.131 m.)
y el Mencilla (1.929 m.); la parte alta de las Loras y el Páramo de Masa por
las condiciones de aislamiento; y en las montañas del norte hay dos vacíos: las
alturas del borde norte, por encima de los 1.300 m. cuya máxima altura es el
Pico Valnera (1.718 m.), y las zonas llanas del sinclinal Villarcayo-Medina de
Pomar-Trespaderne que fue muy escasamente celtiberizado. Su ocupación
sistemática se debe al proceso de romanización.
Las zonas acotadas con asentamientos tendrían cierta
densidad de los mismos, aun desconociendo la existencia de alguno más. Aun así,
en el borde sur de las Loras puede apreciarse una mayor profusión de
asentamientos situados en el límite de zonas altas y en el arranque de tierras
de aluvión. Esto puede indicarnos el aprovechamiento económico de la caza en el
primer caso y de la agricultura en el segundo.
En la comarca de las Loras encontramos 28
núcleos de población cuyas dimensiones no son muy grandes. Son emplazamientos
espectaculares, con una visibilidad evidente entre ellos, aunque este aspecto
se ha puesto en duda como constante. La extensión de la mayoría está entre las dos
y las cinco hectáreas pero algunos alcanzan especiales dimensiones y son los
que se encuentran en el límite zonal ya que su situación y emplazamiento se justifican
porque dominan las altas tierras de aluvión de los ríos Odra, Brullés, Hormazuela
y Urbel, afluentes del Pisuerga y Arlanzón. Los poblados que ocupan mayor
extensión, distribuidos de una manera razonable, serían lugares centrales para
situaciones de riesgo.
Otro aspecto interesante a destacar es la escasa
distancia que hay entre los distintos poblados, particularmente en las zonas
donde hay mayor densidad. En dichas zonas la distancia entre los núcleos de
población está en un rango de unos cinco kilómetros o menos. Esto no es el
producto de una densidad grande sino, casi seguro, del carácter estacional de
su ocupación. Lo vemos en el sur de las loras y en los poblados del valle de
Losa. Sin embargo en la Sierra de la Demanda esas distancias son mayores, entre
10 y 20 km., quizás impuesto por la orografía y por la menor población.
En la zona de las Montañas del Norte el tamaño
de los asentamientos es similar a los anteriores. Los emplazamientos más
extensos son: San Pantaleón con 19'5 ha.; El Castro de Momediano con 18 ha.; y
Peña Rubia-El Castro de Oteo y El Castro de Brizuela con 10 ha. cada uno. Los
demás son todos más pequeños: Las Hazas de Villabasil con 6'6 ha., El Castro de
Cidad de Ebro con 6'5 ha., El Castro de Valdelateja con 5 ha., Pico Casares de
Ahedo de Butrón con 4 ha., El Castro de Barrio de Bricia con 3'5 ha.,
Terradillos de Sedano con 2 ha., y los castros de Peña Gobía en Arroyo de San
Zadornil y Nocedo en Návago con 1'5 ha.
Tras estas pinceladas sobre los castros de la
zona burgalesa continuamos ascendiendo al collado donde nos encontraremos con
más de un entorno arqueológico. Veremos las Mesas y Las Mesillas diferenciadas
pero limítrofes.
El yacimiento de Las Hesas o Las Mesas se
localiza en la parte superior de una zona de páramo calizo en el área acotada
entre el Ebro y el arroyo de Valdequintana, en la margen izquierda de ambos. Una
plataforma con terrazas sobre todo en dirección sureste. En el lado opuesto
desciende en niveles más estrechos y de pendiente más acusada. Distinguimos el
yacimiento por numerosos túmulos dispersos aleatoriamente a lo largo de una amplia
superficie. Esto túmulos son amontonamientos de piedras calizas de pequeño y
mediano tamaño que forman estructuras de planta casi circular cuyo diámetro
oscila entre dos y cuatro metros, y con un alzado aproximado de 80 a 150 centímetros.
Están cubiertos por la pradera natural y por brezos que impiden un análisis
arqueológico no invasivo. Ruiz Vélez considera que se pueden tratar de
enterramientos en túmulo. Esta necrópolis tendría una extensión de unas 3`5
hectáreas y se extiende, también, por la parte posterior del cerro donde Jesús
Pablo Domínguez Varona indica que “en
ésta última zona existen túmulos en apariencia más antiguos que se mezclan con
mortueros y restos de cabañas pastoriles”.
Podría ser una necrópolis de la primera edad del
hierro. En esta época la norma era la incineración enterrándose las cenizas
marcadas mediante túmulos de piedras. Aunque hay necrópolis en las que se han
hallado inhumaciones y ajuares.
Debemos entender que con la expresión “Edad del Hierro”
nos referimos al tiempo en que se conoció la forma más sofisticada de
metalurgia donde se requiere una alta temperatura de fusión. Al ser duro y
abundante fue sustituyendo al bronce. El principio de esta época puede estar en
el mundo hitita de hacia el año 1200 a.C., extendiéndose con las penetraciones
de los Pueblos del Mar; independientemente del punto exacto de origen Anatolia,
Macedonia y el nordeste de Tracia debieron ser las plataformas desde donde
llegó el hierro hasta el occidente europeo. Se expandió por el Mediterráneo
llegando a Italia en el siglo X a.C. con la explotación de los recursos de Isquia
y de la isla de Elba desde el VIII a.C.. Los fenicios y los griegos lo
llevarían hasta Occidente desde antes del año 1000 o por lo menos desde el s.
VIII. Comúnmente se habla del intervalo siglo VI al III a.C. para el norte de
España.
Para terminar con las Hesas o Mesas, esta zona
estuvo cultivada por las gentes del Valle de Manzanedo por lo cual nos
podríamos encontrar con que ciertas acumulaciones de piedra sean mucho más
cercanas en el tiempo fruto de la limpieza de los sembrados y quizá nos estamos
haciendo más ilusiones de las debidas.
A 1.300 m aproximadamente, al Sur oeste del yacimiento
y ocupando el extremo del espigón, tenemos el castro de Las Mesillas. Por tanto,
es muy probable que ambos formen parte de un mismo conjunto arqueológico. Por
otro lado, hay que señalar que en el espacio que los separa son muy frecuentes
las escorias de hierro de pequeño tamaño. ¿Hubo allí talleres o algo así?
El límite jurisdiccional entre Argés y Manzanedo
pasa por mitad del castro de Las Mesillas, que también es de la Edad del Hierro
I. El castro tiene unas dos hectáreas de superficie y está protegido por
farallones rocosos de muy difícil acceso salvo por la zona este que se abre al
páramo. Allí se encuentra el lienzo de muralla de trazado recto y 120 m. de
largo de la que se conserva el derrumbe que alcanza en la base un espesor de 10`5
m. y entre 1`5 y 2`5 m. de altura.
Castro de Las Mesillas |
En algunos sectores se ven los bloques de piedra
del paramento exterior asentados en seco y de pequeñas dimensiones. En el lado
sur parece encontrarse una entrada de embudo. Ante los restos podría llegarse a
deducir la presencia de un camino de ronda en dicha muralla.
El denso manto vegetal que cubre la superficie
impide encontrar algún resto arqueológico y, por ello, no tiene asignación a un
momento cultural preciso. Por otra parte, resulta curioso que un castro de
pequeñas proporciones tenga una muralla tan grande. En el interior hay algunos
alineamientos de piedra que bien pudiesen corresponder a alguna planta de
vivienda cuadrada. Cerca de la muralla algunos círculos de piedra de unos dos
metros de diámetro, pudieran ser algún enterramiento tumular.
Tallado de un gozne en una piedra. |
Al no tener estudios definidos sobre este
asentamiento vamos a intentar describirlo basándonos en los resultados de otros
lugares. Las casas serían pequeñas, inicialmente de planta cuadrada y luego quizá
pudieron evolucionar a hogares en U con patio de acceso. Normalmente eran
rectangulares o trapezoidales, construidas con madera y barro, aunque los restos
arqueológicos localizados en otros yacimientos proporcionan sólo pozos rellenos
con ceniza y basureros con restos de animales de comida, cerámica, etc. En
nuestro caso, hay mayor presencia de restos de lo que podrían ser edificaciones
en el lado sur.
María del Carmen Arribas Magro entiende que la
entrada en embudo y la potente muralla señalaría la existencia de una
ocupación romana de este castro, del mismo modo que en Brizuela y en el castro
de Quintanilla de Rucandio.
Es probable que este castro también tuviese
ocupación altomedieval dado que en un Kilómetro a la redonda encontramos el
eremitorio de los Moros, Santillán y el propio Argés. Además, en la ladera Sur
ha dejado el topónimo La Castra.
Para saber más:
Bibliografía:
“Poblados y necrópolis burgaleses de la edad del
hierro: una aproximación a su demografía”. Ignacio Ruiz Vélez.
“El Valle de Manzanedo. El Valle de Mena” María
del Carmen Arribas Magro.
“El bronce final y la primera edad del hierro”.
Antonio Beltrán Martínez.
Normas urbanísticas del Valle de Manzanedo.
Hola! Estuvimos con Triskel haciendo el recorrido: Manzanedo, Cueva de los Moros, Necrópolis de las Mesas, Castro de las Mesillas y Dolmen de Argés. Vimos bastantes pequeños pedazos de escoria de hierro por el suelo en la zona de túmulos de las Mesas. Quzás alguna fragua para las herramientas y útiles de labranza. Un saludo!
ResponderEliminarDicen los autores de “CARACTERIZACIÓN DE LAS ESCORIAS DE HIERRO Y SU INTERPRETACIÓN EN EL CONTEXTO HISTÓRICO-ARQUEOLÓGICO” que “Las escorias de hierro se localizan allí donde se ha desarrollado alguna actividad siderúrgica”. Con esto estoy de acuerdo con usted en que donde hay escorias de hierro hubo alguna fragua para herramientas y armas. Otra cosa es saber si era prerromana, romana o tardorromana-visigótica.
Eliminar