Revisaremos en esta entrada el camino de una
pequeña estafa cañí nacida en Cantabria y muerta en una carretera de Las
Merindades según nos contaba el periódico “El Cantábrico” el 23 de mayo de 1923:
“Estafa
de dos mil pesetas.
Nuevamente
la excesiva credulidad y la superstición han dado lugar a que se haya cometido
una estafa, de la que ha sido víctima la vecina del pueblo de Pandillo Eusebia
González Pardo, de cincuenta y tres años.
En casa
de dicha mujer se presentó días pasados una gitana, manifestándola que ella
tenía poder suficiente para curará una hija que aquélla tiene y que padece
ataques. Añadió que para realizar la maravillosa cura necesitaba dos mil
pesetas, que pondría a la madre al lado del corazón, donde había de tenerlas durante
cinco días sin quitárselas ni decírselo a persona alguna.
Eusebia
González, en su deseo de que sanara su hija, no dudó un instante en acceder a
la proposición de la gitana, y entregó las dos mil pesetas a ésta, que colocó
en un trapo, a manera de cataplasma, sobre el corazón de la crédula mujer. Pasaron
dos días, y sospechando que pudiera haber sido víctima de un engaño, fue a
mirar el envoltorio y se encontró con que en lugar de los billetes contenía,
recortes de periódico.
Un hijo
de la estafada denunció, el hecho a la Guardia Civil de Espinosa de los
Monteros. El comandante del puesto, con la fuerza a sus órdenes, salió en
automóvil en persecución de la gitana, logrando darla alcance en Medina de
Pomar y rescatar las dos mil pesetas estafadas.
La benemérita procedió a la detención de la gitana María de la Cruz y de un
sujeto que la acompañaba llamado Juan Malla. También fueron detenidos por la
Guardia civil de Selaya los gitanos Ramón Larralde y Emilia Dimas, siendo
puestos a disposición del Juzgado de Villacarriedo”.
Nos encontramos con una mujer que desconoce los
fundamentos de la medicina y que asocia la curación con poderes mágicos; y con
una gitana que conoce la debilidad de la vecina de Pandillo y, abusando de la
confianza de mujer a mujer, la visita para hacerla soltar 2.000 pesetas de
1923. Pensemos que un periódico costaba 10 céntimos de peseta y una noche de
hotel unas 20 pesetas. Vamos, que la curación milagrosa partía de una cantidad
importante. La prensa, “Diario de Burgos”, nos informa de la enfermedad:
ataques epilépticos. Quizá el tratamiento podía ser en función de la cantidad
de dinero disponible para las consultas médicas… ¡Qué se podían conseguir con
2.000 pesetas!
Otra cosa curiosa es que el hijo, como dirigido
por la santa providencia, acude a la Guardia Civil de otra provincia suponiendo
que los timadores tomaron el camino de Las Merindades. Claro que, quizás antes
o después, se debió de dar parte a la de Santander porque otra pareja de
gitanos son detenidos en Selaya. O no.
La disposición de medios para esta operación fue
enorme. ¿Tenía un coche la Guardia Civil de Espinosa de los Monteros? ¡Qué
quieren que les diga! En 1924 el cuerpo tenía doce coches con lo cual veo
difícil que tuviesen uno adscrito a este cuartelillo. Seguramente confiscaron
uno, como en las películas americanas. Puede que, simplemente, el periodista se
“acelerase”.
Diario de Burgos (26/05/1923) |
“El diario palentino” también comenta el timo y
su captura. Su nota periodística varía un par de nombres –nada raro en esta época-
con Ramón Larralde en Lasalde y a Emilia Dimas en López, deja claro que iban
juntos y que son capturados en la carretera de Cornudilla a Briviesca. ¡Viva
las contradicciones! También nos da una cantidad de dinero diferente: 2.025
pesetas. Lo situaba en el día 17 de mayo.
Hemos hablado del “Diario de Burgos” y de cómo
presenta la noticia el día 26 de mayo de 1923. Y también tiene sus
contradicciones:
“Según
noticias de Santander, el día 15 del actual se presentó en el barrio de
Pandillo, pueblo de Vega de Pas, una gitana llamada María Cruz Pardo, la cual,
enterada de que la vecina Eusebia González Pardo tenía una hija que padecía ataques
epilépticos, se brindó a curarla, pues según dijo tenía poder para ello. Recomendó
a Eusebia que guardara 2.000 pesetas en una bolsita y se la colocara en el
pecho, teniéndola en esta forma unos siete días sin decírselo a nadie, ni aun á
la enferma.
Como
Eusebia no se sabía colocar la bolsita, lo hizo la gitana, la cual desapareció
del pueblo. A los tres días se le ocurrió a Eusebia registrar la bolsita, y con
la natural sorpresa vio que las pesetas habían desaparecido.
Un hijo
suyo, sin decir nada a nadie, se trasladó a Espinosa de los Monteros, dando
cuenta de lo sucedido a la Guardia Civil. Una pareja salió en automóvil,
deteniendo en Medina de Pomar a la gitana, a su amante y a dos sujetos que les
acompañaban, recuperando las 2.000 pesetas. Los detenidos ingresaron en la
cárcel”.
¿En qué consistió el timo? Pues, en un cambiazo.
La timadora prepara el paquete con los billetes auténticos y luego lo cambia
por otro relleno de recortes de periódico. Lo hemos visto en la película “el
golpe” con Robert Redford o en “Los tramposos” con Toni Leblanc. Lo difícil es el
cambiar los paquetes y conseguir un tiempo para escapar. En nuestro caso no
juegan con la avaricia de la víctima sino con su amor e ignorancia al obligarla
a llevarlo cerrado durante tiempo suficiente para que los gitanos escapasen. Sobre
cómo realizó el cambiazo sin tener a un acompañante que distraiga al panoli lo
resolvió como dice el artículo del “Diario de Burgos”.
Gitanos en 1923 |
Finalmente vemos que son capturados -gracias a
un gran despliegue de medios para la época- por el puesto de la Guardia Civil
de Espinosa de los Monteros (por ello lo presentamos en esta bitácora). Claro
que podemos suponer que fuese en colaboración con los agentes de la zona de
Selaya. O no.
Está bien lo que bien acaba pero… ¿Fueron
condenados?
¡A saber! Si nos fijamos en el código penal
español de 1870, vigente en el momento del delito, tendríamos que detenernos en
el artículo 10 donde se enumeran los agravantes del delito. Concretamente los
puntos: 7. Obrar con premeditación conocida; 8. Emplear astucia, fraude o
disfraz; y 10. Obrar con abuso de confianza.
Vale, conocemos los agravantes del delito… ¿Y el
delito? Bueno, por la falta de violencia sería un hurto. Y el artículo es el…
“Art.
530. Son reos de hurto:
1. Los
que con ánimo de lucrarse, y sin violencia o intimidación en las personas ni
fuerza en las cosas, toman las cosas muebles ajenas sin la voluntad de su
dueño. (…)
Art.
531. Los reos de hurto serán castigados:
1. Con
la pena de presidio correccional en sus grados medio y máximo si el valor de la
cosa hurtada excediere de 2.500 pesetas.
2. Con
la pena de presidio correccional en sus grados mínimo y medio si no excediere
de 2.500 pesetas y pasare de 500. (…)
Art. 533.
El hurto se castigará con las penas inmediatamente superiores en grado á las
respectivamente señaladas en los dos artículos anteriores:
1. Si
fueren cosas destinadas al culto, ó se cometieren en acto religioso ó en
edificio destinado á celebrarlos.
2. Si
fuere doméstico o interviniere grave abuso de confianza.
3. Si
fuere dos o más veces reincidente”.
Es decir que la reclusión de María de la Cruz
podría llegar desde seis meses y un día hasta dos años, cuatro meses y un día
en el grado medio. Si es que no le encontraban agravantes o cosas así.
Casa de Pandillo (Vega del Pas ) |
Pero, creo, que no toda la culpa era de ella.
Entiéndanme, no estoy excusando al delincuente pero recurriré a la revista “La
Montaña” para ir cerrando posiciones:
“La
ignorancia de nuestra gente aldeana no puede desterrarse de manera radical como
convenía a los intereses de la Montaña. Aún quedan, aunque por fortuna no
muchos, aldeanos que conceden crédito a las cosas más fantásticas, y que hacen
la señal de la cruz al oír hablar de supercherías y embrujamientos. Las
consecuencias de esta crasa ignorancia, las pagan siempre los interesados, pero
esta no es razón suficiente para que los sacerdotes y los maestros y con ellos
las autoridades, tengan el ineludible deber de hacer una labor intensa para
desterrar creencias y temores, de épocas lejanas.
El caso
que nos inspira estas líneas, merece conocerse: En el barrio de Pandillo, de la
Vega de Pas, habita Eusebia González Pardo, de 53 años, que tiene varios hijos.
Desde hace algún tiempo, una de las hijas de Eusebia se encuentra enferma del
corazón, y la infeliz mujer, para buscar la salud de la muchacha, se puso de
acuerdo con una gitana. El remedio era sencillísimo; 2,000 pesetas en billetes,
envueltas en un pañuelo, y guardadas en el pecho por la dolorida madre, curarían
a la pobre chica librándola de una muerte prematura.
Muchos
sacrificios para reunir esta cantidad, pero como en ello se jugaba la salud de
su hija, la mujer no dudó un solo momento en entregar a la cañí las pesetas,
quien a su presencia las envolvió en el pañuelo, entregándoselas. Antes la
gitana tenía que invocar a los buenos espíritus y rezar unas oraciones para que
el Señor del Gran Poder, sanase a la muchacha.
Todo se
cumplió según las órdenes de la embaucadora, y la Eusebia guardó en el pecho el
envoltorio, después de agasajar a la gitana por su buen corazón. Pasaron tres
de los cinco días que el dinero tenía que permanecer guardado en el maternal
seno, y como la joven no notase alivio alguno, la cándida mujer quiso echar un
vistazo a los billetes de Banco que tan cuidadosamente guardaba. La sorpresa de
la infeliz no tuvo límites al comprender que había sido burlada y víctima de su
candidez.
Las
pesetas habían desaparecido, y con ellas la gitana que tuvo buen cuidado de
largarse cuando tuvo en su poder el dinero. Un pasiego de aquel barrio, que se
ríe de todas las gitanerías y de todas las "mardisiones" de la gente
cañí, logró convencer a la infeliz de que las hechicerías de las gitanas solo
tenían un remedio, la Guardia Civil y denunciado el caso, fue detenida la
estafadora en compañía de su "hombre" y del metálico remedio.
El caso
en esta o parecida forma se repite con tanta frecuencia, por lo menos como el
ya gastado y productivo timo del entierro. La candidez sigue siendo reina y
señora en muchos corazones, y esto lo sabe bien la andante gitanería, y lo
explota mejor en su provecho. Menos mal que las vecinas de Pandillo ya están
enteradas y gitana que asome por allí se expone a que la perniquiebren. Y con
muchísima razón”.
Y… sí. Es cierto. La versión que cuenta este
último artículo difiere –y mucho- con lo que comentaba el “Diario de Burgos” en
relación a la forma en que se procedió a denunciar el caso y la enfermedad que
pasa de ataques epilépticos a una enfermedad del corazón. Pero,
muchas de estas publicaciones redactaban de oído, sin recurrir a las fuentes.
Es lo que hay.
Si en esta versión se resarce a Eusebia de su
vergüenza presentándola como un Pablo de Tarso que se percata de su error… ¿Qué
hay de malo en ello? ¿Qué se miente en la prensa? ¿Acaso parecía importarles?
¿Acaso nos importa hoy?
Bibliografía:
Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “El diario palentino”.
Periódico “El cantábrico”.
Revista “La Montaña”.
Código Penal de España de 1870.
Los gitanos siempre tenían este tipo de artimañas. Por La Bureba pasaban casi de pueblo en pueblo y siempre "sacaban" algo aprovechando la ignorancia de los aldeanos. Un saludo y gracias por recordarme la magnífica escena de Los tramposos.
ResponderEliminarEn aquel tiempo la corrección política todavía no se había inventado, a los gitanos se les llamaba gitanos, que cosas.
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