Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 2 de febrero de 2020

Azaña bélica.



Tenemos que retroceder hasta la batalla del puerto de El Escudo y el asalto a Santander. Los “Nacionales” penetraron por la costa, por Reinosa y por el puerto citado. Para el 24 de agosto de 1937 las tropas franquistas rebasaron Torrelavega y establecieron una cabeza de puente en Barreda dejando cortadas las comunicaciones por tierra entre Santander y Asturias. El 26 de agosto se entregó Santander a los italianos, receptores, también, de la rendición de las tropas del PNV.

Era el momento de deshacerse de la pesada carga de los ideales para correr más ligero y tratar de escapar del fusilamiento o la cárcel. Para ello, debían optar por Asturias, con el fin de seguir formando parte de algo parecido a un ejército regular, o por esconderse a la espera de que pasase de largo el frente de guerra. Estos últimos formarán “los del monte”, o los emboscados, o los huidos o...


Claro que, tras que los combates se alejasen rápidamente llegó el cribado de la Guardia Civil, el ejército o personas afines al nuevo régimen que rastrearon los montes y las casas en busca de derrotados con los consiguientes tiroteos. En el caso de que estos hubieran terminado con heridos o muertos por parte de los perseguidores desaparecían las posibilidades de entregarse y salir con bien para los emboscados. Incluso el comportamiento de las nuevas personas en el poder local podía facilitar el retorno o exacerbar la huida.

Por supuesto, junto a la persecución estaba la represión sobre el resto de la población. Esta fue, principalmente, contra aquéllos que podían ayudar a los huidos y de rebote lanzó al monte a nuevas personas que habían conseguido difuminarse en la vida cotidiana de sus pueblos.

En este contexto podemos empezar a hablar sobre la Guerrilla Azaña. Parece proceder de un grupo de personas de la zona situada al sur de Reinosa y que tomaron su nombre del presidente de Manuel Azaña. La partida la comandaba Juan Gil del Amo llamado “hijo del practicante de Carabeos” o “el practicante”. Este había sido secretario de Izquierda republicana en su zona y militante de la CNT según recogía la ficha de la Dirección General de Seguridad. En su tiempo estuvo cumpliendo condena en la prisión de El Dueso por levantarse contra la II república española. Fue procesado por tenencia ilícita de armas y salió cuando el Frente Popular vació las cárceles. Su lugarteniente era Santiago Fernández Corral (Ramplín).

Periódico "El Cantábrico".

La explicación de la doble militancia la recoge Consuelo Soldevilla en “La Cantabria del exilio: una emigración olvidada (1492-1975)”: “la CNT tenía una gran fuerza en la construcción y en el muelle: en la Gráfica dominaba la UGT. Pero nosotros, los republicanos, no queríamos saber nada del PSOE. La CNT era un sindicato donde no teníamos, como en el PSOE, obligación de voto político”.

Lidio Rodríguez Hoyos, vecino de Los Carabeos, relataba así la creación del grupo: “El Jefe de la cabila era Juanito. Hicieron ahí abajo un chamizo, en el empalme con las traviesas. Como todo era de ellos… Con la misma a hacer guardia allí, a requisar ovejas en casa de los de derechas, y a comer ovejas. Se pasaron para acá los mineros de Barruelo. Tú dos, tú otros dos. En casa de dios no cuadró ninguna -"¡Vaya unos camaradas! -eso decían ellos- que no nos han dado ni un cacho de pan. Gracias a los de derechas”. Unos sinvergüenzas. Luego no mataron a nadie, en fin. Lo bueno que tienen es que fueron muy prudentes, no sé yo que mataran a nadie. Ahora, robar, y qué remedio les quedaba. Si querían comer no les quedaban más cojones que mirar a ver si robaban. No fueron muy malos, porque en casa de Jaime de la Teresa, no fueron ellos de los peores. Claro, ellos eran de izquierdas. (Antes de la guerra) ya estaban cogidos los dos. Santiago y otro muchacho de aquí se fueron a segar a Burgos, cuando la recolección: entonces estalló la guerra y Santiago se vino de Burgos aquí pero el otro se quedó. Santiago (Fernández Corral) se fue a Venezuela, y otro, Secundino de Valderredible. Había más que se juntaron con ellos. Uno de Celada, otro de Matamorosa, de Bustasur, del Valle (Valderredible), y estos dos, ya eran una banda de ellos”.

La banda se formó hacia finales de 1937 y llegó a reunir unas veinte personas siendo la mayoría de ellas del sindicato anarquista. Estaban, entre otros, los hermanos Ceferino y Florentino Albillo Picado “Teruel”, Santiago Fernández “Ramplín”, Ursicinio Gutiérrez Allende “Turrupi”, Antonio Elvira de Hoyos “el Chivu de Lantueno”, Gregorio Rodríguez Ramos, Emilio Lantarón Gutiérrez, Vicente Gómez Gómez “el Perro”, Manolo, Santiago, Secundino Ruiz González “Matias”, Constantino García García, “Katiuska”, Mariano y Joaquín “Quino”.

Periódico "La región".

Esta forma de organizarse no eran una innovación –recordemos la guerra de 1808 a 1814-, ni siquiera eran únicos los de la Guerrilla Azaña porque, después de la caída de Santander, el Gobierno republicano intentó organizar un ejército guerrillero. Primeramente creó el Servicio de Información Especial Periférico, dedicado al espionaje, y en mayo de 1938, con Juan Negrín en el Ministerio de Defensa, dio paso al XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero con la misión de dificultar los movimientos enemigos y alcanzar un perfecto conocimiento del terreno para que, en caso de derrota, pelear a través de unidades irregulares.

La guerrilla Azaña se asentó en varias cuevas de Montes Claros y actuó en los pueblos cercanos. Como ha dicho Lidio, “requisando” comida. Para ello recurrían a sus familias o asaltaban comercios cuyos propietarios habían apoyado la sublevación. Sus acciones se extendieron por el valle de Campoo.

Benilde Fernández Corral recuerda: “Yo les vi en casa de Jaime, cuando vivía la madre, al poco tiempo de entrar los nacionales. Una noche, había ido a la casa que tienen atrás, que entonces tenían una radio. Dejamos abierta una puerta de atrás. Cuando veníamos de allá estaban en la tienda cogiendo. No cogieron mucho: unos paquetes de tabaco y unas latas de sardinas. Estuvieron un poco hablando pero Santiago era... -Juanito era más confiado-… Salió fuera porque tenía miedo. Aquí entonces había un médico, que se llamaba don Felipe, decía: "El día que yo les encuentre les echo mano". Pero aquella noche veníamos una sobrina de la madre de Jaime, uno que estaba aquí de posada, d médico que también estaba aquí de posada, y no sé quién más veníamos... Se quedó cortado cuando les vio, como venían muy armados, y lo primero que hicieron fue ponerle un revolver que tenían... Traían toda la cintura llena de bombas, que a cualquiera le metía miedo. Yo aquella vez les vi, no les volví a ver”.

También se dieron a ver a los vecinos, quienes por miedo a la Guardia Civil mantenían en secreto estos contactos: “Tenemos una finca en el monte y salieron. Yo era chavalín y me acuerdo que estábamos cavando patatas. Para no asustarme a mí, mi padre y ellos dijeron que si no tenían una oveja que vender. O sea, que entablaron esa conversación para que no dijese nada. Eso sí que me acuerdo que me lo había dicho mi padre, que le dijeron: "No tengas miedo que contigo no nos vamos a meter..." Entonces me parece que era presidente de la Junta vecinal. Lo único cuando la guerra, si venían y decían tienes que dar una vaca… debieron llevar una de la cuadra pero tú sabias que era para comer. De chaval no oyes nada. Como entonces estaba tan severo, no lo querían contar. Entonces a mí me dijeron que venían a comprar unas ovejas. Para que no me asustara yo y para que no dijera nada. De vez en cuando se daban a ver a la gente, pero estaban los otros que te castigaban por no avisar. La gente aunque les viera procuraba no decirlo”. (declaraciones de Jaime Cartero).


Volviendo a hablar con Lidio Rodríguez Hoyos: “Yo no les vi nunca, y mira que estuve con el ganado. Estos se daban a ver a los pastores y después se chivaban, les cogía la Guardia Civil, una paliza. Así, claro, nadie decía nada. La culpa la tenían ellos que se daban a ver. Los pastores no decían nada, por la cuenta que les tenía, pero la Guardia Civil… escapado lo sabían. Si decías algo te jodían los del monte, y si no la Guardia Civil. Yo tuve mucha amistad con el que fue director general de la Policía, un tal José Saiz González, que ha sido muy nombrado. Éste me decía:

-"Es que no decís nada"
-"Joder, y cualquiera lo dice".

Lo que no tenían que haber hecho porque aquí la Guardia Civil tuvo unos descaros... A un chaval, primo carnal mío, de una paliza que le pegaron se murió. Claro, una hermana de éste andaba con Juanito, el compañero de Santiago y éste era el enlace. Se llamaba Aureliano Álvarez Rodríguez. Porque los domingos decía que iba a Montes Claros. ¡Qué Montes Claros ni que cojones! Lo que iba es a hablar con ellos. Ya sabía dónde estaban”.

A finales del verano y en el otoño de 1939 la guerrilla Azaña estuvo muy activa. Sus acciones llegaron hasta los pueblos de Celada de los Calderones, Matamorosa, Requejo y Reinosa donde asaltaron la panadería. Uno de los primeros encuentros de este grupo con la Guardia Civil del que tenemos noticias a través de fuentes oficiales data del 17 de noviembre de 1939 en la estación de Reinosa:

“Ordinariamente, en la estación de Reinosa hay una pareja de la Guardia Civil a la llegada de los trenes y solía salir también, aunque no estuviera de servicio, el guardia Aquilino Santiago Moroso conocedor de los sospechosos de la demarcación. En efecto, a las 19 horas del día antes citado, cuando llegó a Reinosa el (tren) rápido de Madrid, había en la estación una pareja de servicio y se encontraba también en ella el guardia mencionado. La pareja recorrió la línea de coches, empezando por el centro del convoy y siguiendo por los de cola, mientras el otro guardia lo verificaba en dirección contraria, y cuando llegó al coche de cabeza, observó que descendían de él dos individuos vestidos con uniforme de soldado, pareciéndole al guardia que uno de ellos no era tal soldado, sino un rojo de los que andan fugitivos, y se abalanzó sobre éI para detenerle, pero el otro disparó sobre el guardia al que hirió en un costado aunque, por fortuna, levemente. El guardia repelió la agresión a tiros y, en unión de la pareja de servicio que por la aglomeración de público no pudo acudir con la premura debida en auxilio de su compañero, persiguió a los fugitivos, pero éstos, favorecidos por la oscuridad, consiguieron escapar. Se ha podido averiguar que los fugitivos eran: Juan Gil “EI practicante” de 26 años, vecino de los Carabeos, y Santiago Fernández, de 27 años y de igual vecindad."

Su presencia en la zona provocó una mayor vigilancia de la Guardia Civil, lo que dificultó los movimientos de los guerrilleros. Decidieron cambiar de zona como recuerda Eustaquio del Río: “Hubo un tiroteo en Carabeos, me parece que fue con la Guardia Civil. Y no sé si harían algo frente, porque éstos se escaparon. Entonces sería cuando se marcharon para Pedrosa o por ahí. La Guardia Civil molestaba mucho a las familias donde se alojaban”.



A partir de 1940 la Guardia Civil ejerció mayor presión sobre los huidos, teniendo que desplazar su refugio hacia los bosques del Monte Hijedo. Desde allí dirigieron sus acciones hacia Valderredible y las comarcas próximas de Burgos y Palencia. El aumento de la presión sobre la partida republicana devino en su primer muerto: Constantino García García, domiciliado en La Sema, el 10 de enero de 1940 caído contra la Guardia Civil.

Hasta el 25 de junio de 1940 las autoridades franquistas de Santander habían organizado varias batidas de represión guerrillera en las que intervenían sobre todo fuerzas del Ejército, pero no tuvieron éxito debido al buen conocimiento del terreno por parte de los republicanos y al apoyo que gozaron por parte de algunos vecinos de la comarca. Entonces, el Gobernador Civil de Santander puso en marcha un plan de tres patas. Se aumentó el número de efectivos, 112 nuevos guardias se sumaron a los 100 guardias civiles y 60 efectivos de la Policía Armada existentes hasta aquella fecha, así como la posible y puntual incorporación de otros agentes procedentes de las comandancias de Valladolid, Salamanca y Palencia. Además se crearon nuevos puestos de la Guardia Civil en localidades de la zona. La detención sistemática de los familiares y apoyos de esta guerrilla socavó las bases sociales y económicas de la misma, de manera que la necesidad de provisión de alimentos, que hasta entonces procedía principalmente de familiares y simpatizantes, aisló a los grupos guerrilleros y les condujo a la intensificación de asaltos armados, algunos de los cuales incluso afectaron a establecimientos que habían sido regentados por represaliados por el franquismo. Esto sería causado por la descoordinación o la actuación desesperada.

Como estamos viendo las acciones de esta guerrilla buscaban la supervivencia, ya que en estos primeros años de la posguerra no había ninguna fuerza política que articulase el movimiento guerrillero. Un ejemplo de esto fue la “acción”, en diciembre de 1940, en el pueblo de San Andrés de Valdelomar de Quintanilla donde asaltaron una casa para robar un cerdo, descuartizarlo y cargarlo en un caballo que allí estaba.


Los miembros de la partida tenían su base de operaciones en la zona de Fombellida y en el inmediato monte de Los Carabeos, cerca del Puerto de Pozazal. Disponían de armas abundantes, e iban bien vestidos y trajeados, pero se limitaron a sobrevivir mediante golpes económicos que tenían por blanco principal las cantinas, donde hacían acopio de artículos alimenticios y útiles de aseo, y sustraían dinero a los tratantes en las ferias. No tenían objetivos políticos, sólo simples razones de supervivencia, aunque llevaban a cabo sus acciones en fechas señaladas como el 14 de abril (proclamación de la II República Española) y el 18 de julio (Golpe de estado militar) y también realizaron algunos repartos de propaganda procedente de Asturias.

En La Población de Yuso el 15 de abril de 1941 Gil del Amo recordó a las 30 personas que se encontraban en aquel lugar la conmemoración del aniversario de la República y dio vivas a la misma, tras lo cual se marcharon. Pocos días más tarde, el 20 de abril, en Pesquera se llevaban de otro establecimiento 3.000 pesetas, conservas, licores, calcetines y otros artículos por valor de 1.500 pesetas.

Completan la actuación un atraco realizado en Cigüenza en el mes de junio de 1941 con un importe de 36.000 pesetas, el secuestro de un vecino de Bilbao que se hallaba en Santelices (Burgos) tomando baños de sol, un atraco en Ruerrero en las cantinas y a varios tratantes valencianos que se encontraban en la feria de dicha localidad en los días 24 y 25 de junio de 1941 (45.000 pesetas), varios atracos en Quintanas de Valdelucio, Bricia (pueblos de Burgos) y en San Miguel de Aguayo, donde se apoderaron del dinero de algunos vecinos mientras asistían a la celebración de la misa dominical.

En un oficio del Gobierno Civil contaban de la siguiente manera la acción sobre Ruerrero citada en el párrafo anterior y que más parece delincuencia común: “Practicadas las averiguaciones convenientes sobre la forma en que ocurrió el hecho resulta que sobre las 23 horas del día 23 víspera de la celebración de la feria de ganado se presentaron simultáneamente en los establecimientos establecidos en dicho pueblo de Ruerrero 10 o 12 individuos armados de fusiles, pistolas y bombas obligando a cuantas personas se encontraban en el interior de dichos establecimientos a poner las manos en alto y siendo cacheados, llevándose del establecimiento de José Somavilla Alonso, botellas de licores y latas de conservas por valor de unas 700 pesetas y 1.700 pesetas en dinero, propiedad del dueño del establecimiento, así como unas 15.000 pesetas a Manuel Fernández Cruz y a unos feriantes de Valencia que allí se encontraban los que no han podido ser interrogados por haber marchado en las primeras horas de dicho día a sus respectivos domicilios y en el establecimiento de Amelia Alonso Cuesta se apoderaron de latas de conserva por un valor de 500 pesetas como asimismo quitaron a José Iglesias Pañero y vecino de Santander 4.000 pesetas y a Orense Enrique Fernández 700 pesetas, siendo un total aproximado lo robado de 53.400 pesetas. Por la fuerza de los destacamentos de Fombellida, Celada, Marlantes y Los Carabeos y la del puesto de Bárcena de Ebro a quien personalmente di órdenes se practicaron registros y reconocimientos por los montes sin que hasta la fecha hayan dado resultado alguno pues únicamente se ha podido averiguar que sobre las 23:30 horas -según me comunica el Jefe del Destacamento de los Carabeos- fueron vistos por el vecino de Mediadoro Elías González Gutiérrez y en las inmediaciones de Ruerrero un grupo de unos 10 o 12 hombres armados de fusiles, escopetas y bombas de mano a cuyo individuo preguntaron la distancia que les separaba del referido pueblo y si había muchos feriantes en el mismo entre cuyo grupo se hallaba Juan Gil del Amo pareciéndole al declarante que por la dirección que traían procedían del Monte Higedo”.


La noche del 1 de julio de 1941, los integrantes de la "Guerrilla Azaña" penetraron en los pueblos de Pedrosa y Santelices (Merindad de Valdeporres), asaltando varias casas y apoderándose de 18.000 pesetas y de diversas alhajas, tras dejar a los vecinos encerrados. Entre ellos se encontraba el alcalde y jefe local de Falange de Valdeporres, Venancio Guerra Sáez, que pudo escapar del encierro, reunir a 14 falangistas y alertar al Gobierno Civil de Burgos de lo ocurrido. En una camioneta de su propiedad, junto a los falangistas, recorrió los puestos de la Guardia Civil de Villarcayo, Quisicedo, Espinosa de los Monteros, Villasana de Mena, Soncillo y Cilleruelo de Bezana, consiguiendo congregar a 34 guardias civiles que, al mando del teniente de la Guardia Civil y del citado alcalde, salieron en persecución de los guerrilleros divididos en tres grupos.

A mediodía del 2 de julio el grupo fue localizado en las proximidades de Ahedo de las Pueblas. Recurriendo a los recuerdos de Lidio Rodríguez Hoyos, el grupo fue visto mientras almorzaba por una joven que estaba cuidando del ganado: “...hubo una chica que estaba cuidando unos bueyes, y ellos estaban merendando, comiendo o almorzando. La chica esta dio cuenta a la Guardia Civil. Vino la Guardia Civil y a ese Santiago le pegaron un tiro en un pulmón, y éste se tiró al río. De Ahedo se vino a Campoo que tenía allí la novia. Incluso le curó un médico de Barruelo de las minas (Barruelo de Santullán)”.

El relato oficial de los hechos reflejó, en ese verbo tan “participiado”: “Sobre medio día del día dos dieron con ellos en el lugar llamado Ahedo de Las Pueblas (Burgos) y cercados que fueron, entablóse lucha con tal feliz resultado que sin un solo herido por nuestra parte, quedaron muertos sobre el campo cinco de los componentes de la banda, entre ellos el jefe Juan Gil (a) “el Practicante”, siendo capturados otros cuatro y logrando huir, aunque herido, el décimo conocido por “Ramplín””.

Los caídos en combate fueron: el jefe del grupo, Juan Gil del Amo; y los guerrilleros Manuel "Manolo", de Santander; Florentino Albillo Picado "Teruel", de Vergaño (Palencia); y Joaquín "Quino", de Reinosa; el quinto, llamado Vicente Gómez Gómez, de Bolmir (Campoo de Enmedio), al parecer se suicidó al verse acorralado cuando descendía de un tren de viajeros de la línea de La Robla para unirse al grupo.


Los detenidos fueron puestos a disposición del Capitán General de la Región Militar. Su suerte se resolvió en apenas una semana. Si habían sido apresados el 2 de julio el día 8 había sido instruido el sumario, juzgados en juicio sumarísimo, dictada la pena y ejecutada, por lo que es fácil deducir cuáles fueron las garantías judiciales del proceso. En la prisión Central de Burgos fueron fusilados: Ceferino Albillo Picado, Ursicinio Gutiérrez Allende, Gregorio Rodríguez Ramos y Antonio Elvira de Hoyos.

Ese verano de 1941 el ayuntamiento de Villarcayo felicita al mando teniente del puesto de la Guardia Civil de Medina: Félix Arce que ha llevado a cabo la captura y desaparición de la “Banda de Bandoleros” que merodeaban la comarca a mano armada, cometiendo atracos y perturbando la tranquilidad y sosiego de los pueblos.

Una vez desarticulada la Guerrilla Azaña se descubrieron cuevas en las que se hablan refugiado y donde apareció armamento, ropa y un sello y tampón con el emblema de la cuadrilla. Siguiendo con los recuerdos de Lidio Rodríguez podemos decir que “Santiago, con Secundino, se pusieron en Montes Claros en el (tren) Correo, con su sombrero y corbata. Hechos unos señores. Llegaron a Bilbao, y había un chico que era de aquí, de Carabeos. Éstos pensaron que ese Engulle les había conocido. Santiago volvió, le dijo: "No digas nada que nos marchamos para Francia”. Marcharon para Francia, y de allí para Venezuela”.

A pesar de ser el acompañante al exilio de Santiago Fernández (“El Rampín”) desconocemos que relación tuvo Secundino con la Guerrilla Azaña. Durante la República había sido Vicesecretario del sindicato de empleados de la Naval, dependiente de la UGT, y miembro del PSOE. Ya en lo guerra fue comisario político de la zona. Razones más que suficientes para poner tierra de por medio. Fin.


En la obra de Jesús Gutiérrez Flores “Guerra Civil en Cantabria y Pueblos de Castilla” se indica que los restos del grupo realizan, todavía, atracos en 1943, entre otros en Cilleruelo de Bricia, Sargentes de Lora y Espinosa de los Monteros. La partida seguirá activa hasta el año 44, cuando sus últimos miembros, Secundino y Santiago “el Ramplín” consigan pasar a Francia. Al menos Santiago, pasó su última temporada en el monte integrado en la partida palentina de “Barruelo”, seguramente, sus compañeros también. También tenemos constancia de otro intento de pasar al país vecino, por parte de tres miembros de la misma partida, que tras rechazar unirse al grupo de “Gitano” emprenden camino hacia la frontera llegando hasta San Sebastián,  seguidos de cerca por la contrapartida del cabo Mata Combarro, siendo en una pensión de dicha ciudad donde serán sorprendidos, muriendo en el tiroteo los tres guerrilleros, dos de ellos identificados como “Matías” y “Katiuska”, desconociéndose la identidad del tercer miembro, en la refriega también resultó herido el cabo Mata.


Bibliografía:

“República, Guerra Civil y posguerra en el Valle de Mena (1931-1955)”. Fernando Obregón Goyarrola.
“República, Guerra Civil y posguerra en Espinosa de los Monteros y merindades de Montija, Sotoscueva y Valdeporres (1931-1950)” por Fernando Obregón Goyarrola.
“Del mito a la historia. Guerrilleros, maquis y huidos en los montes de Cantabria”. Valentín Andrés Gómez.
“Guerra Civil en Cantabria y Pueblos de Burgos”. Jesús Gutiérrez Flores.
“Guerrilla Antifranquista en Cantabria”. Valentín Andrés Gómez. Artículo publicado en Historia 16.
“Huidos y guerrilla antifranquista en Asturias y Cantabria (1937-1957)”. Iván García Bartolomé.
Periódico “el Cantábrico”.
Boletín Oficial de la Provincia de Palencia.
Periódico “La Región”.
Periódico “El español digital”.


Para saber más:

Blog “Las Merindades en la memoria.

  
Anexos: (del blog: Las Merindades en la memoria)

ALBILLO PICADO, Florentino “Teruel”. Natural de Vergaño (San Cebrián de Mudá, Palencia). Hermano de Ceferino Albillo. Miembro de la primera guerrilla campurriana o Guerrilla Azaña. Murió el 1 de julio de 1941 en Ahedo de las Pueblas (Merindad de Valdeporres, Burgos), en un enfrentamiento con la Guardia Civil que se saldó con la muerte de cinco guerrilleros y la detención de otros cuatro, consecuencia de “una refriega con la fuerza pública” (RCMV; COS, pp. 250-251; y GUTIÉRREZ FLORES, pp. 213-214 (libro Campoo). enterrado en el cementerio de Ahedo (Registro Civil de Valdeporres, defunciones, tomo 18, folio 158 vuelta, nº 306).

Gil del Amo, juan (“El hijo del practicante de Carabeos”): nacido en Los Carabeos (Valdeprado del Río, Cantabria) hacia 1912, vecino de Los Carabeos, soltero, labrador, secretario local de Izquierda Republicana (IR) y después dirigente de la “Guerrilla Azaña”, que operaba en la comarca cántabra de Campoo y zonas limítrofes de Burgos y Palencia. Finalmente los miembros de la “Guerrilla Azaña” fueron rodeados en Ahedo de las Pueblas el 1 de julio de 1941 a las 15 horas, resultando muertos Gil del Amo y 4 de sus compañeros, mientras otros 4 fueron detenidos y ejecutados en Burgos el día 8de ese mes (RCMV; COS, pp. 300-301; GUTIÉRREZ FLORES, pp. 210-214 y 419(libro Campoo) y 345 (libro Cantabria); y SAIZ VIADERO, p. 171). Tenía 29 años.

Joaquín (“apodado El Quino”): natural de Reinosa, falleció en Ahedo de las Pueblas el 1 de julio de 1941 a las 15 horas a consecuencia de “una refriega con la fuerza pública”, enterrado en el cementerio de Ahedo (Registro Civil de Valdeporres, defunciones, tomo 18, folio 159, nº 307). (RCMV; COS, p. 315; y GUTIÉRREZ FLORES, pp. 213-214 (libro Campoo).

Manuel (“apodado Manolo”): natural de Santander, miembro de la “Guerrilla Azaña”, falleció en Ahedo de las Pueblas el 1 de julio de 1941 a las 15 horas a consecuencia de “una refriega con la fuerza pública”, enterrado en el cementerio de Ahedo (Registro Civil de Valdeporres, defunciones, tomo 18, folio 158, nº 305). (RCMV; COS, p. 332; y GUTIÉRREZ FLORES, pp. 213-214 (libro Campoo).

Gómez Gómez, Vicente (“El Perro”): nacido en Bolmir (Campoo de Enmedio), hijo de Julián Gómez González y Cecilia Gómez García; casado en Reinosa en 1930, era miembro de la primera guerrilla campurriana liderada por Juan Gil del Amo (“Guerrilla Azaña”), se suicidó al verse acorralado cuando casi todos sus compañeros fueron muertos o apresados en Ahedo de las Pueblas (Merindad de Valdeporres, Burgos) el 1 de julio de 1941 a las 15 horas, falleció a consecuencia de “una refriega con la fuerza pública” (Registro Civil de Valdeporres, defunciones, tomo 18, folio 167 vuelta, nº 323; COS, p. 302; y GUTIÉRREZ FLORES, pp. 213-214 y 406 (libro Campoo) y 322 (libro Cantabria) y Sangre Anarquista


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