Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 28 de febrero de 2021

Las Marzas en Las Merindades

 
 
¿Y si les digo que hubo un tiempo en que en Las Merindades se cantaban “Las Marzas”? Cierto, yo tampoco me lo creía. Si recorremos el mapa de pueblos donde se cantan las Marzas vemos que, en la provincia de Burgos, están en la Ribera del Duero y de Lerma. Algunos, incluso, lo han convertido en una atracción turística. Pero… Todos estos pueblos se encuentran en la mitad sur de la provincia. El norte, Las Merindades, parecen ajenas a esta celebración. Pero no siempre fue cierto.


 
Antes de eso, ¿qué son Las Marzas? Debemos remontarnos -o eso nos dicen los especialistas- a tiempos anteriores a la conquista romana. La mayoría de los pueblos ibéricos se regían por el calendario lunar cuyo año nuevo estaba hacia el uno de marzo. ¡Y celebraban esa “nochevieja”! Las Marzas surgieron como cantos propiciatorios dedicados a los dioses de la fecundidad que han pasado a anunciar la feracidad primaveral de la naturaleza y la del ser humano. El tiempo ha añadido elementos del cristianismo que empapaban el ser de las poblaciones rurales. Así, en nuestra cultura, todos los años, la última noche del mes de febrero, los mozos salían a la calle a cantar anunciando el inicio del mes de marzo. En realidad, cantaban por la llegada de la primavera y exaltar la feminidad juvenil. Es decir, también se cortejaba a las muchachas del lugar con cantos de amor. Las Marzas nos han llegado porque sintonizaban con los intereses, deseos, inquietudes y aspiraciones del mundo rural buscando el favor de alguna divinidad para lograr la fecundidad de las cosechas y de los ganados. Y por eso mismo se han ido perdiendo.
 
Así lo decía investigador Julio Caro Baroja “los mozos son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del comienzo del año o “Kalendae Martiae” cantando las llamadas “martiae”, que anunciaban la venida del primer mes del año dedicado a un dios de la agricultura, después de los meses purificatorios”.


 
Se ha estudiado la estructura de las cuadrillas de marzantes, lo que no quiere decir que lo aquí expuesto sea lo que hubo en todos y cada uno de los pueblos del norte de España. El grupo estaba compuesto por el presidente, mozo viejo o amo (mozo soltero de más edad); los quintos del año; varios mozos de edades similares; y aquellos jóvenes que ese año marceaban por vez primera, cumplidos los quince o dieciséis años y una vez pagada la cuota (en metálico o en vino). Cuentan que debían pasar una serie de pruebas rituales que la ronda les exigía y que servían para asignarles un papel en la cuadrilla: cargar con la cesta de pedir las marzas, llevar el farol, realizar los hurtos rituales de verduras y hortalizas en las huertas del vecindario, limpiar la mesa de la comida de marzas, etc.
 
El mozo viejo era el encargado de coordinar y distribuir las funciones de los miembros de la cuadrilla de marzantes, armonizar sus voces durante los ensayos, pedir las marzas delante de las puertas de las casas del vecindario y, una vez formados los corros de ronda, solicitar la licencia o el permiso para cantarlas o, en su caso, para rezar a las ánimas.


 
La primera acción ritual de las cuadrillas era solicitar permiso: comunicar oralmente a las autoridades del lugar la celebración de las marzas. Una vez obtenida la licencia el grupo recorría al anochecer las calles del pueblo, visitando todas las casas del vecindario. Los marzantes abrían la ronda mediante voces y relinchos o por medio del rezo de un Padre Nuestro o la Salve cuando se partía de la iglesia.
 
Al llegar el grupo a la puerta o al corral de un vecino, se detenía y el mozo viejo les anunciaba con el saludo "a la paz de Dios, señores" o invocando el nombre de la persona principal de la casa: quien, a su vez, desde el interior del hogar, preguntaba: "¿quién va?", a lo que el caporal respondía: “¡Los marzantes!" Cuando el dueño abría la puerta, el responsable de la cuadrilla preguntaba: "¿Cantamos, rezamos o nos vamos?” Según la situación particular de la familia, que por regla general conocían los mozos, se cantaba, se rezaba o se iban.


 
Y si había una moza casadera o un especial sentido de la hospitalidad, se cantaban las marzas largas, añadiendo al final los Sacramentos de Amor o los Mandamientos, a fin de prolongar la estancia con la moza. A cambio de sus cantos, los marzantes recibían la limosna (en especie o en metálico) que la familia de la casa les daba. Se revisaban las viandas recogidas por si estaban en mal estado y, tras ello, la cuadrilla se despedía: "que con salud nos den las marzas muchos años y saben dónde nos tienen cuando nos necesiten”. Pero, si la dádiva era escasa, en mal estado y no había los mozos respondían cantando las marzas rutonas, a través de las cuales se parodiaba y se escarnecía a los de esa casa. En algunas zonas, una parte del dinero (los seis cuartos) se reservaba para la compra de las velas del Santísimo, que eran llevadas por los mozos, previamente sorteados entre los de la cuadrilla de marzantes, en la procesión del jueves de Semana Santa en honor al Santísimo.
 
Las sobremarzas -comida, merienda o cena festiva- se celebraban al domingo siguiente al día en que se pedían. Estaban invitados los niños del pueblo y las mozas en cuyas casas había habido donativo. Se comía lo entregado y lo comprado con el dinero recaudado. Finalmente se cuadraban las cuentas.

Fijémonos en este aspecto: esos regalos. Esta situación enlazaría las Marzas con otras costumbres de demanda de alimentos durante el invierno. Un, llamémosle, ciclo del aguinaldo del invierno en los que mozos y quintos recorrían las casas del pueblo pidiendo por el gasto de cera para alumbrar el Monumento de Jueves Santo o por las misas para sufragio de las Benditas Animas... Se iniciaba con el día de San Silvestre; seguían las peticiones de "los Años Nuevos" el primer día del año y "los Reyes" acabando con los aguinaldos del último día de este mes víspera del día de Santa Brígida y San Ignacio. Seguidamente el último de febrero se pedía las marzas. En todos estos aguinaldos se cantaban una serie de coplas alusivas al momento: la Cuaresma, la primavera…


 
Quizá por esta vinculación con el pasado remoto del terruño se cantaban con respeto como si los versos estuviesen impregnados del espíritu de lo sagrado:
 
Esta es una “cirimonia”
que nuestros tatarabuelos
nos dejaron “prevenío”
se observase con respeto
 
Hay constancia de que, en Las Merindades, se cantaron las Marzas en lugares como Medina de Pomar o Las Machorras. Pero desde el inicio del siglo XX fue desapareciendo la costumbre quizá por la despoblación o por el cambio de costumbres. Con el paso del tiempo fueron quedando reducidas, antes de desaparecer, a un pretexto para salir a rondar y pedir. A los críos de este 2021 les parecería un Halloween sin disfraces y en primavera.

Soncillo
 
Vayamos ahora Bezana, que da nombre al Valle de Valdebezana al que pertenece y cuya capitalidad ejerce Soncillo. Muy próximo está el pantano del Ebro y el puerto del Escudo, que hace de límite con la Comunidad Autónoma de Cantabria. Jaime L. Valdivielso Arce investigó las Marzas de este pueblo en el año 1964. Por esa proximidad a Cantabria, Bezana participaba en gran manera de las costumbres típicas de la montaña, estando su vida comercial y social polarizada entre Soncillo y Reinosa (Cantabria). Hasta tal punto que Manuel García Matos, quien recoge las Marzas de Viérnoles (Cantabria), nos permite apreciar numerosas semejanzas con las Marzas de Bezana. Lo mismo sucede con un tipo de Marzas recogido por Joaquín Díaz en el norte de la provincia de Palencia. Esta similitudes son mayores que las que se obtienen de comparar las de Bezana con las del sur de Burgos.
 
Todas las características que hemos apuntado se ven reflejadas en las canciones tanto de las Marzas como en las otras que ofrecemos. Los mozos de Bezana, formando un solo grupo, recorrían todas las casas de la localidad cantando las Marzas. Llegados a la casa de turno y, tras el protocolo arriba descrito, comenzaban a cantar:
 
Santas, buenas noches
gentes de esta casa,
nobles y caballeros,
galanes y damas.
 
Si nos dan licencia
para que cantemos
con mucha prudencia
las marzas diremos.
Oh, dichoso Marzo,
que mañana llegas,
regando los campos
con tus flores bellas.
 
Y los pajaritos
en las arboledas
con el sol brillante
buscarán la ausencia
 
Y los ganadillos
irán a la sierra
a pacer las flores
y las frescas hierbas
 
Oh, dichoso Marzo,
que mañana llegas,
con una nevada
que tiembla la tierra
 
Traemos un burro
cargado de arvejas,
lleno de gorgojos
hasta las orejas.
 
Traemos un burro
cargado de nada,
que no come trigo,
paja ni cebada,
que come chorizos
que le dan las damas.
 
Vísperas de Marzo,
traemos por escrito
que guarden la fiesta
del Angel bendito.
 
Con mucha prudencia
las Marzas cantemos
y que un día todos
en el cielo estemos.
 
Esta versión de las Marzas de Bezana fue recogida la noche del 28 de febrero del año 1964, última vez que se cantaron en dicha localidad. El texto que hemos leído se realizó agregando lo cantado por los mozos con lo dicho por algún anciano. Las letras de las Marzas están escritas en versos hexasílabos y octosílabos, formando estrofas de cuatro versos. Se repiten siempre los versos segundo y cuarto de cada estrofa acentuando la sensación de monotonía del canto. Además carecían de acompañamiento musical.


 
Durante el canto de las Marzas hemos visto que se aprovechaba para rondar a las mozas, y solían utilizar en esta ocasión los dos cantares de ronda tradicionales citados en los que se glosan los Mandamientos y los Sacramentos, pero dándolos una orientación amorosa. A continuación presentamos las versiones de Bezana:
 
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
 
Los diez mandamientos santos
voy a cantarte, paloma,
para que me des el "Sí"
ellos ten en la memoria.
 
En el primer mandamiento
lo que se manda es amar,
te llevo en el pensamiento
y no te puedo olvidar.
 
El segundo es no jurar;
yo tengo hecho juramento
de seguir siempre a tu lado
y de seguirte queriendo.
 
El tercero es oir misa
y nunca con devoción,
sólo por pensar en tí,
prenda de mi corazón.
 
El cuarto honrar padre y madre;
El respeto lo perdí;
el respeto .y el cariño
sólo te lo tengo a ti.
 
Es el quinto no matar;
A nadie he dado la muerte
y tú me matas a mí
el día en que vengo a verte.
 
Niñas que al balcón salís,
meted las faldas para adentro,
que hacéis pecar a los hombres
contra el sexto mandamiento.
 
El séptimo es no robar;
a nadie he robado yo,
sólo he robado a una niña
que llevo en el corazón.
 
Octavo no levantar
falso testimonio a nadie
como a mí me lo levanta
una niña de esta calle .
 
Noveno no desear
la mujer de tu vecino
como yo lo deseaba,
niña, casarme contigo.
 
Décimo es no codiciar
de los vecinos los bienes.
No hay bienes en este mundo,
niña, como tus quereres.
 
Los diez mandamientos santos,
niña, se encierran en dos:
que me quieras y te quiera
y nos casemos los dos.
 
 
 
LOS SACRAMENTOS SANTOS
 
Si quieren oir, señores,
los Sacramentos cantar,
incorpórense en la cama
que los vamos a empezar.
 
El primero es el Bautismo,
ya sé que estás bautizada;
te bautizó el señor cura
para ser buena cristiana.
 
El segundo es Confirmación,
ya sé que estás confirmada,
te confirmó el Arzobispo
para ser mi enamorada.
 
El tercero es Penitencia
y ésa me la echan a mí,
que el andar contigo a solas
no lo puedo conseguir.
 
El cuarto es la Comunión,
recíbela con anhelo,
que si la recibes bien,
derechita irás al cielo.
 
El quinto es Extremaunción,
de extremo a extremo te quiero
 
El sexto es el Orden,
yo cura no lo he de ser,
que los libros de latín
yo nunca los estudié.
 
El séptimo es Matrimonio
y es lo que vengo a buscar;
aunque tus padres no quieran
contigo me he de casar.
 
 
Finalmente les dejo el texto contenido en la publicación “Aula activa de la naturaleza. Soncillo” (1995) donde dicen sobre las Marzas: “Es la festividad que con más arraigo nos ha quedado, aunque desde hace unos años se ha suprimido como hábito común y sólo se repite en Soncillo, si bien cada año que transcurre tiene menor seguimiento. No obstante la creación hace recientes fechas de la asociación cultural Entre valles y montañas, contribuye de alguna manera a mantener viva la tradición e incluso a enriquecerla en la medida de lo posible”.
 
 
 
Bibliografía:
 
Revista “Folklore”.
Revista “Cuadernos de Campoo”.
Periódico “La tribuna de Castilla”.
“Cancionero popular de Burgos”. Federico Olmeda.
“Introducción a la música popular castellana y leonesa”. Miguel A. Palacios Garoz.
“CASTILLA Y LEÓN. Geografía, Historia, Arte, Lengua, Literatura, Cultura, Tradiciones”.
“Aula activa de la naturaleza. Soncillo (Burgos)”. Pedro J. Mediavilla Pereda y Joaquín García Andrés.
“Las Marzas: identidad, sociabilidad y androcentrismo en el ritual marcero”. Antonio Montesino González
Revista “Estampa”.
Revista “Ahora”.
Periódico "El diario montañés".
 
 
 
Para saber más:
 
 

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