¿Y si les digo
que hubo un tiempo en que en Las Merindades se cantaban “Las Marzas”? Cierto,
yo tampoco me lo creía. Si recorremos el mapa de pueblos donde se cantan las
Marzas vemos que, en la provincia de Burgos, están en la Ribera del Duero y de
Lerma. Algunos, incluso, lo han convertido en una atracción turística. Pero… Todos
estos pueblos se encuentran en la mitad sur de la provincia. El norte, Las
Merindades, parecen ajenas a esta celebración. Pero no siempre fue cierto.
Antes de eso, ¿qué
son Las Marzas? Debemos remontarnos -o eso nos dicen los especialistas- a
tiempos anteriores a la conquista romana. La mayoría de los pueblos ibéricos se
regían por el calendario lunar cuyo año nuevo estaba hacia el uno de marzo. ¡Y celebraban
esa “nochevieja”! Las Marzas surgieron como cantos propiciatorios dedicados a
los dioses de la fecundidad que han pasado a anunciar la feracidad primaveral
de la naturaleza y la del ser humano. El tiempo ha añadido elementos del
cristianismo que empapaban el ser de las poblaciones rurales. Así, en nuestra
cultura, todos los años, la última noche del mes de febrero, los mozos salían a
la calle a cantar anunciando el inicio del mes de marzo. En realidad, cantaban por
la llegada de la primavera y exaltar la feminidad juvenil. Es decir, también se
cortejaba a las muchachas del lugar con cantos de amor. Las Marzas nos han
llegado porque sintonizaban con los intereses, deseos, inquietudes y
aspiraciones del mundo rural buscando el favor de alguna divinidad para lograr
la fecundidad de las cosechas y de los ganados. Y por eso mismo se han ido
perdiendo.
Así lo decía
investigador Julio Caro Baroja “los mozos
son los descendientes de los que en otra época salieron con motivo del comienzo
del año o “Kalendae Martiae” cantando las llamadas “martiae”, que anunciaban la
venida del primer mes del año dedicado a un dios de la agricultura, después de
los meses purificatorios”.
Se ha estudiado
la estructura de las cuadrillas de marzantes, lo que no quiere decir que lo
aquí expuesto sea lo que hubo en todos y cada uno de los pueblos del norte de
España. El grupo estaba compuesto por el presidente, mozo viejo o amo (mozo
soltero de más edad); los quintos del año; varios mozos de edades similares; y aquellos
jóvenes que ese año marceaban por vez primera, cumplidos los quince o dieciséis
años y una vez pagada la cuota (en metálico o en vino). Cuentan que debían
pasar una serie de pruebas rituales que la ronda les exigía y que servían para asignarles
un papel en la cuadrilla: cargar con la cesta de pedir las marzas, llevar el
farol, realizar los hurtos rituales de verduras y hortalizas en las huertas del
vecindario, limpiar la mesa de la comida de marzas, etc.
El mozo viejo
era el encargado de coordinar y distribuir las funciones de los miembros de la
cuadrilla de marzantes, armonizar sus voces durante los ensayos, pedir las marzas
delante de las puertas de las casas del vecindario y, una vez formados los
corros de ronda, solicitar la licencia o el permiso para cantarlas o, en su
caso, para rezar a las ánimas.
La primera
acción ritual de las cuadrillas era solicitar permiso: comunicar
oralmente a las autoridades del lugar la celebración de las marzas. Una vez
obtenida la licencia el grupo recorría al anochecer las calles del pueblo,
visitando todas las casas del vecindario. Los marzantes abrían la ronda mediante
voces y relinchos o por medio del rezo de un Padre Nuestro o la Salve cuando se
partía de la iglesia.
Al llegar el
grupo a la puerta o al corral de un vecino, se detenía y el mozo viejo les anunciaba
con el saludo "a la paz de Dios,
señores" o invocando el nombre de la persona principal de la casa:
quien, a su vez, desde el interior del hogar, preguntaba: "¿quién va?", a lo que el caporal respondía: “¡Los marzantes!" Cuando el dueño
abría la puerta, el responsable de la cuadrilla preguntaba: "¿Cantamos, rezamos o nos vamos?” Según
la situación particular de la familia, que por regla general conocían los
mozos, se cantaba, se rezaba o se iban.
Y si había una
moza casadera o un especial sentido de la hospitalidad, se cantaban las marzas
largas, añadiendo al final los Sacramentos de Amor o los Mandamientos, a fin de
prolongar la estancia con la moza. A cambio de sus cantos, los marzantes
recibían la limosna (en especie o en metálico) que la familia de la casa les daba.
Se revisaban las viandas recogidas por si estaban en mal estado y, tras ello, la
cuadrilla se despedía: "que con
salud nos den las marzas muchos años y saben dónde nos tienen cuando nos
necesiten”. Pero, si la dádiva era escasa, en mal estado y no había los
mozos respondían cantando las marzas rutonas, a través de las cuales se
parodiaba y se escarnecía a los de esa casa. En algunas zonas, una parte del
dinero (los seis cuartos) se reservaba para la compra de las velas del
Santísimo, que eran llevadas por los mozos, previamente sorteados entre los de
la cuadrilla de marzantes, en la procesión del jueves de Semana Santa en honor
al Santísimo.
Las sobremarzas -comida,
merienda o cena festiva- se celebraban al domingo siguiente al día en que se
pedían. Estaban invitados los niños del pueblo y las mozas en cuyas casas había
habido donativo. Se comía lo entregado y lo comprado con el dinero recaudado. Finalmente
se cuadraban las cuentas.
Fijémonos en
este aspecto: esos regalos. Esta situación enlazaría las Marzas con otras
costumbres de demanda de alimentos durante el invierno. Un, llamémosle, ciclo
del aguinaldo del invierno en los que mozos y quintos recorrían las casas del
pueblo pidiendo por el gasto de cera para alumbrar el Monumento de Jueves Santo
o por las misas para sufragio de las Benditas Animas... Se iniciaba con el día
de San Silvestre; seguían las peticiones de "los Años Nuevos" el
primer día del año y "los Reyes" acabando con los aguinaldos del
último día de este mes víspera del día de Santa Brígida y San Ignacio.
Seguidamente el último de febrero se pedía las marzas. En todos estos aguinaldos
se cantaban una serie de coplas alusivas al momento: la Cuaresma, la primavera…
Quizá por esta
vinculación con el pasado remoto del terruño se cantaban con respeto como si
los versos estuviesen impregnados del espíritu de lo sagrado:
Esta es una “cirimonia”
que nuestros tatarabuelos
nos dejaron “prevenío”
se observase con respeto
Hay constancia
de que, en Las Merindades, se cantaron las Marzas en lugares como Medina de
Pomar o Las Machorras. Pero desde el inicio del siglo XX fue desapareciendo la
costumbre quizá por la despoblación o por el cambio de costumbres. Con el paso
del tiempo fueron quedando reducidas, antes de desaparecer, a un pretexto para
salir a rondar y pedir. A los críos de este 2021 les parecería un
Halloween sin disfraces y en primavera.
Vayamos ahora
Bezana, que da nombre al Valle de Valdebezana al que pertenece y cuya
capitalidad ejerce Soncillo. Muy próximo está el pantano del Ebro y el puerto
del Escudo, que hace de límite con la Comunidad Autónoma de Cantabria. Jaime L.
Valdivielso Arce investigó las Marzas de este pueblo en el año 1964. Por esa proximidad
a Cantabria, Bezana participaba en gran manera de las costumbres típicas de la
montaña, estando su vida comercial y social polarizada entre Soncillo y Reinosa
(Cantabria). Hasta tal punto que Manuel García Matos, quien recoge las Marzas
de Viérnoles (Cantabria), nos permite apreciar numerosas semejanzas con las Marzas
de Bezana. Lo mismo sucede con un tipo de Marzas recogido por Joaquín Díaz en
el norte de la provincia de Palencia. Esta similitudes son mayores que las que
se obtienen de comparar las de Bezana con las del sur de Burgos.
Todas las
características que hemos apuntado se ven reflejadas en las canciones tanto de
las Marzas como en las otras que ofrecemos. Los mozos de Bezana, formando un
solo grupo, recorrían todas las casas de la localidad cantando las Marzas. Llegados
a la casa de turno y, tras el protocolo arriba descrito, comenzaban a cantar:
Santas, buenas noches
gentes de esta casa,
nobles y caballeros,
galanes y damas.
Si nos dan licencia
para que cantemos
con mucha prudencia
las marzas diremos.
Oh, dichoso Marzo,
que mañana llegas,
regando los campos
con tus flores bellas.
Y los pajaritos
en las arboledas
con el sol brillante
buscarán la ausencia
Y los ganadillos
irán a la sierra
a pacer las flores
y las frescas hierbas
Oh, dichoso Marzo,
que mañana llegas,
con una nevada
que tiembla la tierra
Traemos un burro
cargado de arvejas,
lleno de gorgojos
hasta las orejas.
Traemos un burro
cargado de nada,
que no come trigo,
paja ni cebada,
que come chorizos
que le dan las damas.
Vísperas de Marzo,
traemos por escrito
que guarden la fiesta
del Angel bendito.
Con mucha prudencia
las Marzas cantemos
y que un día todos
en el cielo estemos.
Esta versión de
las Marzas de Bezana fue recogida la noche del 28 de febrero del año 1964,
última vez que se cantaron en dicha localidad. El texto que hemos leído se
realizó agregando lo cantado por los mozos con lo dicho por algún anciano. Las
letras de las Marzas están escritas en versos hexasílabos y octosílabos,
formando estrofas de cuatro versos. Se repiten siempre los versos segundo y
cuarto de cada estrofa acentuando la sensación de monotonía del canto. Además
carecían de acompañamiento musical.
Durante el canto
de las Marzas hemos visto que se aprovechaba para rondar a las mozas, y solían
utilizar en esta ocasión los dos cantares de ronda tradicionales citados en los
que se glosan los Mandamientos y los Sacramentos, pero dándolos una orientación
amorosa. A continuación presentamos las versiones de Bezana:
LOS DIEZ MANDAMIENTOS
Los diez mandamientos santos
voy a cantarte, paloma,
para que me des el "Sí"
ellos ten en la memoria.
En el primer mandamiento
lo que se manda es amar,
te llevo en el pensamiento
y no te puedo olvidar.
El segundo es no jurar;
yo tengo hecho juramento
de seguir siempre a tu lado
y de seguirte queriendo.
El tercero es oir misa
y nunca con devoción,
sólo por pensar en tí,
prenda de mi corazón.
El cuarto honrar padre y madre;
El respeto lo perdí;
el respeto .y el cariño
sólo te lo tengo a ti.
Es el quinto no matar;
A nadie he dado la muerte
y tú me matas a mí
el día en que vengo a verte.
Niñas que al balcón salís,
meted las faldas para adentro,
que hacéis pecar a los hombres
contra el sexto mandamiento.
El séptimo es no robar;
a nadie he robado yo,
sólo he robado a una niña
que llevo en el corazón.
Octavo no levantar
falso testimonio a nadie
como a mí me lo levanta
una niña de esta calle .
Noveno no desear
la mujer de tu vecino
como yo lo deseaba,
niña, casarme contigo.
Décimo es no codiciar
de los vecinos los bienes.
No hay bienes en este mundo,
niña, como tus quereres.
Los diez mandamientos santos,
niña, se encierran en dos:
que me quieras y te quiera
y nos casemos los dos.
LOS SACRAMENTOS SANTOS
Si quieren oir, señores,
los Sacramentos cantar,
incorpórense en la cama
que los vamos a empezar.
El primero es el Bautismo,
ya sé que estás bautizada;
te bautizó el señor cura
para ser buena cristiana.
El segundo es Confirmación,
ya sé que estás confirmada,
te confirmó el Arzobispo
para ser mi enamorada.
El tercero es Penitencia
y ésa me la echan a mí,
que el andar contigo a solas
no lo puedo conseguir.
El cuarto es la Comunión,
recíbela con anhelo,
que si la recibes bien,
derechita irás al cielo.
El quinto es Extremaunción,
de extremo a extremo te quiero
El sexto es el Orden,
yo cura no lo he de ser,
que los libros de latín
yo nunca los estudié.
El séptimo es Matrimonio
y es lo que vengo a buscar;
aunque tus padres no quieran
contigo me he de casar.
Finalmente les
dejo el texto contenido en la publicación “Aula activa de la naturaleza.
Soncillo” (1995) donde dicen sobre las Marzas: “Es la festividad que con más arraigo nos ha quedado, aunque desde hace
unos años se ha suprimido como hábito común y sólo se repite en Soncillo, si bien
cada año que transcurre tiene menor seguimiento. No obstante la creación hace
recientes fechas de la asociación cultural Entre valles y montañas, contribuye de
alguna manera a mantener viva la tradición e incluso a enriquecerla en la
medida de lo posible”.
Bibliografía:
Revista
“Folklore”.
Revista
“Cuadernos de Campoo”.
Periódico “La
tribuna de Castilla”.
“Cancionero
popular de Burgos”. Federico Olmeda.
“Introducción a
la música popular castellana y leonesa”. Miguel A. Palacios Garoz.
“CASTILLA Y
LEÓN. Geografía, Historia, Arte, Lengua, Literatura, Cultura, Tradiciones”.
“Aula activa de
la naturaleza. Soncillo (Burgos)”. Pedro J. Mediavilla Pereda y Joaquín García
Andrés.
“Las Marzas:
identidad, sociabilidad y androcentrismo en el ritual marcero”. Antonio
Montesino González
Revista “Estampa”.
Revista “Ahora”.
Periódico "El diario montañés".
Para saber más:
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