Una reseña breve
a una novela que se lee del tirón. Literalmente. Nuestro arquero está dando
vueltas por Las Merindades asumiendo encargos que le alejan de la tarea encomendada
por el rey consorte Fernando. En las primeras páginas nos dicen que estamos en
1476. ¿Un año más? No, ni por asomo. Estamos metidos en una guerra civil
castellana (no me atrevo a decir “la guerra civil castellana) entre Isabel y Fernando
y Juana, la Beltraneja, que era la hija del hermano de Isabel, Enrique IV.
El Macguffin de
las novelas, por lo menos hasta la tercera parte, es una misteriosa misión
encargada por el rey a Güilliam de Canford que le permite desplazarse por Frías,
Oña y Medina de Pomar. ¿Sabremos cual es su misión? Seguro. En la última novela.
La serie de novelas
se inicial en la ciudad de Toro (Zamora) donde Fernando prepara su ejército
para enfrentarse al de Alfonso V de Portugal por la corona de Castilla. Como el
rey no puede prescindir de ninguno de sus Grandes Señores, ni puede enfadarlos,
debe enviar a alguien -¿prescindible?- para resolver un problema personal (el
macguffin). Ese alguien es el arquero siniestro -zurdo- sin dedos. ¿Por qué
obedece Güilliam? Nos cuenta Daniel Bilbao que cumple la misión porque está
siendo chantajeado y sobornado a partes iguales.
He dicho que la
obra se lee de una sentada. Cierto. Incluso le recomendamos que se deje cerca
una bebida y algo de picar. Como en los casos anteriores el formato nos permite
una cómoda lectura: letra grande y espaciada… esas cosas. Los capítulos son
breves por si acaso tiene que dejar la lectura porque ha llegado usted a su
parada de metro. Medina de Pomar está esbozada con cuatro líneas generales de
forma suficiente y que nos permite ubicar con libertad los escenarios donde se
sucede las situaciones. Y las referencias y anacronismos salpican la obra en
forma de pepitas de chocolate que endulzan la trama y dejan un regusto alegre
mientras se avanza en la lectura. Estoy tentado de relacionárselas, pero eso
les destriparía las gracias de la novela, pero habrá referencias o grandes
obras del teatro y la novela española, a la ciencia o a… ¡Basta! Recurriré a lo
que dice Beatriz Valdeón en la contraportada de la novela: “Daniel Bilbao disfruta
colando guiños al futuro, al Quijote o a El mercader de Venecia”.
Les recomiendo
que disfruten de caballos, cerdos voladores y de las fiestas de Medina de
Pomar, al menos recostado en su sofá con esta novela en las manos.
Dedicado a Ramón que nos ha dejado. Uno de Medina de Pomar y de Arenillas de Ebro.
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