Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 21 de noviembre de 2021

Las crónicas de Güilliam de Canford III: El caballo regalado.


Una reseña breve a una novela que se lee del tirón. Literalmente. Nuestro arquero está dando vueltas por Las Merindades asumiendo encargos que le alejan de la tarea encomendada por el rey consorte Fernando. En las primeras páginas nos dicen que estamos en 1476. ¿Un año más? No, ni por asomo. Estamos metidos en una guerra civil castellana (no me atrevo a decir “la guerra civil castellana) entre Isabel y Fernando y Juana, la Beltraneja, que era la hija del hermano de Isabel, Enrique IV.

 
El Macguffin de las novelas, por lo menos hasta la tercera parte, es una misteriosa misión encargada por el rey a Güilliam de Canford que le permite desplazarse por Frías, Oña y Medina de Pomar. ¿Sabremos cual es su misión? Seguro. En la última novela.

 
La serie de novelas se inicial en la ciudad de Toro (Zamora) donde Fernando prepara su ejército para enfrentarse al de Alfonso V de Portugal por la corona de Castilla. Como el rey no puede prescindir de ninguno de sus Grandes Señores, ni puede enfadarlos, debe enviar a alguien -¿prescindible?- para resolver un problema personal (el macguffin). Ese alguien es el arquero siniestro -zurdo- sin dedos. ¿Por qué obedece Güilliam? Nos cuenta Daniel Bilbao que cumple la misión porque está siendo chantajeado y sobornado a partes iguales.

 
He dicho que la obra se lee de una sentada. Cierto. Incluso le recomendamos que se deje cerca una bebida y algo de picar. Como en los casos anteriores el formato nos permite una cómoda lectura: letra grande y espaciada… esas cosas. Los capítulos son breves por si acaso tiene que dejar la lectura porque ha llegado usted a su parada de metro. Medina de Pomar está esbozada con cuatro líneas generales de forma suficiente y que nos permite ubicar con libertad los escenarios donde se sucede las situaciones. Y las referencias y anacronismos salpican la obra en forma de pepitas de chocolate que endulzan la trama y dejan un regusto alegre mientras se avanza en la lectura. Estoy tentado de relacionárselas, pero eso les destriparía las gracias de la novela, pero habrá referencias o grandes obras del teatro y la novela española, a la ciencia o a… ¡Basta! Recurriré a lo que dice Beatriz Valdeón en la contraportada de la novela: “Daniel Bilbao disfruta colando guiños al futuro, al Quijote o a El mercader de Venecia”.


 
Les recomiendo que disfruten de caballos, cerdos voladores y de las fiestas de Medina de Pomar, al menos recostado en su sofá con esta novela en las manos.


Dedicado a Ramón que nos ha dejado. Uno de Medina de Pomar y de Arenillas de Ebro.
 
 
 

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