Y ¿por qué
hablaremos del promotor de la catedral de Burgos? Pues, porque era de Medina de
Pomar. O eso creyó, entre otros, Julián García Sainz de Baranda aun a pesar de
la dificultad para averiguar donde nacieron los personajes anteriores al siglo
XVI porque no había registros parroquiales. Para afirmar que era medinés nos
apoyamos en pruebas circunstanciales. Partimos de Juan de Medina de Pomar (del
que hablaremos algún día) que declaró en su testamento ser sobrino del obispo
de Burgos Mauricio. Si Juan era de Medina de Pomar su padre o madre lo serían
y, evidentemente, Mauricio podría serlo también por vínculos de sangre.
En la medinesa parroquia
de Nuestra Señora del Rosario hubo hasta finales de la primera guerra mundial una
escultura del obispo Mauricio que fue vendida en torno a 1920. Ya saben: cosas
que, desgraciadamente, pasan. La describe Julián García Sainz de Baranda: “Era
como 1`20 metros de alta y por su época y estofado, en el que predominaban los matices
dorados, no es aventurado afirmar que su factura era coetánea a la existencia de
don Mauricio o de época muy poco posterior a su muerte”. ¿Por qué había una
escultura de Mauricio en Medina si no era porque se le reconocía nativo del
lugar? ¿O tanto se amaba a un obispo determinado de hacía 700 años?
Puntualizado el
tema de su nacimiento diremos que su familia parecía proceder de Inglaterra o
Garcuña y cuyo antepasado debió llegar para la repoblación o la guerra. Esto
aclararía el exótico nombre de Mauricio que le dieron sus padres, Rodrigo y Orosabia
según Luciano Serrano, abad de Silos. Se estima que Mauricio nació hacia 1175. De
su juventud nada sabemos salvo que optó por la fe. Ayudado por las rentas de su
beneficio se graduó como doctor en derecho, o teología, probablemente en la Universidad
de París, donde debió estudiar al mismo tiempo que el futuro arzobispo de
Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, con quien al parecer le unía estrecha amistad.
Como ven nos movemos en un mundo de suposiciones.
Medina de Pomar
Desde mediados
de 1209 aparece Mauricio como arcediano de Toledo. Quizá favorecido por la
confirmación, el 27 de febrero de 1209, como arzobispo de Toledo de Rodrigo
Jiménez de Rada. Luciano Serrano y Pineda, benedictino medievalista, asumía que
este acto era una muestra de amistad y clave para entender el apoyo de Rodrigo
en la elección de Mauricio como obispo de Burgos en 1213.
Mauricio, como
arcediano, compatibilizó el cargo con ser procurador o defensor de la iglesia
de San Félix de Toledo. Se le conoce su participación, como capitular, en la
erección de la Colegiata de Talavera y en otorgar su consentimiento en varias
resoluciones del Cabildo de la catedral relativas a administración de bienes. Mauricio
organizó el alumbrado de la catedral de Toledo en 1213; la dotó con nuevas
posesiones en 1214, siendo ya electo obispo de Burgos; y en 1227 dispuso mayor
número de lámparas y diez y ocho cirios que debían arder en las mayores fiestas
del año.
Medina de Pomar
Fue juez eclesiástico
de muchas causas complejas o que necesitaban mucha mano izquierda política.
Sabemos que el 24 de Abril de 1210 -todavía en Toledo- el Papa expedía una bula
que dejaba en manos de Mauricio, del obispo de Zamora Martín que era otro
jurista y de Miguel, canónigo de Segovia, solventar el litigio entre el obispo
de Burgos, García, y el abad de Oña sobre atribuciones del obispo en orden a la
visita canónica del monasterio; percepción de derechos episcopales de las
iglesias dependientes de Oña; y obediencia de los clérigos de estas iglesias a
los preceptos dictados por el obispo, a sus censuras y sentencias y a las
constituciones sinodales. Que, traducido, se refiere a determinar quién mandaba
sobre esas iglesias y sus rentas. Los tres “sabios” no lograron solucionar la
disputa… entonces. Cuando Mauricio llegó a ser obispo de Burgos consiguió
solucionarlo -como dice Luciano Serrano en “Don Mauricio”- porque se “extinguió
por avisada avenencia entre ambas partes”.
En esas fechas,
28 de abril de 1210, el Papa encargaba a Mauricio la disputa entre el prelado burgalés
y los clérigos de la abadía de Castrojeriz. Por lo mismo que antes: controlar la
elección de abad; el cobro de tercias y de rentas y el control sobre los
templos dependientes de la abadía de Castrojeriz. Habían llegado a actos
violentos nada religiosos que terminaron con excomuniones y otras censuras
lanzadas por el obispo a sus contrarios. Mauricio determinó, en Valladolid el
20 de enero de 1211, que el obispo de Burgos tenía derecho a los bienes en
disputa.
Papa Inocencio III
Pocas semanas
después moría el obispo de Burgos, el susodicho García. Su sucesor, Juan Maté,
murió el 18 de Julio de 1212, antes de recibir la consagración episcopal. En agosto
de 1213 aparece ya electo Mauricio. Podría llegar a verse la mano del arzobispo
Rodrigo Jiménez de Rada, actuando sobre los electores o como árbitro del
cabildo burgalés. Luciano Serrano sospechaba que Mauricio fuese solo diácono al
ser promovido a la sede burgalesa, pues en aquella época muchos canónigos no
eran sacerdotes, y ni siquiera de orden mayor, y la dignidad de arcediano no
exigía en sus poseedores sino el orden diaconal. Eso pudo retrasar la toma de posesión
de Mauricio algunas semanas para recibir, entretanto, el sacerdocio.
No hay rastro de
ese primer año de Mauricio como obispo de Burgos. Conocemos más desde la muerte
de Alfonso VIII (1214) al encargarse Mauricio de defender los derechos de la
Iglesia ante los testamentarios de dicho monarca en el tema de las “reparaciones”
al Estado eclesiástico. A las tres semanas de muerto el rey murió la reina con
lo cual se entronizó a Enrique I, de diez años. La regencia la ejerció su
hermana Berenguela. Triste momento de debilidad de la corona que Mauricio, y la
Iglesia, aprovechó para reclamar la entrega de dos templos con sus territorios
que, entendían, la Corte había usurpado en el distrito de Mena y en el de
Amaya.
Alfonso VIII
La cosa de
reclamar bienes que la Iglesia entendía como suyos -igual que hoy con la
inmatriculación- venía de largo porque varios años antes había protestado el
Papa Inocencio III contra Alfonso VIII por imponer al clero de su reino
contribuciones y tributos “excesivos”. Se quejaba por haber obligado Alfonso,
acudiendo a medios violentos, al obispo y cabildo de Burgos a ceder para la
dotación de Huelgas… ¡la iglesia más pingüe de la diócesis! e incautado el
monasterio de San Julián de Mena. Lloraba porque el rey no les entregaba los
diezmos que devengaban los derechos y posesiones de la Corona radicadas en la
diócesis burgalesa. Claro que, por si fuera poco, también afeaba a Alfonso que
amparase a judíos y sarracenos en la compra de bienes gravados con diezmos y
otros derechos de la Iglesia. ¿Qué hizo Alfonso VIII? Morirse sin hacer caso a
las sotanas. Mauricio consiguió el 8 de noviembre de 1214 recuperar San Juan de
Ordejón y San Julián de Mena entregando al rey mil maravedís. Aclaremos que
siempre que se acercó Mauricio a la realeza les reclamó bienes, prebendas y
derechos, como en enero de 1215. ¿Qué daba la Iglesia? Apuntalar el trono de un
menor de edad y de su regente femenina. Por ello atendió Berenguela tales
súplicas. La regente impuso al valido Álvaro Núñez de Lara, como requisito para
ejercer su cargo en el Gobierno de Castilla, dejar en paz el patrimonio de la
Iglesia.
Villasana de Mena
Estas luchas por
rentas no solo se producían entre prelados y la Corona sino que entre los
obispos también ocurría como el caso del intento por Osma de apoderarse de gran
parte del territorio tributario de Burgos mediante una bula de Inocencio III. Establecía
el Papa en dicha bula enviase Mauricio al Concilio de Letrán, que ya estaba
convocado, procuradores con documentos, pruebas y demás elementos necesarios para
su defensa contra la demanda del de Osma, con apercibimiento que de no
efectuarlo en este plazo fallaría el pleito en sentencia definitiva. A mediados
de septiembre de este año de 1215 partía hacia Roma.
El viaje al
concilio de Letrán de Mauricio le convirtió en un “solucionador” de asuntos
allí tratados. A su regreso fue comisionado por una disposición conciliar para
establecer el acuerdo de paz entre Enrique I de Castilla y Alfonso IX de León que
fijase una frontera clara. Y detallase el patrimonio y las arras adeudadas a Berenguela
y a sus hijos, después de anulado su matrimonio con Alfonso IX. No nos
sorprenda que gente de Iglesia ejerciese de diplomáticos al ser personas
respetadas por las partes y ser, a su vez, instruidas (quizá por eso rechazaban
que se emplease a judíos para fines diplomáticos). Por ello, Mauricio también
se encargó de bloquear la boda de Enrique I con Mafalda de Portugal por orden,
evidentemente, del Papa Inocencio III. La Iglesia estaba disgustada con las
presiones que sufría por el tutor del rey. La excusa fue que eran parientes de
cuarto grado. Y que no había tensiones bélicas entre ambos reinos que hubieran
hecho necesaria una dispensa papal.
Enrique I de Castilla
En 1217 se
preocupó de la recaudación de rentas eclesiásticas, destinadas a la Cruzada
general de Oriente. Los cleros hispanos se negaban a pagarlo al recaudar para
la guerra de Al-Ándalus. Sólo se exigía que toda clase de clérigos
satisficieran la vigésima parte de sus rentas, incluyendo en éstas las
oblaciones, primicias y derechos de funeral.
¡Pero no todo
era acaparar rentas! La iglesia medieval no dejaba de preocuparse por meter en su
cintura a los judíos. Mauricio aplicó la norma del concilio Lateranense que
exigía que los burgaleses, bajo severas penas eclesiásticas, no tratasen con los
hebreos que se negaran a vestir traje distinto de los cristianos o no satisficieran
los diezmos procedentes de heredades compradas a cristianos. Pues no. También era
una preocupación monetaria.
Berenguela de Castilla
Por esos años
Mauricio había colocado a un sobrino suyo como canónigo de Burgos sin cumplir
los requisitos necesarios. Ante la oposición del cabildo, Mauricio fue a Roma
trayéndose una bula que le permitió el acto de nepotismo. En el pacto de
división de diócesis, entre Burgos y Calahorra, aparece un Garcías de Pumar, canónigo
de Burgos, que probablemente fuese el sobrino de Mauricio.
Enrique I falleció
a principios de junio de 1217 víctima de un accidente. Su tutor, el Conde de
Lara, ocultó la muerte hasta que tuviese cubiertas sus espaldas. Enterada
Berenguela -la heredera legítima- gracias al obispo de Palencia, Tello, trajo a
su lado a su hijo mayor Fernando. Congregando en Palencia al obispo Mauricio y
a los demás prelados del reino y nobleza castellana hostiles a los Lara, se proclamó
a sí misma reina de Castilla e, inmediatamente, abdicó en su hijo, Fernando III.
Exigió a el clan de los Lara su sumisión y la entrega de fortalezas. En
Valladolid el primero de Julio, los representantes del clero, nobleza y pueblo
y actuando de ministro eclesiástico Mauricio, por ausencia del arzobispo de
Toledo, fue reconocida Berenguela como soberana de Castilla y aprobada la cesión
de la corona a Fernando.
Alfonso IX
La reacción de
León fue enviar un ejército al mando del hermano de Fernando III con propósito
de recabar la corona de Castilla para Alfonso IX de León (padre de Fernando III).
Para retrasar la batalla acudieron en busca de los leoneses Mauricio y Domingo,
obispo de Ávila, que no consiguieron nada. Otra misión de Mauricio fue la de
recuperar el cadáver de Enrique I, enterrado en la villa de Tariego, y llevarlo
a Las Huelgas Reales donde se le sepultó junto al infante Fernando, primogénito
de Alfonso VIII.
Durante la
segunda mitad de 1217 y principios de 1218 estuvo la corte en Burgos para
controlar a los levantiscos Lara. Al fin se concertó un tratado entre Fernando
III y Alfonso IX de León, su padre. León renunciaba a apoyar a posibles
rebeldes castellanos y reconocía a Fernando III como heredero de León.
Solucionado esto se pensó en casar a Fernando III, que ya contaban con 20 años,
con una hija del emperador alemán Felipe I, llamada Isabel, que en Castilla se
conocería por Beatriz. Al frente de la embajada partió Mauricio. ¿Por qué casarlo
en Alemania? Quizá para evitar problemas de consanguineidad entre casas reales
peninsulares.
Beatriz de Suabia
La comitiva del
obispo Mauricio debió salir el mes de abril de 1219. Estaba formada por Pedro
Rodríguez, abad de San Pedro de Arlanza; el prior general de la Orden del
Hospital, llamada también de San Juan, Pedro Odoario; y Rodrigo, abad
cisterciense de Santa María de Ríoseco, junto a Villarcayo. Este abad de Las
Merindades debía estar cercano a la corte de Fernando III porque el 3 de
Diciembre de 1217 le habían concedido la exención de portazgo en toda Castilla
para sí, sus sucesores, convento, dependencia y servidumbre, y el 2 de Enero de
1218, era recibido, en unión de sus religiosos y casas dependientes, por el rey
que le confirmaba todos los privilegios de reyes anteriores y, en especial, la
unión a su convento de un hospital, perteneciente en la antigüedad al
monasterio de San Cipriano de Montes de Oca. Tras dilaciones por parte de la
Corte imperial Germana, el mes de septiembre se otorgaron los contratos y
entregó el emperador a Beatriz bajo la guardia y responsabilidad de Mauricio.
Medina de Pomar
En Burgos presentó
Mauricio a Beatriz y los regalos destinados por el emperador al monarca
castellano y su Corte, así como las escrituras de los desposorios y dotes
otorgadas por Mauricio en nombre de su soberano, en las cuales figuraban los
pueblos, ciudades y fortalezas que tanto en Castilla como en Suabia debían constituir
la dote de Beatriz, e igualmente las familias nobles de Alemania y Castilla que
salían garantes del cumplimiento del contrato matrimonial. En la festividad de
San Andrés Apóstol, se efectúo en la catedral románica burgalesa el matrimonio
religioso, asistiendo el arzobispo de Toledo y demás prelados del reino, la
nobleza, los delegados de ciudades y pueblos de mayor categoría, y pudientes de
todo el reino. Oficiando Mauricio.
Relacionados con
esta misión política de Mauricio, conocemos varios diplomas, otorgados por
Fernando III en favor de la catedral de Burgos o del obispo en persona, como
recompensa a los servicios prestados. El 2 de febrero de 1219 el rey confirmó
la posesión de San Juan de Mena, recuperado por Mauricio a raíz de la muerte de
Alfonso VIII.
Con fecha 22 de junio
de 1221 concedió al obispo Mauricio y sus sucesores, el señorío de Valdemoro y
Quintanilla, pueblos sitos en el antiguo distrito de Castrojeriz y no lejos del
camino general a Santiago, y el de San Mames de Favar, en territorio de
Panizares. A tenor del privilegio Real, percibiría el obispo de Burgos los
derechos debidos a cualquier clase de señorío, más los que en éste se reservaba
siempre el poder real; sus habitantes serían considerados como vasallos del
obispo, y en virtud de especial declaración jurídica, exentos de cualquier
contribución o servicio al Estado y también de la jurisdicción de los ministros
de justicia, civil o criminal, del monarca de Castilla, debiendo ser regidos y
juzgados por un representante del obispo, de cuyos fallos se apelaría
directamente al Consejo real.
A petición del
arzobispo de Toledo, y mediante órdenes pontificias, efectuó por esta misma
época Mauricio, en unión con el abad de Rioseco, antes mencionado, y Asensio,
canónigo de Burgos, un proceso canónico sobre separación efectiva de los
antiguos obispados de Ercávica y Valera, refundidos en uno solo bajo el nombre
de Cuenca, al ser reconquistada esta ciudad por Alfonso VIII. La causa de
haberse tomado esta determinación era la extrema pobreza de ambos obispados,
que no permitía dotar convenientemente a dos obispos ni cabildos catedrales (Podían
aprender los legisladores ante la proliferación de ayuntamientos y Comunidades
Autónomas en España). El fallo de Mauricio favoreció al obispo de Cuenca.
Las Huelgas Reales de Burgos
Y por otra bula
de 4 de noviembre de 1220 se dio orden a Mauricio de decir al Rey que no
eligiese a judíos para embajadores suyos en los principados moros. Porque eran
de poco fiar y ofendían al cristianismo y a la buena marcha de la reconquista
territorial. Mauricio participó en otras muchas disquisiciones todas ellas de
temas económicos nada eclesiásticos. Aunque sí, muchas de ellas, relacionadas
con patrimonio y rentas de la Iglesia.
Con respecto a
la catedral -por lo que suele recordarse a Mauricio las terceras décadas de
cada centuria- tenemos que tener en cuenta que la ciudad de Burgos había
aumentado su población y su poder económico y quería que eso se reflejase en su
templo mayor. Alfonso VI construyó en la ciudad una catedral de estilo románico.
Fue comenzada en 1075, época de la definitiva instalación del obispado de Oca en
Burgos, y estaba concluida antes de 1095. Como remate a la necesidad de una
nueva iglesia mayor Alfonso VIII tituló Burgos como “civitas regia”, es decir,
Corte y cámara oficial del Rey, y por ende capital de sus reinos, según lo
afirma el cronista Lucas de Tuy (muerto en 1249). En ese deseo de cambio no
podemos olvidar las iglesias vistas por Mauricio o por Beatriz en centro Europa
y la envidia que pudo suponer esto. Además, León había comenzado ya la suya;
Palencia levantaba su iglesia gótica de San Miguel; Zamora acababa de transformar
el interior de su catedral románica…
Catedral de Burgos
A principios de
1221 debieron derribarse las viviendas que circundaban por oriente la vieja
catedral, abriendo las zanjas donde asentar los cimientos del nuevo edificio en
su capilla mayor, crucero y ábsides laterales. La primera piedra se puso el 20
de Julio de 1221, festividad de Santa Margarita. Actuó de padrino el rey Fernando
III acompañado de Beatriz, Berenguela y toda su Corte.
¿Cómo se
allegaron recursos para la obra de nuestra iglesia? No consta que Fernando III contribuyese
con donativos y cesiones de derechos o rentas reales a la obra burgalesa. Lo
que no quiere decir que no lo hiciese. Las catedrales de aquel tiempo solían
construirse mediante las rentas de fábrica formadas por propiedades, tercias y
parte de las vacantes de canonicatos y prebendas. Se vendían posesiones del
cabildo o del obispo, como debió hacer en 1227 Mauricio con unas casas del barrio
burgalés de San Lorenzo. Podían los obispos imponer a la diócesis especiales
contribuciones con esta finalidad, o exigir, como Toledo y Sigüenza, durante
algún tiempo, la renta de fábrica de todas las iglesias diocesanas. También se
procedía a requisar rentas de prelados y capitulares; limosnas; o concesión de
indulgencias por el Romano Pontífice y por el obispo diocesano. Se publicaban, en
Burgos, el día de la Asunción de cada año. Consta que Mauricio obtuvo del Papa
Honorio III una indulgencia especial para cuantos ayudasen con sus limosnas a
la construcción de la catedral. ¡Entregando certificados de esas indulgencias!
Honorio III
A los nueve años
de haberse colocado la primera piedra ya tenían levantado el crucero, los
ábsides y parte de la nave central; y decorado los pórticos del crucero. En
1230 se celebraba el culto en la catedral nueva y estaba instalado en ella su
cabildo, procediéndose a derribar la catedral antigua. Eso sí, el edificio estaba
sin bóvedas y con techado de maderamen provisional, que subsistió cerca de
quince años. En tiempo de Mauricio no se levantaron las torres a más altura que
la nave principal, es decir, más de sus dos primeros pisos, teniendo en su
centro el rosetón. Unos quince años se tardó en cerrar las bóvedas a cantería y
pulir las naves y portadas, pues consta que en 1243 iba a ser consagrada la
catedral. Aunque finalmente fue en 1260.
Aprovechó
Mauricio la instalación del cabildo en la nueva catedral para reorganizarle,
definiendo exactamente su funcionamiento, traje coral y disciplina canónica,
así como los rasgos principales del culto solemne que debía desarrollar. Los
estatutos capitulares promulgados por Mauricio, de acuerdo con su cabildo, y
conocidos comúnmente por Concordia mauriciana, datan del mes de noviembre de
1230. Determinó, también, la posición de cada uno durante los oficios divinos,
la vestimenta, cuando debían afeitarse la tonsura y arreglarse la barba… y el
sistema de multas y castigos por los incumplimientos. La concordia mauriciana
fue modificada pocos años después a consecuencia de las discusiones que sobre
su ejecución se suscitaron entre los obispos y el cabildo. De orden pontificia
intervino en el arreglo de este asunto el cardenal Gil de Torres, del título de
San Cosme y San Damián y antiguo canónigo de Burgos.
A los pocos
meses de colocar Mauricio la primera piedra de su nueva catedral, recibía al
Rey Fernando III y a su primogénito Alfonso (Toledo el 23 de noviembre de 1221).
El rey convocó cortes en Burgos para que jurasen a Alfonso heredero y el acto
se hizo el 21 de marzo de 1222, probablemente en la iglesia de Las Huelgas.
Presidió Mauricio la ceremonia, a título de prelado diocesano. Bendijo la
espada y arreos militares que más tarde debía vestir el Príncipe, y por fin
recibió encargo de velar por la salud y seguridad del mismo, puesto que su
crianza sería en las cercanías de Burgos, bajo los cuidados inmediatos de Garci
Fernández de Villamayor, mayordomo primero de la Reina Berenguela.
Esta vinculación
con la corona parece que permitía a la Iglesia enfrentarse al rey por los
derechos a cobrar rentas en las diferentes diócesis. Así, Mauricio, con el
respaldo del Papa, se permitió amonestar a Fernando III por exigir a la diócesis
de Segovia, y en especial a sus vasallos, una contribución de mil maravedíes.
Esto causaba perjuicios al obispado, ya que viéndose tan gravados los vasallos,
se fugaban del dominio episcopal, reduciendo a yermo sus mejores propiedades.
¡Tela! Ni pensar en reducirles las cargas eclesiales.
En ese mismo año
de 1222 autorizó Mauricio la fundación de un nuevo monasterio de monjas
cistercienses en Vileña, distrito de Briviesca. Desde el año 1223 intervino en
la preparación de las expediciones reales contra los moros andaluces. El tema
es que, desde 1218, exhortaba el Papa Honorio III al monarca para que guerrease
contra los moros de Andalucía e, incluso, puso en marcha la máquina
propagandística papal y algunos recursos económicos para ello.
La península Ibérica en 1210
Mas no por esto
se movió el ejército castellano contra Andalucía: inquietaba la reacción de los
Laras y señores de Cameros, no pudiendo Fernando III secundar las iniciativas pontificias,
dando ocasión a que el Papa reclamase las cantidades adelantadas, visto que no
se empleaban en su destino. Dios y dinero. Debía, pues, lograrse previamente la
sumisión absoluta de la nobleza castellana a su monarca. Para ello, Honorio
III, facultó a Mauricio para excomulgar o aplicar otras censuras eclesiásticas
contra los reacios. También lo facultó para que los monarcas cristianos
retiraran de las cortes musulmanas los embajadores judíos que en ellas los representaban,
entorpeciendo -según el Papa- la ejecución de la guerra sagrada por parte de
los cristianos. Resultaban algo cansinos con el tema judío.
En el invierno
de 1224 Fernando III sometió la ciudad de Baeza con su territorio. En 1225 extendió
la reconquista por Andújar, Martos, Priego y otras fortalezas. Para apoyarlo, y
visto cómo se estancaba la cruzada de oriente, el Papa facultó a los obispos para
conceder indulgencia plenaria a cuantos tomasen parte en las expediciones.
Comisionó a Mauricio para que el cabildo y clero palentinos pagasen a su obispo
Tello cuantos subsidios pidiese en ayuda de estas excursiones militares.
Medina de Pomar
A principios de
1228 Mauricio fundaba otro monasterio de monjas cistercienses, filial del de Las
Huelgas, en Villamayor de los Montes. En febrero de ese año se registra una
escritura donde Mauricio, de acuerdo con su cabildo, cede a los parientes y
herederos del prior Franco todos sus derechos a la hacienda y solares,
habitados y desiertos, de dicho prior en términos de Villalbilla, por la
cantidad de noventa monedas de oro, que debían destinarse al sostenimiento de
la catedral y su cabildo y a la dotación del aniversario que dicho prior había
fundado en ella. También en 1228 asistió Mauricio al Concilio de Valladolid, convocado
por el legado del Papa Gregorio IX.
Se sabe de la
participación de Mauricio en la anulación matrimonial del enlace entre Leonor -hermana
del rey Enrique I- y Jaime I de Aragón (casados el seis de febrero de 1221). Se
produjo una reunión en Tarazona entre los representantes de las partes. En abril
de 1229 estaba en dicha población los arzobispos de Toledo y Tarragona, y los
obispos de Burgos, Calahorra, Segovia, Sigüenza y Osma, como representantes de
Doña Leonor, y los de Tarazona, Huesca, Lérida y Aragón, que defendían la parte
de Jaime I. Esta asamblea de prelados declaró por unanimidad que los cónyuges
contrajeron matrimonio en tercer grado de consanguinidad. Nulidad, aunque la
negaba el Papa.
Siguiendo en 1229
vemos a Mauricio efectuando un cambio de heredades con varios vecinos de
Villalbilla, y al monarca castellano reconocer a los vasallos de nuestro obispo
medinés su exención de varios tributos reales, que por ende pagaban al
obispado. Obtuvo igualmente del Papa Gregorio IX, con fecha 18 de agosto, la
facultad de citar a su tribunal a los judíos de su diócesis y obligarles a pagar
a sus clérigos e iglesias los diezmos y contribuciones de los bienes rústicos y
urbanos comprados por lo hebreos. Se refieren a posesiones que ya pagaban a
“los curas” cuando eran propiedad de cristianos. El tribunal de Mauricio
tendría poder, también, para condenar la usura judía, imponiendo multas, así
como para abolir la costumbre vigente entre los hebreos de no admitir condena
alguna salvo que hubiese sido probada la falta o crimen además de por testigos
cristianos, por uno que fuese hebreo. Ya saben: cosas de la fe que no tienen
nada -pero nada- que ver con la “plata”.
Estando la Corte
Real en Burgos a 23 de mayo de 1231, el rey sentenció a favor de Mauricio en
unas diferencias que éste tenía con los vecinos de Barrio Panizares, acerca de
los pastos de San Mames de Favar, declarando, tras la investigación del fraile Álvaro
de Aguilar, fraile Martín de Boada y Ñuño Rodríguez de Barruela, que dichos pastos
pertenecían por entero al obispado burgalés.
Alcázar de los Velasco de Medina de Pomar
Corriendo el año
1233, debió recibir Mauricio una circular de Gregorio IX, en la cual se
protestaba de la insolencia con que los judíos vivían entre cristianos, así
como de las deshonras por ellos inferidas a la causa de la fe; que ocupaban
cargos públicos, de los cuales abusaban para imponer a los cristianos resoluciones
y prácticas contrarias a la religión; que en atención a estos inconvenientes escribía
al Rey crease juderías facultando a los prelados para fulminar censuras
eclesiásticas contra los fieles que sostuviesen cualesquier relaciones con los
hebreos. Bueno, Mauricio ya disponía de herramientas contra los seguidores de
Moisés en su diócesis. Quizá era que no las aplicaba “correctamente”. Quién
sabe.
Durante el mes
de noviembre de 1235 murió en Toro Beatriz, esposa de Fernando III. Sus
funerales los celebró Mauricio en Las Huelgas cuando se trasladó el cadáver
allí. El viudo sitió Córdoba desde primeros de 1236. El 29 de junio, tras caer
la ciudad, solicitó al Pontífice autorización para imponer a las iglesias y
monasterios de Castilla y de León una contribución pasajera destinada a la
reconquista. Accedió el Papa, imponiendo la suma de veinte mil monedas de oro anuales
por un trienio; y encargó al arzobispo de Toledo, a nuestro Mauricio y al
obispo de Osma, canciller del Rey, hicieran el reparto.
Río Trueba en Medina de Pomar
En 1237,
Mauricio celebró la boda de Juana, hija mayor del conde de Ponthieu, y biznieta
de Rey de Francia Luis VII, con el monarca castellano. Ella estuvo desposada con
Enrique III de Inglaterra, pero se disolvió el matrimonio por parentesco en
grado prohibido en 1236. Claro que también había parentesco de tercer grado
entre el monarca castellano y Juana de Ponthieu. Gregorio IX otorgó la dispensa
con fecha 31 de agosto de 1237 recalcándolo que lo hacía a petición del Rey de
Castilla. Así, pues, las segundas nupcias de Fernando no debieron celebrarse antes
de noviembre de 1237. Y el obispo de Burgos obtuvo las correspondientes
ventajas financieras.
1238. De ese año
se conserva la acción contra un vecino burgalés, comerciante de profesión,
llamado Vidal de Arvial o Arival. Este comerciante se relacionaba con gente
herética -herética para los de la Iglesia-, viviendo con ella varias temporadas
y aun acomodándose a sus ceremonias y usos religiosos, aunque sin renunciar a
la fe cristiana. Se le reprochaba actuar como prestamista de herejes. Vidal
recurrió al Papa pidiendo absolución de su apostasía. El Pontífice encomendó a
Mauricio entablase proceso canónico.
Mauricio también
favoreció la llegada de diversas órdenes religiosas, y mendicantes, a la ciudad
y diócesis de Burgos: Franciscanos (1214), Trinitarios, Dominicos (1227),
monjas clarisas o franciscanas, monjas Calatravas (1219),
El obispo de
Burgos murió el 12 de octubre de 1238. No debía estar enfermo o decrépito
porque el Papa Gregorio IX le había otorgado el gobierno de la diócesis de
Calahorra. Salvo que se llevasen muchos años, su compañero de estudios y amigo,
el arzobispo Rodrigo Jiménez de Rada, murió nueve años después con setenta y
seis años. Mauricio fue sepultado en medio del presbiterio de la catedral, que
entonces servía también de coro; y sobre su tumba se colocó una estatua yacente
de bronce, cuyo rostro debió modelarse por la mascarilla del prelado. Las
facciones que presentaba no eran de un hombre muy anciano, ancha frente, rasgos
enérgicos, escasa carnosidad y nariz grande y afilada. Sus vestiduras están
profusamente sembradas de flores de lis en esmalte, circunstancia ésta que dio
lugar a que ciertos autores lo consideraran francés.
Dejó fundados en
la catedral un aniversario y dos memorias anuales, dotándolos con las rentas de
Valdemoro y demás pueblos que Fernando III le había dado. Procuró la mejor
administración de los bienes catedralicios, al ordenar se asentaran las
escrituras de compra y donaciones en varios libros de pergamino (Becerros).
Su sucesor fue el
obispo de Osma, Juan Domínguez, canciller que era del monarca castellano.
Confirmó el Papa la elección con fecha 26 de mayo de 1240.
Bibliografía:
“Don Mauricio.
Obispo de Burgos y fundador de su catedral”. Luciano Serrano, Abad de Silos.
“Remembranzas
burgalesas”. Julián García Sainz de Baranda.
“Medina de
Pomar. Cuna de Castilla”. Inocencio Cadiñanos Bardecí, Emilio González Terán y
Antonio Gallardo Laureda.
“Burgos”.
Rodrigo Amador de los Ríos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.