Volvemos a
recorrer el Valle de Mena para buscar una de sus escuelas. En este caso nos
pararemos en la que surgió de la mano filantrópica de Manuel Ortiz de Taranco
destinada a niños de ambos sexos. Surge en 1851 por testamento del 10 de julio del
matrimonio formado por Manuel, natural de Villanueva de Mena nacido el 2 de
abril de 1873, y María Clara de Ganchegui, natural de Madrid. De hecho vivían
en la capital del reino, en la calle Virgen de los Peligros. Para dotarla destinaron
de su fortuna doce mil reales de vellón anuales, que se habrían de satisfacer
por mensualidades vencidas. Ese dinero pagaría los sueldos del maestro de niños
y la maestra de niñas; surtir de leña en el invierno las cocinas; utensilios
como mesas, bancos, encerados, reglas; libros elementales de todas clases y
catecismos; y para la reposición y conservación del edificio de las dos
escuelas.
Manuel Ortiz de
Taranco durante su vida realizó diversas funciones dentro de la administración
tanto en la capital, de la que fue intendente, como en provincias como Burgos o
Asturias. También parece constar cierta vinculación con la ciudad de Ávila. Fue
Caballero Comendador de Número de la Real y distinguida Orden Española de
Carlos III (agosto 1847) y de la Americana de Isabel la Católica, condecorado
con otras varias cruces de distinción, socio de mérito de la Económica
Asturiana, Consejero Real desde el 15 de enero de 1847 hasta el 30 de abril de
1850 y Senador del Reino desde el 8 de enero de 1851 hasta su fallecimiento el
19 de septiembre de este último año en Madrid. En la capital formó parte de la
comisión de fincas y enajenaciones. Participó, también, de la dirección del
Banco de Isabel II. Hay notas de prensa que asocian a este caballero con una
tienda de curtidos en 1824 lo cual resulta, en cierta forma, chocante.
La madrileña María Clara de
Ganchegui y Gazmuri, su esposa, era una mujer muy limosnera, elemento asociado a las
personas de alta alcurnia en ese siglo XIX y así quedó reflejado en la prensa
del momento. También nos han llegado los documentos de sus pleitos con el
ayuntamiento del Valle de Mena.
Para poner en
marcha el proyecto, la fundación compró el 17 de agosto de 1852 dos terrenos en
el sitio de Pradillos. Eran de Braulio Ortiz, vecino de Villanueva, y de Gregorio
Zorrilla, de El Vigo, respectivamente. Se pagaron mil cien reales. La
descripción que se hace de los terrenos adquiridos en la escritura fundacional
es:
“El terreno de D. Braulio de trescientas
treinta brazas, de a siete pies, de pavimento, que linda por solano Camino Real
nuevo, ábrego las Monjas de Villasana, y regañón herederos de D. José Manuel de
Angulo, vecino que fue de Caniego, y por cierzo la que sigue; y el de D.
Gregorio la otra en el mismo sitio y término de tres celemines, o trescientas
brazas, que linda con solano y camino Real nuevo, ábrego la antes deslindada,
cierzo heredad que fue de la Patrona del Convento de Villasana, y por regañón
heredad de Saturnino Sojo, vecino que fue de Santa Cruz; y el D. Braulio vende
además a esta Fundación el camino de servidumbre peonil para tomar agua del
cauce de Villanueva y Villasana para el surtido de nuestras escuelas, y de los
que habiten en sus casas, pared cierzo, orilla del caño, de la heredad que le
corresponde en el sitio de la Pontoncilla del término de Villasana de siete
celemines y medio, que linda por cierto caño, solano camino Real Nuevo, por
cuya parte tendrá entrada nuestra servidumbre, sin perjuicio del cierzo de
citada heredad”.
El edificio debió
ser estrenado en 1854 y disponía de planta baja, principal y desván, y ocupaba
–ocupa- una superficie de 347`34 metros cuadrados en un rectángulo de 25`54 metros
por 13`60 metros. Fue construido de cal y canto con sillería en sus cuatro
ángulos, puertas, balcones y ventanas, con dos pilastras también de sillería en
los medios de su fachada principal en toda su altura. La estructura interna, evidentemente,
era de madera. El piso bajo del edificio sirvió para las escuelas de ambos
sexos y la planta principal para habitación de los maestros.
Como habrán
podido ir leyendo se marcaba mucho la diferenciación entre niños y niñas en
aquellas leyes de educación de los siglos XVIII y XIX. Debían educarse en
escuelas distintas y recibir enseñanzas distintas. Debido tanto a restricciones
morales y religiosas como a una sociedad que asumía que la finalidad y los
conocimientos que necesitaban chicos y chicas eran diferentes. Claro que, la
precariedad económica de los municipios -los ayuntamientos eran los que debían
asumir el sueldo de los maestros- hacía casi imposible, como ocurría en el
Valle de Mena, la existencia de dos escuelas en cada pueblo, así que lo
frecuente era que niños y niñas fueran al mismo centro escolar, aunque recibían
una atención y enseñanza distintas.
La Ley Moyano,
la vigente esos años de creación del centro, establecía esa diferenciación por sexos
dejando para los varones los conocimientos de agricultura, industria y comercio
y a las féminas los de dibujo aplicado a las labores “de su sexo” y ligeras
nociones de higiene doméstica. Así, el testamento de Manuel Ortiz de Taranco,
otorgado en la Villa de Madrid, se describía de manera pormenorizada lo que
había de enseñarse en las escuelas de su fundación en Villanueva de Mena:
“En la Escuela de niños: lectura, escritura,
doctrina cristiana, nociones de Historia Sagrada, gramática y ortografía castellana;
aritmética completa con el sistema legal de pesos y medidas; dibujo lineal;
nociones de algebra y de geometría con sus aplicaciones a los usos comunes de
la vida, a las artes elementales y a la agrimensura; nociones de geografía y de
historia, especialmente de España; y nociones de historia natural popular
contraídas principalmente a las producciones y vegetación del país y a la cría
de los ganados que el mismo permita a fin de ilustrar a la Juventud e
inclinarla al fomento y mejora de estos ramos en él. En la Escuela de Niñas:
Punto de media y de calceta; marcar todas las letras del abecedario; coser en
toda clase de ropas blancas y marcar estas mismas ropas; cortar vestidos de
todas clases para mujer y coserlos; lectura, escritura, doctrina cristiana y
las cinco reglas de cuentas; quedando al arbitrio de las Maestras enseñar a las
niñas pudientes que se lo paguen, las demás labores esmeradas o de lujo y
adorno que ella debe saber”.
¿Cómo se quedan?
Supongo que ese
reparto de funciones sociales las tendrían totalmente asumidas Crisanto Esteban
(profesor de niños, al menos, entre 1897 y 1909), Casilda Labarga (niñas, al
menos, entre 1901 y 1904), Coleta Balanzaitegui (niñas entre 1904 y 1909) y Julián
Moreno y Micaela Pérez (que se encargaron de la instrucción, al menos, hasta
1911).
La fundación
trabajó en pro de la educación en el Valle de Mena hasta su fusión en febrero
de 1963 con otras cuantas entidades educativas de la comarca como relata el
“Diario de Burgos”. Agrupadas todas ellas bajo el nombre de "Función
benéfico-decente del Valle de Mena" presidida por el alcalde del valle.
El edificio
sufrió un grave abandono que lo llevó a su ruina. Y que, ahora, se recuperará.
El objetivo es la restauración estructural y de la cubierta –tejado- siguiendo
el estilo de la derrumbada sin elevar la altura del inmueble.
Bibliografía:
“Anuario Riera”.
“Anuario del
comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“La enseñanza en
el Valle de Mena. Una singularidad desde el siglo XVIII hasta nuestros días”.
Armando Robredo Cerro.
Senado del reino
de España.
Periódico
“Diario de Burgos”.
Periódico “El
Español”.
Boletín Oficial
de Santander.
Boletín Oficial
de la Provincia de Guadalajara.
Diario de avisos
de Madrid.
“Guía de
forasteros en Madrid de 1845”.
Periódico “El
clamor público”.
Periódico “El
Observador”.
“Proyecto de
restauración estructural, y cubierta de la antigua escuela de Villanueva de Mena
(Valle de Mena, Burgos)” del arquitecto Restituto Ortiz Ruiz.
Boletín
trimestral del ayuntamiento del Valle de Mena.
Soy descendiente por afinidad de D. Manuel Ortiz de Taranco. Y puedo darle datos. Le envío mi dirección electrónica: j. mantilla91@ yahoo.es
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