Volvemos a conversar
-metafóricamente- con Ricardo San Martín Vadillo quién, a pesar de estar lejos
de Las Merindades, acorta esa distancia con amor a su tierra y tinta. Nos
presentará aquí su participación en el Tercer Congreso CAROLVS organizado durante
los días 27 y 28 de octubre de 2023 como homenaje a la historiadora de la
Universidad de Málaga Marion Reder Gadow, quien posee una amplia labor docente
y cientos de publicaciones. Este año se presentaron 76 trabajos o ponencias con
personas venidas de toda España y del extranjero.
El Primer Congreso CAROLVS fue
el año 2017, como homenaje al profesor Friedrich Edelmayer (una figura de
prestigio internacional). El Segundo Congreso fue el año 2019, como homenaje a
José María Ruiz Povedano. Nada estraño porque de Alcalá la Real se dice que
"es una ciudad de Congresos", pues se celebran varios desde hace
años: Jornadas de Historia de la Abadía (desde 1997, van por las octavas
Jornadas); Estudios de Frontera (desde 1996, decimo primera convocatoria); y Estudios
de Alcalá la Real (sobre temas de historia local), desde 2009, van por la cuarta
edición.
Dicho esto, les dejo con este
artículo que trata… de lo que indica el encabezamiento.
Los aspectos que trataré en
este artículo son: los viajes por las Merindades de Castilla Vieja en tiempos
de Carlos V y el estado de sus caminos, sus puentes y sus ventas en nuestra
zona. Entre los viajes me ocuparé del paso del emperador por Las Merindades en
1556, la estancia de Felipe II en el monasterio de San Salvador de Oña, el
viaje de Ana de Austria por Las Merindades en 1570, el Itinerario de Juan de
Arce Otálora en 1544 y la estancia de Andrea Navagiero en Poza de la Sal
(1527-1528).
Como viajero Carlos V lo fue
en grado muy notable. No en vano en su discurso en Bruselas, en el momento de
abdicar dijo: “Nueve veces fui a Alemania la Alta, seis he pasado en España,
siete en Italia, diez he venido aquí a Flandes, cuatro en tiempos de paz y de
guerra he entrado en Francia, dos en Inglaterra, otras dos fui contra África,
las cuales son todas cuarenta, sin otros caminos de menos cuenta, que por
visitar mis tierras tengo hechos. Y para esto he navegado ocho veces el mar
Mediterráneo y tres el océano de España, y agora será la cuarta que volveré a
pasarlo para sepultarme; por manera que doce veces he padecido las molestias y
trabajos de la mar”.
Cuando el emperador Carlos V
decide retirarse al monasterio de Yuste, embarca el 15 de septiembre de 1556 en
Flessinga. De ese viaje hay una extensa documentación. Robertson describe su
llegada a Laredo de la siguiente manera: “Así que puso el pie en tierra
arrodillose en la playa, y considerándose ya muerto para el mundo besó la
tierra diciendo: “Madre común de los hombres, desnudo nací en el seno de mi
madre, desnudo volveré a entrar en él”.
Álvarez Llopis y Peña Bocos
(2008) cuentan que “Llegó a la villa, con buen tiempo y buena salud, con las
reinas sus hermanas, la víspera del día de San Miguel, permaneciendo en Laredo
hasta el cinco de octubre, de donde partió a las 12 de la mañana después de
comer, según la carta de Luis de Quijada a Juan Vázquez. En la misma carta
se especifica que “el emperador tenía el proyecto de ir en cuatro jornadas
hasta Medina de Pomar, donde resolvería el camino que quería hacer”. El lunes
6, Carlos V se detiene y pernocta en Ampuero, de donde parte hacia Lanestosa al
día siguiente, deteniéndose en esta villa a dormir, para marchar al día
siguiente hacia Agüera, situada a cuatro leguas (22,28 km) de Medina de Pomar.
En esta última villa, a la que llega el 9 de octubre, permanece hasta el día 11
a causa de una indisposición por haber comido escabeche. Este testimonio de
cómo fue su traslado desde Laredo a Medina da una idea del agotamiento del
emperador: “De Laredo le traxeron poco a poco, unas veces en silla de brazos
de hombres y otras en litera. Venían con sus hermanas las reynas Leonor y
María”.
Lo confirma una carta de Luis
Quijada a Juan Vázquez: “Nueve de octubre (de 1556), viernes, en
Medina de Pomar: S. M. se detuvo el cuarto día en Medina de Pomar, donde
permaneció enfermo, a consecuencia de haber comido “Thon frais” (escabeche).
Diez de octubre, sábado, en Medina de Pomar: S. M. huelga aquí hoy”. El
viaje prosigue el día once a mediodía, para ir a Pesadas y al día siguiente a
Hontomín. Llegando finalmente a Burgos el día 13 de octubre por la noche.
Yolanda Scheuber de Lovaglio,
publica en 2010 su obra Leonor de Habsburgo, (Leonor, 1498-1558, era
hermana de Carlos V) que en mi opinión es una novela historiada por lo que
ciertos datos no me parecen fiables. No obstante, recojo aquí su narración del
paso por Medina de Pomar: “Llegamos a Laredo el 28 de septiembre. La
recepción no fue la aguardada. Sólo estaban esperándolo a Carlos V el obispo de
Salamanca y el alcalde de Durango […] Salimos de aquel puerto el 6 de octubre
camino de Ampuero, Nestosa (sic), Agüera, Medina de Pomar […] hacia Valladolid
[…] Nos acompañaba una corte de 150 personas incluida su pequeña guardia de
alabarderos […] Carlos V rehusó todos los agasajos”. Puede ser, estaba en
la última etapa de su vida, se estaba preparando para “el último viaje”, su
salud le martirizaba...
He encontrado también
referencia a este viaje en el insigne granadino Pedro Antonio de Alarcón que
aporta otros detalles: “Partió el 6 de octubre de Laredo para Medina de
Pomar, acompañado del alcalde de Durango, de la Chancillería de Valladolid, con
cinco alguaciles, disgustado y como avergonzado de verse entre tantas varas de
justicia, que parecía le llevaban preso. No quería que le hablaran de negocios;
huía de que le tocaran asuntos políticos, y mostraba no tener otro anhelo que
sepultarse cuanto antes en Yuste. Al fin le llegaron los 4.000 ducados, con lo
cual prosiguió ya más contento a Burgos, donde llegó el 13 y permaneció hasta
el 16, no queriendo que el Condestable de Navarra le hiciese ningún
recibimiento. Las dos reinas hermanas marchaban una jornada detrás por falta de
medios de transporte, que esto le sucedía en su antiguo reino de Castilla al
mismo que tantas veces y con tanta rapidez y tanto aparato había cruzado y
atravesado la Europa. Marchaba tan lentamente, que empleó cerca de seis días desde
Burgos a Valladolid”.
En Retraite
et mort de Charles Quint ou monastère de Yuste (1854) nos cuentan, por
medio de cartas escritas durante el viaje, más detalles del mismo. Una de esas
cartas, escrita por Martín de Gaztelu, desde Laredo da cuenta de la salida el 6
de octubre: “Se parte hoy a dormir dos leguas de aquí, y en otras tres
jornadas irá a Medina de Pomar, donde el condestable, si su indisposición no se
lo impide, y la duquesa de Frías, saldrán a besalle las manos, y se dará en el
viaje toda la priesa que pudiere”. Otras cartas informan del séquito
que le acompañaba y las muestras de aprecio que recibía en forma de vituallas:
el abad de Oña le agasaja con frutas, conservas y aves; el condestable con
melones, melocotones y perniles de tocino. Nos sirven, asimismo, para saber de
las penurias por tierras norteñas. Escribe el señor de Chaulx: “Pasé
trabajo, y no de caminar, más de hacello en las más ruines bestias y peores
caminos y más sucias casas que yo he visto en mi vida”. Un informe previo
de los asesores reales ya había apuntado el mal estado y peligro de ciertos
tramos del camino que debería seguir el rey en su viaje hasta Yuste: “El
camino real que ba de Laredo a Burgos que es el que su magestad a de traer, he
hallado en él muy malos pasos en los términos de las dichas Merindades, en
especial el paso de los Ocinos y el paso de la Oradada y lo que va del dicho
camino desde donde se acaba la jurisdicción de Medina de Pumar hasta llegar a
los Ocinos […] malos pasos de la Oradada
de cómo sale Hebro a Trespaderne fasta sobir a Oña y los Ocinos desde el llano
de Bisjueces fasta llegar a La Puente de Valdivielso”. Así pues, ambos
caminos se estudiaron, por Oña y por el Almiñé, y de hecho se llevaron a cabo
reparos en las dos rutas.
Sabemos que el cuarto día (el
de la llegada a Medina) “realizó el trayecto de cinco leguas con aceptable
comodidad en una litera encaramada en un caballo y cuando el terreno se volvía
escabroso o pronunciado cambiaba a una litera de mano portada por hombres.
Llevaban dos de estas sillas de mano y tres literas”. En la misma carta,
escrita desde Medina de Pomar el 10 de octubre de 1556, el señor de Chaulx
informa de la inminente partida de Medina: “Y partirse mañana de aquí a
mediodía, para ir a Pesadas, y otro día a Gontomí [Hontomín], y el
tercero, que será martes, llegará a Burgos”.
Respecto al extremo de dónde
se alojó el emperador en Medina, he encontrado cuatro versiones distintas de
otros tantos investigadores: la primera de Domingo Sánchez Loro, en La
inquietud postrimera, dice: “Grande, ostentosa, de lucimiento, fue la
acogida que hicieron a don Carlos en Medina de Pomar […] Don Carlos se alojó en
el Hospital de la Vera Cruz [...] que sustentaba trece pobres”. La segunda
propuesta que leo está contenida en las Actas del Congreso sobre Carlos V y
su tiempo: “Se alojó en casa del cambista, Rodrigo Dueñas”. La tercera es
la propuesta por Miguel Ojeda que sostiene que el emperador descansó en la
casa-torre del alcaide de Medina en la Puerta de la Cadena (que puede tener
cierta base histórica). Finalmente, la cuarta la encuentro en el libro de
Federico Sainz de Robles, (1971), Benito Pérez Galdós: vida y época: “Se
alojó en el palacio del condestable”. Esta opinión, que había leído antes
en otros autores, me parece la más plausible. No me imagino al emperador
alojándose en estancias del Hospital de la Veracruz, por muy mejoradas que las
dejasen para la ocasión, ni en casa de un cambista, tal vez sí en la del
alcaide. Sin embargo, el condestable y su esposa estaban deseosos de recibir en
su castillo al emperador y por rango y condiciones de comodidad es lo más
probable que se eligiese. Además, una Crónica de su viaje dice “durmió en
Palacio”.
Curiosamente Medina de Pomar
también aparece citada en la Crónica burlesca del emperador Carlos V,
obra de Francés de Zúñiga, escrita en 1520, en el capítulo XXVII deja escrito: “El
Condestable tomó su camino, y el bienaventurado Emperador y los grandes
salieron con él quanto una pieça, diciéndole quánto confiava en su esfuerço y
sabiduría, aunque por otra parte los vasallos de Medina de Pomar eran almas de
cabeçales, porque andavan por Castilla a comprar pluma; y el Condestable se
apeó y besó las manos al muy alto Emperador”.
Pasados los siglos, el día 25
de abril de 2007, se creó en Medina de Pomar un organismo para la cooperación
de ciudades europeas relacionadas con el emperador Carlos V. El objetivo es
promover el desarrollo de una ruta turística y cultural entre esos lugares. En
2018, 150 “andarines” realizaron a pie la misma ruta que Carlos V cubrió de
Laredo a Medina en 1556. Al amparo de aquel postrimero viaje real algunos
pueblos merinos organizan anualmente representaciones del paso y estancia del
emperador con mercados, música, bailes y vestidos de época.
Tal es el caso de Medina de Pomar el tercer fin de semana de
octubre.
Sin embargo, hay al menos tres autores que
sostienen que Carlos V visitó
Oña en su viaje hacia Burgos. Esto le alejaría de la ruta directa a esa ciudad.
Así lo recoge Argaiz, en su Soledad laureada de San Benito: “Passó en su tiempo el Emperador por esta Casa, que iba a recogerse a
lustte, Conuento de la Orden de San Gerónimo, en la vera de Plasencia.
Hospedose y regalose junto con sus hermanas, Leonor, reyna de Françia y María,
reyna de Vngría, con todo el cumplimiento que le fue possible. Y agradose tanto
el César de la Casa, el sitio y las delicias de la huerta, y de todo el Valle
que prometió de venirse a Oña si se hallaua mal de salud en luste”.
También
lo recogen Herrera y Oria en su libro Oña y su monasterio (1917),
que da como posibles fechas de su viaje el 10 u 11 de octubre de 1556: “Por
los años de mill quinientos y cinquenta y seis, poco más o menos, passó este
supremo emperador por Oña, quando iba a recogerse a Iuste, convento del orden
de San Gerónimo, en la vera de Plasencia. Fue grandemente hospedado y regalado
del abad y sus monges, juntos con sus hermanas Leonor, reyna de Francia, y
María, reyna de Ungría, con todo el cumplimiento que le fue posible. Y agradóse
tanto el César del monasterio, del sitio, delicia de la huerta y de todo el
valle, que prometió al abad (a quien estimaba mucho, que era don Fray Alonso
Zorrilla) y a los monges, venirse a Oña si el sitio de Yuste no le probaba bien
de salud”.
También lo he leído en Miguel
Ojeda: “…entra en la provincia de Burgos por Medina de Pomar el 9 de octubre
de 1556, pernocta en el monasterio de Oña el 10, en Briviesca el 11, y dolorido
de tanto movimiento en literas y sillas de mano, tiene que hacer alto durante
tres días en monasterio de Rodilla”.
No creo que el emperador
pasase por Oña y luego por Briviesca. La única narración de tal viaje con
cierta solidez es la de Argáiz, pero me temo que esa teoría tampoco se
sostiene. Las opciones de coger esta ruta o la del páramo de Masa las expresa
la carta del 3 de octubre de 1570 con motivo del viaje de Ana de Austria desde
Laredo a Burgos: “A Medina de Pomar dos leguas, adonde habrá muy buen
aloxamiento en treze leguas de Laredo. De aquí se puede venir a Burgos por dos
caminos: el uno es por Oña y el otro por Hontomín, el de Hontomín es más breue
de legua y media poco más, aunque si haze mal tienpo es más trabajoso”.
Por si fuera poco, la Crónica
de Juan de Vandenesse que acompañaba a Carlos V en sus viajes, no deja
lugar a dudas: Medina, el Vado, Bisjueces, Incinillas,
paso del desfiladero de los Hocinos, Valdenoceda, Quintana, El Almiñé, subida
por el camino medieval hasta la ermita de la Hoz, Pesadas, Villalta, Cernégula,
Hontomín, Peñahorada, Sotopalacios y Burgos.
Ciertamente debió ser un
suplicio el ascenso desde El Almiñé a la ermita de la Virgen de la Hoz: ¡Sobre
todo para los porteadores de la silla Real! Quienes hemos hecho alguna vez el
recorrido desde Valdenoceda hasta la ermita conocemos bien la pendiente que hay
que salvar, incluso hoy en día la ascensión por la cuesta de la Mazorra es
pronunciada y llena de curvas y contracurvas.
¿Qué sabemos de ese camino que
fue paso de viajeros, mercaderes de la lana, mulateros del pescado y otros
productos? Es un camino muy bien documentado: en mi libro Viajeros por las
Merindades (2021) -perdonen que me cite- incluyo no menos de treinta y
nueve documentos en los que se habla de repartimientos para su mantenimiento y
reparación, puentes, malos pasos, ventas y viandantes, así como de la
universidad de los mulateros de Burgos (la cofradía de mulateros y recueros de
la Merindad de Castilla Vieja era la asociación mercantil que agrupaba a los de
Burgos y Laredo).
Encontré, en el Archivo
Municipal de Villarcayo, un documento que da poder al abad de Rueda para
representar a Las Merindades en los preparativos del viaje real por Las
Merindades y los reparos que se debían hacer en caminos, puentes y malos pasos:
[…] Deçimos que por quanto en este dicho ayuntamiento a sydo propuesto por
el dicho señor doctor Cacharro, alcalde, la neszesidad que ay de reparar el
camino real que atrabiesa las dichas Merindades de Burgos a Laredo y los pasos
de los Ozinos y la Horadada, que confinan con el río de Hebro, de que ay grand
neszesidad para la benida de su magestad, e nos fue mandado por el dicho señor
alcalde diésemos orden que los dichos reparos y sobre ello emos dado, conferido
y platicado en este dicho ayuntamiento, como todo está por auto y por escrito
ante Juan de Valdibielso, escriuano del Audiençia del dicho señor alcalde […]
damos y otorgamos nuestro poder conplido tan bastante como le abemos e tenemos
de las dichas Merindades a vos, el dicho señor Juan López de Rueda, abad de
Rueda, que hestáys presente para que en nuestro nombre y de las dichas
Merindades podáys paresçer y parezcáys ante su magestad y los dichos señores
presydente y oydores de su muy alto e real Consejo, y zerca de lo sobredicho
dar petiçión y petiçiones y pedir y suplicar a su magestad que mande remediar
los dichos caminos, puentes e malos pasos (…)”
Podemos conocer los reparos
que se hicieron en el camino de Laredo a Burgos en 1499. Se hallan contenidas
en este extenso y detallado documento que incluido en -reitero mis disculpas
por citarme- mi libro Las Merindades: documentos
para su historia: “Término de La Aldea e Queçiles e Barruelo: ay en
este término tres caminos, que todos tres salen al lugar de Bizuezes: vno de la
puente del Vado fasta el lugar de Bizuezes, el otro que ba de Medina a la
puente de Santa Maryna de Medina, por do dizen a la Hortiçuela, e otro que ba
de la dicha puente de Santa Maryna al lugar de Villarías anbas las puentes del
Bado e Santa Marina son de cal e canto e mui buenos para sufrir el carro e
recua al camino que ba de la puente del Bado a Bizuezes es el más cursado porque
en los dichos lugares de La Aldea e Queçiles e Barruelo ay muchos mulateros e
mesones para se aderezar este camino […] Término de Bizuezes fasta el mesmo
lugar: ase de fazer en este dicho término fasta el dicho lugar ochoçientas
brazas de calzada con peñas que se an de quebrar […] Más se a de fazer en el
término de los dichos lugares en la venta de Medinilla, que es del avad de
Rioseco, fasta la venta de Valdemera […] Ase de fazer desde la peña donde llega
el dicho término de Bizuezes fasta la puente de Baldibielso, en ziertos lugares
neçesaryos doçientas e seys brazas de calzada […] Más se a de faser en este
dicho término, ribera del dicho río de Hebro, çiento e ochenta e çinco brazas
de pared para ensanchar el dicho camino para el carro […] Término de El Alminié,
que es en Baldibielso: que se midieron desde la dicha Puente de Valdibielso
fasta el lugar del Alminié doçientas brazas de calzada […] Más se a de fazer
del dicho lugar de El Alminié fasta ençima el puerto de Santa María de la Hoz,
el vno que ba a la yglesia y el otro al lugar de Pesadas, y entramos caminos
acuden al lugar del Cuerno y entram[b]os son mui neçesarios de se aderezar […]
Término de Santa María de la Hoz fasta el Cuerno: en las bentas del dicho lugar
del Cuerno ay mucha neçesidad de agua porque de El Alminié fasta Zernégula ay
çinco leguas, que no ay en todo el camino agua ninguna, salbo en las dichas
ventas e allí poca […]
Como señalé más arriba -y a
modo de recapitulación- señalaré los pueblos por los que pasó la comitiva real:
Tras salir de Medina de Pomar pasaron sobre el río Nela por el puente de tres
ojos del Vado. Pasaron por Bisjueces, Incinillas, Valdenoceda a través de los
Hocinos, Puente Arenas, El Almiñé y su pina cuesta hasta la ermita de la Virgen
de la Hoz, alcanzada una altitud de 1.000 metros. Anduvieron el páramo de Masa hasta
Pesadas, donde pernoctaron, al día siguiente pasaron por Villalta y después por
Cernégula. A la siguiente alba salieron de Hontomín, Peñahorada, Sotopalacios,
Vivar y entraron en Burgos.
Puentes debió pasar la
comitiva por muchos en su recorrido por Las Merindades ya que los ríos abundan
en esta parte norteña de Burgos y de notable caudal, los tres más importantes
el Ebro, el Nela y el Trueba. Entró el emperador y su comitiva en la provincia
de Burgos por Agüera (cerca de esta localidad había dos puentes, según la
Provisión del Supremo Consejo del 15 de enero de 1499, el puente del Canto y el
de la Tabla: “En este dicho término desde la dicha puente del Canto fasta el
dicho lugar de Agüera e otras dos puentes de madera, la vna que dizen de La
Tabla e la otra en el mesmo lugar…”. Pasó por el puente de Villasante, de
este pueblo se decía en 1499: “… en este lugar de Villasante se apartan los
caminos: vno para Laredo y otro para Bilbao e a Castro e Portugalete; es gran
paso el de este lugar”. Siguiente lugar de paso el Rivero, también con su
puente: “En el Ribero ay vna puente de cal y canto que está por la vna parte
descalzado e por la otra llevado vn pilar, que está agora en seco…”.
A continuación, el puente de Quintanilla de Pienza, sobre el río Trueba: “Término
de Rebilla e Quintanilla de Pienza: estaba dada a fazer la puente de
Quintanilla de Pienza, los dos arcos que se cayeron con vn pilar y aderezar los
petriles…”. Aunque Juan de Vandenesse no lo nombra debieron pasar por
Villamezán, hogar del linaje Hontañón, antes de entrar en Medina de Pomar aquel
viernes, 9 de octubre de 1556. Debió ser recibido por una multitud, entre ellos
nobles, alcaldes, clérigos, pero no pudo estar presente el condestable por
hallarse enfermo. Luego vino la copiosa comida, la indigestión por “thon frais”
(escabeche) y el reposo obligado del día diez.
Como he dicho, tras salir de
Medina, el día 11, domingo, debió pasar junto al convento de Santa Clara y el
hospital de la Vera Cruz, cruzó el Nela por el puente romano del Vado. En
Valdenoceda el puente sobre el Ebro y en Puente Arenas el que da nombre al
pueblo.
Por lo que respecta a las
ventas que existían en ese año de 1556 en el camino que siguió Carlos V están
bien documentadas. María del Carmen Arribas Magro recoge: “El monasterio de
Rioseco tuvo otras tres ventas, la principal de ellas denominada de Hocina,
Afuera, Marroquina o Medinilla, que por todos esos nombres se ha conocido;
estaba situada cerca del Ebro, a la salida del desfiladero de los Hocinos, en
dirección a Incinillas, donde aún se puede ver la Granja de Hocina [...] La
venta de Valdemera o Adentro se situaba cerca del santuario del mismo nombre,
en lo alto de la Tesla, junto al camino que comunicaba Bisjueces con
Valdivielso por la sierra, está también documentada en la donación de Alfonso
VIII en 1186”. La venta de Afuera o Marroquina aparece en Villuga (1546)
citada como “venta de Moroquien”, en 1557 rentaba 9.000 maravedís y cuatro
cántaras de vino, era propiedad de Luxán o Luján; la venta de Adentro o
Valdemera se llamaba también Los Paños, era propiedad de Sancho Díez. Hubo
también venta en Incinillas, antes de entrar en el desfiladero de los Hocinos.
Hubo una venta en Quintana de
Valdivielso que en 1502 era de Pedro Luc, de ella dicen un documento: “pasan
muchos caminantes e recueros e otras personas”. En el pueblo de El Almiñé, a
la salida del pueblo, junto al barrio del Molino, del que fue dueño Juan
Antonio de la Gala, hubo una antigua venta o casa de postas que dependía de la
Casa Grande de Quintana; la venta de El Almiñé se cita en un documento: “…
se deben hacer junto a la venta de El Almiñé 20 brazas de pared de tres pies de
ancho desde debajo del arroyo…”; a partir de ahí arranca de empedrada
calzada medieval que lleva al alto de la Hoz. No queda rastro de la venta en la
que se alojó el emperador en Pesadas. En Villalta estaba la venta del Cuerno,
aunque en Villuga leo “El Cuervo”. De esa venta se dice en un documento: “Los
mesoneros de El Cuerno han de dar tres mill maravedís para las dichas
calçadas…” Tras los reparos hechos en 1556 para el paso del emperador el
siguiente arreglo se hizo en 1652. En Cernégula hubo albergue de caminantes y
cerca de Escóbados de Arriba estuvo la Venta del Bolero. Muy cerca de
Sotopalacios estaba la venta de Quintanaortuño, aun hoy en día se conserva una
calle llamada La Venta.
Otras ventas en la zona de las
Merindades: Bisjueces tuvo mesón. La venta de Pajares estaba entre Bocos y
Villarcayo; en Villacomparada de Rueda hubo también venta junto al camino (hoy
carretera a Bilbao); El Ribero también tuvo venta. De la venta de Tartalés de
Cilla hay hecho un plano a color de 1840; Venta del Crucero, Venta de Timoteo y
venta de Isidoro (ambas muy cerca de Villasante); Venta de Quintanilla (entre
Medina y Villasante).
Otros viajes por las
Merindades en el siglo XVI. Pasados los años, el hijo y sucesor de Carlos V, el
rey Felipe II, viajó y visitó el monasterio de San Salvador de Oña el 12 de
septiembre de 1559 (el día anterior había estado en Medina de Pomar). Así lo afirman
García Mercadal (1952) y Enrique Herrera Oria en su libro: “Confirmó después
el parecer del emperador su hijo el cathólico rey don Phelipe II, el qual,
aportando a España desde Ynglaterra, se acordó de la carta del César su padre
que le encomendaba no dejasse de passar por Oña, donde recibiría grande
complacencia y gusto en ver aquel magnífico monasterio y delicioso valle.
Practicolo el rey y vino gustosíssimo a Oña, donde fue recivido con
grande alegría y ostentación de regalo por el abad don Fray Antonio de Tamayo y
sus monges. En un libro de este nuestro archivo de Oña están escritas todas las
personas que vinieron con su magestad y los que acudieron a darle la
bienvenida. Vio el rey todo lo bueno que avía, ponderó mucho la grandeza de los
edificios, la amenidad de la huerta y todo el valle, el recreo de las fuentes y
estanques; sobre todo, la observancia, assistencia de los monges y magestad con
que se celebraban los divinos oficios”. Ya les digo que dudo de la
existencia de tal misiva de Carlos V a su hijo. Nada similar se conserva en su
correspondencia.
Durante su visita a Oña,
extasiado por la belleza del paisaje y por el magnífico arte que atesora el monasterio
de San Salvador dicen que Felipe II exclamó: “¿Por dónde se entró en valle
tan cercado magnificencia tanta?”
Digno de ser reseñado es el
viaje de Ana de Austria, muy similar al que en su día realizó el emperador
Carlos V. Por documentos del Archivo General de Simancas
sabemos que el viaje fue meticulosamente preparado con antelación. Hay una
serie de cartas entre Felipe II, el cardenal de Sevilla (Gaspar de Zúñiga y
Avellaneda) y el duque de Béjar (Francisco de Zúñiga y Sotomayor). En carta de
Felipe II al duque de Béjar le dice: “La serenísima reyna, mi muger, hauía
partido de Spira, por el Rin […] sería en Hiniega […] y de allí a otros dos
proseguiría su viage para se poder embarcar y hacer a la vela […] os fuérades
el cardenal de Seuilla y vos a esperarla en Laredo […] e cardenal y vos
lleguéis hasta Medina de Pomar y paréis y os detengáis en aquella villa y su
contorno…” Considera el duque de Béjar difícil “cauer [en Medina] tanta
gente” y lamenta que el alcalde Ortiz de Medina “haya hallado la tierra
tan desproueída” para atenderlos. En términos similares escribe el cardenal
de Sevilla a Felipe II diciéndole haber recibido su carta en Briviesca, el 28
de agosto, “… me manda V.Md. por ella benga aquí, a Medina de Pumar […]
llegué aquí el biernes en la noche, primero de setiembre, a do aguardaré el
horden de V.Md.” Carta desde Medina el 5 de agosto.
Ana viajó de Austria a España en el otoño de 1570
acompañada de sus hermanos, Alberto y Wenceslao. Debía haber llegado en viaje
por mar a Laredo, pero debieron atracar en Santander el 3 de octubre, de allí
parte el cortejo el 16 de octubre: “Saldría de Laredo por Medina de Pomar y los
coches de su séquito tomarían otro camino “… por donde pueden venir los
coches hasta Burgos. Sobre este último camino, se indica que en Agüera de
Montija “se han de apartar los coches a Espinosa de los Monteros, y a Ruerrero
y a Rocamundo y ban dando la buelta por tierra llana a Burgos aunque es
rodeosa”, dejando en este caso que la reina siguiese en literas por Medina.
El séquito debió pasar por Villasevil, Luena, Cilleruelo de Bezana, Soncillo,
Incinillas, Pesadas, Hontomín y llegaron a las Huelgas.
Ganzo Galaz dice del viaje: “[Al cardenal de Sevilla y
el duque de Béjar] les fue encomendado el recibimiento de la reina en Laredo,
si bien debían esperar en Medina de Pomar nuevas indicaciones del rey antes de
viajar hasta aquella villa, debido a los pocos mantenimientos que había allí
aun en aquel momento. El alcalde Ortiz ya había expuesto su opinión de que
ambos se quedasen aún en Medina de Pomar, pues llegando, como así lo indicaba
el rey “lo más cerca de aquella villa que se pudiere” -Ampuero, Ramales,
Santoña eran los lugares señalados en los que, repartidamente, podían
instalarse “para acudir a su tiempo [de la reina] a esperarla allí, y hacer en
su recibimiento y de los príncipes, sus hermanos, que vienen con ella”.
Llama la atención en este viaje el séquito de
acompañantes desde su partida de los Países Bajos (595 personas), las bestias
de carga y las cabalgaduras (230 caballos), los carros para el transporte (con
17 cofres), el volumen de provisiones, etc. Se conserva relación pormenorizada
de todo ello. Así sabemos que iban a su servicio once mozos de caballos, ocho
ayudas para las carretas, dos cocheros, 35 caballos de montar, 32 para el
arrastre de carros, ocho carros…
El alcalde Ortiz de Zárate habla en el viaje de “gran
inconveniente”, de “pocas posadas que había”, de “falta de camas, pocas y
ruinas” y de pocas provisiones para el numeroso séquito real. La previsión del
viaje era que: “Tras el recibimiento de
la reina en Laredo, ésta viaja por el camino del actual puerto de los Tornos
hasta Medina de Pomar, desde donde llegaría a Burgos, bien por Oña o bien por
el de Hontomín”. Parece ser que al
final se optó por Villasevil (día 17 de octubre), Luena (día 18), Cilleruelo de
Bezana (día 19) y llegar directos a Pesadas (aquí durmió el día 21 de octubre)
y en Hontomín el 22 y de aquí hasta el monasterio de las Huelgas (día 23). El
transporte de la reina se debió hacer por medio de una litera “una especie de
caja decorada con textiles y sustentada por dos varales que transportaban dos
caballerías”, ya se había utilizado durante toda la Edad Media; con
posterioridad se fueron introduciendo sillas de mano.
Pocos han oído hablar del Itinerario de Juan de
Arce Otálora, un viaje de búsqueda e investigación por encargo. Juan de Arce nació en Valladolid en 1520, de familia hidalga; estudió Leyes
en Salamanca. En 1551 le encontramos trabajando en la Real Chancillería de
Granada; regresa a Valladolid (largos viajes) en 1554 como oidor de aquella
Chancillería. Era un gran aficionado a los documentos antiguos y esta afición
debe ser el motivo para que su patrocinador, el condestable Pedro Fernández de
Velasco y Tovar, le encargase “recoger datos del linaje de los Velasco con
el fin de proporcionar al condestable materia para la redacción del tratado
Origen de la Ylustrísima Casa de los Velasco”.
El Itinerario es una relación
del viaje de Juan Arce por diversos lugares de España, sobre todo monasterios y
archivos, en busca de datos para escribir el linaje de los Velasco. Se inicia
en el “Monasterio de Oña”; sigue por “Poza, tres leguas de Oña”; salto hasta
describir “La Casa y Solar de los Velasco”; “Descripción de la Cassa y Solar de
Velasco, en lo circunferente”; “El valle de Mena, término de Santa Cecilia”.
Aunque el Itinerario es anónimo, estudios de
Bartolomé Marcos (2013) y Gutiérrez González (2020) le hacen a éste concluir: “…
no cabe dudar de que Arce de Otálora compuso su Itinerario en 1544”. El Itinerario
fue copiado y difundido posteriormente por Ambrosio de Morales y Tirso de
Avilés.
El embajador veneciano Andrea
Navagero o Navagiero (1423-1529) escribió un muy interesante libro de viajes: Il
Viaggio fatto in Spagna et in Francia dal magnifico M. Andrea Navagiero, su
oratore dell'yllustrissimo senato veneto alla Cesarea Maesta di Carlo V. El
motivo del viaje era mantener conversaciones varios embajadores con el
emperador Carlos V, pero éste les pide que salgan de la Corte y mantiene a
todos en espera y bajo vigilancia en el pueblo de Poza durante un largo periodo
de tiempo (para Navagero fueron cuarenta días en lo que él llamó “aquel
cómodo y apacible lugar”). La Corte estaba en Burgos el 17 de octubre de
1527. El día 23 de enero llegan los embajadores a Poza, que mantenía entonces
un impresionante aspecto amurallado. El 20 de febrero llegan a Poza los
embajadores de Inglaterra y Milán y allí permanecieron a la espera de ser
llamados por el emperador, hasta el 19 de mayo de 1528. Pasa Navagero el
invierno en Poza y recorre los alrededores: habla de un acueducto que servía
para llevar el agua, menciona el monasterio franciscano de San Bernardino, el
palacio de los Rojas y el castillo, el monasterio de la Asunción en Castil de
Lences.
Que un embajador veneciano se
vea obligado a pasar una larga temporada en un pequeño pueblo norteño influyó
en su visión negativa del lugar, por eso su descripción de Poza es poco
halagüeña: “Poza es un lugarejo situado en la sierra entre montes muy
ásperos, y en la falda de ellos, bajo una cima altísima fuera del camino, por
lo cual hay pocas personas aún en España que conozcan este pueblo”.
Navagiero prosigue señalando
un aspecto característico de Poza: “En un valle del mismo lugar hay muchos
pozos de agua salada, de la que se saca la sal en varias salinas que allí se
han hecho; la sal es muy buena y la mitad de la que se hace es para los vecinos
y la otra mitad para el señor, que tiene con esto cerca de tres mil ducados de
renta […] el señor tiene junto a la cima de un monte un grande y buen palacio”.
De su prolongada estancia en
Poza, esperando a ser recibidos por Carlos V, nos da detalles del pueblo y de
dónde se alojaron: “Estuvimos en Poza, donde no hay ni una buena casa,
muchos días, primero bajo la guarda de don Lope Hurtado y de Diego Flórez […]
los franceses estaban más vigilados que nosotros […] El día diez y nueve de
mayo, a poco de salir de Poza, pasamos el río Omino por un puente de piedra y
fuimos a Hermosilla”. Nombra también otros pueblos: Cavantra (¿Calzada?),
Pesquera, Busto, Castil de Lences…
Queda probado que Andrea
Navagero viajó a Oña desde Poza de la Sal durante el largo tiempo en que estuvo
en este segundo pueblo, precisando la distancia de Poza a Oña y da todo tipo de
detalles: “Yendo por el valle a la izquierda, a dos leguas de Poza, hay un
monasterio de benedictinos, muy bello y rico, en un lugar que se llama Oña, el
cual es de los monjes; el sitio es apacible abundante en agua en medio de los
jardines del monasterio, además de otras que hay en el lugar, nace una fuente
que forma bellísimo estanque y canales que corren por todos los jardines y
están llenos de truchas, entrando luego en el monasterio donde sirve para todos
los menesteres de los frailes, y saliendo después atraviesa el pueblo y desagua
en un riachuelo que se llama Omino, que viene de Briviesca, pasando por medio
del valle de Poza, va a Oña, y a media legua de Oña desemboca en el Ebro”.
Además, deja constancia del
monasterio de San Salvador y del vino que allí se hacía; escribe: “Hay en
Oña, en las bodegas de los frailes (que siempre es la cosa más notable que
suelen tener estos santos padres) algunos toneles tan grandes que caben en cada
uno treinta mil cántaras”.
Podemos concluir que Las
Merindades de Castilla Vieja, una zona colindante con Cantabria y Vizcaya fue siempre
lugar de paso para reyes, embajadores, mercaderes, mulateros y trajineros.
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Vandenesse, J. de: Sommaire
des voyages faits par Charles le Cinquiésme de ce nom depuis l'an 1514 jusques
le 25 May 1551. Biblioteca de Viena, núm. 8.067, y Biblioteca Nacional de
Madrid, manuscrito 1.758.
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