Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 21 de enero de 2024

Notas breves sobre Bóveda de la Rivera.

 
Nos acercamos al Valle de Losa desde La Cerca para ascender hasta la población de hoy: Bóveda de la Rivera. La primera cita documental del nombre de este pueblo data de 1188 cuando Martín Pérez de Moneo y su mujer, Mayor, donan al obispo de Burgos heredades en Villanueva de Bóveda entre otros lugares. Y, sí, no es el mismo nombre exactamente. Lop Diaç de Bouada, el apellido nos ubica su residencia, testificó en la donación.

 
La iglesia de Bóveda está bajo la advocación de San Juan Bautista y, arqueológicamente, está fechada en plena Edad Media. Situada al oeste del pueblo y con hermosas vistas. El cementerio estaba a su alrededor como demostraron las obras que se hicieron en sus inmediaciones. El templo es de base románica, pero totalmente reconstruido en estilo ecléctico, de una sola nave y de pequeñas proporciones. El ábside es rectangular, sencillo. La portada es simple y con arco de medio punto, bajo pórtico cerrado con puerta adintelada. Ahí verán una placa en honor al sacerdote Darío Gómez Zorrilla que llegó a este pueblo en 1941. La torre es una espadaña de corte románico con dos huecos y dos campanas. La pila tiene copa y pie lisos. El retablo mayor es barroco y sus libros parroquiales comienzan en 1631.

 
En el Becerro de Behetrías, 1350, Bóveda es mencionada. Algunos autores señalan que -curiosamente- Bóveda aparece dos veces en él: como Bóveda de Rosales y entre las aldeas de Medina de Pomar. El Becerro nos dice, también, que es un lugar de realengo y, a la vez, encartado de vecinos de Medina de Pomar. También de abadengo del monasterio de Rosales y del monasterio de Oña y, por último, Johan Sánchez de Torres poseía algunos solares. Digamos que el juego estaba muy repartido. Tan repartido que nos hemos dejado dos nombres más: Alfonso de Rebolleda y los hijos de Juan López de Torres ambos con una encartación. Una tierra, vamos. Pagaban todos al rey moneda y servicios salvo el solar propiedad de Medina de Pomar que, seguramente por cuestiones administrativas, pagaba con los vecinos de la -todavía- villa real.

 
Quizá por eso, en 1352 se cita dentro de la jurisdicción de Medina parte de Bóveda de la Ribera. O, quizá, porque el monasterio de Santa Clara, de Medina de Pomar, poseía -al menos en 1368, sino antes- un solar en Bóveda al que llamaban del Moral que arrendó a Marina González de Bóveda de Rosales. El monasterio de Santa Clara compró más  solares en Bóveda de Rosales en 1378. En 1382 se producía una venta judicial contra los bienes de Día Sánchez de Torres, sin duda descendiente del Juan Sánchez de Torres de 1350. En 1416 Marina González de Bóveda de Rosales vende el solar del Moral. Curiosamente el nombre de la vendedora es igual al de la arrendataria de 1368, por lo que esa duplicidad, la diferencia de años y del modo de la propiedad llevaría a sospechar que hay una confusión en los documentos.
 
En 1476 tenemos la primera mención a “la Ribera” como un territorio, cuando se referencia Villota. Bóveda de la Ribera aparece con su nombre actual en 1515, en que tenemos constancia de que su iglesia está advocada a San Juan Bautista. Sin embargo, en el Monasterio de Santa Clara la documentación sigue mencionando Bóveda de Rosales en 1570. ¡Para que luego nos hablen de la adaptabilidad de la iglesia! En 1591 el lugar aparece censado como La Ribera incluida en la Merindad de Losa, aunque se identifica, equivocadamente, con La Riba que pertenecía a la jurisdicción de Medina, y por tanto incluida en las Tierras del Condestable. Ese año, La Ribera tenía 25 vecinos hidalgos y un clérigo. Recuerden que no significa que solo fuesen veintiséis personas las que vivían allí, sino que debemos sumarles sus dependientes. Unas cien personas diríamos que en total. O algo más.

 
Las noticias del siglo XVII indican que La Ribera tenía tres barrios. La iglesia de Bóveda era de patronazgo de la abadía seglar de Rosales. El término tenía en 1707 la ermita de Santa Juliana y los despoblados de Solas, Las Quintanillas, Las Llanas, Salinillas y Castejón.
 
En el Catastro del Marqués de la Ensenada nos recuerdan que es un lugar de Realengo con tierras en que se siembra pasto para el ganado, trigo, centeno, habas y lino. De aquí se sacaba la parte del Abad de Rosales. Algunos ciruelos, nogales y olmos dispersos en lindes, caminos y orillas del río. Disponían de dos molinos harineros: uno municipal y otro de Juan de Resines, un potentado del momento.

 
Sabiendo el precio que está alcanzando la miel de verdad es triste recordar que a mediados del siglo XVIII esta población tuvo cuarenta y seis colmenas propiedad de Juan de Resines -el sacerdote del pueblo-, Clara de Resines y Julián de Brizuela y su hijo. Otros animales a explotar eran bueyes, vacas, potros, rocines, pollinos, cabras…
 
Todo ello para veintiún vecinos, una viuda y un pastor. Cura aparte. Cada vecino disponía de su vivienda familiar en el pueblo sin alquerías ni casas de campo. Tampoco establos separados de las viviendas. Pero sí una taberna que compensaba la falta de hospitales, de conventos, de cambistas y de tiendas. Vale, exagero porque había un sastre que respondía al nombre de Francisco de Brizuela.


Hacia 1827 sabemos que había 77 habitantes capitaneados por un único párroco. Y en el diccionario Madoz (1850) -que les hemos comentado otras veces que, al parecer, tiraba a la baja el número de habitantes por cuestiones militares y tributarias- nos cuenta que tenía dos regidores y treinta y tres casas donde la mayoría es de una altura y que forman las calles del pueblo. Calles limpia y cincuenta y dos personas residiendo en el lugar. El cura seguía siendo puesto por el abad de Rosales. Los cultivos en estas fechas fueron cebada, trigo, centeno, yeros, garbanzos, titos y patatas. Y el ganado era lanar, cabrío, vacuno, yeguar y mular. No contentos con estas especies también cazaban de liebres, perdices, zorros y lobos. Formaba parte del ayuntamiento de Junta de la Cerca que distaba unos cinco kilómetros y donde estaban todos los servicios municipales y asistenciales.
 
No sé si el sacerdote de 1860 era el mismo de diez años antes. No lo sé, pero ese año más cercano cantaba misa en Bóveda de la Rivera Francisco Perea Oribe como cura beneficiado. Y siguió hasta, al menos, el año 1872. En 1881 habitaban el lugar unas 140 almas repartidas en treinta y cinco edificios. Más cuatro inmuebles arruinados. Y la cosa debió ir muy bien económicamente en el lugar porque para 1894 residían allí unos 160 ciudadanos. En 1904 eran 167 habitantes; y 176 residentes en 1908. Y 193 vecinos en 1950 repartidos en cuarenta y cuatro viviendas. ¡Todo un boom poblacional!

 
Claro que la cosa empeorará tras esa fecha y en 2003 los empadronados fueron 20 personas. Por último, y ya como una tradición en este tipo de entradas mencionaremos alguno de los maestros que impartieron, o debieron impartir, su sabiduría en Bóveda de la Rivera: Anselmo Zorrilla; Pedro Rojo de Rebolledillo (1903) nombrado pero que no sé si tomó posesión dado el salario; Crescencio Rueda Blas (1903) que obtiene una plaza de maestro dotada con 250 pts. frente a las 625 ptas. que tiene dotada, por ejemplo, la plaza de Villalba de Duero; Anastasio Moradillo Ibeas (1904); Pablo Domingo Manso, nombrado en septiembre de 1904 pero no parece que tomó posesión; Gumersindo Gastiasoro Ruiz (1904); Salvador Prada Guillén (1906); Severiano Alonso (1906); Ignacio Lobo Cuadrado (1907); Raimunda Galar Villar que presentó su renuncia en septiembre de 1909 habiendo sido nombrada en junio de 1908; Raimundo Solar (1908) ¿será la Raimunda Galar que citamos antes?; Mónica Caño (1909); Paterna Valgañón Cuende (al menos 1924 a 1926); o Bernardina Cereceda Bringas que llega al puesto en 1930 y en 1938 abandona el pueblo a pesar de haber sido repuesta en su cargo ese año tras la suspensión de empleo y sueldo aplicado a los profesores hasta superar un proceso de depuración.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Amo a mi pueblo”. Emiliano Nebreda Perdiguero.
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas Magro.
Becerro de Behetrías.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal. (1826-1829)”. Por Sebastián Miñano y Bedoya.
“Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, militar, marítimo y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar”. Pablo Riera Sans.
“Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de ultramar (1845-1850)”. Pascual Madoz.
“Anuario del Comercio, de la industria, de la magistratura y de la administración”.
“Anuario Riera General y Exclusivo de España”. Eduardo Riera Solanich.
“Indicador general de la industria y el comercio de Burgos (1894)”.
Estadística del Arzobispado de Burgos.
“Nomenclator de las Ciudades, villas, lugares, aldeas y demás entidades de población de España formado por el Instituto Nacional de Estadística con referencia al 31 de diciembre de 1950”.
“La historia y la geografía burgalesas reflejadas en su toponimia”. José Pérez Carmona.
Periódico “El Papa-Moscas”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Revista “El magisterio español”.
Periódico “El Magisterio salmantino”.
Periódico “El Castellano”.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
 
 

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