Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 7 de enero de 2024

El señor conductor no acelera, no acelera, no acelera…

 
La evolución de las carreteras españolas fue mejorando a lo largo del primer tercio del siglo veinte. Destacamos el “Circuito Nacional de Firmes Especiales” (CNFE) que fue un conjunto de carreteras que iniciaron la moderna red de transporte en España. Aprobó el proyecto el gobierno de Primo de Rivera en la Gaceta de Madrid del 10 de febrero de 1926. Aplicaban nuevas técnicas y calidades de construcción más favorables al tráfico de automóviles. Salvador de Madariaga comentaba en 1926 que “...por estas infames carreteras, el automóvil más robusto no puede arriesgarse a mayor velocidad que la del paso de un hombre sin inminente peligro de desastre...”. El proyecto fue avanzando hasta la guerra civil de 1936-1939. Y lo necesitábamos porque las carreteras de Burgos… ¡eran de las peores de Castilla!

 
Y, para colmo, la última guerra civil destrozó vehículos y carreteras. Estas por soportar el paso de maquinaria militar y por los bombardeos. Hubo un total de dos mil seiscientas cincuenta obras viarias destruidas. La dictadura de Franco, en 1939, diseñó un Plan General de Carreteras con el fundamental objetivo de reconstruir los caminos. Tarea nada fácil, pues las dificultades económicas del Gobierno, los primeros tiempos de la postguerra nacional y la Segunda Guerra Mundial determinaron la escasez de materiales y su alto precio.
 
¿Y los vehículos? Específicamente, ¿y los autobuses? Sepan que las necesidades de guerra llevaron a la requisa de muchos automóviles. Los requisados fueron o destruidos o quedaron para chatarra. Para desguace. La miseria y la guerra mundial hicieron que, durante los años cuarenta, el índice de matriculación -centrados en los autocares- fue ridículo. En 1945 se matricularon cincuenta autobuses. En 1949 casi trescientos autocares. Por si todo lo anterior fuera poco esos años lo fueron de falta de gasolina, falta de piezas de recambio, falta de neumáticos y del gasógeno y autarquía.

 
Para mejorar el parque automovilístico su industria fue declarada de interés nacional, gozando de reducción de impuestos y de aranceles en lo tocante a la importación de determinadas materias primas. También se les llegó a asignar derechos de expropiación forzosa si necesitaban terrenos para sus instalaciones. A cambio de tanto beneficio, el Estado intervendría en su funcionamiento merced a la designación de consejeros e interventores delegados en las empresas. En esos tiempos de escasez y temor florecieron el estraperlo y el amiguismo caciquil como cauces para la adquisición de nuevas unidades con las que engrosar la deteriorada, y exigua, flota de automoción.
 
Un sistema paralelo de adquisición de autobuses que funcionó en los años de penuria era la compra en subasta -a precios de ganga- de restos del ejército y del Parque Móvil de los Ministerios que pasaban a ser rematriculados por particulares. Así, se compraban autobuses cuya seguridad dejaba mucho que desear, pero cuya carrocería, si estaba suficientemente retocada, permitía el fraude sin aspavientos; se trastocaba el número de bastidor aprovechando su pase a civil perdiéndose la antigüedad real del vehículo y los avatares de su vida militar. Las condiciones de seguridad y comodidad con las que se ponía en circulación el resucitado vehículo eran siniestras. La Guardia Civil llegó a tener especialistas en la detección de este fraude, aunque nunca el número suficiente de efectivos para contrarrestarlo de forma eficaz.

 
En esos funestos años llegaron a Castilla los autobuses de gasoil, entre otros gozaron de una gran popularidad los AUSTIN con potentes motores y los SKODA con mayor capacidad interior, casi cincuenta asientos. Pero estos asequibles y ultramodernos autobuses seguían rodando sobre las “carreteras blancas” (de tierra y grijo), salvo cuando atravesaban las vías nacionales.
 
La Ley de 1949 estableció una nueva clasificación de los servicios de transportes en privados, públicos y oficiales y definió los servicios públicos como “aquellos que realice el propietario de un vehículo, cualquiera que sea su capacidad, mediante el percibo de una retribución, bien sea satisfecha individualmente por quienes realicen una parte del trayecto o por la persona o entidad que lo alquile completo” y que se clasificaban, a su vez en regulares o discrecionales, y en atención a su carga, en transportes de viajeros, de mercancías o mixtos. La prestación de servicios públicos discrecionales de viajeros por carretera se realizaría con autorización administrativa del vehículo, por tiempo indefinido y con precio alzado por viajeros en grupo prohibiéndose contratar por asientos con pago individual o reiterar itinerarios, salvo colectivos de obreros o empleados.
 
Todo este rollo sobre cómo estaban las carreteras y el transporte de pasajeros en Castilla -y en Las Merindades- viene por el siguiente artículo de la “Hoja del Lunes” de Burgos del 7 de agosto de 1950:
 
Vuelca un autobús en las cercanías de Medina de Pomar. Sus 36 ocupantes, religiosos y alumnos del Colegio Máximo de Oña resultaron heridos. Cinco de carácter grave.

Zona aproximada del accidente

Alrededor de las cinco de la tarde de ayer, y en el kilómetro 5 de la carretera de Villarcayo a Medina de Pomar se registró un accidente automovilista, a consecuencia del cuál resultaron heridos sus treinta y seis ocupantes: cuatro Hermanos y treinta y dos alumnos del Colegió Máximo de Oña. Esta excursión se disponía a pasar todo el domingo en Villarcayo, pero a la altura de dicho kilómetro se. produjo la rotura de la mangueta de la rueda delantera derecha, originándose el vuelco del autobús.
 
Inmediatamente se personaron en el punto del accidente fuerzas del puesto de la Guardia Civil de Medina de Pomar, autoridades y vecinos, que se apresuraron a auxiliar a los heridos. Estos fueron debidamente atendidos por el médico de la localidad, secundado por otros tres doctores que se encontraban veraneando en Medina. El primer término se prestó asistencia al Hermano Joaquín Bendres, S. J., que presentaba fractura del húmero izquierdo; y a los alumnos, Hipólito Velasco fractura de base de cráneo; José Antón Gómez, heridas contusas generalizadas y sochk (sic) traumático; Ángel Erquicia, contusiones y erosiones en la región parietal derecha-y sochk (sic) traumático; y Luis Porres, heridas contusas y erosiones, también generalizadas; todos de carácter grave.
 
Estos cinco heridos fueron trasladados a nuestra ciudad, ingresando en el Hospital provincial. Todos los demás excursionistas, incluyendo a los Hermanos profesores, resultaron también con lesiones menos graves y a última hora de la tarde fueron trasladados a su residencia del Colegio Máximo de Oña, acompañándolos el P. Rector del mismo, que inmediatamente de notificársele la catástrofe, acudió a Medina de Pomar”.

 
El articulito nos contaba que un autobús no detallado -podemos suponerlo nuevo o “reciclado” porque no lo sabemos- sufre una avería quizá producto del envejecimiento de las piezas agravado por el estado de los firmes. Y gorda porque se rompió la sujeción de la rueda con lo cual el autobús bien pudo volcar. Dar vueltas de campana, digo. O quizá la escueta información es porque la población española estaba acostumbrada a los accidentes. En enero de ese 1950 había habido tres muertos y diecisiete heridos en otro accidente de autobús.
 
Las medidas de seguridad para prevenir las muertes en caso de vuelco de un autocar han aumentado mucho en los últimos años lo que nos hace suponer que, cuando ocurría antaño, las bajas fueran muchísimas. Cosa que no ocurre según el periódico. ¿Por qué? Podemos hablar de que la velocidad era baja, que la altura del vehículo no era excesiva, que el periódico exageraba…

 
Pero lo que la prensa nos cuenta del accidente es la relación de heridos, su estado y su procedencia. ¡Y no se cortan! Son Jesuitas de Oña. Exactamente del Colegio Máximo de Oña que desarrollaba enseñanzas de Teología y Filosofía. Debemos saber que los jesuitas iniciaron la actividad de esta facultad en 1880. Durante la Segunda República los jesuitas volvieron a ser expulsados de España (1935), quedando incautado el monasterio de Oña que se dedica a Colonia Agrícola para Vagos y Maleantes. Durante la última Guerra Civil fue hospital de sangre de los nacionales al estar junto al ferrocarril Santander-Mediterráneo. En la postguerra fue devuelto a los Jesuitas, quienes ocuparon el edificio hasta 1967, cuando lo venden por 24.000.000 pts. -de 1967- a la Diputación de Burgos que lo destina a Hospital Psiquiátrico y se llevan la facultad a la Universidad de Deusto (Bilbao).
 
Las lesiones que tuvieron los pasajeros fueron leves porque -leemos- sólo cinco fueron trasladados a Burgos. Joaquín Bendres, un brazo roto. José Antón Gómez, heridas contusas generalizadas y shock traumático (pérdida de sangre y de oxigenación que puede llevar a la muerte). Ángel Erquicia, contusiones y heridas en la cabeza junto a un shock traumático. Luis Porres, heridas contusas y erosiones, también generalizadas. El último caso fue el de Hipólito Velasco con fractura de la base de cráneo. Es más escandaloso que dañino. Es la fractura de uno o más huesos de la cabeza y produce lesiones en venas y arterias y daños en los nervios. Estas fracturas pueden suponer una lesión cerebral y desgarrar las meninges. La noticia no detalla si la lesión era lineal, compuesta, con hundimiento o basal. Pero, tampoco se preocupen porque su pronóstico será positivo siempre que no exista daño cerebral. En el peor caso podría haber desde discapacidades hasta la muerte. Desconocemos donde estaban sentados en el autobús, pero el hermano jesuita puede que estuviese en la parte delantera.

 
¿Y los médicos? Pues sabemos que fueron cuatro. Nos aventuraremos a decir que el residente de Medina de Pomar pudo ser José Ramón Leivar. O, quizá, Minervino del Río.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Cien años de viaje por tierras de Castilla y León”. Carmen Peralta Ballesteros.
Periódico “La Hoja del lunes”.
www.topdoctors.es
“Fuimos. Una crónica del comercio local”. Jesús Oleaga.
“Evaluación y tratamiento del shock traumático”. A. Medina Villanueva, A. Concha Torre, M. Los Arcos Solas.
TalleresChosen Móstoles.
Fototeca digital de España.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.