La
evolución de las carreteras españolas fue mejorando a lo largo del primer
tercio del siglo veinte. Destacamos el “Circuito Nacional de Firmes Especiales”
(CNFE) que fue un conjunto de carreteras que iniciaron la moderna red de
transporte en España. Aprobó el proyecto el gobierno de Primo de Rivera en la Gaceta
de Madrid del 10 de febrero de 1926. Aplicaban nuevas técnicas y calidades de construcción
más favorables al tráfico de automóviles. Salvador de Madariaga comentaba en
1926 que “...por estas infames carreteras, el automóvil más robusto no puede
arriesgarse a mayor velocidad que la del paso de un hombre sin inminente
peligro de desastre...”. El proyecto fue avanzando hasta la guerra civil de
1936-1939. Y lo necesitábamos porque las carreteras de Burgos… ¡eran de las
peores de Castilla!
Y,
para colmo, la última guerra civil destrozó vehículos y carreteras. Estas por
soportar el paso de maquinaria militar y por los bombardeos. Hubo un total de
dos mil seiscientas cincuenta obras viarias destruidas. La dictadura de Franco,
en 1939, diseñó un Plan General de Carreteras con el fundamental objetivo de
reconstruir los caminos. Tarea nada fácil, pues las dificultades económicas del
Gobierno, los primeros tiempos de la postguerra nacional y la Segunda Guerra
Mundial determinaron la escasez de materiales y su alto precio.
¿Y
los vehículos? Específicamente, ¿y los autobuses? Sepan que las necesidades de guerra
llevaron a la requisa de muchos automóviles. Los requisados fueron o destruidos
o quedaron para chatarra. Para desguace. La miseria y la guerra mundial hicieron
que, durante los años cuarenta, el índice de matriculación -centrados en los
autocares- fue ridículo. En 1945 se matricularon cincuenta autobuses. En 1949
casi trescientos autocares. Por si todo lo anterior fuera poco esos años lo
fueron de falta de gasolina, falta de piezas de recambio, falta de neumáticos y
del gasógeno y autarquía.
Para
mejorar el parque automovilístico su industria fue declarada de interés
nacional, gozando de reducción de impuestos y de aranceles en lo tocante a la
importación de determinadas materias primas. También se les llegó a asignar
derechos de expropiación forzosa si necesitaban terrenos para sus
instalaciones. A cambio de tanto beneficio, el Estado intervendría en su
funcionamiento merced a la designación de consejeros e interventores delegados
en las empresas. En esos tiempos de escasez y temor florecieron el estraperlo y
el amiguismo caciquil como cauces para la adquisición de nuevas unidades con
las que engrosar la deteriorada, y exigua, flota de automoción.
Un
sistema paralelo de adquisición de autobuses que funcionó en los años de
penuria era la compra en subasta -a precios de ganga- de restos del ejército y
del Parque Móvil de los Ministerios que pasaban a ser rematriculados por
particulares. Así, se compraban autobuses cuya seguridad dejaba mucho que desear,
pero cuya carrocería, si estaba suficientemente retocada, permitía el fraude
sin aspavientos; se trastocaba el número de bastidor aprovechando su pase a civil
perdiéndose la antigüedad real del vehículo y los avatares de su vida militar.
Las condiciones de seguridad y comodidad con las que se ponía en circulación el
resucitado vehículo eran siniestras. La Guardia Civil llegó a tener
especialistas en la detección de este fraude, aunque nunca el número suficiente
de efectivos para contrarrestarlo de forma eficaz.
En
esos funestos años llegaron a Castilla los autobuses de gasoil, entre otros
gozaron de una gran popularidad los AUSTIN con potentes motores y los SKODA con
mayor capacidad interior, casi cincuenta asientos. Pero estos asequibles y
ultramodernos autobuses seguían rodando sobre las “carreteras blancas” (de
tierra y grijo), salvo cuando atravesaban las vías nacionales.
La
Ley de 1949 estableció una nueva clasificación de los servicios de transportes
en privados, públicos y oficiales y definió los servicios públicos como “aquellos
que realice el propietario de un vehículo, cualquiera que sea su capacidad,
mediante el percibo de una retribución, bien sea satisfecha individualmente por
quienes realicen una parte del trayecto o por la persona o entidad que lo
alquile completo” y que se clasificaban, a su vez en regulares o
discrecionales, y en atención a su carga, en transportes de viajeros, de
mercancías o mixtos. La prestación de servicios públicos discrecionales de
viajeros por carretera se realizaría con autorización administrativa del vehículo,
por tiempo indefinido y con precio alzado por viajeros en grupo prohibiéndose
contratar por asientos con pago individual o reiterar itinerarios, salvo
colectivos de obreros o empleados.
Todo
este rollo sobre cómo estaban las carreteras y el transporte de pasajeros en
Castilla -y en Las Merindades- viene por el siguiente artículo de la “Hoja del
Lunes” de Burgos del 7 de agosto de 1950:
“Vuelca
un autobús en las cercanías de Medina de Pomar. Sus 36 ocupantes, religiosos y
alumnos del Colegio Máximo de Oña resultaron heridos. Cinco de carácter grave.
Zona aproximada del accidente
Alrededor
de las cinco de la tarde de ayer, y en el kilómetro 5 de la carretera de Villarcayo
a Medina de Pomar se registró un accidente automovilista, a consecuencia del
cuál resultaron heridos sus treinta y seis ocupantes: cuatro Hermanos y treinta
y dos alumnos del Colegió Máximo de Oña. Esta excursión se disponía a pasar
todo el domingo en Villarcayo, pero a la altura de dicho kilómetro se. produjo
la rotura de la mangueta de la rueda delantera derecha, originándose el vuelco
del autobús.
Inmediatamente
se personaron en el punto del accidente fuerzas del puesto de la Guardia Civil
de Medina de Pomar, autoridades y vecinos, que se apresuraron a auxiliar a los
heridos. Estos fueron debidamente atendidos por el médico de la localidad, secundado
por otros tres doctores que se encontraban veraneando en Medina. El primer
término se prestó asistencia al Hermano Joaquín Bendres, S. J., que presentaba
fractura del húmero izquierdo; y a los alumnos, Hipólito Velasco fractura de
base de cráneo; José Antón Gómez, heridas contusas generalizadas y sochk (sic) traumático; Ángel Erquicia,
contusiones y erosiones en la región parietal derecha-y sochk (sic) traumático;
y Luis Porres, heridas contusas y erosiones, también generalizadas; todos de
carácter grave.
Estos
cinco heridos fueron trasladados a nuestra ciudad, ingresando en el Hospital
provincial. Todos los demás excursionistas, incluyendo a los Hermanos
profesores, resultaron también con lesiones menos graves y a última hora de la
tarde fueron trasladados a su residencia del Colegio Máximo de Oña, acompañándolos
el P. Rector del mismo, que inmediatamente de notificársele la catástrofe,
acudió a Medina de Pomar”.
El
articulito nos contaba que un autobús no detallado -podemos suponerlo nuevo o
“reciclado” porque no lo sabemos- sufre una avería quizá producto del envejecimiento
de las piezas agravado por el estado de los firmes. Y gorda porque se rompió la
sujeción de la rueda con lo cual el autobús bien pudo volcar. Dar vueltas de
campana, digo. O quizá la escueta información es porque la población española
estaba acostumbrada a los accidentes. En enero de ese 1950 había habido tres
muertos y diecisiete heridos en otro accidente de autobús.
Las
medidas de seguridad para prevenir las muertes en caso de vuelco de un autocar
han aumentado mucho en los últimos años lo que nos hace suponer que, cuando
ocurría antaño, las bajas fueran muchísimas. Cosa que no ocurre según el
periódico. ¿Por qué? Podemos hablar de que la velocidad era baja, que la altura
del vehículo no era excesiva, que el periódico exageraba…
Pero
lo que la prensa nos cuenta del accidente es la relación de heridos, su estado
y su procedencia. ¡Y no se cortan! Son Jesuitas de Oña. Exactamente del Colegio
Máximo de Oña que desarrollaba enseñanzas de Teología y Filosofía. Debemos
saber que los jesuitas iniciaron la actividad de esta facultad en 1880. Durante
la Segunda República los jesuitas volvieron a ser expulsados de España (1935),
quedando incautado el monasterio de Oña que se dedica a Colonia Agrícola para
Vagos y Maleantes. Durante la última Guerra Civil fue hospital de sangre de los
nacionales al estar junto al ferrocarril Santander-Mediterráneo. En la
postguerra fue devuelto a los Jesuitas, quienes ocuparon el edificio hasta
1967, cuando lo venden por 24.000.000 pts. -de 1967- a la Diputación de Burgos
que lo destina a Hospital Psiquiátrico y se llevan la facultad a la Universidad
de Deusto (Bilbao).
Las
lesiones que tuvieron los pasajeros fueron leves porque -leemos- sólo cinco
fueron trasladados a Burgos. Joaquín Bendres, un brazo roto. José Antón Gómez,
heridas contusas generalizadas y shock traumático (pérdida de sangre y de
oxigenación que puede llevar a la muerte). Ángel Erquicia, contusiones y heridas
en la cabeza junto a un shock traumático. Luis Porres, heridas contusas y
erosiones, también generalizadas. El último caso fue el de Hipólito Velasco con
fractura de la base de cráneo. Es más escandaloso que dañino. Es la fractura de
uno o más huesos de la cabeza y produce lesiones en venas y arterias y daños en
los nervios. Estas fracturas pueden suponer una lesión cerebral y desgarrar las
meninges. La noticia no detalla si la lesión era lineal, compuesta, con
hundimiento o basal. Pero, tampoco se preocupen porque su pronóstico será
positivo siempre que no exista daño cerebral. En el peor caso podría haber
desde discapacidades hasta la muerte. Desconocemos donde estaban sentados en el
autobús, pero el hermano jesuita puede que estuviese en la parte delantera.
¿Y
los médicos? Pues sabemos que fueron cuatro. Nos aventuraremos a decir que el
residente de Medina de Pomar pudo ser José Ramón Leivar. O, quizá, Minervino
del Río.
Bibliografía:
“Cien
años de viaje por tierras de Castilla y León”. Carmen Peralta Ballesteros.
Periódico
“La Hoja del lunes”.
www.topdoctors.es
“Fuimos.
Una crónica del comercio local”. Jesús Oleaga.
“Evaluación
y tratamiento del shock traumático”. A. Medina Villanueva, A. Concha Torre, M.
Los Arcos Solas.
TalleresChosen Móstoles.
Fototeca
digital de España.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.