Terminamos este recorrido por los mercados y
ferias de la comarca de Las Merindades con los últimos mercados que Inocencio
Cadiñanos Bardecí nos referenció.
Pedrosa de Valdeporres
En 1827 la justicia local solicitaba un mercado semanal
en el Campo de la Vega para con su producto atender al armamento y equipo de
200 voluntarios realistas de la Merindad. "La
posición geográfica que ocupan las poblaciones y la feliz combinación de las
particulares circunstancias del suelo, índole y carácter de sus habitantes,
reclaman de suyo, tiempo ha, el establecimiento de un mercado semanal en el
local más ventajoso de su distrito". La experiencia demostraba que por
su emplazamiento en el extremo norte de la provincia de Burgos, en contacto con
la vega del Pas, "vienen a ser como
la llave de Cantabria". Podría abastecer a ésta de los productos
agrícolas de Castilla a pocas facilidades que les diera el gobierno.
Merindad de Valdeporres |
Esta Merindad tenía un terreno fértil pero con
demasiada población para sobrevivir allí. Tristemente, el fantasma de la
emigración ya se dejaba ver. Las gentes de Valdeporres acudían a los mercados
de Espinosa y Villarcayo para surtirse de aquellos productos que no se les
ofrecía en su tierra. El futuro mercado se celebraría los sábados en el campo
de la Vega, entre Santelices y Pedrosa. El Consejo pidió los ya conocidos informes
de otras ferias y mercados de los contornos. Al final no consiguieron el
mercado, por estar cerca del de Soncillo, pero sí una feria de tres días. Fue
muy concurrida, ampliándose, posteriormente, a distintos meses del año.
Soncillo
En la referencia anterior ya hemos dejado caer
la existencia de un mercado en Soncillo. De hecho es un lugar ideal para ello
por su cercanía a La Montaña y estar junto a la principal comunicación entre
Burgos y Santander. En 1672 Jerónimo de la Peña, procurador de Soncillo y
Valdebezana, solicitaba poder volver a celebrar un mercado los miércoles de todo
el año y no solo entre San Martín y Carnestolendas (otoño-primavera).
La gente iba a Soncillo, capital del valle, a
vender especialmente cabezas de ganado mayor y menor. "No hay memoria de cuando se comenzaron los mercados, por ser tan
antiguos". Se decía que su decadencia se debía al fallecimiento del
señor de la comarca, don Pedro de Porras, y descuido de sus sucesores. Gracias
al interés de las autoridades municipales se mantenía parcialmente. La
explicación, como puede suponerse, no era exacta. Detrás estaba la profunda
decadencia económica del país.
El procurador cargó las tintas negras de su
exposición: que si a los vecinos les era preciso llevar a vender sus ganados a
los lejanos mercados de Reinosa (Santander), Poza y Villadiego; que si se
trataba de una tierra muy lluviosa, abundante en nieves y heladas, de difíciles
caminos; que si era pobre, estéril y montañosa, por lo que sus vecinos se
hallaban arruinados y en constante disminución. Necesitaban volver al antiguo
mercado semanal de todo el año pues de hacerse así "sería de grande utilidad y beneficio a todos los vecinos de
aquella tierra y comarca".
Aunque la documentación no lo diga, debió de
accederse a la petición pues a mediados del siglo XIX se celebraba un mercado
semanal y dos ferias anuales.
Y en Arija, cerca de Soncillo, se ha celebrado un
mercado los jueves y dos ferias el 1 de abril y el 31 de mayo. Por decirlo.
Trespaderne
Desde que este pueblo se convierte en cabecera
de comarca aspiró a tener un mercado. A comienzos del siglo XIX lo celebraba
los viernes para pasar, unos años después, a los sábados.
Consta que en 1913 ya tenían lugar algunas
ferias de ganado "sin sujeción a impuesto
alguno". En 1917 se decidió celebrarlas en diciembre, febrero y marzo
para toda clase de ganado "por
hallarse esta villa enclavada en el centro de la región". Sin embargo,
no fueron llevadas a cabo hasta 1930 en que fueron ampliadas, también, al mes de
noviembre "teniendo en cuenta la
facilidad que existe para el transporte del ganado por ferrocarril a la capital
de provincia en la que se celebra una gran feria el día 11 del mismo mes".
Posteriormente habría, todavía, algún cambio de fechas y también sería reducido
el número de días de feria.
Villaluenga y San Llorente
En 1792 se pedía un mercado los martes y viernes
y una feria abierta a principios de septiembre de cada año. Básicamente era una
feria para toda la Merindad de Losa que criaba mucho ganado y disponía de un
término bastante fértil en trigo, cebada y otras semillas, frutas, pescados, y excelentes
patatas "sin que se pueda dar salida
a los sobrantes por defecto de mercados respecto a la distancia que hay de los
referidos dos lugares (Arciniega y Valmaseda) a los que se celebran porque distan
cuatro leguas de caminos peligrosos por Angulo y Orduña".
Tendría lugar en las praderas junto a la ermita de
San Antonio por ser fuera de las poblaciones titulares para que se hiciera
feria abierta según se practicaba en otros lugares. Por supuesto, se cobraría
alcabala y cientos. El corregidor de Castilla la Vieja vio aspectos positivos:
no tener que pasar a los mercados de Orduña, Arciniega y Valmaseda, en los que
no se pagaban derechos; los asistentes tendrían que pernoctar en los contornos;
los residentes se ahorrarían recorrer los malos y peligrosos caminos
existentes; y no afectaba a los mercados de Frías, Medina y Espinosa por estar
alejados y celebrarse sus mercados en diferentes días. Las autoridades de Villarcayo
no hallaron "por aora reparo alguno
en la concesión". El Intendente añadió que resultaría un mercado y
ferias beneficiosos para dar salida al ganado y otros frutos de sus vecinos.
San Llorente. |
El Consejo, al dudar, pidió más informes al
Intendente en 1794. Y, aunque no viene su aprobación, sabemos que llegaron a
celebrarse.
Villarcayo
Cuando Villarcayo se convirtió en la nueva
capital de la merindad de Castilla la Vieja, también obtuvo el derecho a la celebración de
las ferias y mercados que se le habían concedido en su fuero a Medina destinados
a toda la Merindad. De ello ya hablamos, también, en la entrada anterior en el
epígrafe de Medina de Pomar gracias a algún autor de esa localidad. Comúnmente,
viene interpretándose la disputa de Villarcayo con Medina como un deseo de Las
Merindades de vengarse de los abusos históricos de los Velasco y su capital. Suena
bien, incluso como si fuese una venganza empapada de romanticismo decimonónico
pero… ¡¡Es mentira!! Los mercados y ferias eran un derecho anejo a la condición
de capitalidad y de residir allí la justicia. Ahora, lo tenía Villarcayo.
Desde un principio, Las Merindades pidieron al
Rey que "por ser la tierra pobre de
mantenimientos y de poco trato y comerçio entre los vecinos, se les diese
liçenzia para que en el pueblo donde el dicho alcalde mayor huviesse de residir
se fiziesse un dia de cada semana mercado y dos ferias francas en cada un año".
Deseaban beneficiarse ellos de las alcabalas y no el Condestable. Era evidente
que la nueva capital no sólo lo sería política sino también quería serlo económicamente.
Estos mercados debieron comenzar inmediatamente
pues, poco más tarde, el monasterio de Rioseco de Manzanedo ampliaba su "casa en el barrio de Castellanos, cercal
mercado" de Medina con otra en Villarcayo para la comercialización de
sus cereales y ganado. Pero en 1566 llegaba la peste estos pagos lo que hizo
que Medina se llevase su mercado a las afueras del pueblo y las ferias al lugar
de Pomar. ¡Y de Villarcayo escapó la Audiencia!
Oficialmente, en 1591, el Rey accedía "para que pudiesen juntarse en la villa
de Villarcayo...a haver sus bentas y contrataciones un dia cada semana y dos
bezes al año por tres a quatro dias cada vez". La Junta General
decidió que las ferias fueran celebradas en San Miguel (mayo) y el Corpus con
una duración de cuatro días cada una, lo que tuvo efecto al año siguiente. Y el
mercado los jueves. Entre otros productos llegados de fuera se citan paños de
Belorado y Pradoluengo y vino del Valle de Tobalina y Villadiego.
Desde el primer momento nos encontraremos con
una guerra soterrada entre Villarcayo y las siete merindades y la casa del
Condestable. Este se quejaba de que la feria del Corpus era la mejor y eso
beneficiaba a Las Merindades, pero no le hicieron caso. Se suceden las
Provisiones Reales, las Vistas y Revistas. Las Merindades acusaban a Medina "de que ninguna persona podía hacer
mercados francos por propia autoridad". Medina de Pomar alegaba que
sus ferias y mercados se celebraban desde tiempo inmemorial y "que no eran francos ni jamás lo habían
sido, porque todas las personas tanto de fuera como de dentro pagaban la
alcabala de todas sus mercadurías que se vendían en ellas".
El Condestable recusó al Licenciado Urtaza
Hernani, Corregidor de Las Merindades, "porque
procedía con la pasión y odio que siempre le habían caracterizado". Se
admite la recusación y es nombrado Juez de comisión, para el caso, el Corregidor
de la villa de Reinosa y Merindad de Campóo, Licenciado Pedro Sibil de la
Oceja.
Por su parte Las Merindades obtenían una serie
de Ejecutorias que se pregonaban en la Plaza de Villarcayo y los días de feria,
también en el Soto, así como en Frías, Espinosa de los Monteros, Soncillo,
Valmaseda, Laredo, Castro Urdíales, ciudad de Orduña, Miranda de Ebro,
Briviesca, Oña y por supuesto en Medina de Pomar. Para más inri, los gastos
eran por cuenta del Condestable.
"En
la villa de Villarcayo a 28 de agosto de agosto de 1624, yo Alonso Núñez
escribano de Su Majestad, vecino del lugar de Horna, doy fe de que por voz de
Juan de Amo "pregonero preso" de la Cárcel Real de estas Merindades
se "apregonó" e hizo notorio, palabra por palabra, en la Plaza
pública de esta dicha villa y delante de las puertas de las Casas de la
Justicia de ella habiendo mucho concurso de gente de la dicha villa y otras
partes de estas Merindades y fuera de ellas... que se cumpla como se contiene
en la Real Ejecutoria. Fueron testigos Juan de Velasco, cuyas son las casas de
Ribacardo y Juan Rodríguez y Pedro Ruiz de Bisjueces, procuradores del Número
de esta Audiencia y otras muchas personas". Se
querellaron contra los alcaldes de los hijosdalgos de Medina bajo la multa de
50.000 maravedís y 4 años de destierro.
El Auto dado en la villa de Madrid a 26 del mes
de abril de 1625 dice así: "dijeron
que mandaban y mandaron se despache Provisión para que el Corregidor de la
villa de Reinosa vaya a la villa de Medina de Pomar, con días y salarios a
costa de los alcaldes ordinarios de ella y prendan al contador Salazar, alcalde
del estado de los hijosdalgos y le lleven a la cárcel de la dicha villa de
Reinosa".
El Sr. Juan de Acurio en nombre del Condestable "cuya es la villa de Medina de
Pomar" dice: que es "notoria
la emulación y pasión conocida que Las Merindades de Castilla la Vieja y su
Corregidor tienen contra la villa de Medina de Pomar y sus vecinos... y la
desean destruir, quitar el antiguo comercio, procurando encaminar el comercio
hacia Las Merindades particularmente a Villarcayo y viendo que las dichas ferias
siguen, aunque han disminuido considerablemente y tienen atemorizados a los
circunvecinos, buscan diferentes trazas de vejación y ofensa como son el hacer
que algunos vecinos de ellas vayan a los dichos mercados y ferias y mañosamente
salgan de ellos defraudando alguna alcabala".
En 1626 siguen desde Madrid dando la razón a Las
Merindades, "incluso el Corregidor
de Reinosa se persona en Medina los días de mercados y ferias para su
investigación si se trata de mercados y ferias francos". Y por su
parte el Condestable asegurando que siempre se ha cobrado en los bastimentos,
trigo, cebada, lana, ganados, etc.
Por su parte el Sr. Juan Ruiz de Soba en nombre
de las Siete Merindades repite la querella contra D. Pedro Zorrilla y Bartolomé
del Castillo alcalde y escribano de Medina de Pomar por ir a las ferias de
Espinosa de los Monteros e instar a los mercaderes y persuadirlos que no acudan
a las ferias de Villarcayo, y sí en cambio a las de Medina que serían francas. Por
la Sobrecarta Ejecutoria dada en Madrid a 14 de julio de 1626, se multa a los
alcaldes ordinarios de Medina con 50 ducados.
Villarcayo introdujo otra feria y otro mercado
que celebró los jueves, precisamente el día que tenía lugar en Medina.
Así discurrían los acontecimientos cuando –según
Manuel López Rojo- hay una acusación contra la Duquesa de Frías tutora del
Condestable de Castilla, de que ha hecho ferias y mercados francos en los
lugares de Villamor, Torres y la Cerca. Contra ello se mandó otra Real Provisión,
que data del año de 1628. Debo indicar que Inocencio Cadiñanos Bardecí indica
en sus estudios que en 1621 la duquesa de Frías había ordenado que no se
celebrasen ferias ni mercados en Torres ni en Villamor. Él argumenta a partir
de este dato que no debían de estar, todavía, muy asentado el asunto en
Villarcayo o sus ferias y mercados disfrutar de escasa concurrencia. O quizá es
una errata de alguno de los autores consultados.
Por fin, en la villa de Madrid a 7 de julio de
1628, en presencia de D. Diego Ruiz de Tapia, escribano de Su Majestad perpetuo
de Número de esta villa y tierra... comparecieron Bernardino Fernández de
Velasco y Tovar, Condestable de Castilla, Duque de la ciudad de Frías, Conde de
Haro y Marqués de Berlanga, Señor de la Casa de Velasco, de una parte, y de la
otra Pedro de Velasco, Conde de la Revilla y Jerónimo Antonio de Medinilla y Porres
residente en la Corte en nombre de Las Merindades de Castilla la Vieja con
poder especial que les dieron ante Pedro López de CarIes, escribano de Su
Majestad... se llega a un acuerdo para que en la villa de Medina, que es del
Condestable, se hagan en cada año perpetuamente tres ferias, una el día de la
Ascensión, en lugar de la feria que antes tenía el día del Corpus, otra el día
de San Miguel y la otra el día que ellos señalaren (la Ascensión), y asimismo
un mercado perpetuamente el jueves de cada semana.
Y en la villa de Villarcayo en donde está el Corregidor
de las Siete Merindades con su Audiencia se harían dos ferias perpetuas cada
año, una el día del Corpus y la otra el día que ellos señalaren. Y un mercado
el lunes de cada semana perpetuamente.
Se aprueban 8 puntos. En ellos se repite el tema
de que no se molesten y que se intente seguir como antes de los pleitos. Y que
si coincide una feria con el mercado del jueves o lunes que éste no se cobre. Medina
retiró la querella contra Villarcayo por haber mudado los días de mercado y
ferias. Se firmó y signó en Madrid el día 8 de agosto de 1629.
Breve calma porque en 1668 volvía la disputa
entre ambos. Las justicias presionaban a trajineros, arrieros y mercaderes para
que fueran a Villarcayo y no a Medina asegurando que en ésta ya no tenía lugar
mercados. Las Merindades llegaron, incluso, a convertir, sin licencia, sus
ferias y mercados en francos. Se firmó un nuevo acuerdo que puso paz en
adelante, aunque el Condestable insistía en que la feria del Corpus era la
mejor del año y, ahora, se beneficiaban de ella Las Merindades. Tuvieron que
pagar todos los que iban a Villarcayo, fueran de Las Merindades o no, a
excepción de la compraventa de trigo y ganado.
Con fecha 8 de febrero de 1669 consigue
Villarcayo una Real Provisión por la se ponía "el mercado los jueves y las ferias el día de la Ascensión y la de
San Miguel porque no era conveniente que los mercaderes se marchasen a villas
de señorío o que coincidan en días próximos en Poza de la Sal, Reinosa,
Villadiego, Roa, Liérganes, Soncillo, Quejana, y que tenían más franquezas y
por consiguiente aran más pingües por ser de lugares del Duque del Infantado,
Condestable de Castilla, Marqués de Aguilar, etc." Previa reunión se
consigue que siga vigente lo firmado en el año 1628. Pero las discusiones
siguieron particularmente cuando coincidían ambas ferias.
Hemos de hacer notar que en las ferias de
Villarcayo se llegaban a juntar hasta 250 parejas de bueyes, y en Medina hasta
500 caballerías. Con motivo de estas disputas sobre las ferias se quejan los
mulateros que en número de unos 300 son perjudicados.
Y los problemas no eran solo con Medina.
Fijémonos en que Las Merindades cobraban por las Ferias y lo obtenido se
repartía entre las siete merindades hasta que en el año 1721 hubo un pleito
entre ellas. Las demás contra la de Castilla la Vieja sobre la administración
de Ferias y Mercados y la distribución de su producto.
Durante el desarrollo del pleito que se resolvió
en la Real Chancillería de Valladolid, las otras seis dan cuenta de los gastos.
Entre tales, sobresalen por lo original, los gastos siguientes: "Setenta capones que para el regalo se
remitieron a la ciudad de Valladolid y los portes, el coste de una arroba de
manteca que se remitió con los capones". Aparte se remitieron también
como regalo cuatro arrobas y media de manteca, ochenta reales de la limosna de
cuarenta misas rezadas que se mandaron decir por las ánimas, por el buen éxito
de dicho pleito, las veinte al tiempo de la vista y las otras veinte para la
revista.
Desde el siglo XVIII Villarcayo va sustituyendo en
el comercio regional a Medina y Frías. Gracias al nuevo camino de Bercedo,
durante la primera parte del siglo XIX consigue la primacía del mercado en la
región. Se convierte en depósito para la redistribución de granos hacia el
norte y, también, hacia América y regiones españolas del sur y levante. Su
mercado de los lunes llegó a ser el más concurrido de Castilla por los cereales
que en él se despachaban. Este nuevo camino de Bercedo también benefició, en
alguna medida, a los mercados de Medina y Mercadillo (Mena). Pero era un
espejismo porque la anarquía política del siglo XIX, trajo tal desorden que se
les tachó de "ferias de paso" a las de Las Merindades. Los ganaderos
del valle de Tobalina los llevaron a vender junto a los puentes de Frías y
Virués y a un prado de Arroyuelo con el fin de no pagar tributos.
Primero la guerra de Independencia que dañó a Villarcayo
y su región. En 1825 todavía no estaban totalmente recuperados y los diputados
de Las Merindades pedían celebrar otras dos ferias. ¿La excusa? Obtener fondos
para atender a los voluntarios realistas tal y como exigía Fernando VII. Caso
de concederse se celebrarían los días 30 de mayo y 20 de octubre. Tras la
opinión desfavorable del Fiscal, se le denegó el permiso.
Al año siguiente volvía a insistirse en lo
mismo, cobrando solamente un 2 por ciento del importe de las ventas del ganado
y de los demás géneros el 4 por ciento. Los voluntarios realistas de Las
Merindades eran 2.800 hombres. Se decía que necesarios para "extruir el contrabando...por encontrarse
la región cerca de las provincias exentas y ser terreno montuoso". Se
justificó la petición diciendo que solo se celebraban dos ferias en Villarcayo,
tres en Medina y alguna otra en pueblos cercanos. Volvió a desestimarse la
petición por ser perjudicial al erario público. Todo quedó, pues, hasta tiempos
recientes en la celebración de las mencionadas ferias de San Miguel y el Corpus
y la de la Ascensión, alternativamente con Medina.
Alguna recuperación sí debió de darse en el
siglo XIX en cuanto al ganado de tiro llegado desde Asturias y la Montaña y el
de cerda pues Madoz dirá que en Villarcayo "se
hacen compras muy en grande, transportándose grandes manadas a la Rioja, Aragón
y tierra de Sigüenza" y “Villarcayo se convirtió en un centro de depósito
y escala para la extracción de granos que del país, Burgos y Campos se hace
para el extranjero, nuestras colonias y las costas de Levante y Andalucía por
el Puerto de Limpias”.
Junto al sistema de ferias y mercados locales ya
definidos existían personas que recorrían con sus productos los distintos
mercados, dedicándose prácticamente a este menester. Así se afirma en
Bisjueces: Gregorio González, Gregorio Herrero y Ángel Domínguez tienen tiendas
volantes que acuden de feria en feria y de mercado en mercado con género
nacional.
Espinosa de los Monteros
Enrique IV (1454-1474) concedió un mercado los
martes (¡continúa hoy!) en el que se vendía trigo, fruta y ganadería. En el
siglo XVII el pueblo seguía pagando los correspondientes derechos por la
confirmación del privilegio de tener mercado franco.
A imitación de Villarcayo, también Espinosa pedía
en 1842 que se le concediese una de ganado. Se celebraría el día de San Martín
-11 de noviembre-, libre de alcabalas.
Incinillas
En 1817 el santero de la ermita de Nuestra
Señora de la Hoz se atrevía a solicitar permiso para celebrar una feria y un
mercado junto a esta desolada ermita con objeto de que con sus alcabalas pudiera
ser reedificada. La adulación del interesado le indujo a proponer que la
primera tuviese lugar el día de San Fernando y el segundo el día del nacimiento
del futuro hijo del monarca.
Se le denegó la petición como lo demuestra el
que no se tengan noticias de tal celebración y el que una nota al final del
expediente denomine al peticionario "mentecato,
que no hace más que molestar al Consejo".
Quincoces de Yuso.
A principios del siglo XIX le fue concedido un
mercado, pero "no se ejecuta porque
habiendo dado principio, la falta de concurrencia le ha disipado". Con
todo, a mediados de siglo sí tenía lugar los viernes a base, sobre todo, de
ganado de cerda.
San Miguel de Cornezuelo
Desde comienzos del siglo XIX hasta tiempos
modernos tuvo lugar un mercado los domingos y una feria en agosto.
Bibliografía:
“Villarcayo y la Merindad de Castilla la Vieja”.
Julián García Sainz de Baranda.
“Mercados y ferias en la provincia de Burgos”. Inocencio
Cadiñanos Bardecí.
“Villarcayo, capital de la comarca Merindades”.
Manuel López Rojo.
Buenos dias querido autor, publico esto aquí porque no encuentro la manera de enviar un mensaje privado. Últimamente me he visto intensamente atraído por el encanto de la aldea semi abandonada de Relloso, existiendo como una bellísima joya oculta en un valle oculto dentro de otro sistema de valles, ajena de cualquier eje de comunicación, encapsulada en ese Rivendel que la envuelve. He leído y visto todo lo posible sobre tal aldea disponible en internet, bien que es poca información. Agradecería muchísimo tener la oportunidad de poder leer un post de tu blog detallando la historia de tal lugar, si tienes la ocasión, energía y disposición de hacerlo. Gracias!!!
ResponderEliminarHola, Aeduh.
ResponderEliminarAnte todo agradecerle su interés por esta bitácora.
Sobre el asunto de Relloso... ¡Haré lo que pueda!