Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 10 de enero de 2021

¿Quién mató a Urbana Peña?



“Una joven aparece estrangulada en el pueblo de Hornilla de la Torre.

Parece que el crimen se cometió a causa de frustrados requerimientos amorosos

Noticias recibidas en Espinosa de los Monteros dan cuenta de haberse descubierto un crimen en el pueblecito de Hornilla de la Torre (ahora Hornillalatorre), que dista seis kilómetros de Espinosa. A las cuatro y media de la madrugada del lunes fue hallado el Cadáver de la joven de 25 años Urbana Peña Gutiérrez, soltera, natural y vecina del referido Hornilla de la Torre, la cual aparecía en el camino conocido por la Ripuerta, a sesenta y cinco metros de la carretera de Barcenilla a Hornilla de la Torre. La víctima, a juzgar por las huellas que presentaba en el cuello, dejó de existir por asfixia al ser estrangulada.

Inmediatamente después de ser descubierto el crimen se dio conocimiento del mismo al Juzgado de instrucción del partido y a la Guardia civil, acudiendo al lugar del suceso el juez de instrucción de Villarcayo, con el médico forense, y también el jefe de la línea de Medina, capitán Arrimadas. Practicadas las diligencias de rigor, fue descubierto que la desgraciada joven vivía en Hornilla de la Torro, en casa de sus padres.


Parece ser que el crimen se cometió a causa de frustrados requerimientos amorosos. La Guardia Civil realiza activas gestiones y diligencias en orden a la detención del autor o autores del bárbaro hecho, que ha causado la natural consternación en toda la región de Espinosa”.

Esta noticia del tres de septiembre de 1953 aparecía en las páginas del “Diario de Burgos” y, evidentemente, conmocionaba a una sociedad sencilla, rural y bucólica como era la de la Merindad de Sotoscueva. El periódico “El CASO”, mucho más tremendista y sanguinolento, tituló: “Aparece asesinada la Bella de la Comarca". En fin. Nada sorprendente en nuestra época de fake news y carnaza. La situación inicial era que el padre de Urbana estaba enfermo y ella marchó, tras la visita del médico –hacia las 18:00 horas del 30 de agosto-, en bicicleta a la farmacia de Espinosa de los Monteros. Relatan que, como para las once de la noche no había regresado, salió su madre, Cándida, junto al perro, Canelo, en su busca y hallaron la bicicleta en el camino vecinal de Hornillalatorre al cruce de la carretera de Reinosa-Bilbao, a unos setecientos metros del pueblo.

La memoria popular continúa relatando que el perro se adentró campo a través unos 200 metros hasta el cadáver. Cándida, llorando, regresó al pueblo y avisó a una vecina para que buscara al alcalde Francisco Gómez. Tras ser informado acudió al párroco que tañó las campanas a arrebato y se organizaron partidas de búsqueda. Se halló el cuerpo en una vaguada entre dos pequeños collados en un lugar apartado, rebosante de vegetación. Había perdido los zapatos mientras fue arrastrada desde el camino.

¿Quién sería el asesino –o asesina, por eso de la “igualdad”-? ¿Estaría a la caza de nuevas víctimas? ¿Habría escapado de Las Merindades? Se dio parte a la Guardia Civil y al Juzgado de Villarcayo. Los forenses determinaron que había muerto unas siete horas antes de ser hallada y que recibió dos puñetazos en la frente de una mano grande, fuerte y maciza que generaron sendas contusiones que la debieron dejar sin sentido. Las señales del estrangulamiento eran evidentes en su cuello y tenía fracturadas varias vértebras. No hubo violación ni robo al recuperarse el bolso con el dinero, joyas personales y un reloj de pulsera parado a las once menos cuarto. ¿Un crimen pasional?

Plano de Hornillalatorre

El juez ordenó a la Guardia Civil reconstruir los últimos movimientos de Urbana. Después de interrogar a sus amigas se confirma la hora del crimen: 22:50 horas, la de su reloj. Esa primera noche se carece de un sospechoso claro por lo que se hace una redada de mozos a los que se les vio horas antes por las cercanías para cotejar sus coartadas. Nada.

Finalmente el “Diario de Burgos” incluía esta noticia en su edición del sábado cinco:



Como vemos la Guardia Civil de Medina de Pomar había tardado escasos seis días en identificar al culpable aunque este, sometido a un “hábil interrogatorio” para que confesase, se negaba a firmar la declaración de culpabilidad. La prensa presentaba las definitivas pruebas circunstanciales: vecino del pueblo, labrador, treinta y dos años, pésima moralidad (¿no iba a misa? ¿Era ateo?) y la víctima le había dado calabazas. Pero bueno, nos apuntilla que el Juez de Villarcayo tenía ya en su poder indicios graves de culpabilidad.

La policía seguía acumulando pruebas en contra de Felipe Pereda López. Hombre huraño, huérfano de padre y madre y, desde que falleció ésta, viviendo con una criada llamada Carmen Bravo López de 45 años y, también, soltera. El problema era que no terminaba a confesar el delito. ¿Y si no era culpable? ¿Qué había determinado su detención?

Procedamos a presentar las pruebas a la digna manera de una novela de Hércules Poirot:

  • Evidencia A, Felipe vive junto a la iglesia del pueblo pero no despertó al oír las campanas y por ello no se unió a la partida de búsqueda.
  • Evidencia B, Felipe se acercó cuando se dispuso el velatorio pero el perro de la casa, de natural tranquilo, se lanzó furiosamente sobre él. El capitán de la Guardia Civil tomó nota del incidente.
  • Evidencia C, Felipe al día siguiente, cuenta al cura que a las diez de la noche al ir a recoger las vacas al prado, oyó los gritos de una mujer.
  • Evidencia D, Se preguntó a la criada que camisa llevaba Felipe aquella noche y ella le dice al Capitán de la benemérita que una blanca con rayas azules. Felipe les dirá después que una blanca totalmente.


Pero Felipe tiene coartada al haber estado con el alcalde.

Los agentes llegados desde Madrid acumularon más indicios contra el solterón: se comprueba que Felipe estuvo esa noche en la fuente lavándose las manos y las perneras de los pantalones y que posteriormente volvió a lavarlos en casa su criada Carmen. Se interviene la camisa y dicen que se encuentran vestigios de sangre. Es detenido el sábado y llevado a la cárcel de Villarcayo.


El 18 de septiembre de 1953 se obtuvo ya la confesión del culpable:

“Como saben nuestros lectores, el pasado día 31 de Agosto apareció estrangulada en las cercanías del pueblo de Hornilla la Torre, la joven de dicho pueblo Urbana Peña. Desde aquel momento el Juzgado de Instrucción de Villarcayo, secundado por la Guardia Civil de Espinosa de los Monteros y agentes de Policía pertenecientes a la brigada criminal, efectuaron amplios e intensos trabajos de investigación encaminados al esclarecimiento del crimen.

Por no entorpecen la acción judicial y policiaca, no concretamos, en memento oportuno, pormenores acerca de la detención efectuada, pocos días después, exactamente el día 3 del actual, por fuerzas de la Benemérita. El detenido se llama Felipe Pereda, de 32 años de edad y según informes particulares, parece que requirió de amores a la infortunada muchacha, que no le aceptó. Aun cuando, sobre Felipe recalan graves sospechas, el detenido negó reiteradamente, su intervención en el crimen, pero, ante los hábiles interrogatorios efectuados y el cumulo de circunstancias que le identifican como gravemente complicado en el repugnante hecho, ayer, según nuestros Informes, se confesó autor de la muerte de la desdichada muchacha Urbana Peña”.

Al día siguiente publicaba el “Diario de Burgos” una nota de reflejando la alegría por el esclarecimiento de este crimen:


En ella nos dan los nombres de algunos de los protagonistas de la resolución del crimen: Mario Dean Guelbenzu (Juez), Francisco Lozano Fernández y Jesús Moreno Pérez (Brigada de investigación Criminal). Iremos conociendo más nombres.

En un artículo de “Crónica de Las Merindades” se relata lo que pudo ser la reconstrucción del crimen. Al parecer a esa diligencia acudió José María Codón Fernández: “Citadas previamente por la Justicia, se encuentran las hermanas Águeda y María Vallejo Martínez que acompañaron a Urbana hasta minutos antes de caer asesinada. Otra joven del pueblo llamada Victoria representa el papel de la víctima (aunque esto último contradice lo publicado en la prensa). Se comprueban los minutos que tardó la víctima en llegar al cruce de la carretera y montar en la bicicleta después de despedirse de sus amigas. Se recorre el trecho hasta el sitio donde se descubrió la bicicleta y el tiempo concuerda con la hora que se cometió el crimen: 22:50 horas. Felipe, en la reconstrucción, va señalando las fases del crimen:

-“¡¡Desde aquí le salí al paso y la cogí del vestido y ella se cayó con la bicicleta y yo la ayudé a levantarse.
-El juez: ¡Entonces la bicicleta cayó hacia fuera! ¿No?
-De ninguna manera, cayó hacia dentro -dijo Felipe-. Y después la empujé para que entrara en el campo.
-¿Y para que la quería meter al campo?
-Para hablar con ella sin que nadie me viera.
-¿Quiere usted decirme si en ese momento la golpeó con una piedra varias veces?
-¡No… no!, ¡ni con piedras ni con palos!, se resistió, y la di dos golpes con el puño en la frente y medio se cayó.
-¿Y qué más? -le pregunta el juez.
-Entonces la arrastré hacia el hondo de un ribazo. Volvió en sí y pataleó y al ver que quería gritar me volví loco… ¡Ya no supe lo que hacía!, estaba loco por conseguir su afecto”.

Más tarde recorren la ruta desde que dejó el cadáver y señala el sendero por el que huyó, salvando los 700 metros que le separaban del pueblo, para pararse en la fuente de la plaza, donde se lavó las manos y las perneras del pantalón para quitar las manchas y los rastros de sangre que le saltaron de las heridas de su víctima, cuando la arrastró sobre sus brazos hasta la espesura.

Hornilla de la Torre (1956)

La siguiente fase sería el juicio oral que se produjo en 1955, con el reo en prisión provisional (supongo). Las fechas exactas fueron del 10 al 13 de mayo. Así lo adelantaba el “Diario de Burgos” del ocho de Mayo:

“Por la Audiencia provincial se ha señalado para el próximo martes, miércoles y jueves, la vista del juicio oral que se sigue contra Felipe Pereda López por muerte de Urbana Peña y, para perfecto conocimiento de nuestros habituales lectores, damos a continuación un extracto de hechos y peticiones provisionales de las partes que intervendrán en este proceso.

El Ministerio Fiscal, representado por el ilustrísimo señor Fiscal jefe, estima que los hechos se sucedieron así: El procesado Felipe, soltero, de conducta contradictoria y sin antecedentes penales vivía en Hornillalatorre (Villarcayo), asistido en la vida doméstica y labores del campo por su sirvienta Carmen Bravo Gómez. Su carácter era violento teniendo incidentes con José Gutiérrez y Pablo Miranda. En el mismo lugar vivía Urbana Peña, de 25 años, de conducta intachable, en posición desahogada, de presencia delicada y un grado cultural que la hacía sobresalir en el medio ambiente en que vivía. El procesado se fijó en ella, sin que fuera correspondido y antes bien le exteriorizó su repulsa por medio de Pilar Gómez.

El día 30 de agosto de 1953 teniendo que ir a comprar unas medicinas para un familiar enfermo, tomó la bicicleta y se trasladó a Espinosa, lo que supo Felipe. En dicha localidad la acompañó su amiga Águeda Vallejo, hizo las compras, estuvo en un café y hacia las 22 horas salió para su casa acompañada por su amiga hasta la bifurcación de la carretera Bilbao-Reinosa. Una vez sola y en el pago de la Vijota, cerca del pueblo le salió al encuentro el procesado que pretendió entablar conversación con ella, pero ésta asustada intentó marcharse y gritar, por lo que aquél la echó las manos al cuello, apretándola, tirándola al suelo, donde completó su propósito homicida dándola muerte y arrastrando el cadáver hasta un desnivel cercano a fin de ocultarla. Una vez hecho esto marcha al pueblo y procura hablar con otras personas entre ellas el Regidor a fin de prepararse la coartada. La autopsia dio el resultado de muerte por asfixia por estrangulación.

Estos hechos los califica el Ministerio Público de homicidio y solicita la pena de 18 años de reclusión menor, accesorias, costas y abono de 80.000 pesetas a los herederos de la interfecta, y propone como prueba el interrogatorio del procesado pericial médica y 24 testigos.

El letrado señor Codón, acusador privado, sienta los hechos en forma similar al Ministerio Fiscal, destacando la pésima conducta e irregularísima vida de Felipe, de inteligencia natural, violento, cínico, dotado de gran fuerza y manos singularmente poderosas que acostumbraba a imponerse agarrando a las personas por el cuello; la vida familiar y ejemplar de Urbana, agraciada, recatada y virtuosa y de cultura poco común. El procesado la había hecho objeto de groserías y proposiciones repulsivas rechazadas enérgicamente por la muchacha. Relata los hechos y agresión en forma detallada y destaca la gran alarma que produjo el crimen en la comarca.


Califica los hachos de asesinato, calificado por la alevosía y solicita la pena de 30 años de reclusión mayor, accesorias y costas y abono de 100.000 pesetas de indemnización, y solicita la misma prueba que el Ministerio Público, testifical, numerosísima y pericial.

El letrado señor Dancausa, defensor de Felipe, en su escrito de conclusiones provisionales presta su disconformidad absoluta con las acusaciones, porque del sumario no se desprende —según su criterio— que el procesado realizase los hechos que se le imputan y solicita la absolución para su patrocinado y propone las pruebas documental de certificación relacionada con la actuación de agentes de Policía, antecedentes de Florentino Pereda Pereda, pericial caligráfica, pericial, médica y testifical de cuarenta y dos testigos.

Este juicio oral, por las circunstancias en que se perpetraron los hechos, por las dudas sobre si el procesado fue o no el autor de este crimen, y por la personalidad de los protagonistas de este drama ha despertado gran expectación singularmente en todo el partido de Villarcayo donde los ánimos están tensos por este proceso, del que informaremos debidamente a nuestros lectores. Licenciado Martín Liébana. 

Saltamos hasta el “Diario de Burgos” del 11 de mayo de 1955 donde nos relatan la primera sesión del juicio:



La cosa estaba interesante. Seguramente hoy hubiera abierto telediarios y programaciones especiales de las tertulias de mesa camilla televisivas donde absolutos expertos en nada dictaminarían sobre la vida de la víctima, los policías y los culpables exigiendo a la turba que clamase por la cabeza del procesado. Vale, es solo un desahogo. Seguimos con la siguiente sesión del juicio, relatada por el corresponsal del “Diario de Burgos”:

“Con la misma expectación del día anterior continuó ayer el juicio oral de la causa que se sigue contra Felipe Pereda López por muerte de Urbana Peña, deponiendo, en las sesiones de mañana y tarde, cerca de cien testigos, pese a destacar la singularidad de que no hubo ningún testigo presencial del crimen: Declaran don Ángel Sainz, oficial del Juzgado de Villarcayo; capitán de la Guardia Civil, señor Arrimadas; cabo señor Bravo y números de la Guardia Civil de aquel puesto, agentes de la Brigada de Investigación criminal de Madrid señores Lozano y Moreno y médicos forenses señores Ruiz y Pereda. Todos ellos afirman que Felipe no fue objeto de ninguna coacción ni amenaza en sus declaraciones y que en la Reconstitución de los hechos obró libre y espontáneamente, describiendo minuciosamente cómo realizó el crimen. Julio Peña, hermano de la Víctima, declara como su hermano León. Victoria Peña, amiga de la muerta, no sabe nada relacionado con el crimen; Isabel, Vidal y Manuel Pereda, detallan la hora en que cenaron la noche de autos y cómo, este último descubrió el cadáver de la víctima.

Deponen también todos los que se cruzaron con Urbana y Águeda Vallejo cuando regresaban en bicicleta y acompañaba ésta a la víctima hasta el cruce de carreteras viniendo a coincidir en que serían aproximadamente las 10,30 de la noche.

Alfonso Vallejo, hermano, de Águeda, que intervino en la reconstitución de los hechos haciendo el papel de la víctima, manifiesta que Felipe obró libremente, accionando con la mano que le echó al cuello. Testigos de sumo interés fueron; Carmen Bravo, la sirviente de Felipe; mujer no joven, seca y enjuta que declara firmemente, sosteniendo que no puede precisar horas, pero que Felipe fue por las vacas y estuvo fuera de casa una media hora únicamente; el regidor Francisco Gómez, quien dice que habló unos diez minutos con Felipe, aproximadamente de 10,30 a 11 de la noche, que los vio Florentino Pereda y que Felipe le dijo que se iba por las vacas, partiendo hacia su huerta; Prudencio Gutiérrez, que estaba descargando un carro con Hipólito Gómez, quien, declara que no vio pasar a nadie, mientras el, segundo por el contrario afirma que pasó con las vacas la criada de Felipe, sin que en un careo entre los dos se pongan de acuerdo; Carmen Vallejo, la cual sostiene que la sirviente de Felipe la dijo que éste era un criminal, lo que niega aquélla; y Florentino Pereda, quien afirma que vio a Felipe y al regidor a las doce menos cuarto.


Declara la maestra, doña Angelita González, a quien pretendía por cartas Felipe; Margarita Ruiz y Micaela Pereda que afirman que Felipe, desde la era, por la tarde, vio cómo Urbana salía en bicicleta para Espinosa y se daba cuenta de ello. Varios testigos, Gregorio Ruiz, Pablo Marañón, Alfredo Sañudo y otros declaran que presenciaron un incidente en la bolera del pueblo donde Felipe discutió con un mozo y le echó las manos al cuello, aclarando algunos que fue con la mano derecha sola; y para derribarle al suelo.

Por la defensa deponen el procurador de Villarcayo don Alberto Mañero, procurador del procesado, quien manifiesta que Felipe se declaró culpable presionado, y que antes de iniciar la reconstrucción de los hechos afirmó que era inocente y que no la había matado él; los testigos Luis Fernández, Rosendo Sainz Maza y Román Rodríguez dicen que vieron al procesado por un ventanillo de la cárcel y les enseñó unas manchas moradas. Otros varios declaran, sosteniendo que Felipe observaba buena conducta y Saturnino Fernández y Julio Marañón que quedaron velando el cadáver, afirman que Felipe llegó completamente normal y se condolió del hecho.

Cerca de las ocho de la noche, concluyó este gran desfile de testigos, la casi totalidad del vecindario de Hornilialatorre. Y con estos ingredientes y testimonios, las acusaciones y defensa, dosificándolos debidamente, pronunciarán hoy (por el 12 de mayo de 1955) a las diez de la mañana sus respectivos informes para sostener sus respectivas conclusiones. Licenciado Martín Liébana”.

Debemos ampliar algunos de las declaraciones de los testigos. Así nos sorprende la del regidor, Francisco Gómez, quién charló con Felipe. Dijo que “me encontré con Felipe junto a la fuente en la plaza y como no tengo reloj, le pregunté qué hora era y me aseguró que eran las diez y cuarto. Allí estuvimos charlando de las cosechas y cosas del campo unos ocho o diez minutos”. Pero hubo dos vecinos que los encontraron en la fuente, y que los reconocieron al pasar y uno de ellos miró al reloj, y se extrañó que a las once y tres cuartos de la noche estuviesen levantados Francisco y Felipe. Así lo declaró ante la policía y el juez Florentino Pereda que lo mantuvo en un careo con el solterón.

Bajo estas líneas leeremos el artículo referido a la sesión del día doce, jueves, en donde nos recuerdan la participación de José María Codón, que actúa como acusador privado, en este caso:


Como nos indica el artículo, el juicio se debió prolongar una jornada más cuyo resumen fue publicado en la edición del sábado de “Diario de Burgos”:

“Ayer terminó su espléndido y brillante informe el letrado Sr. Dancausa, en defensa de Felipe Pereda, reanudando su enérgica defensa a través de consideraciones sobre los hechos. El regreso de Urbana lo encuentra sospechoso, ya que su amiga Águeda afirma que solo se cruzaron con tres ciclistas y en el juicio oral se tiene probado que luego vieron otro ciclista misterioso y a unos labradores con caballerías y que, además, les acompañó también una hermana de Águeda, circunstancias extrañas que se aclaran ahora y sobre las que no se ha investigado, Examina, el tiempo de la separación de las amigas y cómo éstas, estaban aún cenando a las dos de la madrugada.

Por otra parte, las vacas las recogió Felipe y no la criada y el crimen ocurrió a las once menos minutos. Precisamente, Felipe, entré diez y media y once estuvo hablando con el regidor, que así lo ha declarado, circunstancia que confirman la criada, Manuel Pereda, su mujer y su hija, de cuya casa salió Florentino Pereda a las once menos minutos. Resalta la contradicción de este testigo, como la de Hipólito, que llora de temor en el Juzgado cuando Felipe le hace una señal de amenaza y vive en una casa que le ha cedido la familia de la víctima. Con ello, y ante la distancia del prado y huerta de Felipe al lugar del crimen, queda demostrado que no pudo ser el autor de éste.

Examina las dos declaraciones de culpabilidad así como las circunstancias en que se obtuvieron según escrito del procesado dirigido a la Audiencia y confirmado por la mecánica de las declaraciones, por el reconocimiento médico, manifestaciones de los psiquiatras y testimonio de la representación del procesado. Si hay qué estar a las declaraciones de culpabilidad del procesado, en qué se han apoyado las acusaciones, hay que estar también a las restantes.

Estudia, el hecho de reconstitución del crimen, con la advertencia previa que hizo Felipe de que "así será", refutando toda ella y concluye su oración forense analizando las causas próximas y remotas de las acusaciones, y afirmando que no existe ninguna prueba evidente de la culpabilidad de su patrocinado para el que pide la absolución.

Con ello terminó esta intensísima causa criminal, que ha durado siete sesiones, con una prueba extraordinariamente excepcional, causa a la que ya sólo falta el epílogo de la sentencia que dicte la sala y por la que el procesado pueda salir absuelto o condenado como homicida o como asesino. Licenciado Martín Liébana”.

¿Qué condena le caerá a Felipe? Se lo adjunto en el extractado del “Diario de Burgos” del 19 de mayo de 1955:


Pues sí, fue absuelto por lo que indica el artículo presentado sobre estas líneas y que nos lleva al título de la entrada: Si no fue culpable, ¿Quién mató a Urbana Peña?


Bibliografía:

Periódico “Diario de Burgos”.
Periódico “Crónica de Las Merindades”.
Fototeca Digital de España.


4 comentarios:

  1. Muy interesante y misterioso, mas apropiado para miss Marple que para Poirot. Por mi parte diré que me mosquea la declaración del hermano ex guardia civil, yo ahí lo dejo.

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    1. Gracias por su participación y, sinceramente, ¡no sabría qué decirle!

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  2. Hola, Lebato de Mena:

    Muchas gracias por tu blog y por dar voz en él a las historias de Las Merindades.

    El caso de Urbana (QEPD) era recordado en Hornillalatorre a principios de este siglo e incluso hoy alguien allí lo recordará. Esto sirve para darse cuenta del eco que tuvo durante décadas aquel crimen malvado.

    ¡Gracias y adelante con el blog! :)

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