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domingo, 23 de mayo de 2021

Difuminado Petralata: un castillo en los cielos.


Pico de Petralata (Cortesía de ZaLeZ)

¿Petraqué? Petralata. Esta es una palabra compuesta de origen latino formada por las voces “petra” (piedra) y “lata” (ancha, dilatada, extensa, incluso lejana). El nombre del castillo está asociado a la larga y afilada cresta caliza donde se ubica. En castellano dará “Piedralada”. Pero entre la palabra latina y la romance plena se pueden comprobar un buen número de evoluciones intermedias: Pietralata (1042 y 1130); Petralada (1127); Pedralada (1198); y todavía tenemos un Piedralata (1486). Y eso no tiene solo un problema semántico sino que genera problemas de localización del castillo al confundir “Petralata” (Piedra ancha) con “Petralta” (Piedra alta), Peralta, la antigua tenencia del reino de Pamplona situada en Navarra. Cometieron este despiste Luciano Serrano, Martín Duque o Rodríguez de Lama. En otras ocasiones se relaciona Petralata con topónimos similares de la zona burgalesa como el caso de Pennas Latas, que hay que localizarlo en el desfiladero de la Horadada.
 
Petralata estuvo dentro de la línea de castillos que García de Nájera preparó para defender su frontera en los montes Obarenes, que pasa por La Rioja, Pancorbo, la sierra de Oña, Poza de la Sal y Monasterio de Rodilla para adentrarse en el Páramo durante unos pocos años, incluso hasta Urbel y Ubierna. Más al norte de esta raya se sitúan las fortalezas de Tedeja y Término, con Cuevarana en una posición intermedia y en un segundo plano desde el punto de vista estratégico.

Cortesía de Sendas de Burgos
 
Sigamos con el nombre. La primera vez que encontramos el nombre del alfoz de Petralata es en 934 en la reja de San Millán. Alfoz y castillo no es lo mismo, ojo. El castillo pudo crearse en el siglo X, después de que los árabes arrasarán la fortaleza de Oña. Petralata, bajo la denominación de alfoz, no aparece en la documentación hasta 1198. La mención más destacada aparece en 1040 dentro de la carta de arras que García de Nájera da a su mujer, Estefanía. Y Petralata es de Navarra, como Tedeja hasta al menos 1054, tras la batalla de Atapuerca. En ese documento de 1040 se menciona, a su vez, el senior en ese momento, Aznar Sánchez, primer tenente del castillo de Petralata que conocemos. Aznar Sánchez lo gobernará desde 1040 hasta 1054. Tras la derrota de García de Nájera en Atapuerca, Aznar desaparecerá de la documentación relativa a Petralata. La tenencia debió comprender los valles de Dondisle, Tobalina, Leciñana, Valderrama, Frías, Orcha, Rio Jerea, Penches y Petrapidonia y el alfoz de Petralada.
 
En esos tiempos, Oña es un régimen de abadengo y, militarmente,, está en un segundo plano. Parte de su primitivo alfoz ha pasado al de Petralata -distrito de realengo- que es el que queda pendiente de los vaivenes fronterizos entre Castilla y Navarra. Algunos autores consideran que Petralata asumirá también parte del alfoz de Tobalina. ¿Era importante Petralata? Sí. Nadie construye un castillo en un lugar así si no es necesario. Tenemos que tener claro que en 1040 pasó esta zona a Castilla pero Pancorbo siguió en manos de los navarros hasta 1076.

Cortesía de Sendas de Burgos
 
Será tras Sancho II de Castilla (1038-1072) que tendremos a los condes de la Bureba como nuevos señores de Petralata. Sancho Fortunionis es el tenente de Petralata en 1088. Sin embargo la tenencia, como en el caso de Tedeja, está bajo el mandato de un conde: Gómez González. En 1089 tenemos a la condesa doña Sancha, viuda de Gonzalo Salvadorez, que se titula “in Petralata et in Boroua” en una donación a Oña de tierras en San Miguel de Marcillo, pequeña localidad situada debajo del castillo. El conde Gómez González consta en 1090 como señor de Cerezo, Pancorbo y Petralata y en 1097 cambia Cerezo por Poza, marcando toda la línea defensiva sobre los montes Obarenes. En 1106 estan bajo su dominio Pancorbo, Cerezo y Petralata. Gómez González, hijo de doña Sancha, fue conde de la Bureba y murió en 1110 en la batalla de Candespina, frente a Alfonso I el Batallador.
 
Gonzalo Díaz aparece al frente de Petralata durante diez años, desde 1107 hasta 1117, pero su presencia en la documentación es escasa. Sin embargo, llama la atención que en dos documentos del 6 de mayo de 1107, relacionados con la iglesia de San Miguel de Busto, aparece de testigo Gonzalo Díaz firmando, como tenente de Petralata, junto al conde Gómez González, que es el que hace la donación, este como dominante o tenente en la Bureba.
 
Cortesía de Senderos de Burgos

El último tenente que conocemos en Petralata será Pedro Íñiguez –Petro Ennecoc-, de origen navarro, con bastantes menciones entre 1127 y 1131. No nos olvidemos que el obispo de Pamplona Prudencio de Sandoval nos habla de un Diego Yñiguez. ¡A saber! El caso es que, por falta de datos o por abandono del castillo, a partir de Pedro Íñiguez desaparece de la documentación Petralata como alfoz. En el último registro documental en 1183, Petralata ya no es más que una referencia geográfica en la donación a Oña del conde Fernando, Álvaro, Gonzalo Núñez y Doña Leonor de diversos bienes en Tobalina y Montija (“totam nostram hereditatem quam habemus in Castella Vetula usque in Petralada”) desde hacía años no era más que un castillo dependiente del Conde de la Bureba. Consta que en 1280 el castillo fue derribado por el abad de Oña que tenía la propiedad de todo el entorno desde 1190, puesto que habían sido donados por Alfonso VIII y la reina Urraca. Un cronista del siglo XVII señala que el castillo de Petralata estaba ya entonces “echado por el suelo”.
 
Todo lo dicho nos muestra la pérdida de su valor militar lo que unido a su localización en la cima de la sierra de Oña, en un lugar de acceso muy complicado derivó en su conversión en material de construcción y en su desubicación. A pesar de que algunos lugareños de la sierra llaman a una zona “El castillo”. Como hemos señalado, muchos autores lo daban por desaparecido o lo situaban de forma errónea. Así Balparda lo planta en Barcina “sobre una loma central en el valle muy indicada para castillo”. Señala que no hay restos y que otro emplazamiento de Petralata podría ser un montículo sobre el camino que viene desde la Bureba, por la desaparecida laguna de Marcillo (junto a Soto), justo donde se bifurca para ir hacia Zangandez o Barcina. Pérez de Urbel sitúa el alfoz de Petralata en la zona de los montes Obarenes, y dibuja castillos en Barcina, Zangandez, la Molina y Frías. Miguel Á. González sitúa el castillo en la ladera del monte Pan Perdido, un kilómetro más hacia el oeste de donde en realidad está Petralata. Basilio Osaba y Ruiz de Erenchun lo sitúan “junto a Portillo de Busto, en la Bureba”. No se mojaban mucho, ciertamente.

Canal de acceso al castillo de Petralata
(Cortesía de Senderos de Burgos)
 
Los restos del castillo se encuentran en lo alto de una cresta que oscila entre los 1.192 metros de altura de la base llana y los 1.208 de la atalaya Ventanas. Es una zona de vegetación baja y situada sobre un hayedo que pertenece a la localidad de La Aldea del Portillo de Busto, justo en el límite con el término de Barcina de los Montes. Petralata domina toda la llanura de la Bureba y el desfiladero del río Molinar que lleva a Frías, con cuyo castillo tiene contacto visual. La fortaleza está situada entre el portillo de Busto al este y por el portillo de Soto, al oeste. Debajo del castillo, al final de la ladera sur, se encuentran los poblados prerromanos de La Cerca y Los Llanos, ya en Soto de Bureba. En la vertiente norte se han descubierto, entre otras, varias aras romanas dedicadas al dios Vurovio, teónimo que está en el origen de la palabra Bureba.
 
El alfoz tendría una extensión reducida constreñida al sur por la cumbre de la sierra donde está ubicado el castillo y por el este por una línea desde el actual portillo de Busto hasta Zangandez. El límite por el norte sería la población de Ranera, hasta Santa Tusia un lugar que desconocemos, pero que estaría por el actual monte de San Miguel, y por el oeste, Barcina de los Montes. En el interior de este dominio se encuentra la localidad de La Aldea del Portillo de Busto, a la que actualmente pertenece el castillo de Petralata. El problema lo tenemos al determinar qué villa era la cabeza del alfoz. La Aldea es la única población incluida con seguridad pero no parece tener la suficiente entidad para ser la sede de un distrito. Claro que, esa circunstancia, podría ser la evidencia de la escasa o coyuntural importancia de Petralata como alfoz. Si Barcina perteneciera al alfoz sería una villa con más posibilidades de ser la cabecera. El padre Argaiz asegura que la población se llama Barcina de los Montes porque está precisamente en los Montes de Piedralada. Saquen ustedes sus propias deducciones.

Cortesía de Senderos de Burgos
 
Para acceder al castillo se sube por un ramal que sale desde el conocido como camino viejo de Navas, que pasa por debajo de las llamadas hoy Peñas de San Juan. Este camino antiguo discurre longitudinalmente por la ladera sur de los Obarenes, en torno a los mil metros de altura, para descender hasta La Aldea localidad situada en la vertiente norte tras cruzar la cumbre por el portillo de Busto. Los accesos al castillo desde el norte, imprescindibles y seguros mientras la plaza militar estuvo en funcionamiento, tuvieron que ser desde La Aldea y desde Barcina, las dos villas con posibilidades de ser los centros del alfoz.
 
La creación de villas reales, como Frías en 1202, y de merindades sustituyen el sistema de alfoces y tenencias que tenían un castillo como cabeza del distrito. El rey buscaba limitar el control territorial de los nobles primando el sistema de concejos. El alfoz de Petralata se convierte así en una de las primeras víctimas del nuevo orden jurisdiccional sobre el territorio, ya que en 1280 el castillo ya no está operativo. Aunque no existe un documento que hable expresamente de la integración de Petralata en Frías, sí que podemos deducir que sus funciones fueron absorbidas por Frías y que su territorio se repartió entre la ciudad real y el monasterio de Oña.

Aljibe (Cortesía de ZaLeZ)
 
Llegados al castillo, a su ubicación más bien, los elementos reconocibles que tenemos son: 
  • El aljibe: Está excavado en la roca y pegado a la pared sur. Se encuentra a un nivel algo superior a la explanada del castillo. Sus dimensiones son de 3x2x1`5 metros con una capacidad estimada antes de excavaciones de unos 2.000 litros. Fue un trabajo de cantería preciso para ganar capacidad y eliminar posibles agrietamientos en la roca caliza. ¿Impermeabilizado? No se aprecia ningún tipo de impermeabilización aunque pudo haberse empleado la pez, un derivado de la resina del abundante pino de la zona. Debido a que el castillo se ubica en torno a los 1.200 metros de altura, no es descartable la utilización del aljibe como nevero.
Aljibe (Cortesía de ZaLeZ)

  • La escalera: Está tallada en la roca y sube desde el nivel del aljibe hasta la parte alta del castillo que se asoma a la Bureba. Los escalones están cincelados toscamente, abiertos lateralmente al norte, y aprovechando la inclinación de la pared que asciende. En algunos peldaños hay indicios de retalla de la piedra como para readaptar unos escalones anteriores desgastados. Esta escalinata es la única manera de acceder a la cresta. Es posible que hubiera otro tramo de escalera desde el aljibe hasta la plataforma principal, situada en una cota más baja.

Escalones (Cortesía de Senderos de Burgos)
  • Muros de sillares en la torre principal: Son dos paredes incompletas, apoyadas en roca viva, y que coronan la escalera. Se trata de la esquina noreste de la base de una de las torres. El muro norte está formado por siete hiladas de piedras talladas a escuadra, una docena de piedras apoyadas en un plano inclinado. La pared este utiliza el mismo material pero solo se aprecian cinco hiladas, de una piedra cada una, colocadas pegadas a una pared rocosa que cae en diagonal. Los sillares de ambos muros están puestos de forma trabada. No se aprecia argamasa ni cimiento alguno y, seguramente, están apoyados sobre la roca madre. Estas dos paredes forman parte de una base casi rectangular obtenida tras ahuecar el suelo calizo. En el vértice opuesto al formado por las paredes de sillares de la torre arruinada se observa un ángulo de noventa grados que formaría parte de una ventana, con el alféizar (de casi un metro) y el lado este tallados directamente en la piedra y con la desaparición de los sillares que compondrían todo el paño sur de la torre. Esta ventana mira al sur y al este, hacia la entrada del desfiladero de Pancorbo. En la parte suroccidental de esta torre se aprecian retalles que parecen haber servido para apoyar las maderas de la techumbre. La base del conjunto es rectangular y tiene escasa superficie (2x4m), incluso considerando que su desarrollo se prolonga hasta la escalera. En cualquier caso, suficiente para albergar a un par de soldados. La torre no sería muy alta, lo justo para permitir a una persona permanecer de pie.
Resto del muro de sillares junto a los escalones 
(Cortesía de ZaLeZ)

  • Retalles en la parte central y occidental de la cresta rocosa: Habría un espacio central que parece fue un habitáculo entre las dos torres de los extremos del castillo. En el extremo oeste de este espacio se ve la existencia de un tosco mechinal que hablaría de una estructura de madera. La base de este tramo (3`25 metros de largo) es muy estrecha en la actualidad (60 centímetros de anchura) lo que sugiere que hubo una pequeña plataforma recrecida con pared de piedra y relleno de tierra y cascajo. Se creó, así, un espacio para diversos usos de la guarnición del castillo junto a las torres de vigilancia. Siguiendo hacia el oeste, nos encontramos con un pasadizo de 4`5x0`80x2`50 metros y de formación natural, aunque posiblemente canteado en algunos tramos. Este pasadizo nos sirve para subir hasta el punto culminante del castillo, de 1.208 metros de altura. En la parte más elevada de la cresta, en la pared norte que forma el pasadizo, se encuentran marcados en la roca tres lados de un rectángulo que formarían la base sobre la que se asentaba la torre occidental. En este caso no quedan sillares. Esta segunda torre, aunque situada en el punto más elevado del castillo y con mayor campo de visión, tiene menores dimensiones (2`10x1`60 m) que la otra. De torre a torre, de extremo a extremo de la cresta caliza del castillo, la distancia es de dieciocho metros.


También hay otros componentes del castillo pero que están poco determinados, como la plataforma y los muros de cierre. La plataforma del castillo, la zona llana, es rectangular con una superficie de unos 350 metros cuadrados. Este espacio queda oculto desde el sur por una pared de más de diez metros de altura, en cuya cima se ubican las torres descritas. Por el lado norte se encuentra limitado por un barranco, que hace de base rocosa y que muere a paño con la explanada natural, en cuyo borde podría haberse levantado un pequeño muro. Pero los cierres más claros que se observan son los costados de la explanada donde se aprecian elevaciones del terreno que parecen producto del derrumbe de los respectivos muros. En el extremo noroeste se levanta un pronunciado peñasco que hace de esquinazo del muro occidental (12 metros de longitud). Se distingue otra peña mucho más pequeña en la esquina noreste, en el extremo del muro oriental (14 metros). En los otros dos ángulos del recinto, los muros se unen a la elevada pared sur. Los muros laterales están separados entre sí por una distancia de 27 metros y a ambos costados existen sendos taludes muy pendientes, que hacen dificultosa la entrada en el recinto, y en ellos también se observa la existencia de bloques calizos y material de derrumbe.
 
En cuanto al acceso al recinto militar, hay indicios de que la puerta de entrada estaba en el muro del este, ya que hay una zona libre del terreno y después se vuelve a reanudar, cerca ya de la pared sur.

Patio central del castillo (cortesía de ZaLeZ)
 
La plataforma llana sería la parte principal del castillo tanto por ser la parte de mayores dimensiones del conjunto como por albergar el aljibe y las escalinatas de acceso a la atalaya de la cresta. La presencia de una guarnición conllevaría la existencia del alojamiento de los soldados, almacenamiento de los víveres, estabulación de las caballerías, armería, etc. Los abundantes fragmentos de teja curva indican que Petralata tuvo habitáculos techados. Fuera del recinto, tanto a la derecha como a la izquierda, se suceden diversas covachas naturales que pudieron ser también aprovechadas por la guarnición. Petralata es, por tanto, un pequeño castillo roquero con una guarnición no muy numerosa y fortificaciones sencillas, de escaso desarrollo y adaptadas a la roca natural.
 
Por otro lado, la desaparición de prácticamente todos sus restos indica que fue un castillo ocupado durante poco tiempo. Amén de su desmantelamiento. Su posición elevada, lo dificultoso del acceso, su pequeño tamaño para acuartelar tropas y su situación relativamente alejada de los núcleos de población y de las vías de comunicación principales destinaron Petralata a ser vigilante de la llanura de la Bureba y solo mientras Navarra y Castilla tuvieron su frontera en esa zona.

Cortesía de Senderos de Burgos
 
El castillo tendría dos periodos diferentes. La torre de la atalaya que conserva los muros de sillares podría ser un puesto de vigilancia de época tardorromana (siglos IV-V) porque las piedras escuadradas que forman las paredes de la torre así lo apuntan. De esa época podrían ser también la escalera tallada en la roca que sube a la torre e, incluso, el aljibe. Destaquemos que el castillo de Petralata está ubicado, vigilante, sobre una zona donde se han identificado numerosos poblamientos indígenas de la Edad del Bronce que tuvieron después una continuidad hasta la época romana tardía. El segundo momento sería altomedieval, coincidiendo con la aparición del castillo en la documentación en el año 1040, con el desarrollo fortificado de la plataforma como elemento central del castillo y con el reaprovechamiento de las instalaciones de vigilancia de la cresta caliza, como se aprecia por el segundo retalle de los escalones.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Oña y el alfoz de Petralata en la Edad Media: Nuevas aportaciones”. Eduardo Rojo Díez.
“La frontera de Castilla con el reino de Pamplona en el siglo XI”. Gonzalo Martínez Diez.
“Poblados, Monasterios y Castillos desaparecidos en la provincia de Burgos”. Basilio Osaba y Ruiz de Erenchun.
“Las Merindades de Burgos: Un análisis jurisdiccional y socioeconómico desde la Antigüedad a la Edad Media”. María del Carmen Sonsoles Arribas Magro.
“Historia de los reyes de Castilla y de León. Don Fernando el Magno, primero de este nombre, Infante de Navarra”. Fray Prudencio de Sandoval Obispo de Pamplona.
“Estudio arqueológico del Desfiladero de La Horadada: La transición entre la tardorromanidad y la Alta Edad Media (Siglos V-X D.N.E.)”. José Ángel Lecanda.
Periódico “Diario de Burgos”.
Sendas de Burgos. Montes Obarenes.
 
 
 
Para saber más:
 
ZaLeZ: 
El castillo fantasma. Petralata "El regreso".
Sendas de Burgos. Montes Obarenes.
 
 

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