Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
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domingo, 9 de mayo de 2021

El trece no es buen número, ni siquiera para un duque de Frías.

 
Hoy empezaremos con una caída del caballo. No, no hablaré del evangelista porque Pablo de Tarso no estuvo en Las Merindades. Pero sí hablaré de una caída de caballo. No por la altura desde la que cayó el finado sino porque cayó de encima de ese animal. Perdón, que me pierdo. El que se mató al caer de un caballo fue Martín Fernández de Velasco, el decimosegundo duque de Frías que estuvo casado con Isabel María Espinosa y Velasco. Un altivo caballero sin descendencia directa del que hay una anécdota –que incluyó en su “peculiar” libro Ramón Hilario Rodríguez- en la que este duque de Frías respondió a Carlos III cuando el Rey le dijo que ante el poder de su familia… ¿cómo era que los Velasco no ceñían la corona española? Martín respondió que aunque no ciñeron la corona sí que la quitaron o cambiaron varias veces. ¡Toma! ¡Y toma!

Castillo de Frías
 
Pues va el bueno de Martín y se mata al caerse del caballo en 1776. Sin hijos. Como el hermano del que había heredado los títulos en 1771. Que tampoco tuvo hijos. Al menos con legitimidad suficiente para heredar. En estos casos hay que estudiar la genealogía y remontarnos al padre de Martín y su hermano Bernardino: Agustín Fernández de Velasco y Bracamonte. Este caballero tuvo, también, una hija llamada María Francisca de la Portería Fernández de Velasco, nacida en 1735 y muerta en 1796. Fue VIII condesa de Peñaranda de Bracamonte y VI marquesa del Fresno. Pero no tenían preferencia alguna en la sucesión de los títulos de los Velasco.
 
Esta casó con Andrés Téllez-Girón y Pacheco, VII duque de Uceda, gentilhombre de Cámara desde 1742 y en la servidumbre de Fernando VI desde 1758. Y fueron padres de Diego López-Pacheco Téllez-Girón y Gómez de Sandoval –nuestro protagonista de hoy- quien, como si fuese un Papa de Roma, cambió su nombre al heredar el título de duque de Frías, en 1776, por el de Diego Fernández de Velasco López-Pacheco Téllez- Girón Toledo y Portugal Guzmán Tovar Enríquez Ayala Carrillo Cárdenas Monroy y Córdoba. (Otro Toma). Su acta de bautismo, que data del 10 de noviembre de 1754, indica como lugar la iglesia de San Martín de Madrid y es de dos días posterior a su nacimiento. Fue hermano de María Teresa Pacheco y Fernández de Velasco, V duquesa de Arión. Desde 1781 acumuló veintiún títulos nobiliarios y fue señor de numerosas casas, estados y mayorazgos, así como de villas y ciudades. Por supuesto los citados XIII duque de Frías, IX conde de Peñaranda de Bracamonte y XV conde de Haro.

Alcázar de Medina de Pomar
 
Apunto que también fue XI marqués de Frechilla y Villarramiel al descender del cuarto Marqués, Don Manuel Joaquín Álvarez de Toledo y Portugal. Obtuvo el título al fallecer sin sucesión en 1802 la Marquesa Doña María del Pilar Teresa Cayetana de Silva y Álvarez de Toledo que estuvo casada con Don José Álvarez de Toledo y Gonzaga, Marqués de Villafranca. Presento esto como muestra de forma indirecta de cómo iban acumulándose los títulos de nobleza en una testa.
 
Fue miembro de la Real Sociedad Económica Matritense de Amigos del País desde 1787. No solo eso sino que a su muerte ingresó en ella su esposa (en 1811) y en 1817 la esposa de su primogénito María Piedad Roca de Togores. Fue miembro honorario de la Real Academia de la Historia; Collar de la Real y Distinguida Orden española de Carlos III; caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro; caballero de la Orden de Santiago, y seis veces Grande de España. (¿Puedo decir otra vez “Toma”?) Tengan en cuenta que le fue dedicado el “Mapa geográphico de la provincia de Palencia” (Madrid, 1782).

 
Se casó en la iglesia de San José de Madrid, el 17 de julio de 1780 con Francisca de Paula de Benavides y Fernández de Córdoba (nacida el 2 de abril de 1763 y fallecida el 6 de noviembre de 1827) que era dama de la Orden de la reina María Luisa. Era hija de Antonio de Benavides y de la Cueva, caballero de la Orden del Toisón de Oro y duque de Santisteban y de Ana María de la O Fernández de Córdoba y Moncada (hija de Luis Fernández de Córdoba Figueroa Spínola y la Cerda, XI duque de Medinaceli, y de Teresa de Moncada, por su propio derecho VII marquesa de Aytona y Grande de España).
 
Diego y Francisca de Paula tuvieron cuatro hijos que llegaron a adultos: Bernardino Pacheco Téllez-Girón y Benavides luego llamado Bernardino Fernández de Velasco(1783), que sucedió en los títulos y estados de sus padres, fue seis veces Grande de España y desempeñó un papel político de primer orden; José Pacheco y Benavides, bautizado el 4 de abril de 1788; Andrés Pacheco y Benavides y María de la Visitación Pacheco y Benavides, casada con Dionisio de Bassecourt y Armero, marqués de Bassecourt.
 
Diego fue Gentilhombre de Cámara de Carlos III destinado a la servidumbre del príncipe de Asturias (1786), obtuvo el influyente cargo de sumiller de corps de Carlos IV en 1792 y fue coronel del Regimiento de Infantería de León (14 de julio de 1793) como recompensa por haber formado el regimiento a su costa, recibió después los nombramientos de brigadier (8 de diciembre de 1794) y mariscal de campo (4 de septiembre de 1795), mientras tomaba parte en la guerra contra Francia hasta la Paz de Basilea (1795). Pero sobre los cargos militares debemos tener en cuenta que se compraban y vendían con naturalidad y la gente no tenía que tener una carrera militar para ser alto mando del ejército. Ni para nada. Si lo piensan es como los "aparachi" de los partidos políticos este 2021.
 
Tras esta fulgurante carrera militar fue nombrado alcaide y gobernador del Real Sitio de El Pardo y de las Casas Reales de la Zarzuela, Torre de la Parada y sus anejos (1798); alguacil mayor de la ciudad de Toledo (1799, por muerte de María Luisa Centurión, XIV condesa de Fuensalida).


 
Tuvo importantes cargos con funciones de representación internacional, así como en el gobierno del Estado: fue embajador extraordinario en Portugal cerca de la reina María de 1798 a 1801. Es en este momento cuando se produce la ruptura entre ambas Cortes Reales por la boda del príncipe de Asturias –Fernando- con la princesa María Antonia de las Dos Sicilias. También fue embajador electo en Gran Bretaña, cerca del rey Jorge III (1802) –el rey loco-, aunque en este caso no tuvo efecto por negarse el Gobierno inglés a igualar su representación diplomática en España. En julio de 1802 fue nombrado consejero de Estado y entonces presentó su renuncia al cargo de sumiller.
 
Más cargos: teniente general (5 de octubre de 1802, por muerte de Cayetana de Silva Álvarez de Toledo, XIII duquesa de Alba de Tormes), y consejero de Estado (1803). De nuevo actuó como embajador extraordinario en París para felicitar al emperador Napoleón I por la Paz de Tilsit (1807-1708) y fue elegido por Fernando VII para salir con otros grandes al encuentro de Napoleón I.

 
Con la llegada de los franceses, fue nombrado gentilhombre de Cámara y mayordomo mayor del rey José I Bonaparte (12 de septiembre de 1808); fue uno de los principales agentes de la comisión redactora de la carta otorgada conocida como Constitución de Bayona, de 8 de julio de 1808… Lo que más conocemos es que fue embajador extraordinario del rey José en París para felicitar a Napoleón por sus bodas con la archiduquesa María Luisa de Austria (5 de abril de 1810) y ministro plenipotenciario ante el mismo.
 
Por sus servicios a la causa josefina fue declarado traidor a la patria por el Gobierno provisional y se le confiscó su inmensa fortuna (22 de agosto de 1808). Evidentemente, nunca se le ocurrió volver a España y murió, según algunos, cargado de deudas en París el once de febrero de 1811. Siguiendo lo dispuesto en el Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Madrid, se hallaba en París como embajador de José I en la corte de Napoleón. Fue sepultado en el cementerio de Père-Lachaise de París. Claro que, si hacemos caso a Ramón Hilario Rodríguez, fue enterrado seis meses después de su muerte en el monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar. Dibuja este baracaldés una escolta de granaderos franceses en una fría mañana del catorce de diciembre de 1811. Dejémoslo estar.

Tumba de Diego Fdez. de Velasco
 
Una parte de los Títulos nobiliarios que tuvo en su tarjeta de visita fueron: último conde de Haro antes de la abolición de los señoríos en 1811; XIII duque de Escalona; XV duque de Frías; VIII duque de Uceda; XVIII conde de Alba de Liste; XIV conde de Alcaudete; X marqués del Villar de Grajanejos, título que antes tuvo la famosa duquesa de Alba del cuadro de Goya; XV conde de Fuensalinda; XV conde de Oropesa; IX conde de Peñaranda de Bracamonte; X marqués de Frómista; XIII marqués de Villena obtenido tras la muerte sin descendencia del último marqués de Villena Felipe López Pacheco (1798); Caballero de la Orden del Toisón de Oro-España; XI marqués de Frechilla y Villarramiel; Conde de la Puebla de Montalbán; VIII Marqués de Caracena; VIII Conde de Pinto; VIII marqués de Belmonte; XIII Marqués de Berlanga; V marqués de Menas Albas; VII Marqués de Toral; VII Marqués del Fresno; Conde de Luna; Conde de Colmenar; XIV Conde de Alcaudete; XII Conde de Deleitosa; X Marques de Jarandilla, VI marqués de Cilleruelo; XVII conde de castilnuovo…
 
Mencionemos, por último, la asunción del Marquesado de Villena a la muerte de sin sucesión en 1798 del XII Marqués de Villena, Felipe López Pacheco, nieto del fundador de la Real Academia Española, Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga –hijo del duque de Lerma-. Con el título, y entre sus bienes, pasó la biblioteca a manos de nuestro Diego López Pacheco Téllez Girón. Esta biblioteca fue aventada durante ese siglo XIX dispersándose su rica colección de libros impresos y parte de sus manuscritos entre las muchas bibliotecas, tanto monacales como nobiliarias. ¿Por qué lo hicieron? A saber. Ni siquiera mantuvieron unas formas culturalmente honestas sino que se buscó a un librero de lance que lo compró por un precio irrisorio en 1893.
 

Bibliografía:
 
“VILLARRAMIEL DE CAMPOS. Nuevos datos para su historia”. Luis Fernández Martín y Pedro Fernández Martín.
Real Academia de la Historia. Artículo de Ana María Carabias Torres y Claudia Möller Recondo.
“Revista de Historia y Genealogía”.
“Los Velasco”. Ramón Hilario Rodríguez.
“La obra de Luciano Samosatense, orador y filósofo excelente”. Tesis doctoral de Teodora Grigoriadu.
“La torre de Pinto”. Elisa Gallardo Márquez y Mario Coronas Arquero.
 

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