Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 16 de mayo de 2021

Entrando en un agujero.

 
 
Vamos a sentirnos como ese conejo que, vistiendo un chaleco y murmurando que llega demasiado tarde a su destino, es seguido por una muchacha inglesa al inicio de sus aventuras en “Alicia en el país de la maravillas”. Nosotros también atravesaremos un agujero. Con permiso de Lewis Carroll, claro. Evidentemente nuestro conejo no nos llevará a ese otro país pero, en cambio, nos conducirá al pasado de Las Merindades.

 
Sigámosle hasta un pequeño valluco en el extremo suroeste del Valle de Losa hasta el pueblo de Castriciones. Como a un kilómetro de allí, camino de Peréx, donde veamos unos peñascos apareciendo de entre la vegetación, se esconde esta maravillosa puerta al pasado. Si no lo terminan a ver claro está a la izquierda. Está en la conocida como “La Peña del Agujero". Tendrán que salirse del camino y saltar una alambrada para llegar a la cueva. Sin más.
 
Lo nuestro será el “agujero” del peñón de roca arenisca situado en un pinar. Que es, casi seguro, los restos de un eremitorio rupestre. El entorno tiene posibilidades agrícolas y ganaderas y agua en las proximidades.

 
La entrada de este probable eremitorio es un rectángulo irregular con esquinas redondeadas y abierto al suroeste. Permanecen las marcas de haber tenido algún tipo de puerta. También discernimos una cruz latina tallada a la derecha. Vemos que la estancia se talló transversalmente al ingreso. Al interior, la cavidad es de planta irregular y cubierta plana ligeramente abovedada sin llegar al medio punto. El fondo, donde se individualiza un espacio más ancho que el resto de la cavidad, se encuentra en posición más elevada que el nivel de la entrada y orientado al Noreste. ¡Como si estuviese dispuesto para recibir un altar! Aunque no hay señales de que hubiera existido. En el muro frontal de este sector aparecen tallados dos arcos que se aproximan al medio punto unidos por un resalte de la roca a modo de pilastra central. Esta línea de arcos se extiende con otro en el lateral derecho, separado de los correspondientes a la cabecera por el resalte natural de la roca. Los arcos ciegos nos podrían remitir a la “Cueva de Los Moros” en Manzanedo.
 
Bajo los arcos que hemos citado se observan rudimentarios escalones labrados en las protuberancias de la roca. Llama la atención el contraste existente entre la ornamentación que presentan las paredes de este sector y la tosquedad que ofrece su pavimento, prácticamente natural y apenas trabajado.

 
En las paredes de la cavidad se observan pequeñas ranuras, muescas y mechinales (Huecos donde se introducían vigas) que quizá indiquen una compartimentación espacial en el interior de la cueva.
 
El habitáculo está aislado pero en un entorno con recursos que garantizarían la supervivencia de algún residente y con la referencia de la cruz latina en su lateral derecho podría identificarse como un eremitorio. Ello viene corroborado por su aislamiento respecto a otros elementos de un posible hábitat rupestre aun no localizado. Morfológicamente esta cavidad está emparentada conceptualmente con la mayor parte de los habitáculos de “Las Cuevas de los Portugueses”. Al igual que ellos se aprecia una estancia rectangular dispuesta transversalmente al ingreso. Pero aquí se localizan señales de sacralidad del sitio. Eso sí, el sector del fondo no tiene la apariencia tradicional de un ábside en el que iría ubicado el altar. Altar del que no hay rastro. Tampoco existen restos de un arco triunfal que, en las iglesias, marca el tránsito hacia la cabecera.

 
Por otro lado, las dimensiones y la concepción general de la cavidad, no son las habituales de las celdas eremíticas. Todo esto, lleva a planteamos si la cavidad es una nueva modalidad de eremitorio rupestre diferente a la de las iglesias y celdas, o si se trata de una celda eremítica, solo que más grande y de concepción más compleja de lo habitual. ¿Podríamos afirmar que se trata de un espacio ampliado readaptarlo a una función que sospechamos religiosa?
 
Para ambas posibilidades está claro que la cabecera del espacio interior se retalló y se adornó con arcos, del mismo modo que en la cueva de “La Mosquita” se retalló su cabecera para darle una nueva función.

 
La fijación cronológica se debe manejar con cautela. Los arcos y la cruz nos remiten a un ambiente cristianizado y a un uso religioso. Por comparación con los yacimientos mencionados cabría plantear una cronología altomedieval entre el VI y el X, encuadrando las reformas de la cabecera en torno al IX-X.
 
El mal estado de conservación que presenta en la actualidad el eremitorio de Castriciones, se debe a la erosión y fundamentalmente a las alteraciones de que ha sido objeto en época actual, que van desde la realización de hogueras y pintadas en el interior del habitáculo, hasta la utilización de la cavidad como refugio para el ganado.


 
 
Bibliografía:
 
“Las Siete Merindades de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas Magro.
“Eremitorios rupestres en la comarca de Las Merindades (Burgos)”. Judith Trueba Longo.
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Por favor, tenga usted buena educación. Los comentarios irrespetuosos o insultantes serán eliminados.