Vamos a
sentirnos como ese conejo que, vistiendo un chaleco y murmurando que llega
demasiado tarde a su destino, es seguido por una muchacha inglesa al inicio de
sus aventuras en “Alicia en el país de la maravillas”. Nosotros también
atravesaremos un agujero. Con permiso de Lewis Carroll, claro. Evidentemente
nuestro conejo no nos llevará a ese otro país pero, en cambio, nos conducirá al
pasado de Las Merindades.
Sigámosle hasta
un pequeño valluco en el extremo suroeste del Valle de Losa hasta el pueblo de
Castriciones. Como a un kilómetro de allí, camino de Peréx, donde veamos unos
peñascos apareciendo de entre la vegetación, se esconde esta maravillosa puerta
al pasado. Si no lo terminan a ver claro está a la izquierda. Está en la conocida
como “La Peña del Agujero". Tendrán que salirse del camino y saltar una
alambrada para llegar a la cueva. Sin más.
Lo nuestro será
el “agujero” del peñón de roca arenisca situado en un pinar. Que es, casi
seguro, los restos de un eremitorio rupestre. El entorno tiene posibilidades
agrícolas y ganaderas y agua en las proximidades.
La entrada de
este probable eremitorio es un rectángulo irregular con esquinas redondeadas y abierto
al suroeste. Permanecen las marcas de haber tenido algún tipo de puerta.
También discernimos una cruz latina tallada a la derecha. Vemos que la estancia
se talló transversalmente al ingreso. Al interior, la cavidad es de planta
irregular y cubierta plana ligeramente abovedada sin llegar al medio punto. El
fondo, donde se individualiza un espacio más ancho que el resto de la cavidad,
se encuentra en posición más elevada que el nivel de la entrada y orientado al
Noreste. ¡Como si estuviese dispuesto para recibir un altar! Aunque no hay señales
de que hubiera existido. En el muro frontal de este sector aparecen tallados
dos arcos que se aproximan al medio punto unidos por un resalte de la roca a
modo de pilastra central. Esta línea de arcos se extiende con otro en el
lateral derecho, separado de los correspondientes a la cabecera por el resalte
natural de la roca. Los arcos ciegos nos podrían remitir a la “Cueva de Los
Moros” en Manzanedo.
Bajo los arcos que
hemos citado se observan rudimentarios escalones labrados en las protuberancias
de la roca. Llama la atención el contraste existente entre la ornamentación que
presentan las paredes de este sector y la tosquedad que ofrece su pavimento,
prácticamente natural y apenas trabajado.
En las paredes
de la cavidad se observan pequeñas ranuras, muescas y mechinales (Huecos donde
se introducían vigas) que quizá indiquen una compartimentación espacial en el
interior de la cueva.
El habitáculo está
aislado pero en un entorno con recursos que garantizarían la supervivencia de
algún residente y con la referencia de la cruz latina en su lateral derecho
podría identificarse como un eremitorio. Ello viene corroborado por su
aislamiento respecto a otros elementos de un posible hábitat rupestre aun no
localizado. Morfológicamente esta cavidad está emparentada conceptualmente con
la mayor parte de los habitáculos de “Las Cuevas de los Portugueses”. Al igual
que ellos se aprecia una estancia rectangular dispuesta transversalmente al
ingreso. Pero aquí se localizan señales de sacralidad del sitio. Eso sí, el
sector del fondo no tiene la apariencia tradicional de un ábside en el que iría
ubicado el altar. Altar del que no hay rastro. Tampoco existen restos de un
arco triunfal que, en las iglesias, marca el tránsito hacia la cabecera.
Por otro lado,
las dimensiones y la concepción general de la cavidad, no son las habituales de
las celdas eremíticas. Todo esto, lleva a planteamos si la cavidad es una nueva
modalidad de eremitorio rupestre diferente a la de las iglesias y celdas, o si
se trata de una celda eremítica, solo que más grande y de concepción más
compleja de lo habitual. ¿Podríamos afirmar que se trata de un espacio ampliado
readaptarlo a una función que sospechamos religiosa?
Para ambas
posibilidades está claro que la cabecera del espacio interior se retalló y se
adornó con arcos, del mismo modo que en la cueva de “La Mosquita” se retalló su
cabecera para darle una nueva función.
La fijación
cronológica se debe manejar con cautela. Los arcos y la cruz nos remiten a un
ambiente cristianizado y a un uso religioso. Por comparación con los
yacimientos mencionados cabría plantear una cronología altomedieval entre el VI
y el X, encuadrando las reformas de la cabecera en torno al IX-X.
El mal estado de
conservación que presenta en la actualidad el eremitorio de Castriciones, se
debe a la erosión y fundamentalmente a las alteraciones de que ha sido objeto
en época actual, que van desde la realización de hogueras y pintadas en el
interior del habitáculo, hasta la utilización de la cavidad como refugio para
el ganado.
Bibliografía:
“Las Siete Merindades
de Castilla Vieja. Valdivielso, Losa y Cuesta Urria”. María del Carmen Arribas
Magro.
“Eremitorios
rupestres en la comarca de Las Merindades (Burgos)”. Judith Trueba Longo.
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