Una vez que el
ser humano se hizo sedentario surgió el problema de preservar el grano para los
tiempos de escasez. ¿Sino cómo iba a ayudar el bíblico José al Faraón? Claro
que también pudo ser al revés: descubierta la forma de conservar el grano el
ser humano pudo hacerse sedentario. Desde los silos hallados en Grecia, que son
excavaciones en zonas de tierra seca y compacta, hasta el invento del primer
elevador de grano por Joseph Dart en 1842, hubo un largo trecho y muchos
siglos. Sin olvidar los Horreum
romanos sobre elevados para mejor conservar el grano y permitir a las
autoridades distribuirlo a la plebe. Este proceder nos deja constancia de que convenía
contar con un sistema de garantías para el abastecimiento de productos básicos
como el trigo, el aceite y el vino. Pero, ciertamente, estos hórreos coexistieron
con los sencillos silos enterrados que llegan hasta tiempos contemporáneos, pudiendo
encontrarlos en planes de conservación del grano como el argentino en los años
cincuenta.
Cien años
después del “poste de Dart” se gesta en España la Red Nacional de Silos
buscando ayudar a la regeneración de la Agricultura nacional pero sin
materiales ni técnicas vanguardistas y desde una oficina técnica compuesta por
unos pocos ingenieros agrónomos novatos. Desde este órgano administrativo se
construyeron más de 600 silos verticales y graneros que debían regular el
comercio cerealístico. Sobre el papel la idea era sencilla: un sistema de
elevación mecánico permitía llevar el producto a mayor altura, aumentando la
capacidad de almacenaje vertical.
Novedoso porque la
España de principios del siglo XX no había precisado de grandes construcciones
para almacenar el grano producido. De hecho hasta 1930 no encontramos el gran
silo de la Panificadora y Fábrica de Harinas de Vigo, proyectado por Gómez
Román y Werner. Seguramente los políticos de entonces eran como los de ahora
porque la cosa venía de largo. El “problema triguero” español se vio agravado
en la Primera Guerra Mundial cuando la administración reguló el mercado para estabilizar
los precios. Teníamos un sistema agrario y de explotación de la tierra obsoleto
con un régimen de cosechas irregular. Para muestra las dos grandes cosechas de
trigo de 1932 y 1934 que hundieron los precios arruinando a pequeños y medianos
productores.
La situación de
bloques antagónicos de la Segunda República Española convirtió el “problema
triguero” en un arma más de enfrentamiento político. ¡Bendito populismo! En
estos años se dan un sinfín de propuestas muy diversas que no condujeron a
nada. La primera reacción gubernamental fue el anuncio en 1934 de un plan de
adquisición y construcción de silos cooperativos oficiales pero fue evidente la
incapacidad del Estado en tiempos tan complicados para acometer tal plan.
El franquismo traerá
la Red Nacional de Silos que era parte del Servicio Nacional del Trigo (SNT),
Fundado en Burgos el 23 de agosto de 1937. Buscaba controlar la producción y el
consumo del trigo y, más tarde, la de la agricultura cerealista (maíz, centeno,
cebada, etcétera) y, en menor medida, de leguminosas (garbanzos, lentejas,
etcétera).
Probablemente la
idea provendría de los ingenieros agrónomos Cavestany, Cavero y Bartual que redactaron
en 1936 un estudio sobre “Organización del mercado triguero nacional y creación
de la Red Nacional de Silos”. El Ministerio de Agricultura convoca el primer
concurso sobre Proyectos de Silos en 1944. Será en 1945 cuando se elabora el
Plan General de la Red Nacional de Silos y Graneros (RNSG) con una propuesta
inicial de 437 silos (estructuras verticales de almacenamiento) y 631 graneros
(estructuras horizontales de almacenamiento). La construcción de la RNSG buscaba:
- Facilitar la compra por parte del Estado a los agricultores, así como su almacenamiento en puntos estratégicos que favorecieran una rápida distribución desde las zonas productoras.
- Constituir una reserva para posibles acciones anticíclicas.
- Permitir la recepción en puerto del trigo de importación y eventual exportación.
- Garantizar un correcto almacenamiento y conservación de los granos, así como su selección y tratamiento para conseguir semillas de mayor rendimiento.
Entendamos que,
cuando se aprobó el proyecto y se puso en práctica teníamos en España hambre y
racionamiento lo que obligó a los agricultores a entregar todo el trigo a la
administración, exceptuando la reserva de consumo propio, que se establecía en
un máximo de un veinticinco por ciento del total producido.
El Estado se
comprometía a comprar la cosecha, construir los silos, financiar el
almacenamiento de excedentes, cargar con las pérdidas de las exportaciones (que
constituían una de las pocas fuentes de ingresos en divisas para el país) del
producto. Permitía el aprovechamiento en pienso para el ganado, principal
complemento de la economía agrícola de la zona, junto con otros productos
secundarios de la producción cerealista como la paja. En este sentido, el trigo
requería ciertas características específicas para su almacenamiento:
Recipientes herméticos, ya que la ausencia de aire impedía la aparición de
hongos y el temible gorgojo, que estropeaba el grano, así como el ataque de
ciertos animales y roedores.
El primer silo
inaugurado oficialmente fue el silo de tránsito de Córdoba, en 1951, pero ya
antes, en 1949, se habían construido los silos de Valladolid, Villada y Alcalá
de Henares. La máxima de los ingenieros constructores de los silos verticales fue:
“Utilidad, sencillez y economía”. Quizá
por ello hay unos veintiséis tipos diferentes de silos de entre los aproximadamente
670 edificios construidos.
La financiación
de la RNSG recayó íntegramente en el SNT hasta 1975 (momento en el que pasa a
cargo de los Presupuestos Generales del Estado). El dinero procedía del “canon
comercial”, consistente en la diferencia de los precios de compra y venta del
SNT. Sin embargo, las dificultades económicas de la época condicionaron el
despegue constructivo de la red, que pasó por diferentes fases en cuanto a
intensidad de construcción y características de los silos.
¿Qué significó
el SNT? Pues ni más ni menos que la total intervención de la producción
triguera por parte del Estado. Es decir, que los agricultores se vieron
obligados por las sucesivas normativas no sólo a vender sus cosechas al Estado
sino que, progresivamente, las exigencias se irían incrementando. El control
creó su mercado negro de trigo dado que el precio pagado por el SNT –en
especial en los años 40 y años 50- era poco y había mucha “necesidad” tanto de
enriquecerse por parte de algunos como de no pasar hambre por otros. No
olvidemos que era aquel el periodo de la posguerra y de las cartillas de
racionamiento, y que un producto de primera necesidad y derivado del trigo como
es el pan estuvo racionado en España entre 1939 y 1952. En todo caso, en las
décadas de 1960 o 1970 el Estado pagaba bien el cereal, se había terminado el
racionamiento y se había producido un éxodo rural que permitía a los
agricultores un puntual aumento de beneficio.
Otro factor a
sopesar es la distribución de los silos y graneros. ¡Lógico! La implantación de
los silos dependía de las necesidades siendo mayor su número en las regiones
productoras de cereal. Así, España se dividía en un total de 150 provincias
productoras dadas por las distancias máximas entre industrias molineras y
centros tradicionales de comercio del cereal.
Cada una de estas comarcas
quedaba organizada en torno a una unidad cabecera de recepción. Tenemos, por
ello, diversos tipos de silos:
- Silos de recepción: recogían el grano conservándolo hasta su expedición hacia las industrias harineras o los silos de tránsito o puerto. Debían estar bien conectados con el agricultor y las infraestructuras de transporte. De este tipo son los de Villarcayo, Medina de Pomar y Trespaderne.
- Silos de tránsito: Recibían el grano desde los anteriores y regulaban el tráfico de grano entre centros productores y consumidores. Tenían también la función de reserva para regular los precios entre años de cosechas variables. Muy mecanizados, permitían el flujo de grandes cantidades de grano. Son los primeros en construirse y presentan una mayor singularidad arquitectónica frente a los silos de recepción, más seriados.
- Silos de puerto: Enclavados en áreas portuarias y con instalaciones capaces de transvasar el grano desde o hasta los buques, y recibirlo o expedirlo hacia el interior.
La relación
territorial entre los silos y la industria harinera es directa, evolucionando
la segunda en número y capacidad de forma paralela a la red. Esto hizo que los
molinos hidráulicos de los pueblos cerrasen.
Aunque el
primero de los silos de la Red Nacional de Silos fue el tipo A, el modelo más
extendido en España -393 unidades- es el tipo D. ¡Un logro de diseño! Compiló
la funcionalidad con la sencillez y la economía. Está libre de elementos
accesorios. Y es el que tenemos en los tres ejemplos de Las Merindades. Era uno
de los silos de recepción, y surge como una evolución combinada de los tipos de
silo A y B. Su construcción es sencilla con celdas y muro de fábrica de
ladrillo, y sección cuadrada. El volumen del silo se divide en tres naves, la
central en la que se sitúan celdas de menor capacidad conformando un espacio
más libre para comunicaciones y paso de maquinaria, y las dos laterales en las
que los silos llegan hasta el suelo y cierran el conjunto.
Las capacidades
variaban de 900 Tm a 3.250 toneladas métricas. El volumen de comunicaciones
verticales se encuentra en el frente del edificio integrado en el extremo de la
nave central, diferenciándose ligeramente del resto de celdas, por un pequeño área
saliente.
El tipo D estaba
dotado de un elevador y dos transportadores horizontales, uno superior
distribuidor y otro inferior colector, de 20.000 kilogramos de rendimiento
horario, pudiendo realizarse las siguientes operaciones:
- Recepción: El pesaje del grano a la entrada se realizaba por medio de una báscula-puente, en la que se pesaba el vehículo cargado y descargado, para obtener el peso del grano por diferencia de pesadas. Este grano se depositaba en la tolva de admisión, de donde pasaba al elevador, que lo ascendía hasta el transportador distribuidor desde el cual, por medio de un tubo telescópico móvil, pasaba a cualquiera de las celdas. Por su parte, el grano recibido en sacos era vertido a una báscula situada bajo en forjado de la torre de maquinaria a la cota 1`10 metros que descargaba directamente en la tolva de entrada del elevador principal. Allí se controlaba el peso total.
- Expedición: Todas las celdas laterales, a la altura de 5`00 metros, llevaban unos tubos de salida. Por tanto, el grano por encima de dicha altura podía caer directamente en la tolva superior de una báscula ensacadora de peso neto. Todo el trigo contenido en las celdas podía ser pesado y ensacado, quedando dispuesto para su transporte. Una de las celdas exteriores, inmediata a la torre de maquinaria, llevaba otro tubo de salida situado a una altura de 3`50 metros que permitía cargar a granel un camión preparado para ello y pesarlo en la báscula-puente.
- Transvase de celda a celda.
La mayoría de
los Silos de este tipo llevaban adosada lateralmente una nave, en la cual se
instalaron las máquinas de selección. El número de celdas osciló entre 9 y 39
según número de ampliaciones ejecutadas. Las características generales del Tipo
D se resumen en:
- Celdas y muros de fábrica de ladrillo armado.
- Estructura de hormigón armado.
- Celdas de sección cuadrangular.
- Filas de celdas laterales apoyadas sobre el terreno dejando pasillo central de maniobra sobre el cual se sitúa otra fila de celdas de menor capacidad.
- La torre está situada en el frontal del edificio quedando diferenciado del resto del cuerpo de celdas.
- No disponen de tren vertical de selección.
- De escasa o nula ornamentación exterior.
- La planta sobre las celdas es minúscula al tratarse únicamente de una galería de distribución.
Debemos
fijarnos, también, en los silos de tipo G que, en realidad, son graneros de
recepción con cubierta inclinada a dos aguas y paredes resistentes a los
empujes horizontales. Aquellos con un mayor volumen disponían de maquinaria
portátil para el movimiento y pesada del grano. Están registradas hasta 260
unidades, con una distribución dispersa en el territorio situándose en Las
Merindades los de Quincoces de Yuso y Quintana Martín Galíndez.
Un último tipo
del que vamos a hablar es el llamado Tipo GV: son silos conocidos como
“graneros verticales” por la predominancia de las naves horizontales en planta
baja frente a la verticalidad de las celdas y el elevador. Como consecuencia,
su capacidad es reducida pero son muy útiles para zonas donde la capacidad de
un granero se queda corta y la construcción de un silo sería excesiva.
Características similares a un silo tipo D con menos celdas. Algunos autores
enmarcan aquí el silo de Medina de Pomar. Se levantaron 14 unidades con una
distribución territorial dispersa pero predominando su presencia en el norte de
España.
Pero todos los
tipos de silo surgían imponentes en las llanuras cerealísticas, destacando
sobre el bajo caserío de la mayor parte de los pueblos de esas zonas. ¡Más
imponentes que la iglesia! Las tonalidades ocres de sus altas fachadas, se
funden en verano con los campos que están por segar mientras que en la
primavera destacan sus formas sobre el verde de los campos. Es pues, la
relación con el paisaje, un valor inherente a todos ellos.
En 1971 se
constituyó el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA) que mantuvo el
cometido de ordenar la producción, distribución y venta de los productos agrícolas
hasta 1986, cuando España ingresó en la Unión Europea y la política agraria
pasó a depender del Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA).
Por su parte, el sector del trigo español dejó de ser un monopolio estatal el
29 de mayo de 1984 (Ley 16/1984). Posteriormente pasaría a depender de las
respectivas legislaciones de las diferentes comunidades autónomas… ¿Y los
silos? Muchos quedaron sin uso. Pero, además, algunos estaban en ruinas; otros,
eran poco rentables aunque estuviesen en buen estado; y algunos eran imposibles
de usar al haber resultado absorbidos por las zonas urbanas.
Con el fin de
aliviar la carga recaída sobre el Ministerio de Agricultura de una red
improductiva, comenzó a partir de 1996 la cesión de los silos y graneros según
varios procedimientos:
- Desafección y cesión a la Dirección General de Patrimonio, siendo de ésta la decisión última sobre el futuro de las edificaciones cedidas.
- Reversión de las unidades a los ayuntamientos que cedieron los terrenos para su construcción.
- Reversión de las unidades a los particulares expropiados en su momento al desaparecer la función de utilidad pública que motivó la expropiación.
- Cesión gratuita de uso a los ayuntamientos, para que éstos decidan sobre el uso futuro de la edificación o del solar.
La transferencia
de competencias en materia de agricultura hacia las Comunidades Autónomas entre
los años 1996-2001 supuso un alivio para la administración central, que delegó en
las CC. AA. la responsabilidad de tramitar los puntos que acabamos de indicar.
Como hablamos de políticos españoles es relativamente fácil encontrarnos casos
de usos infravalorados como el de almacén municipal o, incluso, escombrera.
Esperemos que los
nuestros sobrevivan y se integren en el paisaje de nuestras poblaciones
alejados de la permanente ambición constructora, la descentralización de
competencias que diluye responsables y dificulta la protección y el cambio en
la política agraria y mercantil.
Bibliografía:
“Los silos de
cereal en España. ¿Arquitectura? Industrial en la España rural”. César A.
Azcárate Gómez.
“El trigo como
tesoro nacional: el servicio nacional del trigo a través de la prensa cordobesa
de postguerra (1937-1941)”. Antonio Muñoz Jiménez de la Universidad de Córdoba,
España.
“La red nacional
de silos y graneros en España”. Antonio García Díaz.
Silosygraneros.es
Periódico “La
Nueva Crónica”.
“La red nacional
de silos y graneros”. Blog “La obra del régimen de Franco”.
Periódico “ABC”.
Blog “El viajero
histórico”.
www.fega.es
“La decadencia
de los silos en Tierra de Campos en la región de Castilla y León (España)”.
María Jesús González González y Alberto Rodríguez García.
“Ministerio de
Agricultura. Servicio Nacional del Trigo. Veinte años de actuación”. (1958)
“Escuela técnica
superior de ingenieros (universidad de Sevilla), proyecto fin de carrera: “silo
de grano tipo D””. Por Pablo Mateo Caballos.
Para saber más:
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