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domingo, 24 de octubre de 2021

Los silos franquistas de Las Merindades

 
Una vez que el ser humano se hizo sedentario surgió el problema de preservar el grano para los tiempos de escasez. ¿Sino cómo iba a ayudar el bíblico José al Faraón? Claro que también pudo ser al revés: descubierta la forma de conservar el grano el ser humano pudo hacerse sedentario. Desde los silos hallados en Grecia, que son excavaciones en zonas de tierra seca y compacta, hasta el invento del primer elevador de grano por Joseph Dart en 1842, hubo un largo trecho y muchos siglos. Sin olvidar los Horreum romanos sobre elevados para mejor conservar el grano y permitir a las autoridades distribuirlo a la plebe. Este proceder nos deja constancia de que convenía contar con un sistema de garantías para el abastecimiento de productos básicos como el trigo, el aceite y el vino. Pero, ciertamente, estos hórreos coexistieron con los sencillos silos enterrados que llegan hasta tiempos contemporáneos, pudiendo encontrarlos en planes de conservación del grano como el argentino en los años cincuenta.

Silo de Villarcayo
 
Cien años después del “poste de Dart” se gesta en España la Red Nacional de Silos buscando ayudar a la regeneración de la Agricultura nacional pero sin materiales ni técnicas vanguardistas y desde una oficina técnica compuesta por unos pocos ingenieros agrónomos novatos. Desde este órgano administrativo se construyeron más de 600 silos verticales y graneros que debían regular el comercio cerealístico. Sobre el papel la idea era sencilla: un sistema de elevación mecánico permitía llevar el producto a mayor altura, aumentando la capacidad de almacenaje vertical.
 
Novedoso porque la España de principios del siglo XX no había precisado de grandes construcciones para almacenar el grano producido. De hecho hasta 1930 no encontramos el gran silo de la Panificadora y Fábrica de Harinas de Vigo, proyectado por Gómez Román y Werner. Seguramente los políticos de entonces eran como los de ahora porque la cosa venía de largo. El “problema triguero” español se vio agravado en la Primera Guerra Mundial cuando la administración reguló el mercado para estabilizar los precios. Teníamos un sistema agrario y de explotación de la tierra obsoleto con un régimen de cosechas irregular. Para muestra las dos grandes cosechas de trigo de 1932 y 1934 que hundieron los precios arruinando a pequeños y medianos productores.

Silo de Villarcayo en El Soto
 
La situación de bloques antagónicos de la Segunda República Española convirtió el “problema triguero” en un arma más de enfrentamiento político. ¡Bendito populismo! En estos años se dan un sinfín de propuestas muy diversas que no condujeron a nada. La primera reacción gubernamental fue el anuncio en 1934 de un plan de adquisición y construcción de silos cooperativos oficiales pero fue evidente la incapacidad del Estado en tiempos tan complicados para acometer tal plan.
 
El franquismo traerá la Red Nacional de Silos que era parte del Servicio Nacional del Trigo (SNT), Fundado en Burgos el 23 de agosto de 1937. Buscaba controlar la producción y el consumo del trigo y, más tarde, la de la agricultura cerealista (maíz, centeno, cebada, etcétera) y, en menor medida, de leguminosas (garbanzos, lentejas, etcétera).

 
Probablemente la idea provendría de los ingenieros agrónomos Cavestany, Cavero y Bartual que redactaron en 1936 un estudio sobre “Organización del mercado triguero nacional y creación de la Red Nacional de Silos”. El Ministerio de Agricultura convoca el primer concurso sobre Proyectos de Silos en 1944. Será en 1945 cuando se elabora el Plan General de la Red Nacional de Silos y Graneros (RNSG) con una propuesta inicial de 437 silos (estructuras verticales de almacenamiento) y 631 graneros (estructuras horizontales de almacenamiento). La construcción de la RNSG buscaba:
 
  • Facilitar la compra por parte del Estado a los agricultores, así como su almacenamiento en puntos estratégicos que favorecieran una rápida distribución desde las zonas productoras.
  • Constituir una reserva para posibles acciones anticíclicas.
  • Permitir la recepción en puerto del trigo de importación y eventual exportación.
  • Garantizar un correcto almacenamiento y conservación de los granos, así como su selección y tratamiento para conseguir semillas de mayor rendimiento.
 
Entendamos que, cuando se aprobó el proyecto y se puso en práctica teníamos en España hambre y racionamiento lo que obligó a los agricultores a entregar todo el trigo a la administración, exceptuando la reserva de consumo propio, que se establecía en un máximo de un veinticinco por ciento del total producido.

 
El Estado se comprometía a comprar la cosecha, construir los silos, financiar el almacenamiento de excedentes, cargar con las pérdidas de las exportaciones (que constituían una de las pocas fuentes de ingresos en divisas para el país) del producto. Permitía el aprovechamiento en pienso para el ganado, principal complemento de la economía agrícola de la zona, junto con otros productos secundarios de la producción cerealista como la paja. En este sentido, el trigo requería ciertas características específicas para su almacenamiento: Recipientes herméticos, ya que la ausencia de aire impedía la aparición de hongos y el temible gorgojo, que estropeaba el grano, así como el ataque de ciertos animales y roedores.
 
El primer silo inaugurado oficialmente fue el silo de tránsito de Córdoba, en 1951, pero ya antes, en 1949, se habían construido los silos de Valladolid, Villada y Alcalá de Henares. La máxima de los ingenieros constructores de los silos verticales fue: “Utilidad, sencillez y economía”. Quizá por ello hay unos veintiséis tipos diferentes de silos de entre los aproximadamente 670 edificios construidos.

 
La financiación de la RNSG recayó íntegramente en el SNT hasta 1975 (momento en el que pasa a cargo de los Presupuestos Generales del Estado). El dinero procedía del “canon comercial”, consistente en la diferencia de los precios de compra y venta del SNT. Sin embargo, las dificultades económicas de la época condicionaron el despegue constructivo de la red, que pasó por diferentes fases en cuanto a intensidad de construcción y características de los silos.
 
¿Qué significó el SNT? Pues ni más ni menos que la total intervención de la producción triguera por parte del Estado. Es decir, que los agricultores se vieron obligados por las sucesivas normativas no sólo a vender sus cosechas al Estado sino que, progresivamente, las exigencias se irían incrementando. El control creó su mercado negro de trigo dado que el precio pagado por el SNT –en especial en los años 40 y años 50- era poco y había mucha “necesidad” tanto de enriquecerse por parte de algunos como de no pasar hambre por otros. No olvidemos que era aquel el periodo de la posguerra y de las cartillas de racionamiento, y que un producto de primera necesidad y derivado del trigo como es el pan estuvo racionado en España entre 1939 y 1952. En todo caso, en las décadas de 1960 o 1970 el Estado pagaba bien el cereal, se había terminado el racionamiento y se había producido un éxodo rural que permitía a los agricultores un puntual aumento de beneficio.

Silo de Medina de Pomar (Google)
 
Otro factor a sopesar es la distribución de los silos y graneros. ¡Lógico! La implantación de los silos dependía de las necesidades siendo mayor su número en las regiones productoras de cereal. Así, España se dividía en un total de 150 provincias productoras dadas por las distancias máximas entre industrias molineras y centros tradicionales de comercio del cereal. 


Cada una de estas comarcas quedaba organizada en torno a una unidad cabecera de recepción. Tenemos, por ello, diversos tipos de silos:
 
  • Silos de recepción: recogían el grano conservándolo hasta su expedición hacia las industrias harineras o los silos de tránsito o puerto. Debían estar bien conectados con el agricultor y las infraestructuras de transporte. De este tipo son los de Villarcayo, Medina de Pomar y Trespaderne.
  • Silos de tránsito: Recibían el grano desde los anteriores y regulaban el tráfico de grano entre centros productores y consumidores. Tenían también la función de reserva para regular los precios entre años de cosechas variables. Muy mecanizados, permitían el flujo de grandes cantidades de grano. Son los primeros en construirse y presentan una mayor singularidad arquitectónica frente a los silos de recepción, más seriados.
  • Silos de puerto: Enclavados en áreas portuarias y con instalaciones capaces de transvasar el grano desde o hasta los buques, y recibirlo o expedirlo hacia el interior.
 
La relación territorial entre los silos y la industria harinera es directa, evolucionando la segunda en número y capacidad de forma paralela a la red. Esto hizo que los molinos hidráulicos de los pueblos cerrasen.


 
Aunque el primero de los silos de la Red Nacional de Silos fue el tipo A, el modelo más extendido en España -393 unidades- es el tipo D. ¡Un logro de diseño! Compiló la funcionalidad con la sencillez y la economía. Está libre de elementos accesorios. Y es el que tenemos en los tres ejemplos de Las Merindades. Era uno de los silos de recepción, y surge como una evolución combinada de los tipos de silo A y B. Su construcción es sencilla con celdas y muro de fábrica de ladrillo, y sección cuadrada. El volumen del silo se divide en tres naves, la central en la que se sitúan celdas de menor capacidad conformando un espacio más libre para comunicaciones y paso de maquinaria, y las dos laterales en las que los silos llegan hasta el suelo y cierran el conjunto. 


Las capacidades variaban de 900 Tm a 3.250 toneladas métricas. El volumen de comunicaciones verticales se encuentra en el frente del edificio integrado en el extremo de la nave central, diferenciándose ligeramente del resto de celdas, por un pequeño área saliente. 

 
El tipo D estaba dotado de un elevador y dos transportadores horizontales, uno superior distribuidor y otro inferior colector, de 20.000 kilogramos de rendimiento horario, pudiendo realizarse las siguientes operaciones:
 
  • Recepción: El pesaje del grano a la entrada se realizaba por medio de una báscula-puente, en la que se pesaba el vehículo cargado y descargado, para obtener el peso del grano por diferencia de pesadas. Este grano se depositaba en la tolva de admisión, de donde pasaba al elevador, que lo ascendía hasta el transportador distribuidor desde el cual, por medio de un tubo telescópico móvil, pasaba a cualquiera de las celdas. Por su parte, el grano recibido en sacos era vertido a una báscula situada bajo en forjado de la torre de maquinaria a la cota 1`10 metros que descargaba directamente en la tolva de entrada del elevador principal. Allí se controlaba el peso total.
  • Expedición: Todas las celdas laterales, a la altura de 5`00 metros, llevaban unos tubos de salida. Por tanto, el grano por encima de dicha altura podía caer directamente en la tolva superior de una báscula ensacadora de peso neto. Todo el trigo contenido en las celdas podía ser pesado y ensacado, quedando dispuesto para su transporte. Una de las celdas exteriores, inmediata a la torre de maquinaria, llevaba otro tubo de salida situado a una altura de 3`50 metros que permitía cargar a granel un camión preparado para ello y pesarlo en la báscula-puente.
  • Transvase de celda a celda.
 
La mayoría de los Silos de este tipo llevaban adosada lateralmente una nave, en la cual se instalaron las máquinas de selección. El número de celdas osciló entre 9 y 39 según número de ampliaciones ejecutadas. Las características generales del Tipo D se resumen en:
 
  • Celdas y muros de fábrica de ladrillo armado.
  • Estructura de hormigón armado.
  • Celdas de sección cuadrangular.
  • Filas de celdas laterales apoyadas sobre el terreno dejando pasillo central de maniobra sobre el cual se sitúa otra fila de celdas de menor capacidad.
  • La torre está situada en el frontal del edificio quedando diferenciado del resto del cuerpo de celdas.
  • No disponen de tren vertical de selección.
  • De escasa o nula ornamentación exterior.
  • La planta sobre las celdas es minúscula al tratarse únicamente de una galería de distribución.

 
Debemos fijarnos, también, en los silos de tipo G que, en realidad, son graneros de recepción con cubierta inclinada a dos aguas y paredes resistentes a los empujes horizontales. Aquellos con un mayor volumen disponían de maquinaria portátil para el movimiento y pesada del grano. Están registradas hasta 260 unidades, con una distribución dispersa en el territorio situándose en Las Merindades los de Quincoces de Yuso y Quintana Martín Galíndez.
 
Un último tipo del que vamos a hablar es el llamado Tipo GV: son silos conocidos como “graneros verticales” por la predominancia de las naves horizontales en planta baja frente a la verticalidad de las celdas y el elevador. Como consecuencia, su capacidad es reducida pero son muy útiles para zonas donde la capacidad de un granero se queda corta y la construcción de un silo sería excesiva. Características similares a un silo tipo D con menos celdas. Algunos autores enmarcan aquí el silo de Medina de Pomar. Se levantaron 14 unidades con una distribución territorial dispersa pero predominando su presencia en el norte de España.

Silo de Trespaderne (Google)
 
Pero todos los tipos de silo surgían imponentes en las llanuras cerealísticas, destacando sobre el bajo caserío de la mayor parte de los pueblos de esas zonas. ¡Más imponentes que la iglesia! Las tonalidades ocres de sus altas fachadas, se funden en verano con los campos que están por segar mientras que en la primavera destacan sus formas sobre el verde de los campos. Es pues, la relación con el paisaje, un valor inherente a todos ellos.
 
En 1971 se constituyó el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA) que mantuvo el cometido de ordenar la producción, distribución y venta de los productos agrícolas hasta 1986, cuando España ingresó en la Unión Europea y la política agraria pasó a depender del Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA). Por su parte, el sector del trigo español dejó de ser un monopolio estatal el 29 de mayo de 1984 (Ley 16/1984). Posteriormente pasaría a depender de las respectivas legislaciones de las diferentes comunidades autónomas… ¿Y los silos? Muchos quedaron sin uso. Pero, además, algunos estaban en ruinas; otros, eran poco rentables aunque estuviesen en buen estado; y algunos eran imposibles de usar al haber resultado absorbidos por las zonas urbanas.

Silo de Trespaderne (Google)
 
Con el fin de aliviar la carga recaída sobre el Ministerio de Agricultura de una red improductiva, comenzó a partir de 1996 la cesión de los silos y graneros según varios procedimientos:
 
  • Desafección y cesión a la Dirección General de Patrimonio, siendo de ésta la decisión última sobre el futuro de las edificaciones cedidas.
  • Reversión de las unidades a los ayuntamientos que cedieron los terrenos para su construcción.
  • Reversión de las unidades a los particulares expropiados en su momento al desaparecer la función de utilidad pública que motivó la expropiación.
  • Cesión gratuita de uso a los ayuntamientos, para que éstos decidan sobre el uso futuro de la edificación o del solar.
 
La transferencia de competencias en materia de agricultura hacia las Comunidades Autónomas entre los años 1996-2001 supuso un alivio para la administración central, que delegó en las CC. AA. la responsabilidad de tramitar los puntos que acabamos de indicar. Como hablamos de políticos españoles es relativamente fácil encontrarnos casos de usos infravalorados como el de almacén municipal o, incluso, escombrera.

Silo de Villarcayo
 
Esperemos que los nuestros sobrevivan y se integren en el paisaje de nuestras poblaciones alejados de la permanente ambición constructora, la descentralización de competencias que diluye responsables y dificulta la protección y el cambio en la política agraria y mercantil.
 
 
Bibliografía:
 
“Los silos de cereal en España. ¿Arquitectura? Industrial en la España rural”. César A. Azcárate Gómez.
“El trigo como tesoro nacional: el servicio nacional del trigo a través de la prensa cordobesa de postguerra (1937-1941)”. Antonio Muñoz Jiménez de la Universidad de Córdoba, España.
“La red nacional de silos y graneros en España”. Antonio García Díaz.
Silosygraneros.es
Periódico “La Nueva Crónica”.
“La red nacional de silos y graneros”. Blog “La obra del régimen de Franco”.
Periódico “ABC”.
Blog “El viajero histórico”.
www.fega.es
“La decadencia de los silos en Tierra de Campos en la región de Castilla y León (España)”. María Jesús González González y Alberto Rodríguez García.
“Ministerio de Agricultura. Servicio Nacional del Trigo. Veinte años de actuación”. (1958)
“Escuela técnica superior de ingenieros (universidad de Sevilla), proyecto fin de carrera: “silo de grano tipo D””. Por Pablo Mateo Caballos.
 
 
Para saber más:
 
 
 

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