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domingo, 6 de marzo de 2022

Una vida breve (Sancho III de Castilla).

  
Dejamos a Alfonso VII muerto bajo una encina y a los nobles que le acompañan preocupados por la sucesión. Y hacen bien. El rey repitió el acto de dividir su reino entre sus hijos. El primogénito, Sancho, recibió Castilla y el segundo, Fernando, León. Si jugásemos a ser nacionalista castellano o nacionalista leonés diríamos que fue un reconocimiento de la singularidad de cada territorio cuyos “ciudadanos” veían satisfecho su derecho a la soberanía e independencia. Que fue un rey “valiente”, etc. La realidad es que, seguro, que algunos ni se enteraron del cambio de reino. Para otros, seguro, fue un desastre estratégico.

Sancho III de Castilla
 
Fijémonos en que Alfonso VII, el emperador, otorga Castilla a su primogénito lo que nos hace suponer que Castilla era el reino mayor de la vieja corona heredera de Asturias. Su rey, Sancho III, “el Deseado”, era un joven de veinticuatro años, casado con la hija del rey de Navarra -doña Blanca Garcés- y que ya tenía un hijo, de nombre Alfonso. Castilla pronto recibió el vasallaje de Navarra y de Ramón Berenguer IV de Barcelona en el acuerdo de Serón de Nágima de 1158. Pero esto era fácil porque Sancho III era yerno y cuñado del rey de Navarra, que está casado con una hermana suya, y es, también, sobrino del conde de Barcelona, porque es hijo de la reina Berenguela. ¿Claro? Sancho III también renovó los acuerdos de Alfonso VII, su padre, con el Rey Lobo de Murcia. ¡Ya tenemos a Castilla como líder de la cristiandad española!
 
Como puntos oscuros de esta epopeya está la duda sobre el final de la reina Blanca Garcés. La primera posibilidad es que murió de parto al dar a luz a su hijo Alfonso hacia 1155. La segunda es que murió de parto con un segundo hijo llamado García, un año después. El niño también murió. Con ello, en 1157, Sancho era un atractivo viudo y con un solo heredero. Nada preocupante para un hombre joven.

Blanca Garcés
 
En León, su hermano Fernando II cogía la medida a la nobleza de los viejos reinos de León y Galicia. Nobleza de raíz feudal con mucho más peso en el reino que sus equivalentes castellanos. La ventaja es que Fernando se había criado entre estos nobles -en brazos de Fernando Pérez de Traba-. Este monarca de veinte años tenía que desenvolverse entre el sólido poder de los Ponce de Cabrera, Pedro Alfonso o Ramiro Froilaz. ¡Buenas piezas todos ellos! Por ejemplo: Ponce Guerau de Cabrera, que era mayordomo real, formaba parte de un viejo linaje catalán que había emparentado con el clan gallego de los Traba. Este Ponce era administrador de los bienes de los Ansúrez y, en tanto que mayordomo real, desempeñaba además el gobierno de la ciudad de Zamora. Los zamoranos, descontentos con Ponce, se amotinaron y amenazaron con marcharse a Portugal si el mayordomo real seguía allí.

Fernando II de León
 
El rey Fernando apartará a Ponce del cargo. Ponce, despechado, marcha a Castilla a ponerse a las órdenes de Sancho III y a incitarlo a invadir León. ¿A santo de qué iba a hacer eso Sancho? A santo de un defecto del testamento paterno: el gobierno sobre las comarcas de Tierra de Campos, Sahagún y Asturias de Santillana, que teóricamente habían pertenecido hasta entonces al Reino de León, pero que por las disposiciones de Alfonso podían pasar a Castilla. Y ésas eran las tierras que ahora Sancho se proponía ocupar, instigado por Ponce. ¡¿Pero no hemos dicho que no hubo guerra?! Y es cierto. Sancho y Fernando se encontraron en Sahagún donde acordaron dejar esas tierras en manos de tres nobles de la confianza de ambos: el propio Ponce de Cabrera, Osorio Martínez y Ponce de Minerva (sin relación con el Cabrera). Ya puestos se repartieron Portugal; señalaron también sus respectivas áreas de reconquista en la zona musulmana; y llegaron a un acuerdo de defensa mutua… ¡Y no pararon! Resolvieron que si uno de los dos moría sin descendencia directa, el otro heredaría sus títulos y derechos. ¿Suficiente? ¡Qué va! Sancho y Fernando coincidieron en no reconocer a otro soberano cristiano legítimo que a su tío Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y príncipe de Aragón. ¿Y qué pasaba entonces con Sancho de Navarra? Pues… quedaba fuera del acuerdo. Pero tranquilos porque gracias a sus lazos familiares con Castilla y León la cosa no era muy preocupante. El secreto de tanto pacto es que siempre actuaba como intermediaria una hermanastra de ambos reyes, llamada Sancha -¡otra Sancha!-, hija del primer matrimonio de Alfonso VII porque su otra hija Sancha no llegaba a tener diez años. El caso es que Sancho de Navarra rindió vasallaje a Sancho de Castilla. Y asunto concluido. Es el acuerdo conocido como Tratado de Sahagún del 23 de mayo de 1158.
 
Y en ésas estábamos cuando, de repente, muere Sancho III. En efecto, el joven rey de Castilla, veinticuatro años, fallece por causas naturales el 21 de agosto de 1158 en Toledo donde fue sepultado. Había reinado un año y diez días. Sancho deja un heredero de menos de tres años: Alfonso. El niño queda en manos de los grandes linajes nobiliarios. ¿Qué linajes? Los Castro y los Lara. Gutierre Fernández de Castro será el tutor del niño y Manrique de Lara el regente del reino. Porque un tutor sin poder político está en posición precaria, y un regente sin control sobre el heredero también lo está. Seguramente Sancho III pensó que esto podría salvar a su hijo y a Castilla. Quizá pero cuando muere un rey se suelen pasar muchos “recibos al cobro”: tanto Fernando de León como Sancho de Navarra recuerdan súbitamente sus reclamaciones fronterizas. Una pena lo de Sancho III pero pensar en lo que hubiera podido llegar a ser esa Castilla solo lleva a la melancolía.

 
Alfonso será proclamado rey como Alfonso VIII, pero la suya es una coronación puramente formal: un niño de tan corta edad no puede reinar. Curioso empezar para el que conoceremos como “El de las Navas”. Quienes de verdad controlan el Reino de Castilla son los Lara y los Castro. Los Lara eran un clan con sede en el alfoz de Lara, comarca de Burgos. Miembros de este eran Pedro González de Lara, el amante de la reina Urraca, y su hijo Manrique de Lara. Este último era el hombre más poderoso de la Castilla del momento: había heredado la fortuna de su padre, era alférez mayor del Reino y desempeñaba las tenencias de Ávila, Toledo, Baeza y Atienza. En cuanto a los Castro, procedían de Castrojeriz, aunque con mucha influencia en Galicia. En 1158 su representante más notable era Gutierre Fernández de Castro, de setenta años, que había sido mayordomo real con Alfonso VI y Alfonso VII, consejero del rey emperador y que se había encargado de la tutela del propio Sancho III en su niñez. Gutierre era unánimemente considerado como un tipo íntegro y rectilíneo, incapaz de la menor traición y sumamente piadoso. Un hombre de fiar.
 
Con el reparto de la tutoría y de la regencia Sancho III contentaba a los dos grandes clanes castellanos y evitaba que alguno de ellos acumulara demasiado poder. Salvo que ninguna de las partes se contentaron y trataron de robar al otro su cuota de poder. ¿No estaban para eso los clanes nobiliarios? ¿Acaso no tenían costumbre de limitar la capacidad de maniobra del rey y de hacer su voluntad en función de su fuerza? Ambas familias intentaran controlar la “materialidad del poder”, es decir, Alfonso VIII. Manrique de Lara logró apoderarse del pequeño Alfonso. Y Gutierre de Castro, temiendo una guerra civil en el reino o valorando que no tenía suficiente fuerza, optó por abandonar la tutoría, que fue a parar al caballero García de Daza (hermanastro de Manrique de Lara). Y el propio Manrique, por su parte, tampoco quedó contento y no tardó en exigir la tutoría del rey niño. Cuando la consiguió, en marzo de 1160, lo primero que hizo fue apartar a los Castro de todas sus tenencias -el gobierno de las villas-, y con ello creó un conflicto que iba a prolongarse durante años. Expulsados de mala manera de sus privilegios, los Castro acudieron a Fernando II, el rey de León, incitándole a penetrar con sus huestes en Castilla. Era lo que Fernando estaba deseando oír.

Sancho VI de Navarra
 
Fernando de León, como Sancho VI de Navarra, ya había aprovechado la minoría del niño rey Alfonso para arañar pedazos de tierra en la frontera. Tras derrotar en la batalla de Valmuza a Alfonso Enríquez y neutralizarlo por el momento, Fernando II hizo caso a los Castro e invadió Castilla el verano de 1162. ¡Un paseo triunfal! Los Lara no eran queridos y las ciudades de Castilla se doblegaron ante el rey leonés. Los Lara, atemorizados, se replegaron con su rehén Alfonso a Burgos. Las tropas leonesas ocuparon Segovia, Toledo y Tierra de Campos. Pero Fernando no persiguió a los Lara. ¡¿Qué?! Fernando se dedicó a hacerse el Rey de Castilla. Como en Barcelona acababa de morir Ramón Berenguer IV, Fernando marchó a la frontera oriental, convocó en Ágreda a los nobles de Aragón y Barcelona, obtuvo su vasallaje y, más aún, tomó bajo su tutela al heredero de la corona aragonesa -otro niño llamado también Alfonso- y le ofreció como esposa a su hermana Sancha. Mientras tanto, en el norte, Sancho VI de Navarra, al ver que leoneses y aragoneses se entendían, temió que la alianza se dirigiera contra él, así que se apresuró también a rendir vasallaje a Fernando. Así, Fernando II de León recuperó el liderazgo en la España cristiana.
 
Fernando II ya podía acudir al Burgos de los Lara como el soberano mayor de toda la Hispania cristiana y no como tío de Alfonso. Los Lara cedieron y Manrique de Lara reconoció a Fernando II de León como regente de Castilla y aceptó reconciliarse con los Castro. De todas formas, las luchas fronterizas entre León y Portugal obligaron a Fernando II a retirarse de Castilla y los Lara, con Alfonso VIII, recuperarán el control del reino y de Toledo.
 
 
Bibliografía:
 
“Moros y Cristianos”. José Javier Esparza.
“Historia de España”. Editorial Salvat.
“Atlas de Historia de España”. Fernando García de Cortazar.
 
 


2 comentarios:

  1. Buena semblanza de "el deseado" aunque hay un par de detalles que quisiera comentar, cuando escribes sobre el tratado de Sahagún mencionas que actuó de intermediaria Sancta, hija del último matrimonio del rey, cosa que resulta imposible ya que en ese año esta Sancha tendría unos cuatro años, puede que sea su otra hermana Sancha, dicen que melliza de Fernando, y que casó con Sancho el sabio de Navarra. El otro detalle tiene que ver con el mapa ya que no refleja la Spania de Sancho III, es de finales del reinado de su hijo Alfonso, concretamente entre 1200 y 1212, entre la conquista de Álava y Guipúzcoa y las Navas de Tolosa, un saludo.

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    1. Hola, ante todo gracias por participar.

      Sobre el mapa le diré que hay momentos en que me resulta difícil encontrar uno del momento exacto por lo cual presento uno aproximado.

      Con relación a Sancha creo que tiene usted razón y retocaré el texto. Gracias.

      Un saludo.

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