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domingo, 3 de abril de 2022

Ybarra, la Y del encasillado en Las Merindades.

 
¿Y quién será el Ybarra, o Ibarra, elegido en Las Merindades? Será Fernando María Ybarra de la Revilla. Exactamente Fernando María José Pablo que cierta gente tiene mucho nombre. Como dice el clásico: “Un bilbaíno nacido en Santander” a causa de la tercera guerra carlista que hizo que sus padres saliesen de Vizcaya por Castro Urdiales. Si el lector es español, de cierta edad y, si además, reside en Vizcaya recordará este apellido en manos de Emilio Ybarra y Churruca que fue presidente del BBVA. El linaje que fue “factótum” en su provincia, y en toda España, surgió en San Julián de Musquiz, en el valle de Somorrostro (Vizcaya), cuando nació José Antonio de Ybarra y de los Santos el 15 de mayo de 1774. Fue Regidor por el Concejo de Somorrostro en 1798, y poco después, Procurador y representante de ese Municipio en las Juntas Generales de Vizcaya. Su medio de vida era la Procuraduría y los negocios bancarios. Para 1801 le tenemos adinerado y viviendo en Bilbao. Los sucesivos cambios políticos, la acusación de afrancesado y los malos tiempos económicos hicieron que volviese la vista hacia el comercio y los proyectos industriales abandonando definitivamente la abogacía. La tienda que, junto con su esposa Jerónima Genoveva Gutiérrez de Cabiedes y de la Losa, puso hacia 1812 en la calle La Ribera de Bilbao, consiguió un gran éxito con la venta de telas, alimentos como el queso o el bacalao, y los perfumes y colonias traídos desde Bayona. También tocó el mercado del hierro y para 1820 era uno de los principales propietarios de minas y ferrerías. José Antonio de Ybarra será uno de los creadores de “Ybarra, Mier y Cía” que dominará la explotación del hierro. Su red comercial se expandió por Madrid, Barcelona y Sevilla. Participó en la defensa de la liberal ciudad de Bilbao en la primera carlistada obteniendo la Cruz de Caballero de la Real Orden Americana de Isabel la Católica. Falleció en 1849 dejando un capital de más de cuatro millones de reales.

 

Hijo de José Antonio fue Gabriel de Ybarra Gutiérrez de Cabiedes que con 24 se convirtió en Socio de la empresa “Ybarra, Mier y Compañía”. Ocupó numerosos cargos públicos y privados y fue padre de Fernando Luis Ybarra y Arámbarri. Fernando María Ybarra de la Revilla –el protagonista de la entrada presente- era hijo de Fernando Luis y de María Nicolasa de la Revilla Ingunza.
 
Ya a primeros de 1876 se recompuso la situación previa a la tercera carlistada y resurgió la producción de las empresas familiares y las ventas al extranjero les proporcionaron unos fabulosos beneficios.
 
Desgraciadamente Fernandito quedó huérfano de padre en 1888, a los 13 años, cuando estudiaba en Bilbao. Tras el bachillerato estudió filosofía en Deusto y obtendrá el título en Filosofía y Letras en la Universidad de Salamanca en junio de 1897 con calificación de aprobado. Y, también ese año, el título por la Universidad de Salamanca de licenciado en Derecho con calificación final de sobresaliente. En 1898 ingresaba en el Colegio de Abogados de Bilbao. Completó su formación en Inglaterra de donde regresó con un perfecto dominio del inglés. Estuvo muy ligado a la Universidad de Deusto; además de estudiar ahí fue miembro de la Fundación Vizcaína Aguirre, promotora de la Universidad Comercial en 1916.
 
Los asuntos de Fernando los gestionó el marido de su tía Rafaela Ybarra que se llamó José de Vilallonga. Su tía, la hermana de su padre, fue la fundadora de los Ángeles Custodios. Su influencia se puede apreciar en la colaboración de Fernando, y los Ybarra, con entidades benéficas: fue vocal de los Hospitales Mineros y de la Fundación Miranda, hermano de la Casa de Misericordia y miembro fundador del reformatorio de Amurrio, en colaboración de su hermano Gabriel, y de la Asociación Vizcaína de la Caridad. El padre de Fernando estuvo en el consejo de Altos Hornos de Bilbao y él mismo fue nombrado vocal del consejo en julio de 1898, con sólo 23 años, al fallecer su tío José de Vilallonga.


Revista "Ahora".
 

Fernando María se casó con María de los Ángeles de Oriol y Urigüen el 6 de mayo de 1901. Ella con más dinero que su marido, por lo menos a la altura de 1909. El matrimonio tuvo tres hijos, Fernando José, Isabel (o María José) y Luis María. Como podemos intuir Fernando Ybarra ni actuaba por libre ni era un hombre hecho a sí mismo sino que formaba parte de lo que podríamos llamar “el clan Ybarra”. Esa familia tocaba el negocio del hierro, los ferrocarriles y los servicios financieros. Teniendo en cuenta las características del sistema de la Restauración no es extraño que algunos de sus miembros se distinguieran en política. Como Fernando María. En 1902 será uno de los anfitriones del recientemente coronado Alfonso XIII en su visita a Vizcaya. Bueno, el rey dormía ese viaje en su yate “Giralda” pero el resto de la familia real lo hacía en el domicilio del futuro Marqués de Arriluce, con todo lo que llevaba de fastos y agasajos.
 
Fernando María fue consejero de “Hulleras del Turón” y la “Sociedad Española de Construcción Naval”. Adquirió en 1901 acciones de la recién creada “Sociedad Anónima Hidroeléctrica Ibérica”, lo que le permitió, junto al resto de acciones familiares, poseer el tres por ciento del accionariado de dicha sociedad. Al fusionarse “Altos Hornos de Bilbao” con la empresa “La Vizcaya” se formará “Altos Hornos de Vizcaya” (1902) de la cual será Fernando consejero. Además era socio de la “Liga Vizcaína de Productores” desde 1899, con solo veinticuatro años, y entre 1902 y 1905 fue su contador. Como tal, junto con Pablo de Alzola y Rafael Picabea, intervino en las gestiones de la Liga cerca del gobierno en 1903 para solicitar una revisión arancelaria previa a la firma de nuevos tratados de comercio. Fue consejero de la Sociedad Española de Construcción Naval. En 1904 fue nombrado vicepresidente de la “Sociedad Anónima Hidroeléctrica Ibérica” y en 1907 presidente a causa del fallecimiento de su antecesor Benito de Arzola. Además se fue incorporando a otros consejos: en 1907 en “Hidroeléctrica Española”, en 1908 en el de “Unión Eléctrica Vizcaína” y en 1911 en “Electra del Viesgo”. Pero la lista de empresas en las que participaba no se quedaba en las citadas: la “Compañía de Electricidad Thomson Houston” o “Unión Eléctrica Vizcaína”. Este estatus dentro del conglomerado de empresas que dominaba la familia, iba a ir paralelo al de su tío Tomás Zubiría e Ybarra, Conde de Zubiría desde 1907, con el que se alió en numerosas ocasiones para manejar los más importantes grupos empresariales de Vizcaya.

Sede del Banco de Vizcaya
 

A los pocos meses de la fundación y constitución del “Banco Vizcaya” (1901), y gracias a ser unos de los mayores accionistas, entra a formar parte de su Consejo de Administración. En 1904 ya era elegido Vicepresidente y en Enero de 1908 era nombrado Presidente de la Junta de Accionistas. Sin cumplir 30 años estaba ya en la cúspide del poder económico y social.
 
En 1911 ocupa la Presidencia de “Hidroeléctrica Española”, obteniendo todo el poder en el sector de la producción y distribución eléctrica. Aparte de todas las empresas que hemos ido descolgando participó en otras que sirvieron de motor a la economía vizcaína, convirtiéndola, sino en la provincia más importante de España, sí en la locomotora que tiraba del tren de la industria. Aunque nos saltemos el proceso cronológico citaremos, como ejemplos, que colaboró en 1918 en la creación de “Babcock&Wilcox”, sociedad de electrificación industrial; en 1921 fue fundador y nombrado Presidente de la “Sociedad de Construcciones Eléctricas” en colaboración con inversionistas franceses y norteamericanos encaminada a fabricar material eléctrico para España; en 1923 participó en la creación de la única empresa que no pertenecía al sector eléctrico, la “Sociedad Ibérica del Nitrógeno” y en 1929 fue nombrado Presidente de la “General Eléctrica Española”, filial en España de la matriz americana.

 

En 1914 construyó su mansión en la calle Achecolandeta que, actualmente, es fácilmente observable desde el paseo del Marqués de Arriluce de Ybarra. Participaron los arquitectos Manuel María Smith, amigo del marqués, y José Luis Oriol Urigüen, cuñado de Fernando Ybarra. En este palacio y gracias a su amistad y alianzas, compartieron los Ybarra del Marquesado, mesa y mantel con personalidades políticas como Dato o Allende-Salazar o reales como la familia Imperial de Austria, la Reina Victoria Eugenia y las Infantas y otras familias de la realeza europea. Esas relaciones “domésticas” eran tanto políticas como industriales.
 
La tentación política acosaba de largo a Fernando María Ybarra porque en 1905 ya fue invitado a concurrir a las elecciones aunque su inicio fue en las municipales de 1903 formando parte de la candidatura urquijista-nacionalista al ayuntamiento de Bilbao. En 1907 fue la cabeza de una plataforma multipartidista –algunos nacionalistas, carlistas, católicos independientes– inspirada por el obispo de Vitoria, por cuanto se presentó más como católico y vascongado que como conservador, y la tibia ayuda de algunos liberales que, precisamente por su clericalismo, recelaban de él. Finalmente, consiguió derrotar a Pablo Iglesias, con el cincuenta y seis por ciento de los votos, y al nacionalista Pedro de Anitua. El PNV pidió la retirada de la candidatura de Fernando. En un momento de áspera controversia religiosa, declaró al ser elegido que subordinaba sus deberes políticos a los religiosos.

 

La derrota de los dinásticos en las elecciones municipales de 1909, supuso la llegada del nacionalista Horn a la alcaldía de Bilbao, lo que provocó un fuerte movimiento entre los monárquicos para crear un gran y potente partido dinástico en Vizcaya. Fernando Ybarra, a través de Ramón Bergé y de compañeros suyos de Deusto se puso en contacto con el dirigente conservador Miguel Maura. Constituyeron el partido conservador de Vizcaya en el teatro “Campos Elíseos” el 3 de julio de 1909. Su presidente fue Fernando María Ybarra, cargo que conservó hasta 1916, en que dimitió. Algunas de sus aventuras empresariales no se pueden desligar de su actividad política como sería la fundación del semanario “Luz y taquígrafos” en 1909 y, sobre todo, en la fundación del periódico “El Pueblo Vasco” en 1910, dirigido a ser el portavoz del partido conservador. El mismo año 1910 los Ybarra crean las Juventudes Conservadoras de Vizcaya, luego Juventud Maurista.
 
Fernando fue reelegido diputado en las elecciones del 8 de mayo de 1910 por el distrito de Baracaldo. Se mantenía apartado de la idea de unión de los católicos deseada por José María de Urquijo desde “La Gaceta del Norte”. Por cierto, primo de los Ybarra. Durante la polémica intercatólica –defender o no a la dinastía que se valía de gabinetes liberales– y en plena campaña electoral para la Diputación provincial de 1911, pronunció un discurso en Algorta en el que respondió a las acusaciones de no ser “independiente” y de poco fuerismo. Se manifestó enemigo sólo de republicanos y socialistas y partidario, entre otros temas, de concordar con Roma y defender el Concierto económico.

Periódico "El Nervión".
 

En 1912 y en corroboración de la política prodinástica que encabezaba, el Papa Pío X le nombró caballero de la Gran Cruz de San Gregorio Magno, con gran contrariedad de integristas y nacionalistas vascos. Había obtenido (1911) en un viaje a Roma, junto con su hermano Gabriel, unas “Normas pontificias” que avalaron su temporización con el liberalismo. Tampoco debió de ser del agrado de los carlistas su asistencia y la de sus correligionarios al cementerio de Mallona para conmemorar el 2 de mayo.
 
En las elecciones de 1918 fue derrotado por 600 votos por el candidato nacionalista por Baracaldo, Alejandro Zaballa. En el acto de desagravio celebrado por los dinásticos en el casino de Archanda el 18 de marzo de 1918, Fernando de Ybarra fue uno de los intervinientes que insistieron en la lealtad al Rey y en la necesidad de unidad, unidad plasmada en la organización de la Liga de Acción Monárquica, que nada más constituirse en el centro maurista de Bilbao remitió un telegrama al gobierno, uno de cuyos firmantes, como no podía ser de otro modo, fue Fernando María Ybarra: “Reunidas representaciones partidos liberal, conservador y maurista de Vizcaya y monárquicos independientes para hacer frente al movimiento separatista, han acordado constituir la Liga de Acción Monárquica, y su primer acto es dirigirse a V. E., como la más alta representación del régimen, saludándole respetuosamente y haciéndole presente al mismo tiempo que en la Comisión extraparlamentaria reunida para dictaminar sobre los problemas autonómicos y entre ellos el de Vizcaya, nuestra provincia está absolutamente irrepresentada”.
 
El rey, en compensación por el fracaso electoral y por amistad, concedió a Fernando el título de Marqués de Arriluce de Ybarra, a lo que favoreció también la mediación de Ramón Bergé y Antonio Maura. Y, ojo, Tenemos a uno de los pilares del sistema político económico de Vizcaya fuera del Congreso de los Diputados.

Periódico "El Sol".
 

Ante el revés electoral concurrió a la elección parcial del distrito de Villarcayo convocada para cubrir la baja por fallecimiento del diputado Gumersindo Gil el 27 de enero de 1919. Obtuvo 4.124 en un censo electoral de 8.213 electores. No reparó en medios para conseguir el escaño y renovarlo en las siguientes elecciones. Incluso, en 1920, llegó a ser vicepresidente de la cámara de diputados. Y, en el distrito de Villarcayo, el señor Ybarra llegó a ser elegido por el artículo 29 de la Ley Electoral de 1907 que refería la proclamación sin elección si solo había un único candidato o tantos candidatos como puestos a cubrir.
 
La política del periodo de La Restauración monárquica (1874 a 1931) tenía ciertas peculiaridades que, a la postre, influyeron en su caída. Uno de esas particularidades eran los pucherazos. Otra, de la que ya hemos hablado en esta bitácora, los caciques. Una tercera, los encasillamientos. Y, finalmente, los diputados cuneros: aquellos que eran elegidos por territorios con los que no tenían vinculación. La imagen popular, contaminada seguramente por el peligroso presentismo, es la de la sobreabundancia de este tipo de diputados y senadores. La realidad es que la inmensa mayoría de estos cuneros únicamente aparecen en una elección. En el caso burgalés era uno de cada cinco y, además, aparecen concentrados al principio y al final de la Restauración. Los iniciales fueron viejos políticos de la época de Isabel II. Y, al final del periodo, los cuneros serán fruto de la crisis del sistema y la incapacidad de designar sucesor de los dueños de uno de estos "distritos propios" -como se les llamaba en la época- que “moría sin descendencia” y generaba un vacío. En estas situaciones la dirección del partido, desde Madrid, colocaba a un cunero. En Las Merindades será Fernando María Ybarra que acababa de perder su escaño y era demasiado poderosos para estar fuera de las instituciones. Su función, a mi entender, no sería el control sobre electorado de su distrito y de las redes caciquiles tejidas allí sino la de asegurarse el puesto en Cortes en una zona donde no había presencia importante de partidos externos al turnismo como republicanos o socialistas. ¿Y por qué fue un vizcaíno y no un burgalés el designado? Pues, porque tanto el distrito de Villarcayo, y el de Miranda, eran mundos separados de la provincia y cercanos al territorio aforado.

Periódico "El Sol" (05/06/1919)
 
El truco del señor Ybarra es que obtendrá el acta de Villarcayo aplicando el “encasillado”. Entendamos un poco el sistema “participativo” de la Restauración: comenzaba con el encasillado, operación mediante la cual el Ministerio de la Gobernación rellenaba las casillas correspondientes a los distritos con los nombres de los candidatos que el Gobierno estaba dispuesto a elegir. (¡¿He dicho elegir por el gobierno?!) Estos candidatos podían ser del partido en el poder (aquél que ha conseguido el decreto de disolución de las Cortes y organizaba las elecciones para fabricarse una mayoría) o de la oposición porque, ideológicamente, no tenían grandes diferencias y por eso se podía llegar a que el gobernador cambiase sus apoyos sobre la marcha. Porque el encasillado no era simplemente una orden gubernamental, sino el resultado de arduas negociaciones entre las diferentes fuerzas políticas. De hecho, en el mismo partido que controlaba el Consejo de Ministros solían existir distintas tendencias, representadas por los jefes de filas de diversas clientelas, los cuales exigían un número u otro de escaños parlamentarios dependiendo de sus fuerzas. Será la descomposición de las dos formaciones lo que aumentó la cantidad de líderes y dificultó el encasillado. Una de las razones por las que no salió electo en Vizcaya nuestro protagonista. ¿Qué hizo por Las Merindades? Les puedo decir que su interés era mantener, y ampliar, su red de contactos en el gobierno y la industria en beneficio de sus empresas y socios. Ojo, empresas y socios vizcaínos o madrileños.
 
Una vez que se tenía elegido el diputado los gobernadores civiles se encargaban de controlar a los electores, de forma que votaran al candidato designado. En nuestro caso el ya famoso Fernando María Ybarra. Para este fin los gobernadores daban instrucciones a los alcaldes, nombrados por dichos gobernadores, y contaban con la ayuda de los caciques locales. Las estrategias para la consecución del voto se realizaba concediendo favores (desde puestos de trabajo al pago directo de dinero) a cambio de votos y apoyo político. Y, como último arma: el pucherazo.
 
Con la llegada de la Dictadura de Primo de Rivera Fernando María se distanció de la política activa. La muerte en 1925 de su referente político, Antonio Maura, le volcó en sus actividades empresariales actuando como consejero de varias estratégicas sociedades.

 

La segunda república desbarató lo que quedaba del viejo sistema de la Restauración y reafirmó a Fernando María Ybarra en sus posiciones ideológicas. Cuando se produjo el golpe de estado del 18 de julio de 1936 el Marqués de Arriluce estaba Sevilla asistiendo a la boda de un sobrino. Creyendo que su puesto estaba en Bilbao regresó al norte. El control gubernamental del territorio vizcaíno lo llevó a la cárcel.
 
El 25 de septiembre de 1936, tras un ataque aéreo a Bilbao de la aviación nacional, la multitud encontró el paso expedito para vengar su ira en los prisioneros del barco “Cabo Quilates” anclado en Baracaldo, en donde se hallaba preso el Marqués de Arriluce. Los soldados fueron llamando a los prisioneros encerrados en las bodegas. Hasta 35 presos. Fernando Ybarra, su hijo y dos sobrinos fueron los primeros en morir junto con un sacerdote.


 

Fernando María Ybarra acumuló una serie de títulos nobiliarios de uno u otro tipo: En 1928, el 14 de abril, se le dio la Merced de Hábito de Caballero de la Orden de Santiago. En enero de 1919 Alfonso XIII le designó Gentilhombre de Cámara con ejercicio. Pío X, a quien visitó en 1911, le nombró Camarero Secreto de Capa y Espada, concediéndole la Gran Cruz de San Gregorio el Magno; fue también oficial de la Legión de Honor, Gran Cruz de Leopoldo II de Bélgica, Comendador de la Corona de Italia y Caballero de la Orden de San Juan de Malta.
 
 
 
Bibliografía:
 
“Aproximación a un estudio de las elites castellanas durante la restauración diputados y senadores por Burgos (1875-1923)”. Félix M. Castrillejo Ibáñez y Antonio Fernández Sancha.
Bilbaopedia. Artículo de Eduardo J. Alonso Olea.
“Biografías y Vidas. La enciclopedia biográfica en línea. Barcelona (España)”. Ruiza, M., Fernández, T. y Tamaro, E. (2004).
Euskonews
“Nobleza con libertad. Biografía de la derecha Vasca”. Pedro José Chacón Delgado.
Congreso de los Diputados de España.
Periódico “El sol”.
“Personajes del callejero de Getxo. Marqués de Arriluce”. Javier Campo.
“La difícil confección del encasillado en la Restauración”. Alejandro Martínez Relanzón.
Blog “Memorias de Getxo”.
Revista “Ahora”.
Periódico “El Sol”.
Periódico “El Nervión”.
Periódico “La Unión”.
 
 
 

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