Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


jueves, 29 de noviembre de 2012

El Noble León de Rosmithal nos describe (1467)

Hoy hablaremos de un viajero de finales de la Edad Media que recorrió las tierras de la península Ibérica en un periodo difícil. Su cronista recogió dicho viaje en unas notas cuya versión latina ha llegado hasta hoy. Y dedica unas páginas a su travesía, y sus impresiones, de Las Merindades. Estamos en la guerra civil nobiliaria, ya saben: Los Pacheco, Los Mendoza, la Beltraneja, el rey Alfonso niño movido contra su padre Enrique IV… y en una esquina Isabel.
Disfruten.

VIAJE DEL NOBLE BOHEMIO LEÓN DE ROSMITAL DE BLATNA, POR ESPAÑA Y PORTUGAL
Hecho del año 1465 a 1467.
Traducción del latín por Antonio María Fabié de la Academia de la Historia.
MADRID Librería de los bibliófilos
— FERNANDO FE —
Carretera de San Jerónimo, 3
M DCCC-LXXIX (1879)
(Extraído de la copia de la Biblioteca de Toronto (Canadá))


(…) De Divaium (casi seguramente es Bilbao) á Balmaseda hay cinco millas; éste es un pueblo murado, aunque pequeño y pasa junto á él un río llamado Cadecum (Cadagua): en un espacio de cinco millas vadeamos diez y siete veces este río, en el cual nos ocurrió un caso notable (El sitio donde debió ocurrir el lance debió ser cerca de la llamada torre vieja de la Jara. El río forma allí un recodo dominado por un cerro, en el que estaba la torre hasta principios del siglo XIX, hacia 1870 era una casa de labranza y junto a ella se ven allí las ruinas de un puente que sustituiría al de madera del que habla Schaschek); hay sobre este río un puente de madera no muy largo y en uno de sus extremos una torre de bella arquitectura, en la que residen los que cobran el pontazgo á los caminantes; cuando llegamos al puente, como no habíamos pagado esta especie de tributo en ninguna parte, nos negamos a hacerlo, y los caballos que llevaban nuestros bagajes fueron tomados por los publícanos y demás gente que había en la torre, que nos quiso matar; para repeler el ataque apuntamos contra ellos nuestras escopetas (Schlopetum: arma portátil de donde viene el actual nombre); pero el Señor (Así llama siempre el cronista a Rosmithal) prohibió que se dispararan y que se tiraran flechas; porque, si heríamos a alguno de aquellos, nos matarían a todos, lo cual confesó después uno de ellos, diciendo que habían concertado, que si uno solo recibía una herida, todos moriríamos y aplicarían lo que llevábamos en nuestros cofres y alforjas para pago del pontazgo. Satisfecho este tributo nos devolvieron los caballos y recibimos las cartas preinsertas para que, si nos acontecía otra cosa semejante, estuviéramos con su protección más seguros (No es fácil determinar a cual de las cartas de reyes y príncipes se refiere el cronista, pero debe advertirse que ya entraban en territorio del Rey de Castilla, y D. Enrique IV, á la sazón reinante, no le dio carta hasta que llegaron a Olmedo y por otra parte se ve cómo las gastaban los del Valle de Mena).

Balmaseda dista de Villasana (el texto dice Villasanum) tres leguas; es éste un lugar murado en que habitan juntos y en paz judíos y cristianos; éstos comen los sábados las entrañas ó asaduras de los animales y se abstienen de otras carnes; y preguntándoles nosotros la causa de esto, nos respondieron que aquello no era carne, aunque estaba en ella. En este lugar murió el caballo en que el Señor tenía más confianza, porque le había criado y tenido mucho tiempo; el pueblo está entre unos montes, por los cuales seguimos nuestro camino, y en ellos murió otro caballo; en estos lugares encontramos por vez primera Cristianos que comían carne los sábados (El Papa había concedido bulas para esto, como más tarde concedió el indulto cuadragesimal), y en este camino montuoso empleamos trece días.

Villasana dista cinco millas de Medina de Pomar, ciudad que está á la falda de los montes y que parece que está sujeta á un Conde; pasa junto á ella un río llamado Rivo (Trueba), y se ve cerca un hermoso monasterio (Medina de Pomar pertenecía a la Casa de Velasco, Condes de Haro, los cuales tenían allí un magnífico palacio, hoy museo tras su ruina, y fundaron el convento de Santa Clara). A dos millas hay un lugar del mismo Conde, en el cual se hace sal de este modo: el agua se recoge en piscinas ó lagunas, donde se deja algún tiempo para que se cuaje y endurezca, y esta sal se pone como piedras (Salinas de Rosío).
Enrique IV
De Medina de Pomar hay siete millas á Ezernelum (Llámase Cernégula y vulgarmente Cemaula: Antonio María Fabié comenta en 1879 que está al pié de la meseta ó páramo de Villalta y sobre el camino de Burgos a Castro Urdiales construido en 1828; entre la gente vulgar se le llama el lugar de las Brujas, por ciertas consejas en que ellas figuran, y el boj abunda en aquellos montes, aunque no produce su olor los efectos de que habla el cronista); pasado este pueblo entramos en unos montes donde no crecen más árboles que bojes, y anduvimos por ellos tres días, sintiendo todos nosotros fuertes dolores de cabeza por el olor penetrante que estos árboles, humedecidos y calentados entonces por la lluvia, exhalaban, aspirando por lo tanto nosotros estas emanaciones nocivas. En estos montes hay gran abundancia de unos arbustos que llaman romero, y en estos lugares hacen lumbre con el boj y con el romero. Cernego dista de Burgos siete millas, y dos antes de llegar á esta ciudad acaba la Vizcaya y empieza España. (Aquí hay error evidente, pues nunca han llegado los límites de Vizcaya hasta donde se indica y lo que hubiera tenido que empezar hubiese sido Castilla) (…)

Esto es lo que su cronista contó de nuestra comarca, pero… ¿Quién es él?
León de Rosmithal de Blatna (denominado Barón de Rosmithal de Blatna o con caracteres especiales Rožmithal) es un noble bohemio, cuñado de Jorge de Bohemia, y conocido por haber completado en el año de 1467, un viaje documentado por Europa. El viaje se realiza desde Praga (sale el 1465) a los reinos peninsulares (1466) con una comitiva de cuarenta personas. Visita en su viaje: Renania, Flandes, Inglaterra, Castilla, León, Portugal y la Corona de Aragón, siendo recibidos por monarcas y dirigentes de estos diversos territorios. Destacamos que lo hizo en una época en que viajar era poco frecuente con grandísimas dificultades y peligros.

El objeto principal de este viaje, según en el contexto de sus dos versiones se manifiesta con mucha repetición, fue sólo conocer las costumbres de los diversos países y estudiar la disciplina militar que en cada uno de ellos se practicaba, para determinar lo que en esta parte fuese más ventajoso a la profesión de las armas, que era entonces la principal de la nobleza.

También tuvo gran influjo en la voluntad del viajero el sentimiento religioso; Deseaba ir a Compostela para hacer la romería de Santiago, por entonces casi tan importante y devota para los cristianos de Europa, como la peregrinación a Jerusalén adonde también pensó ir. Otros autores indican cuestiones relacionadas con las guerras de religión en Bohemia. Ya que cuando abandona Praga el 26 de noviembre de 1465, es un momento de convulsiones sociales y religiosas que culminaron con la excomunión del rey de Bohemia por Pío II, al defender aquel la herejía de Juan de Huss.
Dos relaciones de él nos han llegado escritas por miembros de su comitiva: Una es un llamado Schaschek, que sería uno de sus secretarios porque siempre habla con gran respeto y hasta con humildad de Rosmithal, a quien llama "el señor"; La otra es obra de Gabriel Tetzel, patricio de Nuremberg. Ambas se publicaron el año 1544. La primera se centra en lugares y distancias pudiéndose localizar la mayoría de ellos en la actualidad. Las dos relaciones de viajes se publicaron juntas por primera vez en 1844.

Rosmithal llegó a los reinos de España entrado ya el año de 1466; El año anterior había sido depuesto el rey de Castilla por los grandes, que alzaron por monarca a su hermano Don Alfonso, hallándose el reino en guerra civil. Lo primero que vio fueron las provincias Vascas y algo de los dominios del reino de Navarra, reinando Don Juan II, el cual participó en los disturbios de Castilla durante los reinados de D. Juan II y de D. Enrique IV. A su vez Navarra estaba envuelta en sus propias disputas dinásticas. Sin embargo, Rosmithal y sus compañeros se ocuparon más del aspecto del país y de sus costumbres que del estado político.
Entrando los viajeros en Castilla por la parte de Valmaseda, la primera ciudad importante que visitaron fue Burgos donde presenciaron una fiesta de toros y el cristo de Burgos y, como en otros muchos pasajes, se nota bastante confusión en lo que el compañero de Rosmithal cuenta.

En Castilla, se enfrentan a un territorio en guerra y en tal situación, se explica que los viajeros, que se desplazaban armados, encontraran con frecuencia dificultades para ser admitidos en las ciudades y villas.

Tras recorrer la península pasó por el Rosellón, Lausana, Piamonte, Milán, Venecia y Alemania. Deteniéndose en Gratz, capital del ducado de Stiria, donde estaba Federico lll con varios príncipes. Celebrándose la vuelta de Rosmithal con unas justas y armando algunos caballeros. Nota Tetzel, que el Emperador les dio vino y vituallas, pero no dineros. De Gratz fueron á Neustadt, residencia de la Emperatriz, á quien entregó Rosmithal las cartas de su hermano el Rey de Portugal, contándole lo visto, mostrándole los negros y el mono que de allí traía. Un prestamista judío les dio lo necesario para proseguir el viaje, que hubieran continuado hasta Tierra Santa, si no les hubiera negado su permiso para atravesar la Hungría el rey Matías Corvino, sucesor de Ladislao el Póstumo. Esto les decidió á volver á Bohemia entrando con gran pompa Praga, después de quince meses de viaje y de haber visitado las principales naciones de Europa.

lunes, 26 de noviembre de 2012

¡¡¿¿FRACTURA HIDRAÚLICA??!!

Se que esta entrada se escapa de la línea de este Blog pero no puedo evitar sentir que...
Quieren matarnos pero sin decirnoslo,
Quieren robarnos pero con una sonrisa,
Quieren vaciar nuestra tierra y destrozar nuestra vida y la vida de nuestros hijos.

Además, temo que, como siempre nos ocurre a los que padecemos la piel de toro, nuestros políticos no nos apoyarán. Debemos organizar la reacción y la oposición a esas empresas Norteamericanas y de otras comunidades autónomas industriosas situadas al norte cuyos acuiferos, ironias de la vida, también se contaminarían.


Campo de Aviación (Villacanes 1992)

sábado, 24 de noviembre de 2012

Tras la derrota...

En esta entrada, donde comento lo que ocurrió en Espinosa tras la derrota del ejército de Blake, recurriré nuevamente a las memorias del Abad de Pechón. Para aquellos que no las conozcan es una lectura interesante por su sentida explicación de la realidad de la guerra narrada desde la visión de una víctima y no desde la del aguerrido corresponsal de guerra. Antes describiré qué es lo que cayó encima de esta población de las merindades cuando nuestro ejército de la Izquierda hubo de replegarse.

Pensemos que Napoleón tenía muchos talentos, pero también era un condottiere nato, un emperador de soldados, que estimaba a los veteranos escaldados. Y los trataba como tiempo atrás hicieron los jefes de mercenarios. Cuando tomó el mando del desolado ejército de Italia, lo primero que hizo fue levantar el ánimo de unos soldados desarrapados prometiéndoles los «tesoros de Italia», las «llanuras más fértiles del mundo», pan, ropa y dinero.

Cuando entraron en Milán, los franceses fueron aclamados como liberadores de la opresión de los Habsburgo, pero ocho días después la población saqueada se levantó contra sus nuevos explotadores y solamente pudo ser aplacada mediante ejecuciones sumarias.

¿Pero no eran Igualdad, libertad y fraternidad? ¿El nuevo hombre surgido de la revolución que entregaban a los pueblos de la tierra? (Suena calcadito a lo que cien años después pregonarían los Comunistas de Lenin y Stalin).

Por partes, durante el siglo XVIII el saqueo, la gran pasión de los mercenarios, fue bastante reducido, a fin de que los ciudadanos pudieran trabajar y pagar impuestos. Los ejércitos eran aprovisionados regularmente desde almacenes fijos, para proteger a la población de las grandes devastaciones que habían arruinado los estados durante el siglo XVII. Bajo el mando de Napoleón, se recurrió a métodos antiguos. La guerra debía nutrir otra vez la guerra.
José I ante Cadiz (Augusto Ferrer-Dalmau)
Observemos que durante la campaña en Italia los generales franceses estaban ocupados «con llenar sus carros de munición con las riquezas de las iglesias, monasterios y castillos» y estimulaban a sus soldados seguir su ejemplo. Otro relata los pillajes crueles en España: «para nosotros era horroroso contemplar como este hermoso país era entregado entero a un saqueo desenfrenado y a la rabia de soldados borrachos, que se lavan sus manos en aguardiente y champán y cuando duermen se cubren de sagradas vestiduras». Un general escribió en 1796 a Napoleón, que sus tropas eran peor que los vándalos y que tenía vergüenza de mandar sobre tal chusma de salteadores. Desde Alemania, escribió el general Moreau: «Hago lo que puedo para manejar los saqueos, pero la tropa no recibe sus pagos desde hace dos meses y los transportes de víveres no pueden seguir nuestras marchas». Y el general Jourdan: «Los soldados maltratan el país hasta el extremo: me avergüenzo de mandar un ejército que se comporta de una manera tan indigna. Si los oficiales tratan de hacer algo, se les amenaza, e incluso se les dispara.» No olvidemos el tren de joyas, cuadros y dinero que se llevaba José Bonaparte y los suyo cuando escapaban de España.

Las tropas de Napoleón eran más rápidas que sus enemigos, entre otras razones porque renunciaban al sistema tradicional de almacenes en favor de las requisas. Los países vencidos fueron explotados sistemáticamente por la administración. Napoleón exigió contribuciones: víveres, ropa, caballos y, naturalmente, soldados. El hecho de que los franceses vencieran con relativamente pocas bajas hizo aumentar mucho la motivación de sus soldados. Pero atizó los odios de los pueblos oprimidos por él, que se rebelaron -no como última razón- por ello. Y así, los ejércitos napoleónicos tuvieron que pagar la cuenta en España y en Rusia con una guerrilla de una crueldad entonces casi olvidada.

Giremos la mirilla hacia el bueno de don Nicolás que relata con candidez cómo la noche del 10 al 11 entregó alimentos a los soldados de Acevedo y cómo se sentía seguro con la reserva almacenada que, a la postre, se llevaron los franceses.

Una vez consumado el desastre, el Abad se sorprendía del valor de los Artilleros que sostuvieron la retirada del ejército Español desde la Riva. Cuenta que entraron cuatro mil franceses en la villa y que cogieron a los heridos no evacuados y a los bisoños que se habían escondido, matándoles sin distinción de uniforme militar o vestidos de paisano. Aunque, como dije, la uniformidad no era un elemento significativo de las unidades de esa batalla., asesinaron también numerosos civiles espinosiegos y refugiados.

Estos 4.000 soldados asaltaron las casas con prisa porque perseguían al ejército de la Izquierda quedando el grueso del de Victor a las afueras de Espinosa de los Monteros.
Los franceses entraron en las casa en busca de dinero, alhajas, vino y cosas de comer, dado que las unidades napoleónicas no avanzaban con un tren de avituallamiento. Además cargaban con telas y muebles.


Cuando el resto de unidades entró en la villa, tras la rápida operación de limpieza de las primeras tropas, los soldados se distribuyeron para requisar todo lo útil al ejército francés y encontrar casa a las caballerías y sus mandos.

Don Nicolás fue informado por un oficial llamado Fournier de que las ordenes habían sido las de arrasar la villa al entender el Mariscal Victor, hospedado en la casa de Porras, que los villanos estaban armados pero que los prisioneros informaron que los civiles armados eran soldados de los batallones gallegos sin uniforme.

Lo sorprendente a nuestros ojos, llenos de leyes de guerra humanitarias (Atentos al Oxímoron), es que la gente de la época asumía que si perdían debían sufrir el inevitable saqueo por el vencedor. Y los soldados prisioneros no podían esperar clemencia alguna. Conste aquí el sufrimiento de los heridos de gravedad eliminados de cualquier manera. En Espinosa se eliminó a algunos quemándoles en la casa donde estaban. (Una muestra más de la crueldad sistemática que se aplicaría en esta guerra, por todos).

Tampoco se estilaba eso de respetar las creencias del derrotado, su cultura y demás. Cuenta Nicolás que la iglesia de Santa Cecilia estaba ocupada por soldados que se jactaban de actuar sacrílegamente con figuras y elementos del culto. Curiosamente es la misma acusación que unos 130 años después se aplicaría contra el teóricamente ejército legítimo de la segunda República Española.

Finalmente el día 14 por la mañana los franceses abandonaron la villa camino de Reinosa. Napoleón, desde Burgos, buscaba cerrar la bolsa sobre el ya ejército de La Romana usando a Victor, Lefevbre y Soult.
Como nota de orgullosa humildad don Nicolás Barquín relata la falta de valor de su hermano ante un herido español tirado en el monte que no podía moverse de cintura para abajo y que logra espantar a todo un Montero de Cámara y Guardia de S.S.M.M. quien se había alejado de la villa para “proteger” a su madre, hermanos y criados en el valle de Soba. Se puede entender que el nuevo monarca, receptor legítimo de la corona según la mentalidad del antiguo régimen, no los llamase a su servicio y permaneciesen en Espinosa sin empleo ni sueldo. (¿Y unirse a las guerrillas?)

Para el 25 de Noviembre habían regresado la mayoría de los vecinos pero cuando entraron en Espinosa doscientos Húsares de la caballería de Holanda y otros tantos Dragones hubo una nueva desbandada.

Como puntilla indica que de entre los valientes que permanecieron en la villa durante los días posteriores a la batalla pocos pasaron la frontera del año 1810. Quizá por miedo, hambre, edad…

Cuando la provincia de Burgos se entendió tomada para el rey José I se dispusieron contribuciones para el sostenimiento de esta causa y sus ejércitos. Espinosa debió dar 200 vacas puestas en Burgos que con el tiempo se cambió a 6.000 reales ordinarios, aunque cada Mariscal Francés que entraba en Burgos solía forzar contribuciones extraordinarias para el sostenimiento propio y de sus tropas.

Por último mención a dos Espinosiegos que participaron en la batalla encuadrados en sus respectivas unidades:
  • Don Clemente Madrazo Escalera: Subteniente del regimiento de Hibernia. En 1833 era Coronel del 2ª de Ligeros y en 1838 se encontraba con los Carlistas con el grado de Brigadier.
  • Don Ildefonso Gil: Sargento Primero del Regimiento de Hibernia y que en 1844 era Montero de Cámara de S.M. la reina Isabel II.







lunes, 19 de noviembre de 2012

Espinosa de los Monteros: Unidades 1808

Hoy toca analizar la situación de las unidades que participaron en Espinosa de los Monteros. Veremos cómo era el ejército al que pertenecían, cómo se organizaron algunas de las unidades de voluntarios que no dudaron en defender España y morir por ella en Las Merindades (para que luego la tierra que absorbió su sangre sea un polígono industrial y cueste recordarles) y la teórica uniformidad de las tropas.

Abróchense los cinturones y sírvanse un café porque despegamos.

Primero, para dar profundidad a la explicación de cómo llegaron los ejércitos españoles a 1808 (y a Espinosa de los Monteros) debemos describir su situación alejada de los perfiles de panda de cuatreros mejicanos de película de vaqueros como nos describen los Anglosajones. Aun así, durante el siglo XVIII los Borbones habían desarrollado unas fuerzas militares desproporcionadas para lo que un pequeño país como España, con una débil base económica, era capaz de mantener: la Real Armada y el Ejército Real no se adecuaban en tamaño a las posibilidades económicas de la nación, y de ahí venía parte de su mala situación. En 1807 se destinaban más de 362 millones de reales para sostener el Ejército Real y 409 millones para la Real Armada.

En cuanto al elemento organizativo, en 1808 en España no se había adoptado el novedoso cuerpo de ejército creado por Napoleón. Por las malas vías de comunicación peninsulares se había mantenido la más reducida organización divisionaria. La accidentada orografía no permitía la facilidad de movimientos ni de suministros que exigía un cuerpo de ejército, teniendo la división más flexibilidad en el orden táctico y el logístico. Cuando se reunían varias divisiones de infantería bajo un solo mando, al conjunto se le llamaba "ejército" (equivalente español al cuerpo de ejército francés). Las divisiones españolas tenían pocos efectivos y eran, en armamento, material, organización y disciplina muy inferiores a las francesas.

En 1808 el Ejército no disponía de un organismo específico dedicado a su mantenimiento. La Real Hacienda nombraba los intendentes militares necesarios que recibían el mando sobre la Administración Civil Provincial y Municipal en aquellos territorios sobre los que se acantonaban o actuaban las tropas. Cuando el ejército se movía por zonas ya arruinadas por el paso de otras tropas, o por comarcas montañosas y poco habitadas (o avanzaba y retrocedía con demasiada rapidez) el sistema fallaba estrepitosamente condenándole al hambre y al desabastecimiento.

Respecto a la capacidad de movimientos, el Ejército no disponía de un sistema de transportes militarizado. El mismo se basaba en tres sistemas que se ajustaban económicamente con empresarios o particulares civiles: los "bagajes" que se tomaban gratuitamente de pueblo en pueblo, las "brigadas de Carros y las "brigadas de Mulas". La deficiencia crónica de ganado hacía que los cuerpos militares carecieran de capacidad para llevar con ellos los víveres y municiones necesarios para poder operar con eficacia y rapidez en campaña, condenando a las tropas a estar mal alimentadas y aprovisionadas en el tipo de guerra de rápidos movimientos que imponían las tropas imperiales. (Como vemos un ejercito mal pensado, en un país mal organizado)

LA INFANTERÍA

La Infantería regular, la sufrida protagonista de la Guerra de la Independencia en el bando español, estando razonablemente instruida y equipada al comienzo del conflicto. Como escasa enseñanza de la Guerra de la Convención, cada una de las cuatro compañías del batallón español dispone de 8 tiradores (32 en total por batallón), pero sin ningún oficial al mando, y sin estar encuadrados en una unidad orgánica específica. Estos pocos infantes ligeros se verán siempre impotentes para hacer frente a la compañía de voltigeurs con sus mandos (140 hombres) de que dispone cada batallón francés de línea (es esta batalla nuestra se encargaron de ir eliminando oficiales de entre los soldados bisoños). Además, la creación de hasta 305 nuevos regimientos y batallones de "voluntarios" por las Juntas Patriotas durante la guerra obligaría a incorporar como oficiales a gran cantidad de mandos subalternos y jóvenes hidalgos carentes de los conocimientos indispensables y la práctica para ejercer el mando. Ello ocasionaría una rápida merma en la calidad y disciplina de las fuerzas españolas.

LA ARTILLERÍA

La Artillería estaba dotada de una preparada oficialidad, con una alta instrucción impartida en el Real Colegio Militar de Segovia. El Cuerpo estaba equipado con armamento de calidad del sistema Gribeauval. Sin embargo, se resentirá por la escasez de ganado de tiro y por seguir el transporte de sus piezas sujeto a la contrata de arrieros civiles. Todo ello tendrá como consecuencia el que nunca será capaz de alinear en el campo de batalla un número suficiente de piezas, siempre inferiores a las que les presentaba el Ejército imperial.

LA CABALLERÍA

Sabido es que la Guerra de la Independencia no fue la guerra de la Caballería española. Con una crónica escasez de caballos debido a las penurias económicas, carecía de consistencia como arma operativa. Tras el primer año y medio de guerra muchas batallas se habían perdido por su debilidad. La falta de caballos de gran alzada y la ausencia del uso de protecciones como las corazas y cascos para el jinete hacían que los regimientos de línea no pudieran equipararse, ni mucho menos hacer frente en combate, a la caballería imperial.

ESTRATEGIA Y TÁCTICA

Las técnicas de combate en vigor en 1808 estaban ancladas en los sistemas prusianos de medio siglo antes y anquilosados por décadas de instrucción mecánica. Los coroneles de cada regimiento continuaron disponiendo a su parecer de las normas tácticas a seguir. Manuel Godoy era consciente de la necesidad de renovar el adiestramiento táctico de la infantería española. La aplastante victoria de Bonaparte sobre el Ejército prusiano el 14 de octubre de 1806 causó una gran inquietud en el alto mando español, y los trabajos para que el Ejército español adoptara la nueva táctica francesa se aceleraron.

(Vamos, que estábamos servidos).

Veamos ahora la forma en que vestían los soldados. La uniformidad de la época napoleónica se caracterizaba por los uniformes del tipo “Ave del Paraíso” donde los colores militares no eran el caqui o el “mimetizado” sino azulones, rojos, blancos y verdes.

Además eran ecológicos ya que se trataban las telas con tintes naturales. Este pequeño dato hacía que en cuanto comenzaba el uso perdiesen color. Los uniformes sufrían más que los ejemplos de anuncios de detergentes: Suciedad, polvo, lluvia, sol…

Quizá por ello el gobierno cambiaba las ordenanzas de uniformidad en intervalos temporales breves incluso para los cánones de hoy. Esta variación llevaba a que un mismo batallón, compañía o regimiento tuviese varios tipos de uniformes diferentes para el mismo tipo de soldados. ¡Incluso se llegaba al reciclado de uniformes!

Para más INRI una vez empezada la guerra esto empeoró. Según Vicente Alonso diplomado en Heráldica Militar y Vexilología: "La principal característica de los uniformes españoles en la Guerra de la Independencia es que no existían". La Guerra fue inesperada y se levantaron en armas el doble de hombres de los que conformaban las tropas regulares y, por supuesto, los hombres se vistieron como pudieron. Además, a aquellos que sí tenían uniforme, no les duró toda la Guerra. Se aprovechó todo, incluso los uniformes de los franceses (Así nació la primera división de coraceros Españoles, cuando derrotamos a los franceses en Tarragona en 1809 y se apropiaron de las corazas de los cadáveres del ejército enemigo). Los ingleses aportaron sus uniformes y al final de la guerra se hizo una relación de los uniformes para saber cómo vestía cada regimiento y se hizo un reglamento nuevo para todas las tropas regulares. La indumentaria establecida en ese momento, nació como mezcla de las influencias inglesas y francesas. Piensen con ello que en nuestra batalla de Espinosa la colección de vestuario diverso en el lado patrio resaltaría frente al azul galo.

Pero no es solo una cuestión de colorines sino que, el uniforme, sirve para la regularización del mando y para mantener la disciplina.

Como muestra de la situación les cuento lo que les ocurrió a los soldados de Acevedo para uniformarse y cual era la situación en Asturias, en este tema. Así cuando la Junta General de Asturias, constituida en Junta Suprema de Gobierno, declara la guerra a Francia el 25 de mayo de 1808 el único uniforme militar conocido en el Principado era el que, en teoría, debería usar por aquellas fechas el Regimiento Provincial de Oviedo, cuyo vestuario quedó fijado por el Reglamento de 19 de julio de 1802. Pero en la práctica, debido a la carencia de recursos de toda índole que desde antaño venía padeciéndose, los soldados del Provincial, salvo la oficialidad, no llegaron a vestirse con el uniforme reglamentado en 1802.

Por otro lado, el uniforme de la Ordenanza de 15 de abril de 1805 tampoco parece probable que se usase el Regimiento Provincial de Oviedo. Sabed que en 1808 aún quedaban regimientos de Infantería de Línea que no habían recibido los uniformes establecidos en 1805, por lo que se daba la particularidad que al principio de la Guerra coexistieran unidades vestidas con uniformes de estándares distintos.

Pero queda la posibilidad de que los 400 hombres del Regimiento Provincial de Oviedo llegaran a beneficiarse del vestuario remanente del extinto Regimiento de Nobles que se encontraba depositado en el cuartel de Milicias desde el año 1796. El uniforme era idéntico, en su forma y hechura, al modelo aprobado en 1794 con carácter general para la Infantería de Línea y Ligera. (Y con ello estaríamos con uniformes de 14 años antes).

Otro uniforme conocido por los asturianos durante aquellas jornadas era el del Primer Batallón del Regimiento de Hibernia que, procedente de Bilbao, se había presentado en Oviedo para sofocar una rebelión del Principado de Asturias.

Debido a las dificultades por las que atravesaba el Principado, el 18 de junio de 1808 la Junta Suprema de Asturias solicita a Gran Bretaña el suministro de 40.000 cartucheras o cananas con sus respectivos correajes, 20.000 mochilas, 10.000 sables de infantería, 10.000 pares de zapatos y 20.000 camisas. Además, por si esto fuera poco, pide que todos los prisioneros españoles que se encuentran en Inglaterra se devuelvan armados y vestidos. ¡Y respondieron positivamente! Enviaron al puerto de Gijón diversos pertrechos de guerra, entre los que se encuentran 12.000 «espadas de moda nueva». Y en relación con el vestuario necesario para equipar a los regimientos del recientemente constituido «Ejército Defensivo Asturiano», el 7 de julio de 1808 el procurador general del Principado, D. Álvaro Flórez Estrada, en comunicación remitida a John Hunter (cónsul británico en Gijón), solicita a Gran Bretaña la confección de 24.000 uniformes completos para vestir a otros tantos hombres. El vicio de pedir continuó con la solicitud de 600 cajas de guerra con sus respectivas baquetas y correas.

El 13 de julio, Lord Castlereagh, secretario de la Guerra y Colonias, anuncia el envío lo pedido y de 6.000 sombreros redondos (chisteras) con sus escarapelas, medio millar de ollas de campaña y veinte maletines de instrumental quirúrgico. Este suministro permitía equipar a unos 10.000 hombres con unos complementos de uniforme que, en la práctica, resultaba imposible manufacturar en el Principado por la carencia de materia prima. Pero no uniformes.

Ante la demora de Gran Bretaña en dar una respuesta a la petición de la confección de los 24.000 uniformes la Junta Suprema de Asturias considera la perentoria necesidad de vestir a las tropas. Obviando la imposibilidad de ajustarse a la ordenanza de 1805 se optó por el paño pardo (color oscuro de la lana en su estado natural), por resultar el más económico, el de más fácil y rápida elaboración en los telares artesanales de Asturias. Para cuello, vueltas, vivos y otros adornos, se utilizaba paño de color rojo que, aún resultaba fácil conseguir.

La tropa de los regimientos creados durante los meses de junio y julio de 1808 sólo disponía de un uniforme, incompleto para la mayoría. Como prenda de cabeza, se utilizaba el gorro de manga o cuartel, el sombrero redondo, así como cualquiera otro que hubiese en la casa del soldado, en el que se colocaba una escarapela del color de la divisa nacional (encarnado).

Los jefes, oficiales, sargentos y cabos, incluso soldados, de los regimientos Provincial de Oviedo e Hibernia (que sirvieron de plantel para formar los cuadros de mando de los cuerpos de nueva creación) conservaron, en su mayoría, el uniforme del cuerpo de procedencia y la oficialidad de nuevo ingreso vestía idéntico uniforme que la tropa. Este caso ilustra cual era, a grosso modo, la situación nacional.

Mención especial merece, y ya lo he anticipado, El Batallón Literario de Santiago. Es curioso y digno de destacar la epopeya de los estudiantes de Santiago y su batallón literario. En Galicia, cundió rápidamente el ánimo patriótico y siguiendo el ejemplo de Asturias, el 30 de mayo (festividad de San Fernando), surge en La Coruña un movimiento popular que plantea varias demandas: Que ondee la enseña nacional en los lugares acostumbrados y el regreso del Regimiento de Navarra a La Coruña, entre otras. A las que el Capitán General Filangieri, temeroso de que la reacción popular pasase a mayores, accede. Aquella misma tarde se forma en LA Coruña una “Junta de Armamento y Defensa” que al día siguiente pasa a denominarse “Junta Suprema Gubernativa”. Este movimiento se extiende rápidamente por toda Galicia y al mismo tiempo que se decide la creación de una nueva Junta que represente a todo el Reino, se pasa aviso a las tropas destinadas en Oporto para que regresen a sus cuarteles y se comisiona a Don Francisco Sangro para que, en representación de la Junta, se desplazase a Gran Bretaña a solicitar la alianza y apoyo de la corona inglesa contra los franceses.

A este estado de fervor patriótico, no es ajena la Universidad de Santiago y, haciendo público el acuerdo tomado en su claustro y la convocada por la Junta que presidía el arzobispo Muzquiz, se determina formar un “Cuerpo Militar Literario de la Universidad de Santiago”. A este llamamiento responden inmediatamente los estudiantes, que se encuadran en 6 compañías de 168 cadetes con un total de unos 1.200 hombres (con jefes, oficiales y suboficiales), que compondrán los efectivos del “Batallón Literario de Santiago”. El 23 de Junio es nombrado coronel de este Batallón, Don Juan Ignacio Armada Caamaño, V marqués de Santa Cruz de Rivadulla y el día 25 del mismo mes, la Junta Suprema de Asturias le otorga el titulo de Brigadier. Después de unas semanas intensivas de instrucción en armamento y evoluciones, el 18 de julio el Batallón Literario, incorporado al ejército gallego del General Blake. Serán siempre recordados por su sombrero de copa.

Tras la derrota de Espinosa de los Monteros los últimos en retirarse con el fin de cubrir el repliegue de sus compañeros, fueron los estudiantes del Batallón Literario de Santiago, conservando su bandera el portaestandarte José Dionisio Valladares. El valor de estos estudiantes gallegos quedó escrito con su sangre en el campo de batalla: de los 1.200 que habían salido de Santiago solo 178 se retiraban de Espinosa.

A continuación procedo a presentarles las principales unidades participantes y su indumentaria.

ESPAÑOLES
Regimiento de Infantería de Línea REY, Nº 1
La tradición sitúa su nacimiento en el año, 1248, de ahí su título Inmemorial, como continuación de la Banda de Castilla formada por Fernando III el Santo durante el sitio de Sevilla. La realidad lleva su creación al 10 de septiembre de 1634 organizado como coronelía de la Guardia del Rey por el Conde-Duque de Olivares de la que él mismo se nombró Maestre de Campo. Destinado a la Guardia del Rey, perdió esta prerrogativa en 1662. En 1668 se le denominó Tercie de Infantería Provincial de Sevilla, popularmente Tercio de los Morados por el color de su uniforme. Por Reales Ordenes de 7 y 17 de enero de 1766 Carlos III le ratificó sus privilegios y le dio su actual denominación de Regimiento de Infantería Inmemorial del Rey nº 1. En 1808 estaba en Madrid.
Regimiento de Infantería de Línea LA CORONA Nº 5 Creado el 27 de febrero de 1566 por el Maestre de Campo Don Pedro Padilla se trasladó inmediatamente a Nápoles donde en 1567 se le denominó Tercio Nuevo de Nápoles. Con el cambio, de dinastía fue convertido en 1704 en Regimiento de la Mar de Nápoles y en 1718 cambió su nombre por el de Regimiento de la Corona nº 7. Aunque no sufrió cambios orgánicos si cambio su número; en 1741 el 6, en 1749 de nuevo el 7 y en 1769 el 5 con el que se encontraría en Bailén en 1808.


Regimiento de Infantería de Línea ZAMORA Nº 7 Se creó el 30 de abril de 1580, para hacer valer los derechos de Felipe II sobre la Corona de Portugal, con naturales de la provincia de Zamora como Tercio de Bobadilla, al ser su Maestre de Campo Don Francisco Arias de Bobadilla. Combatió en Flandes desde 1585 con varias denominaciones y en 1710 fue replegado a España donde se le fusionó con el Regimiento de Zamora levantado en 1704 pero considerando como Cuerpo original al Tercio de Bobadilla. En 1769 recibió el número 7 del Arma. En 1808 se encontraba en Dinamarca, integrado en la división del norte.



Regimiento de Infantería de Línea SEVILLA Nº 11
Recogió el historial del Tercio de Infantería de la del Mar Océano, creado en 1657 para la guerra contra Portugal. En 1707 al tomar los Tercios las denominaciones de regimientos, recibió el nombre de Regimiento de Infantería Sevilla. En 1808 se encontraba en El Ferrol, desde donde salió para participar en los combates.

Regimiento de Infantería de Línea ZARAGOZA Nº 14 Creado en 1579, su primer Maestre de Campo fue Gabriel Niño de Zúñiga de quien recibió su primer nombre: Tercio de Niño. En 1580 participó en la campaña de Portugal al final de la cual recibió el nombre de Tercio Departamental de Portugal. En 1593 se le denominó Tercio de Infantería Española de la Ciudad de Lisboa, abreviadamente Tercio de Lisboa. Tras participar en 1653 en las campañas de Cataluña e Italia absorbió al Tercio del Conde de Humanes y en 1698 al de Lucas de Espinosa. Durante la Guerra de Sucesión combatió en la Península, Cerdeña y Sicilia y al acabar ésta fue reorganizado y denominado Regimiento de Infantería Lisboa nº 4. Entre 1718 y 1769 cambió varias veces de número y en 1791 cambió el nombre y número para recibir el de Regimiento de Infantería Zaragoza nº14, por que el Ayuntamiento de esta ciudad, donde estaba de guarnición, costeó su reorganización. Cuando se inició la Guerra de Independencia se encontraba en Oporto, integrando el ejército franco español de ocupación; de allí pasó rápidamente a Galicia para combatir contra los invasores.


Regimiento de Infantería de Línea Toledo Nº 16 Creado en Madrid como Tercio de Vera por ser D. Diego Fernández de Vera su primer Maestre de Campo; el 21 de enero de 1664, debido a la gran cantidad de bajas sufridas en el sitio de Extremos tuvo que ser reorganizado con naturales de la provincia de ToIedo por lo que recibió el nombre de Tercio Provincial de Toledo. Tras participar en las campañas de Cataluña cambió su nombre en 1694 por el de Tercio Provincial de los Azules Viejos debido al color de sus casacas. Combatió en Italia durante La Guerra de Sucesión y recibió en 1707 el nombre de Regimiento de Infantería Toledo nº 5 con el que combatió en Almansa y Villaviciosa. Durante el siglo XVIII recibió diversos números y combatió en Cuba, Puerto Rico, Río de la Plata, La Florida, Orán, Menorca y Pirineos Occidentales. Guarnición fija de la ciudad de Toledo, al comenzar la Guerra de Independencia sus tres batallones se encontraban, con el nº16, destinados en Galicia.



Regimiento de Infantería de Línea MALLORCA Nº 17 Creado el 13 de mayo de 1622 bajo el mando del Maestre de Campo D. Pedro Fernández de Navarrete con el nombre de Tercio Nuevo de la Armada del Mar Océano participó en los combates de Orán y Ceuta durante el siglo XVII. Iniciada la Guerra de Sucesión recibió en 1704 el nombre de Regimiento Nuevo de la Armada y del Océano, aunque se le conocía como Tercio de de Santa Cruz por el nombre de su Coronel. La reforma de 1718 lo denominó por primera vez Mallorca y le dio el número 14 del Arma. Participó en la campaña de Italia de 1743, en Sudamérica, hasta 1772, en la Guerra de Independencia Norteamericana con la toma de Pensacola, en Oran de 1790 a 1791, en la Guerra del Rosellón contra Francia de 1795 y en la de Portugal en 1801. En 1808 se incorporó a la Guerra de independencia desde Portugal, donde estaba acantonado, participando de forma destacada combates.

Regimiento de Infantería de Línea LEÓN N.º20 Se organizó en La Coruña en 1694 bajo el mando del Maestre de Campo D. José Vélez de Cosío con el nombre de Tercio Provincial Nuevo de León; en 1695 pasó destinado a Navarra desde donde se trasladó a Barcelona para participar en la Campaña de Cataluña. Fue reorganizado en Galicia en 1698 con el nombre de Tercio de los Amarillos nuevos y en 1704, con la guerra de Sucesión, cambió su nombre por el de Regimiento Provincial de León participando en los combates de Portugal, Castilla y Cataluña. Fue trasladado a Ceuta en 1720 para defender la ciudad y estuvo destinado en la Península, 1724, Mallorca, 1727, de nuevo África, 1732, e Italia, 1735. Participó en la guerra de los Pirineos y su tercer batallón fue hecho prisionero en la rendición de San Sebastián. En 1808, al comenzar la Guerra de Independencia se encontraba en Portugal desde donde se trasladó a Vigo.

Regimiento de Infantería de Línea NAVARRA N.º 24 Se creó en 1705 para la Guerra de Sucesión como Regimiento de Mencos y tuvo como primer Jefe al Mariscal de Campo D. Francisco de Mencos; incorporando a la unidad el historial del Regimiento del Condestable de Navarra creado en 1632. En 1707 cambió su nombre por el de Regimiento de Navarra y un año después se denominó Regimiento de Infantería de Navarra con el que llegaría a la Guerra de Independencia. Participó en las tres Campañas de Italia, la defensa de Ceuta en 1753, todos los hechos de armas de la segunda mitad del siglo XVIII y la guerra con Portugal en 1801.


Regimiento de Infantería de Línea ARAGÓN N.º 25 Se creó en Zaragoza el 6 de julio de 1711 por orden de Felipe V bajo el nombre de Regimiento de Aragón y con personal voluntario para participar en la Guerra de Sucesión, dándosele el mando al Coronel D. Manuel de Soda y Antillón. En 1718 participó en la primera Campaña de Italia, en 1732 en la reconquista de Orán, entre 1743 y 1746 de nuevo en Italia, en 1775 y 1790 en Ceuta; en 1741, 1762 y 1782 en América y en 1793 en la Campaña de los Pirineos contra los franceses. Al comenzar la Guerra de la Independencia se encontraba en la Península.

Regimiento de Infantería de Línea HIBERNIA Nº 37.En Nuestras fuerzas armadas hubo tropas irlandesas de manera habitual desde el siglo XVI. Durante los siglos XVII y XVIII la presencia de fuerzas irlandesas se fue incrementando hasta el punto de contar durante el siglo XVIII con una brigada completa. Según el estado militar de 1808, los regimientos irlandeses tenían la misma composición y fuerza que los españoles, tres batallones, con una fuerza total de 1.008 plazas en tiempos de paz y 2.256 en tiempos de guerra. A principios del siglo XIX la mayor parte de los componentes de estos regimientos habían nacido en España, si bien eran hijos o descendientes de irlandeses, siendo fácil encontrar entre la oficialidad del ejército apellidos como: O'Donell, O´Neal, Kindelan, Evans o Lacy.

1º Batallón de Voluntarios de Infantería Ligera de Cataluña.Los Batallones de Infantería Ligera estaban organizados según la orden de 26 de agosto de 1802 firmada en Zaragoza en 12 batallones, cada uno de ellos tenía seis compañías y una plana mayor.

Se creó en 1762 para combatir en la guerra con Portugal a las órdenes del coronel don Miguel Boix. Tras la guerra quedó establecido en Cataluña para cubrir la frontera con Francia y la costa mediterránea. En 1807 participó en la expedición española a Dinamarca.

2º Batallón de Voluntarios de Infantería Ligera de Cataluña.Creado en 1762 por idénticos motivos se puso al mando del coronel don José Veciana. Tras la guerra había de tener un batallón en Pamplona y otro entre Fuenterrabía y San Sebastián para cubrir la frontera con Francia



Batallón de Voluntarios de Infantería Ligera de Gerona.Creado de igual forma que el anterior en el año de 1792 como Regimiento de Voluntarios de Gerona, fue su primer jefe el coronel don Francisco Martí. Participó en la campaña de los Pirineos.

Batallón de Infantería Ligera de Navarra Se creó para reforzar las unidades de Infantería Ligera por orden de 26 de agosto de 1802 en la región de Navarra con seis compañías de 136 hombres cada una y una plana mayor.

Los Dragones de Almansa.Los dragones aparecieron en España en la primera el siglo XVII. Originalmente eran simplemente infantería montada, que tenía como ventajas la movilidad y poder responder con velocidad y agilidad en labores de defensa de posiciones o de ocupación de puntos estratégicos. Su armamento era por esta razón el arcabuz y más tarde el fusil, del que los regimientos de dragones tuvieron en España un modelo diferenciado hasta 1889. Algunos regimientos, como el Tercio de Dragones de Scheldon, creado en 1684 y años después denominado regimiento de Dragones de Pavía, todavía existen (hoy 4º Regimiento de Caballería Ligera Acorazada) y otros como Numancia (los jinetes de las calaveras de plata) están entre los más famosos de nuestro ejército.

Aunque no eran infantería, en un principio la caballería los despreciaba, si bien poco a poco se fueron aproximando a los jinetes de línea, pero en 1808 todavía había alguna diferencia y tanto en su armamento -fusil, en vez de carabina- como en su uniforme -polainas en lugar de las pesadas botas de los jinetes de línea-los dragones tenían una personalidad diferenciada, que se veía a primera vista, por el uso de característicos uniformes amarillos desde principios del XVIII.

Durante el reinado de Carlos IV, los dragones sufrieron multitud de cambios que afectaron a su organización y a sus uniformes. En 1796 había ocho regimientos uniformados de amarillo, como era tradicional, pero en 1800 el uniforme cambio al verde. La reforma de 1803 fue más lejos y suprimió el instituto en su totalidad, pues sus regimientos fueron convertidos en húsares y en cazadores. En 1805 reaparecieron con uniformes otra vez amarillos, con barras y vueltas rojas para todos los regimientos y el cuello y la solapa diferentes para cada uno. Todos llevaban en el cuello como emblema un sable y una rama de laurel cruzados en hilo blanco -tropa- o plata -oficiales-. Los ocho regimientos eran Rey, Reina, Almansa, Pavía, Sagunto, Villaviciosa, Numancia y Lusitania y contaban con 5 escuadrones de 670 hombres y 540 caballos.

Los dragones de Almansa estaban en 1808 destinados en Dinamarca y en realidad aún conservaban el uniforme de cazadores.

Las Milicias Provinciales.
Los 43 Regimientos de Milicias Provinciales eran considerados como una reserva permanente del Ejército Real y en caso de guerra debían proporcionar los individuos necesarios para completar sus plantillas. Cada uno de ellos tenía un solo batallón compuesto de cinco compañías de las que una de ellas era de Granaderos y las otras cuatro de Fusileros. Las compañías de Granaderos estaban agrupadas en cuatro divisiones de dos Batallones cada una. La 1 º División se' encontraba en Castilla la Vieja, la 2º en Castilla la Nueva, la 3º en Andalucía y la 4º en Galicia.

Excepción eran las Milicias Provinciales de Mallorca que estaban agregadas al Regimiento de Infantería de Borbón y las de Canarias; con dos Regimientos en Tenerife, uno en Gran Canaria y otro en la isla de la Palma; que dependían del Comandante General de las Islas.

Entre 1808 y el1 de junio de 1810 se disolvieron 12 Regimientos. Los 30 restantes, Ecija había sido absorbido por Burgos, perdieron su condición de Provinciales y pasaron a considerarse batallones de Infantería de Línea.

Los uniformes eran blancos igual que los de la Infantería de Línea con cuello, puños y pechera rojos para todos. Los botones llevaban el nombre de cada uno de ellos grabado y servían para identificarlos.


FRANCESES.

Infantería de línea.

Teóricamente todos vestían el mismo uniforme, diferenciándose tan solo por el número regimental que debería figurar en la placa del chacó y en los botones. Chaco o morrión cilíndrico con visera y placa delantera en forma de rombo, con un águila estampada y el número del regimiento a sus pies. Casaca azul con cuello y vueltas rojas, solapas abiertas y forros blancos con vivos rojos y botones dorados. Calzón blanco y polainas negras. Para las compañías de voltigeurs cuello amarillo con vivo rojo y charreteras verdes, y para las de granaderos morrión de pelo, o chacó con galones rojos, y charreteras rojas. Completaba el uniforme un capote, prenda no aprobada hasta el 25-IV-1806. Los oficiales en campaña solían usar el “hombres surtout hombres”, o casaca sin solapas, y con una fila de botones en su delantero.

Infantería Ligera.

Su uniforme era similar al de la infantería de línea, pero con las solapas azules y acabadas en punta, sus botones y placas plateadas, y las vueltas acabadas en punta.


Relación de unidades participantes:




Los Zapadores de España:






Bibliografía:
  • Revista “Ristre” y “Ristre Napoleónico”
  • Revista “Desperta Ferro”
  • ARHCA Asturias.
  • Revista "Researching and Dragona"


sábado, 10 de noviembre de 2012

Dos días para Recordar: Espinosa de los Monteros y Napoleón (10 y 11 de Noviembre de 1808)

La situación histórica es la presente: Napoleón a colocado en el trono español a su hermano José I Bonaparte en función de carambolas abdicatorias. Tras los sucesos del Dos de Mayo, una parte del Ejército español que desea la restauración de Fernando VII derrota en Bailén al Ejército francés, que avanzaba contra Cádiz. Estos, debilitada su posición, abandonan Madrid y trasladan sus posiciones al norte del Ebro, instalándose en Vitoria. Napoleón toma medidas: Asegura la estabilidad en la frontera rusa y convoca a todas las naciones europeas que ha conquistado para que le proporcionen soldados, con los que refuerza el núcleo central de su Ejército, que se ha enseñoreado en pocos años media Europa.

Ya que uno de los participantes en la batalla es el General Acevedo (y unido a él Rafael de Riego) les referiré algunas notas sobre los Asturianos y las causas de su presencia. Así tras la llegada a Asturias de las noticias del Dos de Mayo, la Junta General del Principado se declara soberana al no acatar a las nuevas autoridades, y declara la guerra a Francia. En muchas capitales de provincia se van constituyendo juntas que se suman a la insurrección antifrancesa. Como es preceptivo, quien declara la guerra debe disponer de un Ejército para oponer al contrario. Las juntas provinciales convocan, a tal fin, «alarmas» en el ámbito de sus territorios, mediante las que consiguen alistar a varios miles de voluntarios para la milicia: son campesinos, obreros y estudiantes. En todas las capas sociales y en todas las profesiones, el entusiasmo patrio hace hervir los corazones de ímpetu guerrero. En Asturias, más de 8.000 de estos entusiastas acuden a la llamada, olvidándose de que enfrente tendrán al mejor Ejército del momento.

Pero… ¿De verdad pensaba napoleón que con una triquiñuela jurídica y colocando en el trono a uno de sus hombres, en este caso su hermano, sería suficiente para que todo en mundo se cuadrase para recibir órdenes? Sí. Porque eso era lo que ocurrió en el resto de los paises conquistados. La reacción virulenta de los Españoles no fue la norma. Incluso hoy en día continua una dinastía influida por el “pequeño corso”: La dinastía Bernadotte, instaurada por el general francés Jean Baptiste Jules Bernadotte. Por cierto, país que intentó invadir en 1808 con las tropas españolas de La romana, entre otras.

Con estos soldados populares y los restos de guarniciones que han conseguido escapar al control de los franceses, se aglutina el llamado Ejército de la Izquierda, que, capitaneado por el general Joaquín Blake, se despliega por Galicia, Castilla, León y la cornisa cantábrica. A este Ejército se le encarga -tras la oleada de entusiasmo que viene de Bailén- desalojar a los gabachos de Vizcaya y de Guipúzcoa para, luego, adentrarse en Francia por Hendaya.

Y se producen movimientos de tropas en Hendaya, pero no en el sentido previsto por los mandos españoles, ya que son los franceses del general Lefèbvre los que cruzan la frontera en dirección a Bilbao, de donde desalojan a Blake, el 1 de noviembre. El general Blake peleó todavía en Güeñes el 7 con sus lª y 2ª Divisiones y la de Vanguardia, después de la acción de Valmaseda (5 de noviembre); pero ante la superioridad numérica del enemigo y la falta de subsistencias, decidió aquella misma noche retirarse definitivamente desde sus acantonamientos de Valmaseda, Sopuerta y Orrantia, efectuándolo con bastante orden el 8, pero con un nuevo y rudo combate sostenido por las fuerzas situadas en el primero de dichos puntos para proteger el movimiento. Los franceses acometieron con decisión; y aunque el grueso del ejército de Galicia o de la Izquierda entró en la tarde del 9 en Espinosa de los Monteros, como aquellos le acosaban de cerca, determinó el general español hacerle frente en dicho punto, a pesar de las desfavorables circunstancias en que se encontraba.

Las tropas del General Lefèvre llegan cabreadas por un curioso incidente: los asturianos han asaltado un convoy apoderándose de los efectos personales del propio general; además, los franceses consideran al marqués de la Romana un traidor y quieren darle una lección. El marqués manda la mejor división española, la única que puede presumir de tener amplia experiencia en combate y que, además, conoce a la perfección el modus operandi de los franceses, a cuyo lado han combatido en las campañas del norte de Europa. Les indico que el ejército de la Izquierda se ha visto reforzado por la división del Marqués de la Romana, a la que buques ingleses trajeron de Dinamarca y le han desembarcado en Santander ese mismo día 10 de Noviembre.

¿La Romana? ¿Blake? ¿No creen que son demasiados gallos para tan poco corral? Según nuestro conciudadano D. Nicolás Barquín Arana, Blake era hombre reservado y taciturno que, sabedor de que la Junta Central le iba a sustituirle en el mando del Ejército de la Izquierda por el marqués de la Romana, decide jugar su última baza sobre los crecidos trigales de Espinosa.

Blake situó sus tropas del modo siguiente: La División asturiana del general Acevedo (diez batallones) a la izquierda, ocupando la altura de Las Peñucas o Peñuelas; a su costado la lª División (siete batallones) y la de Reserva (cinco batallones), ésta detrás de aquella, a cargo de sus respectivos jefes D. Genaro Figueroa y D. Nicolás Mahy ; más a la derecha, ocupando en el valle lo más abierto del terreno, el general Riquelme con la tercera (nueve batallones), y a continuación, en el alto de la Riba, junto al actual polideportivo, parte de la vanguardia de Don Gabriel de Mendizábal , con seis piezas a cargo del capitán de Artillería D. Antonio Roselló , enfilando el camino•de Quintana de los Prados, por donde debían presentarse los imperiales. La 2ª (Martinengo); la del Norte (ocho batallones) mandada por el conde de San Román , algo avanzada, ocupando el alto del Ataque, y cubriendo su flanco derecho la 4ª (nueve batallones) bajo las órdenes de Portago, que apoyaba este costado en el río Trueba. Las posiciones eran excelentes y bien elegidas, y la fuerza de los españoles escasamente de 21.000 combatientes.

El mariscal Victor , que se había unido en Valmaseda al mariscal Lefebvre , se separó de éste en La Naya para seguir tras de los nuestros, mientras el segundo se dirigía a Villarcayo, deseosos de acabar entre ambos con Blake, ya que tenían el encargo del emperador de frapper ferme (según Gómez de Arteche); y a la una de la tarde del 10 se dejó ver la vanguardia imperial, compuesta de la división Villatte, desembocando del pueblo de Quintana. Esta atacó sin demora, ni esperar la llegada de las divisiones Ruffín y Lapisse que le seguían, acometiendo sobre la marcha nuestra derecha la brigada Puthod, al paso que la otra brigada mantenía en jaque el centro e izquierda. Los franceses ganaron fácilmente el bosque que había a la diestra de la línea española, rechazando las avanzadas de la División del Norte; pero cuando, saliendo dél arbolado, trataron de conquistar el alto del Ataque, todos sus esfuerzos se estrellaron ante el brío con que los defendieron la posición los regimientos de la Princesa y Zamora, dando brillantes y repetidas cargas a la bayoneta para contener el empuje de sus valientes adversarios.

Las otras dos divisiones enemigas apoyaron a su llegada el ataque emprendido; mas a pesar de todo, reforzada la División del Norte por el general Blake, que viendo el peligro que corría, acudió personalmente al sitio del combate con la 3ª División y parte de la reserva, el enemigo fue siempre rechazado, terminando la pelea a la caída de la tarde con una carga general de nuestras tropas, que obligó a retroceder a los franceses hasta el bosque, bajo los solemnes y victoriosos acordes de las músicas de todos los regimientos que defendían la posición. («luchamos en una selva», dejó escrito un soldado francés). Esta primera parte de la batalla, tan favorable a los españoles, costó a los contrarios más de 2.000 bajas; pero aquellos pagaron su triunfo con la pérdida de dos de sus mejores jefes: el brigadier-coronel de la Princesa D. Joaquín Miranda y Gayoso, conde de San Román y marqués de Santa María del Villar, herido mortalmente en una ingle al dar una carga a la cabeza de su regimiento (Transportado en un carro de municiones a Cervatos, tuvo al día siguiente que internarse en la sierra huyendo de los franceses, y falleció tres días después en el pueblo de Suco, en cuya iglesia fue sepultado. Su espada se conserva en el Museo de Artillería, bajo el número 1.909), y el brigadier de la Armada D. Francisco Riquelme, muerto también al dirigir los ataques de la 3ª división, de la que formaban parte los batallones de Marina, que se distinguieron notablemente.

Don Nicolás Barquín recuerda: «En un solo campo de dos carros de yerba en Campo Carrales, hallamos muertos como unos sesenta granaderos bávaros (que tenían el pelo atado en coleta)». La noche no consiguió ocultar la desolación: en las casas de Espinosa, en la iglesia parroquial de Santa Cecilia, se amontonan los muertos y los heridos. Don Nicolás es testigo del drama: «Vi expirar a dos oficiales jóvenes, el uno como de 20 años, cuyas últimas palabras fueron: ¡Ay, madre...!, y en cuanto volví la cara para dar rienda a las lágrimas que insensiblemente me asaltaron, ya otros soldados heridos le habían despojado de todo». El futuro abad de Pechón describe apesadumbrado los ayes y quejidos de aquellos desgraciados que, sin poder esperar socorro alguno, «maldecían su fortuna, su patria, su general y la tierra que pisaban, mientras que otros, con ánimo decaído, se entregaban en brazos de la misma muerte». Arteche indica que encendieron hogueras y las tropas gritaban a los franceses lanzando vivas a Fernando VII y vanagloriándose de su victoria.

Blake estuvo ya poco acertado. La unidad de las tropas era ficticia. Según algunos autores, hay unidades que, amparadas en la oscuridad, abandonan «a la francesa» el escenario de la contienda. El aprovisionamiento era muy deficiente. Los soldados, mal equipados, pasan hambre y siguen sin recurso alguno, pues los vecinos de los pueblos inmediatos habían huido, espantados de los horrores de la guerra, sin dejar tras de sí solo miseria y hambre, ni aún los heridos pudieron recibir el más pequeño alimento; por otra parte, los franceses, superiores en número, pues pasaban de 25.000, no era presumible desistiesen de su propósito con sólo el descalabro parcial que habían sufrido, pudiendo además ser apoyados por las tropas de Lefebvre, no muy distantes. El general español hubiera obrado con gran cordura levantando por la noche el campo sigilosamente para emprender la retirada a Reinosa, y el no hacerla así fue causa de la derrota que sobrevino el siguiente día. Mucho se discute sobre las razones de Blake. Hemos citado su orgullo herido pero esto no explica la colocación de su ejército, con el río a su espalda y las duras tropas francesas al frente. Para algunos historiadores esto solo es posible si lo que se espera es una batalla resolutiva y la persecución del enemigo en busca de su exterminio. ¿Qué le hizo pensar así? La victoria parcial del día 10 de Noviembre de 1808 y su carácter, porque este general nunca reorganizó un frente de batalla.

En el lado francés, la situación es diferente. A última hora de la tarde del día 10 se incorporan a sus filas nuevas divisiones frescas.

Se refuerza nuestra derecha, y las tropas restantes de la línea en los mismos puestos que ocupaban la víspera. Pero de madrugada, sigilosamente, Victor colocó una fuerte división en una posición elevada, frente al ala izquierda española (la división de Asturias) que, cuando las primeras luces disipan la niebla, observa con estupefacción cómo la nueva y ventajosa posición francesa les ha dividido en dos partes imposibilitadas de juntarse. Por la derecha, Victor ha colocado una división al otro lado del Trueba y empuja por el centro a unas tropas que, debilitadas por el cansancio y las deserciones nocturnas, van poco a poco cediendo.

Hicieron esto al considerar este alto asturiano como la llave de la posición. El Mariscal Francés encargó el ataque la brigada Maison, de la división Lappisse, que embistió con gran arrojo a la División asturiana. Trabado combate los españoles llevan la peor parte. Acevedo rechazó al principio la acometida con sus descargas cerradas y ataca las líneas francesas pero el general Maison sitúa una línea de tiradores que harán fuego sobre la oficialidad con el ánimo de descabezar a los voluntarios de Asturias. Pronto cae el mariscal de campo D. Gregorio Quirós, traspasado de dos balazos, muerto desde su caballo tordo sobre el que arengaba a la soldadesca. Acevedo que acudía a todos los debilitados puntos de sus líneas, cae a su vez. Está herido en la cabeza y ha perdido la vista. En ese momento, su Ayudante Rafael del Riego prosigue luchando y defendiendo a su jefe mientras organiza la retirada. Ordena colocar a Acevedo en una carreta y, a su lado, se alejan del frente.

Hago un inciso para relatar la muerte del General Acevedo, por lo alejado de la “caballerosidad” que uno se imagina entre la oficialidad en aquellas guerras. Riego se retira escoltando a su superior, integrado en el convoy de heridos, llegando al campo del Mercadillo, a la entrada de Quintaniellas (Reinosa-Santander) y en las proximidades de Aguilar. Cuando ya se suponían a salvo, Riego observa caballería francesa y ordena que el general Acevedo sea montado sobre una mula y así poder internarse en la espesura del monte. A poco son interceptados por Cazadores franceses al mando del coronel Tascher que depende del mariscal Soult (que vienen de la parte de Burgos), los soldados españoles huyen y quedan los heridos con Riego defendiendo a su jefe. Desarmado por sus enemigos, observa que la actitud peligrosa es para su General. Riego les pide que lo traten como un prisionero gravemente herido. Pero el general Acevedo es acribillado a bayonetazos, o a sablazos según otros autores, hasta que le dejan muerto y destrozado su cadáver. La misma suerte corren otros heridos del tren de refugiados. El Capitán D. Rafael del Riego , es conducido prisionero a los depósitos franceses. Salvó su vida en este incidente sorprendentemente sin daño físico alguno.

Los franceses consiguieron así su objeto, pues los Voluntarios de la Universidad de Oviedo, viéndose privados de su jefe carismático, cedieron, pudiendo el enemigo coronar en breves momentos las alturas de la izquierda. Parece extraño el uso de “francotiradores” pero era acertado dado que privando a la división asturiana de los jefes y oficiales, únicos militares profesionales de la unidad, desarticulan sus bisoñas tropas voluntarias. En la batalla caen también el comandante general de la División, el jefe de Escuadra D. Cayetano Valdés y otros distinguidos oficiales como D. Joaquín Escario y D. José Peón.

Hacia las doce de la mañana de aquel viernes otoñal (irónicamente la festividad de San Martín), el colapso del Ejército español es total. Entonces Blake ordenó la retirada a Reinosa, dado que el centro y derecha estaban amenazados de ser envueltos, y habían empezado también a mostrarse inquietos por tener a su flanco y al frente al enemigo por lo cual hubo que abandonar en el paso del río Trueba las seis piezas de Roselló, quien había protegido hasta aquel instante el movimiento de la reserva de Mahy. El desorden fue ya general y la dispersión completa, dejando atrás pertrechos, muertos y heridos, los españoles se desparraman por los montes dejando la villa de Espinosa a merced de los franceses. La situación fue tal que no se llegaron a reunir en Reinosa más de 12.000 hombres; sin embargo, el número de muertos (Contáronse entre ellos los oficiales de Ingenieros, capitán D. Juan Francisco Azpiroz y el teniente D. Dionisio López.), heridos y prisioneros no fue de consideración por la prontitud con que abandonaron el campo las tropas de Blake.

Se distinguió en la confusión de la derrota el sargento de Regimiento de Hibernia Ildefonso Gil, que salvó la bandera coronela de su regimiento, arrebatándola de las manos de los franceses cuando ya se vanagloriaban con dicho trofeo. (Para conmemorar este hecho de armas se creo una Cruz de distinción semejante a la de Albuera con sólo la diferencia del nombre y cinta, que era de color rojo, con filetes en los cantos y lema: "Fernando VII. Espinosa").

No paró aquí la desgracia del ejército de Galicia. El mariscal Soult, apenas hubo derrotado al de Extremadura en Gamonal corrió desde Burgos a ponerse a espaldas de Blake para cortarle la retirada, ignorando aún el resultado de la batalla de Espinosa, lo que obligó al poco afortunado caudillo, acosado por todas partes, a continuar precipitadamente a través de las montañas, sin otro alimento que maíz y castañas, hasta León, donde hizo entrega del mando de su ejército (El 24 de noviembre tenía todavía un efectivo de 15.930 soldados y 508 oficiales.) al marqués de La Romana, el cual experimentó todavía nuevos disgustos y sinsabores en su retirada a Galicia en unión con el ejército británico del general Moore.

Diversas fuentes locales cuentan que los Voluntarios Asturianos supervivientes regresaron a su tierra y, sin orden ni disciplina, se dedicaron al saqueo, con el pretexto de que lo que ellos bebieran y derramaran no lo tomarían los franceses, que ya habían entrado en Unquera. O sea, que los que parecía que marchaban a una fiesta regresaron derrotados y como depredadores.

¿Y en Espinosa? Los robos, crímenes, hambres, privaciones y demás miserias a los que los vencedores sometieron a los espinosiegos a partir de este momento son minuciosamente relatados por don Nicolás Barquín: «Varios ancianos de más de 80 años fueron alcanzados por los franceses y pasados a bayonetazos cerca del campo de San Sebastián», recuerda desolado el abad de Pechón, que contempla también cómo «la iglesia estaba llena de soldados, toda ya destrozada; unos tocaban flautas y bailaban delante del altar mayor, mientras que otros echaban al suelo retablos y santos, haciendo grande algazara cuando éstos se hacían pedazos o quebraban la cabeza, y los oficiales me decían: "Mira, a la Matre du Dieu cortar pescuezo"». Recuerden que en esa época no existía la convención de Ginebra.

La batalla de Espinosa se considera una de las más funestas de la Guerra de la Independencia. El balance final en la batalla de Espinosa fue desolador: 5.333 hombres perdidos, 252 muertos, 507 heridos, 83 contusionados, 111 prisioneros y 4.400 desaparecidos.

Según fui informado por los voluntariosos miembros del Museo de La Batalla de Espinosa de los Monteros, no consta la participación de Montero alguno en la refriega.

Para aquellos que las descripciones bélicas les resulten pesadas les adjunto un buen vídeo sobre esta Batalla realizado por los chicos de Manu-Militari.



A continuación disfruten de la biografía de algunos de los mandos participantes en la Batalla:

Españoles:

Joaquín Blake y Joyes. De ascendencia irlandesa, nació en Málaga el 19 de agosto de 1759, y era hijo de Agustín Blake y de Inés Joyés. Sentó plaza de Cadete del Regimiento de Infantería América 34, el 10 de enero de 1774 cuando aún no contaba 15 años de edad. Nombrado el 18 de septiembre de 1775 Subteniente de Fusileros, a propuesta del Inspector Conde de O'Reilly dada su especial aplicación, y diversidad de conocimientos, dominaba además del español, las lenguas inglesa, francesa, irlandesa y alemana, latín y griego. En 1777 se le designó Maestro de Cadetes. Asiste, en 1780, al bloqueo de Gibraltar y en 1781, participa en la ocupación de Mahón siendo nombrado Subteniente de Granaderos el 13 de julio de 1781. Unos meses después, el 1 de marzo de 1782 alcanzó el grado de Teniente. Firmada la Paz de Versalles en 1783, se traslada nuevamente a la Península y el 27 de junio de 1784 se le nombra Teniente con destino de Profesor en la Academia de Cadetes del Puerto de Santa María. Asciende a Teniente de Granaderos con fecha 9 de junio de 1787 y vuelve al Regimiento de América 34, donde era Ayudante Mayor, y es Capitán el 12 de agosto de 1791.

Al crearse el Regimiento de Voluntarios de Castilla fue ascendido a Sargento Mayor, esperando como así fue, que los adiestrase con premura y pudiesen pasar al Rosellón. En 1795 ascendería a Teniente Coronel del nuevo Regimiento de Cazadores Voluntarios de la Corona. Alcanzada la paz pasa con su regimiento a Barcelona, ascendiendo al grado de Coronel el 4 de septiembre. En 1796 esta de guarnición en Gerona, y posteriormente va al Ejército de Observación de Extremadura. En 1797 destinado en Cartagena y en 1799 en la isla de Mallorca. Al mando siempre de su regimiento, pasa en 1801 a la guarnición de Galicia. Incorporado su regimiento a las tropas que mandaba el Marqués de la .Solana, el 20 de mayo de 1801 pasa la frontera de Portugal, hallándose en la acción de Yelves, y el 30 en la toma de Monforte. Asciende a Brigadier en 1802. El 25 de septiembre solicita el retiro y el empleo de coronel efectivo con fecha 18 de octubre del mismo año.

En 1804 fue destinado a cubrir las defensas costeras de Galicia, situando su cuartel general en Ares, en las cercanías de El Ferrol. En 1805 embarca en Ferrol en la escuadra de Gravina, asistiendo por tanto al combate de Trafalgar. En 1806, con los restos de su regimiento lo reorganiza en Ferrol y en 1807 su regimiento es incorporado a la división del General Taranco, en su avance en Portugal. Iniciadas las operaciones iniciales contra los franceses, vuelve con sus tropas a Galicia, y a su paso por la Coruña, la Junta Suprema de la provincia, le nombró Cuartel-Maestre General del Ejército de Galicia, ante la retirada hacia Astorga que hizo el Capitán general Antonio Filangieri, el 20 de junio de 1808 fue ascendido al grado de Teniente General. Careciendo de caballería fue incorporado a las tropas del General Cuesta, por lo que hubo de participar el 13 de julio en la batalla de Rioseco.

Tras la derrota Blake se retiró a Benavente y de allí a los montes del Manzanal y Fuencebadón, por donde fue reorganizando las tropas y en agosto marchó a Cantabria y Vizcaya en persecución de los franceses. En estas acciones, ocupó Bilbao y el 4 de noviembre en Valmaseda derrotó a Villate, al que hizo 40 prisioneros y tomó dos cañones y dos carros de equipajes. Con sus lª y 2ª divisiones fue a Güeñes, luchando contra las numerosas tropas de Laval y Sebastiani, debiendo abandonar ante la diferencia de potencial de ambos bandos. El l0 de noviembre se enfrentó en Espinosa de los Monteros, a unos 25.000 franceses al mando del mariscal Víctor. Derrotados los españoles, se retiró a León.

En la campaña de Aragón, se enfrentó a los franceses, en Alcañíz, el 23 de mayo, derrotándolos ampliamente. Luchó en María y Belchite con desigual fortuna, trasladándose al frente de Cataluña, introdujo víveres y refuerzos en la asediada guarnición de Gerona, permaneciendo en esta atención hasta finales de 1809, en que solicitó licencia para ir a Málaga a reponerse de sus achaques. No pudo hacerlo, pues a medio camino recibió orden de reorganizar el Ejército del centro, a consecuencia del desastre de Ocaña. El 25 de abril cesó en este mando por haber sido nombrado Inspector de Infantería y Milicias, pasando a la Isla de León, nombrándole el 26 de mayo Jefe del Estado Mayor General.

El 20 de octubre de 1810 fue designado por las Cortes Generales Extraordinarias, Individuo y Presidente del Consejo de Regencia, continuando en la jefatura Superior del Estado Mayor. El Gobierno le puso al mando de un cuerpo expedicionario que iría en refuerzo del General Castaños. Participó en la memorable batalla del 16 de mayo de 1811 en la Albuera. Por los méritos adquiridos allí fue ascendido a Capitán General. A continuación es designado para el mando de Valencia y Murcia, enfrentándose al mariscal Suchet, al que logró detener un tiempo ante el castillo de Sagunto, pero que hubo de abandonar y retirarse a Valencia, donde fue derrotado el 9 de enero de 1812, y fue hecho prisionero en Valencia y permanecería encerrado en el castillo francés de Vincennes hasta el año 1814 en que regresó a España. El 28 de abril de 1815 fue nombrado Director General del Cuerpo de Ingenieros. Fue nombrado Decano del Consejo de Estado, hasta que abolido el sistema constitucional, fue perseguido y desterrado de la Corte, prohibiéndole residir en Málaga, ni a menos de 30 leguas de cualquier costa, por lo que se residenció en Valladolid. Agravados sus achaques en noviembre de 1823, solicitó el pasar a los baños de Cestona, lo que le fue denegado, y agravándose su enfermedad, falleció en Valladolid el 27 de abril de 1828.

Vicente María de Acevedo y Pola (Vigo, 1726, Reinosa, 1808) fue un militar que luchó en la Guerra de la Independencia Española con el rango de general. En el levantamiento de Asturias contra los franceses en mayo de 1808 fue nombrado vocal de la Junta de Gobierno y general en jefe de las tropas de Asturias. Se incorporó al Ejército que actuaba en Vizcaya y se distinguió en las batallas de Valmaseda y de Espinosa de los Monteros donde cayó gravemente herido. Asesinado días después por la caballería francesa.

Nicolás Mahy
Nicolás Mahy. nació en Madrid en 1757. Ingresó en los Guardias de la Real Persona en diciembre de 1770, pasando por todos los empleos. En junio de 1791 es nombrado Coronel hallándose en la campaña del Rosellón, alcanzada la paz seria nombrado en 1803, Gobernador militar y político de la provincia de Tuy, hasta que en 1808 se le encomienda el mando interino de la División de Reserva del Ejército de Galicia. Fue ascendido en su Cuerpo a Brigadier del Ejército en mayo de 1809. Fue también Comandante General del Ejército del Norte y Principado de Asturias y Costa de Cantabria. Posteriormente se encargaría de la Capitanía General de Galicia. Hasta el nombramiento del general Mendizábal, protagonizó las responsabilidades en el Ejército del Norte. Fue nombrado Capitán General de la isla de Cuba en 3 de marzo de 1821 y falleció en su destino de La Habana, el 13 de julio de 1823.

Don Francisco Riquelme y Ponce de León nace en la ciudad de Jerez de la Frontera por el año de 1765. Era de familía noble y acomodada, contándose en ella con varios marinos. Sentó plaza de guardiamarina el día catorce de enero del año de 1779, en la Compañía del Departamento de Cádiz. En sus prácticas de navegación, realizó navegaciones por el Mediterráneo y el Caribe. Realizando el corso en la escuadra de don Antonío de Ulloa por las aguas de las islas Terceras y proteccíón a las Flotas de Indias.

Al terminar sus estudios, se le otorgó el grado de alférez de fragata y pasó embarcado como oficial subordinado al navío Feníx, que pertenecía a la escuadra de don Juan de Lángara. Con ésta se encontró en el combate naval del cabo de Santa María, el día diecíséis de enero del año de 1780 en el que se enfrentó contra a la escuadra británica al mando del almirante Rodney, en la que resultó hecho prisionero, siendo canjeado poco tiempo después.

Al reincorporarse al servicio, fue asignado a la escuadra del mando de don Luís de Córdova, siendo ésta destinada a la expedición que conquistó la plaza de Mahón, participando muy activamente en la toma del castillo de San Felipe. Regresó y se incorporó al bloqueo de Gibraltar. Participó en el combate de cabo Espartel donde ascendido al grado de alférez. Después de éste combate, realizó un viaje a Puerto Rico y a la Habana, embarcado en la urca Santa Justa, del cual regresó a Cádiz embarcado en la fragata Santa Rosalía. Fue ascendido el día veintiocho de abril del año de 1787 al grado de teniente de fragata. Al ser firmada la paz con el Reino Unido, se le destinó a la escuadra al mando del general don Juan de Lángara, pasando a embarcar en el buque insignia de ella que era el navío Conde de Regla. Fue ascendido al grado de teniente de navío el día diecisiete de enero del año de 1792.

Al declararse la guerra contra Francia, se une a la escuadra británica del almirante Hood y a la española del mando del general don Francisco de Borja, arribaron a la base francesa y el día veintisiete de agosto desembarcó la tropa y tomó el puerto, arsenal, fortalezas y plaza. La plaza fue contraatacada por el ejército revolucionario francés, estando al mando del general Dugommier y entre sus jefes un joven comandante de Artillería llamado Napoleón Bonaparte. Por los hechos realizados fue propuesto para su ascenso por méritos de guerra siéndole otorgado el grado de capitán de fragata el día tres de enero del año de 1794.

En el mes de marzo del año de 1795, se le otorgó el mando de la fragata Santa Lucia. Desplazado a las Filipinas realiza distintas comisiones a China y Bengala. Regresa en 1802 y se le otorga el grado de capitán de navío. Vino una época de trasbordos y cambios, con los que efectuó cruceros sobre las costas de la península, y en misión de corso contra las regencias norteafricanas, así como a la constante tropelías de los británicos, permaneciendo en esas comisiones hasta la declaración de guerra de nuevo a los británicos, siendo en el año de 1805 cuando se le ordenó trasbordar a otro buque. A principios de este año se le nombró segundo comandante del Santa Ana. Y Trafalgar. Por la Real Orden del día nueve de noviembre del mismo año de 1805 se le ascendió al grado de brigadier. Sobrevino la invasión napoleónica, se hizo a la mar con rumbo a Ferrol, donde al arribar ordenó desembarcar a todos sus hombres y se incorporaron al ejército de Galicia del general don Joaquín Blake. Incorporado a éste ejército, en su ala izquierda se pusieron en camino, librándose el combate de Espinosa de los Monteros, el día once de noviembre del mismo año de 1808, estaba a la cabeza de una de las divisiones del ejército, en el enfrentamiento cayó mortalmente herido quedando su cuerpo sobre el mismo campo. La Armada quiso perpetuar su memoria, en el Panteón de Marinos Ilustres, por lo que se colocó en el muro de la quinta capilla del Este, donde se encuentra el mausoleo del general Armero, una lápida recordándole.

(Como se puede observar, en la inscripción se le cambia el nombre de Francisco, por el de Joaquín. No entendemos el porqué de este error, a no ser, que llevara los dos nombres como ocurre con otros muchos y se eligiera el más familiar).

Gabriel de Mendizabal Iraeta: Nació en Vergara, el 14 de mayo de 1765, fue bautizado en la parroquial de San Pedro Apóstol y era hijo primogénito de Manuel Joseph Mendizábal Elcoro, y de Juana Xaviera Iraeta Ibarra. Por hallarse su padre destinado en el Departamento de Cádiz, a los 19 años sentó plaza en el regimiento de España, conocido como el Tercio de los Verdes, obteniendo posteriormente plaza de Cadete en la Escuela Militar del Puerto de Santa María (Cádiz), en la que el 14 de junio de 1785, fue promovido al grado de Subteniente. Encuadrado en su regimiento, participó en el sitio de Orán hasta su conclusión, donde tan pronto comenzó a destacar en las descubiertas que hizo frente al enemigo.

Fue destinado a la guerra del Rosellón, donde interviene en diversas acciones recorriendo la geografía fronteriza pirenaica, desde Rosas hasta Tolosa, durante las campañas entre 1793 al 1795. En Tolosa precisamente recibió una importante herida en el costado izquierdo, ascendiendo al grado de Comandante del Batallón de Voluntarios de Guipúzcoa. En 1794 sufrió la derrota de Irún, después de la cual las Juntas Extraordinarias le nombraron Comandante de los Ejércitos Nacionales. Su regimiento es enviado en 1798 a El Ferrol, con objeto de tenerlo disponible para embarcar en uno de los navíos que se enfrentarán a los británicos formando parte de la flota franco-española. Por R. O. De 26 de agosto de 1802 se creó el batallón de Infantería ligera "Voluntarios de Navarra nº 12" que se puso bajo el mando de Mendizábal y se iba a organizar en Burgos. En octubre obtiene el ascenso al grado de Coronel y finalizada la formación del regimiento, marcha con él hasta la plaza fuerte de El Ferrol, participando en las acciones de los días 20 de abril y en la expedición al norte de Portugal.

Iniciada la guerra de la Independencia, se incorporó con su batallón a la 3ª división del Ejército de Galicia, mandada por el general De Jado Cagigal, tomando parte el 14 de julio de 1808 en la batalla de Rioseco y en octubre asciende a Brigadier, con antigüedad del 25 de julio. También se halló en la toma de Bilbao y en la acción del 12 de octubre, así como en las siguientes operaciones de los días 26, 27, 28 Y 31 de octubre en los combates de Zornoza, Durango, Sodupe y Valmaseda; continuadas con los encuentros del 7 y 8 de noviembre en Gueñes, Sopuerta y Orrantía, que culminarían en la jornada del 10 al 11 de diciembre, en Espinosa de los Monteros.

En enero del 1809 está Mendizábal con sus hombres por Puente Domingo Flórez persiguiendo la caballería del general Franceschi a quien hizo retroceder hasta El Bierzo. En marzo participa en la acción de Villafranca del Bierzo, y posteriormente y hasta el 15 de abril en la defensa del puente de Piquín y en la batalla de Lugo, donde recibió dos balazos, por lo que en reconocimiento de su actuación, el 23 de marzo le fue concedido el ascenso a Mariscal de Campo. Incorporado ahora al Ejército de Castilla, toma parte en la retirada de Alba de Tormes (Salamanca), destacando nuevamente el 28 de noviembre al frente de sus tropas, contra el general Kellerman, durante la cual por tres veces rechazó la caballería francesa, siendo ascendido por estos méritos en fecha de 5 de enero de 1810, al grado de Teniente General (años mas tarde, el R. D. de 13 de julio de 1843, significaría un nuevo reconocimiento de su acción, nombrándole Conde del Cuadro de Alba de Tormes).

Tras el fallecimiento del marqués de La Romana, Mendizábal le sustituyó en el mando de Extremadura, y debido al desarrollo del sitio y pérdida de la plaza de Olivenza, 22 de enero de 1811, achacándole que al haber enviado tantos soldados de refuerzo, la plaza hubo de entregarse al escasear los víveres. Su mala racha se cebó con él, pues el 19 de febrero sufrió otro duro revés en la acción de Santa Engracia, al desoír el consejo del prudente Wellington, que le indicaba se mantuviese inmediato al fuerte de San Cristóbal, fortaleciendo su posición al amparo de las trincheras, hasta que llegasen a socorrerles. Mendizábal no previó las numerosas tropas enemigas, ni vigiló los vados, por lo que los franceses llegaron con comodidad a través del Guadiana y del Gévora, y aunque Mendizábal resistió con sus hombres apoyados en la Atalaya, formados en dos grandes cuadros, finalmente los cuadros fueron abiertos con la consiguiente dispersión de los soldados, quedando no menos de 800 bajas españolas entre muertos y heridos, además de unos 3.000 prisioneros. Mendizábal se refugió en la plaza de Elvas, a donde también acabaron llegando muchos de los dispersos.

Fue separado del mando y se le abrió un sumario. Solicitó ser incorporado como simple soldado, cosa que le concedieron las Cortes, y así le encontramos luchan de soldado el 16 de mayo de 1811 en la batalla de Albuera, en la que se distinguió, por lo que la Regencia le regaló un sable de honor. Más tarde fue rehabilitado y se le encomendó el mando del 7º Ejército. Durante la campaña de 1813 estaba al mando de la 2ª división del Norte, atacando el 11 de febrero en el camino de Santoña a la brigada de Palombini, a la que tomó prisioneros y bagajes, aunque después hubo de tener un segundo encuentro del cual se retiró sin bajas, llevándose todo lo logrado anteriormente.

Contribuyó a la liberación de Tolosa, obligando a los franceses a abandonar la plaza el 26 de junio. El 10 de abril fue herido en la batalla de Tolouse. Siendo el jefe de la División Vascongada, dirigió la gloriosa jornada del 31 de agosto de 1813 en Irún, en que los franceses pensando socorrer a sus compañeros de la plaza de San Sebastián, cruzaron el Bidasoa el 31 de agosto, antes del amanecer, por los vados entre Hendaya y el puente destruido del camino real, que cubría el IV Ejército español o de Galicia, a las órdenes del general Don Manuel Freire, apostada la IIIa División en los campos de Sorueta y Enacoleta, parte de la va en las alturas de San Marcial y la VIIa en Irún y Fuenterrabía, formando la primera línea, y en segunda o reserva una división británica a espaldas de Irún, la división de Don Francisco de Longa y dos brigadas de la IVa a retaguardia de la derecha, dos brigadas inglesas en la sierra de Aya, y otra portuguesa en unas alturas entre Vera y Lesaca. Entre el mes de agosto de 1814 y el 9 de marzo de 1820, fue incorporado al Consejo Supremo de la Guerra.

En 1821 fue designado Comandante General de Pamplona, y en 1822 le fue conferido el mando del 4º Distrito militar, y en agosto paso de Cuartel a Burgos, y desde allí a El Puerto de Santa María. Fue depurado en 1826 y en 1833 se traslado de Cuartel a Madrid. Desde 1815 estaba en posesión de la Gran Cruz de San Fernando, y en 1819 se le concedió la Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo. Obtuvo también el título de Conde de Astorga. Estaba en posesión también de varias menciones declarándole Benemérito de la Patria, y era Caballero de la Orden de Calatrava. En 1834 fue nombrado Presidente del Tribunal Supremo de Guerra y Marina, obteniendo su presidencia en junio de 1835. Falleció en Madrid el 1 de septiembre de 1838.

Antonio Roselló y Larraondo, era Capitán en 1808, mandaba la batería en la batalla de Espinosa, 10 de noviembre, y se distinguió en la de Puente de San Payo el 8 de Junio de 1809. En Enero de 1821 era mariscal de campo y gobernador militar de Pamplona.

Joaquín Miranda Gayoso (Conde de San Román) nace en 1756 Pontevedra. Hijo de Pedro Manuel Miranda Omaña y Trelles, coronel del Regimiento Provincial de Pontevedra y conde de San Román, y María Joaquina Gayoso de Aldao y Araújo. Además de Joaquín, dos de sus hermanos, también cuentan entre los historiales brillantes de la Infantería española de su tiempo. En 1794 participa en los combates contra los franceses en el Valle del Baztán. Va con grado de teniente coronel con los Cazadores provinciales de la División de Galicia. En 1795 se casa con Mª del Pilar Sebastián y Raón, sin títulos ni propiedades conocidas. Asciende a brigadier y es destinado al Regimiento de la Princesa. Destacadas intervenciones del Regimiento de la Princesa en acciones de guerra combinadas con las milicias provinciales en Ferrol, Vigo y Pontevedra. No sólo contienen los ataques ingleses. Sufren éstos sonados contratiempos. Manda su Regimiento el conde de Orgaz, pero sabemos por un observador directo de los acontecimientos (Pedro Agustín Girón, futuro marqués de las Amarillas, secretario particular a la sazón del legendario general Castaños, también presente) que su verdadero artífice ya era el conde de San Román. “Un militar pontevedrés muy acreditado”. El conde de San Román mandará ya en 1806 el Regimiento de la Princesa. Sigue éste de cuartel en Pontevedra. Su hermano, Pedro Miranda, teniente coronel. Bajo su mando, el Regimiento de la Princesa sale de Pontevedra para incorporarse a la Expedición napoleónica que va manda el marqués de La Romana. Tras el levantamiento en España estas unidades abandonarán el campo napoleónico con ayuda de la flota británica. Aquí el conde de San Román fue elevado a la condición de lugarteniente del marqués de La Romana. Tenía 52 años. Como tal, al pasar La Romana a Londres y Coruña, Joaquín Miranda fue el encargado de finalizar el traslado de las tropas. Incorporado su regimiento a la vanguardia del Ejército de Galicia, cae en Espinosa de los Monteros.

RIEGO, Rafael del Nació en Tuña, en la Casa de la Torre, conocida como "La Chamborra", un día 7 de abril de 1784, le fueron impuestos los nombres de Rafael José María Manuel Antonio. Rafael recibiría una esmerada educación y sería destinado a formar parte de la Milicia. Además se empaparía de las ideas liberales de su tiempo.

Será Guardia de Corps el 23 de mayo de 1807 y formaría parte de los que participaron en el motín de Aranjuez patrocinado por el príncipe Fernando un 17 de marzo de 1808. Tras el 2 de mayo huye hacia Segovia, y llega a Fuente Coca donde se hallan sus tíos y donde le facilitan medios para llegar a Asturias pero en Villalpando (Zamora) es retenido por los patriotas al suponerlo espía de los franceses. Un franciscano que había estado en Tineo, le reconoce y logra que le dejen proseguir su viaje.


Rafael de Riego
En Oviedo se prepara la División asturiana del general Vicente María de Acevedo, que distribuida en dos Brigadas, una al mando del Mariscal de Campo Gregorio Bernaldo de Quirós y la otra por Cayetano Valdés Flórez (tío de Riego). El día 8 de agosto es nombrado Riego, Capitán de Infantería del Regimiento de línea de Tineo, agregado en calidad de Ayudante en el Estado Mayor del general Acevedo y dirijense al punto de reunión convocado por el General en jefe, Joaquín Blake.

Ocurren las acciones de Durango, Quintana y Valmaseda y el 10 de noviembre se encuentran en Espinosa de los Monteros enfrentados a unos 25.000 franceses al mando del Mariscal Victor. Se retira co Acevedo y, tras la muerte de este, el capturado y llevado a Francia. Allí Riego se influye aún más de las ideas de libertad, igualdad y fraternidad, e inició una relación con masones y otros prisioneros de diversas nacionalidades con lo que su espíritu se abría a las más opuestas ideologías. Durante cinco años vagó por los depósitos de prisioneros de Dijón, Macón y Chalons-Sur-Saone. En este último transcurrirá su vida entre 1811 y su fuga del 8 de enero de 1814, en la que logra cruzar la frontera con Suiza, de donde pasa a Alemania y unido a otros españoles embarcan en Rotterdam con rumbo a Plymounth (Gran Bretaña) donde había un depósito que regulaba los traslados a España.

Desembarca en La Coruña, en 1814, y jura allí la Constitución ante el General Lacy, a la sazón Capitán General de Galicia. Su entusiasmo declina al ver la situación del país en manos de Fernando VII. El 16 de agosto de 1814, es nombrado Capitán del Regimiento de Infantería 20 de línea de la Princesa. El 6 de febrero siguiente le otorgan la Medalla de oro de Sufrimiento por la Patria, creada el año anterior para premiar a los militares que hubiesen padecido cautiverio en Francia.

Riego realmente no había podido combatir a Napoleón debido a su obligado retiro militar, por ello cuando las naciones europeas se agitaron con la nueva llegada de Bonaparte desde la isla de Elba con ánimo de ocupar nuevamente el Trono, se apresta nuestro Capitán para incorporarse a las tropas con las que las potencias europeas del momento formarían un frente común presentando un ejército aliado para su defensa. Por España el general en jefe sería nuevamente Castaños, el capitán del Riego se presentaría voluntario a formar en él. El 7 de junio de 1815 se le nombrará Adjunto al Estado Mayor de Castaños, sin embargo el rápido desenlace del acontecimiento le privaría de entrar en liza.

La situación política se torna más absolutista y los liberales buscan como romperla. La esperada oportunidad surge con el ejército destinado a engrosar el ejército de Buenos Aires compuesto por unos 22.000 hombres. Su Comandante en Jefe era el general Enrique O'Donell, conde de La Bisbal. Los conspiradores fueron sorprendidos por la traición del general Sarsfield, ascendido por este hecho al grado de Teniente General. Todo parecía perdido los implicados inicialmente en aquel intento: Arco Agüero, Quiroga, Roten y Ponte, Benisia, Lorenzo García, O'Daly, Labra, Berrio, Malpica, Velasco, Cendrera, Santos y Evaristo San Miguel, Permán, todos ellos se hallaban encarcelados en el Cuartel del Polvorista. La rebelión descabezada y sin visos de proseguir en el intento. La Bisbal destina a Del Riego como Segundo comandante del batallón de Asturias, situado en Las Cabezas de San Juan y anteriormente mandado por los arrestados hermanos San Miguel. Llegaría a su destino el 8 de noviembre de 1819.

El domingo, 1 de enero de 1820, sobre las nueve de la mañana se pronuncia en plena plaza de Las Cabezas de San Juan, en un acto solemne y brillante de parada militar. Emite un bando en el que promulga la hasta entonces derogada Constitución Española, y acto seguido confiere los cargos municipales. Emprenden el camino silenciosamente y se infiltran en tierras sobre las que había acantonadas otras tropas. Logran alcanzar y tomar la plaza de Arcos de la Frontera cuando comienza a amanecer, tomando priSioneros a los generales Conde de Calderón y Salvador, así como al Jefe del Estado Mayor Bias Journás. Hubo algunos fallos como la imposibilidad de que Quiroga tomase Cádiz aquel día 1. A pesar de que es día cuando llegan a la batería del Portazgo, sorprenden a la guardia y se apoderan de la posición y proseguir a la toma del puente Suazo. La Isla de León estaba por fin, inesperadamente en manos de Quiroga. Cádiz sin embargo se resiste. Riego marcha en dirección a Algeciras y será posteriormente perseguida por O'Donell, combatiendo en Málaga y prosigue su marcha ya lenta en dirección a Córdoba y Sevilla, donde Riego entra el 20 de marzo, con su ayudante y solamente dos soldados de su columna. Constituida en La Coruña una Junta militar que subleva la región a favor de la Constitución, es imitada en otros muchos lugares.

Constituida en Cádiz la Junta militar, días más tarde Riego se dirige a Cádiz y es recibido con gran entusiasmo. Sigue la proclamación de la Constitución por quien quería ser el primero en caminar por la senda constitucional, Fernando VII. Riego se apresura a ponerse a disposición del Rey, confiado en que fuese la del Rey una postura verdadera. Incluso aquel felón se permitió el nombramiento de Riego como Ayudante de Campo del Monarca. El 28 de noviembre es nombrado Comandante General de Aragón, hasta su confinamiento en Lérida. La Nación protesta y ocurren disturbios en Cádiz y Sevilla. En las elecciones de 1822 es elegido diputado por Asturias, junto a Agustín Argüelles.

El 25 de febrero es elegido como Presidente de las Cortes, un corto espacio de tiempo después y en virtud de aquella doblez real, aparecen en España los Cien Mil hijos de San Luís. Como Jefe del tercer ejército de Andalucía, Riego es derrotado en Jaén, Mancha Real y Jódar. Riego y algunos oficiales huyen en dirección al cortijo del Pósito, donde un porquerizo traidor, Mateo López los denunció ante el alcalde de Arquillos. Riego lo enviaba en busca de ayuda, sin embargo la traición prosperaba.

Una partida de unos treinta vecinos rápidamente organizada y al mando de dicho Alcalde y del Cura párroco, sitian el cortijo y toman prisioneros a Riego y sus hombres. Lo trasladan a Madrid y le encausan, condenándole a la pena de muerte que sufrió en el patíbulo elevado en la plaza de la Cebada, en la mañana del día 7 de noviembre de 1823.

VALDÉS y FLORES BAZÁN, Cayetano Nació en Sevilla el 28 de septiembre de 1767, hijo del Comisario de Guerra de los Reales Ejércitos, el asturiano Cayetano Valdés Bazán, y de la también asturiana María Antonia de Flores y Peón, hija del Regidor perpetuo de Avilés, Rodrigo de Flores y Bances Valcárcel. Sentó plaza de Guardiamarina en el departamento de Cádiz, el 23 de abril de 1781, siendo ya por entonces Caballero de la Orden de San Juan. Finalizados pasó destinado a la escuadra del almirante Luis de Córdova que bloqueaba la plaza de Gibraltar, participando en el combate de Espartel contra la flota británica del almirante Howe, y dos años después en la flota del general Barceló en Argel.

Entre 1789 y 1794 siendo teniente de navío tomó parte junto a Alcalá Galiano en la expedición de Malaspina, ciñendo todo el continente americano del Sur, realizando estudios de todo tipo entre ellos astronómicos y elaboración cartográfica, encargándose ellos dos de la exploración y levantamiento del estrecho de Juan de Fuca, a bordo de la goleta Mejicana.

De vuelta a la península, hallándose embarcado en el navío Pelayo, destacó por su combatividad y activa presencia el 14 de febrero de 1797 en el combate de San Vicente y durante el bloqueo británico de Cádiz se hallaba a las órdenes de Mazarredo. Durante 1799 nuevas salidas por el Mediterráneo y a continuación se dirige a Cartagena, donde se une a la escuadra francesa del almirante Buix, con la que después de entrar en Cádiz se dirigen a Brest en 1799, trasbordando Valdés al Neptuno, del que se hace cargo y en el que enarbolaba su insignia el almirante Gravina. Desde Brest partirían unidas las dos flotas, la francesa del almirante Villoret y la española, convoyando la expedición que conduce las tropas destinadas a atajar la rebelión de la isla de Santo Domingo, donde participa en los asedios y captura del Guarico y Puerto Delfín, desde donde pasa al arsenal de La Habana, y de allí a Cádiz, a cuyo departamento se restituyó en principios de 1802.

Asciende a Brigadier y en 1805 sale con su navío integrado en la gran flota que comandan conjuntamente los almirantes Gravina y Villaneuve y que se dirige al Mediterráneo. Durante el combate de Trafalgar, Valdés combatió incansable a bordo de su buque, recibiendo una herida grave, aunque logró defender su navío y alcanzar Cádiz, donde en noviembre de ese año asciende a Jefe de Escuadra, siendo destinado al mando de la escuadra surta en el departamento de Cartagena.

En febrero de 1808 recibió orden de pasar con su escuadra a la base francesa de Toulon, saliendo con aquel destino el día 4 al mando de seis buques, pero algo debía de atisbar en el aire Valdés, que en lugar de ir directamente allí, modificó el rumbo y entró en la bahía de Palma de Mallorca, donde fue informado del alzamiento popular contra los franceses, internando posteriormente la flota en Mahón, donde le fue retirado el mando, siendo sustituido por el brigadier Martínez de Espinosa, pero salvando aquellos navíos de caer en manos francesas.

Hallándose sin mando, Valdés en un rasgo de patriotismo se incorporó a las tropas de tierra, pasando a mandar una brigada de la división asturiana del general Acevedo participando en la batalla de Espinosa de los Monteros, donde acaba siendo herido por un proyectil de fusil que le hirió en el pecho. Antes de finalizar el año asciende al grado de teniente general, siendo nombrado sucesivamente gobernador, Capitán General y jefe político de la plaza de Cádiz. No simpatiza con Fernando VII. Con la llegada del Trienio liberal, Valdés fue enseguida reclamado por Argüelles, con objeto de encomendarle la cartera ministerial de la Guerra, aunque no llegó a aceptarla, pues el Rey había logrado que sus secuaces trajesen de nuevo a los franceses.

Se evacúa al monarca a Cadiz y durante la travesía, el Rey se desvivía con Valdés, obsequioso, agradeciéndole todo lo que se había hecho por él y su familia. Pero al hallarse solo Fernando VII firmó la orden de captura, prisión y condena a muerte de Cayetano Valdés. Valdés pudo salvar su vida gracias al general gobernador francés de Cádiz, que le permitió escapar conduciéndolo prisionero a Gibraltar.

Desde Gibraltar pasó a Inglaterra y durante unos diez años residió en Londres, hasta que la amnistía del 15 de octubre de 1832 permitió el regreso de muchos liberales exiliados, entre ellos Valdés y el conde de Toreno. La reina Isabel II le nombra Capitán general del departamento marítimo de Cádiz y el 18 de julio de 1834 fue nombrado Prócer del Reino. Poco después fue nombrado Capitán General de la Armada y el 6 de febrero de 1835 falleció en la ciudad de San Fernando.

Joaquín Escario Carrasco nació en Orense el 22 de mayo de 1785 y murió en octubre de 1839. Solicitó, junto a su hermano, la plaza de cadete en el colegio de Segovia, que finalmente fue concedida a su hermano Ventura. Él consiguió el ingreso el 30 de marzo de 1800. Fue destinado a Oviedo el 3 de mayo de 1807 como teniente de Artillería y desempeñó este cargo en las fábricas de Oviedo y Trubia. Su papel fue decisivo en el alzamiento asturiano de 1808. A partir del 15 de diciembre de 1810 figuró como ayudante 2º del Estado Mayor pero, no contento con este cargo, el 30 de diciembre de 1811 solicitó el traslado a Infantería y el 14 de septiembre de 1812 obtuvo el grado de coronel efectivo. En 1815 permaneció siete meses encarcelado en la Villa de Madrid y, junto a su hermano Jacobo, fue enviado el 25 de noviembre de 1815 al castillo de Peñíscola donde tuvieron que cumplir una condena que les fue impuesta por sus ideas políticas. El 18 de febrero de 1816 solicitó licencia para casarse con Rosalía Molina y Lacy. Estuvo desterrado hasta marzo de 1820, aunque desde el 11 de junio de 1819 estuvo confinado en la ciudad de San Felipe (Játiva).

En 1821 fue jefe político en la provincia de Burgos y al año siguiente ocupó el mismo puesto en Cádiz, provincia en la que sustituyó a Manuel Francisco de Jáuregui, parece ser que por aparente concesión del gobierno ante la presión popular, pero esa misma fuerza lo destituyó. Emigró a Jersey, donde nació su hijo Alfredo Escario Molina en 1827. El 8 de junio de 1832 solicitó el permiso para volver a España. Una vez aquí fue coronel secretario de la Inspección general de Milicias provinciales. El 26 de octubre de 1838 fue nombrado gobernador militar y político de Santiago de Cuba, a este cargo añadió el 7 de noviembre del mismo año el de gobernador de Puerto Rico. Murió el Cuba en fecha no precisa, aunque la comunicación de la misma está fechada el 4 de octubre de 1839.

Franceses:

Claude Victor Perrin (Duque de Belluno) Nació el 7 de diciembre de 1764 en Lamarche, departamento de los Vosgos. Hijo de Charles Perrin, ujier de la Casa Real, y de Marie Anne Floriot. Se alistó el 16 de octubre de 1781, como educando de Banda en el 40 regimiento de Artillería a pie el 1 de marzo de 1791, entra a formar parte de la Guardia Nacional de Valence, como granadero, y esa misma ciudad contrajo matrimonio con Jeanne Joséphine Muguet. El 12 de octubre, se incorporó como voluntario en el 3er. batallón del Drome, ascendiendo por elección a Suboficial ayudante el 21 de 'febrero de 1792, hasta que el 4 de agosto siguiente es promovido a Ayudante Mayor (capitán) en el 50 batallón de las Boches-du-Rhone. El 15 de septiembre asciende a teniente coronel jefe del 2° batallón del mismo regimiento, pasando a incorporarse al ejército de Italia, a las órdenes del general Anselme. Enviado a tomar parte en el asedio de Toulon el 2 de octubre es nombrado temporalmente ayudante general-jefe de Brigada.

El 1 de diciembre se distingue extraordinariamente en la toma del fuerte del Mont-Faron, siendo nombrado a continuación Comandante general de la división, del Ejército de la derecha, en Toulon. Pocos días después, el 17 de diciembre de 1793, durante la toma del reducto inglés conocido como el "Pequeño Gibraltar", salió con una grave herida en el vientre, producida por la metralla de un obús enemigo, lo que le valió el 20 de diciembre de 1793, el ascenso a General de brigada interino. Apenas repuesto de sus heridas, Victor sufre un nuevo traslado y pasa ya el 1 de enero de 1794, en el ejército de los Pirineos Orientales. El 13 de junio de ese año, el Comité de Salut Public, le confirma en su grado de General de brigada. Era un hombre oblongo, de rostro redondo y colorado, alegre y sin miedo, jovial y muy aficionado a los vinos tintos, que le llevaría a que le apodasen "Beau soleil", por los resplandores que a determinadas horas irradiaba su rostro.

El 18 de agosto de 1795, Victor vuelve a incorporarse al ejército de Italia, esta vez a las órdenes de Schérer, para finalmente, en octubre de ese año pasar a integrarse en la división Masséna El 25 de septiembre de 1796, convaleciente aun de otra herida, recibe la felicitación oficial por parte del Directorio. Repuesto de las heridas, es destinado temporalmente a la división Rey, el 18 de diciembre, pasando destinado al mando de la Reserva mixta del Ejército, el 30 de diciembre de 1796, marchando a la campaña italiana, a las órdenes de Napoleón. El 18 de enero, Napoleón le nombra temporalmente General de división, en una promoción que el l0 de marzo siguiente será confirmada por el Directorio, al tiempo que le asigna el mando de la 8a división del ejército de Italia. El 12 de enero de 1798, Victor pasa al ejército de Inglaterra, a la órdenes del mariscal Kleber, y el 17 de marzo, reemplaza a Grouchy a la cabeza de la división, hasta que por expresa solictud suya, nuevamente marcha a Italia.

El 18 de marzo de 1800, es ascendido al grado de teniente del general en jefe del Ejército de reserva, donde realmente estuvo apenas un mes, pues el 18 de abril, pasó al mando de las divisiones Chambarlhac y Loison, el 14 en la de Marengo, batalla en la que se mantuvo al frente de las divisiones a lo largo de las tres jornadas que duró aquel largo combate, de cuya lucha vuelve a resultar herido durante la acción de Trebbia, el 18 de junio de 1799. El 3 de junio de 1800, Victor vuelve a París, donde el 7 de julio, recibe un sable de honor que le había sido concedido el día antes. Tras dos semanas de descanso, el tiempo justo de lavar algo los uniformes, pasa el 25 de julio al ejército de Batavie, como lugarteniente del general en jefe Augereau, que le designa Comandante de Batavia, cargo en el que permanecerá desde el 5 de agosto de 1800 al 28 de abril de 1801.

El 9 de agosto de 1802 fue nombrado Capitán general de la Luisiana, pero él no aceptó de buen grado, ya que no marchó, y sin embargo se empleó con todas sus fuerzas, logrando que se sustituyese este nombramiento por el de gobernador de Holanda, cargo del que se posesionó el 6 de junio de 1803. Contrajo segundo matrimonio a los pocos días, en Bois-Ie-Duc (Holanda), con Guillemine Julienne Vosch van Avesaet, no cesando en su cargo hasta el 5 de febrero de 1804, en que pasó a mandar el ejército en Batavia.

Dos meses después, el 23 de abril, solicita su pase a la situación de disponibilidad, de la que sale el 19 de febrero de 1805, al ser nombrado ministro plenipotenciario ante el reino de Dinamarca. Cesaría en sus funciones diplomáticas reclamado para formar parte de la Grande Armée, en calidad de jefe del Estado Mayor del 5º Cuerpo, que se dirige a la campaña de Prusia El 10 de septiembre de 1808 es premiado con el ducado de Bellune.

Iniciada la guerra en España, el decreto Imperial de Saint-Cloud, de 7 de septiembre, creando los seis cuerpos que vendrán a la Península Ibérica, Napoleón confía el mando del 1er. Cuerpo de Ejército al mariscal Víctor, que vendría a combatir en la península Ibérica. Sus primeras victorias son contra los españoles en las batallas de Espinosa de los Monteros y de Gamonal, ambas en Burgos y llevadas a cabo el mismo día, el l0 de noviembre de 1808, desde donde marchará victorioso hacia Madrid, aunque antes han de detenerse a luchar ante los ojos del Emperador en Somosierra, el 30 de noviembre, tras lo cual queda expedito el camino a Madrid, capital de la que vuelve a apoderarse el 4 de diciembre. El 13 de enero se enfrenta en Veles, al ejército español del general Vanegas. Una nueva victora es la que logra en Medellin, el 29 de marzo, donde derrotó completamente al ejército del general Cuesta, a pesar desu superioridad numérica. El 31 de octubre, atacó los puestos del ler Cuerpo d.e Ejército español, en las estribaciones de Sierra Morena.

Victor buscó el modo de atraer a los españoles, por lo que les fue llevando en dirección a Toledo, con la finalidad de imponerles el terreno desfavorable. Sin embargo sus enemigos no siguieron sus planes, y aunque les acabó atacando, hubo de replegarse junto a la división Milhaud, por entonces delante de Ocaña, camino de Aranjuez. Los españoles intentaron forzar el paso por su derecha, atravesando los vados del Tajo, mientras el 4° Cuerpo francés se encargaba de la defensa del río, desde el propio Aránjuez. En ese momento Victor recibió orden de mantenerse atento para ir en su apoyo, cosa que hizo y le supuso ser de nuevo vencedor de Cuesta aquel 26 de julio de 1809, aunque ha de retroceder ante la presión de Wellesley, en Talavera, los días 27 y 28 siguientes. Incorporado desde enero del año siguiente, Víctor participa en la conquista de Andalucía, entrando en Córdoba el 27 de enero, prosiguiendo en su avance sin oposiciqn hasta asentar su cuartel general ante Cádiz, el 5 de febrero. Allí, a la cabeza de 9.000 hombres tenía ante sí un ejército anglo-español formado por unos 25.000 combatientes, les fuerza a abandonar sus asentamientos en el campo de San Pedro y los españoles se repliegan a la isla de Léon. Este sangriento combate duró un día entero: la ventaja adquirida por el mariscal Victor le valieron nuevos elogios del Emperador.

Aprovechando el momento, Victor solicita volver a Francia, lo que Napoleón concedería el 6 de diciembre de 1811. La entrada de los ejércitos aliados en París el 31 de marzo de 1814, y la posterior abdicación de Napoleón el 6 de abril acabaría suponiéndole el nombramiento de gobernador de la 2a división militar, con sede en Mézieres, el 6 de diciembre. En febrero del año siguienter el Emperador recupera su poder, por lo que Victor se retira en Gante, donde se une al rey Luis XVIII. Napoleón le excluyó por ello de entre los mariscales de campo y llegado el 8 de julio de 1815, navegando Napoleón rumbo a la isla de Santa Elena, Victor vuelve a París, junto a Luis XVIII, que el 8 de septiembre, le nombra Comandante General de la Guardia Real y el 17 de agosto del siguiente año le premia nombrándole Par de Francia. Falleció el 1 de marzo de 1841.

LEFEBVRE, Francisco José (Duque de Oantzig) Nació en Rouffach (Alto Rhin), el 25 de octubre de 1755, en un hogar humilde. Se enroló como soldado a los dieciocho años. Ascenderá a Sargento en 1788. Siendo Teniente de la Guardia Nacional parisina, fue herido al proteger a la familia Real durante su intento de llegar a Saint-C1oud. Capitán al finalizar la guerra en 1792, ascenderá a General de Brigada al final de año siguiente. En enero de 1794 le encontraremos ya con el grado de General de División. Tenía en ese momento, treinta y 'nueve años,y había sido ascendido por su comportamiento en la batalla de Geissberg, el 26 de diciembre de 1793. Participa en todas las batallas importantes del Norte a Sur del Rhin, entre 1793 y 1799. Especialmente distinguido en la de Geissberg, asiste a la toma de Arlon, el 18 de abril, y a la de Dinant, el 29 de mayo de 1794; en Fleurus, el 26 de junio; en Altenkirchen, el 4 de junio de 1795; en Wetzlar el 15 de junio; en la de Friburg, ellO de julio; en el paso del Rhin por Neuwied, el 18 de abril de 1797. Herido en Pfullendorf el 21 de marzo de 1799, fue designado por el Consejo de los Quinientos, como candidato al Directorio, mas no resultaría elegido. Unido a Napoleón, Lefebvre jugaría un papel muy importante durante la toma del poder en aquel 18 de Brumario, ya que puesto a la cabeza de 25 granaderos, ocupó el Senado.

Nombrado Senador en diciembre de 1799 y Mariscal del Imperio el 19 de mayo de 1804. Su edad y el perfecto conocimiento de los reglamentos de la infantería fueron lo que Napoleón más destacó en él y por ello le mantuvo casi siempre en retaguardia, para solucionar cualquier defecto que se originase en los frentes de lucha. Sus rudas maneras y el comportamiento de su esposa, la excantinera, madame San-Gene de Sardou, irritaban tanto a Napoleón, que siempre que pudo la separó de la Corte.

En 1806, cuando contaba cincuenta años, Lefebvre volvió a los campos de batalla, tomando parte en la guerra de Prusia, asistiendo a la lucha de Léna, el asedio de Dantzig y obtiene el ducado de Dantzig después de la capitulación de aquella ciudad, el 10 de septiembre de 1808, Lefebvre era un notabilisimo jefe que sabia como desplegar sus hombres a la perfección, aunque se irá degradando por las dolencias y malestar psíquico que le irán arrebatando progresivamente. Cuando Napoleón se decide a venir a España, Lefebvre formará parte de aquel ejército, entrando en septiembre de 1808, y luchando con éxito en la batalla de Durango, el 31 de octubre, asiste a la toma de Bilbao y Santander, batiendo a los británicos en Gueñes, el 7 de noviembre. Pasará a Segovia, persiguiendo los restos del ejército derrotado en Burgos. Incorporado de nuevo al ejército francés en el Danubio, luchará contra los austriacos el 20 de abril de 1809, en Abensberg; en Schierling, el 21 de abril; el 22 de abril, en Eckmühl. Puesto al frente del ejército del Tirol, desempeñará el mando desde mayo a octubre. En la campaña de Rusia se incorporó al mando de la Vieja Guardia, en la que permanecerá entre 1812 y 1814.

Al abdicar Napoleón, fue fiel a Luis XVIII, que le nombró Par de Francia. Al ocurrir la segunda Restauración, le desposeyó de tal honor. En 1819 le fueron devueltos los honores. Falleció en Paris, el 14 de septiembre de 1820. Su nombre figura en el arco del Triunfo, de París.

A continuación  les adjunto una serie de imágenes del campo de Batalla, previas al polígono industrial, pero sin identificar su localización. Ojala disfruten mientras las localizan:









 Documentación:

  • Breve historia de la Guerra de Independencia (Carlos Canales)
  • Historia de España de Salvat.
  • La Batalla de Espinosa de los Monteros.
  • Diario de Asturias.
  • Otras.