Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


lunes, 29 de abril de 2013

Los Judíos de Las Merindades.

¿Qué es un judío? Un español difícilmente puede contestar a esta pregunta. Pocos hemos tratado con uno y las imágenes de los nazis, de la religión o del poderoso ejército de Israel saltan en nuestra mente. En la serie “Doctor en Alaska” recurrían al tópico de tener un medico judío de protagonista. ¿Espartaco era judío? No, claro, pero cuantas veces ponemos la cara de Issur Danilovich Demsky, alias Kirk Douglas, a ese gladiador. Ciertamente, pocos hebreos viven entre nosotros pero hubo un tiempo en que la piel de toro se preciaba de gozar de ellos.

Kirk Douglas

Empecemos por el principio. Parece cierto que los primeros asentamientos judíos en Hispania tuvieron lugar tras la destrucción de Jerusalén por Tito el año 70. En el año 135 ya se encuentran epitafios y monedas en las excavaciones. Otro dato importante es la carta que san Pablo escribe a los romanos sobre su visita a Iberia, lo que puede indicar la existencia de comunidades judías en la Península. Básicamente en la costa Mediterranea.

Los judíos del periodo Romano debieron ser simples trabajadores, o incluso esclavos, y fueron medrando poco a poco en las ricas ciudades comerciales de la costa. La importancia de las comunidades judías era tal en el siglo IV que el Concilio de Elvira, Granada, se pronuncia en algunos de sus cánones contra ellos.

Es la primera vez que la Iglesia se preocupa por el peligro que los judíos representan para los nuevos cristianos que, con la convivencia, pueden judaizar. Las primeras invasiones bárbaras de la Península supusieron notables convulsiones tanto en la sociedad hispano-romana como en la judía. Los hebreos habían ido creando una tímida explotación agraria para subsistir, pero el enfrentamiento con la Iglesia se acentuó.

Con la invasión de España por los visigodos se produce una época de tolerancia del poder hacia los judíos. La monarquía arriana, pese a su inestabilidad política, será complaciente con sus súbditos judíos. Durante esta etapa, judíos y cristianos no se diferenciaban más que por su religión. Los judíos eran pequeños propietarios y se dedicaban al comercio, contando con la tolerancia de los visigodos.

De hecho, han llegado hasta hoy pruebas de la existencia de relaciones entre los judíos y cristianos. La frecuente prohibición de matrimonios mixtos nos delata lo habitual de esta práctica entre las diferentes comunidades religiosas. En los cánones del propio Concilio de Iliberis se dispuso la separación de la población hispano-romana de la judía, así como la prohibición expresa de contraer matrimonio (Pérez-Victoria, 1997:12). Bajo el nombre “De los Judíos”, el Capítulo XIV del III Concilio de Toledo prohibía a los hebreos tener esposas o servidumbre cristianas y ejercer oficios públicos. (Un 19,8% de nuestro ADN colectivo procede de hispano judíos)

Pero la conversión de Recaredo en el III Concilio de Toledo supone el comienzo de las persecuciones bajo la monarquía católica: Sisebuto expulsa a los judíos del reino, Egica los persigue y separa de los cristianos y Chintilla obliga a los judíos de Toledo a abjurar de los ritos y prácticas de su fe. Los niños judíos eran separados de sus padres para ser educados como cristianos. Y, Sisebuto inauguró la época de las persecuciones.


La invasión musulmana libero a los judíos de la opresión visigótica y, en ciertos casos, aquellos colaboraron en la guardia de castillos y ciudades. El gobierno árabe trajo una época de florecimiento para la judería local.

Hasta la caída del Califato son pocas las comunidades judías en los reinos cristianos. La salida de judíos de Al-Andalus se incrementa durante los siglos X y XI y el papa Alejandro II aconseja a los obispos que sea respetada la vida de los judíos. Las convulsiones que sufren los reinos Taifas empujan a los judíos hacia los reinos cristianos del norte. El fuero de Castrogeriz y luego el de Sepúlveda son de los primeros en reglamentar las condiciones de vida de los judíos.

Hay constancia de hebreos en Medina de Pomar casi desde su repoblación llevada a cabo por Alfonso VIII (1155-1214). Al amparo de los nuevos privilegios llegaron judíos y algunos extranjeros, fruto de la legislación promulgada en tiempos de Fernando I de Castilla que dejaba en suspenso las normas Visigodas contra los judíos, en teoría vigentes. Se buscaba así un marco de tolerancia y convivencia de cristianos y judíos en sus reinos.


¿Y porqué Medina de Pomar? Porque dista un día de Burgos y otro de Bilbao, siendo parada obligada de viajeros, trajineros y comerciantes. En Medina hubo depósito de mercancías foráneas y era puerto seco en cuya aduana se registraban las posibles mercancías del mar gravadas con el diezmo. Los muleros debían pasar por la calle del Rey (emplazamiento de la judería) en la que se pagaba portazgo. El nombre de algunas calles, cambiados a lo largo del siglo XIX, lo reflejaban: Herrerías, Platerías, Curtidores... apareciendo en ellas algún negocio judío.

Judío (Grabado s.XIX)

La primera cita segura de la presencia de judíos en Medina es de 1289 en que, junto con otros judíos de Briviesca, se cita a Mayor Abraham de Medino vendiendo ciertos bienes en Moscadero.

Pero no eran solo comerciantes, consta que los Velasco se servirían de judíos para el cobro de impuestos o para asuntos económicos de mayor envergadura. Pero los hebreos “mimaban” a los Velasco y, por ejemplo, en la distribución de lo que contribuían las aljamas de Castilla en 1291, la de Burgos entregaba a Sancho Velasco 1.000 maravedíes. Y las de Medina, Oña y Frías le pagaban otros 2.549 maravedíes. A su deudo, Ferrant Sánchez de Velasco, daban 570 maravedíes. ¡Era un no parar!

Los judíos de Medina y Oña disponían de capitales lo que les lanzó desde la marginalidad hasta ser un poder económico. Lógica consecuencia de servir a la casa Velasco y a los monjes benedictinos, pero siempre en actividades económicas.

Uno de los judíos más influyentes de la aljama medinesa fue don Yusaf al Nayi. Este acaudalado personaje, activo y hábil financiero, tuvo fama de mujeriego. Estuvo rodeado de criados, tanto judíos como cristianos, que le acompañaron en sus constantes viajes por toda España. Uno de los hechos más graves en los que se vio involucrado fue el "inducimiento y circuncisión de un hombre cristiano y otros crímenes deshonestos cometidos por los judíos" de la sinagoga de Medina de Pomar. La causa tuvo lugar en 1430 aunque los hechos habían ocurrido tres años antes. En realidad fue una encerrona contra el poderoso Yusaf al Nayi a quien se acusó de mantener relaciones ilícitas con mujeres cristianas y permitir el que Barcilay de Ribacardo circuncidara a cierto cristiano andaluz al que pusieron por nombre Raby Abraham.

La Alhama de Medina de Pomar.

En un principio la judería se halló extramuros del antiguo y más pequeño recinto amurallado. Al ampliarse éste a comienzos del siglo XV, la aljama fue recluida a un extremo junto al muro más occidental del nuevo recinto. Una puerta, antes llamada del Arco y hoy de la Judería, recuerda la salida sur de la calle Nuño Rasura (o antiguo barrio judío) que por entonces llevaba el nombre de calle del Rey y. tras la expulsión, se le conoció por calle Nueva. Según la sentencia pronunciada por el Condestable a fines del siglo XV, la judería era un verdadero "ghetto" casi prohibido para los cristianos quienes sólo podían entrar en algunas circunstancias y bajo ciertas condiciones.

Medina de Pomar 1961. Destacada la Judería.

Todas las casas hebreas se hallaron en esa calle ocupando al poniente el espacio dejado entre ella y las murallas. Las viviendas opuestas se distribuyeron entre esta calle y su pasarela del Mercado dando, seguramente, los tableros o tiendas judías a esta última aprovechando el pronunciado desnivel del terreno que posibilitaba su apertura a la altura del primer piso de las casa israelitas.

La judería medinesa, como cabeza de todas las del territorio, tuvo sinagoga propia precisándonos su emplazamiento un documento fechado en 1445. Se debió hallar cerca de la desaparecida puerta de San Andrés y entre las casas de la población judía adosadas a la muralla, ya que a menudo se habla de heredades situadas tras la Sinagoga y en contacto con el campo. Sin Embargo, los vecinos la sitúan actualmente en el lugar donde están las Escuelas profesionales, esto es, entre la calle de la judería y la del Mercado (hoy Laín Calvo) afirmación que don Fernando Suárez Bilbao, uno de los mayores expertos en la historia de los Hispanojudíos, no comparte.

Los judíos se ganaban la vida, en primer lugar, con el comercio gracias a la ventajosa situación geográfica del pueblo. Sabemos que Isabel de Castilla ordenó la revocación de las ordenanzas bilbaínas que prohibían comerciar a los judíos medinenses en la villa del Señorío de Vizcaya. La documentación recoge datos diversos sobre actos comerciales, denuncias de robo, etc.

Pero estamos hablando de los deicidas, de los judíos, que se les consentía con la esperanza de que viesen la luz de Cristo, y esto conllevaba el desprecio de todos, incluidas las autoridades locales. Comentemos el caso de Santo Maña que estaba en casa de Cid, otro judío, cuando, de pronto, entro el alcalde de Espinosa de los Monteros, Juan Ortiz, quien sin mediar palabra le dio una paliza, provocándole muchas heridas, a consecuencia de las cuales perdió la vista, teniendo que guardar cama durante al menos dos meses. Tras reponerse apelo al Consejo para solicitar un seguro, pero con escasa fortuna y tuvo que reiterar su petición porque tenía miedo de Juan Ortiz quien le amenazaba continuamente, alcanzando, por fin, la protección real. Los seguros reales respondían a la impotencia Real para otorgar justicia y de los judíos de poder alcanzada. Era una formula donde la seguridad personal primaba sobre la justicia. 


Puerta de la Judería. Finales S.XVI que sustituye a otra anterior.
Irónicamente no es de época medieval.



Aunque no solo eran perseguidos por el mero hecho de ser judíos, su faceta comercial se atacaba con la misma saña. El 8 de julio de 1488 los judíos Jaco Hayn y Hosua de Arroyuelo se quejaban ante el Condestable de varios excesos del regimiento medinés. En primer lugar (y al igual que ya había ocurrido en Burgos en 1485), de que se prohibía a las mujeres cristianas, tanto de Medina como de su comarca, ir a comprar a la judería. El señor de la villa ordenó se permitiese su entrada, pero acompañadas de su marido o padre. También se quejaban de querérseles hacer pechar más de lo debido y de que en caso de disputas entre cristianos y judíos se les encarcelaba a éstos sin oírseles previamente. Finalmente se quejaban de los regidores, en caso de pena, les hacían pagar más de 60 maravedíes, cosa que prohibió el Condestable.

Otras típicas actividades desarrolladas por los seguidores de Moisés eran e Préstamo y la recaudación de impuestos. Pero eran actividades también ejercidas por cristianos. Así, la primera vez que se les cita concediendo préstamos es en el año 1290 cuando el monasterio de Rioseco compraba diversas heredades en Horna a Sancha Álvarez por un valor de 150 maravedís. La venta fue "fecha en forma por pagar los judíos de Medina". Era entonces prestamero en Medina por D. Juan Núñez, Día Sánchez de Velasco.

Fuera de los tópicos, vemos que en Medina teníamos judíos que eran sastres, tejedores, curtidores, médicos, producían vino e, incluso, un platero. Las derramas y contribuciones que en 1474 entrega la judería medinesa son superiores al resto de las provinciales. Podríamos decir que gracias a su situación y a la protección, financieramente interesada, que les otorgaban los Velasco.

Finalmente, debemos hablar del cementerio. Según los documentos que nos han llegado, se situaría a la derecha de la carretera que de Medina va a Incinillas, cerca del monasterio de Santa Clara, hacia el final de la Revilla. Este punto fue reducto fusilero durante las Carlistadas y después "Cementerio Viejo", clausurado en 1900. Con ese historial difícilmente puede confirmarse nada.

Aljamas dependientes de Medina de Pomar.

Existían Aljamas importantes en Oña, Frías y, por supuesto, Medina de Pomar. Concretamente, de esta última, desde mediados del siglo XV, dependen, amén de las otras dos referidas, las aljamas de:

Ampuero (Santander): En 1379 el judío Santo Haín compraba, en nombre de los Velasco, una herrería y un molino en el valle del mismo nombre. A fines del siglo XV el comercio desde los Llanos de Castilla hacia los puertos del norte, a través de Ampuero, debía ser activo. Los mulateros se quejaron ante el Consejo Real de intentar el pueblo cobrarles peaje, cosa prohibida por pertenecer también a la Merindad de Castilla la Vieja. (¿Pero qué tamaño tenía la Merindad de Castilla la Vieja?)

Arroyuelo: Lugar del señorío del monasterio benedictino de Oña, a pesar de lo cual su aljama contribuyó con la de Medina. Cierto judío llamado Hosua de Arroyuelo figura como procurador ante el Condestable.

Espinosa de los Monteros: Una ley de las cortes de Burgos de 1379 prohibía cualquier percepción extraordinaria de los judíos "salvo que los judíos del lugar donde nos llegaremos que den a los monteros de Espinosa doce maravedís cada Tora, e que ellos que guarden los judíos que no reciban mal ni daño ni desaguisado". El privilegio sería renovado en adelante hasta que de nuevo lo hicieron los Reyes Católicos en 1477. Los mismos reyes extendían diez años después una carta de seguro a favor del judío medinés Santo Maña, amparándole contra los atropellos del alcalde de Espinosa que "le dio de palos e le arrastro por los cabellos e le dio de puñadas e con el pomo de su espada le dio ciertos golpes en la cabeza e en el rostro del e diz que llego dello a punto de muerte".


Tras un largo pleito los monteros conseguían en 1511 que se expulsara de la villa a los conversos "deseando conservar su antigua limpieza... Y que como los dichos convertidos son agora y esperan ser de aquí adelante personas caudalosas ... si era menester ellos darían fianzas bastantes y abonadas para les comprar sus haciendas por el justo precio". (Esta sería una de las primeras muestras de aquella obsesión de la pureza de sangre y los cristianos viejos) Unos años después el Emperador ordenaba "que los judíos y cristianos nuevos no pudiesen estar en la villa de Espinosa más de un día natural aunque fuese so color de vender mercaderías". Todavía en 1553 se habla de Hernando de Salinas, judeo converso que tuvo que abandonar el pueblo marchando a vivir a tierras del Pas (Santander), y en 1602 se recordaba en el pueblo a cierto judío llamado Vidal Falcón.

Puentearenas: Aprovechando el ventajoso emplazamiento del puente de Arenas, paso único, entonces, para salvar el Ebro en el valle de Valdivielso, se instaló allí una pequeña colonia judía como lo recuerdan los topónimos aplicados a un barrio, La Almojada, y a un prado denominado La Alfamía. A falta de lugar documentado en que hubiera aljama judía habría que reducirla con mucha probabilidad a Puentearenas aunque también se ha pensado que pudo radicar en el cercano lugar de Arroyo.

Queciles: Tuvo una pequeña colonia judía en este desaparecido lugar cercano a Medina, junto al actual pueblo del Vado. En 1489 uno de los judíos locales era acusado y prendado ante el alcalde de Medina con la lógica protesta del de Queciles a quien tocaba conocer la causa. En el pleito también se involucró a la fuerza a la aljama medinesa, como anexa a la suya que era. En octubre de dicho año Basy Lay, Rabi Jaco, Mose Abrayn y José Mayn acudían ante el Condestable. Este ordenó a la justicia medinesa devolver todos los bienes prendados a la aljama en concepto de derrama para seguir el pleito. Como no se obedeció, volvieron Mose Hace, Hace, Mayr Hayn y Mose Zazon a pedir la devolución de las prendas valoradas en 8.000 maravedíes. Así lo ordenó el Condestable al año siguiente siendo exigido su cumplimiento por los judíos Abraham Benjamín y Mose Zazon ante el Concejo local que, finalmente, se avino a ello.

Ribacardo: A medio camino entre Medina y Viillacayo, dentro del término de Villanueva de la Lastra, se halla la granja de Ribacardo, reducida hoya una casa fuerte que el pasado perteneció a una de las ramas del apellido Velasco.

Villasana de Mena: "Es éste (Villasana) un lugar murado en que habitan juntos y en paz judíos y cristianos" (Rosmithal). Es la primera cita de la presencia judía en este hermoso pueblo, capital del valle y del señorío de los Velasco. Su aljama se acrecentada con ocasión de la expulsión de hebreos de la cercana Valmaseda en 1487. En e mismo año los Reyes Católicos comisionaban a García López de Chinchilla para que informase acerca la acusación de ciertos judíos de Villasana de Mena contra las autoridades de Balmaseda que les expulsaron de esta villa y cometieron otras violencias. El historiador local, Bustamante Bricio, sitúa la judería "el barrio de la Industria o en las proximidades la parroquia de las Altices", esto es, en las afueras la villa.

La crisis de convivencia, la “Solución final” y la expulsión.

Hasta 1391 el ser judío solo tenía una connotación religiosa, por ello, los bautizados se integraban de pleno derecho entre los cristianos. Los documentos de la época, con relación a los hebreos, aclaran que “deben ser tolerados y sufridos”. Entendámoslo así: se tolera lo que no se quiere y se soporta lo que se tolera. Y esto no lleva, lo aseguro, a un convivencia ejemplar, en esta entrada hay claras muestras de la “simpática” relación interreligiosa. El populacho les tachó de sucios, cobardes, avaros, dominadores de la magia negra… El concilio de Letrán de 1215 ordenó que vivieran en barrios separados. Se les apartó en guetos y el apartado se convierte en desconocido.

EL Judío Eterno (Alemania 1940)

Las turbas de “matadores de judíos”, creadas en este caldo de cultivo, proliferaron por toda Europa. En Castilla fue el de 1391 el que ve desatarse las crueles e injustas matanzas que desde Sevilla cubre toda la península. Perecerán miles de judíos y otros muchos se convertirán al cristianismo bajo amenazas. Son los años de la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique de Trastámara y ambos bandos abusaron de la cuestión judía. Los de Trastámara decían que Pedro I era, en realidad, el hijo del judío Pero Gil, quien aprovechó la coincidencia en el natalicio para sustituir al bebé Real. Se le dio tal verosimilitud que a sus partidarios se les llamó “Emperejilados”.

Tras el horror quedaron pocos judíos, frente a su presencia anterior a 1391 y, con ello, su peso en la hacienda real cayó a plomo. Podríamos decir que, gracias a la turba, la iglesia ganó poder sobre los Reyes y estos perdieron independencia financiera frente a los Grandes magnates religiosos y civiles.

Pero la reducción de judíos, pobres y ricos, crean un nuevo grupo de odiados: Los conversos. La mayor parte de los Magnates que financiaban a los reyes se convirtieron, y el Rey, en justo pago, trasladó su protección a estos “nuevos cristianos”. El pueblo hizo algo similar y, en su imaginario, los conversos o marranos eran, también, sujeto de sus odios.

La presión antijudía se concretará en las predicaciones de Vicente Ferrer, la disputa de Tortosa entre judíos y cristianos, la Bula de Benedicto XIII contra los judíos o las predicaciones del arcediano Ferrán Martínez que fanatizan a las turbas que asaltan juderías. Frente a ellos tenemos a Abraham Bienveniste que llegó a la corte de Juan II en 1420, en el séquito de don Álvaro de Luna como financiero. Fueron las manidas Ordenanzas de Valladolid.

Tomás de Torquemada 

En 1476 se establece el Tribunal de la Inquisición en Sevilla. Siete años más tarde, fray Tomás de Torquemada es nombrado Inquisidor General. Las persecuciones habían producido una oleada de conversiones forzosas y la Inquisición actuó con dureza contra los conversos. Y acentuó la presión sobre los judíos: los hebreos eran obligados a escuchar las predicaciones de los dominicos en las sinagogas, tras lo cual se producían las conversiones.

Llegado enero de 1492 la Guerra termino y el 20 de marzo el inquisidor Torquemada presento el borrador definitivo a los Reyes y el 31 de ese mismo mes fue publicado en Granada donde vivían aun los soberanos. Muchos fueron los intentos de retrasar la decisión: algunos miembros de la alta nobleza que contaban con judíos entre sus arrendadores, y, sobre todo, los judíos.

Al bautizarse el rabino mayor Abraham Seneor junto con su familia, tomando el nombre de Fernando Núñez Coronel, Isaac Abravanel asumió la cabeza de la comunidad judía y trato de negociar una prorroga con los Reyes, para que los judíos pudieran permanecer más tiempo. Fue entonces cuando se creo la leyenda de cómo Torquemada acusó a los Reyes de dejarse comprar por treinta monedas como a Jesucristo. Lo cierto es que en unas cartas que el profesor Netanyahu ha encontrado en Roma, Abravanel afirma que Isabel, la Castellana, estaba dispuesta a dilatar la aplicación del famoso Decreto y fue Fernando, el Aragonés, el que, seguramente para que no le acusaran de protector de judíos, se ratifico en el cumplimiento estricto de aquel.

Isaac Abravanel
Como consecuencia del decreto de expulsión, salen a relucir diversos problemas entre judíos y otros vecinos de la villa de Medina de Pomar. Problemas extensibles a todas Las Merindades y a toda Castilla. En nuestro caso, con el fin de solucionarlos, Isabel y Fernando, comisionaron a Juan de Alvarado, alcalde de la fortaleza de Medina, para que resolviera con presteza ciertos pleitos, demandas y deudas entre cristianos y judíos.

Según Andrés Bernáldez, de Medina de Pomar y su tierra salieron trescientas casas que es un número considerable si lo comparamos con otras regiones de España.

Al entrar en el mes de junio las quejas por impagos mutuos aumentaron. La respuesta del Consejo fue siempre la misma tenían que cumplirse todos los plazos y debían liberarse a los judíos.

Cuando todo fracasó solo quedaba el duro camino del exilio. Seguramente los Soberanos pensaron que la mayor parte de los judíos se convertirían, pero no fue así. Los restos hispanojudíos se habían endurecido tras las matanzas de 1391 y se mantuvieron fieles a la ley de Moisés guiados por Abarbanel. Hubo que preparar el abandono de la tierra de sus mayores a toda prisa, en apenas cuatro meses, como una nueva pascua, por eso hubo muchos brotes mesiánicos, este ultimo sufrimiento tenia sentido porque el Mesías estaba al llegar.

El 9 de agosto no quedaba un solo judío vivo en los reinos de Isabel y Fernando.

El citado cronista Bernáldez, testigo directo de los acontecimientos lo recogió así en su crónica:

“Salieron de las tierras de sus nacimientos chicos y grandes, viejos y niños, a pie y caballeros, en asnos y otras bestias, y en carretas, y continuaron sus viajes cada uno a los puertos que habían de ir; e iban por los caminos y los campos por donde iban con muchos trabajos y fortunas, unos cayendo, otros levantando, unos muriendo otros naciendo, otros enfermando, que no había cristiano que no hubiese dolor de ellos y siempre por do iban los convidaban al bautismo, y algunos, con la cuita, se convertían y quedaban, pero muy pocos, y los rabies los iban esforzando, y hacían cantar a las mujeres y mancebos y tañer panderos y adufos para alegrar a la gente, y así salieron de Castilla”.


La expulsión de los judíos de Sevilla (Joaquín Turina)


La política real basada en la unidad dinástica, el poder real y la unidad religiosa se apoyó en la Inquisición y en fray Tomás de Torquemada para conseguir la conversión de los judíos. Unos 100.000 judíos abandonaron España. Se distribuyeron principalmente por Grecia, Turquía, Palestina, Egipto y Norte de África. Sus descendientes son los sefardíes y su lenguaje, el ladino, una muestra de su pertenencia a las tierras de Hispania.


Al año siguiente de la expulsión, Juana Fernández de Amusco, moradora en el corral del monasterio de Santa Clara de la villa de Medina de Pomar, se dirigía la Consejo Real reclamando el pago de deudas de judíos.

En 1494, 1496 y 1498 constan donaciones Regias a los Condestables de los bienes y deudas dejados por los judíos en los lugares de su señorío. En este último año, los reyes ordenaban a los recaudadores de los bienes citados que permitieran a Bernardino Fernández de Velasco percibir las deudas que los mismos dejaron en sus Estados. Como se ve, la Casa de Velasco, fueron interesados protectores cuando les convenía y no menos aprovechados cuando se expulsa a los hebreos.
Escudo de Bernardino Fdez. de Velasco y Mendoza (1454-1512)


Bibliografía:

Las minorías Socio religiosas en la Castilla Vieja. (Fernando Suárez Bilbao) del libro “Las Merindades de Castilla Vieja en la Historia”.
La expulsión de los judíos y el retorno de los sefardíes como nacionales españoles. Un análisis histórico-jurídico Celia Prados García Universidad de Granada.
www.esefarad.com
Los judíos en la España Romana y Visigoda (Yitzhak Baer).






sábado, 20 de abril de 2013

La Residencia: Nuestra Señora de los Ángeles.

Es el año 1960 (13/08/1960) cuando la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao coloca la primera piedra de la Residencia Infantil "Nuestra Señora de los Ángeles" de Villarcayo. Fue diseñada para unos 400 menores. El edificio de casi 13.000 metros cuadrados construidos fue diseñado por los arquitectos Celestino Martínez, Julián Larrea y Ramón Uribe. Son años del inicio del Baby Boom y del cambio del papel femenino.
La residencia Nuestra Señora de los Ángeles
Tras barajarse también Medina de Pomar será Villarcayo el emplazamiento definitivo. El alcalde de Villarcayo en esas fechas, José María Tapia, firmó en el salón de plenos municipal la escritura de venta de 179.473 metros cuadrados de terreno cedidos a un precio simbólico. Todos eran parabienes para el proyecto: 700 m de altura, clima mesetario, aire limpio, un río cerca y pueblo de mediano tamaño. Había que luchar contra los estragos de la contaminación y el clima húmedo de Vizcaya.

Las prisas por salir en la foto también existían en tiempos de la dictadura franquista y, acercándonos al esperpento de Valle-Inclán, el edificio se inauguró un par de veces, o tres.

A primeros de Octubre de 1962 llegan niños de la Colonia de Pedernales, acostumbrados a estar internos. El Día del Ahorro (31 de Octubre), las autoridades de la Caja realizan otra inauguración con la primera misa en la capilla. Finalmente, con toda la pompa posible y con la presencia de Carmen Polo de Franco, esposa del Generalísimo que deja por unas horas sus tranquilas vacaciones en San Sebastián. Era el 16 de Agosto de 1963 (día de San Roque, fiesta patronal de Villarcayo). Los niños lo disfrutaron estando varias horas formados e impecables esperando a la “collares”.

A Carmen Polo de Franco le acompañaron numerosos “palmeros” como el Conde de Casa de Loja y señora y la esposa del ministro de la Gobernación, señora de Alonso Vega. Además, la esperaban en el besamanos la Junta del Gobierno de la Caja de Ahorros Municipal, presidida por el alcalde de Bilbao, don Lorenzo Hurtado de Saracho: director de la misma; don José Zorrilla y de la Gándara. También estaba presente el director general de Beneficencia y Obras Sociales, don Antonio Oriol. Continúa la lista con el gobernador civil de Vizcaya, don Guillermo Candón Calatayud; don Plácido Careaga, presidente de la Diputación; vicario de la Diócesis de Bilbao, don José María Martínez; secretario del gobernador civil de Burgos; vicepresidente de la Diputación de Burgos; obispo vicario capitular de la Diócesis burgalesa, doctor Mansilla Reoyo; alcalde y párroco de Villarcayo, don José Antón Tapia, y don Daniel Caballero, respectivamente, que nunca habían pensado encontrarse en una de estas.



Las instalaciones, en medio de una finca rodeada de multitud de árboles de diferentes especies, estaban dimensionadas para dar servicio a más de cuatrocientos niños y niñas, separados por sexos.

Fueron varios miles las niñas y niños vizcaínos que pasaron por Villarcayo. Las tandas o turnos en los últimos años eran dos en verano, Julio y Agosto, y uno en el curso escolar. Sin embargo, antes de implantarse la EGB en 1970, la rotación era mayor, incluso en invierno. La Residencia funcionó de 1962 a 1981, con niños desde los 7 hasta los 13 años. Con lo cual pueden calcular ustedes la edad actual de esa alegre muchachada Vizcaína.

Estos chicos y chicas eran hijos de clientes de la entidad y pagaban cuotas muy económicas en función de los ingresos de sus familias. También se encontraban entre ellos hijos de familias con dificultades y en una ocasión huérfanos de la explosión de Río Tinto en Galdácano.
La Residencia dio trabajo a un centenar de personas, la mayoría villarcayesa. Hasta 1979, la dirección la llevaban las Hijas de la Caridad y los últimos años doña Mª Jesús Casas, trabajadora de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao y que había dirigido la clínica "La Gota de Leche" (Hoy Hotel Indautxu). Con ella se fueron aplicando los cambios que se producían en la sociedad: Niños y niñas empezaron a encontrarse en las zonas comunes.

Como curiosidad, y muestra de los tiempos en que funcionó esta institución, vemos que las monitoras, una por cada 48 niños, vivían internas y debían ser solteras. Pero lo compensaba el sueldo según los niveles de Bilbao. Además, las relaciones entre el centro, sus niños y la población de Villarcayo fueron cordiales. Todos los de este pueblo recordamos la “suelta” dominical de los de Las Colonias.

¿He dicho cordiales? Sí, en general lo eran, salvo situaciones puntuales, profundamente equivocadas y arrogantes. Así, algunos de aquellos niños recuerdan hoy con alborozo ideológico, que en 1979 (años de plomo del terrorismo nacionalista vasco de ETA y creación del estatuto de autonomía del País Vasco) desfilaron tras una ikurriña por Villarcayo. Evidentemente causaron irritación entre los locales.

Durante los años 60, la Residencia de Villarcayo era la niña bonita de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao, se organizaban excursiones para que los clientes de la Caja y personalidades diversas la conocieran. Muestra de ello fue la película promocional de 1964 (“Vivir un sueño”) que hoy es un registro vivo de Villarcayo y Bilbao en esa fecha.

El éxito de Villarcayo animó a la Caja a construir otra en Albelda (Junto a Logroño, inaugurada en 1971) y a Pedernales hasta duplicar su capacidad. El crecimiento de la población infantil hacía interesante estas inversiones.

La crisis económica de los 70, la caída de beneficios de la Caja de Ahorros, el cambio de la tendencia demográfica y, seguramente, los intereses de los nuevos gestores democráticos llevaron a clausurar algunas de sus obras sociales. Ciertamente las tres Residencias infantiles de Pedernales, Villarcayo y Albelda consumían 1/3 del presupuesto de la Obra Social de la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao.

La Residencia de Villarcayo cerrará sus puertas definitivamente el 30 de Junio de 1981.

Pero los bancos, cajas, no dejan de hacer negocio y la Caja de Ahorros vende la Residencia al Ministerio de Justicia, quien la utiliza como Centro de Protección de Menores. Se le rebautiza como Residencia "Las Merindades". A finales de los 80 es transferida a la Junta de Castilla y León quien clausura el centro. Serán unos años en que lo ocuparon algunos niños internos, ensayos de los Amigos de la Música y estrenos del grupo Carro de Thespis.
La Residencia en nuestros días.
Finalmente en el 2003 empieza a dársele uso. No parecía factible que fuese uno solo y se crean tres áreas:
  • Residencia de la Tercera Edad en el ala que fue comedor, habitaciones de monitoras y monjas, lavadero, ropero, etc.
  • En el cuerpo central del edificio, el Centro de Salud y Especialidades Médicas.
  • El colegio público "Princesa de España".
El uso de los amplios jardines ha sido cedido por la Junta de Castilla y León al Ayuntamiento, al igual que la capilla y el salón de actos que, a la fecha, están pendientes de rehabilitación.

Blbliografía.

Boletín estadístico de Bilbao. Tercer trimestre de 1963
Hemeroteca de La Vanguardia.
Diario de Burgos y Deia.
villarcayo.net46.net de Iñaki Llamas.

domingo, 14 de abril de 2013

Una visita decimonónica a Oña

En un artículo de Eduardo Rojo Díez se resaltaba la sorpresa de que destacados especialistas, como Ortega Valcárcel, no incluyen a Oña ni en su estudio sobre la Bureba ni en el dedicado a la Montaña de Burgos. Pero, por ejemplo, la página de Internet de “Las Merindades” la incluyen.

De todas formas, sí merece una referencia a una población tan vinculada a la historia de Castilla la Vieja que, prácticamente, coincide con las actuales Merindades. Les doy una breve referencia al pasado de Oña: La noticia más antigua es del 967, aunque es lugar de batallas en las crónicas árabes. El conde Sancho García, en el año 1011, funda el monasterio de Oña. Tan poderoso que llegó a estar, en ocasiones, al margen de las autoridades civiles y eclesiásticas hispánicas y depender directamente de Roma.

Con respecto a la Merindad de Castilla Vieja, se incluyen en ella lugares como Santé, perteneciente al municipio de Oña, tal y como se recoge en el Libro Becerro de las Behetrías (1352). La ubicación de Oña aparece incierta y autónoma debido al poder abacial.

Así, en el famoso Pleito de los cien testigos entre Oña y Frías, en el siglo XIII, entran en disputa unos solares en Pino (la Bureba) y Montejo (Castilla Vieja). El abad de Oña niega la relación entre ambas propiedades en un traspaso que se había realizado entre la ciudad y el monasterio porque cada solar estaba en una merindad distinta y en medio se hallaba Oña y otras muchas aldeas.

Vamos, que parece que no es “de los nuestros” pero… merece una visita ¿Verdad?
Al calor del tema he rescatado del olvido a un autor del siglo XIX, don Rodrigo Amador de los Ríos y Fernández de Villalta y su hermosa forma de describir Oña y sus monumentos. He sacado unos cuantos extractos para limitar la locura descriptiva y desbrozar elementos desfasados. Aún así, ruego a los lectores un poco de paciencia porque es una obra de 1889, con el léxico de entonces. Espero que lo disfruten.

Rodrigo Amador de los Ríos

Vamos, viajemos en el tiempo mediante el juego de integrar lo que él vió con lo que hoy en día nos encontramos:

Plaza del Padre Cereceda

Calle del Agua

(…) Sobre las escarpaduras de la derecha del camino, oculto en los pliegues de los montes, dominado por ellos, el pueblo de Oña, que es el que ocupa tan singular posición, muestra sus calles irregulares, estrechas y pendientes, formadas por humildes edificios sin importancia que revelan la sencillez de los habitantes, serios, más aún, huraños, como si la solemnidad de aquellas masas de granito se reflejase en ellos; como si se hallaran siempre entregados á graves meditaciones, cubierta la cabeza por azules boinas, proclamando en su traje y en la aspereza del tono con que hablan el castellano, pertenecer á otra raza distinta la que puebla los valles, y guardando por consiguiente analogías no dudosas con los alaveses, sus vecinos de la parte oriental, de quienes se juzgan hermanos. (…)

Monasterio de San Salvador en Oña

(…) Grandioso, cual corresponde á su fama, es con verdad el Monasterio de San Salvador, tendido de N. á S. y compuesto de varios edificios de épocas diversas que forman una sola manzana, y ocupan con la huerta crecida extensión de terreno; al costado occidental, se halla la iglesia que, desde la exclaustración, posee como parroquia la villa, y que es realmente notable, ofreciendo al exterior marcadas huellas de su antigüedad, la cual no puede sin embargo, á nuestro juicio, ser llevada más allá de los últimos días del siglo XII, ofreciendo en primer término sencilla aunque elegante portada apuntada, de fines del XV ó principios del XVI, flanqueada de agujas así como también las seis hornacinas ó ventanas del muro, en las cuales resaltan independientes y haciendo alusión á los fundadores y protectores del Monasterio, los escudos timbrados por diademas reales, de Castilla con León, de Castilla, y de Castilla, León, Aragón y Navarra en cuatro cuarteles. (…)

(…) Compuesta de una sola nave, no es á primera vista, cual se traspone el cancel, grande la impresión que experimente el viajero al contemplar la iglesia, de cuyas bóvedas ojivales resaltados nervios se elevan á grande altura, confirmando, las fenestras, el supuesto de que hubo de ser sin duda construida toda ella en los postreros días del siglo XII o principios del XIII, durante el reinado de Alfonso VIII de Castilla, aun en épocas más recientes y en especial hacia el año de 1470 haya experimentado singulares reformas, según lo acredi tan y persuaden las capillas laterales de los pies del templo, cerradas por rejas, cuyos arcos son conopiales, recorridos de, cardinas de vichas y provistos de festones lobulados, y lo proclaman arcos subsiguientes, restaurados en días mucho más cercanos a nosotros. (…)

(…) Halla término la nave,-que se estrecha algún tanto parte superior del templo,-desembocando en cuadrado' de la total latitud de la iglesia, inclusas las capillas lato entonces es cuando se siente el ánimo sobrecogido, no por el espectáculo de la muchedumbre de fieles congregada allí para entonar alabanzas á la Virgen, cuya efigie pasean devotamente por el templo entre nasales y acompasados cánticos los concurrentes, ora arrodillados, ora sentados en la hermosa sillería de nogal que cubre los muros laterales y formó el doble coro de los antiguos monjes benedictinos; no tampoco por el retablo del altar mayor, profusamente acaudalado de efigies y labores al estilo plateresco,-sino por la solemne majestad, por la gallardía incomparable, por la riqueza y la elegancia de los dos túmulos ó templetes adosados á la una y' á la otra parte del lienzo absidal, y cuyos entallados exornos, cuyas aéreas agujas destacan sus sombríos tonos sobre el fondo blanqueado de los muros. (…)


(...)Formados de dos cuerpos, ofrécense en el inferior que, como más principal es también de mayor altura, apoyados por tres salientes machones facetados, recorridos en toda su longitud hasta por cinco ,graciosos pináculos enriquecidos de trepado en sus piramidales ápices, volteando en los espacios intermedios del frente dos gallardos arcos conopiales y uno en el costado exento, los tres de la misma disposición é iguales dimensiones, cuya archivolta, de resaltada y sobrepuesta labor, cruzándose en la clave por baja del conopio para formar con su prolongación cantrapuesto semicírculo (…) la techumbre interior de ambos túmulos es sobremanera a rica, como lo son los frentes de la tarima que, levantando el suelo, recibe las arcas sepulcrales intestando en los muros, y lo es la decoración pictórica de éstos, en los cuales y conforme las enseñanzas de la XVa centuria, á que ambos monumentos en su totalidad corresponden, se representan varios pasajes de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, velados por la persistente oscuridad que proyecta sobre ellos la estructura de los túmulos. (…)

(…) A cuatro llega el número de las arcas depositadas en cada uno de estos monumentales templetes, no todas de igual riqueza, aunque todas de la misma forma tumbada, mostrándose la primera, en el túmulo de la epístola, recorrida en los ángulos por menuda y delicada labor de resalto compuesta de grecas, de geniecillos y cardinas, ya en parte destruída en la cubierta, mientras en la parte inferior, flanqueada por un Sagitario á cada extremo, aparece esculpida la oriental fábula de Ormuz y Ahrimán, la lucha del genio del bien y del genio del mal, representada por leones que devoran aves y otros animales de distinta especie, como se ve en el tablero, recortadas y embutidas en madera amarillenta y clara, dos imágenes de san Jorge, ambas de grande ingenuidad, y á los lados del escudo de Castilla en relieve, con una orla de follaje. (…)

(…) Por medio de la espaciosa sacristía y de la habitación inmediata, ambas de ningún interés artístico, y colocadas en campo aparte al lado de la epístola, penétrase por el costado septentrional en el suntuoso Claustro, á que debe en mucha parte, si no por completo, su fama y su celebridad el Monasterio de San Salvador de Oña. (…)

Claustro San Salvador de Oña. Detalle.

(…) Pero si grande es la·belleza del lienzo exterior ó foral en e llamado Patio gótico por el vulgo, grandes son también la suntuosidad y la riqueza desplegadas en las alas del claustro bajo, comenzando por la puerta que da á él paso desde la sacristía y en la cual estriba uno de los nervios de la bóveda, pues la labor resaltada de los batientes proclama sin género de duda y de acuerdo con cuanto llevamos hasta aquí examinado en Oña, que hubo de presidir en aquella restauración verificada por los años de 1495 a 1503, extremada magnificencia sólo propia de los insignes príncipes que ceñían á sus sienes las coronas de Castilla y de Aragón al finar del siglo XV. (…)





Refiriéndose al claustro superior, en ocasión en que el Monasterio y la iglesia yacían abandonados, decía en 1840 don Juan Guillén Buzarán, desde las páginas del Semanario Pintoresco Español: “El patio es bello y ostentoso, no sólo por su extensión, sino por el esmero, la proporción y la elegancia de su admirable obra. Su plano forma un perfecto cuadro enlosado de mármol: en uno de sus ángulos tiene una abundante y preciosa fuente de piedra; y rodéanle por sus cuatro lados los sorprendentes y magníficos claustros cuya exquisita arquitectura gótica ha sido con justicia la admiración de cuantos han visitado el monasterio” (Art. titulado El Monasterio de San Salvador de Oña, pág. 323 del t. cit. de 1840).

(…) Flanqueada por dos salientes y cuadradas torres, la fachada del Monasterio,-el cual se enorgullece con la memoria de sus gloriosos abades San Íñigo, San Antón y Santa Tigridia- Ievántase no sin majestad en anchurosa plaza; y aunque labrada ya en 1646, según en la misma se consigna; aunque no carece de belleza y de proporción en los dos cuerpos principales, que corresponden al estilo greca-romano desornado,- aféanle Sobre modo el pobre y triangular frontón que la corona y en cuyo tímpano resalta el escudo cuartelado de Castilla y León, Aragón y Navarra, los balcones de frontón también triangular á los lados y de frontón semicircular al medio, y en particular las grotescas estatuas que ocupan, dos á dos á cada parte del. grande y rebajado arco del centro, las hornacinas en sus dos alturas abiertas; igual blasón decorado de follajes al gusto de la época, surge en gran relieve sobre la cuadrada puerta de ingreso al vestíbulo, y si bien la diligencia y el buen gusto de los galantes Padres de la Compañía de Jesús, que hoy posee el monasterio, han logrado trocar el aspecto ruinoso del edificio, convirtiéndole en mansión apta así para la vida conventual como para la enseñanza que se prodiga en ella, (…) nada hay en el interior del Monasterio que sea digno de mención, en el concepto que á nosotros de presente nos interesa.
Plaza del Ayuntamiento

No lejos de estos sitios, ábrese la desigual Plaza de la Constitución
(Hoy, 2013 del ayuntamiento), y en ella, al costado de Occidente, insistiendo sobre las rocas que corta la carretera, se halla la iglesia parroquial antigua, hoy (por 1889) en restauración, consagrada á San Juan Bautista. Compuesta de cinco arcadas en distintos planos, apeadas por sus columnas correspondientes, cuyos capiteles forma un friso corrido de vichas; con la imagen en el parteluz de Nuestra Señora con el Niño, y otras representaciones análogas en sus diversos miembros, algunas de ellas más modernas,-parece corresponder la fachada, igualmente que la torre, á los principios del siglo XIII; de tres naves que se desarrollan de N. á S. y en completo desorden por las obras que en ella se estaban ejecutando cuando fué por nosotros visitada. (…)

Bibliografía:


AMADOR DE LOS RÍOS, R.: España: sus monumentos y artes. Burgos, Barcelona, Tip. Edit. Daniel Cortezo y Cía., 1888, 1072 págs. con fotograbados y fototipias, 24 cm. 1889. Ejemplar procedente de la Bizkaiko Foru Aldundia Foru Liburutegia - Diputación Foral de Bizkaia Biblioteca foral (es decir, la biblioteca de la diputación foral de Vizcaya).


lunes, 8 de abril de 2013

Sistema defensivo de Castilla (800 a 850)

Los reyes Astur-leoneses reconocían los problemas defensivos existentes en su flanco oriental. Los Castellanos cobraban el riego asumido en derechos y libertades. Ya se ha esbozado, Ordoño I reorganiza el sistema defensivo en la región buscando aminorar el efecto de las razzias. Es decir, los sistemas defensivos existían antes del rey Ordoño I y la batalla de Albelda (Clavijo) o la conquista de Amaya.



 
El profesor Jean Gautier-Dalché (1913-2010) aseguraba que las etapas de ocupación territorial en los reinos cristianos del norte se fundamentaban en la organización de un sistema defensivo paralelo al esfuerzo Real. Pero la parca documentación impide asegurar la disposición exacta de las defensas de la primera mitad del siglo IX. La arqueología no ha podido constatar la presencia de obras de fortificación levantadas por estas fechas lo que, por otra parte, no es óbice para presumir el funcionamiento de determinados recursos que, en mejores o peores condiciones, hubieran de permanecer dispersos por el paisaje. Con ello serán los continuos trabajos de campo los que completen, en lo posible, las lagunas.

En este sentido, Las Merindades de Burgos fueron frontera en las guerras Cántabras de Roma. Fortines y calzadas nos muestran el interés de los Cónsules republicanos y Emperadores por ejercer un dominio efectivo de esta zona. Tras ellos, los toscos Visigodos se esforzaron por mantener un nivel semejante de control frente a cántabros y vascones, lo que supondría una reutilización y conservación de la infraestructura romana dificultando la correcta datación de algunas estructuras.

Así, Fray Justo Pérez de Urbel aseguraba que los territorios colonizados en la primitiva Castilla entre los últimos años del siglo VIII y el 842 aproximadamente, estaban defendidos por una serie de fortalezas que dan su nombre al territorio:
  • Castrobarto, dominando las tierras de Losa y Villarcayo.
  • Torre de Tudela, al norte de Losa, en tierras alavesas.
  • castro de Villalba, en las alturas que separan los valles de Losa y Valdegovía.
  • Torre de Alcedo en Álava.
  • Castro Siero en la región alta del Ebro.
  • Castillos de Cuevarana, junto a Peñahorada, sobre una peña que domina el Vesga en su conexión con el Ebro, para impedir la entrada en Trespaderne y que, por tanto, defienden el curso del Ebro desde Valdenoceda hasta Miranda.
  • Castillo de Tetelia, en el término y peña de Tedeja, defendiendo el valle de Tobalina occidental.
  • Castillo de Mijangos, que completa la defensa del valle de Tobalina.
  • Castillo Monte Tesla, en el recinto interior de Valdivielso.
  • plazas fuertes de Frías y Lantarón, surgidas como desafío a las fortificaciones musulmanas de Pancorbo, vitales para cerrar la entrada a Castilla por La Rioja.
F. Javier Villalba en “Cuadernos de Historia Medieval (1999)” indica que la Torre de Tudela debería ubicarse en tierras burgalesas, en las proximidades de Santiago de Tudela, bien en Castrogrande, en el Pico del Fraile a una altitud de 1086 m., bien en El Fuerte a 583 m. Ambos gozan de buena visibilidad sobre el entorno. Además, el Becerro de las Behetrías registra un Tudela en la Merindad de Castilla Vieja.

El Castillo de Tetelia, junto con Peña de Tedeja, insiste el profesor Villalba, debería situarse en el pico denominado Castros en Cillaperlata, y por lo tanto, próximo al castillo de Mijangos y a Monte Tesla. Por último, los castillos de Cuevarana, quedaron ubicados por Fr. Justo junto a Peñahorada para defender la entrada a Valdenoceda. La distancia de más de 45 Km. entre ambos puntos y su otra función impidiendo la entrada en Trespaderne (alejado unos 20 Km. de Valdenoceda) con la circunstancia de tener que salvar el obstáculo de la Sierra de Tesla, aconseja relativizar esas localizaciones.

Refresquemos lo ya explicado, en año 800 consta, de forma fiable, la línea repobladora de Taranco, Agüera y Burceña. El documento existente retrotrae ese inicio una generación al indicar que los padres de los religiosos encargados de consagrar las iglesias indicadas en él se establecieron allí unos años antes (Y… ¿Quiénes son? Pues, Lebato y Muniadona). El asentamiento será estable, más por un freno de la actividad militar andalusí que por el músculo militar de los colonos. ¿Cómo lo sabemos? Empíricamente: La toma de Sotoscueva por los musulmanes en 838, campaña facilitada por la toma de Pancorbo que puso en manos ismaelitas una cuña entre los condados de Castilla la Vieja y Álava.

Nuestro documento recoge lugares de repoblación. Hemos de comenzar por Taranco, aldea en la que se consagra una iglesia a los santos Emeterio y Celedonio, y a partir de la cual se ocupa la zona circundante donde se levantarían otros lugares de culto. El diploma señala con detalle el área territorial de este primer enclave, cuyo dominio alcanzaría un área de unos dos kilómetros en torno a dicha localidad. Más adelante se consigna la reconstrucción de la ciudad denominada Área Patriniani en la que se levanta la iglesia de San Martín. La actual Agüera, unos kilómetros al Oeste de Taranco “in territorio Castelle”.

Se configura así una primera zona de ocupación cierta y convenientemente documentada, en la que la propia orografía jugaría un papel defensivo de primer orden. Los montes de La Peña actúan de formidable barrera natural que abraza sin fisuras al núcleo colonizador, al que únicamente se podría acceder por la pendiente que corona Bercedo. El espacio geográfico que es objeto de poblamiento en los albores del siglo IX pudo fijar una cierta cobertura defensiva en Castrobarto, si bien no consta documentalmente tal extremo.

Los sistemas de detección el esos días se basaban en el “Radar Óptico” y el “Perceptor acústico básico” (Ojos y oídos) Por eso, si establecemos un alcance visual de entre cinco y diez kilómetros en condiciones atmosféricas óptimas para detectar un movimiento de tropas (probado empíricamente) quedaría asegurada la cobertura, no sólo de la aproximación a la defensa natural que suponen los Montes de La Peña, sino incluso gran parte del sector occidental del valle de Losa. Y, como los antiguos no eran tontos, los núcleos de población que se establecen en esta primera fase colonizadora quedan estratégicamente al abrigo del parapeto montañoso, creando, en el acceso a la zona, un área sin habitar que sería la defensa más efectiva del núcleo colonizador.

Junto a Castrobarto existen otros posibles enclaves para observación. Nos referimos a Castrogrande, situado en el extremo de la Sierra de Carbonilla, al término de los Montes de La Peña, guardando la entrada desde el Sur por el río Jerea en dirección a Valmaseda. Esencial para la protección del flanco oriental de este primitivo asentamiento, cubriendo los puntos ciegos de Castrobarto y, sobre todo, para la inmediata conexión que tendrá lugar entre esta zona y el área de Valpuesta a partir de 804.

Por último, aún sin pruebas, no resultaría loco pensar en los montes de Ordunte como ubicación propicia de puntos de observación al cubrir visualmente el conjunto de asentamientos dependientes de Taranco.

De finales del año 804 contamos con dos diplomas referidos a la fundación de la iglesia de Valpuesta (el propio de la fundación y la confirmación de Alfonso II) en los que se consigna la exención de “castellería”, “anubda” y “fonsadera”. Recordemos que estas son obligaciones militares y nos obligan a preguntarnos la causa de la exención. ¿Será porque ya tenían otras obligaciones de este tipo?

La presencia de al menos un punto defensivo estable estaría fuera de toda duda. La localización concreta, no. Lo colocaríamos en las inmediaciones de una vía de comunicación (la calzada Valdegovía a Peniella). Los documentos más fiables establecen los límites originales del asentamiento con los siguientes puntos de referencia: en las inmediaciones de Valpuesta, desde Mioma a Pinedo y por Suma Peña hasta Villa Alta. De Molare a Cancellata y saliendo desde San Emeterio y Celedonio hasta la calzada que va a Valdegovía con las tierras circundantes al río Flumencillo.

El análisis del terreno permite señalar ciertos enclaves defensivos que pudieran corresponderse con las exenciones mencionadas más arriba. La fortaleza de Astúlez, en orden a la cercanía y máxima capacidad de control visual del asentamiento de Valpuesta, parece ser la más adecuada. Algo más al Sureste se localiza un Castro desde el que, sin duda, sería posible cubrir perfectamente el enclave repoblador.
Astúlez
Pero el núcleo original de la colonización de Valpuesta incluye todavía algunos territorios ubicados, según parece, en el término de Valverde de Miranda. Se toma posesión de Adtene o Pontacre haciendo mención de una Summa Penna o Peña Alta que empuja a pensar en los oportunos objetivos defensivos.

El diploma de Alfonso II informa de la iniciativa real por conectar Valpuesta con Burceña y Taranco a lo largo del territorio de Losa. Los lugares que nos permiten delimitar este área de influencia de Valpuesta han variado su nombre pero son fácilmente localizables en el territorio oriental de Losa, como Fresno y Calzada. La vigilancia de estas tierras que unen las dos comunidades religiosas pudiera haberse cubierto desde la fortificación situada a algo más de un kilómetro de Calzada.

Recordemos que a medida que se conquista un territorio es fundamental la protección, para organizar ataques, reorganizarse para contraatacar o, humildemente, defenderse. La retaguardia, las comunicaciones… todo eso que se cuenta en la películas. Esto se trabaja desde los últimos años del siglo VIII hasta el momento en que los andalusíes inician un programa militar para desarticular el, todavía, inmaduro asentamiento castellano. Esto obliga al reino Astur-leones a espabilarse, lo que culminaría cerca del 850 con la presencia de un “comes” de Castilla y una reestructuración defensiva mediante el reglaje del mecanismo de vigilancia preexistente.

Lo vemos en las crónicas, cristianas y musulmanas, que nos informan de diferentes operaciones militares Moras desde el 816 y a lo largo de unos veinte años. Pero será el año 822 cuando se pruebe la red defensiva desplegada por los colonos castellanos. Es la ofensiva de ‘Abd al-Qarim hacia Bardulia y Álava. Nos proporciona ‘Ibn Idhārī, entre noticias, seguramente infladas, de la catástrofe cristiana y algunos detalles toponímicos que permitieron reconstruir el curso de la operación.

La Bureba-Valpuesta-Orduña podría haber sido la línea seguida por las tropas de ‘Abd al-Qarim en su ofensiva, muy probablemente partiendo de Pancorbo. Otra posibilidad, desde el mismo punto de partida, sería la Vía romana de Salinas de Añana, Armentia y Herenchun, castigando de manera prácticamente exclusiva tierras alavesas. Se deja, con ello, a salvo las tierras de Valpuesta pese a la extraordinaria amenaza que representarían comunidades cristianas (llevaban ya dos décadas) en un territorio estratégico.

De todas formas, lo más importante de estas narraciones es el hecho de constatar la presencia de una red defensiva en el oriente castellano con anterioridad al 822, probablemente de escasos recursos, pero efectiva Cabría, así, preguntarse cuál fue la verdadera fuerza de las armas andalusíes. Aunque podríamos mirarlo por la relación, siempre presente, entre el coste y el beneficio de atacar zona montañosa o centrarse, en cambio, en la llanada alavesa.

Es probable, como ya hemos indicado, que el tipo de asentamientos observados por los musulmanes no les incitaran urgentemente a desalojarlos por la fuerza. De haberse desarrollado así los acontecimientos, el ejército de ‘Abd al-Qarim cometió un gran error, pues Castilla será punta de lanza en la lucha por el alto valle del Ebro y el avance hacia el Duero.

No es casualidad que precisamente por estos años asistamos a la ocupación, mucho más favorecida desde el trono, del sector occidental castellano. Bien pudiera tratarse de un mecanismo defensivo diseñado para proteger el Este del reino de León, pero que, en todo caso, ayudó de forma decisiva a la consolidación de Castilla como unidad territorial por cuanto supuso un innegable apoyo para los habitantes de los valles de Losa y Valdegovía.

Citaríamos, en esta “ocupación institucional”, el fuero de Brañosera (825) por Nuño Núñez y su avance hacia el sur en Zorita. ¡Adiós a la iniciativa privada en la repoblación!

La penetración musulmana del 822 hizo sentir a los castellanos la absoluta necesidad de obtener el control militar de Pancorbo, paso obligado para cualquier operación en los valles orientales recién ocupados, en poder de los repobladores desde una fecha incierta, según veremos más adelante. Pero, no por ello se frenó el sentamiento en Losa y Valdegovía, como muestran numerosos textos. Cronistas de ambos bandos ponen de manifiesto, no obstante, los movimientos entorno a Pancorbo que el 837 estaba en manos islámicas, el año anterior a la toma musulmana de Sotoscueva.

A pesar del teórico fracaso en el asunto de Pancorbo y de Sotoscueva, la realidad desde el punto de vista militar puede ser bien diferente. Si observamos la cobertura visual desde las numerosas fortalezas de la zona de ocupación cristiana, comprobamos como ésta afecta a todo el recorrido de acceso de las tropas musulmanas, seguramente a través del curso del Ebro hacia el Noroeste. De ese modo podemos llegar a la conclusión de que los efectos sobre los núcleos de población cristianos, fueron sensiblemente menores en virtud de tal dispositivo de vigilancia que si los mismos no hubieran contado con el recurso de un oportuno aviso. Lo que enlaza con la constancia de la repoblación cristiana.

Pero hablar de efectividad defensiva de los núcleos de Castilla la Vieja del Siglo IX es excesivo. Además, no hay fuentes. Debemos referirnos, por ello, a la potencialidad defensiva de los núcleos para su hipotética utilización de enclaves estratégicos, muchas veces omitidos en los documentos, pero presumibles, bien como restos materiales de fortaleza o torre de vigilancia, o gracias a los topónimos que sugieren su presencia. Ni siquiera tenemos certeza de la existencia de observadores ¿de Anubda? La única referencia la encontramos en la Crónica de Sampiro, que nos habla de “exploratores” cuya misión no parece quedar muy clara.

¿Son estos “exploratores” simples espías infiltrados en las líneas enemigas o, por el contrario, podemos pensar en auténticos observadores militares encargados de evaluar los movimientos de tropas? Aunque documentado en época posterior, J. Rodríguez nos acerca a la figura del “enaciado”, al que considera como un espía o corredor de noticias cuyo nombre pudiera derivar de “initiatus”.

Volvamos al Valle de Mena, su situación geográfica es privilegiada: abundante agua y clima apropiado para un desarrollo agrícola individualizado. Mena se apoya en dos coberturas defensivas que aseguran el control del territorio. Son las fortalezas de Castrobarto y Castrogrande cubriendo las posibles entradas al territorio desde el Sur y desde el Este respectivamente.
Castrobarto detectaría un movimiento de tropas en dirección a los asentamientos regidos por la iglesia de Taranco, pero su ubicación no le permitiría cubrir visualmente hacia el sur una distancia superior a los tres kilómetros en el tramo más generoso. Las formaciones montañosas que rodean el río Pucheruela y, sobre todo, los altos de Pelada, se lo impiden.

Quedan sin embargo perfectamente cubiertos las cotas más altas de los Montes La Peña, tanto en sus estribaciones occidentales como el las orientales, fundiéndose ya con la Sierra de Carbonilla. De esa manera, cualquier intento moro contra el valle de Mena sería detectado por esta fortaleza.

Vale, los tenemos localizados (pero tarde), ¿ahora qué? Damos en aviso a retaguardia. Pero es muy difícil, un jinete hasta el borde del monte que domina Mena, una hoguera… De ahí que rastreemos la zona en busca de un nuevo apoyo defensivo apto para cubrir esas labores de alerta e incluso para completar, con un nuevo foco, una eventual acción defensiva de la Corona. Suponemos dicho enclave en Castrogrande, cerca de Santiago de Tudela, en plena Sierra de Carbonilla, cuya mayor altitud sobre el terreno permite una cobertura visual mayor que Castrobarto.
Las áreas ocultas a los vigías de Castrogrande, son particularmente inaccesibles para las tropas musulmanas y, en todo caso, zonas discontinuas que tarde o temprano harían visible su presencia desde este enclave. Por otra parte las poblaciones de Taranco, Ordejón y Burceña, quedan a la vista de la fortaleza, si bien es verdad que en condiciones climáticas muy favorables, pero ello es algo que no ocurre desde la tradicional referencia defensiva de Castrobarto.

En una hipotética intervención desde el Sur que arrancara de las estribaciones de Sierra de Peñagobia y se dirigiera en dirección Nor-Noroeste hacia Montes La Peña, todo el recorrido de las tropas quedaría perfectamente bajo el control de la vigilancia cristiana, primero desde la fortaleza de Castrobarto, y una vez traspasados los Montes La Peña, bajo el influjo visual de Castrogrande.

Es por ello que la única alternativa para el ataque de estos núcleos repobladores, Valle de Mena y Valdegovía, sólo puede llevarse a cabo siguiendo el curso del río Nela para conectar con el Trueba y alcanzar así los más desprotegidos núcleos de Noceco y Agüera, desde donde sería posible más tarde coordinar un efecto sorpresa sobre la zona de Taranco. Un punto de observación en el relieve montañoso que se levanta unos kilómetros al sur de Espinosa de los Monteros, sería la única posibilidad de cobertura visual de esta línea de penetración, si bien es verdad que no nos consta la presencia de la misma, que, además, la toma musulmana de Sotoscueva en 838 (Ascendieron por el curso del Ebro, la Tesla, Villarcayo a Sotoscueva), parece descartar totalmente.
No consta que bajasen Bercedo. ¿Por qué? El sistema defensivo de esos valles sería mucho más efectivo de lo que cabría suponer a primera vista, no por su número, pero sí en orden a sus técnicas y capacidad defensiva… Salvo que supongamos que las torres de aviso buscaban solamente la evacuación de la población con su ganado y algunos enseres, permitiendo a los Moros la opción de un poco fructífero saqueo.

Una segunda hipótesis, considerar al río Jerea como vía de penetración hacia las repoblaciones dependientes de Taranco, ganaría puntos tras rastrear sobre el terreno la presencia de dos topónimos que sólo pueden sugerir una vigilancia del curso del río a partir de la propia confluencia del mismo con el río Nela. Siguiendo la dirección de un ataque militar a la zona, y por lo tanto opuesta al curso del río, encontramos un lugar llamado Castillo junto a La Prada. Unos kilómetros más al norte, en la Junta de Oteo, hay más restos.

Ambos enclaves cubren suficientemente el curso del río Jerea, y lo hacen por ambas márgenes. Uniendo estos con Castrobarto y Castrogrande, los núcleos originales de la repoblación castellano oriental contarían con un dispositivo adecuado en el que perfectamente podemos encajar la ausencia de noticias sobre ataques moros.

En fin, que el sector oriental del valle de Losa sirve de territorio intercomunicador entre Taranco y Valpuesta con un sistema defensivo que lo cubre frente a ataques andalusíes. La fortaleza de Astúlez sobre el río Omecillo, viene a ser la piedra de toque defensivo del monasterio de Valpuesta. Desde su situación cubre una extensa área del conjunto oriental del valle de Losa por una parte, y de las posesiones monásticas al noroeste de Valpuesta por otra (lugares como La Hoz, Pinedo, Los Pozos, Fresno, etc.).

Otras defensas de Valdegovía son Pontecerci y un lugar que todavía se le llama Castro. Ambos pudieran haber colaborado en unas tareas que, por lo demás, representan el único caso del que tenemos cierta información documental.

Los tres núcleos citados, que no excluyen otros señalados en ocasiones por distintos autores (Lantarón o Villalba) serían capaces de proporcionar los necesarios avisos para los repobladores de Valdegovía e, incluso, de articular despliegues milicianos para frenar algunos ataques menores. Recordemos que los árabes, una vez alcanzado el Ebro, podrían llegar a Valpuesta por el Omecillo o, más al Oeste, por el río Purón.

Internarse en estas zonas supondría una peligrosa situación que, seguramente, las tropas islámicas no estaban dispuestas a asumir frente a los beneficios que ofrecería Álava. Para el autor del estudio que da, parcialmente, soporte a esta entrada, F. Javier Villalba Ruiz de Toledo (Universidad Autónoma de Madrid), la historia de sistemática invasión musulmana de los valles septentrionales de Castilla con la obligada consecuencia de rendiciones de fortalezas, cautivos en Córdoba y tributos, no encajaría con el estudio de campo y la inserción de informaciones concretas en la misma. Otros resaltan la presencia de los Banu Qasí y las complejas relaciones políticas de la zona, las necesidades económicas y la prioridad de otros frentes más útiles como elementos que explicarían la inacción frente a Castilla la Vieja.

Por supuesto esta fue la situación hasta del 850 cuando el desarrollo de los acontecimientos políticos en el seno de los reinos cristianos y una asentada organización defensiva posibilitarán trasladar la frontera Astur-leonesa hasta Peña Amaya. Desde ese momento la progresión castellana será espectacular.

¡Y la contaremos!

Bibliografía:

SISTEMAS DEFENSIVOS DE LA CASTILLA PRIMITIVA (Siglos VIII-IX).
F. Javier Villalba Ruiz de Toledo (Universidad Autónoma de Madrid). Cuadernos de Historia Medieval Secc. Monografías, 2, 1999