Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 31 de marzo de 2024

Indultando a un espinosiego.

  
No. No estamos inmersos en los últimos casos conocidos de indultos por parte del poder. Ni el delito era de Lesa Majestad como los que se indultaron hace pocos años en España. Todos hemos escuchado que el indulto procede de la Novísima Recopilación de Carlos IV en 1805 o que viene del año 1759, bajo el reinado de Carlos III, fruto de la peste que diezmaba a la población malagueña y a que los presos se ofrecieron para llevar a hombros la imagen de Jesús “el Rico” durante el Viernes Santo. Quizá algunos digan que el indulto procede del Decreto de Cámara de Fernando VI del 30 de marzo de 1757 que recogía que todos los años se pidiera a la cancillería dos reos condenados a muerte por cada Audiencia. De ellos, se elegía uno para indultarle en Viernes Santo pero el reo, aunque debía serlo de un delito grave, no lo podía ser por asesinato o robo porque tales infracciones no merecían el perdón.

 
Pero la cosa viene de muy atrás… por parar en otro punto: Alfonso X mantuvo una disposición, procedente del fuero juzgo (la figura de la “merced”) y el derecho visigodo (el Canon octavo del Concilio VI de Toledo del año 636), en sus Siete partidas. Incluso creó un problema porque se daba también a nobles y eclesiásticos la potestad de conceder “gracias” lo que derivó en un sindiós que Juan I, en el Ordenamiento de las Cortes de Briviesca de 1387, laminó reduciendo el derecho de gracia al rey.
 
Lo de proponer indultos en Semana Santa aparece en una ley de 1447 sancionada por Juan II de Castilla. Hay autores que sitúan esa ley en Burgos en 1444. De todos modos, en ella se trasladaban todos los “perdones” del año al Viernes Santo y es conocida como “Ley del perdón del Viernes Santo de la Cruz”. Eso sí, con el límite de veinte indultos al año como máximo. Si el rey quería cumplirla, claro. En este sentido, el Condestable de Castilla Íñigo Fernández de Velasco consiguió del emperador Carlos V - Carlos I de Castilla- el indulto de su sobrino, el capitán general de los Comuneros Pedro Girón y Velasco. ¡Para que vean!

 
Y, como si estuviésemos en esa visión circular del mundo donde una serpiente se muerde la cola, conocemos la ley de 1447 por la Novísima Recopilación de las Leyes de España de 1805. En esta compilación tenemos once leyes limitativas de la gracia y el indulto. La segunda de ellas es la Ley del Perdón del Viernes Santo de la Cruz. Atentos: limitativa.
 
Con todo lo dicho, tras llegar al año de 2021… perdón, que nos hemos pasado de frenada. Quise decir tras llegar al año 1805, pues, nos retrotraemos al ocho de abril de 1478, en Sevilla, cuando García Zorrilla, vecino de Espinosa de los Monteros, es perdonado por la reina Isabel I de Castilla de su delito “e remito toda la mi justiçia çeuil e creminal que yo he o podría aver contra vos en qualquier manera e por qualquier rasón por la muerte de Juan de Çorrilla, veçino de Soua, -Juan Zorrilla, vecino de Soba- en que dis que fuystes culpante e avnque en ella ayades seydo dado por fechor e condenado a pena de muerte, la qual dicha merçed e perdón vos fago saluo sy en la dicha muerte ynteruino aleue o trayçión o muerte segura e sy fue fecha con fuego o con saeta o dentro en la mi Corte o sy después del dicho delito entrastes en la dicha mi Corte, la qual declaro con çinco leguas en derredor; o sy soys o fuerdes perdonado de vuestros enemigos, parientes del dicho muerto, Juan de Çorrilla, e por esta mi carta o por su traslado sygnado de escriuano público mando al mi justiçia mayor e a su logarteniente e a los alcaldes e otras justiçias de la mi Casa e Corte e Chançellería e a los alcaldes e aIguasiles, merinos, prevostes, asysientes e corregidores e otras justiçias qualesquier de Espinosa de los Monteros como de todas las otras çibdades e villas e logares de los mis reynos e señoríos e de todas las otras çibdades e villas e logares de los mis rey nos e señoríos que agora son o puedan ser de aquí adelante e a cada vno e qualquier de ellos que vos guarden e conplan e fagan guardar e conplir esta dicha mi carta de perdón e la merçed en ella contenida, que yo de lo que dicho es vos fago, e por cabsa e rasón de ello vos non fieran nin maten nin lisyen nin prendan nin enbarguen nin fagan ferir nin matar nin enbargar nin prendar nin enbargar vuestra persona nin vuestros bienes nin proçedan contra vos de su ofiçio nin a pedimiento de partes nin del mi procurador fiscal e promotor de la mi justiçia nin en otra qualquier manera non enbargante qualquier abto e progeso o pregones o encartamientos que por la dicha cabsa ante vos se ayan fecho o qualquier sentençia o sentençias que contra vos sean dadas, ca yo por esta presente carta lo reuoco todo e cada cosa e parle de ello, e quiero e mando e mando e es mi merçed e voluntad que non vala nin aya nin pueda aver efeto nin valor, e por la presente los ynivo e fago ynibidos de todo el conbençimiento de ello, e vos restituyo "in yntegrun” en toda vuestra buena fama e en el primero estado en que fuéredes e estávades antes que lo susodicho fuese por vos fecho e cometydo, e algo e quito de vos toda mácula e ynfamia que por esta rasón vos pusiese o pueda ser puesta, e sy algunos de vuestos bienes por esta rasón vos están entrados e tomados, vos los den e tornen e restituyan libre e desenbargadamente en todo bien e conplidamente en guisa que vos non mengüe ende cosa alguna, non enbargante las leyes que el rey don Juan, mi visagüelo, que Dios perdone, fiso e hordenó en las Cortes de Bríuiesca, en que se contiene que las cartas de perdón non valan saluo sy fueren escriptas de mano de mi escriuano de Cámara e refrendadas en las espaldas de dos del mi Consejo o de letrados, e las leys que disen que las cartas dadas contra ley o fuero o derecho deuen ser obedesçidas e non conplidas, e que las leyes e fueros e derechos valederos non puedan ser derogadas nin reuocadas saluo por Cortes, nin otrosy en las Cortes que el rey don Juan, mi señor e padre, fiso e hordenó en que se contiene la horden e forma en que las cartas de perdón se deven dar e los casos que en ellas se deue reseruar avnque los dichos casos ay non vayan declarados como quier que en ellos o en qualquier de ellos ayáys yncurrido, nin otrosy enbargante otras qualesquier leys e fueros e derechos e hordenamientos que en contrario de esto sean o ser puedan, con las quales yo dispenso e las abrogo e derogo en quanto a esto atañe; e los vnos nin los otros non fagades nin fagan ende al por alguna manera sopeña de la mi merçed e de perdiçión de los ofiçios e de confiscaçión de los bienes de los que los contrario fisyeren para la mi Cámara e fisco; e demás mando al ome que vos esta mi carta mostrare que vos enplase que parescades ante mí en la mi Corte doquier que yo sea del día que vos enplasare a quinse días primeros seguientes, so la dicha pena so la qual mando a qualquier escriuano púbico que para esto fuer llamado que dé ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno porque yo sepa en cómo se cunple mi mandado.

 
El texto no está escrito -¡evidentemente!- por la reina. Se encargó de ello Diego de Santander, secretario de Isabel I y aparecen junto a él otros prohombres de la Corte.
 
La cuestión que nos compete ahora es conocer quién fue García Zorrilla. Poco podemos saber dado los datos que tenemos. Sabemos que fue juzgado y condenado por lo dice la carta de gracia y que tuvo la fortuna de ser indultado de un asesinato. Recuerden que hemos dicho que los asesinos no podían ser indultados, ¿o sí? Hay algunas formas de asesinato u homicidio -no nos vamos a poner puristas- que el texto del indulto impide agraciar: la muerte segura (homicidio que era cometido por una persona que había pactado amistad – seguro- con otra o su familia, o en lugares sobre los que el rey ejercía una protección especial (caminos, mercados, etc.); un disparo a distancia; o un flechazo. Las dos últimas porque demostraban que había sido mediante emboscada y la primera porque ofendía el poder regio. Con esto podemos pensar en una pelea o en un poético duelo entre Zorrillas, de apellido, en una casa o en una taberna o lugar así.

 
El texto nos informa que este será completo, restituyendo al reo sus bienes y su honor. Y desgrana una serie de formalismos legales menos interesantes. Lo que no nos dice es cuál era su situación en el momento del indulto, es decir, ¿estaba en la cárcel? ¿bajo arresto domiciliario? ¿o dónde? No lo sabemos.
 
Más aún, ¿por qué indultar a García Zorrilla? Entiéndanme, hemos hablado que nuestro matador fue uno de los veinte indultados anuales y no creemos que en esa Castilla el número de muertes violentas fuese igual o inferior a las dos decenas. Por tanto, ¿por qué García Zorrilla? Yo creo que, porque era espinosiego, de Espinosa de los Monteros. ¡¡¡Del mismo lugar que los guardianes del sueño real!!! ¿Está claro? Seguramente algún familiar -¿un Zorrilla?- que fuera montero de cámara de la reina susurró este nombre en sus oídos. Pensemos que en la relación de monteros reales de 1518 aparecen Juan Zorrilla “el Mayor” y Juan Zorrilla “el Menor”. Y, además, los lazos familiares entre los linajes que poseían la posibilidad de obtener un puesto de montero eran más que abundantes. La casa Zorrilla estaba vinculada a las casas de Velasco, Madrazo, Ángulo y varias más en la villa. Con lo cual es fácil pensar que García tenía buenos valedores en la Corte. Mientras que el otro, el difunto, el muerto, era del Valle de Soba. Por cierto, posible lugar de origen de todos los “zorrilla”. No solo eso, sino que el lema de esta familia era: “Velar se debe la vida de tal suerte que vida quede en la muerte”. 


Una gran ironía.
 
 
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “El Debate”.
Periódico “Diario de Burgos”.
Burgospedia.
Abogados Gómez-Caminero.
Periódico “Tribuna”.
“El perdón cristiano en el Derecho español: los indultos a las Cofradías de penitencia”. Juan Ramón Rodríguez Llamosí.
“Las Merindades: documentos para su historia”. Ricardo San Martín Vadillo.
Diccionario panhispánico del español jurídico.
“Los Monteros de Espinosa. Mil años de historia”. Adriano Gutiérrez Alonso y cuatro más.
“Los monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
“Novísima recopilación de las leyes de España, mandada formar por el señor don Carlos IV”.
 
 
 

domingo, 24 de marzo de 2024

Fortuna Férrea.

  
Nos vamos a colocar a pocos metros del puente que une el Señorío de Vizcaya con Las Merindades, en un desvío de la carretera general Burgos Bilbao donde languidece un vetusto caserón y su iglesia adyacente. Es el lugar llamado El Berrón que junto con Antuñano y Bárcena constituyen el concejo de Bortedo.

 
Esta casa palacio fue construida en el emplazamiento de una antigua torre. El caserón parece construido en dos fases que mantuvieron la unidad estética porque su amplia fachada tiene dos portadas prácticamente iguales. Y sobre ellas sendos balcones protegidos por esmerada forja. ¡Que para eso eran gentes que trabajaban, y vivían, del hierro! Sobre el balcón situado a la derecha, según miramos, hay un escudo deteriorado y ennegrecido por los elementos. Está timbrado con un casco y lleva cuatro amorcitos como tenantes, dos a cada lado, uno sobre el otro. Completan el adorno penachos, lambrequines y una venera debajo de la punta.
 
El campo del escudo está cuartelado y contiene:
 
1. Un árbol verde (sinople) y dos perros empinados al tronco. En la bordura de gules ocho castillos de oro y en cada uno un estandarte.
2. Seis flores de lis de azur, puestas tres y tres con fondo de oro. Estos puntos conforman las armas de Ortiz de la Riva.
3. De plata, un sauce, de sinople, y dos lobos pasantes a su pie: Armas de Martínez.
4. De oro, un roble, de sinople y dos lobos, de sable, empinados al tronco. Bordura cargada de armiños (desconocemos los esmaltes): Armas de Basterra.

 
Al pie del escudo figura el siguiente testimonio:
 
“SE ME EDIFICO POR DON DOMINGO ORTIZ DE LA RIVA
EN EL SITIO EN DONDE DE INMEMORIAL TIEMPO
A ESTA PARTE ESTAVA LA CASA SOLAR DE SV APELLIDO
AÑO DE 1740”
 
Vicente de Cadenas y Vicent describe el escudo de la familia Ortiz de la Riva de esta manera: Partido.
 
1. En oro, un árbol de sinople, con un lobo de sable, empinado al tronco y bordura de gules, con ocho castillos de oro, y en cada castillo, un estandarte del mismo metal.
2. En oro, seis flores de lis de azur.
 
Vemos que hay una variación en el número de cánidos. No es nada raro.
 
Domingo Ortiz de la Riva, el que pagó las casonas, construyó pegada a estas, formando ángulo recto con ellas y comunicada interiormente una ermita de piedra sillar bajo la advocación de Nuestra Señora de Montserrat. Se pensó como última morada de los Ortiz de la Riva. Y algunos descansan allí. En esta ermita se administraban los sacramentos sin perjuicio de los derechos parroquiales. Hacia 1752 el capellán de dicho templo era Manuel Gómez y, por su situación geográfica, debería pertenecer al Arciprestazgo de La Bien Aparecida (Jurisdicción de la Diócesis de Santander).
 
En lo alto de la fachada de la ermita destaca un escudo de armas enmarcado por dos semicírculos de piedra. Está sobre cartela de rollos sumada de dos amores, surmontados por un busto de guerrero luciendo un bello casco y con visión parcial de su rostro. A ambos lados del busto dos figuras femeninas tocan la cuerna. Dos gigantes guerreros, armados de espada, hacen de tenantes, vencedores de sendos sarracenos caídos a sus pies, y debajo de la punta una enorme máscara. Las armas que figuran es este escudo son las que lleva el de la casa solar salvo las de la bordura de la cuarta partición que son cruces en lugar de armiños.


Contrasta el esmerado trabajo de la capilla frente a la fachada de la casona doble que, salvo para las ventanas, puertas y escudo, es de canto y no de piedra tallada. Podríamos hablar de que es una más de las típicas, y abundantes en Las Merindades, casonas de hidalgos de los siglos XVII y XVIII. La pena es que no tiene fachada de sillería pero sí un vistoso escudo.

Cortesía de "Relojes de sol con 
escudete distribuidor"
 
El conjunto a estudio tiene un reloj solar exento en una esquina de la capilla que… ¡todavía funciona! La pieza es rectangular con las esquinas inferiores cortadas a bisel. Cuando lo miramos nos percatamos de los atributos de San Pedro que decoran el escudete distribuidor: tiara, dos báculos en aspa y dos llaves. Este motivo lo vemos también reproducido en los escudetes de los relojes de sol de las iglesias de Brizuela (fechado en 1783) y de Escaño (del año 1784). Este reloj se ha colocado sobre dos hierros horizontales clavados en las juntas de los sillares de la esquina y reforzados con cartelas. Esta particularidad sólo podría deberse a que el reloj es de fecha posterior a la construcción de la capilla (1775). Y eso ha dado problemas entre los estudiosos porque entre las cifras de las unidades aparece un cinco falciforme (con forma de hoz) invertido que está casi borrada debido a la erosión superficial. Esto ha llevado a algunos a fechar el reloj en 1777, quizá porque el trazo recto inferior del 5 falciforme es la parte mejor conservada.

 
La plazuela que forman estos elementos está cerrada por la parte opuesta de la iglesia por las ruinas –más arruinadas aún- de un edificio que tiene un escudo en la esquina exterior. Está muy deteriorado pero se llegan a reconocer dos de los cuarteles que se repiten en los escudos ya comentados. Lo cual quiere decir que este edificio formó parte del conjunto. ¿Lo construyó Domingo Ortiz de la Riva junto a los demás? Podría ser dada la configuración del lugar y las técnicas constructivas empleadas.
 
Este tercer escudo tiene dos niños o angelotes haciendo de tenantes y debajo de la punta se ven los restos de una máscara. De la parte superior de la pieza esculpida poco se puede identificar.

 
Y el exterior lo cierra una recortada verja de hierro que podría resaltar el poder de esta familia y la fuente de su riqueza.
 
El conjunto de los inmuebles están catalogados como B.I.C. y ya en 2009 se cursó el expediente municipal 932/09 “sobre el estado de los edificios en el palacio Ortiz de la Riva, capilla y edificio anexo”. Eso sí los escudos estaba protegidos desde la publicación de la ley 571/1963 del 14 de abril. El Arquitecto Asesor Municipal, Restituto Ortiz Ruiz, de fecha 29 de abril de 2010 decía que “los tres edificios, al poseer escudos, están afectados directamente por la Ley 12/2002 de Patrimonio Cultural de Castilla y León”. Y le instaban al propietario a hacer las obras necesarias para preservar el conjunto.
 
Hace unos cuantos años estuvo todo a la venta, unos 1.400 metros cuadrados construidos en sus tres plantas o 1.300 metros cuadrados útiles, por 350.000 Euros. Nos puntualizaba el anuncio que tenía nueve dormitorios y dos baños. Bueno es saberlo, ciertamente. El anuncio incorporaba el siguiente texto: "casa palacio Ortiz de la Riva año 1740 con escudos blasonados a 20 minutos de Bilbao y 2 min de Balmaseda. Casa doble que consta de 3 plantas y casa anexa con un total de 1.400 m2 construidos. Terreno trasero de 2000 m2. con txoko y 300 m2 en la delantera de la casa. Ideal para viviendas, hotel, restaurante etc. la casa dispone de: portero automático". La oferta se dio de baja el diez de abril de 2016.
 
En alguna página web del tema heráldico se conjetura –repito: conjetura- que esta familia participó en la repoblación del siglo XII siendo una de las cien familias que repoblaron la zona de Segovia. Lo que sí nos cuentan autores como Rufino Pereda en su libro sobre los Monteros de Espinosa es que el apellido de Riva o de la Riva tiene solera. Es citado en el Becerro de Juan Baños de Velasco; en “Los Blasones” de Diego de Urbina; y por Juan de Mendoza en su “Nobiliario de Casas nobles antiguas e Infanzonadas, de las Montañas”. También que una de las ramas de la casa de la Riva arraigó en la Villa de Espinosa de los Monteros figurando en los Padrones de Nobleza y distinción de estados de los hidalgos de dicha Villa en el año de 1613. Que no quiere decir que tuviesen relación con los de El Berrón porque, de entrada, el escudo de armas es diferente. Y, para qué negarlo, lo que no conocían de heráldica lo llenaban con especulaciones. O conjeturas.
 
Por el testamento de Tomás Ortiz de la Riva y de su mujer Teresa del Corte, junto con otros documentos, obtenemos algunos datos sobre esta familia. El citado ya Domingo Ortiz de la Riva fue hijo de Francisco Ortiz de la Riva y de María Pérez de Carrasquedo que, además fueron padres de Tomás y José Francisco, este último figura en el Catastro del Marques de la Ensenada como demente y bajo la tutela de su madre María. Rufino Pereda, por su parte, nos habla de una hija, Feliciana, que matrimonió con Domingo Arnaiz de las Revillas, natural de Ornes.

 
Domingo Ortiz de la Riva continuó con el negocio del hierro –ferrerías como la de Sanchico- alcanzando una gran fortuna. También le sitúan como propietario del caserío de Estradilla en el barrio de Irauregui de Baracaldo. De este dinero proviene la obra arruinada que podemos observar todavía. Llegó a dotar a su ermita de luminaria, ornato y capellanía de misas. Debido, posiblemente, a este acto piadoso su hacienda, casa palacio, huerta y demás estaban libres de diezmos. El señor Ortiz de la Riva era un hombre poderoso en Bortedo y Santecilla de Mena. Domingo matrimonió con Manuela Martínez de Basterra y residieron en Madrid aunque algún investigador lo sitúa en Valmaseda. No tuvieron hijos con lo cual, a la muerte de Domingo, y tras enterrarlo en su ermita de Nuestra Señora de Montserrat, heredó sus bienes su sobrino Pedro Manuel Ortiz de la Riva, hijo mayor de su hermano Tomás Ortiz de la Riva.
 
La primera esposa de Tomás Ortiz de la Riva fue María Ventura García de Samaniego, hija de Pedro García de Samaniego, con ferrería en Las Cuevas, y de su mujer María de la Puente, vecinos de Gijano de Mena. Tomás y María Ventura tuvieron a Valentín, que murió joven; a Pedro Manuel Ortiz de la Riva, heredero de su tío, y tesorero de rentas generales y provinciales, residente en Madrid y que fue miembro del Consejo de Hacienda y distinguido por la Real Orden de Carlos III; y a José Ortiz de la Riva, profesor jurista de la Universidad de Valladolid. Fallecida María Ventura, Tomás se casó con María Teresa del Corte, hija de Pedro del Corte y de Antonia de las Bárcenas, también vecinos de Gijano de mena. De este segundo matrimonio de Tomás nacieron: María Francisca, que casó con el licenciado Francisco Antonio de Murga, vecino del Valle de Gordejuela; Eusebio; Margarita; fray Tomás (bautizado Domingo) religioso capuchino y predicador; María Montserrat, que casó con el licenciado Bonifacio de la Torre, abogado en la ciudad de Toledo; Celestino, agente en la Real Aduana de Cádiz y del que podría conservarse una relación de bienes en el Valle de Mena; María Teresa; y Valentín, estudiante de filosofía en Toledo bajo la tutela de su hermano Pedro Manuel Ortiz de la Riva. Una muestra de la capacidad económica, y la piedad de Tomás Ortiz de la Riva fue que, junto a Pedro Angulo, proporcionó todo el hierro que se necesitó para la construcción de la ermita de Santa María Egipciaca de Mercadillo.
 
Pedro Manuel Ortiz de la Riva –el que heredó casa y ermita- había casado con Jenara de Balparda y la Quintana. Tanto su padre como él y su hermano Celestino fueron diputados regidores del valle de Mena.

 
Dentro del mundo de la política parece que el Ortiz de la Riva más destacado fue Celestino Ortiz de la Riva Allendesalazar (Bilbao, 25/04/1844) que fue alcalde de su ciudad natal desde el primer día de julio de 1887 hasta el día de San Silvestre de 1889. Era hijo de José María Ortiz de la Riva Aranguren y de Bernardina Allendesalazar y Loyzaga. Les describiré su entronque con El Berrón partiendo de Celestino Ortiz de la Riba y Corte, el agente en la Real Aduana de Cádiz que casó con María Gertrudis Gaspara Aranguren y Murga. Estos fueron padres de José María Ortiz de la Riva Aranguren y abuelos de Celestino Ortiz de la Riva Allendesalazar.
 
En ese momento el grueso de las propiedades familiares estaban en la zona de la calle de San Francisco (Bilbao). José María Ortiz de la Riva fue Regidor de la Diputación en los bienios de 1864 a 1866 y de 1872 a 1874.
 
Celestino Ortiz de la Riva empezó ejerciendo el cargo de Teniente de Alcalde de Bilbao entre 1885 a 1887 y, de ahí, al de alcalde. Serán sus preocupaciones las necesidades hospitalarias de la villa y la falta de espacio en el cementerio de Mallona, hoy en día un campo de fútbol. Finalizó las obras de la nueva Escuela de Albia y de la alhóndiga municipal adjunta (Barroeta Aldamar). También comenzó la electrificación de las calles de la ciudad, amplió la red del tranvía, continuó los trabajos en el nuevo ensanche y terminó algunas obras en los muelles de la ría.
 


Celestino Ortiz de la Riva falleció en Bilbao el 7 de octubre de 1897 a causa de la tuberculosis. Tomaron el testigo político sus hijos José María Ortiz de la Riva, Teniente de Alcalde de Bilbao en 1924, y Julián Ortiz de la Riva, Regidor en 1930-1931.
 
A comienzos del siglo XX un descendiente de esta familia donó a la Diputación foral de Vizcaya el miliario de Santecilla (que en Bilbao se conoce como miliario de El Berrón). Para los del pueblo de Santecilla, al parecer, es una situación ofensiva porque relatan que este Ortiz de la Riva, por su cuenta y sin consentimiento del pueblo, regaló el miliario a la citada Diputación foral de Vizcaya. Apuntaremos que no es un miliario sino una pieza conmemorativa en honor del Emperador Julio Maximino. Es del año 238 d.C.
 
Mucho más recientemente, alrededor del 2017, los hermanos Adolfo, María Rosario y Francisco Javier Castillo Ortiz de la Riva donaron al Archivo Histórico Provincial de Vizcaya diecisiete cajas de archivo con documentos comprendidos entre los siglos XVI a XIX para su conservación y difusión. Principalmente era documentación notarial, judicial y contable relativa a sucesiones, transmisiones y administración de bienes. El núcleo esencial está formado por la documentación generada por la familia Ortiz de la Riva, aunque también incluye documentos de otras ramas familiares como Arangueren, Coscojales, Recalde y Largacha.


Esa colección “vizcaína” conservaba documentos de Bortedo y Gijano fechados entre los siglos XVI y XVII. Pero será a partir del siglo XVIII cuando vio la familia Ortiz de la Riva notablemente incrementado su patrimonio con la posesión de determinados vínculos y mayorazgos, unos por entronque familiar (Aranguren y Sobrado) y otros por compra, principalmente dentro del Señorío de Vizcaya.
 
  
Bibliografía:
 
“Blasones y linajes de la provincia de Burgos. V. Partido Judicial de Villarcayo”. Francisco Oñate Gómez.
“Número quince. Acta de la sesión ordinaria de la junta de gobierno local celebrada el día trece de mayo de dos mil diez”. Ayuntamiento del Valle de Mena.
Heraldrys Institute of Rome.
Wikiburgos.
www.idealista.com
Ministerio de Cultura y Deporte del reino de España.
Blog “Tierras de Burgos”.
Bilbaopedia.
“Relojes de Sol con escudete distribuidor”. Pedro J. Novella.
“Historia del Colegio Viejo de San Bartolomé, mayor de la ciudad de Salamanca”. José de Rojas y Contreras.
“Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal”. Sebastián Miñano y Bedoya.
Catastro del Marqués de la Ensenada.
“Los Monteros de Espinosa”. Rufino Pereda Merino.
 
 
Anexos:
 
En la página “Historias de Mena” publican la siguiente relación que nos permite entender la riqueza de la familia:
 
“Dn Celestino Ortiz de la Riva, presenta ál perito ápeador, la razon que se pide de las propiedades qe tiene ási de casas, trras y ferra en este su concejo de Bortedo, el de Santecilla y Gijano, en cada qual con la devida reparación expresando las heriales, las que cultiba por su quenta y las árrendadas.
 
Bortedo tierras de Don Celestino.
 
1ª calidd.
 
Una huerta contigua á su casa de cavida (los 3 cs sembrados de maiz) de veinte celems castellanos qe trabaja por si.
 
2ª calidd.
 
Encabezado de manuscritoÓtra en el cadalso de cavida de siete celemines castellanos, sembrada de trigo por su qta.
Ótra en la Tiradera de cavida de seis cs castellanos sembrada de trigo.
Ótra en el trancon ó cinta de plata, de tres celems los dos eriales y uno sembrado de trigo.
Ótra de barbecho sobre el ribero que llaman la de Andrés de tres celems sembrada de trigo.
 
Eriales.
 
Una campa herial sobre el ribero de la tiradera inútil de dos celems.
Ótra en la Coronilla de nueve cs campa.
Ótra en Sotoballe de siete celems campa herl.
Ótra parte ábajo de la tegera del Argomal con algunos carrascos de seis celems de cavida.
Otra en la calleja de sotovalle de (ilegible)os celems.
Otra en el Barranco de ocho cs qe trabaja Marcos sin renta pr. el cierzo.
Ótra campa en Dobaño, qe se quedó por falta de inclino de cavida de quatro cs castellanos.
Ótra de dos celemin y mo encima del Ribero de entre caños campa herial y inutil.
Ótra de dos celemines y mo en sobarcena.
Ótra en Pastrina de cinco celems herial.
Ótra en la Poza de medio celemin herial.
Ótra en las Majadas de cavida dos cs y mo castnos.
Ótra en las Arechas de celemin y medio.
Ótra de un celemin en San Pedro.
Otra de celemin y medio en la fragua.
 
Tierras del mismo en renta.
 
Un pedazo en el Prao de tres qqllos de cavida. Son 2 ½ c.
Ótra en la Loma de (nuebe) dos celemin y mo qqllos cavida.
Ótra en la calleja del pozo de catorce y mo celemins de cavida.
Ótra en el rebollar ó trancon de tres y mo cs.
Ótra en Colpigeras de cinco celemines parte herial.
 
En Santecilla el dho. Trabajado pr su cuenta
 
Una heredad en el Macorrillo de cavida veinte y seis celems castellanos, los catorce sembrados de maiz y los doce de barbecho.
Ótra en las cortinas contigua á la ánterior de veinte y dos celems de cavida los diez y seis (   ) de maiz lo demás sembrada de trigo, herial y barbecho y lo demas herial é inutil.
Ótro pedazo de monte en San Ándres, qe con eria de carrascos, sin ótro producto de cavida ócho celems.
Ótra campa inutil en las cortinas de cavida de quatro celems.
 
Detalle manuscrito
 
Una casa y fragua en Sanchico….
 
Tierras árrendadas en Santecilla
 
2ªcalidd.
 
Una heredad en las huertas de cavida un celemin.
Ótra en dho sitio de cavida seis qqllos.
Ótra mas ábajo de un celemin de cavida.
Ótra en el juncal de quatro celems de cavida.
Ótra  en Sobarcena que la divide un terrazo de la anterior de quatro celems de cavida.
Ótra en dho paramo de cavida cinco cs escasos.
Ótra álli cerca de cavida celemin y mo.
Ótra en el juncal de cavida tres quartillos.
Ótra álli mismo de cavida medio celemin.
Ótra en la carrera de cavida quatro celemines.
Ótra en carrasco de cavida seis qqllos.
Ótra á la pasada de senderuelo y hera de concejo de cavida cinco celems.
Ótra en dha pasada que la átraviesa la senda del portillo de sostrada de cavida quatro y mo celems.
Ótra mas árriba de cavida celemin y mo.
Ótra en el Barreron de cavida seis qqllos.
Ótra en la Loma de cavida de seis qqllos.
Ótra en dho sitio de cavida seis quartillos.
 
3ª calidd.
 
Ótra en senderuelo campa inutil de un celemin.
Ótra en la hera del villar inutil de dos cs campa.
Ótra en las nocedillas inutil de mo celemin.
Ótra en val de teja de seis cs campa inutil.
Ótra encima de secadura qe no produce renta y que la trabaja Eusebio (¿Ásunsolo?) por la pension de (¿cierro?).
 
2ª calidd.
 
Ótra en la cruz de ánimas de dos celemins el uno herial y e inutil.
 
Manuscrito detalle
Este tipo de documentos constituyen una fuente de topónimos y lugares. Sobre estas líneas detalle del texto donde se nombra la cruz de ánimas de Santecilla.
 
Ótra en Manzano de cavida diez celems los cinco labrantios, y los restantes eriales e inutiles.
Ótra en la Arenilla de un quartillo.
Y ótra en la Lamosna de cavida tres quartillos.
 
1ª calidad.
 
Ótra en so la iga de Santecilla de cavida dos y mo cs.
Ótra al portillo de la fuente de cavida mo celemin.
Ótra mas ábajo de cavida tres celems y mo.
Ótra mas ábajo hacia la Lamosna de un qqllo escaso.
 
En Gijano el mismo Dn Celestino en renta
 
Una casa pegante ál fuente de Juan Cortezo.
 
Tierras
 
2ª calidd.
 
Una huerta de cavida quatro celemines.
Una heredad en Ugachas de cavida veinte y cinco celemines castellanos.
Ótra en la Serna de cavida medio celemin.
Ótra ál portillo del cubo de cavida medio celemin.
 
 
Ótra en el Moro campa inutil.
Ótra en Pobo de cavida dos celems y mo.
Ótra en dho sitio de cavida un celemin.
Ótra álli cerca de cavida celemin y medio.
 
Una casa y fragua en Sanchico que renta doce cs.
 
Una ferreria que maneja el mismo y tubo sin uso desde abl de 1817 hasta julio de 1818.
 
Sembró (¿53?) cs de trigo y cogio en el año de 1817 –  (¿36?) f.
 
De maiz sembro de maiz 14 cs de maiz y cogio cuarta fanes de lo mismo en dho año y una y ma fans de álubias entre dha maiz haviendo sembrado ócho cs de estas.
 
El Berron 30 de setre de 1818”.
 
 

domingo, 17 de marzo de 2024

¿Cuál es “El precio de la honradez”?

 
 
No. No se preocupen porque no entraremos en sesudas disquisiciones metafísicas sino que hablaremos de la más reciente novela de Fernándo Grijalba. Un autor que ya conocemos al presentarnos su novela “Dile a mamá que nos conocimos en el cafétres cantones”.
 
La presente es novela policíaca. Ya saben: estilo realista; descripciones de ambientes urbanos y bajos fondos; detectives privados, policías, gangsters, mujeres fatales, jueces, periodistas y políticos corruptos y otros personajes llenos de luces y sombras... Seguramente un placer para el escritor al poder crear personajes de moral ambigua y fidelidades cambiantes.

 
Así, con el título de “El precio de la honradez (El robo de la Copa del Condestable)” disfrutaremos de una novela que será presentada el próximo día 22 de marzo de 2024 a las 19:00 horas en la hamburguesería “El Puente” de Medina de Pomar. Seguramente, Fernando firmará los ejemplares que se vendan en ese momento lo cual, ciertamente, es un plus que te suele encariñar con el ejemplar leído.
 
Pero, ¿de qué trata la novela? Intentando evitar destripársela, o hacer “espoiler” cómo dicen ahora, les diremos que empieza en el Museo Británico donde se perpetra un desconcertante robo. ¿Qué han robado? La Copa del V Condestable de Castilla, también conocida como Copa de Santa Inés. Esta copa fue un regalo del rey de Inglaterra, Jacobo I, al condestable, que encabezó la delegación de la corona española que firmó la paz de 1604. En 1610 el Condestable dio la copa al convento de Santa Clara de Medina de Pomar. Una nota, escrita por el Condestable, informa que había obtenido el permiso del Arzobispo de Toledo, Bernardo de Sandoval y Rojas, para utilizar la copa como copón, o como contenedor para Hostias. La copa permaneció en el convento hasta 1882, cuando las monjas, debido a problemas económicos, tuvieron que venderla y la enviaron a París.

La copa del Condestable.
 
Dicho esto, en la novela, las autoridades inglesas y españolas colaboran porque sospechan que el robo se ha podido cometer por algún descendiente del Condestable y Duque de Frías. ¿El motivo? Que la Copa regrese al lugar que le corresponde: el convento de Santa Clara en la ciudad de Medina de Pomar, en nuestras Merindades.
 
El Ministerio del Interior buscará entre la plantilla policial a un agente natural de Medina de Pomar, buen conocedor de su tierra, historia y cultura. El recién nombrado inspector David López viajará hasta Londres para colaborar con el teniente Cooper, de Scotland Yard. Localizados los ladrones -unos mercenarios a sueldo- comienza una intrincada persecución a través de Inglaterra, Escocia e Irlanda. Aunque ambos policías sospechan que, de alguna manera, están siendo manejados.
 
La traición de un amigo y una venganza finamente elaborada decidirán el futuro de la Copa.
 
¿Engancha la trama?
 
La novela podrá ser adquirida en las principales librerías de Medina de Pomar y en la Hamburguesería “El Puente”.
 

domingo, 10 de marzo de 2024

Cartas al director en 1873

 
 
“Señor director de El Pensamiento Español. Burgos, 7 de agosto. — Dice Vd. bien, señor director, en su artículo del 6 de agosto “La honra de España”: “Abrase el proceso de la conducta” de los carlistas, júzguesela comparándola con la que siguen con ellos, hasta los periódicos que blasonan de justos y acogen más de una vez y con verdadera fruición especies calumniosas.
 
Comparemos las fuerzas combatientes de esta provincia por la más santa de las causas, con las mercenarias de la República. ¿Qué hacen los carlistas? Pregúntese al juez de Belorado, á quien no ha muchos días presentó el jefe don Ruperto Blanco, una cuadrilla de ladrones, á quienes había perdido de vista la benemérita. Óigase al exsenador D. Francisco Arquiaga, quien á cuantos ve hace extraordinarios elogios de los carlistas que entraron en Villarcayo, y visitaron á su familia en la propia casa.

 
No hay nadie en Burgos que no sepa que este señor radical ha dicho á todos, inclusas las autoridades, que las fuerzas carlistas capitaneados por su compañero de diputación el señor Varona, y el militar Sr. Aguirre, se han portado de una manera dignísima, y hecho estudio de finura y consideración con los liberales de Villarcayo.
 
¿Qué hacen los republicanos? En vez de batirse en buena lid con los atletas del Norte, se contentan con apresar Sacerdotes y hacinarles en oscuros calabozos del castillo de esta ciudad, tienen la cobardía de insultar y amenazar a Párrocos virtuosos é ilustrados como el licenciado Sr. Sainz Baranda, de Medina de Pomar, por el enorme crimen de tener alguno de su familia en las filas de la legitimidad. Horror y repugnancia causa presenciar escenas tan bárbaras como las representadas en el religioso pueblo de Medina de Pomar. Quizá el Sacerdote á que aludo esté enfermo del susto que le proporcionaron algunos caníbales, que sin consideración á su inocencia, siquiera no fuera á su estado, lo trasladaron á la cárcel pública en medio de las burlas más sangrientas y haciendo alarde cínico de crueldad.
 
De este modo se portan los defensores de la libertad en todas sus manifestaciones. Cuán distinto es, dirá el ex-constituyente Sr. Arquiaga, el proceder de los soldados del altar y del trono. — Un suscritor”.

 
Acaban de leer una carta al director publicada en el periódico “el Pensamiento Español” el 9 de agosto de 1873 y, del mismo, nos surgen varios interrogantes. El primero ¿qué ideología tenía este periódico? Entiendan que por lo que dice la carta y estando en guerra… Era un diario católico, tradicionalista, que empezó a venderse el dos de enero de 1860 y estará entre los diarios de mayor circulación.
 
Fue fundado por Gabino Tejado (1819-1891) y dirigido por Francisco Navarro Villoslada (1818-1895) el autor de “Amaya o los vascos en el siglo VIII”. A partir del tres de abril de 1860 se hará diario vespertino. Formalmente, es un periódico típico de cuatro páginas, compuestas a cinco columnas, en un buen papel de prensa. Desde el uno de enero de 1866 se subtitulará “diario católico, apostólico y romano”, es decir, vaticanista. La edición vespertina incluía el parte oficial de la Gaceta de Madrid de ese día, despachos telegráficos y noticias de interés recibidas por el correo.

 
Tras la revolución de 1868, Navarro Villoslada fue encarcelado junto a su hermano Ciriaco que, además de redactor, ejercía de administrador del periódico. Todo esto hará de Francisco, el soldado liberal de la guerra de 1833-1840, un carlista. Durante el Sexenio Democrático, el vaticanismo y el carlismo disponen de casi un centenar de periódicos en provincias siendo “El Pensamiento español” vocero del catolicismo ultramontano y absolutista. En marzo de 1872, Francisco Navarro Villoslada, que había sido diputado y senador entre 1869 y 1871 por el tradicionalismo, se mostró contrario a la designación de Cándido Nocedal como máximo responsable del partido y, por ello, fue sustituido en la dirección del periódico por Luis Echevarría.
 
Tras el golpe de Estado del general Manuel Pavía (03/01/1874) quedan suprimidos los periódicos carlistas y cantonales. Con este título volverá a publicarse un diario tradicionalista entre 1919 y1922.
 
Con lo cual tenemos un periódico clerical, conservador y procarlista que publica una carta al director -favorable a sus postulados- donde una persona anónima, y quizá inexistente, nos empieza contando que los periódicos liberales mienten para continuar proclamando lo buenos que son los carlistas y lo malo que son las tropas de la primera república. Por cierto, hoy llamaríamos a los mercenarios “contratistas”. Dicho lo cual nos enfrentamos a unos nombres propios que, en general, han caído en el olvido que todo lo perdona.

 
Ruperto Blanco fue un carlista que levantó una partida en 1872 y que, cual bandido del oeste americano, era reclamado por jueces de lugares tan dispares como: Evaristo Calderón, Juez de primera instancia de Salas de los Infantes; Juan José Bonifaz, Juez de primera instancia del Burgo de Osma; Santos Manrique Castro, Alférez fiscal de Burgos; Victorino Luna González, Juez de primera instancia de Burgos; y, por supuesto, Manuel Castro Teijeira, Juez de primera instancia de Briviesca. Vale, ¿y Belorado? Porque en la carta se habla de Belorado. Pues el de Belorado no lo reclamaba por delito de rebelión (¿o es sedición?) pero Ruperto se presentó ante él a mediados de julio de 1873 para entregarle cuatro salteadores que se decían carlistas y que exigían raciones y dinero a los vecinos de la zona de Huerta de Abajo. ¡Pura picaresca!
 
Ruperto Blanco era alto y con una poblada barba media rubia. Vestía un capote de paño color de castaña y usado, zamarra negra, boina blanca con borla sobredorada, pantalón gris oscuro y calzaba botas. Descripción cortesía de la prensa del momento.
 
Nuestro corresponsal, tras felicitar a Ruperto por su caballeresca acción -sin pensar que, aparte de ladrones, esos bribones entregados soliviantaban a los campesinos contra el carlismo-, se refiere a que un pope del liberalismo como era el venerado senador de la república Francisco de Arquiaga felicitaba a los carlistas por su buen comportamiento en Villarcayo. No he encontrado esas afirmaciones bien porque no se publicaron -no se quisieron publicar- o bien no se dijeron. Creo que el remitente las encuadra en el fallido asalto a Medina de Pomar del 30 de julio de 1873 y que terminó con los carlistas instalados en Villarcayo. Me agarraría a que fue entonces por su cercanía temporal, porque la prensa no refiere luchas Villarcayo, porque participaba en ella el comandante carlista interino de Álava Joaquín Aguirre y por la posdata de la carta sobre el incidente publicada en el periódico “La Esperanza”: “Señores redactores: se me olvidaba consignar un detalla importante, durante la acción cogimos cinco prisioneros, uno herido. De ellos, dos sirven en nuestras filas y los tres restantes se les dejó en libertad, facilitándole al herido un bagaje, después de perdonarle la vida, que le pedía al general con clamores y lágrimas”.

 
La tercera parte de la carta es su poquito de victimismo. Además, centrado en una figura tabú para el carlismo como era un sacerdote. Nos cuenta la detención por colaboración con el carlismo de uno de los curas que pululan por Medina de Pomar. El protagonista fue el presbítero Antolín Sainz de Baranda -un apellido muy medinés-, de treinta y tres o treinta y cuatro años que fue detenido el 29 de julio de 1873. Él se quejaba de que había sido por una denuncia falsa. Vale. Pero si lo asociamos a que el día 25 de julio se había presentado el carlista Villamor en Medina de Pomar con unos 100 hombres podemos llegar a entender la postura de los liberales. Requisaron alimentos, secuestraron algunos mozos -o se fueron voluntariamente con los carlistas- y amenazaron con imponer 4.000 reales de multa a la población por cada muchacho en edad militar que escapase a Burgos. Y, aun con eso, “el pensamiento español” comentaba que Antolín “fué tratado con las mayores atenciones por el comandante y oficialidad de la columna que verificó su prisión. Con el mayor gusto complacemos á nuestro amigo, ya que por desgracia son tan pocos los casos en que puedo hablarse de atención y delicadeza de los liberales con los carlistas cada vez más perseguidos”.
 
Quizá no hubieran sido tan educados con el presbítero si hubieran sabido que el 30 de julio aparecieron las unidades carlistas del primer y segundo distrito de Álava, compuestas de unos 300 infantes útiles, y 60 caballos. Medina disponía de dos compañías completas del regimiento de Castilla y 37 caballos, al mando del coronel La Calle. El ya mentado carlista Joaquín Aguirre, general interino de Álava, instó a la rendición de La Calle en una hora y bloqueó y fortificó los caminos con, el posteriormente asaltado, Villarcayo.

 
Hay cierta comunicación que informa sobre lo ocurrido. La prensa decía que llegó a Briviesca un medinés con una nota: “He sido atacado por fuerzas considerablemente superiores; salí con mi fuerza abatirles, y visto su número he regresado á defender este punto, fortificándose en el alcázar. Ruego á V. E. mande fuerza con urgencia para que, partiendo, conmigo, caigan sobro Villarcayo, que no puedo socorrer”. El mensajero aseguraba que era una nota del jefe de la columna de Medina de Pomar, y que el número de carlistas rondaban los 2.000 soldados. Parece ser que, de Miranda, salieron dos compañías de infantería y 25 caballos en ayuda de Medina de Pomar. Parece que el calcular multitudes de forma torticera no es sólo de nuestros tiempos.
 
La prensa continuó hablando de que el coronel Lacalle, desde Medina de Pomar, tuvo que volver a espantar a los carlistas el día 9 de agosto de 1873. Quizá por eso continuaba Antolín preso a finales de agosto.
 
 
 
Bibliografía:
 
Periódico “Gaceta de Madrid”.
Periódico “La Nación”.
Periódico “La Correspondencia de España”.
Periódico “El Gobierno”.
Periódico “La Independencia española”.
Periódico “La paz de Murcia”.
Periódico “El constitucional”.
Atlas topográfico de la narración militar de la guerra carlista.
Periódico “El pensamiento español”.
Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional de España.
Boletín Oficial de la Provincia de Burgos.
Periódico “La Esperanza”.
Estadística del Arzobispado de Burgos.
Periódico “El Imparcial”.