Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 26 de mayo de 2019

¿León de piedra? ¿Hombre de piedra?



Este hallazgo se encuentra en el Museo de Las Merindades de Medina de Pomar (Burgos) y procede de Villaventín (Junta de Traslaloma, Burgos). No sabemos a ciencia cierta qué es esa piedra porque está –como se dice en el mundillo-descontextualizada al recuperarse en la esquina de una casa. La pieza podría ser romana, o manierista. Lo romano lo tenemos claro pero cuando hablamos de manierista nos referimos a una corriente artística donde se rechazó el equilibrio y la armonía de la arquitectura clásica. La búsqueda del ideal estético y armónico del Renacimiento pleno es sustituida por la personalidad del artista. Evidentemente esta divergencia nos dejaría una pieza que bien podría tener 2.000 años o solo unos 500 años. Por lo menos, está claro que en ambas posibilidades la pieza formaría parte de algún tipo de instalación hidráulica.



Cuando la observen verán una piedra tallada con fines ornamentales; un cubo escuadrado con alguna rotura; un bajorrelieve realizado en piedra de toba. La altura de la pieza es de 60-61 cm, mientras que su anchura es de 46-47 cm y su fondo de 29-30 centímetros. Estas medidas tendrían como unidad de medida el pie romano (30 cm) lo que es un punto a favor de esta hipótesis. De color amarillento pálido no parecen detectarse ni marcas de cantería ni rasgos epigráficos; tampoco son claras las posibles huellas del instrumental de talla.

Solo tenemos esculpida, y por completo, una de las caras con un rostro -a elegir- de león antropomorfo o de persona aleonada, casi centrado, captado en un arrebato de cólera que le deforma grotescamente y le inyecta los ojos en furia. Irradia fuerza y vigor. Diríase que representa a una fuerza de la naturaleza, tal vez un dios que adopta rasgos y comportamientos propios de un león. Por la cara opuesta, la trasera, la pieza presenta un vaciado casi total, con una oquedad cuadrada y fondo plano. La profundidad del vaciado de la boca nos informa del grosor de la cara frontal: 10 centímetros.




Los ojos –donde parece haberse centrado los esfuerzos del escultor- poseen unas pupilas redondas que diríamos desorbitadas y son prominentes bajo las expresivas y pobladas cejas. La nariz, roma y descentrada, asoma entre un espeso bigote y la abultada frente. Su gran boca abierta parece lanzar un profundo e inquietante rugido. La cabellera cae verticalmente unida al bigote y despegándose de la cara, así como la barba, que fueron sencillamente trabajadas. Entenderíamos que el artista conocía su trabajo y estaba suficientemente dotado de recursos. Incluso debía de trabajar este tipo de elementos prácticos al reforzar la boca ante roturas mediante el engrosamiento proporcionado por el bigote y el labio inferior.

Parte posterior.

Miremos esa cara trasera donde nos describen que, en la base de la cubeta, existe un canalillo que discurre recto hasta alcanzar el fondo donde se remata en una pequeña perforación circular y sobre ella, en su vertical, se observa otra de idénticas características. Vale. Pero el asunto es saber si la cara de león y esta canalización posterior fueron talladas a un tiempo. ¡¿Anda que si el rebaje fuese muy posterior?! Supongamos que es coetáneo, entonces serviría para ubicar el epistomium o llave. O supongamos que hubiese sido retallado posteriormente para algún uso espurio. Recuerden la cabeza de Medusa haciendo de basa en un aljibe de Constantinopla.

De entrada este sillar formaría parte de un canal de agua o de una fuente porque el vaciado trasero, la huella del specus (canal de un acueducto) y la perforación de la boca parecen indicar que por allí pasaba agua. Pero si piensan que podría ser un vierteaguas, una gárgola, olvídense porque ni por su forma ni por sus dimensiones lo sería. Además, la pieza se complementaría con tuberías de plomo o cerámica. José Ángel Lecanda Esteban y Alberto Monreal Jimeno asumen que, por su monumentalidad formó parte de una pieza notable. ¿Una fuente ornamental?


Y… más: ¿se cuidaba tanto la apariencia de las fuentes? Bueno, tenemos que comprender la importancia del agua para la supervivencia de las culturas del Mediterráneo. Grecia y Roma consideraban sagradas las fuentes y se les dedican altares votivos y otros monumentos. El agradecimiento a los dioses por el milagro del agua se represente con la figura o el rostro de una divinidad acuática. A veces, sin embargo, en la materialización de estas obras parece subyacer la idea de que el agua es un tesoro a defender, por lo que se las hace acompañar de advertencias en forma de conjuros y anatemas o por animales disuasorios.

La primera deidad de la lista sería Neptuno/Poseidón representado como un hombre maduro, barbado y de largos cabellos frecuentemente desordenados, que puede mostrar un aspecto a veces brutal y terrible, como corresponde a sus arrebatos de ira que desencadenan tempestades y caos. Quédense con la descripción y compárenla con la de nuestra piedra.

Fuente de Pompeya

Y ¿si es al revés? El rostro sea de un animal… ¡o de un ser híbrido! Ejemplos no faltan: en algunas de las pinturas de los vasos cerámicos griegos de figuras negras aparecen fuentes públicas cuyas bocas reproducen cabezas de animales como leones, panteras, lobos, jabalíes... De hecho, la propia palabra "grifo" parece derivar de los animales fabulosos que adornaban las llaves del agua. El agua, en una asociación lógica, se hace salir por las abiertas fauces de estos animales. A veces, sin embargo, se sustituyen por rostros humanos grotescos cual máscaras.

Las fuentes en Roma estaban rodeadas de leyendas. Vemos esas cabezas de animales en las fuentes pompeyanas donde se adornaba el caño con máscaras de toro o de león que arrojaban el agua a un pilón. Una pieza similar a la de Villaventín la tenemos en una fuente adosada a la conducción de "San Lázaro", en Mérida, junto a la "casa del Anfiteatro".

Casa del Anfiteatro de Mérida.

O, -¿quién no la conoce?- la famosa Boca de la Verdad colocada en el pórtico de Santa María in Cosmedin de Roma. Un personaje mitológico relacionado con algún tipo de divinidad fluvial, de largos cabellos, barbas y bigotes y dotado de pequeños cuernos, con perforación de la boca entreabierta y de los dos ojos. La nuestra tiene en común con ella el vaciado de la boca, el tratamiento del cabello o los rasgos de la cara.

Este tipo de trabajos “faciales” no estaban solo restringidos para bocas de fuentes. Muestras similares podemos verlos en metopas, esculturas, frescos o en máscaras de teatro. Esta últimas cumplían ciertos convencionalismos para que representasen tipos o estados de ánimo como la cólera: arqueamiento de cejas, ceño fruncido, ojos furiosos, boca muy abierta... Por su parte, el tipo de sátiro presenta una nariz chata y roma que asociada a los seres libidinosos y lascivos, ojos salvajes, cabellera desordenada, greñuda y el perfil bestial. Vamos, que por este lado la imagen de Villaventín representaría un colérico sátiro.


Ni que decir tiene que ese sistema de concebir las fuentes y que tanta aceptación tuvo, encontró, como tantos otros usos, formas e ideas del mundo clásico, un amplio eco o, mejor dicho, una línea ininterrumpida en el occidente europeo. Así, por ejemplo, podría sin dificultad establecerse una larga relación de fuentes musulmanas decoradas con leones, entre ellas la famosa de la Alhambra.

Igualmente, en el románico se encuentran reflejos de esta iconografía de máscaras y cabezas monstruosas y animalescas en ménsulas y canecillos. ¡Y ya no les digo lo que ocurrirá con el Renacimiento y en el Neoclasicismo! Llega a abusarse de esos viejos usos, copiándose y repitiéndose formas y temas que no resulta fácil saber si son del 1550 o del año 50. Para determinar su época es necesario el contexto arqueológico… ¡que es lo que se ha perdido en esta pieza!

Pompeya (Cortesía de Arturo Gonzalo Aizpiri)

¿Cómo podemos “obtener” cierto contexto arqueológico? Empecemos por estudiar Villaventín y los restos romanos localizados en la comarca. Aquí también se localizó una lápida funeraria romana. Recordemos la existencia de Salinas de Rosío, la villa de San Martín y de la calzada que pasa por el Valle de Losa. La fecha de la lápida nos lleva a la romanización tardía, siglo IV. Cerca, y siguiendo uno de los pasos naturales entre Losa y la cuenca del Nela-Trueba por el valle del río Salón, en Villatomil (Medina de Pomar), apareció una conducción de agua a la que se ha atribuido una cronología romana.

No se ha encontrado en el entorno resto de población romana aunque es posible que forme parte de una red de alcantarillado que vertiese al río, procedente de un lugar alejado aún indeterminado. Quizá relacionado con Salinas de Rosío. Los restos romanos encontrados, eso sí, señalan una ocupación continuada desde el siglo I al IV d. C. No nos olvidemos del poblado indígena romanizado de Momediano. Su extensión era grande y parece que contó con dos murallas. Conclusión: hubo romanos y, también, romanizados relacionados con el agua.


¿Y elementos que apoyen la idea renacentista? Hoy no hay datos para asociarlo a la etapa moderna aunque abundan los blasones y escudos nobiliarios que incluyen entre sus elementos hombrones y mascarones pero tan distintos al que nos ocupa, que no cabe establecer relación alguna entre ambos. ¿Fuentes? Tampoco. Y las existentes en comarcas próximas no tienen embocaduras con una iconografía de este tipo.

Se apuesta por Roma dada la calidad formal de la pieza, sus paralelos estilísticos e iconográficos, sus medidas y el entorno arqueológico de la zona en que se encontró. Situable entre los siglos II y IV de nuestra era.



Bibliografía:

“El relieve antropomorfo de Villaventín (Burgos)”. Lecanda Esteban, José Angel y Monreal Jimeno, L. Alberto.




domingo, 19 de mayo de 2019

La Misericordia de Medina de Pomar.



Antes de que hagan cábalas, les voy a hablar de “La Cuarta”. No es un canal de televisión sino que fue el primer hospital que se creó en la ciudad de Medina de Pomar y estaba asociado al monasterio de Santa Clara. Se localizaba en su corral y fue fundado hacia 1374. Julián G. Sainz de Baranda nos dice que fue fundado de 1371 cuando se otorga la escritura de siete de marzo y Cesar Alonso de Porres Fernández se reafirma en dicha fecha. Por su parte, Alfonso Franco Silva nos habla de que fue fundado el 7 de marzo de 1380 “a pesar de que su idea provenía de 1374, año en que había intentado sin éxito una primera fundación de este hospital en el corral de su monasterio de Santa Clara de Medina de Pomar para que en él pudiesen acogerse quince pobres”. Su nombre cierto era “La Misericordia” y, como el posterior Hospital de la Vera Cruz, gestionaba la caridad en el nuevo centro físico y simbólico del señorío de los Velasco.

Patio de santa Clara (Google)

Aclararemos que la visión actual de un hospital difiere mucho de lo que era en la baja Edad Media. Era un tiempo en que la “caritas cristiana” pasaba del "amor a Dios" hacia el amor a los pobres. Esto es, la ayuda a los pobres y la donación de limosnas. Surgen hospitales para pobres, enfermos o peregrinos. Por otra parte, no la menos importante, permitía un cierto control sobre esta gente pobre que eran unos elementos demasiado sueltos dentro del orden social. Tercero, la fama y el renombre que obtenían las élites; su contribución al orden social; y, finalmente, ¡ganar el cielo!

No quiero decir que esos intereses pesasen en este orden en la decisión de Pedro (I) Fernández de Velasco y su mujer, María Sarmiento, de fundar el hospital de la Misericordia adosado al monasterio Santa Clara. Se ha conservado en el monasterio la primera escritura fundacional donde se afirma que hicieron este hospital para el servicio de Dios y para obra de piedad. Estaba pensado para acoger veinte pobres –o quince según algún autor-, catorce hombres y seis mujeres, con el casero o la casera que viviría en la institución de forma permanente y que se encargaría de la organización de los aspectos más cotidianos. El edificio comprendía, además de una habitación para el Provisor, en el piso bajo cuadras y dependencias para el servicio del mismo, en el piso principal la cocina, la enfermería y dos dormitorios muy capaces para hospedar en los pobres ancianos y vecinos de la villa.

Arcada de Santa Clara (2013)

En su testamento, fechado en 1383, Pedro estableció una ampliación sustancial del hospital, aumentando su capacidad hasta los cuarenta pobres. Para esta ampliación aumentaba significativamente la dote, proveía un nuevo acemilero con su acémila y encargaba la construcción de una segunda cámara para albergar las nuevas camas: “Otrosí mando que fagan en el dicho mi ospital una cámara a par del engima del fasta el del palagio que está fecho, contra el palagio de Santa Clara que está fecho cerca de la mi capiella e que esta cámara que sea doblada con su sobrado de la guisa que esta fecha la otra cámara que es en el dicho ospital contra san Millón e que esta cámara sea fecha de cal e de canto enderredor fasta encima del tejado e la pared sea de tres palmos en ancho e la cámara sea mui ancha como manda el otro palacio fecho e la cámara aya en luengo treinta pies”.

Siento decirles que no encontrarán restos físicos de este hospital. Bueno, quizá si se escarbase a suficiente profundidad se llegase a algo. Como dice Julián García Sainz de Baranda: “En este recinto llamado compás, se hallan las casas del capellán, hospedería, sacristán y demás dependientes del Monasterio, y dentro de él hasta hace muy poco, existió el Hospital de la Misericordia (vulgo la Cuarta), que sin motivo ni fundamento, ha desaparecido, con fines más bellos, sin duda, pero menos benéficos y útiles”. Seguramente estuviese dentro del espacio existente entre la iglesia del monasterio de Santa Clara y la ermita de San Millán. Donde encontramos hoy el hospital de la Vera Cruz. Pero este segundo hospital no implicó la desaparición de la antigua y ambos desarrollaron sus actividades asistenciales en paralelo. Y adosados.

A parte de la perdurabilidad de los materiales empleados y su imprecisa localización desconocemos todo sobre su planta o medidas. Sin embargo, las fuentes nos dan datos sobre su funcionamiento institucional y su relación con el monasterio, al que estaba vinculado. Las clarisas quedaban como centro memorial, caritativo y de gestión de la salvación del linaje de los Velasco. Su abadesa -en la escritura fundacional era Elvira Álvarez de Padilla- era la previsora única de la nueva fundación. Vamos que tenía el control sobre la Cuarta y sus rentas y era la única persona que podía autorizar la venta de solares de la dotación en caso de que fuera necesario.


El tener el hospital asociado al monasterio nos lo presenta como una fundación para que los Velasco fuesen recordados como salvadores. O sea: Pobres y monjas trabajando para la salvación del alma de los Velasco. Nada que ocultar, literalmente, porque figura en la propia escritura de 1374 en la que se detallaban las razones para esta fundación: “por amor de Dios e por nuestras ánimas e remisión de nuestros pecados e porque los pobres sobredichos sean tenidos de rogar a Dios por la vida e salud de nos e de nuestros fijos e de nuestras fijas e después de nuestras vidas por las nuestras ánimas e de aquellos honde nos venimos”.

La escritura refleja que el hospital estaba concebido como un asilo porque no se proveyeron partidas para médicos, cirujanos o barberos. Los donativos se destinaban para la manutención de los acogidos, su vestido y calzado y cambiar anualmente la paja de las camas. A tal fin disponen que cada dos años se le compren nuevas ropas a los inquilinos del hospital, dando a cada varón tres varas de picote para sendas sayas y cinco varas a cada mujer, calculando por todo ello una cantidad aproximada de 216 maravedís anuales de gasto.

Y, como la beneficencia política nunca es gratis, se establecían obligaciones para los pobres asistidos y se organizaba un ritual de la caridad que vinculaba a ambas partes. Y a estas con el monasterio de Santa Clara. Los pobres del señorío se institucionalizaban y pasaban así a formar parte del patrimonio salvífico familiar, agrupado en torno al monasterio emblemático de Medina de Pomar.


Por supuesto el hospital complementaba el proyecto edilicio de Pedro (I) Fernández de Velasco en el corazón del señorío. Medina de Pomar mostraba la fuerza de este patricio mediante el alcázar de representación, la capilla funeraria, el hospital y el monasterio.

Como para 1374 el hospital estaba terminado y las obras debieron comenzar después de la concesión de la villa de Medina de Pomar por parte del rey en 1369 a los Velasco entendemos que la construcción fue relativamente rápida. Atentos porque la fecha coincide con la de construcción del alcázar y, más o menos, las fechas de la reforma del monasterio y de creación de la nueva capilla funeraria. Todo ello muestra el valor que los Velasco daban a la arquitectura.

Destaquemos tanto la temprana fecha de fundación como su capacidad de acogida. La mayoría de los hospitales castellanos vinculados con la nobleza pertenecen al siglo XV, como el de Beatriz Galindo en Madrid o el de Diego Arias Dávila en Segovia. Y su capacidad asistencial no se puede comparar con la de las grandes fundaciones hospitalarias del momento, entre las que destacaba el hospital del Rey en Burgos con hasta ochenta camas a finales del siglo XV. Sin embargo, se situaba en la media de los hospitales europeos, de 25 camas a finales de la Edad Media, y especialmente sobresalía en el panorama castellano donde la mayor parte de los hospitales disponía entre dos y doce camas.

Hemos hablado de algunos de los gastos que se generaban para la supervivencia de los asilados en el centro. La cuestión a plantear era identificar las fuentes de financiación. Podemos decir que el pan que se les daría a esos pobres (105 almudes y medio y dos celemines de trigo) procedería de las rentas que los fundadores tenían en los territorios siguientes: 32 almudes y 3 cuartas de trigo situados en el monasterio de Torres con el molino y los solares que están en San Román y Enceñares; 4 almudes en un solar en Torres; 2 almudes en otro solar de Torres; 1 en un solar que fue de Pedro de Torres; 6 en un solar que fue de Gonzalo Velaz de Torres; 5 almudes y medio en un solar que dicen de Somaovilla; 22 en Villalerán con el palacio; 4 en Fresnedo; 9 en Villalaín; 4 en San Martín de Moncobo; 2 en Valmayor; 2 en Momediano; 2 en Paredes; 20 en Oteo; 3 cuartas de trigo en Villataras y 3 almudes en el Parral de No- fuentes, que montan en total 101 almudes y medio de trigo y los cuatro y medio restantes los sitúan en la heredad de Céspedes y Varres de Yuso.


La cebada para el alimento del asno (22 almudes, 3 cuartas y 2 celemines) procedería de los 32 almudes y medio de cebada que tienen de renta en los solares del monasterio de Torres. Finalmente la carne, el vino, las ropas y los demás artículos ya mencionados para manutención y vestido de los pobres y enfermos acogidos al hospital sumarían en total una cantidad de 2.501 maravedís y 9 dineros que los provisores del hospital deberían cobrar en el portazgo de la villa de Medina de Pomar.

La dotación establecida por los fundadores se quedó corta –dada las dimensiones asistenciales es lógico- al cabo de medio siglo. En 1433 los pobres del hospital se quejaron al nieto del fundador, el Buen Conde de Haro. La devaluación de la moneda y varios años de malas cosechas habían hecho que los solares no rentasen lo suficiente y las condiciones de vida de los pobres fueran precarias. Pedro (II) Fernández de Velasco refundo el hospital, incrementando enormemente la dotación inicial que acabamos de comentar. Pedro (II) la subió a 9.503 maravedís y ocho dineros, además de recalcular las raciones de trigo, pescado, carne y vino diarias para cada pobre.

“Et yo por juicio de Dios e por las animas de los dichos Sres. Pedro Fernández de Velasco e Doña Maria Sarmiento su mujer e otrosí por mi e por la Condesa Doña Beatriz Manrique mi mujer, e por los que de nosotros venieren es mi voluntad de mandar e pagar a los dichos pobres, por los dichos 250 mrs. e 9 dineros de moneda vieja, 5003 mrs. e 8 dineros de la moneda blanca e porque en los dichos 5003 mrs. e 8 dineros non habían cumplidamente los dichos pobres su mantenimiento yo ove renunciado en ellos de los mrs. que yo había de Sr. el Rey en cada año por juro de heredad por siempre jamas 4500 mrs. que los hubiese señaladamente en la alcabala del vino de la villa de Frías.... los quales yo renuncie por cuanto tomé 30000 mrs. de moneda vieja del Alcázar de la mi villa de Medina de Pumar que los había dejado depositados en ella mi Sr Johan de Velasco cuya anima Dios haya porque los había dejado ende el dicho mi Sr. D. Pedro Fernandez de Velasco (…)” 30 de octubre de 1433


Por cierto tanto las escrituras iniciales como las segundas escrituras detallaban esta “dieta” que, a grandes rasgos, era: Carne y pescado para comer; fruta, queso y hortalizas para cenar; vino a diario. Además se tenía en cuenta las necesidades de madera, cebada para la acémila, sebo para velas; aceite para lámparas; aderezos para las camas; ajuar doméstico; y sal.

También se mandaba que los ciento cinco almudes y medio de trigo citados, debían ser entregados por sus recaudadores el día de Santa María de Septiembre al hospital.

Hemos dejado caer la existencia de primeras escrituras y segundas escrituras. Esto fue debido a que el Buen Conde de Haro saneó la situación del hospital de la Misericordia pero debió pensar que él también debía cubrirse de “santidad” y planificó su propia fundación caritativa. Un año después, en 1434, obtuvo una licencia del obispo de Burgos para edificar una casa para hospital de pobres que sería el hospital de la Vera Cruz.



Bibliografía.

“Apuntes históricos sobre la ciudad de Medina de Pomar” Julián García Sainz de Baranda.
“El patrocinio arquitectónico de los Velasco (1313-1512): construcción y un contexto de un linaje en la Corona de Castilla”. Tesis doctoral de Elena Paulino Montero.
“El hospital de la Vera Cruz de Medina de Pomar (a.1438)” por Cesar Alonso de Porres Fernández.
“La asistencia hospitalaria en los estados de los Velasco”. Alfonso Franco Silva.
Revista “La Esfera”.




Anexos:


Escrituras de fundación del Hospital de la Misericordia (vulgo La Cuarta):

“Primera Escritura.

Sepan quantos esta carta de fundación vieren, como yo Pedro Fernandez de Velasco camarero mayor del Rey y yo Doña María Sarmiento mi mujer, ambos a dos en uno con buena voluntad y graciosamente otorgamos y conoscemos, que por cuanto nos ficimos y tenemos fecho en el corral del monasterio de Sta. Clara de Medina de Pomar, un hospital para el servicio de Dios y por obra de piedad, en que se acojan y estén para siempre jamás veinte pobres con el casero y con la casera que estoviere y en que el casero o casera entre en la cuenta de los dichos veinte pobres.

Et que estos pobres hayan cada uno de ellos cada dia dos panes, según la ordenanza que nos ordenamos hoy dia, en que se montan al año 105 almudes y medio y dos celemines de trigo, que viene a cada pobre por año cinco almudes y coarta y medio celemin de trigo.

Et mas que den a estos pobres tres dias en la semana carne de oveja o de vaca que cuesta cada dia tres maravedises y en cuaresma que les den en la semana en tres dias en cada uno de ellos los dichos. tres mrs., para pescado o sardinas, que monta por año quinientos quarenta y y nueve mrs.

Otrosí ordenamos que den a testos pobres cada dia a los omes o mujeres, media azumbre de vino puro, que monta en el dia media cantara y un azumbre de vino que montan por todo d ano doscientas veinte y ocho cantaras y dos azumbres y medio de vino, seyendo contada la cantara a seis mrs. que montan en cada mil trescientos ochenta mrs. y cinco dineros.

Otrosi que el hospitalero o hospitalera que haya la ración doblada y que entre en la cuenta de los otros veinte pobres en cuenta de lo sobredicho.

Otrosi ordenamos que haya y este en el dicho hospital, una azemila o asno para acarrear y traer leña y las otras cosas que obiere menester para provisión del dicho hospital y de los pobres que y estovieren, et que den a esta azemila o asno cada noche, un celemín de cebada que montan por año veinte y dos almudes y tres cuarta y dos celemines de cebada.

Otrosi ordenamos que den para ferias la dicha azemila y para los aparejos que obiere menester en cada un año, sesenta mrs.

Otrosi ordenamos que den p.s mantener una lámpara de aceite, para alumbrar cada noche a los pobres y a los dolientes que fueren en el dicho Ospital, cuatro dineros cada dia que montan por año, ciento quarenta y seis mrs. y cuatro dineros.

Otrosi ordenamos que para mantener y prover los lechos, que han de estar en el dicho Hospital, para resarcimiento y renobacion de ellos y de la paga que obiere menester en cada año, ciento cinquenta mrs.

Et de los pobres sobre dichos que sean los catorce varones y las seis mujeres con el hospitalero o hospitalera.

Et ordenamos que estos dichos veinte pobres con el hospitalero o hospitalera del dicho hospital, que les den para vestuario de dos en dos años a los varones cada tres varas de picote, para sendas sayas, que montan contándoselas en cada año veinte y una varas; y a las mujeres cada cinco varas de picote, que montaran por año todas treinta y seis varas, que montaran en dineros a seis mrs. la vara en cada año doscientos diez y seis mrs. y esto sobre dicho que se comienze desde el dia de Santa María de Sbre. próximo que viene, que sera en la era de esta carta en adelante”.

Continua dicha carta con la dotación de rentas para el sostenimiento del Hospital y sigue el nombramiento de Provisora del mismo en esta forma:

“Et tacemos et ordenamos e establecemos por Provisora del dicho hospital e 'de lo sobredicho a Doña Elvira Álvarez de Padilla Abadesa del dicho Monasterio de Sta. Clara et después de su vida de ella que sea provisora del dicho hospital e de lo sobre dicho aquel o aquella que nos posieremos en nuestra vida y después de dias de mi el dicho Pedro Fernández, que sea provisor o provisora del dicho hospital aquel o aquella que pusiere el heredero de mi el dicho Pedro Frnz., que obiere en Medina o a Castilla vieja, pero que este no pueda tomar, ni tirar, ni embargar al dicho hospital cosa .alguna, de las que sobre dichas son”.

Segunda escritura.

Dada la extensión de la misma Julián García Sainz de Baranda solo la extractó en su libro disponiendo en el mismo la parte en que modificaba y ampliaba la escritura anterior:

“E por cuanto al tiempo que los dichos Sres. Pedro Frnz. de Velasco y Doña María Sarmiento su mujer, fundaron el dicho hospital, andaba moneda vieja e dotaron para el mantenimiento de los dichos pobres, los dichos dos mil e quinientas e uno mrs. e nuebe dineros contenidos en la dicha carta suso incorporada de la dicha moneda vieja, la cual se mudo en moneda blanca. Et acatando que si agora de moneda blanca Se obiesen de pagar los dichos dos mil e quinientos e un mrs. e nueve dineros, los dichos pobres no hablan mantenimiento. Et yo por juicio de Dios e por las animas de los dichos Sres. Pedro Fernandez de Velasco e Doña Maria Sarmiento su mujer e otro si por mi e por la condesa Doña Beatriz Manrique mi mujer e por los que de nosotros benieren, es mi voluntad de mandar dar e pagar a los dichos pobres, por los dichos dos mil e quinientos e un mrs. e nueve dineros de moneda vieja, cinco mil e tres mrs. e ocho dineros de la moneda blanca que agora corre en Castilla, que face dos blancas un maravedí: et porque en los dichos cinco mil e tres mrs. e ocho dineros, non habrán cumplidamente los dichos pobres su mantenimiento, yo ove renunciado en ellos de los mrs. que yo habia de nuestro Sr. el Rey en cada año, por juro de heredad para siempre jamas, cuatro mil e quinientos mrs. que los oviese señaladamente, en la alcabala del vino de la villa de Frías para siempre jamás, de los cuales les di una carta de privilegio del dicho Sr. Rey, para que los recodiesen los arrendadores de la dicha alcabala, en cada un año para siempre jamás, con dios, los cuales yo renuncie por cuanto tome treinta mil mrs. de moneda vieja, del alcázar de la mi Villa de Medina de Pomar, que los habia dejado depositados en día mi Sr. Johan de Velasco (cuya anima Dios haya) porque los habia dejado ende el dicho mi Sr. Pedro Fernandez de Velasco, por comprar dellos ciertas heredades e otros propios para provisión e mantenimiento de los dichos pobres, así montan todos los mrs. que los dichos pobres han de haber en cada un año para siempre jamas para su mantenimiento, según dicho es, nueve mil e quiniento e tres mrs. e ocho dineros, los cuales conformándome con los dichos Sres. Pedro Fernandez de Velasco e Doña María Sarmiento, e acatando las cosas que mas necesarias eran a los dichos pobres, es mi voluntad que los hayan e sean repartidos para el dicho su mantenimiento, en cada un año para siempre jamás, en esta guisa: e para carne e pescado segund el día que fuere a cada pobre cada día cinco dineros que monta cada día con las dos raciones del hospitalero diez mrs. que monta por año contado de trescientos e sesenta e seis días tres mil e seiscíento e sesenta mrs.

Et para fruta o queso o ortaliza que cenen en las noches los dichos pobres a todos un maravedí cada día que se montan por año trescientos e sesenta e seis mrs. Et para vino cada día para los dichos pobres una cantara de vino puro que montan por todo el año a diez mrs. por cantara con el traer tres mil e seiscientos e isesenta mrs: et mas para leña por escusar la acémila o asno que los dichos Sres. mandaron para lo traer cuatro cientos mrs. por cuanto la dicha cebada que come la dicha bestia, a respecto de lo que vale se da en trigo a los dichos pobres porque no habia abasto en el trigo contenido en la dicha carta. Et para aceite para la lámpara que ha de arder toda la noche en el dicho hospital doscientos mrs.; et para reparo de aderezar los lechos e las otras cosas que a ello se requieren en cada año ciento e cinquenta mrs.; et para vestuario en cada un año a cada pobre cuarenta e siete mrs. que se montan por año novecientos e cuarenta mrs.; Et para manteles e basijas en que coman cada un año sesenta e cinco mrs. e ocho dineros; e para sal en cada un año cinquenta e dos mrs.; estos veinte pobres se entienda que son con las dos raciones aue ha de haber el hospitalero segund se contiene en la dicha carta aqui suso incorporada.

Et mando a vos Sancho Garcia de Medina el Romo mi recabdador e a las otros mis recabdadores que después de vos en el dicho recabdamiento sucedieren, que del pan que por mi recabdades o recabdare de las dichas mis rentas de la dicha mi bodega, recudades e recuda este año de la fecha desta carta e de aqui adelante cada un año por siempre jamas, te dedes e den al dicho hospitalero que agora es o fuere de aqui adelante por siempre jamas por el día de Santa Maria de Septiembre de cada uno de los años avenideros dos dichos ciento diez y ocho almudes e tres cuartas de trigo. Et este año de la fecha desta carta, pues es pasado el dicho dia de Santa Maria de Septiembre dadgelo luego e tomar su carta de pago del o de los que en su logar sucedieren, e con ella e con el traslado desta mi carta, mando, mando que vos sean e les sean resoebidos en cuenta en cada un año los ciento e diez e ocho almudes e tres cuartas de trigo cargando sobre vos e sobre si el pan que rindieron los dichos solares en cada un año para siempre jama como dicho es.

Et otrosí mando a vos el dicho Sancho Garcia e a los otros mis recabdadores que después de vos sucedieren en el dicho recabdamento que cobredes e cobren por mi este dicho año e de aqui adelante en cada año para siempre jamas todo el dicho pan e trigo e cebadas que los dichos solares e tierra que los dichos Sres. e Doña Alda mandaron para el mantenimiento de los dichos pobres rinden e rindieren para siempre jamás como dicho es e lo carguedes e carguen en vuestro cargo e suyo en cada un año e si mas rindieren lo cargades e carguen sobre vos e sobre si e si menos rindieren fecha diligencia por vos e por ellos e mostrado por testimonio vos se descargado de la renta de los tales solares y donde paresciere el tal descargo, por ello non sea quitado cosa alguna a los dichos pobres de los dichos ciento e diez e ocho almudes e tres cuartas de trigo que les yo así mando dar del pan de la dicha mi bodega como dicho está, mi intención es que los hayan todos enteramente.

Otrosí mando que sea descargado en cada un año para siempre jamas a vos el dicho Sancho García e a los otros mis recabdadores que después de vos sucedieren en en el dicho recabdamiento los dichos tres almudes de trigo que los dichos Sres. mandaron en el dicho parral de Nofuentes para mantenimiento de los dichos pobres en cada un año, por cuanto el vino que oviere en el en cada un año yo lo mando poner en la mi bodega de la dicha mi villa de Medina, e ha de ser fecho cargo dello al mi recabdador que es e fuere del vino que yo mando poner cada un año en la dicha mi bodega. Et si algunos mrs. o pan de lo por mi aquí ordenado sobrare, segund el repartimiento aqui contenido, mando que el dicho hospitalero le distribuya entre los dichos pobres para su mantenimiento, como el lo entendiere que es mas servicio de Dios. Et porque yo acatando la tal ordenación para mantenimiento de los dichos pobres por los dichos Sres. e por mi ordenada para servicio de Dios, e obra meritoria mando a Pedro de Velasco mi hijo e a los otros que de mi e del sucedieren e ovieren de haber los mrs. e pan de las mis rentas suso dichas en cada un año para siempre jamas, que por consolación mía; e mi deseo cerca dello aya logar que faga e fagan dar en cada un año para siempre jamas a los dichos pobres los dichos mrs. e pan para su mantenimiento en la manera que dicha es, que la gracia e bendición de Dios sea siempre con ellos encargando cerca dello sus conciencias”.



domingo, 12 de mayo de 2019

Cazando obispos a ciegas en el 36.



Empezaremos esta entrada con una noticia publicada en “El Español” –el del siglo XIX no el de Pedro J. Ramírez- donde nos cuentan una sofisticada operación policial. Se publica el día 13 pero recoge unos hechos del día ocho de abril de 1836. Vamos a ello:

“Según comunicación oficial que hemos visto sabemos que noticioso el valiente y decidido teniente de carabineros de Real Hacienda de esta provincia D. Francisco de Bríones de que á las inmediaciones de Medina de Pomar, donde se hallaba destacado, cruzaban algunos contrabandistas, y sobre todo sugetos sospechosos que al parecer iban á aumentar las filas rebeldes, salió de aquel punto el 2 del corriente, acompañado de solos cuatro carabineros de a caballo. Después de haber reconocido varios pueblos y encrucijadas llegó el 5 al pueblo de Villalta. Allí advirtió que se introducía en la posada un sugeto montado en un caballo á pelo, con un costal de paja sobre el lomo, y del diestro una mula ensillada. Recayendo sobre él algunas sospechas trató aquel de acercarse, pero el desconocido echó á correr y se ocultó con velocidad en la misma posada.

Pero al fin fue preso y resultó llamarse Ambrosio López, vecino de esta ciudad de Burgos, á quien se registró en lo más profundo del pajar de la posada en que se había ocultado y se le halló con un pase expedido en el gobierno civil de esta provincia.

Antigua posada de Villalta (Cortesía de "Tierras de Burgos")

La actividad y laudable previsión del patriota Bríones no se contentó con prender á López, sino que mientras verificaba él en persona esta operación, colocó tan oportunamente un centinela en el camino, que á breve rato le avisó pasaba gente sospechosa. Amarró al prisionero, y echando á escape los cuatro transeúntes que se habían divisado montados en sus corpulentas mulas, no le quedó duda de que eran verdaderos delincuentes, pues picaron de espuelas á la primera intimación de alto que se les hizo.

Solo tres carabineros bastaron para alcanzar y prender a los fugitivos, que traídos á la presencia del subteniente Briones, emprendió con ellos y con el mozo, ya antes amarrado, su viaje para la villa de Poza. Al tiempo de poner el parte oportuno al señor comandante general de esta provincia, dice el bizarro Bríones que solo podía manifestar en aquel momento que uno de los aprehendido; le había declarado confidencialmente que pertenecía al estado eclesiástico y era amigo del ex-obispo de León; y que si gustaba seguirle á la facción le ofrecía tres galones en las filas de D. Carlos, una canongía para un hijo que tiene clérigo, á escoger, y la felicidad para el resto de la familia.

El parte le expidió en Poza con fecha del 7 en el momento de su arribo; y disponiéndose para hacer un escrupuloso registro de las maletas y demás prendas de los fugitivos, que sin duda deben ser gente notable, pues el punto de Villalta ni ofrecía comodidad, ni la menor seguridad, teniendo presente la escasa fuerza de cinco hombres incluso él, con que podían contar en un lance para conservar otros cinco hombres también de a caballo.

La Guardia Nacional de Poza se ofreció al momento á custodiar los presos y prestar á los carabineros cuantos auxilios necesitasen”.

Camino de Burgos desde la posada de Villalta (Google)

Este artículo nos deja numerosas dudas originadas por conceptos ya olvidados por el paso del tiempo. Tenemos claro, eso sí, que esto fue una afortunada operación policial en la que miembros de una unidad (¿Militar? ¿Civil?) de policía realizando una ronda por pueblos detenía a una persona que portaba, en sus animales, un saco de forraje y un pasaporte, legal al parecer, expedido por el Gobierno Civil de Burgos. Vamos, lo que entenderíamos razones de peso para detener a alguien. ¿Dónde iba? ¿Por qué una mula ensillada, montar a pelo un caballo y forraje? No solo eso sino que, en sus celada, cayeron otros cuatro transeúntes con aire sospechoso. Finalmente nos aparece la Guardia Nacional de Poza de la Sal.

Iremos por partes.

¿Quiénes eran los carabineros de Real Hacienda? Eran un cuerpo de recaudadores que procedía de la evolución –o mejora- del cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, encargados de velar por el Resguardo de Rentas arancelarias y persecución de los defraudadores, vulgarmente llamados contrabandistas. Y, entendamos que, en una zona cercana al frente de guerra con un aumento de población (y de sus necesidades) esta alternativa comercial ganaba enteros. Los carabineros estuvieron siempre mal equipados y fueron, generalmente, poco eficientes. Durante la primera carlistada (1833-1840) la casi totalidad del Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras se transformó en tropas regulares con sus mandos propios. Ante ello, los capitanes generales de los distritos organizaron Compañías Francas mandadas por oficiales y clases licenciados del Ejército para perseguir el fraude en sus demarcaciones. Causas múltiples, intrigas políticas, situación del país, inmoralidades de los funcionarios de la Hacienda y defectuosa recluta dada a una Institución militar que exigía desde el principio un personal con ciertas condiciones especiales, hicieron que las vacantes producidas fuesen cubiertas a la buena de Dios.


Pasaron a denominarse Carabineros de la Real Hacienda, que aunque tenían la misma organización que sus antecesores dependían en todo y para todo de la Dirección General de Rentas Estancadas. ¿Posibles causas de este cambio? Pues, el empleo de las unidades de carabineros en la guerra civil y la ausencia de mandos que se encuentran, mayoritariamente, en el frente. Se consiguió que cualquier autoridad administrativa por modesta que fuera pudiera tomar providencias contra los Carabineros de la Real Hacienda. La mayoría de los oficiales y jefes pidieron inmediatamente su reintegro en el Ejército -caso del futuro general Serrano-, continuando tan sólo aquellos de escaso ánimo y apocado espíritu. Puede aseverarse que el Real Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras que creara Rodil en 1829, desapareció en 1833, al sustituirle el de Carabineros de la Real Hacienda, organismo de raíz civil.

La guerra, que siempre tiene un puntito de “sálvese quien pueda”, favoreció la impunidad de alcaldes, jefes políticos y recaudadores que, de rebote, empujó a jefes y carabineros hacia el mismo lado. En cuanto aprehendían algo surgían los problemas porque no era extraño que en el valor de las mercancías despertase pequeñas codicias. Este cuerpo será sustituido por el Cuerpo de Carabineros del Reino, organizado definitivamente por Real Decreto de 6 de agosto de 1842.

Sobre nuestro valiente carabinero Francisco Briones sabemos que en 1832 estaba destinado en la provincia de Burgos con el rango de Cabo y que (¡Gracias ausencia de Ley de protección de datos!) ocupaba un destino con un sueldo asignado de 4.775 reales y cobraba 2.387 reales.

Monumento al cuerpo de Carabineros.

Vale. Ya conocemos a una parte pero me quedo con la duda de porqué, si Ambrosio López tenía un pase del Gobierno Civil de Burgos se le detiene. Y, ¿Qué cosas estaba contrabandeando? ¿Paja? ¿Información? ¿Material de guerra? ¿Era un carlista o no? Todavía es pronto para decidirnos pero… alguien que viaja en esas circunstancias bien podría ser que iba de avanzada legal de otro alguien que necesitaba ocultarse.

Y viendo cómo eran los Carabineros, ¿Era seguro dejar a Ambrosio en manos de la Guardia Nacional? Difícil respuesta sin saber qué era este otro cuerpo armado. La milicia nacional –no me he equivocado de nombre- era el reverso de los Voluntarios realistas y procedía de una idea de las Cortes de Cádiz. Durante el Trienio, será el brazo armado del liberalismo. La nueva milicia de 1834 estaba integrada por voluntarios. Estaba en poblaciones de más de 700 vecinos a razón de una plaza por cada 100 y la formaban “sujetos de notoria honradez, probidad y adhesión a la Reina nuestra Señora Doña Isabel II, y que por su arraigo y cualidades morales, puedan mirar la tranquilidad como un interés personal”.

La oficialidad estaría controlada por el gobierno y era un cuerpo civil cuyos miembros no percibían ningún tipo de haberes y habrían de costearse el vestuario y equipo, lo que sin duda contribuía a excluir del mismo a las clases populares. A pesar de todas las precauciones la Milicia fue un factor de desorden donde solo se alistaron los más politizados y bullangeros.

El nuevo reglamento de 1835 remarcaba el carácter civil de la milicia pero bajo mandos militares. Incluso podían entrar partidarios del pretendiente porque solo estaban excluidos los que “hayan tomado las armas contra los derechos de la REINA nuestra Señora, aunque se hallen indultados”.

Cortesía de "Tierras de Burgos"

Pese a todas las precauciones, la milicia se confirmó como el brazo armado del progresismo, y su actuación fue decisiva para el triunfo del movimiento juntista que en el verano de 1835 lleva a Mendizabal al poder. Una de las labores de su ministerio va a ser precisamente la reorganización de la “guardia nacional”, nombre con el que será designada la antigua milicia. Esta es la milicia que se encuentra Briones en Poza de la Sal.

Bien. Pero hasta ahora hemos estado hablando de Carabineros y de Guardias Nacionales. Y de un pobre. Me dirán: ¿Y los obispos del título?

Para ello tengo que presentarles este artículo que acompañaba al anterior en “El Español”:

“Burgos 7 de abril. Reina en esta población grande impaciencia por saber el objeto de la salida precipitada que ha hecho esta mañana tres horas antes de amanecer el señor de Quinto, gobernador civil interino, acompañado de unos cuantos nacionales de caballería, bastantes individuos de la compañía de artillería de la Guardia Nacional, y algunos individuos del escuadrón de voluntarios de Burgos. Nada se ha traslucido; pero todos convienen en que la expedición debe ser producida por algún acontecimiento inquietante en la provincia, pues el pulso y madurez con que el señor de Quinto se conduce en su vida pública no permite juzgar de otra manera.

ÍDEM 8. Ya estamos en disposición de dar razón circunstanciada y exacta del objeto y resultado de la expedición militar que tenía á Ios burgaleses en la más viva expectación. A las doce y media de la noche del 7 recibió por extraordinario el señor de Quinto, un parte del señor Pérez Roldan, Gobernador civil de Palencia, en que parece le decía con fecha del 6, que en la mañana de aquel día se había fugado de su diócesis aquel obispo, ignorando el traje que llevaba, y los que le acompañaban; pero le indicaba los motivos en que fundaba las sospechas de que el fugitivo debía cruzar esta provincia de Burgos.

Púsose en movimiento inmediatamente la actividad del señor de Quinto, y auxiliado del no menos celoso y patriota el señor de Anteo, comandante general de la provincia, no eran todavía las dos de la mañana cuando aquel se hallaba fuera de la ciudad al frente de la fuerza mencionada, debiendo notarse la extraordinaria celeridad con que, espontáneamente y por puro patriotismo se aprestaron los nacionales de caballería y de la compañía de artillería, modelos verdaderos de noble civismo.

No obstante lo destemplado de la estación se plantaron en pocas horas en el pueblo de Hormazas, donde había alguna sospecha de que el obispo errante debía haber tocado. Pero el señor de Quinto creyó que sin datos seguros y positivos, de los cuales carecía, no le permitía ni su justificación, ni su legalidad atropellar la seguridad personal de ninguno de aquella población, y todos sus vecinos fueron respetados.



Se trasladó la pequeña columna á Villadiego, y la Guardia Nacional se puso inmediatamente sobre las armas, así como algunos de caballería del escuadrón franco de Palencia que allí se hallaban de guarnición. En breve rato cubrieron todas las avenidas de Villadiego vigilantes centinelas, y el señor de Quinto expidió desde allí en todas direcciones las oportunas órdenes para que se retuviese á todo transeúnte que según las instrucciones que acompañaba inspirase el menor recelo, así como se pusiese singular esmero en no vejar al que marchase con su pasaporte en regla y sin motivo para sospechar de su persona.

Así dispuesto el plan de batida que oportunamente había concebido la autoridad civil de la provincia, regresó esta á Ia capital á tomar nuevas luces, acompañada de cuatro nacionales de caballería; y sin descansar más que muy cortas horas, volvió á emprender su expedición entre las tinieblas de una noche oscura y frigídísima, porque le manifestó un arriero que en Villalta habían detenido los carabineros á varías personas sospechosas”.

¡Vaya cómo corrían las noticias! Y, encima, ¡Por boca de arriero! ¿Serían clérigos los cuatros “delincuentes” que detuvo Bríones? Por su reacción ante la detención casi diría que sí. Porque era normal la fuga de sacerdotes y obispos hacia el campo carlista. Diría que incluso podría ser el obispo de Palencia o cualquier otro prelado. En esta misma bitácora se habló de la fuga del obispo de Mondoñedo Francisco López Borricón.

El Eco del Comercio (13/04/1836)

Ese mismo ejemplar de “El Español” nos informaba –cual Fake news moderna- la detención del obispo de Orense entre Villalta y Posadas. Lo curioso es que en la columna siguiente se preguntaban por la identidad de los capturados en Villalta. ¡Si hasta coincidía el número de individuos y las fechas! ¡¿Pero cuantos obispos creían que pasaban por la zona fugados?!

“Acaba de saberse que entre Víllalta y Posadas ha sido arrestado por unos carabineros el obispo de Orense, que con otras 2 personas y 2 criados se dirigía á la facción: si es cierto no cabe duda que ha sido una captura feliz, porque sus papeles podrán aclarar muchas cosas”.

En su edición del 16 de abril de 1836 corrigió ese despiste.

El obispo detenido era Carlos José Laborda y Clau, conde de Pernia, (1783-1853). Estudió teología en Lérida y se doctoró en la Universidad de Huesca. Fue racionero de Pertusa y cura de su pueblo natal (Barbuñales); canónigo de la colegiata de Tamarite y arcipreste de Tarazona. Durante el Trienio Liberal estuvo exiliado en Francia. A su vuelta fue arcipreste de Zaragoza y presidente del Hospital General. En 1831 obtuvo el obispado de Palencia.

El Nacional (14/04/1836)

Principalmente se le recordaba por la epidemia de cólera de 1834 que cercenó la décima parte de su feligresía. Sufrió el anticlericalismo de la época y, quizá, esto le ayudó a tomar cierta decisión: cuando el gobernador civil de Palencia solicitó el censo de los edificios que debían ser desocupados y del clero que debía ser exclaustrado, Laborda abandonó su diócesis. ¿Ya no aguantaba más? ¿Valentía para optar por el carlismo? ¿Simplemente exiliarse?

Emprendió la fuga disfrazado de comerciante, con un pasaporte falso y cerca de cuarenta mil reales en oro, pero como ya sabemos fue casualmente pillado en Villalta (Las Merindades de Burgos) por Francisco Briónes y sus carabineros. Culpable de desobediencia al gobierno y de fuga de su puesto fue condenado a destierro en Ibiza durante el tiempo que durase la guerra. Pero como no hay mal –ni bien- que cien años dure regresó a su diócesis en 1844.

El eco del comercio (15/04/1836)


Bibliografía:

Periódico “El Español”.
“Estado de los empleados que componen la Real Hacienda de España” (1932)
“Recuerdos de la guerra carlista (1837-1 839)” Príncipe Félix , Lichnowsky.
“La Primera Guerra Carlista”. Tesis doctoral de Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera.
Periódico “El eco del Comercio”.
Periódico “La Revista Española”.