Que no te asusten ni la letra ni el sendero de palabras pues, amigo, para la sed de saber, largo trago.
Retorna tanto como quieras que aquí me tendrás manando recuerdos.


domingo, 30 de noviembre de 2014

Ganó Villarcayo.

Puede que en esta entrada descubramos la razón del vecinal rencor entre Villarcayo y Medina de Pomar, o puede que no. No somos perfectos.

¡En fin! retomemos el hilo dejado hace un par de semanas. Teníamos una distribución territorial que, como hoy, era un jaleo: provincias, partidos y corregimientos, algunos evolucionados de arcedianazgos, obispados, infantazgos y... Merindades que convivían dependiendo de la Corona o de diversos señores feudales.


Y es que Castilla Vieja no era una de las 18 provincias de Castilla, poseedoras ciudades con voto en cortes. Solo fue uno de los muchos distritos del reino y cuyo gobierno confiaba el monarca a un delegado o a una familia nobiliaria.

Tiempo atrás, en el Becerro de las Behetrías Castilla Vieja es la decimocuarta Merindad, la más extensa y la más compleja, con 534 poblaciones. Claro que no era lo que fue después, incluía territorios de Álava, Cantabria y La Rioja. Quedará la demarcación de las montañas de Burgos (en el siglo XVI, 230 entidades circunscritas en las “Siete Merindades de Castilla Vieja”), compuestas por: Merindad de Castilla Vieja, Merindad de Cuesta Urna, Valle de Losa, Merindad de Montija, Merindad de Sotoscueva, Merindad de Valdeporres y Merindad de Valdivieso.

Aunque resulte sorprendente la primera cabeza de las Merindades fue Medina de Pomar, y las reuniones de su Justicia, Concejo y seguimiento las hicieron junto a la Parroquia de la Santa Cruz. Pero cuando Enrique II, en 1369, la donó a Don Pedro Fernández de Velasco las Juntas Generales de las Siete Merindades se celebraron en Miñón, donde residían los Alcaldes Mayores y administraban justicia. Como les dije: bajo un gran moral que existía en su campo. Por supuesto, la donación a la Casa de Velasco permitió a los señores de Medina nombrar a los Alcaldes Mayores y Justicias Mayores.

Felipe II

El rey Felipe II, en 1559-1560, aprovechó la muerte de Pedro Fernández de Velasco para recuperar el oficio de Justicia y Alcalde Mayor de las Merindades de Castilla Vieja. Claro, esto implicó una serie de cambios. Aunque no nominales porque usaron este nombre hasta principios del siglo XVII, en que tomaron el de Corregidores. Algunos autores lo fechan en 1612.

Se nombró para Alcalde y Justicia Mayor de Las Merindades de Castilla Vieja al Oidor Doctor Mendizábal que tenía la tarea de elegir la sede de la Audiencia. Para ello el 28 de agosto de 1560 el nuevo Alcalde y Justicia Mayor interrogó en Miñón a numerosos testigos. Pero... ¿Urgía ese cambio? Digamos que era necesario para mostrar quién mandaba y porque ejemplos como una carta del Condestable Don Iñigo Fernández de Velasco, fechada el 13 de agosto de 1560, donde autorizaba a sus oficiales "a defenderse frente a los entrometimientos en su jurisdicción Señorial de Justicia Mayor y Juez de Residencia" empujaban a ello.

El Doctor Mendizábal, después de recorrer varios pueblos eligió Villarcayo (auto del 30 de agosto de 1560). Pero el Valle de Losa prefería Miñón y elevó una petición al Consejo que le fue denegada por Real Cédula de 21 de noviembre de 1561. La Merindad de CastilIa Vieja defendía la capitalidad de Villarcayo por ser esta Merindad "cabeza y centro de todas ellas, su tierra más fértil y poblada y llena de provisiones". El rey confirmó la elección ordenando a los Alcaldes Mayores que residieran en ella.

Finalmente, el 13 de mayo de 1562 el procurador de la Merindad, Don Pedro Fernández de Villanueva, presentó al Doctor Mendizábal las Provisiones Reales en las que ordenaba al Consejo que residieran en Villarcayo los Alcaldes Mayores.

Torre del Corregimiento

¡Menuda lotería! Esta decisión palió los efectos de la crisis económica. Piensen que el Corregidor, entre otras muchas funciones, tenía las gobernador civil (subdelegado del gobierno) y era el garante de las leyes y de las rentas reales; se estableció un cuerpo de funcionarios pagados por el Estado o el Ayuntamiento; era el alcalde del núcleo más importante y como tal presidía el Ayuntamiento General; y era el presidente de la Audiencia (juez de primera instancia civil y penal). Y se concedió un mercado semanal y dos ferias anuales.

Además del corregidor, el Ayuntamiento General estaba formado por los regidores y los procuradores generales elegidos por cada Merindad para su gobierno (dos regidores y un procurador). Los regidores gobernaban el Ayuntamiento y los procuradores representaban los intereses de cada Merindad. Aunque no todos vivían en Villarcayo, sus reuniones mensuales les obligaban a comer y pernoctar en la villa.

Otros cargos residentes eran: El escribano mayor, facultado para nombrar dos tenientes de escribano; El alguacil mayor de las Merindades; El tesorero general; El alcaide de la cárcel que tenía su vivienda en la casa de Justicia; Los comisarios de cartas, el procurador de pobres, el abogado del Ayuntamiento General, el cartero, el relojero, el archivero, los examinadores de oficios...

Ante la afluencia de personas a los juicios y a las ferias y mercados, con necesidades coincidentes en muchos aspectos, se crearon locales de comidas y bebidas, de posadas, de comercio propio... para atender las necesidades de la comarca. También supuso, posteriormente, el asentamiento de otros profesionales, como un médico o un boticario, para atender a una población en aumento.

Feria en Villarcayo (finales XIX)

En números absolutos la población se duplicó gracias a la inmigración de otras áreas. Consta que más de un cuarto de los matrimonios efectuados en la villa eran de contrayentes forasteros. Este incremento de población, y de su importancia social media, afectó a otros aspectos de la villa. Por ejemplo, la iglesia considerada hasta entonces como "iglesia pobre" (1576) y "de poca fábrica" (1571) pasaría a ser considerada como "de rentas cuantiosas" un siglo más tarde (1693), lo que le permitiría, no sólo aumentar su volumen y el número de beneficiados (que eran cinco en 1752) sino también dotarse de más ricos retablos y ornamentos.

Antigua iglesia de Villarcayo

Veremos en Villarcayo, gracias al catastro del marqués de la Ensenada (1752), un sector primario poco abultado: Catorce labradores y cinco jornaleros (6`94% pob.); dieciocho vecinos que eran panaderos, horneros, sastres, zapateros, un tejedor y un oficial cortador de carne (25% pob.); y en el terciario diez funcionarios, nueve comerciantes, ocho profesionales liberales y seis rentistas aunque uno de ellos era tratante de vino y hierro (41`6% pob.).

Y, con ellos, un número importante de lacayos y criados, tanto domésticos como de labranza (un total de cuarenta y seis entre mujeres y hombres) que provenían de otros pueblos de las Merindades en los que la escasez de recursos de la tierra llevaba a una abundancia de oferta de trabajo como mano de obra barata.

Pero no solo venía gente sino que hay emigración entre las capas altas de la sociedad villarcayesa que debido a sus profesiones, estudios o negocios se establecían en Burgos, Madrid, Cádiz, Cáceres, las Indias ...

Villarcayo se perfiló como un nivel intermedio entre los pueblitos y las ciudades. Se constata en la escasa permanencia de los apellidos en la villa que habitualmente no pasaban de las tres generaciones. Se configuró así una población muy dinámica pero con un cierto desarraigo.

Además de las características que acabamos de señalar, otra de las herencias que hemos recibido del Corregimiento es un importante fondo documental de pleitos que recogen información sobre muchas cuestiones de la época.


Bibliografía:

"Villarcayo, capital de la comarca Merindades" de Manuel López Rojo.
"el corregimiento de las 7 Merindades de castilla Vieja" de Rafael sánchez Domingo.
"Felipe II y Las Merindades" de Rafael Sánchez Domingo, Clara Uriarte Melo y José Ángel Churruca García.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Juan José de Unzueta: un teniente bizarro.

No se me animen porque según la RAE bizarro significa "valiente" o "esforzado" y no "estrafalario", "extravagante" o "extraño" (def. de bizarre), aunque algo tiene esta historia de eso, de estrafalaria.

Debemos trasladarnos a 1836 a la expedición del general Gómez. Y... ¿Quién era él?

Mariscal Miguel Gómez

Don Miguel Sancho Gómez Damas (Torredonjimeno, Jaén; 5 de junio de 1785 - Burdeos, Francia; 11 de junio de 1864) era estudiante de derecho cuando, a causa de la invasión francesa, ingresa como subteniente en el ejército y participa en Bailén. El 21 de julio de 1812 es capturado por los franceses en Castalla. Prisionero en Autun (Francia), a diferencia de Riego, logra escaparse (y no adoptó ideas más liberales) y vuelve a incorporarse al ejército. En septiembre de 1812 ya es capitán. Finalizada la guerra, se casó en Madrid con Vicenta de Parada (1815) y se retirará del servicio activo. Vivió en Jaén como administrador de bulas. Durante el Trienio Liberal (1820-1823) fue un activo opositor al sistema y consiguió la comandancia de Algeciras, cargo del que será depuesto durante la regencia de María Cristina de Borbón por sus ideas absolutistas.

Estallada la guerra marchó, como muchos conservadores, a zona Carlista para ponerse a las órdenes del general Tomás de Zumalacárregui. Fue nombrado jefe de su Estado Mayor y participó en los combates de Asarta, Acción de Alegría de Álava, Acción de la Venta de Echavarri y Alsasua. En 1834 acompañó a don Carlos y fue nombrado Comandante General de Vizcaya. Luego fue Comandante General de Guipúzcoa y tras la acción de Guernica y la toma de Tolosa alcanzó el grado de Mariscal de Campo. En 1834 recibió el título de marqués de Orbaiceta. Tras la rendición de Rafael Maroto (1839), Miguel Gómez decide exiliarse, junto con su esposa, en Francia. Volvió a España durante la Segunda Guerra Carlista (1846-1849), siendo Comandante General de Andalucía. Tras el nuevo fracaso carlista, volvió al exilio francés, a Burdeos, donde vivirá hasta su muerte.

Pero su paso a la Historia se produjo en 1836 con su famosa expedición a lo largo y ancho del suelo patrio cual edición de "La Vuelta". Con un frente norte donde los carlistas estaban acosados y a la defensiva, levantado el sitio de Bilbao y Don Carlos convencido de que el paso del tiempo favorecía a Isabel, se decidió aligerar la presión que los mantenía encorsetados entre las montañas cantábricas y pirenaicas y un mar patrullado por la escuadra inglesa. Se recurrió para ello a las expediciones. Dos, sincronizadas. La del brigadier riojano, don Basilio García, otro administrador de Bulas con una misión de distracción, y la del mariscal don Miguel Gómez, un táctico nato de pericia y sangre fría más que demostradas como jefe del Estado Mayor de Zumalacárregui.

Caballería Castellana (Clauzel)

El Ejército Real de la Derecha de Gómez lo compusieron cuatro batallones castellanos, uno más de granaderos, y dos escuadrones de caballería. Debía potenciar y reestructurar las partidas realistas gallegas y asturianas, para abrir un nuevo frente coordinando la acción de estas guerrillas con las partidas miguelistas de la guerra civil portuguesa.

Salieron de Amurrio y se pasearon por el territorio Isabelino entre la adhesión y la impunidad hasta volver a Castilla la Vieja. Para ese momento, principios del invierno de 1836, llevaban ya una marcha sufrida y pausada. Tranquila porque las unidades enemigas que les flanqueaban pasaban de atacarles. ¡Leches! Eran una presa fácil: una columna en marcha rectilínea por la helada etapa castellana. ¿Y nadie les sale al encuentro?

Veamos... Las guarniciones cercanas a su recorrido, alertadas desde Madrid por el alto mando, se muestran más interesadas en proteger sus plazas que en atacar a Gómez; su acción ofensiva se limita al continuo hostigamiento de los flecos de una columna que desfila como un blanco móvil en un campo de tiro. Podría ser porque los cristinos no se fiaban de sus tropas. Entiéndanme, Pirala consideró que excedieron de mil hombres los miembros del ejército del Norte que se pasaron a los carlistas en 1836 pero se queda corto porque en otra acción en Las Merindades, la del Ribero, se pasaron ya más de cuatrocientos. Y en toda la campaña del mariscal Gómez son 1.643 soldados.

Las razones para pasarse no solo era que esos "transfugas" fuesen carlistas sino que tenemos: la politización del ejército cristino; rivalidades personales entre los generales; y los problemas de disciplina, principalmente por la Milicia Nacional y los cuerpos francos (Por ejemplo, en 1837 en Gayangos se subleva el primer batallón del regimiento de Mallorca, y aunque son asesinados algunos de sus oficiales el coronel logra restablecer el orden, pero fusilando a los cabecillas).

¿Podríamos decir que se le tenía miedos al mariscar carlista Gómez? Quizá sí porque el vencedor de Cabrera, el tigre del Maestrazgo, tenía órdenes del gobierno para ocupar con su división posiciones adecuadas para cortar el paso y hacer añicos a !a columna carlista. Sin embargo, la falta de suministros, la "escasez de moral" o la meteorología, frenó a las tropas.

Los carlistas llegan fácilmente al puerto de la Brújula, junto a Burgos ciudad. Silencio informativo. Se saturan los medios con las noticias sobre el sitio de Bilbao evitando hablar de una modesta columna en retirada, azotada por el invierno castellano. Se nota que no había ganas de lucha.


Gómez avanza por la helada Bureba, casi hasta Oña, y en un rasgo de audacia pasa el Ebro por el cañón de La Horadada, una ratonera que mil años antes los moros eludieron (o casi), y en la cual una compañía de infantes, con disparos y peñascos, podrían frenar a tropas dos veces superiores a las que aún conservaba el general carlista.

Y, sorprendentemente, se hizo. Pero nadie lo contó... salvo su autor:

"Sres. Redactores de EL ESPAÑOL.

Muy señores Míos: Ignoro en qué consiste el que no se haya hecho mención en ninguno de los periódicos de esa Corte de la resistencia horrorosa que opuso este pueblo con 35 soldados valientes del regimiento de Mallorca de que tengo el honor de ser un teniente, así como de haberles mandado, á la división del caudillo Gómez de vuelta para las provincias , sin que ni las amenazas ni las ofertas me hubiesen hecho vacilar en el cumplimiento de los deberes de un militar de honor por nacimiento ¿Es asunto de poco interés haber salvado á este pueblo, el más liberal y decidido de la provincia de Burgos, de un saqueo horroroso y otras desgracias irreparables? ¿Es un caso de tan poca importancia para quedar sepultado en la obscuridad haber obligado a un enemigo orgulloso a desistir de su empeño haciéndole tomas con afrenta la dirección del puente de Mijangos con un retraso de 5 horas, que era tiempo más que suficiente para que los batallones acantonados en Villarcayo hubiesen acudido á disputarles el paso? ¿Es caso de tan poca importancia para dejarle sepultado en el olvido haber detenido un enemigo engreído con sus anteriores triunfos desde las dos de la tarde hasta las siete de la noche (algo más) obligándole a retirar sus dos piezas de cañón con las que hizo fuego al fuerte y con que pretendió acobardarnos? Conociendo el cobarde Gómez que por el puente de Trespaderne no podía pasar porque le defendían tropas, más valientes que él, se dirigió al puente de Mijangos; donde si hubieran acudido los batallones de Villarcayo no hubiera pasado un solo rebelde á las provincias.

JUAN JOSÉ DE UNZUETA"
(Trespaderne 30 de enero de 1837)
El Español (Madrid. 1835). 9-2-1837, n.º 466



Es decir, a la salida de La Horadada, atrincherados en el puente de Trespaderne, el teniente Unzueta y 35 soldados del regimiento de Mallorca deciden no escurrir el bulto como sus superiores. Quizá por eso su acción no se publica y, como en las películas de vaqueros, se queda solo esperando a los de Villarcayo y enfrentado al menos a 3.000 infantes con 650 caballos. ¿Por qué? Tal vez por dignidad, por espíritu de cuerpo, por el regimiento... Nunca se sabe las razones últimas por las que alguien toma una decisión así.

Pero no fue solo él, al amanecer del día 17 la retaguardia libra en el pueblo de Extramiana su último combate con los peseteros riojanos de don Martín Zurbano. Por cierto los mismos que en Vitoria, junto al regimiento de Almansa, asesinan al gobernador militar, al jefe de la plana mayor y a varias autoridades civiles y militares, mientras gritan a favor de Zurbano, Alaix y la Constitución.

Lo dicho, Fin de fiesta porque la noche del 19 de diciembre de 1836 llegan a sus líneas y a Amurrio. A !as pocas semanas de su llegada le encarcelaban los suyos por insubordinación, malversación de fondos, abuso de autoridad y clemencia excesiva con los prisioneros.


El Español con el texto original


Anexos:

El regimiento Mallorca, 13

Data del año 1682 con el nombre de "Tercio Nuevo de la Armada y del Mar Océano". En 1704 será el "Regimiento Nuevo de la Armada y del Mar Océano", aunque también es conocido con el nombre del título que ostentaba su Coronel "Regimiento de la Santa Cruz". Con las resoluciones de Felipe V pasa a ser el "Regimiento de la Armada n 1" y en 1718 el "Regimiento de Infantería Mallorca n 14 ". pasa por los nombres de "Regimiento de Infantería Mallorca n 19" en 1741; "Regimiento de Infantería Mallorca n 18" en 1769 y "Regimiento de Infantería Mallorca n 20" en 1815, año en que se incrementa el regimiento con el nuevo cuerpo conocido como Segundo de Vizcaya y en 1818 se le agrega un batallón del disuelto Regimiento Hibernia. Con las reformas de la Infantería de 1823 se divide en batallones independientes, adquiriendo los nombres de "Batallón de Infantería n 39" y "Batallón de Infantería n 40", en 1828 recupera el pie de Regimiento con el nombre de "Regimiento de Infantería Mallorca n 12", para cambiar su numeración en 1833 y conocerse como "Regimiento de Infantería Mallorca n 13". En 1931 es fusionado con el Regimiento Guadalajara n 20 y da lugar al "Regimiento de Infantería n 13", con el que permanece hasta su disolución en 1936.

En 1939 y en base a batallones de los Regimientos Zaragoza n 30, San Quintín n 25 y Toledo n 26, se organiza el "Regimiento de Infantería Mallorca n 13" con acuartelamiento en Lorca (Murcia), recogiendo el historial del "Mallorca". En 1959 se reorganiza en Agrupación con el nombre de "Agrupación de Infantería Mallorca n 13 ", cambiando nuevamente en 1963 por el tradicional de "Regimiento de Infantería Mallorca n 13 ", pasando en 1963 a "Regimiento de Infantería Motorizable Mallorca n 13 " y finalmente, en 1986 al de "Regimiento de Infantería Mecanizada Mallorca n 13" hasta su disolución el 29 de diciembre de 1995.

En la Primera Guerra Carlista (1833-1840) participará en: Cerco de Morella, Hostall y Coll de Villabona. Acciones de Pinares de Olmo y Ochagavía, Viscarret, combate de Peña de Orduña. Acción de Linzoain y Espinar. Combate en Villareal de Álava y batalla de Luchana. Acciones de Galdácano, Baceite y Gandesa. Batallas de Catí y Villar de Canes. Socorro de Lucena, Morella y Urdax, acciones de Montalbán y Alcora. Sitio del castillo de Segura, Castellote y Morella.

Entre las recompensas más destacadas concedidas al Mallorca n.º 13 se pueden citar:

  • Derecho de colocar en sus banderas la inscripción "Prius flamis combusta, quam armis Mallorca victa", concedida en 1746 por la acción del río Todone.
  • La Cruz de distinción de la Fuga de Portugal concedida en 1815.
  • El escudo de distinción del Ejército del Norte concedida en 1837 por su acción de Gayangos, de la que ya hablaremos.


Compañías francas o "peseteros"

Las capitanías generales fueron autorizadas a crear compañías francas en cada provincia o partido con oficiales y sargentos retirados, cuyos componentes serían conocidos como “peseteros”; estas unidades no se regían por las plantillas del resto de la Infantería, aunque eran similares a los regimientos ligeros, ni recibieron nombres en consonancia con el sistema general. Se dictaron instrucciones para que se organizaran en batallones o compañías, según su entidad, numerándose por capitanías, como 1º, 2º, … de "Voluntarios de...", aunque muchos conservaron las primeras denominaciones adoptadas. Las compañías tenían de 90 a 120 hombres y los batallones de cuatro a ocho compañías. Dependían a todos los efectos de los capitanes generales, quienes nombraban a oficiales y sargentos, mientras que los jefes y ayudantes eran designados mediante Real Despacho. Estos cuerpos francos, también conocidos como batallones y compañías provisionales, servían normalmente en su provincia, aunque podían ser destinados a otro lugar por la reina. En 1840 se suprimieron los cuerpos francos, voluntarios y provinciales.


Bibliografía:

"La primera guerra carlista" de Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera.
"LA EXPEDICION CARLISTA DEL GENERAL GOMEZ" por Luis Lavaur en Revista de Historia Militar Nº42. Año 1977
El Español (Madrid. 1835). 9-2-1837, n 466
"Batallas en Las Merindades" de Felipe González López y Aitor Lizarazu Pérez.
Google Maps.


domingo, 16 de noviembre de 2014

Junta General de las 7 Merindades: Cómo, quién y dónde.

Volvamos al tema y situémonos en el momento en que los procuradores son convocados para la Junta General de Las Merindades. Recibida la convocatoria, los diversos pueblos reunían sus Concejos abiertos, en donde se elegía a quien les representara (generalmente uno de sus Regidores) y se le instruía sobre el parecer de los Concejos, para la formación de la opinión de la Merindad, cuando la convocatoria se realizaba para un determinado asunto. Es decir, no podían decidir o votar fuera de lo autorizado por su merindad.

Iglesia de Miñón (Burgos)

A Miñón podía asistir cualquier vecino de las Merindades con derecho a hablar en ella -Básicamente hijosdalgo- y proponer asuntos (siempre que el Condestable, poseedor de los derechos, o su Teniente autorizaran su presencia en la Junta General). En las primeras décadas del siglo XVII las distintas Merindades empezaron a tomar parte de alguna manera en la convocatoria, como consecuencia de la necesidad de garantizar la renovación del gobierno cada dos años.

Ya hemos indicado que aquí la asistencia era obligatoria para los Procuradores y Regidores Generales (no tenían reuniones de partido, comisiones o viajes a sus circunscripción como los de ahora) y si esta norma se incumplía, estaban establecidas una serie de penas para los infractores. Cada Merindad enviaba a la Junta dos Regidores, uno por cada estado y un Procurador General, excepto la Merindad de Losa, en la que cada una de las cinco juntas que la forman enviaba dos Regidores Generales, uno por cada estado, y un Procurador General. Pero aunque la inasistencia a la Junta se penalizaba económicamente, existían causas justificadas que eximían dicha responsabilidad como podían ser las crecidas de los ríos o inclemencias del tiempo.

Con respecto a la periodicidad, las Juntas se reunían los primeros días de cada mes pero ya en 1595 había quejas por no reunirse ni seis veces al año. En Junta General de 2 de enero de 1576 se acordó que cada dos meses "debían reunirse los Procuradores de las Siete Merindades de Castilla Vieja". Sin contar las convocatorias extraordinarias cuando la importancia de los asuntos a tratar así lo requería. Ordinariamente presidía las reuniones el Corregidor o Alcalde Mayor, aunque las Merindades tenían privilegio de celebrar Juntas Generales sin su asistencia ni su permiso. Este Alcalde Mayor, desde el año de 1402, debía de ser Bachiller o Licenciado. Desde 1426, Doctor. Obtenía los títulos de Alcalde de Corte, Vasallo del rey y el de Capitán a Guerra. Como distintivo llevaba la vara de justicia. Aunque se podían celebrar juntas sin sus asistencia.


¡Atención! como hoy, se tenían en cuenta las dietas de viaje hasta Villarcayo donde permanecían, como máximo, un día. Se sopesaban conceptos como los salarios que se devengaban directamente y cuya cuantía dependía del número de jornadas empleadas, y las costas alimentación y alojamiento. Desde la Merindad de Losa hasta Villarcayo había media jornada de camino, debiendo salir el día anterior de su punto de origen para llegar con puntualidad a la Junta General. Pagaban las respectivas merindades y, después, también el rey a sus oficiales. Podía ser una cantidad global o a tanto por día.

Y estos junteros, ¿qué hacían? ¿Qué poderes tenían?

La Junta General de las Siete Merindades tenía un amplio campo de competencias: daba poderes o instrucciones, nombraba al Procurador General de las Merindades (elegido en la primera Junta del año y cada año uno de distinta Merindad), dirimía los conflictos surgidos entre los concejos, entre Merindades, entre particulares, juzgaba los casos suscitados por conflictos jurisdiccionales, disponía de su propia milicia, contaba con su propio presupuesto, controlado por los Contadores nombrados para tal fin en la Junta General.

Las Siete Merindades de Castilla Vieja vertebran su personalidad jurídica e instituciones (desde la segunda mitad del siglo XVI) en torno a dos supuestos:

  • El reconocimiento como demarcación administrativa propia, disponiendo de varios Oficiales destacados en la misma y representantes del Rey -primero Alcalde Mayor y a partir de 1613 Corregidores- que eran auxiliados por Tenientes de Corregidor, Escribanos y Regidores en sus cometidos judiciales/jurisdiccionales.
  • Las periódicas reuniones de sus miembros (Siete Merindades, cinco Juntas, tres Valles, tres territorios aforados y tres villas independientes) que agrupaban un total de 230 lugares y que mantenían en sus Juntas Generales que celebraban periódicamente y en ocasiones reunidos de manera extraordinaria.


Buen sistema, democrático y eso. Pero planteaba dos grandes problemas: un vacío de poder de las Merindades desde que cesaban los representantes en sus cargos y se elegían los nuevos y la carencia de un órgano ejecutivo de los acuerdos tomados en Junta.


El primer defecto será suplido por la figura del Alcalde Mayor, máxima autoridad de las Siete Merindades, que recibía la documentación dirigida a las Merindades con facultad para abrir cartas, examinar la documentación y decidir convocar la Junta si lo estimaba necesario, remitiendo la convocatoria a todos los distritos de las Siete Merindades y territorios agregados. Así se dejaba a su criterio e iniciativa decisiones vitales, políticas e institucionales, que veía su camino allanado por la falta de un órgano ejecutivo en la Junta General, donde el único mecanismo de control consistía en la lectura del registro de los acuerdos tomados en la Junta anterior para comprobar qué acuerdos se habían cumplido y cuáles no.

Aun así, los continuos pleitos entre hijosdalgo y pecheros y la convulsión social que ello produjo evitó que otros temas de carácter político-administrativo centraran la atención de la Junta General.

Una de las manifestaciones que denotan la autonomía de la Junta General de las Siete Merindades era la facultad de aprobar sus Ordenanzas como instrumento que regulase la convivencia pacífica de todos sus vecinos. Dentro del marco de la Ley General, se aprobaban normas para el mejor régimen y gobierno del Ayuntamiento General, supliendo con ello las lagunas legales y adaptando las a las necesidades del Ayuntamiento General y de sus miembros.

Continuará.

Bibliografía:


"Villarcayo, capital de la comarca Merindades" de Manuel López rojo
"Estudio sobre el corregimiento de Villarcayo y Las Merindades de Castilla Vieja: Felipe II y Las Merindades" de Rafael Sánchez Domingo, Clara Uriarte Melo y José Ángel Churruca García.
"El corregimiento de las siete merindades de Castilla-Vieja" de Rafael Sánchez Domingo.



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domingo, 9 de noviembre de 2014

Decurión, aquí alguien se ha acobardado. O no.

En la Cueva del Puente, en el municipio de Villalba de Losa se han conservado una serie de inscripciones de época imperial. Además el recorrido posee marcas de antorchas y, a unos 350 metros de la entrada, hay dos catas quizá con fines mineros. Pero lo más importante son las cinco inscripciones con origen civil, militar, iniciático o votivo. O sea, cualquier causa o razón.



El primer grupo está a 350 metros de la entrada, a la izquierda. Son tres inscripciones.

 La primera inscripción:

PLACIDVS VENIT V.

Que sería "Placido llegó hasta aquí".

Junto a ella están otras dos escritas en un latín cursivo de difícil lectura. Pero es una escritura bella y diestra que nos habla de su autor el cual, por cierto, eligió bien el lugar donde hacerla: Roca caliza muy blanda que le permitió escribir como si fuese cera.

QVI ANTE HIC FVIT ET SUPRA
SCRIPSIT TIMVIT VLTRA IRE
DEXTRUM PARIENTEM EGE HIC
ET CVM

"El que estuvo aquí y más arriba escribió temió ir más allá en la pared derecha escribió esto y con..."



¿En la pared derecha?

Este:

VLTRA ACCEDE MILLIA PASSVS
QUATTVOR DVN SEVER
EX (...) HIC FVIC NICOLAVVS CVN
HOMINIBVS N. X
SEVERO ET QVINIANO COS. VI. KAL. NOV.

"Después de andar 4.000 pasos, aquí estuvo Nocolavo con diez hombres. 27 de octubre del año consular 235".

Hablan de una exploración que penetró unos 4.000 pasos dobles romanos, passus, lo que equivaldría a unos 5.900 metros. Y aquí tenemos un problema: la longitud medida del complejo Cueva del puente-Alberques-espino (cerca del pico Bedarbide) es de 2.263 metros.

¿Fruto de un error de medición o de uno de traducción? Puede que no se refiriesen al passus (1.481 m) sino al gradus (0´7405 m) que nos daría unos 2.900 metros. Todavía una cantidad superior a la final pero más cercana. Otros apuntan que la cueva del Puente tiene un kilómetro. ¡Leches! Que solo estamos a 350 m de la entrada.

Al final de la galería, a unos 650 metros, encontramos las últimas inscripciones localizada justo antes de un profundo pozo de 12 metros de profundidad. Su tamaño es de 15x45 centímetros y formada por letras mayúsculas:

HIC VIRI FORTES (ISSIMI) VENERVNT
DVCE NICOLAVO SEVERO
ET QVINTIANO COS. VI. KAL. NOV.
HOMINES N. VIIII

"Aquí llegaron los hombres más fuertes conducidos por Nicolavo. Finales de octubre del año consular 235. Nueve hombres".



Las más de las veces leemos, en relación a la exploración de la cueva, que hubo una por parte de un grupo de hombres, posiblemente miembros del ejército romano. Como nos dice que son diez pensamos en una decuria comandada por el decurión Nicolavo. Bonito, claro y evidente ¿verdad? pero hay ciertas pegas: Estamos en el año de los cónsules Cneo Claudio Severo y Tiberio Claudio Aurelio Quinciano (235 D.C.) y para entonces los decuriones no comandaban un pelotón de 10 hombres sino que era un mando de caballería, algo poco apto para una exploración subterranea; si aceptamos decurión (no consta la palabra en los textos) podría referirse a un miembro de la curia con responsabilidades en inspección de minas de la ciudad de Aloria (s. I al V ) donde hubo talleres metalúrgicos y que está en la depresión de Orduña. 



No nos olvidemos de los tizonazos. Son abundantes e intensos en la mitad inicial de la cavidad que nos hacen pensar en un grupo numeroso o en una serie de visitas en cuyo curso solo un pequeño destacamento de hombres fuertes inspeccionó la casi totalidad de la cueva y dejaron impronta de su hazaña.

Por tanto, hay relación entre las inscripciones y los tizonazos, pero es más difícil la conexión de estos con las catas de arcilla. No sabemos la razón de esas catas pero como el grupo central de inscripciones está antes de las mismas puede que tengan una relación espacial. Es decir, que la presencia catas conllevara la ejecución de las inscripciones allí. ¿Causado por la dificultad de proseguir el tránsito por la galería?



Y estas dichosas catas, ¿para qué? ¿Minería? Pero solo sabemos que un grupo de hombres visitaron el tramo horizontal de la cueva llegando hasta el borde de la sima del final, los más valientes.

Todas éstas evidencias conforman un tipo yacimiento que representa un hecho o suceso excepcional y poco documentado como son las exploraciones a cavidades, por no dejar normalmente vestigios de sus visitas, ya sean de inspección o control del territorio o con fines religiosos como se documentan en la Cueva Román en la ciudad romana de Clunia (Burgos).

Aquí no vemos una continuidad en el tiempo, vamos que fue como una visita de domingueros, y enseña que la curiosidad humana y los graffitis son atemporales. Debemos entender que conocían el territorio ya que la cavidad no destaca sobre el paisaje. ¿Fueron a tiro fijo o, tras una primera y rápida exploración superficial, volvieron preparados? ¿Haría Plácido esa primera incursión y luego organizaron otra? ¿O es verdad que Plácido se acobardó y no acompañó a Nocolavo y los demás?

Y es que no debió ser raro ver a los romanos pasear por la Sierra Salvada al tener constancia de ello a través de una moneda y un medio bronce de Julia Domma (esposa de Septimino Severo) cuya muerte data del 217 d.C., encontrada en el denominado camino real de Sierra Salvada. No solo eso sino que están las calzadas y asentamientos como la citada Aloria y la villa de San Martín de Losa (Siglos I a V y d.C.).


Bibliografía:

"Inscripciones romanas en Cueva del Puente de Villaba de Losa (Sierra Salvada)" Ana Isabel Ortega Martínez, arqueóloga y espeleóloga.
"Imperial Roman Legionary  161-284" Osprey

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domingo, 2 de noviembre de 2014

Nuestro primer "árbol de Guernica" estaba en Miñón.

Cuando miramos en la internet la definición de "Merindad" nos encontramos con lo que dice la wikipedia (aquí) o lo que dice el R.A.E. (acá). Como habrán podido ver no es una información clarificadora. Nada que ver con lo que obtendrán si teclean "árbol de Guernica". Pero ese tipo de reuniones, de las que tanto alardea el nacionalismo vasco, no son originales de la villa vizcaína, recordemos que existía la casa de juntas de Avellaneda para los territorios encartados (incorporados a Vizcaya durante el reinado, 1379-1390, de Juan I de Castilla).

Reconstrucción fantasiosa de la Casa de Juntas de Avellaneda

Como les decía: No es privativo de esos lugares. Las Siete Merindades, y agregados, se reunían en un Concejo Mayor para armonizar su política, lo que nos podría dar ínfulas de soberanía originaria. El Ayuntamiento o Junta General aparece documentado desde 1551. Pero, ¿es esa la fecha inicial o es solo la constancia de un proceso ya existente? Porque estas reuniones tenían su origen en los concejos abiertos, hijos de la Administración alto y pleno medieval.

De hecho, consta que la Junta de las Merindades de Castilla Vieja estaba vertebrada jurídicamente ya en 1520 cuando un procurador de la Merindad de Montija ofreció su testimonio acerca del movimiento antiseñorial vivido en aquella Merindad con motivo de la revuelta comunera: En Miñón, el 5 de noviembre de 1520, (Parezco Sophia de "Las chicas de oro"), se reunieron los diputados y procuradores de Las Merindades en Junta General y acordaron solicitar al Rey que dejara sin efecto una petición del Condestable de reunir 300 hombres a fin de combatir a los comuneros -en nuestro caso en Conde de Salvatierra- por considerarla excesiva.

Vamos, que funcionaba la Junta General de las Siete Merindades al menos desde el primer tercio del siglo XVI y que se reunían en Miñón desde tiempo inmemorial. Pero no solo existió esta junta general sino que en las diferentes anteiglesias o merindades existían las juntas particulares. Cada población tenía su concejo abierto y para su gobierno elegía entre sus vecinos dos Regidores particulares, uno hidalgo y otro pechero. Después, todos los poblados, reunidos en el lugar acostumbrado (Miñón) elegían dos Regidores generales por cada estado y un Procurador General.

Iglesia de Miñón (Las Merindades de Burgos)

Las Merindades que enviaban sus representantes a la Junta General eran: Castilla Vieja, Cuesta Urria, Losa, Montija, Sotoscueva, Valdeporres y Valdivielso. Además la Merindad de Losa poseía un organismo intermedio, la Junta, entre el pueblito y la Merindad.

Pero el resto de merindades tampoco eran homogéneas:

  • Castilla Vieja estaba dividida en tres Partidos: Horna, Campo o Cabo de Agua y Valle de Valdelugaña. El Valle de Manzanedo, agregado definitivamente a esta Merindad desde 1687, estaba compuesto por nueve pueblos y ocho granjas, que se reunían en La Puente, y enviaba sus representantes a la Junta General desde 1578. Los de esta merindad se reunían en el Soto o en la iglesia de Santa Marina.
  • Losa estaba formada por cinco Juntas: Oteo en el campo entre Oteo y Castresana; Riosería en el cementerio de la Magadalena; San Martín reunida en el fresno; Junta de Traslaloma reunida en las lomas de Albalayán junto a la ermita de San Sebastián (hoy San Roque); y Junta de la Cerca en el cementerio. También acudían a la Junta General de las Siete Merindades los Aforados de Losa.
  • La Merindad de Montija en tres circunscripciones: Tercio de Arriba, Tercio de Abajo, y Tercio de Enmedio.
  • Valdivielso se estructuraba en 3 Partidos: de Abajo, de Arriba y de Los Altos. Se reunían bajo la encina de Quecedo (¡Toma! Ya tenemos un árbol mitológico).
  • La Merindad de Sotoscueva lo estaba en seis partidos: Sotoscueva, la Sonsierra, las Hornillas o de las Cinco Villas, Villamartín, Cornejo y Valdebodres. Les encontraríamos en la explanada de la peña de la Concha y cueva de los santos Tirso y Bernabé.
  • Cuesta Urria se reunía en Nofuentes.
  • La Merindad de Valdeporres se reunía en Pedrosa. La Junta de Puentedey, muy ligada la Merindad de Valdeporres, tenía jurisdicción independiente compuesta por Puentedey, Brizuela y Quintanabaldo. Enviaba regidores a la Junta General de las Siete Merindades a partir de 1747.

La fijación definitiva de las entidades que tenían el derecho y el deber de asistir a todas las Juntas se producirá en el siglo XVI, a partir de 1562, en que rescatada por la Corona la jurisdicción de las Siete Merindades, se produce la institucionalización de la Junta General como órgano aglutinador de carácter político-administrativo de la Merindades.

Frente al escaqueo tan común en el Congreso de los Diputados hoy en día, la asistencia de los procuradores y regidores a la Junta General era obligatoria. Y ¿Esos esforzados quienes eran?

Las 7 Merindades de la Junta General

Bien. Partamos de la división medieval de Nobles, Eclesiásticos y un Tercer Estado que conservó vigencia teórica y legal pero no real. Esto obligó a que se introdujesen nuevas normas, algunas aceptadas por la legislación, otras solo de facto. El factor que alteró con más fuerza la categorías sociales oficialmente reconocidas fue, evidentemente, la riqueza. Pero el ideal nobiliario siguió imperando, considerándose como la meta final a imitar. Y no olvidemos una peculiaridad local: la limpieza de sangre, de carácter social religioso y racial, nacida de la convivencia con judíos y musulmanes.

Con ello, para el conjunto de la Corona de Castilla, el censo de 1591 ascendía a 134.233 vecinos hidalgos de un total de.300.000, o sea, el 10 por 100 de la población. Pero en Las Merindades y otras zonas del norte el porcentaje de hidalgos pasaba del 50% y podía llegar al 100%.

En la Edad Moderna los hidalgos constituyeron en las Merindades de Castilla Vieja una clase social muy numerosa -en especial durante el XVI y el XVII- y su aumento se debió probablemente a las concesiones de infanzonía o hidalguía por los reyes y tal vez también a la circunstancia de que muchos hidalgos no descendían de antiguos infanzones medievales sino de los caballeros villanos, que fueron muy numerosos en Castilla desde el siglo X y que, asimilados a los nobles por sus privilegios, terminarían por convertir su linaje en una nobleza secundaria y recibirían el nombre de hidalgos.

También se desarrolló socialmente el afán de atribuirse ascendencia noble (les recomiendo estas entradas de Belosticalle), el prurito del linaje y la vanidad genealógica con lo que todo el mundo aspiraba a ser reconocido por hidalgo y a lograr que el rey le confirmase como tal. Con sus privilegios. Fiscales. Claro.

Los hidalgos de las Merindades eran pobres económicamente o poseían pequeñas haciendas rurales exentas de tributación. Compuesta la población de las Merindades de Castilla Vieja de hidalgos y pecheros, existía en consecuencia una separación en todas las actividades y actos sociales que en ocasiones llegaba a ser denigrante. El mismo desenlace de la lucha de las Comunidades afianzó el dominio aristocrático, por cuanto el fracaso comunero supuso también el de estas fuerzas locales de una burguesía montañosa urbana y rural.

Entre las muchas prerrogativas hidalgas tenemos: exención del pago de pechos, pero tenían que contribuir a los reparos de puentes y caminos de las villas en que morasen; no podían ser encarcelados por deudas civiles, excepto las que procedían de delito o de tributos reales; no podía trabarse ejecución en la casa en que habitaban ni en sus armas y mulas, sino por débitos reales; estaban exceptuados del tormento, no podían renunciar a las preeminencias de estado sino sólo en caso de ser apresados, no se podía penetrar en las casas de su morada ni se les podía condenar a muerte afrentosa en la horca. De estas exenciones y privilegios gozaban las viudas de los nobles, mientras conservaban su estado y no se casaran con un pechero. Mola, ¿no?


Frente al estado noble se encontraban los pecheros o estado general y que eran los obligados tributarios al rey, o al señor de la tierra (v.g. los Velasco). En nuestra zona el número de pecheros era escaso, minoritario. Se comían todos los tributos personales, por eso aparecen en pleitos luchando por disminuir las prerrogativas de los nobles.

Recordemos que Regidores y Procuradores Generales constituían la Junta General a la que asistían todos los que estaban elegidos como tales por sus respectivas Merindades. Para esa elección local se tenía que evitar la consanguineidad y el parentesco con grado inferior al cuarto. ¡Muy difícil en pequeñas poblaciones!

Cada grupo social tenía siete votos. Todo justo y equitativo, ¿verdad? Pues no, porque no siempre se ganaban las votaciones por mayoría. Quizá por eso las continuas ausencias de los representantes de los pecheros. (¿A pesar de la obligatoria asistencia?).

La responsabilidad de convocar no consta escrita hasta el siglo XVI. Desde ahí sabemos que correspondía al Alcalde Mayor o Corregidor y en su defecto a sus Tenientes, y la misma se efectuaba mediante el correspondiente oficio escrito y dirigido al Concejo o regidor de cada lugar. Pero eso es adelantarnos en el relato.

Bibliografía:

"Villarcayo, capital de la comarca Merindades" de Manuel López Rojo
"estudio sobre el corregimiento de Villarcayo y Las Merindades de Castilla Vieja: Felipe II y Las Merindades" de Rafael Sánchez Domingo, Clara Uriarte Melo y José Ángel Churruca García.
"El corregimiento de las siete merindades de Castilla-Vieja" de Rafael Sánchez Domingo.